Abr 25, 2018 | Comunidad, Novedades
Este jueves la Legislatura porteña tratará el proyecto para modificar la Ley 1854, más conocida como Ley Basura Cero. Los cambios apuntan a permitir la instalación de plantas de incineración de residuos, algo no contemplado en la normativa vigente.
La ley sancionada en el año 2005 buscaba reducir la producción de residuos, reciclar y revalorizar la mayor cantidad posible de materiales. Dentro de sus objetivos se encontraba disminuir la cantidad de desechos depositados en los rellenos sanitarios a un 75 por ciento para el 2017 pero apenas se llegó a 30 por ciento. No habiendo podido cumplir con la meta, y frente al inminente colapso de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), se busca instalar plantas de termovaloración eléctrica para transformar la basura en energía eléctrica, tal como se usa en algunas partes de Europa.

El CEAMSE se encuentra al borde del colapso.
El proyecto de incinerar los residuos provocó el rechazo de organizaciones ambientalistas como la Coalición Ciudadana Anti.Incineración, Greenpeace, Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), entre otras, que no ven ningún punto positivo en la propuesta.
En diálogo con ANCCOM, Diego Salas, director de Desarrollo de Greenpeace, dijo: “La Ley de Basura Cero se propone reducir los residuos que se entierran en el conurbano bonaerense hasta llegar a un punto cero. Una reducción paulatina a través del sistema integral que vaya permitiendo esta reducción año tras año. Este sistema está basado en la separación desde el origen: una fuerte industria del reciclado, un tratamiento serio de la basura orgánica y políticas de responsabilidad extendida al productor. Es decir, los que producen aparatos eléctricos tienen que hacerse cargo de ellos una vez terminada su vida útil, debido a su toxicidad”. Salas plantea que todos estos pasos llevarían, en un futuro, a dejar de enterrar en el conurbano: “Pero lamentablemente ninguno de estos pasos se fue cumpliendo por parte del Gobierno. El problema de la basura es serio”, alertó.
Salas explicó también que el proyecto de incineración que intentan vender bajo el concepto de termovalorización no hace más que sepultar la ley Basura Cero, ya que es la misma ley la que prohíbe la incineración de residuos en la Ciudad de Buenos Aires hasta tanto sea reducido en un 75 por ciento la basura que se genera. “Lo cierto es que quemar basura atenta contra este proyecto integral, atenta contra 150 mil familias que se sustentan gracias a la recuperación de residuos urbanos. Atenta contra el reciclado”, denunció Salas y agregó: “Quemar basura es contaminar más el aire de la ciudad porque las chimeneas y los filtros que se aplicarían a las fábricas no evitarían la emanación de sustancias cancerígenas en la atmósfera. Significa generar cenizas tóxicas y hoy no hay tratamiento para este tipo de sustancias peligrosas en la ciudad”. Para Salas la termovalorización es un engaño del Gobierno: “Nos venden que es la última tecnología que se lleva adelante en países de Europa, pero cada planta que se pretende instalar tiene un costo de 500 millones de dólares, que son 10 años de presupuesto de reciclado en la ciudad. Es una tecnología que demanda controles que hoy son difíciles de llevar a cabo en la Argentina. Es un tema ambiental y social complicado. Hay mucho silencio, no se sabe ni dónde se van a construir las plantas”.

«Quemar basura es atentar contra el reciclado», dice Diego Salas, de Greenpeace.
Yanina Rullo, integrante del FARN, habló del proyecto: “La incineración con recuperación de energía va a contramano de un manejo sustentable de los recursos. No es una tecnología renovable ni limpia, ya que la basura domiciliaria no es un recurso renovable, y su combustión genera emisiones de gases de efecto invernadero, sustancias peligrosas para la salud y el ambiente”. Rullo describe que si bien los países europeos han incorporado plantas de termovalorizacion cada vez más sofisticadas, que tienden a bajar el nivel de sus emisiones; no ocurre lo mismo en países en vías de desarrollo donde se ha comprobado que los sistemas de monitoreo y control de estas plantas no pueden costearse ni operarse. “Argentina, a diferencia de Europa, es un país que tiene una escasa normativa respecto a residuos sólidos urbanos”, explicó. Rullo afirma también que quieren instalar las plantas con la excusa de la crisis energética: “La generación de energía con incineración es la forma más cara, incluso que la energía solar, fotovoltaica o eólica Además, destruye fuentes de trabajo. Mientras que la industria del reciclado emplea 93 personas cada 10 mil toneladas tratadas, en una planta de incineración se emplea solo a una persona”, recalca la ambientalista.

La incineración generaría contaminación y pérdida de trabajo para los recicladores urbanos.
Por otro lado, Natalia Cruz integrante del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y del proyecto valoración energética de los residuos sólidos urbanos (VERSU) cuestiona la desinformación provocada por el Gobierno: “La Ciudad de Buenos Aires tuvo una experiencia muy mala con la quema de residuos, se hacía en edificios y no se controlaba, de ahí que haya mucho miedo a quemar basura. La incineración no necesariamente sea mala, sino los intereses, la desinformación, y cómo el negocio de unos pocos nos puede afectar a todos”, explica y reclama: “Nos tiene que decir cómo lo van hacer, qué impacto ambiental va a tener, dar datos. Ahí es donde se tiene que enfocar el debate. Las tecnologías tienen ventajas y desventajas, eso dependerá del contexto en el cual se apliquen, quemar residuos para obtener energía es una tecnología más. En Noruega, Suecia y Dinamarca está socialmente aceptado, ellos valorizan energéticamente su basura y hasta importan residuos de otros países para sacar energía eléctrica. Pero lo acompañan con una legislación muy estricta, que sabemos que en Argentina no ocurre. Si esta tecnología se hace bien puede incluso ser beneficiosa, porque disminuimos el volumen de los residuos que es el principal problema del CEAMSE y de paso sacamos electricidad”.

Natalia Cruz, de INTI, cree que falta información acerca de la incineración de residuos
El problema está, afirma Cruz, en lo que no nos está diciendo el Gobierno de la Ciudad, cómo se va a llevar a cabo el proyecto. “Deberían mostrar estudios de impacto ambiental, cómo van a medir los gases que se emiten, quién va a participar del asesoramiento técnico para implementar esta tecnología. Hay que enfocarse en cómo se va a implementar más que atacar a la tecnología en sí, porque ya es una tecnología que está probada. La experiencia europea indica que es factible, pero la realidad argentina no es la realidad europea. Ésta debe estar acompañada con una muy fuerte campaña de lo que es la reducción en la generación de residuos, en la reutilización de los residuos, en el reciclado, pero en nuestro contexto no se da. Hay que ver políticas previas antes de quemar residuos”, concluyó.
Abr 17, 2018 | Culturas, Entrevistas, Te puede interesar
Agustina Comedi nació en 1986 en Córdoba. Allí estudió Letras Modernas y la Tecnicatura en Corrección de Estilo. Después se mudó a Buenos Aires donde comenzó su carrera como guionista. Formó parte de la agrupación Seamos Libres y Mujeres Audiovisuales (MUA) y dio clases durante dos años en el Taller Audiovisual del Bachillerato Popular Raymundo Gleyzer.
El silencio es un cuerpo que cae, una de los cuatro filmes argentinos que compitieron en la sección Derechos Humanos del BAFICI, es su primera experiencia como directora. A minutos del estreno, Agustina está nerviosa. Si bien ya presentó la película en noviembre, en el Festival de Cine Documental de Ámsterdam, ahora es distinto, en su país y ante sus allegados. Mucho más tratándose de un relato tan íntimo. Mientras el público llena la sala, ella toma una cerveza para calmarse y dialoga con ANCCOM.
¿Cómo apareció la idea de indagar en tu historia familiar?
Hace tiempo que intento marcar fechas de inicio de este proceso de investigación pero me resulta irreal porque nunca hubo un momento preciso ni una decisión concreta. Todo empezó motivado por las inconsistencias y contradicciones detrás de la historia de mi padre, después de su muerte. Había muchos cabos sueltos que se fueron develando en mis charlas con sus amigos de aquellos años, mucho antes de que yo existiera. Y luego aparecieron las cintas de VHS que estaban escondidas, arriba de un placard de mi casa, en Córdoba. Recién después de visionar las 140 horas de material de archivo empecé a delinear la idea de hacer una película que termina de materializarse cuando nació mi hijo Lucas, en 2011.
¿Qué esperabas encontrar en ese material?
Lo buscaba a él. Quería ver su rostro, su voz y su andar. Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años y después de siete años había comenzado a olvidarme de su imagen. El paso del tiempo estaba empezando a jugar y yo necesitaba recordar su figura.
¿Qué encontraste?
Primero, desilusión, porque él no aparecía nunca, salvo el día de su muerte que sí aparece en cámara. Mi viejo filmaba todo el tiempo, era un gran aficionado. Hasta el día que murió llevaba su cámara encendida mientras cabalgaba. No lo encontré a él pero encontré su mirada, en los encuadres pude percibir su deseo. Había, en esas cintas, una punta de que su deseo estaba en otra parte. Una estaba en su hija y su familia, y la otra se dispersaba.
¿Y cómo era esa familia que pudiste develar en las cintas?
En las imágenes se ve la construcción, en los ´90, de una familia argentina de clase media alta, con aspiración a más alta, con sus viajes a Disney y Europa. Una cuestión bien burguesa y con todos los mandatos sociales que eso conlleva: los cumpleaños de las nenas vestiditas de rosa y los niños de celeste, las niñas jugando a cuidar bebes, a las muñecas y las embarazadas. Los niños de los 90 dependen de un imaginario construido por Disney en el movimiento del desarrollo del neoliberalismo de acuerdo con una ideología de clase homófoba donde el modelo familiar estaba muy idealizado. Era un mandato estrictamente heteropatriarcal. Y en ese mismo álbum familiar se presentaban ciertas grietas que pude develar a través del encuentro con el entorno más cercano a mi padre, Jaime y, a través de sus testimonios, poner en palabras aquello que no se decía y poder reconstruir la homosexualidad en la Argentina y sus distintas formas de violencia y censura.

En un pasaje contás que un conocido te dijo que cuando naciste una parte de Jaime había muerto para siempre…
Como sociedad nos cuesta mucho compatibilizar el deseo y la familia, y no me refiero a lo estrictamente sexual sino al sacrificio, sobre todo para las mujeres, de que cuando tenés hijos pasás a un segundo plano y a una pura devoción por ellos. Esto es bastante dañino porque el mejor padre o madre que un niño puede tener es el más parecido a sí mismo posible. Hay algo real, una parte de tu tiempo se divide y por eso otra, en buena hora, muere. Sin embargo, la idea es que esa muerte sea lo menos sufrida y que uno pueda ser lo más auténtico posible con sus hijos y no estar preso de los mandatos, como le pasó a mi padre y a muchos más de su época.
Con respecto a la homosexualidad, ¿qué pensás del rol del Estado?
Ocupa un rol importantísimo en la concreción de medidas que deconstruyan estos mandatos heteropatriarcales y en leyes que combatan la discriminación y la homofobia. Hasta los 90, la homosexualidad era considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud y por muchos Estados nacionales, por lo cual estaba expuesta a la ilegalidad y al desamparo.
En tu película el protagonista es un hombre, ¿cuál es el lugar de la mujer?
Ese lugar es ocupado por mí. El discurso feminista debería rearticular las relaciones de los hombres y las mujeres. No es un discurso que remita solo a nosotras sino al modo de vincularse en la sociedad: poder discutir el deseo dentro de la familia donde en su construcción uno se asume en roles, el del padre como proveedor y la madre abocada a sus hijos, y desecha mucho por ello. Esa fue mi historia y la de mi padre al ocultar toda su historia anterior a los 40 años de vida que había sido de una homosexualidad bastante pública y que, cuando se asume como padre de familia, se dejó a sí mismo fuera.
¿Poder debatir estas cuestiones habla de una sociedad que está cambiando?
Repensar esta idea de familia es algo que el feminismo está habilitando pero todavía falta mucho. En el BAFICI se presentaron a la convocatoria más directoras mujeres que hombres. Sin embargo, solamente un tercio de las películas en competencia son dirigidas por mujeres.
¿Es posible una educación sin mandatos?
Intento educar a mi hijo con la mayor libertad posible pero seguramente esté transmitiéndole mandatos que ni yo sé que tengo. En el primer visionado de la película, una productora se preguntó en qué les estaremos cagando la cabeza a nuestros hijos y me pareció muy cierto. Uno puede mirar críticamente por la distancia cronológica de los hechos una generación anterior pero no puede saber acerca de la violencia que nosotros mismos estamos poniendo inconscientemente en la generación que nos sucede.
¿Cómo definirías la película?
Es bastante deforme. Soy guionista pero no estudié Cine sino Letras. Esta es la primera realización como directora: la filmé yo e hice casi todo el sonido. El hilo conductor es la necesidad de contar algo. Hay una necesidad implícita de explicar una disquisición mental y de articular ciertas cosas disímiles, de poner imágenes donde no las hay. El ejercicio fue muy libre. Y nunca el producto final es igual al que uno se planteó en un primer momento. Por suerte, el trabajo en conjunto con la montajista Valeria Racioppi fue muy importante porque me permitió correrme de mi lugar de hija y tomar distancia para armar un relato audiovisual. A veces, me vi paralizada por las propias imágenes pero ahí estaba el trabajo en equipo para motivarme a seguir.
¿Cambió la visión que tenías sobre tu papá?
El papá del que estoy hablando lo fui descubriendo a través del relato de sus amigos. Hacer esta película me acercó mucho a él, me quedé con la sensación de que me perdí mucho de su historia y que me hubiera gustado poder blanquearlo en vida.
¿Qué les dirías a los espectadores de El Silencio…?
Que se atrevan a preguntarse por el deseo y la libertad.
Mar 25, 2018 | DDHH, Novedades, Te puede interesar
Con una Plaza de Mayo colmada en su mayor parte por ciudadanos autoconvocados, se celebró ayer el acto central por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia. A las 16.30, con la lectura de un documento que duró aproximadamente una hora, los organismos de derechos humanos recordaron a los 30 mil desaparecidos, volvieron a denunciar el plan sistemático de desaparición de personas y la complicidad civil y subrayaron el “retroceso en las conquistas de los derechos humanos” durante el gobierno de Mauricio Macri. “Cuando hay voluntad política los Derechos Humanos puede ser política de Estado”, enfatizó la presidenta de Abuelas de Mayo, Estela de Carlotto.

Sobre el boulevard de la calle Carlos Pellegrini, Elsa Lombardo va y viene, corretea por ahí con su nieta Micaela bajo una pequeña arboleda que oxigena la avenida 9 de Julio. Juegan. Ríen. Después de un rato se sienta en un banco, con la respiración un poco agitada recuerda: “Yo trato de reírme todo el tiempo, pero estuve en el infierno”.
Elsa fue secuestrada la noche del 28 de julio de 1978 en la casa en que vivía con sus compañeros Enrique Ghezan, Isabel Fernández Blanco y su bebé de 40 días, en Munro. La brigada operativa de El Olimpo, un centro clandestino de detención, la secuestró cuando cocinaba polenta con chorizos. “Una vez que me tuvieron reducida se comieron la comida, se iban turnando”, recuerda.
A casi 40 años de su peor pesadilla, ofrece un taller literario en ese mismo lugar. “A mí me costó mucho volver al Olimpo, empecé a ir de a poco hasta que en un momento se me ocurrió dar un taller literario, y me dijeron: un solo día no, los talleres son de marzo a noviembre. Y así empecé a ir”. Algo emocionada, confiesa estremecerse cada vez que entra, “pero cuando estoy ahí digo: `Acá estoy compañeros, acá estoy´”.
Abrazo, lágrimas, sonrisas, familias y cánticos acompañaron al colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía, integrado por hijos y nietos de represores que condenan los crímenes realizados durante la dictadura por sus propios padres. Fue su primera movilización como colectivo un 24 de marzo. El grupo tiene menos de un año, se fundó después del fallo judicial que habilitó -temporalmente- la aplicación del 2×1 para los crímenes de lesa humanidad.
En la intersección de Lima y Avenida de Mayo, la directora del documental La guardería, Virginia Croatto, toma mate, charla y se ríe como una ciudadana más que va a la Plaza de Mayo a pedir Memoria, Verdad y Justicia. “Lo que más me atrapó era ver cómo nos afectaba a los niños lo que estaba pasando”. El documental muestra el exilio de los hijos de los militantes en Cuba, del cual Croatto fue parte. “Creíamos que teníamos un tío que iba a hacer aparecer a todos nuestros familiares que habían desaparecido”.
Las noticias que llegaban al país caribeño no eran las mejores y tener que contárselas a un niño no era una tarea sencilla. “Cada vez que había que contarle a un chico que un familiar se había muerto, se esperaba a que venga otro familiar a darle la noticia, había mucho respeto en ese sentido”. No obstante, el espíritu de la niñez seguía latente en la guardería: “Nosotros mismos convertimos la información que nos daban los grandes en relatos infantiles. A nuestra manera entendíamos la revolución y los ideales de nuestros padres. Igualmente, sabíamos que estaban desaparecidos, pero creíamos que iba a aparecer, que iban a volver”.
La principal noticia de la mañana del sábado fue la liberación del ex secretario de legal y técnica de Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Zannini y del dirigente Luis D’Elía. ANCCOM habló con él en medio de la marcha: “No pasé por mi casa, del penal me vine directo para acá”, cuenta el dirigente que aún permanece imputado en la causa del memorándum con Irán. Sobre esa causa afirmó: “Está herida de muerte”.
Horacio Pietragalla, hijo de desaparecidos y diputado nacional habló de una mezcla de sensaciones: “Nos levantamos alegres con la libertad de Zannini y D’Elía, pero a la vez te pones triste por tener que festejar la liberación de dos compañeros mientras hoy hay un gobierno que está haciendo pura política de retroceso en Derechos Humanos, discutiendo si los genocidas tienen que estar en cárcel común, en domiciliarias como pretende el ejecutivo”.
Los momentos más eufóricos del discurso de los organismos de Derechos Humanos fueron cuando se repasaron las medidas del gobierno y la justicia. “Le reiteramos al gobierno que no permitiremos ni un retroceso en memoria, verdad y justicia. Ni un paso atrás ni un genocida suelto”, enfatizó Carlotto y Nora Cortiñas, de Madres Línea fundadora, llenó de aplausos la Plaza de Mayo cuando pidió por “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.
Hacé click en la fotogalería y mirá los dípticos de la memoria realizados por ANCCOM:
Mar 22, 2018 | Comunidad, Novedades
El martes por la tarde se llevó a cabo el Plenario de Comisiones de la Cámara de Diputados y se definió el cronograma de audiencias para comenzar a discutir los proyectos de ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Mientras tanto, en las calles, miles de mujeres pidieron por la despenalización del aborto.
La reunión tuvo lugar en el Anexo C de la Cámara Baja y fue presidida por el diputado macrista Daniel Lipovetzky, presidente de la Comisión de Legislación General dispuesta como cabecera del debate. También formaron parte del plenario la Comisión de Salud a cargo de la diputada Carmen Polledo (PRO-Cambiemos), la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia presidida por la radical jujeña Alejandra Martínez (UCR-Cambiemos) y la Comisión de Legislación Penal a cargo de la diputada Gabriela Burgos (UCR-Cambiemos).

La propuesta promovida por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito fue la que obtuvo mayor apoyo.
Lipovetzky dio comienzo al debate enumerando los ocho proyectos de interrupción voluntaria de embarazo. La propuesta destacada es la promovida por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que obtuvo la adhesión de 71 diputados batiendo un récord de firmas desde el 2006, año en que se presentó por primera vez la iniciativa. Pero, además, existen otros proyectos con las firmas de Sergio Wisky (Pro), Marcelo Wechsler (Pro), Daniel Filmus (FpV-PJ), Araceli Ferreyra (Peronismo para la Victoria), Mayra Mendoza (FpV) y Teresita Villavicencio (Evolución Radical).
Las primeras firmantes del proyecto de la Campaña fueron Victoria Donda (Libres del Sur), Brenda Austin (UCR), Mónica Macha (FpV-PJ), Romina del Plá (Partido Obrero) y Carla Carrizo (Evolución). Se trata de la iniciativa que reúne más consenso y la propuesta consiste en despenalizar el aborto hasta las 14 semanas de gestación y garantizar que cualquier persona pueda acceder a ese derecho de forma gratuita en todos los establecimientos de salud del país.

Victoria Donda, Brenda Austin, Mónica Macha, Romina del Plá y Carla Carrizo fueron las primeras en firmar el proyecto de la Campaña.
Lipovetzky anunció que las reuniones se llevarán a cabo, a partir del 10 de abril, los martes y jueves desde las 9 hasta las 18.30 y el resultado de la discusión será la elección de un proyecto que llegaría al recinto en junio según lo previsto. El dato que generó expectativa durante los días previos al encuentro en la Cámara Baja tiene que ver con la cantidad de expositores que podrá presentar cada diputado. Aquellos que se manifiestan en contra de la legalización propusieron que los expositores sean cinco por diputado, de ser así habría más de 1200 expositores y se pondría en riesgo el compromiso de llevar el debate al recinto en junio. Sin embargo, durante el plenario, el legislador a cargo de la conducción puso fin a la incertidumbre y concluyó que los diputados podrán presentar un máximo de cuatro expositores y la duración de cada exposición será de siete minutos.
Los legisladores presentes se mostraron dispuestos a debatir y Lipovetzky afirmó que la clave radica en escuchar todas las voces. Por su parte, las diputadas Romina del Plá (Frente de Izquierda-PO) y Lucila de Ponti (Peronismo para la Victoria) remarcaron la necesidad de crear un espacio para que las autoras de la Campaña por el Derecho al Aborto puedan estar presentes en las discusiones. Del Plá aseguró: “Debe existir un espacio para que la Campaña pueda participar, no pueden estar en una sala contigua después de tantos años de lucha”.

Durante el Plenario de Comisiones, miles de personas con pañuelos verdes pidieron por la ley de despenalización del aborto.
El tratamiento del tema y el comienzo formal del debate se presentan como consecuencia de la lucha de miles de mujeres que intentan, hace años, instalar la temática del aborto como un problema a resolver. Se trata de un momento histórico no sólo para el movimiento feminista sino también para la sociedad en su conjunto que otorgó relevancia al debate y llevó el debate más allá de las puertas del Congreso. Durante el plenario de Comisiones las calles linderas al edificio de la Cámara Baja se convirtieron en el escenario desde el que miles de personas con pañuelos verdes pidieron, a través de cánticos y banderas, la sanción de la ley de despenalización del aborto.
Mientras Elisa “Lilita” Carrió anunciaba la ausencia al plenario de los diputados de la Coalición Cívica-ARI argumentando que “son días de arrepentimiento y oración porque estamos en vísperas de Semana Santa”, los manifestantes que se concentraron en Congreso exigieron la legalización del aborto y reclamaron el cumplimiento de la Ley Sexual Integral dando forma y contenido a un nuevo “pañuelazo” masivo.

Los manifestantes también reclamaron por el cumplimiento de la Ley Sexual Integral.

Elisa Carrió estuvo ausente en el Plenario de Comisiones de la Cámara de Diputados.
Mar 21, 2018 | Comunidad, Novedades, Te puede interesar
En la Ciudad de Buenos Aires hay más de diez mil chicos que no cuentan con vacantes en escuelas públicas. La problemática, que afecta principalmente al nivel inicial, no encuentra respuestas por parte del Gobierno porteño. “El nivel inicial es uno de los más nuevos y requiere de una infraestructura muy especializada. El Ministerio (de Educación) no está construyendo la cantidad de jardines de infantes necesarios para cubrir esa demanda, por lo tanto todos los años luego de la inscripción online hay un montón de mamás que tienen que acudir a los jardines privados”, explica a ANCCOM Angélica Graciano, secretaria de Educación y Estadística de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).
El colectivo Vacantes para Tod@s en las Escuelas Públicas es un grupo conformado en 2013 por madres, padres y docentes que sufrieron de cerca la problemática de falta de cupo. Realiza movilizaciones y festivales en solidaridad con las familias que no cuentan con vacantes para sus hijos, además de informar a los padres las vías de reclamo a las que pueden recurrir, compartir sus experiencias y brindar asesoramiento legal. Gabriela González, una de las referentes, asegura: “Cuando en 2013 se implementó por primera vez la inscripción online fue un desastre porque a partir de ahí esa relación pedagógica que existe entre la familia y la escuela se rompió y, políticamente, hay una clara intención de poner una línea, el sistema corta, dice acá no hay mas vacantes, cuando uno va a hablar con una directora, con las maestras, se abren otros canales, se acomodan los números”.
Además, ella afirma: “Hace muchísimos años que no se construyen escuelas en la Ciudad de Buenos Aires y la inscripción online lo que hace es evidenciar esta problemática que antes resolvían los directores como podían. La inscripción online, además, generó una expectativa que no fue cubierta porque no hay escuelas”.

La escuela Nº 24 fue cerrada por su traslado a un nuevo edificio que aún no está habilitado.
Graciano, de UTE, dice en relación a la cantidad de chicos que se quedarían sin su vacante en 2018: “El año pasado, por un pedido de informe de la legislatura el Ministerio de Educación. informó que había 11 mil vacantes faltantes y este año suponemos que son más. Todavía no está el número consolidado porque están reubicando chicos, creemos que son más porque a medida que avanza la crisis y las familias tiene que salir a ampliar su cantidad de horas de trabajo la necesidad de los jardines es mayor.”
Karina Wainschenker es mamá de Ivana, quien fue anotada por primera vez en un jardín para el ciclo lectivo 2017. “Vivíamos en Colegiales y mi hija quedó en lista de espera, hice el reclamo online como indicaba el sistema, obviamente pasó todo el año y no apareció ninguna vacante, tuvimos que anotarla entonces en un privado”, explica.
Este año se mudaron a Villa Urquiza y Karina volvió a inscribir a Ivana para el ciclo lectivo 2018, esta vez en sala de dos, quien nuevamente quedó en lista de espera: “Fuimos a la escuela y era un nivel de desconcierto enorme, uno intentaba saber en qué puesto de la lista de espera estaba, qué posibilidades había de tener una vacante pero ocultaban esa información. Llevamos una carta de reclamo a la supervisión y fuimos al Ministerio de Educación a entregar una carta dirigida a la ministra. Ahora estamos en un proceso de amparo judicial”, agrega.
El artículo 24 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires dice que el Estado debe garantizar la escolaridad a partir de los 45 días de vida. “Se replica en supervisiones, en el Ministerio y en directores de escuelas el discurso falso de que es obligatoria la escolaridad a partir de los 4 años y entonces dicen que no tienen por qué resolver este tema antes”, afirma Karina, la mamá de Ivana, y añade: “Se manipula la información, desinforman y desconciertan a las personas que se van resignadas a sus casas y no saben que tienen este derecho constitucional en la ciudad que no está siendo cumplido.”
Por su parte Pablo Imen, director de Idelcoop-Fundación de Educación Cooperativa y docente e investigador de la UBA, advierte: «La falta de miles de vacantes en la ciudad es la contracara del compromiso verbal de crear tres mil jardines de infantes en todo el país. El neoliberalismo del siglo XXI, a diferencia del estilo más brutal y sincero de su antecesor del siglo XX, se caracteriza por un elevado nivel de cinismo». En el mismo sentido Graciano, de UTE, afirma: “Evidentemente la primera infancia no está en la prioridad de las políticas públicas de este gobierno”.

Natalia, docente de la escuela N° 6 del distrito 10, junto a su hija, quien no consiguió vacante.
González, del colectivo Vacantes para Tod@s, explica el funcionamiento de los centros de primera infancia (CPI) con los que se pretende sustituir a los jardines: “El gobierno construyó los CPI, que no dependen del Ministerio de Educación sino de Desarrollo Social, no tienen un proyecto pedagógico y donde están a cargo de los niños cuidadores que pueden o no ser docentes. Los CPI surgieron como una respuesta del Estado a un acuerdo que se hizo en sede judicial, son instituciones de cuidado pero no educativas” .
El eje de la problemática está para los padres en la falta de escuelas. “La solución no es hacer reclamos ni ir atrás del proceso judicial para que te den la vacante, la solución es construir escuelas. Nuestros hijos no tienen vacantes y más allá de que yo haga el amparo y consiga una vacante para mi hija, hay miles de niños sin vacante. La escuela pública iguala oportunidades y en ese sentido creo que estamos ante un problema gravísimo” concluye Karina.