Oct 10, 2018 | Comunidad, Novedades

Dos meses pasaron de aquel trágico 2 de agosto, cuando la Escuela N°49 de Moreno, ubicada en el barrio San Carlos, explotó por una fuga de gas, dejando dos víctimas fatales: el portero Rubén Rodríguez y la vicedirectora Sandra Calamano. Hoy, sus compañeros de trabajo los recuerdan, sin dejar de construir una escuela sin paredes y sin techo.
Un día “normal” en ese establecimiento es muy distinto a lo que ocurre en las pocas
escuelas que tienen actividad en Moreno y a lo que sucedía antes de la explosión. A las 9 de la mañana comienzan a llegar los maestros, padres y alumnos. En filas comienzan a sacar bancos y sillas sobre sus cabezas y las llevan al predio que está junto a la institución, se acomodan en ronda y se preparan para que las “seños” pasen lista y comience así un nuevo día de clases al aire libre.
“Este terreno, en el cual estamos dando clases hoy, lo alambramos con Sandra gracias a una donación, para que los animales de los vecinos no pasen, porque es bien sabido que acá son moneda corriente los gansos y las gallinas. Antes, usábamos el predio para hacer fiestas como la del Día del Niño. Ahora no nos queda otra que dar clases de esta manera, no podemos detener las actividades por más que no tengamos edificio y eso es algo que no todo el mundo sabe”, cuenta Marcela Corvalán, maestra de sexto grado.
Desde ese predio, se escuchan los ruidos de las máquinas que trabajan puertas adentro
de la escuela. “Sólo la cocina va a llevar gas en la nueva obra. Reconstruyeron el lugar de la explosión, respetando el plano original de la escuela. Todo el mobiliario es nuevo, desde sillas hasta pizarrones. Además se hizo instalación nueva de luz mucho más moderna, tenemos hasta aire acondicionado en las aula”, asegura Marcela, que,
paseando por la vereda de la 49 alcanza a ver el nuevo color de la fachada.

«No podemos detener las actividades por más que no tengamos edificio y eso es algo que no todo el mundo sabe”, cuenta Marcela Corvalán, maestra de sexto grado.
Hasta ahora, 189 escuelas de Moreno siguen sin poder dar clases por distintos
problemas de infraestructura, según informaron desde la seccional local de SUTEBA.
No sólo los compañeros de Rubén y Sandra se preguntan cuándo va a llegar el día de
volver a las aulas con los chicos y cómo va a ser volver a cruzar esa puerta. Ingrid Machado, mamá de una estudiante de quinto grado, cuenta: “Traigo a mi hija todos los miércoles y viernes a las actividades con mucho esfuerzo, si trabajo me tengo que turnar con algún familiar para que ella no pierda las clases. Es duro para los chicos porque extrañan a sus compañeros, los días de lluvia se suspenden las actividades y solo vienen al mediodía al comedor”.
Durante las actividades, los chicos estudian y los padres se amontonan de a grupos con
los termos bajo el brazo, charlan, juntan y reparten a cada familia las donaciones de
alimentos. “Los padres están muy presentes y eso es muy valioso para nosotros, el
abrazo y el aliento que nos dan nos hace saber que vamos por el camino correcto, porque lo que reclamamos no es para los docentes, es para sus hijos”, reflexiona Marcela mientras junta las hojas que los chicos le alcanzan.

A las 9 de la mañana los maestros, padres y alumnos, sacan bancos y sillas y las llevan al predio que está junto a la institución. Las “seños” pasan lista y comienza así un nuevo día de clases al aire libre.
“Los miércoles y viernes por acuerdo de los maestros hacemos la continuidad
pedagógica y una vez que terminamos les acercamos la vianda que manda el Gobierno
de la Provincia más lo que cocinan algunas mamás que se van turnando y viven cerca de
la escuela. Seguimos investigando si los alumnos necesitan apoyo psicológico, nos
involucramos si dejan de venir a retirar sus tareas, les tomamos asistencia y notamos que rotan, algunos vienen siempre y otros no”, agrega la docente.
Todos los maestros caminan entre los círculos de alumnos vistiendo guardapolvo y un
pañuelo blanco con la foto de Sandra y Rubén, los recuerdan con palabras y con actos.
Entre las ideas conmemorativas tienen planeada elaborar una obra de arte a cargo de los
alumnos. Por otro lado, Brian Paredes, bibliotecario del establecimiento, cuenta que
“está lista el acta para pedir que el nombre de la Biblioteca recuerde a Sandra y Rubén.
Tengo relación con ellos desde 2011 y éramos como familia. Es difícil explicar que una persona que veías todos los días, compartías el mate, se preocupaba por vos, ya no está. Dejó la vida en su trabajo, que es nuestra casa”.

Los alumnos reciben asistencia pedagógica, se les acerca las viandas que brinda el Gobierno de la provincia y lo que cocinan las mamás que viven cerca.
“La mayoría de los docentes de esta escuela estamos haciendo terapia, algunos lo asimilaron mejor que otros, pero a todos nos cuesta de una manera diferente, nos damos apoyo mutuamente. Estamos esperando el retorno a clase, pero tenemos en cuenta que tenemos que entrar de a poco, es un golpe de realidad al que nos tenemos que enfrentar”, dice, por su parte, Marcela, quien admite sentir dolores de panza todos los días antes de ir a trabajar.
A dos meses de la explosión de la Escuela N°49, el posterior secuestro y tortura de Corina de Bonis, docente del CEC 801, sumado al incendio de la secundaria N°36 no hicieron más que recalcar la crisis educativa que se vive hoy en Moreno, que a pesar de todo encuentra una comunidad educativa luchando por continuar las clases.
Oct 10, 2018 | Novedades, Trabajo
“Huesitos” transita por el undécimo año de su existencia tras haber sido recuperada por los trabajadores. Un camino que no fue fácil ni lo es aún, ya que por la situación económica en la actualidad sus máquinas funcionan solo dos días a la semana en el edificio ubicado en Salcedo 470, Wilde.
La Cooperativa de Trabajo Huesitos Wilde Ltda., que se dedica a la fabricación de entretenimientos para mascotas, está integrada por ex obreros de Starpet S.A. y se constituyó como respuesta a la quiebra que en 2006 dejó sin empleo a 180 personas.
La firma Starpet S.A. había desembarcado en la localidad de Avellaneda en 1996 y llegó a emplear a más de 200 personas. Se dedicaba exclusivamente a la fabricación y exportación de huesos de cuero vacuno. Diez años después, la compañía presentó inesperadamente la quiebra. Los motivos del conflicto aún no están claros para los trabajadores: «Aparentemente fue un problema interno con los socios que estaban radicados en Estados Unidos», cuenta Mary Chávez, secretaria y socia fundadora de la cooperativa. Pero para Marcelo, esposo de Chávez y encargado de la comercialización, “se dejó de exportar por diversos motivos. Según la empresa, se les quitó los beneficios que le daba el Estado, y así dejó de ser negocio para los empresarios y se fueron”.
Frente a la quiebra, “la gente del Sindicato de Obreros Curtidores decidió no hacer nada y la fábrica fue vaciada en su gran totalidad, se llevaron hasta los inodoros», recuerda Chávez, aún asombrado. Asimismo, indica que la idea de nuclearse en una cooperativa de trabajo nació de la mano de Joaquín Escobar, Director General de Economía Social y Solidaria de la Municipalidad de Avellaneda: “Él nos ayudó, nos brindó información de cómo era una cooperativa, cómo se formaba. Porque nosotros, hasta ese entonces, veníamos, trabajábamos, cobrábamos nuestro sueldo, y nos íbamos. O sea: cero experiencia en administrar”. De esta forma, a fines de enero de 2007, se reunieron 33 personas y armaron Huesitos Wilde que comenzó a funcionar de manera autogestionada el 18 de octubre de ese año.

Actualmente, la empresa cuenta con 30 trabajadores y es presidida por Marcelo Quiroga. La fábrica se divide en dos sectores, uno artesanal, donde se producen los huesos de cuero crudo vacuno anudados; y otro industrial, que elabora palitos para perros hechos de cuero molido y almidón. El edificio ocupa una superficie de 4.490 metros cuadrados y está compuesto por tres pabellones con pisos de cemento y techos de chapa de zinc deterioradas.
El taller dispone de una decena de mesas de trabajo pero solo una se encuentra operando. Parado junto a ella, Walter empaqueta palitos para perros. Es uno de los asociados más antiguos y relata que aprendió el oficio de armado de huesos en 1989 y nunca más trabajó en otra cosa. Hoy instruye a cinco armadoras que tiene a su cargo. “Antes, se exportaba bastante. Se alcanzó a sacar 30 containers en un mes, ahora no hacemos ni uno y había 96 armadores, ahora somos diez”, rememora. Además, reconoce que “está medio jodido el tema de laburo porque no hay ventas. Los palitos se venden pero los huesos están complicados, lo que más afecta es el tema del dólar”. Los aumentos en la materia prima que necesita Huesitos son constantes: “Los que te venden el cuero te lo venden en dólares, entonces los costos al día de hoy son tan variables que es imposible cubrirlos”, detalla Marcelo Chávez.
Chávez fue supervisor en Starpet S.A. y renunció antes de la quiebra, pero volvió en 2009 cuando Huesitos comenzaba a dar sus primeros pasos como fábrica recuperada. “Hace seis años fue una época buena por desgracias ajenas, dos fábricas cerraron y teníamos muchos encargues de esos clientes. Además, había un buen poder adquisitivo por lo cual teníamos buena demanda”. Pero el panorama se empezó a complicar a partir de 2015. Chávez explica que se trata de un sector de la industria que tradicionalmente exporta sus productos y por eso, “en el mercado interno no le vendés a nadie, porque no es un producto de primera necesidad. Vos antes de gastar 30 pesos en un hueso le comprás un kilo de Dogui al perro”.
Suba del dólar, caída de la demanda, y aumento de tarifas crean un cóctel fatal para la cooperativa, que se ve obligada a reducir jornadas de labor. “Nosotros trabajamos con gas envasado y ha aumentado en un corto tiempo un 80 por ciento”, dice la secretaria de la cooperativa. Sin embargo, la empresa sufre más el impacto de la caída de las ventas. Con una facturación mensual que ronda los 200 mil pesos solo están trabajando dos días a la semana y no llegan a vender esa producción: “El problema es que en la actualidad no hay mucha plata y al no tener una espalda financiera tenés que trabajar con el día a día. Eso genera que no se llegue a vender toda la producción y se frena la entrada de materia prima. Tenemos que parar porque no tenemos los recursos para seguir trabajando”, puntualiza Marcelo.
Pese a la delicada situación que vive Huesitos, su secretaria afirma que por el momento ninguna de las 30 fuentes laborales está en riesgo, así como no pierde la esperanza al afirmar que “en lo inmediato, la idea es vender más para poder producir más y seguir manteniéndonos, porque realmente en la Argentina no conseguís laburo. Si esto se va a pique no hay otra posibilidad de trabajo, más para gente como nosotros que solo tenemos estudios básicos. La situación es crítica”.
Sep 6, 2018 | Novedades, Trabajo

El fenómeno de los trabajadores sobre ruedas creció exponencialmente en los últimos meses en la Ciudad de Buenos Aires. Con sus vestimentas flúo, en motos o bicicletas, sus particulares cajas coloridas para transportar objetos y/o comida poblaron las calles de la Capital Federal a partir de la emergencia de numerosas aplicaciones de delivery como Rappi o Glovo.
La irrupción de estas startups en el país llegaron con el debate sobre si estos puestos de trabajo vienen a suplir una demanda insatisfecha del mercado o, simplemente, representan otra arista de la precarización laboral por la modalidad de contratación que adoptan para con sus empleados. Algunos economistas, inclusive, bautizaron a estas prácticas como la “uberización” de la economía.
En este sentido, la Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios (ASiMM) denunció la situación laboral de los trabajadores de Glovo, la aplicación de capital español que opera bajo el nombre jurídico de Kadabra SAS, e incluso realizó escraches a la empresa. Según la página de la app, se ofrece trabajar de forma independiente, con compensación por pedido y con “total libertad” como autónomo. También destacan la “flexibilidad” del trabajo para generar ingresos en los tiempos libres.

“Básicamente lo que hacen estas aplicaciones es retrotraer la situación de los trabajadores a la previa de la conformación del sindicato, cuando todos trabajábamos bajo el modelo de fraude laboral y trabajo a destajo. A esto le agregan el factor tecnológico. Los trabajadores no tienen un lugar puntual para realizar una protesta. Se encuentran con una aplicación virtual, con un algoritmo; son trabajadores que, para hacer algún reclamo, tienen que mandar un mensaje a centros de atención que están en otros países”, aseguró Maximiliano Arranz, secretario adjunto del sindicato en diálogo con ANCCOM.
Sin embargo, según pudo saber esta agencia, la gremial firmó en junio un acuerdo confidencial con Glovo bajo la supervisión de la Subsecretaría de Trabajo, Industria y Comercio porteña para intentar regularizar la situación de los trabajadores.
El pacto, confiaron fuentes de la Ciudad, consiste en una serie de pautas a cumplir por la empresa en la que se incluye un cambio de modalidad de contratación para con los “glovers”. A partir del entendimiento, los trabajadores ya no estarán en condición de monotributistas, pero tampoco con una vinculación directa con Glovo. La aplicación se comprometió a contratarlos con empresas nucleadas en la Cámara de Empresas de Mensajería por Moto (CEMMARA) y/o empresas de mensajería que ofrezcan servicios a través de personal registrado en relación de dependencia por un lapso de tres años.

Desde la Cámara afirmaron desconocer el acuerdo, pero su presidente, Mario del Oriente, precisó a ANCCOM los cambios en el régimen de contrataciones que vinieron de la mano de las nuevas aplicaciones. “Glovo empezó a incorporar trabajadores en relación de dependencia bajo una aplicación que nace del seno de la Cámara, pero que es privada y se llama Envíos Ya. Está compuesta por 15 empresas de mensajería con todos los trabajadores en relación de dependencia. Después si tienen trabajadores monotributistas o en negro es otra cosa, y deberán hacerse las denuncias correspondientes”, puntualizó.
El acuerdo rige únicamente para la Ciudad de Buenos Aires y ambas partes sellaron una “cláusula de confidencialidad”, e instaron a mantener “la paz social, la buena fe y el diálogo”.
ANCCOM se comunicó con Glovo, pero la empresa decidió no formular declaraciones amparándose en la cláusula de confidencialidad del contrato. El sindicato, por otra parte, decidió no expresarse específicamente sobre el acuerdo. Mientras tanto, en las calles de Buenos Aires los trabajadores en dos ruedas se siguen multiplicando día a día.
Sep 5, 2018 | Comunidad, Novedades

El pasado lunes 3, a un mes de la tragedia ocurrida en la escuela primaria N° 49 del Barrio San Carlos, de Moreno, una marcha multitudinaria en la que participaron docentes, auxiliares, familiares de las víctimas, padres de estudiantes y ciudadanos, recordó a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, muertos al explotar la conexión de gas del establecimiento y exigió justicia. Además, los manifestantes reclamaron la solución de los grandes problemas de infraestructura que afectan a los establecimientos educativos del distrito, sin clases desde el estallido.
Durante toda la semana se convocó a la comunidad educativa a lo que se designó como “La marcha grande de Moreno”, en la que la consigna fue que todas las escuelas e instituciones del municipio salieran a reclamar por justicia, mejoras edilicias y aumento del salario docente y no docente. Asimismo, se programaron distintos puntos de encuentros, en los cuales las columnas, organizadas por localidades, se conjugaron en un solo grito de justicia.
Todo comenzó desde muy temprano, donde la columna Nº 1, encabezada por docentes de la Escuela Nº 49, emprendió la marcha central desde el Barrio Las Catonas a las 08:06, horario en que se produjo la explosión en el establecimiento a causa de una fuga de gas. La columna se dirigió por la Ruta Provincial N° 23 hasta el monumento Fuentealba, ubicado en el acceso Oeste y Ruta 23, que homenajea al maestro asesinado en Neuquén por la policía local, en 2007. A las 10:00, confluyeron las columnas 2 que provenían de Paso del Rey, de Francisco Álvarez- La Reja, de Moreno centro y Sur y, por último, otra columna de Cuartel V.

La comunidad educativa recordó a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez.
“La consigna de hoy es fundamentalmente para exigir justicia, por Sandra y por Rubén, seguir exigiendo que las escuelas se arreglen, para que tengamos escuelas dignas para nuestros hijos y para que los docentes y auxiliares puedan ir a enseñar como corresponde. Acá los responsables siguen mirando para el costado, acá responsabilizamos a (la gobernadora María Eugenia) Vidal y (Sebastián) Nasif (interventor del Consejo Escolar al momento de la explosión), no vamos a parar de movilizar hasta que los responsables estén donde deben estar”, expresó Gustavo Muñoz, Secretario Adjunto de la CTA Regional.
Por su parte, trabajadoras auxiliares, como Ana Rivero y Carmen Sosa de la EPB N°71 del Barrio Pfizer expresaron: “La marcha nos dejó una sensación de mucha angustia”. Ellas, al igual que numerosos auxiliares, asisten a las familias de la escuela y participan en un comedor comunitario del barrio “porque los chicos no pueden dejar de comer”, expresa Rivero.
Tras un recorrido aproximado de dos kilómetros y con la participación de unas 15.000 personas, “La Marcha Grande” llegó al acampe que se realiza frente al Consejo Escolar. Algunas de las consignas más pronunciadas fueron “No fue un accidente”, “El ajuste mata” y “La educación no se negocia”.

Las escuelas e instituciones del municipio salieron a reclamar por justicia, mejoras edilicias y aumento del salario docente y no docente.
El acampe lo llevan adelante diferentes sindicatos y organizaciones sociales como forma de protesta. Entre ellas están la Unión de Docentes de la Provincia de Buenos Aires (Udocba), la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Walter Cravero, Secretario de ATE, expresó: “Esto es histórico, estamos luchando todos juntos unidos pidiendo justicia” La última oradora fue Mabel Zurita, viuda de Rubén Rodríguez, que era el portero de la escuela. Mabel, en diálogo con ANCCOM, dijo: “No solo he perdido a mi esposo sino también a una compañera de lucha de toda la vida”, hablando de Sandra Calamano y agregó sobre Rubén: “Mi esposo amaba su profesión y termina su vida trágicamente en su espacio de trabajo”.
El acto finalizó con el Himno Nacional, ejecutado por músicos locales. Bajo el escenario, los manifestantes se despidieron con abrazos y palabras de aliento a los docentes que luego de la desconcentración siguieron su recorrido hacia la Jefatura Distrital de Educación a elevar un petitorio en el que exigen las reformas necesarias para poder volver a dar clase.


Sep 5, 2018 | Comunidad, Novedades

Mural en honor a la vicedirectora Sandra Calamano y el portero Rubén Rodríguez, muertos en una explosión por escape de gas.
Ya pasó un mes desde aquel 2 de agosto, cuando una explosión provocada por un escape de gas en la Escuela Nº 49 de Moreno mató a la vicedirectora, Sandra Calamano, y al portero, Rubén Rodríguez, minutos antes de que ingresaran los 400 alumnos del establecimiento. Los trabajadores de la educación de la zona y en particular Sandra habían denunciado el calamitoso estado edilicio de ese y otros establecimientos, pese a lo cual las soluciones nunca llegaron y tanto ella como Rubén pagaron con su vida la desidia oficial. Hasta ahora, el panorama edilicio local no mejoró.
Marcelo Panuccio, director de la ESB N°2 de Moreno, enumera: “En las escuelas los techos se caen, tenemos casos en los que los pozos ciegos rebalsan, las garrafas de YPF están picadas, hay paredes electrificadas, cuando llueve los comedores quedan inhabilitados porque se inundan”. Y agrega tristemente que varias veces se han hecho virales videos en los que se muestra la desidia en la cual están inmersas las escuelas públicas del distrito.
“Necesitamos inspecciones, no tenemos certificados de habitabilidad”, confiesa Marcelo y agrega que más de una vez se han hecho cargo de arreglar, por ejemplo, las instalaciones eléctricas. “Habíamos naturalizado esas cuestiones pero después de esto tomamos conciencia de que no nos podemos hacer cargo de todo”, señaló.

«En las escuelas los techos se caen, tenemos casos en los que los pozos ciegos rebalsan», dijo Marcelo Panuccio, director de la ESB N°2 de Moreno.
Las medidas por parte del personal docente y auxiliar no se hicieron esperar luego de la explosión. María Cecilia Pustilnik, vicedirectora de la Escuela N° 74 y amiga personal de las dos víctimas, cuenta: “Estamos sin dar clase pero con las escuelas abiertas, brindando atención a todos los alumnos porque entendemos que el vínculo con la comunidad hoy tiene que ser más fuerte que nunca”. Pese a la falta de información que hay al respecto, toda la comunidad puso manos a la obra para que los alumnos no sufran la situación: “Las maestras vienen todos los días a partir de las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde para hacer actividades pedagógicas, recreativas y los chicos pasan a retirar sus tareas”, asegura María Cecilia.
Frente a la Escuela Nº 49 se encuentra la Iglesia Familiar Cristiana de la Asamblea de Dios, en donde funciona un comedor para que allí vayan, provisoriamente, los alumnos de la escuela, quienes miran intrigados qué sucede dentro del establecimiento donde hasta hace pocas semanas aprendían y jugaban. Marcela Corvalán, docente de la 49 comenta: “Tenemos por parte del Municipio un equipo de psicólogos para acompañar a los chicos y a los padres, también se ha acercado nuestro gremio, Suteba, para asistirlos, y también a los maestros, porque lamentablemente nosotros vamos a necesitar ayuda psicológica por lo que pasó. También necesitamos que nos den las herramientas necesarias para contener a todos nuestros alumnos”.
Karen Lacruz forma parte de la comisión de mamás autoconvocadas, y se encarga de recibir y repartir las viandas que manda la provincia a la Iglesia. “Los sábados se están haciendo ollas populares porque no alcanza la comida, las viandas que nos mandan son 200 y los chicos son alrededor de 450”, asegura Karen, quien además cuenta que asisten niños menores a la edad escolar.

Hernan Pustilnik y Marcela Corválan, docentes y referentes de la escuela N°49 de Moreno.
El jueves 23 de agosto se realizó una paritaria docente con participación de alrededor de 300 directivos, en la cual se elevó un petitorio con 16 puntos para activar acciones concretas para mejorar la infraestructura y apoyar a los comedores barriales. Ante el silencio de los funcionarios, la respuesta de los gremios docentes fue clara y concisa: “No vamos a abrir las puertas de la Escuela N°49 hasta que todas las escuelas de Moreno estén en condiciones”, dice Panuccio, quien agrega que esta tragedia los obligó a tomar medidas que se venían postergando, pero que no son ninguna novedad, no solo en las escuelas de Moreno sino en toda la provincia de Buenos Aires. Desde la tragedia ocurrida el 2 de agosto se hicieron paros, marchas, abrazos simbólicos a la escuela del Barrio San Carlos y a diferentes instituciones como a la Universidad Nacional de Moreno. Y no hay clases en ninguna escuela pública del Municipio.
Hernán Pustilnik, docente de tercer grado, hermano de María Cecilia y referente de la escuela 49 sostiene: “Tenemos la sensación de que estamos muy acompañados, esto nos da mucha fuerza para seguir con esta lucha, y creo que todas las escuelas de Moreno y todas las comunidades educativas están muy movilizadas con esto que nos pasó, estamos luchando hasta el final, hasta que la cosas cambien”. Y para que las muertes de Sandra y Rubén no hayan sido en vano.

Las escuelas públicas del distrito tienen problemas edilicios y están inmersas en la desidia oficial.