“Si esto no es de todes, no es de nadie”

“Si esto no es de todes, no es de nadie”

“La pandemia puso en evidencia que, al terminar los shows en vivo, no hubo ingresos para los músicos, se manifestaron problemas estructurales preexistentes como la divulgación y comercialización de la música de nuestro país”, explica Gabriel Lombardo, coordinador y uno de los impulsores de Música.ar. A raíz de esta situación, se fundó Músicxs Argentinxs en Red (M.A.R), “Entendimos que era necesario para llevar adelante el proyecto, fundar una asociación para que no sea un nombre propio el que esté convocando”, resume Lombardo.

Hay dos ejes que guían al proyecto: el comercial y el cultural. “Por un lado, la música digital nunca fue redituable para el músico independiente, al no venderse más discos, la música pasó a ser escuchada sólo a través del streaming y se construyó un modelo de negocios que beneficia a las plataformas y a las discográficas”, explica el coordinador del M.A.R. y agrega: “Por otro lado, hay un problema con la diversidad musical de nuestro país que está negada, no tenemos acceso a la música existente en Argentina, que es mucho más que el tango y el folclore”.

Frente a estas demandas y basándose en la experiencia de Cine.ar, se constituyó Música.ar, una plataforma que “logre visibilizar la heterogeneidad musical en el territorio argentino en la actualidad y en la historia, y donde cada músico y música pueda subir sus canciones desde su casa, sin un intermediario”, plantean desde M.A.R y continúan. “Queremos mostrar la diversidad a partir de un sistema clásico de categorías hecha por músicos y músicas argentinas y también ganar soberanía sobre la administración de nuestros contenidos”. A partir de eso, se formaron ocho comisiones que llevarán a cabo el proyecto, entre ellas: comisión para el relevamiento y la creación de categorías musicales, comisión para la creación del archivo sonoro y musical; comisión de extensión y desarrollo de políticas culturales, comisión de modelo de financiamiento y distribución, y comisión de género.

Un nuevo sistema

A diferencia de las plataformas como spotify, donde el consumidor tiene que buscar aquello que le interesa escuchar, el usuario de Música.ar entra al streaming para realizar su propia búsqueda y “se pone en contacto con contenido que potencialmente puede gustar y no conocía, es decir, va interactuando según sus intereses, no por gustos o estereotipos instalados”, explica Lombardo. De esta forma, se pondrá en relación estilos musicales con estéticas marginadas por el mercado. A su vez, se clasificará a las expresiones teniendo en cuenta diferentes criterios: geográficos, instrumentales, estilísticos, de género, por época, identidad, entre otros.

“¿Por qué uno conoce lo que conoce y por qué me gusta determinada música?”, se preguntan desde el M.A.R. Y se responden: «Las producciones que tienen más publicidad tendrán más visibilidad en el mercado, y encima están los algoritmos, que te encierran en terreno que ya conocés”.

Música.ar tendrá un mapa interactivo como sistema de búsqueda, es decir, a partir de localizaciones geográficas podrás encontrar nuevos músicos, ya sea de distintas provincias o en un barrio específico. “Es otra forma de descubrir música, de pensar como nos vinculamos con lo federal”, afirma Lombardo.

ANCCOM también dialogó con Victoria Polti, antropóloga, docente de música y parte de M.A.R: “El sistema vigente de música orienta las escuchas hacia aquello que es más comercial. Hay alta circulación de archivos, materiales y contenidos, hubo un crecimiento exponencial. Lo que nos falta es el criterio y herramienta de búsqueda del acceso”.

Otro de los puntos clave del proyecto es la formación de un archivo sonoro y musical: “Además de tener acceso a la diversidad, la comunidad tiene derecho de tener acceso a la historia sonora grabada, tenemos que poner en línea las grabaciones del territorio argentino”, explica Lombardo. Entonces, estará disponible música de los pueblos originarios, los inicios del tango y el folclore, también la afroascendiente; según el coordinador, “ee habla muy poco de la historia negra en argentina, son otros invisibilizados”.

Observatorio de género:

Polti forma parte de la comisión de género del proyecto, y cuenta que “la plataforma desde sus inicios tenía interés de ir hacia una perspectiva de género con un observatorio”. Desde ésta comisión aseguran que “se advierte una doble invisibilidad en algunos casos, donde a la condición de género se le suma una escasa o nula difusión de ciertos géneros o actividades sonoro-musicales a partir de su posición subalterna o de exclusión del circuito comercial”. Polti agrega: “Hay un montón de música no comercial hecha por mujeres, las cuales muchas veces pertenecen a una etnia, como por ejemplo mapuches, y no se visibiliza, entonces se complejiza la problemática de género”.

La plataforma contará con un lenguaje inclusivo, pero Polti explica que en las charlas surgió la necesidad de ir hacia un trabajo más exhaustivo que la utilización del lenguaje: “Desde ni una menos hasta la fecha estamos viviendo un momento de muchos cambios con respecto a la perspectiva de género: ley de cupo trans, ley de cupo en festivales, ley Micaela, el aborto legal… Queremos seguir en esa línea y disputar estas cuestiones que están relacionadas a la violencia, muchas veces simbólica, hacia las mujeres y disidencias”, resume Polti. Incluso, el observatorio de género se propone brindar atención y seguimiento a denuncias vinculadas a estas cuestiones.

La docente y antropóloga también pertenece a Tango Hembra, un colectivo transfeminista que se propone visibilizar a las mujeres en el tango. “Esta comunidad es un ejemplo de lo que sucede en la música, en el tango, por más que una quiera indagar en la historia de este género musical, no se menciona a las mujeres” concluye Polti.

La problemática se pone más compleja en el contexto pandémico, si ya de por sí la comunidad de músicos se vio golpeada por la imposibilidad de tocar en vivo, las mujeres lo sufren aún más. En este sentido, la antropóloga agrega: «Si frente a una situación no pandémica prevalecen los mejores contratos y espacios en los festivales para hombres, imagínate en esta situación de pandemia. Hay muchas mujeres que están solas y con hijos, que hacen un trabajo doble. Muchos musicxs tenemos otras actividades como docencias, pero quienes no, y solo viven de tocar, la están pasando mal”.

Modelo de financiamiento:

Música.ar se propone un modelo de financiamiento mixto: privado y público. Por un lado, el Estado se haría cargo de la parte administrativa (sueldos de los empleados) y de lo tecnológico. Por otro lado, el financiamiento privado constará de publicidad y abonos. Con respecto a la publicidad, Lombardo cuenta: “Hay una serie de ítems que tenemos pensados: qué tipo de publicidades vamos a poner, el Estado podrá hacerlo con publicidad oficial y también le vamos a dar prioridad a pymes y sectores de la industria argentina en desarrollo”. A su vez los sistemas de abonos serán diferenciados: “Habrá usuarios bonificados que quedan exentos del abono como los jubilados o estudiantes, también abono medio para aquellos que acrediten un sueldo menor a la media, y otro para quienes declaren un patrimonio mayor, por último habrá abonos internacionales que pagarán un monto mayor al argentino o latinoamericano” explican desde M.A.R.

La recaudación de Música.ar se va a distribuir por reproducciones, Lombardi comenta: “La posibilidad de que el Estado forme parte hace que el capital recaudado vaya hacia los músicos” y confirma que “la música argentina genera mucho dinero, y esto se va fuera del país, porque las plataformas son internacionales, nosotros proponemos un cambio en la ruta de dinero, porque lo recaudado se queda en el país”.

Además, se destaca el agregado de la ficha técnica en las canciones y los discos en la plataforma; todo va a estar nombrado y linkeado.“Vamos a visibilizar la cadena de valor detrás de la música”, plantea Lombardo y Polti adhiere y agrega: “Hay muchas deudas con el sector musical en cuanto a la regulación de la actividad y los derechos. Música.ar va a poner en valor lo que significa la producción musical, que no es solo el archivo sonoro, sino que hay un trabajo de diseño del disco, fotografías, videos, se mueven muchas actividades”.

El proyecto ya fue presentado al Ministerio de Cultura de la Nación, específicamente al departamento de nuevas tecnologías. Según M.A.R, la respuesta es buena: “Ahora estamos negociando medidas más concretas. Todavía falta una resolución”.

El slogan de Música.ar es “Si esto no es de todxs, no es de nadie”. “Tiene que ver con los intereses que se van a negociar, y se necesita no sólo el apoyo de la comunidad de músicos sino de toda la comunidad argentina, para que apoye el proyecto y tome consciencia de que, en la actualidad, hay una diversidad que se les está negando”, explica Lombardo. El uso de la plataforma para los coordinadores de M.A.R va a “modificar la forma de consumir la música, la gente va a empezar a escuchar música que no conocía, y eso va a destapar un montón de música que está oculta”.

Por último, Lombardo afirma que Música.ar se enmarca dentro de una política pública: “Estamos desarrollando una política cultural desde actores culturales, para eso necesitamos juntar fuerza para generar la voluntad política y negociar con quien tengamos que negociar, tenemos que estar todos del mismo lado”.

«La dominación continúa y tenemos que enfrentarla»

«La dominación continúa y tenemos que enfrentarla»

 

Adolfo Pérez Esquivel nació en San Telmo y dedicó casi toda su vida a la defensa de los derechos humanos en toda América Latina. Luego de ser detenido por la última dictadura cívico-militar durante 14 meses, el 13 de octubre de 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su lucha por la no violencia, la denuncia de la violación a los derechos humanos producidas tras el golpe de Estado de 1976  y su rol en el Servicio Paz y Justicia. Hoy rememora su activismo y afirma que “el trabajo continúa”.

Usted fue detenido por la dictadura, ¿cómo fue su rol antes y durante el golpe de Estado en nuestro país?

El trabajo del Servicio Paz y Justicia es a nivel continental, no es solo en Argentina. Veníamos denunciando las violaciones de los derechos humanos, porque prácticamente, en la década del ‘70, todo el continente estaba bajo dictaduras militares, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por los Estados Unidos. Me detuvieron en Brasil y en Ecuador, junto a obispos latinoamericanos. Después fui expulsado de Chile, de Paraguay, de Uruguay. Entonces, me detienen cuando regreso (a la Argentina), después de un encuentro en Ecuador, donde fuimos detenidos con 17 obispos latinoamericanos y 4 norteamericanos. Primero estoy en la Superintendencia de Seguridad Federal; ahí tengo el 5 de mayo del año ‘77 el vuelo de la muerte. No me tiraron por las fuertes protestas internacionales. Y después, la prisión aquí en Argentina, las torturas en la Unidad 9, en La Plata. Dos días antes de la final del fútbol, me dan libertad vigilada. Cuando yo estaba preso, dos mujeres me propusieron como candidato al Premio Nobel. Ellas eran dos mujeres Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte: Mairead Corrigan-Maguire y Betty Williams. Y en el año 80 me anunciaron que me habían otorgado el premio.

¿Cómo fue el camino a la vuelta de la democracia?

Y nosotros seguimos haciendo el mismo trabajo, con Premio Nobel o sin Premio Nobel, pero esto nos abrió las puertas a lugares que antes no teníamos. Pero a los dos días, el 15 de octubre, intentan asesinarme. Grupos armados, cuando llegamos a la sede del SERPAJ, avanzan con las armas, y por suerte se cruza un taxi atrás y entonces no pueden disparar. Pero sino, estábamos destinados a que nos maten. Iba manejando mi hijo, Leonardo. Y seguimos trabajando. Ahí se dio a conocer a nivel mundial lo que pasaba en Argentina. Fue un detonante: la dictadura tardó 36 horas en reaccionar, a pesar de que intentaron asesinarme, no pudieron. Y bueno, seguimos trabajando hasta el día de hoy, 40 años después. Se cumplen 40 años y junto con el SERPAJ hemos entregado a la Universidad de Buenos Aires nuestra antigua sede de la calle México y Bolívar, donde ahí ya está la obra hecha, pero hay que equiparla. Va a estar destinada a ser la casa de los premios Nobel latinoamericanos. Ahí va a ir el premio Nobel, todas las cosas, las condecoraciones. Porque si vos lees mi discurso, cuando asumo el Premio Nobel, lo primero que digo es que lo asumía en nombre de los pueblos de América Latina.

«Los poderes se están volviendo a imponer en el continente: el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, en Brasil, en Bolivia», advierte Pérez Esquivel.

Usted habló mucho de los pueblos latinoamericanos en su discurso de aceptación. ¿Qué ha cambiado desde los años ochenta hasta nuestros días? ¿Cómo ve la situación latinoamericana hoy?

 Las sociedades no son estáticas. Toda sociedad tiene una dinámica de transformación. Hoy no tenemos dictaduras militares, pero sí los poderes se están volviendo a imponer en el continente. Fijate el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, en Paraguay contra Fernando Lugo, en Brasil contra Dilma Rousseff para sacar del medio a Lula, en Bolivia contra Evo Morales. Entonces son dictaduras, algunas militares, y otras aplican el lawfare, la guerra judicial. Aquí quisieron aplicarle eso a Cristina Kirchner. Actualmente veo que los pueblos están un poco más preparados. De ahí que surgieron muchos movimientos de derechos humanos. No solo aquellos con los que comenzamos cuando todavía no había nada. En América Latina hay muchas organizaciones, pero también hay una derecha, la política neoliberal. Estados Unidos no quiere perder la hegemonía continental, cuando está perdiendo la hegemonía mundial frente a los avances de China, Rusia, de Europa. Entonces quiere mantener cerrado, como con las agresiones a Venezuela, el bloqueo a Cuba por más de 50 años. Tenemos democracias débiles, pero la democracia no se regala, hay que construirla. Esto es lo importante. Creo que hoy tenemos más experiencia en el trabajo y hemos extendido redes a nivel internacional de organizaciones de apoyo, de solidaridad, y se ha generado mucha más conciencia de la política de derechos humanos. Sin embargo hay muchas amenazas a las democracias en América Latina. Hay emergentes importantes en este momento: los pueblos originarios, que están recuperando su identidad, sus territorios. Esto es gracias a Evo Morales. Por él, Bolivia es un país plurinacional, cultural, lingüístico. La diversidad en la unidad. Sin embargo, la presión de EEUU —y Evo lo marca— logró su derrocamiento. El otro son los movimientos sociales, sindicatos, organizaciones, movimientos de derechos humanos, que también cumplen un rol social importante. Y el otro que es fundamental es el movimiento de mujeres. Todas las conquistas que tuvieron y tienen las mujeres son luchas de resistencia social, de pensamiento, de filosofía, del rol que las mujeres tienen en la sociedad. Son como los ríos subterráneos que en un momento salen a la superficie y después se van decantando en aquellas cosas que son importantes. Entonces, no hay que desesperar. Hay que encontrar nuevos caminos de convivencia para la humanidad. Hay que despertar la resistencia y la rebelión de los pueblos, la conciencia crítica. La dominación continúa y tenemos que enfrentarla de alguna forma. Y creo que la resistencia cultural es fundamental en esto.

 Hace unas semanas hubo una grave protesta policial en Argentina.  ¿Cuál es su visión  sobre ese conflicto?

 Yo no le llamo protesta, la llamo rebelión. Es una rebelión policial. Tiene antecedentes en el continente. Es un calco al intento de golpe de Estado con el pretexto de que querían mejores salarios en Ecuador, cuando la policía se levantó contra Rafael Correa. Eso no es un reclamo salarial, eso fue un intento de condicionamiento, una posible desestabilización institucional. Es muy grave. Hay que tener mucho cuidado con esto. Y a todo eso se suman las declaraciones de (el ex presidente Eduardo) Duhalde. Gente con experiencia política no puede actuar de esa forma.

¿Cómo ve la situación del país durante la pandemia?

Hay situaciones difíciles en el país, pero esta pandemia afecta a todo el mundo. Aquí  tomaron medidas de prevención sanitaria, y más o menos han logrado reducir muchísimo los efectos del coronavirus. Estados Unidos tiene 200 mil muertos y 40 millones de desocupados. Europa está en una situación sumamente grave con los muertos. Y son países que tienen otras condiciones económicas. Aquí tenemos que enfrentar algo heredado de Macri, la deuda externa que deja condicionado al país por cien años. Entonces, estos son los mecanismos. Se destruyeron muchísimo las conquistas que se habían logrado en el continente como la Unasur, la CELAC, el MERCOSUR. Todo esto Macri lo derribó. Esto tiene que ver con la política de Estados Unidos que no permite ningún tipo de organización regional. No estamos en el mejor momento, pero tenemos que trabajar para cambiar esto, por eso se necesita la resistencia cultural.

«Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri me recibieron. Alberto Fernández, sí lo hizo», dice Pérez Esquivel.

 Volviendo a ese momento, hace cuarenta años, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo tomó la prensa que usted haya recibido este reconocimiento? ¿Recuerda alguna crítica?

Sí. Primero los medios decían que yo era paraguayo. Otros, que era brasilero. Pero ninguno decía que era argentino. El primero que lo dijo fue un periodista uruguayo. El maltrato de los medios de comunicación fue tremendo. No hubo un acompañamiento, al contrario. Estábamos bajo dictadura militar, había mucha censura, muchos periodistas desaparecidos. Fue un detonante muy fuerte donde se ponía en evidencia a escala mundial lo que estaba pasando en Argentina. Y eso ayudó también al fortalecimiento de los organismos de  derechos humanos. En uno de los primeros viajes que hice estaba Chicha Mariani —la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo—, quién me dio un dossier que yo le entregué al Papa Juan Pablo II en el Vaticano, explicándole la grave situación de secuestro y desaparición de niños en Argentina. Nosotros seguimos trabajando en todo momento y tratando de apoyar hasta la vuelta de la democracia, pero después cuando llegó la democracia tampoco me recibían. Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri. Así que todavía soy un marginal en mi país. En otros países puedo ver a los gobernantes, a los dirigentes políticos. Con Alberto Fernández me he encontrado y estamos apoyando la cuestión de la producción de alimentos, la soberanía alimentaria, la reforestación de los bosques nativos. En fin, seguimos trabajando y yo sigo en la Facultad de Ciencias Sociales, enseñando. La educación es importante. Para mi es importante generar conciencia crítica. Yo soy docente desde hace más de cincuenta años. El trabajo continúa y tratamos de que las nuevas generaciones tomen la posta, que son los que van a tener que seguir, porque la política de derechos humanos  desde su integridad va a continuar.

¿Llegó el tiempo de hablar de soberanía tecnológica?

¿Llegó el tiempo de hablar de soberanía tecnológica?

Las plataformas digitales son parte de nuestra vida cotidiana, nunca en la historia de la humanidad estuvimos tan conectados y con tanta información a disposición. Aunque nos brindan un sinfín de posibilidades, ya no se pueden ignorar los peligros que sostienen esta red a la que recurrimos diariamente. En medio de una vorágine de información y a un click de distancia de cualquier parte del mundo ¿Qué sociedad estamos construyendo?

Varios debates han acompañado estos cambios, algunos arriesgan que es necesario eliminar todas las redes sociales y otros miran con fascinación el mundo de posibilidades que tenemos a disposición. Las ciencias sociales tienen por delante el desafío de descifrar lo que ocurre mientras los cambios suceden de manera vertiginosa. Especialistas de la sociología, la comunicación social y el psicoanálisis comparten algunas de sus reflexiones que, lejos de responder sobre el futuro, proponen repensar lo que ocurre hoy. 

“Somos entrenados para un mundo donde la diferencia entre lo real y lo virtual es poco clara”, dice Ferrer.

“Estamos siendo entrenados para  habitar un mundo donde la diferencia entre lo real y lo virtual es poco clara”, expresa Christian Ferrer sociólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales. Estos cambios desdibujan la percepción del tiempo y el espacio, todo se vuelve más inmediato y, aunque estemos quietos, la experiencia espacial puede indicar que estamos en todos lados. Desarrollamos el sentido de la vista y el oído por sobre todos los otros y hay un acostumbramiento perceptual para volvernos emisores y receptores constantes. “El contenido es de poca importancia, lo relevante es que se habiten las redes sociales y se construya el sistema de control permanente que registre gustos y tendencias”, señala.

Que el uso de las plataformas no es exactamente gratis, sino que funciona a partir de un modelo de negocios que se basa en nuestros datos no es novedoso. Todo es registrable y todos constituimos un perfil en internet. Pablo Rodríguez, docente de Comunicación Social e investigador CONICET, expresa que la vigilancia es más grande que nunca, pero que hubo un cambio en su carácter porque ya no ocurre desde el Estado a la población, sino que es todos con todos y forma parte de la vida social. La asimetría radica en la cantidad de datos que tiene, por ejemplo, Google: “Claramente ellos tienen más poder sobre nosotros que nosotros sobre ellos”. El autor del libro Las palabras en las cosas señala que existe un nuevo procesamiento de datos que representa una mayor complejidad y son los algoritmos probabilísticos. Estos bucean en el Big Data buscando relaciones que no fueron solicitadas de antemano “No obedecen una orden, el algoritmo está buscando cosas sin que sepamos qué pueden encontrar, ni qué decisiones puede tomar en función de eso”, explica Rodríguez.  

El caudal de información que se deposita en las plataformas digitales, para Ferrer, implica una confesión constante que realiza una función parecida al confesionario de la Iglesia “una tendencia  a exponerse todo el tiempo que complace al narcisismo dominante o a la vanidad a la cual ahora se la llama autoestima”. Los usuarios saben que están siendo constantemente vigilados, pero el beneficio de potenciar el narcisismo personal es más poderoso que el miedo. Entre las confesiones, el autor destaca que existe una fuerte moralización de los discursos. Esta función que antes estaba en manos de generaciones pasadas, ahora opera entre los jóvenes: “Aparecieron un montón de buenos que en manada persiguen a quienes consideran malos. Es la tradicional metáfora del rebaño eclesiástico. No importa que unos se definan como buenos de izquierda y otros como buenos de derecha, importa que hay un solo bando persiguiendo a la oveja negra”, destaca. 

«El algoritmo busca cosas sin que sepamos qué puede encontrar, ni qué decisiones toma en función de eso”, dice Rodríguez  

Diana  Litvinoff es psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y explica que la subjetividad y la identidad siempre es construida en relación a los otros, pero que en las redes sociales este proceso se evidencia en likes, comentarios y repercusiones: “Genera mucha angustia subir una foto y que nadie diga nada, afecta el autoestima, y hay personas que pueden poner más distancia con respecto a eso y hay otros que quedan muy pendientes de ese tipo de aprobación”.

La autora de El sujeto escondido en la realidad virtual destaca que la intimidad es cultural, por lo que el contexto de lo íntimo y privado cambia de acuerdo a la época. En las redes sociales existen nuevas redefiniciones: “De alguna manera el hecho de que estés con la computadora en tu casa, que haya distancia y no ser consciente de cuánta gente está al tanto de lo que decís provoca la confesión”, explica. La intimidad se vuelca de manera más fácil y si es bajo el anonimato más aún, pero también hay que tener en cuenta que lo que se publica en redes suele ser muy superficial: “La intimidad se reserva siempre, no es que desaparece sino que se la esconde y hay que encontrarla en otras partes”, agrega Litvinoff. 

El tiempo frente a las pantallas es cada vez mayor y preocupa en cierta medida el uso desmedido, la psicoanalista sostiene que el potencial adictivo de la tecnología y los videojuegos se encuentra más en la persona que en la plataforma: “La adicción a los videojuegos puede tener que ver con la completitud que da a la imagen o que la persona pueda recibir el reconocimiento que afuera no encuentra. Me cuesta pensar que  sea algo nuevo en ese sentido”. 

Para Ferrer uno de los elementos que resultan tan atractivos es que funcionan como fugas compensatorias. En un mundo donde la vida cotidiana puede volverse extenuante y generar infelicidad, las retóricas de las plataformas digitales sirven de ayuda. Este fenómeno no es nuevo: “Mi mamá y mi tía miraban telenovelas y lloraban juntas. Yo siendo niño pequeño me preguntaba por qué, hasta que entendí que todas las pasiones que había en esa telenovela no las tenían ellas con sus propios maridos. Lo mismo pasa con las redes sociales porque las personas que están ahí no tienen una vida muy interesante, están quietas emitiendo o consumiendo, pero se genera la ilusión de que son alguien que importa”, describe Ferrer. 

“Hay que entender que existen derechos en las redes sociales”, recuerda Rodríguez.

Para el sociólogo lo único que sobrevive al tiempo es la emoción, la mayoría de lo que ocurre en los medios de comunicación no va a tener ninguna importancia en veinte años porque se sostiene en la vanidad: “Tener tiempos y espacios para los afectos es muy importante y para eso no necesitas cinco mil contactos en Facebook”. Pero tampoco se trata de huir al bosque “aunque no estaría mal de vez en cuando, pero eso es algo que solo pueden hacer los ricos”. Sino que se trata de no permanecer conectados todo el tiempo, especialmente porque muchas veces ya se sabe lo que se va a encontrar en las redes sociales: “¿Qué sentido tiene leer un libro que me va a confirmar lo que ya pienso? No se produce ni un mínimo cambio de opinión. Solo se aprende de lo desconocido, cuando se suspende la certeza y sin juicios previos”, declara. 

Rodríguez destaca que es necesario un debate profundo y una resignificación del rol del Estado para problematizar el uso de los datos, algoritmos y plataformas de manera democrática, “hay que entender que existen derechos en las redes sociales”.  Volver a pensar en las plataformas bajo una mirada de política pública sin que solo exista la lógica del mercado puede ser un buen inicio. Por eso el autor destaca que debería existir un pensamiento institucional que cree alternativas regionales y que fomente el diseño de las plataformas que se usan acá: “Todos hablamos de soberanía económica y alimentaria, ¿en qué momento vamos  a plantear algo sobre soberanía tecnológica?”.

“Los derechos humanos deben ser una expresión activa y comprometida”

“Los derechos humanos deben ser una expresión activa y comprometida”

Unas 1500 personas participaron virtualmente del 4to. Encuentro Federal de Derechos Humanos que se realizó el sábado 7 de noviembre. De las once mesas de debate conformadas por juristas, sociólogos y referentes sociales, las que tuvieron más convocatoria fueron las que analizaban la violencia institucional, los juicios de lesa humanidad e identidades, según informaron los organizadores.

El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, destacó que este espacio fue creado durante el gobierno de Mauricio Macri “en contraposición al Consejo Federal de Derechos Humanos del neoliberalismo”, en un momento en el cual «no se podían articular políticas». El funcionario subrayó que es imperioso “recuperar los estándares de derechos humanos que tenía la Argentina. Este encuentro recupera una necesidad impostergable de poner al federalismo en primer plano», afirmó.

Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación.

Otra de las intervenciones en la apertura estuvo a cargo de Nayla Bosch, secretaria de Derechos Humanos y Géneros del Chaco, quien sostuvo que la generación de la que es parte, la “de las nietas”, está completamente atravesada por los feminismos. “Es algo que nos constituye: sabemos que no hay política de derechos humanos sin política de género”. La socióloga Dora Barrancos, retomó las palabras de Bosch para celebrar los avances en materia de políticas de género y equidad como el Plan Nacional contra las violencias con motivos de género y el programa Acompañar. Éste último otorga una prestación económica a mujeres y disidencias para cubrir los gastos esenciales de organización y desarrollo de un proyecto de vida autónomo y libre de violencias, al mismo tiempo que intenta fortalecer las redes de acompañamiento.

Dora Barrancos.

Sin embargo, Barrancos advirtió que “no se ganaría mucho con el plan sino hacemos una reconstrucción rigurosa de la justicia en este país. Uno de los problemas fundamentales está en la actual organización y administración de la justicia. No es novedad que el sistema judicial está en crisis”. En referencia a la deuda que mantiene el actual gobierno con el tratamiento del Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo –cuyo envío al parlamento se anunció el lunes pasado–, recalcó la necesidad de que sea ley: “Necesitamos que este derecho sea conquistado porque se trata de resolver la autonomía fundamental de las personas gestantes. No puede haber derechos humanos consagrados en plenitud sin esta imposibilidad de autodeterminación”, aseguró.

Otro tema preocupante, reflejado en el Encuentro, es el aumento de la violencia institucional durante la pandemia. Según un informe realizado por Amnistía Internacional se registraron alrededor de 30 casos de maltrato policial. Raúl Zaffaroni, ex juez de la Corte Suprema de Justicia, reflexionó al respecto: “El neoliberalismo va totalmente a contramano de los derechos humanos y por eso cualquier cosa que hagamos para contener la violencia institucional va a ser mostrada como que estamos protegiendo delincuentes”, expresó. “Nos encontramos ante un fenómeno de reproducción de violencia y del delito –añadió–. En una sociedad donde un 30 por ciento están incluidos y un 70 por ciento excluidos, el delito es funcional porque mientras los barrios precarios reclaman más inclusión y se pelean entre ellos, se debilita el sentimiento de comunidad: no hay organización, ni resistencia. El control de la exclusión que se hace en América latina es a través de la introducción de contradicciones”.

La situación carcelaria también fue objeto de debate debido a las voces de alarma sobre la violencia penitenciaria durante el aislamiento, de hecho la semana pasada se vivieron motines en distintos penales de la provincia de Buenos Aires. Si bien el reclamo principal estaba orientado a la reanudación de visitas, el conflicto se desató a raíz de un cúmulo de demandas sin atender. Zaffaroni se refirió a la superpoblación en las prisiones y a las condiciones en que se encuentran en toda la región, que generan un orden interno en el que comienzan a jugar lógicas criminalidad y reducción a servidumbre.

Estela de Carlotto.

Al cierre del encuentro, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, remarcó la importancia que los derechos humanos no deben ser sólo una palabra sino una expresión activa y comprometida que involucre otros derechos: a la vivienda, al trabajo, a la salud, a la educación y a vivir dignamente. “Debemos asegurarle esto a las personas que hoy son pobres en este país tan rico. Las Abuelas tenemos experiencia y nos ofrecemos para todo aquello que sea necesario participar colectivamente”, concluyó.

«La dominación continúa y tenemos que enfrentarla»

«La dominación continúa y tenemos que enfrentarla»

 

Adolfo Pérez Esquivel nació en San Telmo y dedicó casi toda su vida a la defensa de los derechos humanos en toda América Latina. Luego de ser detenido por la última dictadura cívico-militar durante 14 meses, el 13 de octubre de 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su lucha por la no violencia, la denuncia de la violación a los derechos humanos producidas tras el golpe de Estado de 1976  y su rol en el Servicio Paz y Justicia. Hoy rememora su activismo y afirma que “el trabajo continúa”.

Usted fue detenido por la dictadura, ¿cómo fue su rol antes y durante el golpe de Estado en nuestro país?

El trabajo del Servicio Paz y Justicia es a nivel continental, no es solo en Argentina. Veníamos denunciando las violaciones de los derechos humanos, porque prácticamente, en la década del ‘70, todo el continente estaba bajo dictaduras militares, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por los Estados Unidos. Me detuvieron en Brasil y en Ecuador, junto a obispos latinoamericanos. Después fui expulsado de Chile, de Paraguay, de Uruguay. Entonces, me detienen cuando regreso (a la Argentina), después de un encuentro en Ecuador, donde fuimos detenidos con 17 obispos latinoamericanos y 4 norteamericanos. Primero estoy en la Superintendencia de Seguridad Federal; ahí tengo el 5 de mayo del año ‘77 el vuelo de la muerte. No me tiraron por las fuertes protestas internacionales. Y después, la prisión aquí en Argentina, las torturas en la Unidad 9, en La Plata. Dos días antes de la final del fútbol, me dan libertad vigilada. Cuando yo estaba preso, dos mujeres me propusieron como candidato al Premio Nobel. Ellas eran dos mujeres Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte: Mairead Corrigan-Maguire y Betty Williams. Y en el año 80 me anunciaron que me habían otorgado el premio.

¿Cómo fue el camino a la vuelta de la democracia?

Y nosotros seguimos haciendo el mismo trabajo, con Premio Nobel o sin Premio Nobel, pero esto nos abrió las puertas a lugares que antes no teníamos. Pero a los dos días, el 15 de octubre, intentan asesinarme. Grupos armados, cuando llegamos a la sede del SERPAJ, avanzan con las armas, y por suerte se cruza un taxi atrás y entonces no pueden disparar. Pero sino, estábamos destinados a que nos maten. Iba manejando mi hijo, Leonardo. Y seguimos trabajando. Ahí se dio a conocer a nivel mundial lo que pasaba en Argentina. Fue un detonante: la dictadura tardó 36 horas en reaccionar, a pesar de que intentaron asesinarme, no pudieron. Y bueno, seguimos trabajando hasta el día de hoy, 40 años después. Se cumplen 40 años y junto con el SERPAJ hemos entregado a la Universidad de Buenos Aires nuestra antigua sede de la calle México y Bolívar, donde ahí ya está la obra hecha, pero hay que equiparla. Va a estar destinada a ser la casa de los premios Nobel latinoamericanos. Ahí va a ir el premio Nobel, todas las cosas, las condecoraciones. Porque si vos lees mi discurso, cuando asumo el Premio Nobel, lo primero que digo es que lo asumía en nombre de los pueblos de América Latina.

«Los poderes se están volviendo a imponer en el continente: el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, en Brasil, en Bolivia», advierte Pérez Esquivel.

Usted habló mucho de los pueblos latinoamericanos en su discurso de aceptación. ¿Qué ha cambiado desde los años ochenta hasta nuestros días? ¿Cómo ve la situación latinoamericana hoy?

 Las sociedades no son estáticas. Toda sociedad tiene una dinámica de transformación. Hoy no tenemos dictaduras militares, pero sí los poderes se están volviendo a imponer en el continente. Fijate el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, en Paraguay contra Fernando Lugo, en Brasil contra Dilma Rousseff para sacar del medio a Lula, en Bolivia contra Evo Morales. Entonces son dictaduras, algunas militares, y otras aplican el lawfare, la guerra judicial. Aquí quisieron aplicarle eso a Cristina Kirchner. Actualmente veo que los pueblos están un poco más preparados. De ahí que surgieron muchos movimientos de derechos humanos. No solo aquellos con los que comenzamos cuando todavía no había nada. En América Latina hay muchas organizaciones, pero también hay una derecha, la política neoliberal. Estados Unidos no quiere perder la hegemonía continental, cuando está perdiendo la hegemonía mundial frente a los avances de China, Rusia, de Europa. Entonces quiere mantener cerrado, como con las agresiones a Venezuela, el bloqueo a Cuba por más de 50 años. Tenemos democracias débiles, pero la democracia no se regala, hay que construirla. Esto es lo importante. Creo que hoy tenemos más experiencia en el trabajo y hemos extendido redes a nivel internacional de organizaciones de apoyo, de solidaridad, y se ha generado mucha más conciencia de la política de derechos humanos. Sin embargo hay muchas amenazas a las democracias en América Latina. Hay emergentes importantes en este momento: los pueblos originarios, que están recuperando su identidad, sus territorios. Esto es gracias a Evo Morales. Por él, Bolivia es un país plurinacional, cultural, lingüístico. La diversidad en la unidad. Sin embargo, la presión de EEUU —y Evo lo marca— logró su derrocamiento. El otro son los movimientos sociales, sindicatos, organizaciones, movimientos de derechos humanos, que también cumplen un rol social importante. Y el otro que es fundamental es el movimiento de mujeres. Todas las conquistas que tuvieron y tienen las mujeres son luchas de resistencia social, de pensamiento, de filosofía, del rol que las mujeres tienen en la sociedad. Son como los ríos subterráneos que en un momento salen a la superficie y después se van decantando en aquellas cosas que son importantes. Entonces, no hay que desesperar. Hay que encontrar nuevos caminos de convivencia para la humanidad. Hay que despertar la resistencia y la rebelión de los pueblos, la conciencia crítica. La dominación continúa y tenemos que enfrentarla de alguna forma. Y creo que la resistencia cultural es fundamental en esto.

 Hace unas semanas hubo una grave protesta policial en Argentina.  ¿Cuál es su visión  sobre ese conflicto?

 Yo no le llamo protesta, la llamo rebelión. Es una rebelión policial. Tiene antecedentes en el continente. Es un calco al intento de golpe de Estado con el pretexto de que querían mejores salarios en Ecuador, cuando la policía se levantó contra Rafael Correa. Eso no es un reclamo salarial, eso fue un intento de condicionamiento, una posible desestabilización institucional. Es muy grave. Hay que tener mucho cuidado con esto. Y a todo eso se suman las declaraciones de (el ex presidente Eduardo) Duhalde. Gente con experiencia política no puede actuar de esa forma.

¿Cómo ve la situación del país durante la pandemia?

Hay situaciones difíciles en el país, pero esta pandemia afecta a todo el mundo. Aquí  tomaron medidas de prevención sanitaria, y más o menos han logrado reducir muchísimo los efectos del coronavirus. Estados Unidos tiene 200 mil muertos y 40 millones de desocupados. Europa está en una situación sumamente grave con los muertos. Y son países que tienen otras condiciones económicas. Aquí tenemos que enfrentar algo heredado de Macri, la deuda externa que deja condicionado al país por cien años. Entonces, estos son los mecanismos. Se destruyeron muchísimo las conquistas que se habían logrado en el continente como la Unasur, la CELAC, el MERCOSUR. Todo esto Macri lo derribó. Esto tiene que ver con la política de Estados Unidos que no permite ningún tipo de organización regional. No estamos en el mejor momento, pero tenemos que trabajar para cambiar esto, por eso se necesita la resistencia cultural.

«Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri me recibieron. Alberto Fernández, sí lo hizo», dice Pérez Esquivel.

 Volviendo a ese momento, hace cuarenta años, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo tomó la prensa que usted haya recibido este reconocimiento? ¿Recuerda alguna crítica?

Sí. Primero los medios decían que yo era paraguayo. Otros, que era brasilero. Pero ninguno decía que era argentino. El primero que lo dijo fue un periodista uruguayo. El maltrato de los medios de comunicación fue tremendo. No hubo un acompañamiento, al contrario. Estábamos bajo dictadura militar, había mucha censura, muchos periodistas desaparecidos. Fue un detonante muy fuerte donde se ponía en evidencia a escala mundial lo que estaba pasando en Argentina. Y eso ayudó también al fortalecimiento de los organismos de  derechos humanos. En uno de los primeros viajes que hice estaba Chicha Mariani —la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo—, quién me dio un dossier que yo le entregué al Papa Juan Pablo II en el Vaticano, explicándole la grave situación de secuestro y desaparición de niños en Argentina. Nosotros seguimos trabajando en todo momento y tratando de apoyar hasta la vuelta de la democracia, pero después cuando llegó la democracia tampoco me recibían. Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri. Así que todavía soy un marginal en mi país. En otros países puedo ver a los gobernantes, a los dirigentes políticos. Con Alberto Fernández me he encontrado y estamos apoyando la cuestión de la producción de alimentos, la soberanía alimentaria, la reforestación de los bosques nativos. En fin, seguimos trabajando y yo sigo en la Facultad de Ciencias Sociales, enseñando. La educación es importante. Para mi es importante generar conciencia crítica. Yo soy docente desde hace más de cincuenta años. El trabajo continúa y tratamos de que las nuevas generaciones tomen la posta, que son los que van a tener que seguir, porque la política de derechos humanos  desde su integridad va a continuar.