Mar 14, 2018 | Géneros, Novedades
El lunes a las 11 de la mañana empezó un juicio histórico para la comunidad LGBTIQ. El crimen de Amancay Diana Sacayán se reconoce como travesticidio, una submodalidad del femicidio. Matías Di Lello, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción N°4 y Mariela Labozzetta, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra la Mujer; lograron darle esta carátula basándose en la Ley 26743 de Identidad de Género, que consagra el derecho de toda persona al reconocimiento de su identidad de género, entendida como “la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo”.
“Diana Sacayán, presente. Ahora y siempre;
Diana Sacayán, presente. Ahora y siempre”.

“Amancay significa flor en quechua, Amancay Diana se sembró y ahora se multiplica en nuestras vidas”, dijo Claudia Korol, compañera de Diana.
Desde las 8 de la mañana un grupo de compañeras trans y de militancia se reunió en la plaza de Lavalle y Talcahuano convocados por la Comisión de Justicia por Diana para acompañar el juicio oral y público. El clima en la calle era de lucha, con letras, pancartas y cánticos.
Hermanas, sobrinos, amigas y amigos de Diana Sacayán ingresaron al tribunal. Luego de que la prensa entrara y se acomodara en la sala, afuera todo era silencio y cabezas bajas, frente a un televisor y dos parlantes: todos esperaban que dieran la orden para que ingresara la familia. Otros, tuvieron que escuchar el juicio desde afuera de la sala.
El silencio de duelo se sintió desde que comenzó hasta que terminó la audiencia. No hubo declaraciones de la familia al salir. Solo abrazos y llanto.
Gabriel Marino, el acusado, salió esposado hacia un pasillo junto a dos policías. Otros lo escoltaban. No hubo fotos.

Diana obtuvo su DNI con la identidad de género autopercibida en el año 2012.
Diana era miembro del Programa de Diversidad Sexual del INADI, líder de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays y Bisexuales; y dirigente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL). En 2012 había obtenido su DNI con la identidad de género autopercibida, y una de sus conquistas más importantes para el colectivo trava-trans fue la Ley de Cupo Laboral Trans en la provincia de Buenos Aires. Amancay Diana había logrado superar el promedio de esperanza de vida para una travesti: 35 años. Faltaban poco más de dos meses para que cumpliera 40, cuando fue asesinada por el principal acusado, Gabriel David Marino, aunque se tiene certeza de que participacipó una segunda persona.
Marino estuvo acompañado por el defensor público oficial, Lucas Tassara. Por parte del Ministerio Público Fiscal estuvieron los fiscales Ariel Yapur y Mariela Labozzetta. Y en cuanto a la querella se encontraban por un lado la abogada Luciana Sánchez en representación de la familia Sacayán, y Juan Carlos Kassargian y Andrea Bruj en representación del INADI. Frente a una sala con alrededor de treinta personas, entre ellos familia de la víctima y prensa, comenzó a leerse el requerimiento: “Se le imputa a Gabriel David Marino haber asesinado a Amancay Diana Sacayán con conocimiento de su conducta con la intención de darle muerte con ensañamiento, con especial odio por su identidad de género y en particular por su condición de travesti y mediando violencia de género”.
Diana fue asesinada entre el sábado 10 y domingo 11 de octubre de 2015 en su departamento de Flores. Su cuerpo, maniatado de pies y manos y amordazado fue hallado el 13 del mismo mes. Presentaba un total de 27 lesiones; 13 de ellas producidas con arma blanca, lo que causó hemorragia interna y externa. “Pudo determinarse que las lesiones que presentaba en los miembros superiores son compatibles con defensa. Las lesiones de cráneo y cara tienen la idoneidad suficiente como para producir estado de indefensión de la víctima. Las ataduras oclusivas completas observadas en el orificio bucal y parcial de fosas nasales han podido obrar a modo de mecanismo asfíctico por sofocación contribuyendo en las causales de fallecimiento; y que las causadas por arma blanca tienen la idoneidad suficiente para producir la muerte siendo las lesiones mortales las sufridas a nivel abdominal en epigastrio”, detallan las pericias.

Familiares y amigos durante el inicio del juicio oral y público por la muerte de Diana.
En su domicilio había un cuchillo con restos de sangre, una tijera y un martillo. Marino habría logrado escapar rompiendo la cerradura desde el interior del departamento, dado que no tenían la llave. Ante estos hechos descritos, se calificó al delito como “homicidio cuadruplemente calificado, por haberse cometido con ensañamiento y alevosía, por odio en virtud de su identidad y expresión de género, y por tratarse la víctima de una mujer y habiéndose cometido mediante violencia de género, femicidio”. A esto se suma que “las circunstancias de contexto y modo de comisión del hecho permiten suponer que el homicidio estuvo motivado por su condición de mujer trans y por su calidad de miembro del equipo del Programa de Diversidad Sexual del INADI, impulsora de la lucha por los derechos de las personas trans, líder de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays y Bisexuales y dirigente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación”, tal como suscribió el fiscal Di Lello.
Antes de finalizar esta primer audiencia, que pasó a cuarto intermedio hasta el próximo lunes, se leyó parte de las declaraciones de las testigos que fueron pertinentes para la calificación probatoria. Según detalló Mónica Flores, quien vivía con Diana, ella había conocido a Marino a principios de septiembre de 2015 en el Cenareso, donde él estaba tratando sus problemas de adicción a la cocaína. Verónica Luna y Sonia Díaz, compañeras de militancia de Diana, habían conocido a Marino un 2 de octubre, cuando estaban de visita en el departamento. Diana les había presentado como su novio a “Lautaro Francisco”, empleado administrativo y oriundo de Morón. Más adelante, las tres amigas reconocerían mediante una foto en el Facebook de Diana que “Lautaro” era Gabriel David Marino. En su versión, el acusado negó ser pareja de Diana, alegando que solo se trataba de una relación laboral, teniendo sexo a cambio de drogas.
En las afueras de Tribunales, Claudia Korol, compañera de Diana y militante del Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, leyó una carta para su amiga. Expresó que no cree en la justicia, a la que considera que “todos los días nos muestra su feo rostro heteropatriarcal, racista, colonial, tan burgués, tan indiferente a las vidas y muertes de los pobres”.

La Ley 26743 de Identidad de Género consagra el derecho de toda persona al reconocimiento de su identidad de género, entendida como “la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente».
Claudia añora todo lo que Diana les enseñó: los modos de habitar el cuerpo, a discutir los dogmatismos biologicistas de algunos feminismos y a interpelar a aquellos que ven a la prostitución como un trabajo, cuando en realidad es el lugar que este sistema les asigna sin elección. “Con una paciencia infinita explicaba a sus compañeres qué significaba para ella ser travesti, indígena, pobre, sudaca”. Korol continúa diciendo que Diana es parte de la memoria colectiva. Dice que se queda con esa imagen alegre de Diana mostrando su DNI con el nombre que eligió: “Amancay significa flor en quechua, Amancay Diana se sembró y ahora se multiplica en nuestras vidas”. Termina exclamando el fin último de este caso emblemático, que se denomine como lo que fue: ¡travesticidio!
Eloísa Belizán, presidenta de la Comisión de Diversidad Sexual de la Asociación del Personal Legislativo (APL) contó a ANCCOM: “En 2007 comencé a militar, a hacer reuniones con organizaciones y ahí conocí a Diana. Era una persona excelente, brindaba todo lo que estaba a su alcance. Una vez tuve que dar un taller sobre identidad de género y cupo laboral trans en la Cámara de Diputados de la Nación junto con otras compañeras trans y me ayudó muchísimo porque ella ya había empujado el tema en la provincia de Buenos Aires, que se hizo ley. Teníamos muchas conocidas en común como Lohana Berkins que hoy no la tenemos y a Braudacco. Somos referentes trans de las más antiguas y venimos haciendo camino cada una desde donde puede. Venimos a apoyar la causa para que se esclarezca el caso. Creo que al ser una militante activista pasa a ser una figura pública dentro del ámbito LGTBIQ, tiene que ver con todo los travesticidios que están pasando, ya en 2018 hay estadísticas de que fallecieron 30 chicas trans que no son conocidas, Diana tenía la militancia a cuestas así que va a reunir gente para que apoyen el juicio. Cuando hay personas que no tienen voz siempre debe haber una referente que vaya al frente y las escuchen el resto de la sociedad. El sistema siempre estigmatizó y dejó afuera al colectivo trans.”

Una de las conquistas más importantes para el colectivo trava-trans fue la Ley de Cupo Laboral Trans en la provincia de Buenos Aires.
Gumercinda Giménez Valdez, madre de Judith Alicia Giménez, asesinada por un gendarme, también habló con ANCCOM: “Hoy estoy acompañando a la familia de Diana porque ella fue una luchadora por los derechos humanos, siempre defendiendo la vida de los que menos tienen. Además me considero parte de esta lucha por que mi hija Judith de 16 años fue víctima de femicidio en 2007. Tuve la oportunidad de conocer a Diana en ese camino que me tocó recorrer, así que como mamá de una víctima, este es el lugar donde tengo que estar.”
El testimonio, de pronto, no puede escucharse. Queda interrumpido por un grito colectivo al que se suman todos los presentes:
“Compañera Diana Sacayán, presente
Compañera Diana Sacayán, presente
Compañera Diana Sacayán, presente
Ahora y Siempre
Ahora y Siempre
Ahora y Siempre
Furia”
Mar 9, 2018 | Comunidad, Géneros, Novedades, slider
“Nuestra fuerza callejera hace que cuando una de nosotras habla muchas otras se sienten acompañadas para romper el silencio: este año, en primera persona y colectivamente, desnaturalizamos las violencias sexuales. Ya no nos callamos más. Sin embargo la violencia femicida y travesticida sigue descontando vidas”, dijo Liliana Daunes, conductora del multitudinario acto realizado en el Congreso por el Día Internacional de la Mujer que finalizó con un documento leído en medio de un conjunto de figuras sindicales, políticas, laborales y sociales. Cientos de miles de mujeres reclamaron la igualdad de géneros, la despenalización del aborto y el fin de todo tipo de violencia machista.

Año a año siguen aumentando los casos de violencia de género pese a la lucha de las organizaciones feministas.
Según datos del INDEC, se cuadruplicaron los casos de violencia de género en los últimos cuatro años: de 22.500 casos pasaron a 86.000 en el 2017. El 60% de las víctimas son mujeres entre 29 y 39 años y en el 82% de los casos su ex o actual pareja son los victimarios.
No es una falacia que en la antigüedad se cazaba en forma masiva a las mujeres por ser consideradas una “conspiración del demonio” para acabar con la cristiandad. También se las quemaba en la hoguera y eso era contemplado como un espectáculo público con una amplia adhesión social ¿Cuánto de eso pervive en la actualidad? Cuerpo, ante todo piel, toples, corpiños, purpurina, maquillajes, tatuajes, grafitis, pelucas y pelos con rastas, rapados, despeinados, alborotados, enrulados y embrujados, casi una reivindicación a aquellas brujas de la Edad Media.

La despenalización del aborto fue una de las principales consignas de la movilización.
“Mi cuerpo es mío”, y lo lucen. “No es no”, afirman. “Manolo hoy te haces la cena tu solo” decretan. Mientras tanto una beba desde los brazos de su portadora se alarga para alcanzar la lente de una cámara fotográfica que no duda ni esquiva obturar esa imagen.
Zapatillas, comparsas, revoleos, banderas, trompetas, redoblantes, humo, bombos y platillos listos para orquestar una marea feminista verde que abraza la causa de la despenalización del aborto. “Aborto legal en el hospital” –aclaman-. La campaña del aborto legal, seguro y gratuito fue la reina de ésta jornada del 8M.
Los objetivos del año anterior fueron: decir basta al acoso callejero, mostrar la desigualdad entre hombres y mujeres basada en principios económicos, culturales y simbólicos, denunciar los altos niveles de femicidios que aun hoy perduran. Sin embargo, por aquel entonces, no se contaba con el apoyo de 71 diputados del Congreso de la Nación para intentar legalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

La marcha comenzó en Plaza de Mayo y culminó en el Congreso de la Nación.
Verde, fue la luz que dio el gobierno para habilitar el debate de proyecto que fue presentado el martes pasado, luego de ser desestimado por el parlamento durante siete oportunidades. La legalización del aborto hoy está en el centro de la escena argentina, mientras Liliana Daunes –ante la atenta mirada de la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas- advertía: “Nos declaramos alerta y movilizadas frente al uso oportunista del sistema político de nuestro histórico reclamo de autonomía.”
La movilización también tuvo una fuerte presencia de columnas militantes y sindicales que no dudaron en denunciar las políticas de ajuste del gobierno, los despidos, la represión y la criminalización de la protesta. Santiago Maldonado y Rafael Nahuel también estuvieron presentes en las reivindicaciones.

Desde la columna de los sindicatos también se reclamó por los despidos en el Estado.
La cantidad de organizaciones parecía infinita. Entre las banderas que sobresalían se leía: INTI, Hospital Posadas, Casa de la Moneda, Trenes Argentinos, Ammar, CTA, Ctera, Conadu, Barrios de Pie, numerosos grupos de izquierda, Tupac Amaru, Partido Piquetero, Sindicato de Mujeres Meretrices, Sindicato de Justicia de la C.A.B.A, CTEP, AMADTH, Ferrocarril Sarmiento, LATAM.
El discurso transcurría en un tiempo en suspensión, quizá porque el viento hacía flotar papeles con múltiples consignas que clamaban por más derechos y menos desigualdad. Flotaban en el viento y caían a un asfalto que ya no era gris, sino blanco. El suelo de la enorme Avenida de Mayo, a la altura de Callao, parecía una gran resma de papel, lista para que se le imprima otra historia, porque el movimiento feminista “emerge como un contrapoder en todo el mundo contra el avance represivo racista y conservador”. Mientras tanto, el Congreso contempla desde atrás expectante ¿serán capaces sus transitorios moradores de leer y dar respuesta a este nuevo cambio cultural que se presenta?
Se necesitan nuevas leyes que impulsen al cambio cultural que ya está en marcha. La patria integrada por mujeres os lo demanda.
Mar 9, 2018 | Géneros, Te puede interesar
El 8 de marzo de 1917 un grupo de mujeres, en su mayoría obreras y esposas de soldados, salió a las calles de Petrogrado a declararse en huelga. “¡Queremos pan!”, le reclamaban al régimen zarista. Esa fue, para muchos historiadores, la primera chispa de lo que meses después fue la Revolución Rusa. Coincidentemente, el 8 de marzo había sido elegido siete años antes como Día Internacional de la Mujer por la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague, y sería reconocido por la Organización de las Naciones Unidas recién en 1975.

Yulima Clevery, local de accesorios de celulares.
Hoy, más de un siglo después, durante el denominado 8M, se convocó a un nuevo Paro Internacional de Mujeres para manifestar el repudio a la violencia machista, a la desigualdad social y económica y, en la Argentina, para exigir con más fuerza que nunca el debate por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. ANCCOM recorrió diversos puntos del área metropolitana para atestiguar el peso de la jornada de lucha entre las trabajadoras, y pudo apreciar que, como en cada día de huelga, no es fácil ausentarse para aquellas mujeres que trabajan en relación de dependencia. Pesan, por un lado. las presiones empresarias y, por el otro, años y ríos de tinta de tinta que estigmatizan protestas y reclamos.
En el relevamiento realizado en Avenida Corrientes, desde Callao hasta 9 de Julio, hubo un muy bajo nivel de adhesión. Sin embargo, en el local de la empresa Personal de Avenida Corrientes y Rodríguez Peña, Jésica del Mastro y su compañera se turnaron para poder ir a la marcha. “No nos dejan cerrar ni faltar y encima somos todas mujeres”, se quejó la primera. Otra fue la actitud tomada por los locales de la firma de accesorios de moda Clandestine, que cerraron de dos a tres de la tarde en señal de adhesión al paro. En otros casos, las entrevistadas acompañan las consignas del 8M y los reclamos que se defienden, pero expresaron no estar de acuerdo con el método. Ana Paula Kaczeli Meszaros, empleada de la Librería Hernández, comentó: “No le veo mucho sentido a dejar mi puesto de trabajo y perjudicar a mi empleador, que nunca ha tenido ninguna actitud antifemenina”. En tanto, Fernanda Malerba, empleada de la óptica Looking, opinó: “Entiendo lo que sucede pero no estoy de acuerdo con el corte de calle en la vía pública, porque nos perjudicamos todos los que queremos trabajar. Está bien el reclamo por los derechos, pero de otra manera”.

Jesica del Mastro, Personal.
En el barrio de Flores la situación fue similar. El centro comercial apenas alteró su rutina en el horario de inicio del paro nacional de mujeres. Cerca del mediodía, el ritmo de la Avenida Rivadavia parecía el de cualquier jueves, con el típico ir y venir de chicos a la salida del colegio y negocios abiertos. Más tarde, una buena cantidad demujeres se agolparían en las estaciones de la línea A de subtes para sumarse a la movilización en el centro porteño.
“El Día de la Mujer se celebra todos los días”, dijo Clara, empleada de un local de comidas rápidas en diálogo con ANCCOM. Está de acuerdo con las consignas de la jornada de lucha, pero no la convence la idea del paro. “Respeto la movilización y protesta por el 8M, pero no estoy de acuerdo con que se pare y se deje de trabajar. Se sale adelante trabajando, la pelea por los derechos de la mujer es en el día a día”, argumenta. Y completa: “Si exigís y reclamás derechos, luego también debés saber cumplir con tu labor”.

Marlín Souza, Cocot.
Cristina, empleada de limpieza del Banco Ciudad, cuenta que tomó conciencia de que sería un día diferente cuando al ingresar a su lugar de trabajo sus compañeros “agasajaron a cada trabajadora con una rosa”. Y explica: “En el banco nos daban la libertad a las mujeres para adherirnos al paro y a la marcha si queríamos, pero yo sinceramente el 8M lo vivo como un día más, y lo trabajo como de costumbre”.
En Lomas del Mirador, partido de La Matanza, basta con salir a la calle para comprobar que no es un día como cualquier otro. Las calles se tiñen de color violeta y miles de mujeres marchan para visibilizar sus reclamos. Los pañuelos verdes, que exigen el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, se mueven al compás del viento, atados a los candados de cinco negocios. Muchos comercios decidieron bajar la persiana para otorgar a las trabajadoras la libertad de manifestarse.

Laura Molina, Avedik Shoes.
Todo lo contrario sucedió en un instituto terciario privado del barrio porteño de Liniers. Sus autoridades amenazaron con descontarle el presentismo a las empleadas que no concurrieran a trabajar. Sin embargo, sus compañeros varones se ofrecieron voluntariamente a cubrir las horas laborales de aquellas que quisieran adherir al paro. Rubén Vázquez, afirmó: Lo mínimo que podemos hacer es ayudar a nuestras compañeras, nadie está en condiciones de poner trabas en el camino de la lucha por sus derechos. Y Agustina Fuertes, empleada de la institución, concluyó: “Hay gente solidaria y gente que desprecia toda acción de lucha, algunos están a favor, otros en contra, pero lo que ningún hombre y ninguna mujer puede hacer este 8 de marzo es ignorarnos”.
La Municipalidad de Avellaneda, por su parte, dispuso el asueto laboral a sus trabajadoras para que puedan asistir a la marcha. Se colocaron carteles en todo el edificio bajo las consignas “Mujeres de Avellaneda paramos y marchamos” y “Sin igualdad de género no hay justicia social”. Paola Pereira, empleada administrativa de la Municipalidad, explica: “Paramos por el Día Internacional de la Mujer, por no perder los derechos que tenemos y por los que seguimos reclamando. Creo que si seguimos este camino no falta mucho para conseguir la igualdad de género. Ya hicimos bastante y creo que vamos a poder lograr lo que nos falta. Además, es importante visibilizar la lucha de las mujeres porque muchas no se animan, principalmente porque tienen miedo. Así que nosotras luchamos más que nada por ellas”.
Mar 7, 2018 | Géneros, Novedades
Diputados de distintas extracciones políticas presentaron en el Congreso nacional -junto a referentes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito- un proyecto de ley para despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo.
La iniciativa cuenta con la firma de 71 legisladores entre los que se encuentran Victoria Donda (Libres del Sur), Mónica Macha (Frente para la Victoria), Brenda Austin (UCR-Cambiemos) Romina del Plá (Partido Obrero-FIT), Daniel Lipovetzky (Pro-Cambiemos), Carla Carrizo, Martín Lousteau y Teresita Villavicencio (Evolución), entre otros.

Séptima presentación del proyecto de ley de IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) en el Anexo del Congreso de la Nación, a cargo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal.
Desde temprano, en la mañana, numerosas mujeres se acercaban a las adyacencias del Congreso con sus pañuelos verdes al cuello o haciéndolos flamear. Algunas pudieron ingresaron al edificio de la Cámara Baja para presenciar la conferencia de prensa en la que se anunció públicamente la presentación, otras aguardaban en la calle, en nutridas columnas que vestían la Avenida Rivadavia.
Pañuelo verde no parece casual. El color de la esperanza identifica a un proyecto de ley, nacido en las entrañas del movimiento feminista, que sufrió muchos años de descarte parlamentario: esta es la séptima oportunidad en que se presenta esta iniciativa en el Congreso. Pero nunca antes contó con un contexto tan favorable, transformado por la visibilidad pública que tomó la lucha por los derechos de la mujer en el país.
Según datos de un estudio realizado por la Cepal, en la Argentina cada año interrumpen de forma clandestina un embarazo entre 370.000 y 522.000 mujeres. “Es el Estado quien debe proteger y garantizar los derechos, tanto a la mujer que quiere procrear y ser madre, como a la mujer que quiere interrumpir el embarazo”, clamó Victoria Tesoriero, miembro de la Campaña y oradora en el acto de presentación.
En Argentina, el aborto solo está permitido cuando el embarazo es producto de una violación o corre riesgo la vida de la mujer. En marzo de 2017, un caso emblématico permitió introducir en la sociedad el debate de la interrupción voluntaria del embarazo: la historia de Belén, la joven tucumana de entonces 27 años, que fue absuelta por la Corte Suprema de la provincia luego de pasar dos años presa con una sentencia por homicidio agravado. Su encarcelamiento había desatado una ola de protestas y movilizaciones de movimientos de mujeres y organismos de derechos humanos.
El debate hoy es: aborto clandestino o aborto legal seguro y gratuito. El aborto es la mayor causa de muerte de mujeres gestantes. Por ello, es necesario un Congreso a la altura del debate “Hay que desentramar un nudo paradójico para que las posiciones ideológicas y religiosas no obstruyan a la democracia, ya que somos las mujeres las que damos humanidad a un organismo que todavía no es persona, somos nosotras las que elegimos” argumento Martha Rosemberg.
Terminada la oratoria de los 15 participantes y ante fervorosos aplausos, los cantos rezaban “abajo el patriarcado se va a caer, arriba el feminismo te va a romper te va a romper”. Mientras tanto Florencia Freijo, referente del movimiento feminista comentaba a ANCCOM: “Creo que va a ser un año muy intenso porque el movimiento de mujeres no va a parar hasta que esto salga porque se gestó un escenario compatible y es una oportunidad histórica para garantizar los derechos para un montón de mujeres en Argentina que están en condición de precariedad”.
Mirá la fotogalería de ANCCOM:
Mar 6, 2018 | Entrevistas, Géneros
“El aborto clandestino es una deuda de la democracia y un feminicidio del Estado”, dice Nina Brugo, abogada labolarista feminista y Secretaria de la Mujer a nivel nacional en el partido Unidad Popular.
Nina Brugo tiene 73 años pero el espíritu de lucha de una joven idealista. Su historia de vida está marcada a fuego por el feminismo. Es sobreviviente de la dictadura más dura que sufrió la Argentina. Sus fuertes convicciones la llevaron al exilio pero el amor a su país la hizo regresar en tiempos de democracia. Actualmente integra el partido Unión Popular y desde allí levanta el estandarte de los derechos de la mujer. Hoy persigue un sueño: la transformación popular y feminista de la sociedad y desea que al menos sus nietas puedan verlo.

Nina Brugo es abogada, referente feminista y una de las fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
¿Qué lugar ocupa en su vida el feminismo?
El feminismo es cuando la mujer toma las decisiones de toda su vida. Aquellos que están en contra del feminismo tienen miedo a la sexualidad de la mujer, que decida libremente qué hacer con su vida. El feminismo no lo puedo definir porque está inyectado en mí como el patriarcado está inyectado en muchos. Y lo hago parte de toda mi vida. Quiero cambiar todo los insultos y las bromas contra las mujeres, no dejo pasar nada. No puedo concebir mi vida sin el feminismo. Mi ideología principal es esa, una sociedad mejor, anticapitalista y antipatriarcal. Tampoco la puedo escindir de los lugares donde yo participo políticamente. Considero que los movimientos sociales son necesarios, pero hay un techo para las transformaciones que se tiene que dar en el terreno político y democrático. Es por eso que actualmente me siento orgullosa de ser la Secretaria de la Mujer a nivel nacional en el partido Unidad Popular. Desde allí buscamos construir un frente que nos lleve a las transformaciones populares y feministas. No sé si yo veré el cambio pero espero que por lo menos mis nietas lo hagan.
¿Cómo se inició el movimiento feminista en Argentina?
A fines del siglo XIX y principios del XX hubo un aluvión de inmigraciones europeas que vinieron trayendo su historia, sus luchas por la ciudadanía y allí muchas mujeres se destacaron, porque en aquel entonces la mujer no era considerada ciudadana.
Olympe de Gouges fue pionera al escribir en 1791, frente a la Declaración de los Derechos del Hombre, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de las Ciudadanas. Eso le costó la vida, la guillotinaron. Muchas otras participaron en la toma de La Bastilla pero una vez lograda la revolución Robespierre -uno de los líderes de la Revolución Francesa- las mandó a sus casas para que se ocuparan de los asuntos naturales de la mujer. Frente a esto hubo mujeres que se levantaron. Estas cuestiones se fueron socializando en el mundo. Nuestras mujeres argentinas no se quedaban atrás, asistían los 1° de mayo junto a los trabajadores a exigir sus propias reivindicaciones. Ellas eran obligadas a trabajar entre diez y doce horas sin descanso, ni día libre por semana, junto a niños pequeños. Uno de los primeros logros de las mujeres fue la Ley Palacios, que redujo la jornada laboral para ellas y los niños. Ese proyecto fue transformador y revolucionario en muchos aspectos, no sólo en Argentina sino en el mundo, porque fue el primero en tratar la licencia por maternidad por treinta días, no paga. Pero los gobiernos conservadores se encargaron de reducir muchos de los derechos adquiridos con ese proyecto. Nuestras mujeres fueron adquiriendo cada vez más independencia. Las más radicalistas, que eran anarquistas, tenían el lema: «Sin Estado, sin patrón y sin marido».
También estaban las sufragistas
Pero las sufragistas lo que más querían era tener la posibilidad de ser ciudadanas. El Código Civil de Vélez Sársfield de 1871 colocaba a las mujeres al mismo nivel que los menores y dementes, en una incapacidad total. Ellas no podían alquilar una habitación, firmar un contrato, tampoco administrar los bienes heredados de su propia familia. Los varones en un matrimonio eran dueños de hacer y deshacer, sin ninguna consulta, lo que querían con los bienes de sus esposas. Esto lo conozco muy bien porque le pasó a una de mis abuelas que quedó huérfana de niña. La primera ola feminista no paró, el movimiento fue acrecentándose, lucharon por entrar a la universidad y gracias a ello tenemos exponentes del feminismo que llegaron a ser médicas, abogadas y escritoras. La historia del movimiento de mujeres en nuestro país es importante porque fueron pioneras. El primer Congreso Internacional Feminista que se realizó en el mundo fue acá, en Buenos Aires. Luego de esa ola hubo un receso con los gobiernos conservadores. En 1947, con el peronismo hubo un resurgimiento fuerte del feminismo. Eva Perón, en su accionar, reivindicó a la mujer aunque ella decía que no era feminista. De algún modo llevó al Congreso la posibilidad del voto y aunque muchos dijeran que no lo hacía por las mujeres, sino por motivos eran partidarios, ni los propios peronistas querían permitir el sufragio femenino. Eran tan estúpidos que llegaron a decir que las mujeres no irían a votar si el día de las elecciones estaba con el ciclo menstrual. Nosotras no estábamos enroladas, sólo contábamos con la partida de nacimiento. En la década del 70 hubo una segunda ola en donde aparecieron mujeres de renombre como la escritora Silvina Bullrich y la directora de cine María Luisa Bemberg, profesionales, estudiantes universitarias, de recursos e instrucción. No estaba popularizado el movimiento, como a principios de siglo. Con la vuelta a la democracia, vino una tercera ola de feminismo que traía cuestiones feministas de distintas partes del mundo y así se hizo el Primer Encuentro de Mujeres en 1986, en Buenos Aires, en el teatro San Martín. A partir del segundo y tercer encuentro comenzaron a participar mujeres populares también. Actualmente hay un boom del feminismo entre las jóvenes de distintos sectores.
¿Siempre fue feminista?
Los 70 eran una época en la que se discutían el anticapitalismo, el cambio de estructura, pero no se discutía el tema de la mujer separado de su rol de madre. Recuerdo que cuando estaba en la lucha por un cambio estructural, desde la militancia política, mujeres que eran feministas me preguntaban por qué si a nosotras no nos daban el lugar que nos correspondía en las organizaciones y nos relegaban cuando teníamos hijos no hacíamos la lucha feminista. En ese entonces yo tenía la convicción de que primero venía la revolución social y después el problema de las mujeres. Yo empecé con una militancia social y cristiana en la Opción por los Pobres.

¿Qué momentos marcaron su vida y la guiaron hacia el feminismo?
Me recibí de abogada en una universidad católica. Por su parte, mi marido fue un cura tercermundista también perseguido por la dictadura y buscado en Tucumán. Tuvimos que exiliarnos durante cinco años, en el barrio Los Hornos de la Plata. Sobrevivimos en un departamento muy humilde que había construido un albañil en el patio de su casa. En 1976 tuve un parto prematuro por el estrés de las persecuciones y amenazas que sufrimos con mi marido. Di a luz en el hospital Fernández donde fui mal atendida, en ese entonces habían echado a muchas enfermeras. Los dos recién nacidos que estaban con pulmotor sufrieron una infección. Mi hija resistió una semana y falleció. En 1980, recibimos una carta que nos advertía que estábamos en peligro. La persecución era seria, después nos enteramos que en el mismo barrio, a unas cuadras, habían secuestrado a Julio López. En ese momento la única opción que teníamos era irnos de Argentina. Mi marido no quería abandonar su país, él me dijo: “Más vale morir con honor que morir con vergüenza”. Yo le respondí: “Quedate con tu honor, yo me voy con mi vergüenza”. Tuve tres partos sentada pensando que me venían a buscar, tenía cuarenta kilos menos de los que tengo ahora. Tuve hijos chiquititos, parecían famélicos, de lo delgada que estaba no tenía casi leche para darles. Era terrible la situación que se vivía.
¿Y entonces se fueron?
Sí, mi hermano cometió la imprudencia de no exiliarse con nosotros, eso le costó la desaparición. Jamás supimos más nada de él. Nos recibió Canadá, Montreal, allá conseguimos la ciudadanía Italiana y nos fuimos a México, que era un lugar más cercano a nosotros, América latina. En una universidad veracruzana dimos clases en una cátedra hermosa de Sociología, donde podíamos hablar de lo que queríamos con libertad. Cuando regresó la democracia, nos volvimos a nuestro país porque sentíamos que allá éramos sapos de otro pozo y cuando llegamos a Argentina no sabíamos sapos de qué pozo éramos.
¿Cómo comenzaste la militancia feminista?
Había en mí un sentimiento fundamental cuando las mujeres populares del Movimiento Evita -del cual fui cofundadora en los 70- nos decían: «Nos encanta venir acá porque no hay varones que nos digan `vos qué sabés de política´ o maridos que nos digan `callate vos no entendés nada´”. Yo sabía que las mujeres necesitaban un espacio propio. Ellas acá se sentían felices. Yo vivía y sentía el feminismo. En 1986 concurrí al primer encuentro de mujeres y me enamoré, no dejé de asistir hasta el día de hoy y espero que la vida me regale el número 33. Aunque ya había conocido feministas en México y me había comenzado a interiorizar en la teoría feminista. Mi marido vivía comprando libros, me traía los que encontraba referentes a la temática diciéndome “tomá, éste es tu problema”. Ahí en los encuentro es donde fui adquiriendo el feminismo.
¿Cómo fue recibirte de abogada en una sociedad patriarcal?
Demoré mucho para recibirme, me aplazaron tres veces en mi última materia que era Filosofía del Derecho en la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de Buenos Aires. Recuerdo que el profesor de esa materia nos dijo en una clase de derecho natural que había personas que habían nacido para servir y otras para ser servidas. A mí eso me chocó y lo manifesté. Se armó un debate en el curso y el profesor me odió. Cada vez que rendía con él, me aplazaba. Quería abandonar la carrera pero los compañeros de militancia no me dejaron. La cuarta vez que fui a rendir me tomaron otros dos profesores, no fui nada brillante pero me defendí. Cuando salí a ver la pizarra con las notas, me vio el profesor y me llamó aparte para hablar. Me dijo que si me hubiera conocido en primer año de la carrera jamás hubiera permitido que me reciba, porque mi forma de pensar era un peligro para la humanidad. Y tenía razón, mi forma de pensar anticapitalista y feminista eran revolucionarias para la época y un peligro. En ese momento no lo entendí, no sabía si reír o llorar o ponerme feliz por haberme recibido.
¿Cómo se fue instalando el debate sobre el aborto?
En 1990 se realizó la Comisión por el Derecho del Aborto a la que asistieron, entre otras referentes del feminismo argentino la doctora Dora Coledesky y Safina Newbery, que llevaron la problemática al Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en donde se instituyó el 28 de septiembre como Día Internacional del Derecho al Aborto. Se eligió esa fecha porque en Brasil se conmemora el Día de la Libertad de Vientre, lograda en 1871. En este encuentro surgió la consigna: “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. En principio, con respecto a la problemática del derecho al aborto no tenía problema, pero consideraba que era un tema tabú. En estos encuentros pude profundizar leyendo y escuchando a las compañeras al respecto y comprendí que era un derecho real que teníamos que luchar para conseguirlo. En 2003 se hizo una gran asamblea, Dora Coledesky habló y fue ovacionada. Ahí vimos la necesidad de tratar esta problemática en un taller autónomo. El taller funcionó hasta el 2005 y en ese año en la Ciudad de Córdoba fundamos la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Desde entonces estamos luchando.
¿Por qué es urgente tratar el derecho al aborto en el Congreso?
El Ministerio de Salud reconoció en el último índice de 2016 que en nuestro país se realizan entre 350.000 a 500.000 abortos clandestinos por año con riesgo a la vida y a la salud, sobre todo en mujeres de bajos recursos que no tienen acceso a tratamientos ni medicamentos y llegan a los hospitales en situaciones críticas. El aborto clandestino es una deuda de la democracia y un feminicidio del Estado porque no le está otorgando la ley.

¿Qué plantea la Campaña y el proyecto por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito?
El Proyecto no sólo apunta al aborto legal sino principalmente a que se cumpla la Ley de Educación Sexual Integral que ya está aprobada. Nuestro lema es «Educación sexual para decidir». Buscamos que se cumpla también con el Programa de Derecho Reproductivo y se le otorgue no sólo anticonceptivos a cualquier persona que lo solicite en los centros de salud, sino también información. También se está incumpliendo con la interrupción del embarazo en los casos que el Código Penal permite desde 1921: causales por peligro de vida de la mujer gestantes, afectación de la salud integral física y psíquica de la mujer, cuestiones sociales y violaciones. Exigimos que estas causales se tengan en cuenta en todos los casos y no como lo establecía ese código sólo para mujeres idiotas, es decir dementes. La irrupción del embarazo en estos casos está contemplada por todos los tratados internacionales que Argentina ha firmado.
¿Qué le diría a quienes se oponen a la legalización del aborto?
Cuando los “Provida” nos dicen que vida hay desde el momento de la concepción yo estoy de acuerdo. Vida hay, pero no es la vida de un ser humano, es potencialmente un ser humano que se va desarrollando. La ciencia no precisa cuándo es realmente humano. Consideramos que en el momento del nacimiento, cuando ya tiene viabilidad, podemos hablar de persona humana. Los “Provida” no tienen argumentos jurídicos sino moralistas, religiosos, ontológicos que no corresponden a una ley. Por nuestra parte, tenemos elementos jurídicos, elementos de derechos humanos. Las mujeres tienen derecho de decidir sobre su vida.
¿Qué opina sobre la suspensión de la sesión especial que se iba a realizar el 8 de marzo para tratar la iniciativa referente al aborto?
La sesión especial del 8 de marzo fue idea de la diputada Victoria Donda y no de la Campaña. Las diputadas que firmaron para la Campaña pensaron que podía ser un hecho inédito y que era necesario tratarlo. Pero hay un hecho real y es que existen 92 diputados y diputadas que están en duda. Entonces, evidentemente, se necesita una profundización del tema. Es un riesgo ir ahí cuando la gente todavía no lo tienen bien claro. Esperemos que se junten en distintas comisiones en plenario y se puedan hacer audiencias públicas con personas preparadas.
¿Cree que el contexto actual es favorable a la lucha de los derechos de la mujer?
Hoy tenemos asociaciones feministas, cooperativas feministas, economistas, agrupaciones políticas feministas. En todos los ámbitos donde las mujeres nos movemos tenemos participación. Es difícil encontrar un lugar en nuestro país en donde no se hable de las temáticas que hacen a nuestros derechos como mujeres. Estamos en un momento de avance por la comprensión de sus derechos. Mientras que del lado estatal resisten a las leyes ya aprobadas, la hija de una compañera del barrio que sufría violencia de género y tenía cinco hijos pedía que le ligaran las trompas, algo que es completamente legal, y en el hospital no se lo querían hacer porque era menor de edad.
¿Qué expectativas tienen con el tratamiento del proyecto de ley?
Nosotras consideramos que la sociedad civil está madura y puede tratar el derecho al aborto. Creo que hemos conseguido el consenso social, pero no el de nuestros legisladores. El hecho de que el gobierno democrático que tenemos nos permita la libertad de conciencia, mientras implementa los ajustes y las políticas económicas desfavorables para los sectores populares, no quiere decir que con eso solo nos vamos a entretener las mujeres. Nosotras vamos a seguir avanzando con la lucha por la aprobación del proyecto de ley. Nos están pidiendo que demos charlas sobre las cuestiones feministas y el aborto las maestras, los alumnos de cuarto y quinto año de secundaria, magisterios. En todas partes el cuestionamiento a la cultura patriarcal está instalado. El día 6 presentamos nuestro proyecto de ley. En el 2007 ya lo habíamos presentado, pero sin firmas y nadie lo tomó. En el 2008 lo presentamos con 22 y cada año con más, alcanzamos al día de hoy las 56 firmas.