Dic 24, 2019 | Novedades

«La Barbie apareció en un momento en el que me sentía muy mal. Estaba en un trabajo que tenía que ser el laburo de mis sueños pero me subestimaban constantemente», recuerda Mileo.
“Si el futuro es feminista, el conocimiento deberá serlo, otra no queda”. La frase es de Agostina Mileo y pertenece a su primer libro, Que la ciencia te acompañe. A luchar por tus derechos, publicado por Editorial Debate. Con lenguaje directo y accesible, Mileo aporta allí datos científicos para pensar temas de la agenda feminista: aborto, orgasmos, menstruación, las dietas, las diferencias entre el cerebro masculino y femenino; y desarmar sus mitos asociados.
Agostina es licenciada en Ciencias Ambientales, máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental, y doctoranda en Historia y Epistemología de la Ciencia. Además, es editora en Economía Femini(s)ta y coordinadora general de MenstruAcción, una campaña que apunta a que menstruar deje de ser un factor de desigualdad económica y un estigma. Pero en las redes sociales, a Agostina se la conoce como la Barbie Científica, un personaje que creó para enfrentar los prejuicios de ser mujer en el ámbito científico y “ponerle glitter al bullying”.
¿Cómo surgió la Barbie Científica y el interés por pensar la ciencia en clave feminista?
No surgió todo al mismo tiempo. La Barbie apareció en un momento en el que me sentía muy mal. Estaba en un trabajo que tenía que ser el laburo de mis sueños pero me subestimaban constantemente. Tenía que ver con mi aspecto, como si ocuparse de la imagen fuera sinónimo de ser superficial, y más por mi especialidad. Ya había hecho el posgrado en comunicación científica y dentro del ambiente de la ciencia se veía que no me había dedicado a nada serio. Muchos profesionales de la ciencia tienden a pensar que no hay nadie mejor para comunicar las cosas que ellos mismos y que no requiere ningún tipo de habilidad especial más que el sentido común o una disposición natural como el carisma. Necesitaba hacer algo más propio que me incentivara, y buscando estrategias me di cuenta de que en muchos estudios aparece que la comunicación pública de la ciencia y los contenidos satisfacen una demanda preexistente, que la gente que ya considera que la ciencia es un tema de interés general, busca cosas y las encuentra, pero que no hay productos que capten nuevas audiencias. Por como venía siendo socavada mi autoestima se me ocurrió pensar en un personaje, veía que es un recurso que se utiliza mucho para chicos. La Barbie Científica permitía que piensen que me estoy riendo de mí misma pero, en realidad, me estoy riendo de la situación que atravesaba todos los días y lo que se pensaba de mí cuando ingresé a trabajar en comunicación pública de la ciencia. Fue mi manera de ponerlo sobre la mesa y también me divertía la exploración de esos aspectos. Estudié teatro y danza de chica y me divertía construir un personaje. El otro día encontré un fanzine que hicimos hace unos años con amigos, y tiene textos que son súper exploratorios del personaje. Se ve que le estaba buscando la voz a la Barbie y dice cosas tremendas, es como una revista Cosmopolitan pero científica, muy gracioso. Hoy no haría ese contenido porque los ánimos están muy caldeados y la ironía a veces no se entiende. La Barbie está más resguardada pero hay algo en el aspecto y en el lenguaje corporal en los videos que es irónico y con lo que me gusta jugar. Soy yo misma, no es un alter ego forzado, es un aspecto de mí y fue parte de un camino de la aceptación porque yo también pensé muchas veces que no soy lo suficientemente seria. Y no, no soy seria ni solemne pero no por eso soy menos rigurosa.
¿Y el feminismo?
En relación al tema feminista, si bien por un lado nos piden una conformidad asfixiante con un montón de normas respecto al aspecto, a la forma en la que nos presentamos a nosotras mismas, la conformidad respecto a la femineidad nos abruma y nos ahoga, y cuando se evidencia eso no gusta. Entonces es evidente que no leíste el último paper porque te estabas pintando las uñas. Eso siempre estuvo de fondo en la construcción del personaje, una sátira de esa cuestión. Pero soy conscientemente feminista desde el Ni Una Menos. Unos meses antes de la primera marcha empecé a trabajar en una empresa de copas menstruales, tenía que recabar evidencia clínica sobre la copa menstrual para que en entornos médicos se empezara a prescribir y cuando comencé esa investigación me di cuenta de algo que es obvio: si no tenés plata para comprar productos de gestión menstrual vas a faltar a la escuela o a tu trabajo, y eso me flasheó. Ahí empecé a pensar que tenía que hacer algo, que tenía que poner el cuerpo. Siempre milité, no en lugares partidarios, pero trabajé en barrios y en distintos proyectos. No era ajena al activismo pero en ese momento se juntó todo. Pensé que para hablar de eso también hacía falta difundir la perspectiva científica al respecto, sostener los argumentos, recabar datos, y ahí empezó ese camino.

«No puede ser que la menstruación condicione nuestro acceso a derechos», se queja La Barbie Científica.
En el libro hablás de que cuando te cae la ficha de que el machismo está en todos lados, después no podés dejar de verlo. ¿Vos ubicás ese momento como tu propia caída de ficha al respecto?
Sí. Fue una epifanía. No puede ser que la menstruación condicione nuestro acceso a derechos. Pero lo pienso como un camino, hay un recorrido en el que aparece un elemento. Yo exploro mucho con la cocina vegana y hay algo muy difícil que es el reemplazo del huevo en ciertas preparaciones. Es eso: encontrar un elemento ligante y que de repente la cosa tome forma, ya no son los ingredientes por separado. Hay una cuestión que a mí me pasa con el feminismo, la comunicación pública de la ciencia y el personaje de la Barbie que tiene que ver con cosas construidas durante tanto tiempo que de repente tienen un sentido común, y yo empecé a estar más incentivada y a darme cuenta de que esto es mi carrera.
¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?
No fue mía. Una vez vino el escritor Enzo Maqueira a un programa de radio que yo hacía y le había gustado el personaje y me dijo “¿por qué no escribís un libro?”. Me implantó esa idea pero lo dejé ahí. Y un día me llegó un mensaje de Facebook de mi editora, Ana Pérez, preguntándome si alguna vez había pensado en escribir un libro. Fui con una idea y ella me dijo “eso no”. Entonces le dije de hacer un compilado. Lo armé con material de varios años de trabajo, son temas que fui tratando desde distintos aspectos y noticias. Quería que fuera un libro corto, y que te quedaras con un panorama general de por dónde va la cosa. Porque no sé si a todo el mundo le interesa acceder a cierto nivel de detalle, primero, y me interesaba más poner en perspectiva dónde entra la ciencia en un colectivo feminista amplio, con demandas diversas, y con construcciones muy recientes en muchas personas, hay gente que recién se empieza a hacer preguntas, y me parece que está bueno poder acceder a información bastante digerida para poder incorporarlo a su propia perspectiva del feminismo. Y también para gente que está muy metida pero es un tema al que nunca accedió. Me parecía que tenía que ser para todo el mundo, independientemente del momento en el que estés respecto de tu feminismo. Hay muchos libros de comunicación científica pero, en general, están en el stand de autoayuda o en el de libros feministas. Eso para mí es tremendo. A mí me gustaría estar al lado de Manes. No en la vida, sólo en la vitrina. La idea era que fuera accesible y que cada capítulo te dejara una idea respecto del orgasmo, el aborto, y así. Tiene fuentes muy diversas, no son solo papers, hay charlas TED, videos, publicidades, hay capítulos de series. La idea es que podamos ir identificando estas cuestiones en los consumos culturales que tenemos porque si no tenés que ir a buscar esa información a lugares que son un poco inaccesibles a menos que seas del palo académico.

Barbie lanzó una campaña por la eliminación del IVA de los productos de gestión menstrual y su distribución gratuita.
Comentaste que el capítulo que tuvo mucha repercusión y te sorprendió es el dedicado a las dietas y la alimentación.
Era un capítulo que no era de mis favoritos y me lo nombraron mucho. Lo escribí, más que por afinidad con el tema, por una cuestión de responsabilidad. Es algo súper local, recontra dejado de lado por la salud pública. Se habla muy poco de la cantidad de trastornos alimenticios que hay en Argentina. Es particular y es superlativa. Siempre estamos peleando el segundo o tercer puesto a nivel mundial en casos de anorexia y bulimia. Es una sociedad especialmente obsesiva con las dietas y la delgadez. Si bien yo no lo abordo tanto, desde ese lugar sí hablo mucho de cómo la salud empezó a ser un valor moral para acceder a cánones estéticos. Nos siguen vendiendo lo mismo para los mismos fines pero con discursos reformados que en la superficie parecen ocultar otra cosa. Ese capítulo además tiene una crítica muy cruda a la manera de presentar resultados en la academia y la ciencia, que tiene que ver con ser ciegos a la clase. Eso también generó repercusiones. Muchas personas que militan estas cosas no suelen verlo en personas que se dedican a hablar de ciencia o a hacer ciencia. Digo que muchos estudios acerca de la conducta alimenticia se hacen asumiendo que los humanos cambiamos nuestro comportamiento porque tenemos una disponibilidad de alimentos infinita. Si bien es verdad para muchas personas, es una falta de respeto supina enunciar eso. Debería decirse “para tal porcentaje de la población existe esta realidad, entonces yo estudio desde este recorte”, pero no reconocer eso a mí me choca muchísimo.
En relación a eso, una de las ideas principales del libro es el cuestionamiento de la supuesta universalidad de la ciencia, la idea de que el sujeto neutral de la ciencia es en realidad el varón blanco heterosexual. ¿Qué podés decir acerca de la ceguera de género a la hora de armar los muestreos sobre los que se basan la mayoría de las investigaciones?
Es súper complejo. Se tienen que hacer recortes porque no se puede estudiar la realidad toda. Pero no se trata de criticar y señalar porque si no entrás en ese círculo en el que la ciencia es un discurso más y es lo mismo que la astrología. ¿Qué es esa equiparación? Hasta ahora, la ciencia ha sido la mejor manera de argumentar que hemos encontrado como humanidad, pero se puede perfeccionar. No sólo por razones que tengan que ver con la justicia social sino para hacer mejor ciencia. Y esa es la parte que mis colegas nunca toman. Siempre me dicen que está bueno lo que hago por corrección política y porque ya no se pueden decir ciertas cosas. Pero cuando yo señalo que una muestra no está bien hecho no lo toman. Cuando en el libro hablo del paper de los culos y las tetas, que fue defenestrado de mil maneras, a mi no me interesaba reproducir esas críticas, lo que digo es que las conclusiones no se desprenden del estudio. En los medios salieron a decir que las mujeres están gastando mal la guita porque se hacen más las tetas que el culo, y que a los hombres les gustan más los culos. Se asume que si nos hacemos una cirugía es para gustarles a los tipos, y no se hizo ninguna contraprueba para poder afirmar eso. Me parecía interesante decir que las conclusiones no se desprenden del experimento y criticarlo desde ese lugar. Lo que quería demostrar es que en nombre del machismo, y obviando las diferencias entre géneros, se termina haciendo mala ciencia.
¿Cuál es tu diagnóstico de la brecha de género en el ámbito científico hoy en la Argentina?
Hoy está todo muy difícil. Ante una emergencia, los reclamos feministas parecieran ser hasta mezquinos. Hoy también, de cara a las elecciones también se puede pensar que el aborto no es tan importante porque la gente se está muriendo de hambre y eso se escucha hasta de dirigentes políticas feministas. Más allá del diagnóstico que se puede leer acerca de la situación de las mujeres en ciencia, de la segregación vertical, la segregación por estereotipos, el no incentivo y demás, yo insisto mucho en la responsabilidad institucional. Hay herramientas e iniciativas que se propusieron y que ni siquiera son tan nuevas. La Unión Soviética fue pionera en la reincorporación y permanencia de mujeres en la carrera científica. Hay una responsabilidad institucional que muchas veces se disfraza de que como la cosa está mejor que antes, como hay una especie de camino que se está recorriendo, hay que esperar porque va a llegar de repente a la igualdad, y sólo habría que esperar que suceda. Pero también hay una resistencia machista que no hay que dejar de ver. Me parece muy importante visibilizar que son los varones científicos los que menos creen en la evidencia que se recaba acerca de la discriminación a las mujeres en los campos científicos. Así como hay algo cultural que atraviesa, tampoco podemos negar las interacciones particulares de ciertos sectores. El estereotipo de varón científico es bastante misógino. Si te dedicas a la ciencia es porque sos una ameba sexual, sos nerd y no sos atractivo para nadie.
¿Qué iniciativas concretas podrían implementarse para generar una reestructuración del lugar que ocupan las mujeres en la ciencia? Mencionabas el caso de la Unión Soviética.
En el caso de la Unión Soviética, por ejemplo, se trabajó sobre la maternidad. Se pusieron espacios de cuidado en los lugares de trabajo. En Conicet no existe la licencia por paternidad. La licencia por maternidad llegó 30 años después a becarios y becarias. Todo el tema de la planificación familiar es obvio y es transversal a todas las aéreas, pero en particular ha habido capacitaciones específicas para los referatos de los papers en temas de sesgos de género que han mostrado efectividad. Suele suceder que los papers de las mujeres están más tiempo en referato o vuelven con más correcciones. Otro tema que hay que enfrentar es el acoso sexual. Hay ingenierías donde la matrícula de mujeres es del 3%. También se habla mucho de la informática que es un área en el que el número de mujeres decreció. Era una carrera femenina en su momento porque se asociaba a tareas de secretaria. Hoy se dice que se necesitan más mujeres en tecnología pero andá a sentarte a un aula con un 95% de tipos. O con profesores que son todos chabones. Más allá de cómo hacemos para llegar a querer estudiar esas cuestiones, cuando llegamos el clima es sumamente hostil. Tiene que haber protocolos explícitos de acoso sexual y sanciones, te tienen que asegurar que vas a estar cómoda. El tema del acoso sexual en ciencia todavía es un tabú y no se ha destapado como en otros ámbitos.
Más allá de la falta de estímulo, en el libro te referís a la persistencia, como factor cultural, de la asociación de la capacidad intelectual con lo masculino.
Hay características innatas que se asignan según el sexo. Y es terrible pensar que hay características innatas que te hacen más apto para ejercer una carrera científica o no, y eso aleja a la gente en general de la ciencia. Está el estereotipo de que hay que ser especialmente inteligente o brillante para ser científico o científica, y eso es bastante expulsivo. Nadie es abogado para ser Ally McBeal, pero si querés ser científico es porque querés ser Einstein. No hay una idea del quehacer científico más allá de esa espectacularidad. Hoy la ciencia no sólo es expulsiva para mujeres, es para la gente en general. Te formas un montón de años en una situación de trabajo precario e informal que es la situación actual de becarios y becarias, y después no entrás a carrera. Y si entrás, los sueldos son bajísimos. Hay un sesgo de clase fuerte. Tenés que poder costearte la dedicación a la ciencia, tenés que poder no trabajar o hacerlo poco durante la mayor parte de la carrera. Está la idea de que tenés que hacerlo por vocación, porque querés ayudar a la humanidad y eso no tiene nada de atractivo como laburo. Ahí hay un problema grave. El primer problema es cómo consideramos que hay que ser para hacer ciencia y eso está generizado y sexualizado. A las mujeres no se nos considera inteligentes, ni objetivas, ni pragmáticas, y se piensa que hay un montón de cosas de nosotras que son contraproducentes con respecto a la labor científica, como ser muy emocionales.
Otro punto fuerte del libro es el abordaje de la menstruación como factor de desigualdad, ¿Cómo surgió la campaña MenstruAcción?
Yo venía trabajando en el tema, y en el primer Paro Internacional de Mujeres vi que dentro de las consignas, el tema de la menstruación ligado a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos no aparecía. Lo comentamos con las compañeras de Economía Femini(s)ta, especialmente con Mercedes D’Alessandro, y yo dije de hacer una colecta y ella me decía que teníamos que hacer también un reclamo. Finalmente lanzamos la campaña con tres peticiones: la eliminación del IVA de los productos de gestión menstrual, la distribución gratuita, y la investigación y datos. Tuvo una recepción que no nos esperábamos. Seguimos trabajando para que los proyectos no estén cajoneados. El 28 de mayo es el Día de la Salud Menstrual y vamos a lanzar un nuevo proyecto que trata de intervenir sobre la ESI. El tema todavía se está tratando desde un lugar bastante tradicional dentro de los materiales vanguardistas de la ley. Nosotras militamos fuerte por su aplicación, así que este año vamos a ir por ese lado. También estamos terminando de actualizar los datos del costo de menstruar, lo veníamos haciendo con herramientas más rudimentarias y este año nos pusimos las pilas con la metodología para poder hacer una estimación más precisa. Es una campaña que nos da muchísima satisfacción. La red es súper amplia, es una campaña abierta para que la aplique quien quiera, y en todo el país hay grupos que han hecho trabajos fantásticos.
La importancia de darle visibilidad a un tema que sigue siendo tabú
Es un tema tabú incluso dentro del feminismo. Hemos tenido más tracción en grandes medios y mucha respuesta en el Poder Legislativo que dentro de las organizaciones del feminismo. Eso no está bien ni mal, pero las organizaciones que han respondido son las que trabajan directamente con personas vulneradas. El trabajo diario es ir tendiendo redes entre las personas que se acercan, más que centralizar en nosotras la información.
¿Cuáles son a tu criterio las prioridades y expectativas en relación de los temas de agenda feminista para este año?
Espero que se vote de nuevo el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Si bien tenemos un movimiento fragmentado, con demandas distintas, creo que hoy hay dos consignas que realmente nos aúnan. Una es el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito, y otro es el acceso efectivo a la justicia en temas de violencia de género. Son dos grandes deudas pendientes y es en lo que yo me concentraría. Muchas veces se hace hincapié en los desacuerdos que tenemos entre nosotras, que no está mal, pero terminamos teniendo consignas con puntos contradictorios por un afán de incluir a todas las voces, y en realidad tal vez incluir todas las voces sea tomar dos consignas con las que estamos todas de acuerdo. Creo que el feminismo siempre tiene que estar más del lado de un movimiento de presión y construcción popular, que no tiene que estar dentro de la lógica electoral. Las elecciones ocurren y las feministas votamos pero me parece que por respeto a la heterogeneidad del movimiento y para aprovechar la fuerza que tiene, estando tan atrasadas en reclamos básicos, sería más productivo concentrarnos en lograr pisos de derechos. Creo que las consignas del aborto y del Ni Una Menos, en tanto acceso a la justicia para las víctimas de violencia de género, son cosas que tenemos aprovechar para demostrar que hay un movimiento muy fuerte y con capacidad de mover la aguja.
Dic 23, 2019 | Novedades, Trabajo

Miles de personas se encontraron en el Club Ferrocarril Oeste, el 21 de diciembre, para festejar el nacimiento de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). Referentes de diferentes organizaciones populares, sindicales y políticas se hicieron presentes para acompañar la creación del sindicato.
La UTEP nació de la materialización de cuatro años de resistencia a las medidas neoliberales. Surgió como una herramienta gremial, con el objetivo de permitir la participación de este sector específico en la construcción de políticas públicas.
“Durante 4 años nos dedicamos a limar asperezas -cuenta Dina Sánchez, del Frente Popular Darío Santillán-. En aquel diciembre del 2015, sabíamos que nos venía lo peor y que la unión de todo el movimiento de las organizaciones populares era el único frente posible”.
La creación formal de este sindicato único es un paso más en la legitimación de las nuevas formas de trabajo autogestionado, producto de la incapacidad del sistema económico y social imperante, que no garantiza las condiciones mínimas en la reproducción de la vida. Una gran masa de trabajadores desplazados hacia la nada, se ha organizado para resistir a un capitalismo, cada vez más concentrado y tecnologizado.

En la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) confluyen organizaciones que se conformaron a medida que se intensificaban las políticas neoliberales, durante los 90, que llevaron a la profunda crisis desatada en el 2001. Cada una de estas organizaciones buscaron su denominación, según se constituían con su propia identidad.
El ahora diputado nacional Juan Carlos Alderete, coordinador de la CCC (Corriente Clasista y Combativa), continúa la línea de pensamiento de Dina Sánchez: “Había que darle contenido político y una salida a los trabajadores que habían perdido todo derecho. La unión de la izquierda con el peronismo, es una realidad, por la unidad de los trabajadores. No podíamos ser tan necios de no unirnos”.
Esteban “Gringo” Castro, Secretario General de la UTEP habló con ANCCOM:“Hoy vivimos una muestra de unidad bajo una personería gremial de todos los movimientos sociales, es un paso gigantesco. Esto es la ‘gremialidad’ de los barrios, de la calle, de algunas unidades productivas, de un vasto sector del campo, que tiene poco campo, pero que produce mucho mejor, alimenta, mucho mejor. Esto no es un apoyo asistencial, ponemos el eje en el trabajo”.
Castro continúo: “Somos trabajadores de una nueva construcción del trabajo, que conlleva el proceso de incorporar nuevas formas de plantearse el trabajo. Casi todos nuestros compañeros están trabajando. Lo que no tienen es derechos. Esto implica un debate muy profundo”.
Hacia el 2011, nacía la CTEP, una Confederación de Trabajadores de alcance nacional, integrada por organizaciones como ‘Patria Grande’, ‘La Dignidad’, el ‘Movimiento de Trabajadores Excluidos’ (MTE), ‘La Darío Santillán’, la ‘Corriente Clasista y Combativa’ (CCC) y el ‘Movimiento Nacional Campesino Indígena’, entre otros.

ANCCOM dialogó con Rafael Klejzer, referente del Movimiento Popular ‘La Dignidad’: «Nosotros –dice- adscribimos a una corriente ideológica que nos parece mucho más importante: la realidad».
¿Cómo explicarían la creación del Sindicato de Trabajadores de la Economía Popular?
R.K.: Es un sindicato de trabajadores, una representación gremial y como tal tiene que ver con la dinámica y con la etapa histórica que se vive. El sindicato, como lo conocemos hoy, no es el mismo que planteaban los anarquistas panaderos en 1870, no es el que se planteaban los trabajadores estatales en 1920, ni el de los mecánicos en 1970. Los trabajadores de la economía popular se plantean otra cosa. Las representaciones sindicales tienen que ver con la realidad que viven los trabajadores en un momento histórico. Primero aparece la representación y después, los marcos legales que dan legalidad a ese sindicato. Nuestro sindicato estuvo diez años peleando, cinco años luchando por una legalidad. En 2015 nos dieron una representación muy informal, dentro de lo que es la ley de asociaciones sindicales y recién ahora está tomando forma la inscripción.
¿Cómo sería la relación con el Estado?
RK: Es un problema ideológico: si sos una cadena de transmisión de las políticas del Estado a los trabajadores o si representás los intereses de los trabajadores frente al Estado. Son dos formas de ver el mundo. Nosotros adscribimos a que somos los representantes de los trabajadores, para cualquiera, nos plantamos con autonomía y con independencia política.
¿La economía popular es considerada para el Estado como una economía del ‘pobrerío’?
RK: Nosotros somos trabajadores sin patrón, pero nuestros derechos nacen de políticas públicas estatales, así que hay que ir a discutir ahí. La economía popular, no es una economía del pobrerío, ni de la subsistencia, sino que es una alternativa a la economía de mercado que no puede resolver la reproducción de la vida.
¿Y cuál tiene que ser el rol del Estado?
– Si vos tenés un Estado represivo, como el de la Ciudad de Buenos Aires, donde no quieren el trabajo en la vía pública, es imposible que se generen puestos de trabajo. Si nosotros podemos discutir con el Estado, regularizar empleo, trabajo en la vía pública, tiene un impacto de 20.000 o 25.000 trabajadores nuevos. Es muy importante el rol del Estado. Si vos tenés un Estado que no regula nada, el lobo se come a la oveja.
¿Se disputa el territorio, la calle, como un mercado de oferta y demanda?
RK: Generalmente las sociedades han realizado su intercambio en los espacios públicos. Tiene que tener una función social el espacio público, que es un lugar de encuentro y de intercambio, en la medida en que uno ocupe el espacio público va a haber una mayor seguridad, intercambio y mayor solidaridad. Y otra cosa, con respecto al territorio, la economía popular, a diferencia de la economía de mercado, tiene un desarrollo extensivo, federal.
A: ¿De red?
RK: Exacto y es muy poroso en la comunidad, es decir, que si vos generás a través de la economía popular y las cooperativas o los consorcios de trabajadores, laburo, tiene un alto impacto en la propia comunidad, porque lo que gana ese laburante lo consume en el territorio. No hay fuga de divisas, no cambia dólares, sino que lo gasta en la comunidad, eso genera un movimiento importante.

Dic 19, 2019 | Novedades

El Conurbano de la Provincia de Buenos Aires es un lugar donde conviven más de once millones de personas. Además de la gran cantidad de población a esta zona se le suman los dos dígitos de desocupación, los problemas en el sector educativo y la cobertura pública de salud en muchos casos colapsada. Distintos especialistas analizan la región e indican qué líneas deberían seguirse.
Una de las primeras problemáticas que aparecen al mencionar al Conurbano es la pobreza, que llega a más de un tercio de la población en ese territorio. Según un estudio de la investigadora Alejandra Beccaria, que pertenece al Observatorio del Conurbano Bonaerense de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), “actualmente, la población que reside en el Conurbano Bonaerense es de poco más 11.800.000 de personas. Aproximadamente cuatro millones de esas personas son pobres, es decir, residen en hogares cuyos ingresos totales no alcanzan a cubrir los alimentos y servicios básicos. Esta población, equivale a un 34,1% de la población total del Conurbano”. A estos números deben sumarse otros datos como los de la de la indigencia, que llega a un total del 7%, lo que equivale a 834.850 personas.
El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA menciona que “la falta de trabajo formal y el incremento del desempleo de larga duración, que a su vez impactan negativamente sobre otras dimensiones, constituyen los principales motivos que explican la permanencia o incluso el incremento en los niveles de pobreza estructural”. Los datos de pobreza no solo son en carácter económico y monetario; el Conurbano además presenta limitaciones en otras áreas y ello conlleva a que todo sea un problema estructural.
“El Conurbano bonaerense es un territorio complejo en el que viven más de diez millones de habitantes y que sufre desde hace varias décadas importantes procesos de estratificación y segregación. Las diferencias en la dotación de servicios de saneamiento (agua potable y cloacas), el acceso a transporte y pavimentos, los déficits en materia de vivienda, las desiguales credenciales educativas de las personas, el crecimiento de la precarización laboral y las dificultades para acceder a los servicios sociales universales (salud y educación) son fenómenos que configuran territorios muy desiguales en los que se reproduce, en condiciones cada vez más degradadas, la (ya consolidada) jerarquía urbana, social y cultural”, describe Magdalena Chiara, directora académica de la Diplomatura en Gestión de las Políticas de Salud en el Territorio de la UNGS.
«De la mano de la desigualdad en los ingresos y de las diferentes formas de inserción en el mundo del trabajo -agrega-, la fragmentación se expresa en las brechas que existen entre municipios en relación a la población que cuenta con una cobertura adicional a la provista por el Estado y que persisten a pesar de las mejoras que se constatan respecto del año 2001.” Por ejemplo, en la zona oeste el partido de Moreno hay una población de casi 500 mil habitantes, y para cumplir con la demanda de atención solo cuenta con un hospital y con pequeñas unidades sanitarias. En cambio, su localidad vecina de Merlo cuenta con una población similar y con cuatro hospitales. Para Chiara “estas desigualdades entre territorios derivan (directa o indirectamente) en la probabilidad que tienen sus poblaciones de enfermar y morir”.
Chiara explica qué debería priorizarse en esta coyuntura: “Es necesario asumir que el sector franquea una crisis profunda y que en algunos servicios está atravesando situaciones de emergencia. Todo está pendiendo de un hilo, especialmente en aquellas organizaciones que atienden a los más débiles. Es imprescindible fortalecer el primer nivel de atención a través de los programas verticales regulares y continuar con la mejora de la infraestructura de los centros de salud”
La salud pública no fue el único sector que estuvo descuidado en los últimos tiempos. La población en edad escolar suele quedar más vulnerable a las desprotecciones. “Problemáticas hay varias, están las que son en el aprendizaje y están las otras que atraviesan el aprendizaje: lo social debe ser un sector prioritario. En escuelas donde la pobreza atraviesa la vida cotidiana de los nenes y las nenas, el trabajo social es muy difícil dejarlo de lado. La escuela es el lugar donde muchos de nuestros alumnos y alumnas están mejor. Es el lugar donde no penetra la violencia tanto como se cree, la violencia esta fuera, la escuela es uno de los lugares donde mis alumnos y alumnas se sienten más seguros. Una de las problemáticas es la violencia que viven en sus casas y que solo se pueden entender contextualizándolas”, cuenta María Fernanda Berti, maestra de grado en la localidad de Ingeniero Budge, trabajadora etnográfica y coautora junto a Javier Auyero del libro Violencia en los márgenes: Una maestra y un sociólogo en el conurbano bonaerense
“Otra problemática es la pobreza, me duele todavía que la gran mayoría de mis alumnos no tenga una cama, que la tenga que compartir. También la comida, se come en la escuela porque a la noche toman un té, agrega Berti. Respecto del hambre, la docente e investigadora señala: “La escuela garantiza esta comida como puede. Se han achicado, sobre todo este último año, los cupos para comedor. Esto es algo que está muy presente. A esto se le suma que el material didáctico desde el Estado Nacional fue nulo, y lo poco que mandaban por ejemplo libros eran de muy baja calidad”.
La situación actual del Conurbano bonaerense es por demás compleja con varias áreas que necesitan atención inmediata. Además, se deben priorizar a los sectores más vulnerables y desprotegidos que son aquellos que más sufren la desidia del Estado. Los niños, niñas y adolescentes, las personas que han quedado desempleados y aquellos que dependen de los servicios públicos de salud son los que deben estar en primera fila para las respuestas que deban dar los gobernantes.
Dic 12, 2019 | Novedades, Vidas políticas

“Han convencido a la sociedad de que hay un estado natural de las cosas, donde el que intente romperlo es el divisionista.»
Ayer el expresidente de Ecuador, Rafael Vicente Correa Delgado -más conocido como Rafael Correa- brindó una clase magistral en la Facultad de Ciencias Sociales sobre la situación actual latinoamericana y su comprensión histórica. Se dirigió siempre a los “queridos jóvenes”, dijo pertenecer a la academia y narró la importancia de reflexionar sobre el contexto que nos convoca.
Con algunas dificultades debido a la falla eléctrica que dejó sin luz a buena parte de Constitución y otros barrios -y puso en duda la realización del evento-, finalmente inició el acto alrededor de las 18.30 en el auditorio de la Facultad. Correa entró por uno de los pasillos caminando a pasos largos y veloces con sus acompañantes y el público dio uno de los aplausos más fuertes de toda la jornada.
El panel lo conformaban el exmandatario, la decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Carolina Mera, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien ingresó al auditorio con una careta de Lula cubriéndole el rostro. Pronto todo el salón lo ovacionó y comenzó a gritar: “Lula libre”. El evento se desarrolló en el marco de la cátedra que preside Pérez Esquivel, Cultura para la Paz y Derechos Humanos.

“Según el ingreso por habitante, Latinoamérica es la clase media mundial pero es la región más desigual del planeta.»
Correa se encuentra actualmente exiliado en Bélgica y no vuelve a su país debido a que tiene una orden de captura preventiva y cerca de 30 procesos judiciales iniciados en su contra por acusaciones de corrupción, asociación ilícita y tráfico de influencias. “Más que los de el Chapo Guzmán y Al Capone juntos”, dijo el ex mandatario entre risas, con la complicidad del público. Cuando se había instalado en Europa, en un primer momento por propia voluntad, como un retiro de la política, su idea era volver a la academia y escribir sobre los problemas de desarrollo en Latinoamérica. En este tema se basó su intervención principal y remarcó la importancia del enfoque histórico. “¿Por qué en un mismo continente la América del Norte se desarrolló y la del Sur no? ¿Por qué en una misma isla o península observamos fuertes contrastes de desarrollo? ¿Por qué países que fueron relativamente ricos en el pasado hoy son pobres y viceversa? la mayor maestra para entenderlo es la Historia”, así inició su charla el expresidente.
“Desde la colonización se impusieron en América Latina tremendas jerarquías sociales basadas no en méritos o capacidad sino en el abolengo”, explicó al público expectante. Y enseguida se trasladó a la situación actual del subcontinente: “En función del ingreso por habitante, Latinoamérica puede ser considerada la clase media mundial pero también es la región más desigual del planeta. La pobreza no es fruto de la escasez de recursos sino de la exclusión producida por sistemas económicos y estructuras de poder donde históricamente unos pocos dominan a muchos”. Y continuó: “Las élites siempre han dominado los factores reales como el económico, mediático, político y hasta religioso. Esto es lo que René Zavaleta, político, sociólogo y filósofo boliviano denominó ‘Estados aparentes’: representan no el bien común sino los intereses de quienes lo controlan”.
También habló sobre el rol crucial de los grandes medios de comunicación. “Para controlar gobiernos, el mejor instrumento de las élites es la prensa -dice Correa-. Esta es la encargada de imponer lo que Gramsci llamó la cultura hegemónica, es decir, la trasmisión de valores y creencias que sostienen el pacto de dominación. Esa prensa cumplirá también el rol de demonizar cualquier intento de romper este pacto, con falaces argumentos como ‘evitar el odio de clases’, ‘mantener la unidad del país’ o ‘buscar la paz’. Sin duda la prensa se ha convertido en la mayor protectora del status quo y es el nuevo opio de los pueblos».

«En 2015 comenzó esa restauración conservadora pero en 2019 inició su sepultura con el triunfo de Alberto y Cristina.»
En cuanto a la cuestión mediática y judicial, profundizó el caso de Evo Morales, forzado a renunciar como presidente de Bolivia por un golpe de Estado, y exiliado en Argentina, luego de haber pasado temporalmente por Cuba y de haber estado un mes con asilo en México: “Han convencido a la sociedad de que hay una suerte de estado natural de las cosas, donde el que intente romperlo es el divisionista y confrontador. A Evo no lo persiguen por indio, en eso no coincido con él. Por supuesto que existe el racismo, pero si se hubiera sometido a las élites bolivianas sería el indio bueno. La élite boliviana jamás lo dejaría entrar en su casa, por supuesto, pero lo apoyaría si hubiese sido funcional al sistema. A Evo lo persiguen por querer romper el pacto de dominación que por siglos ha mantenido en la exclusión a las grandes mayorías bolivianas».
Con respecto a la asunción de Alberto Fernández como presidente y Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta, el ex mandatario dijo: «Ojalá ustedes hagan extensivo esta felicitación al pueblo argentino por la alegría que nos ha dado con este cambio de rumbo, por retomar las sendas del progreso. En 2015 comenzó esa restauración conservadora pero en 2019 inició la sepultura de esa restauración conservadora con el maravilloso triunfo en una vuelta de Alberto y Cristina.» Al término de esta frase, algunos se pusieron de pie y el público al unísono comenzó a cantar: «Alberto presidenta (sic)».
Debido a la creación reciente de Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad por parte del nuevo gobierno argentino, y a razón de algunos comentarios controversiales de Correa sobre el feminismo, ANCCOM le preguntó sobre su posición frente al movimiento de mujeres en Latinoamérica. «Hay que definir qué es ser feminista. Si es estar a favor del aborto tendré que decir que no soy feminista. Si es buscar la igualdad de derechos, acabar con la opresión de las mujeres, cambiar esta cultura machista, los femicidios, entonces soy feminista. De hecho, tenemos una de las constituciones más progresistas en términos de equidad de género. Sin embargo creo que nos equivocamos estratégicamente: hay tantas cosas para pensar -pobreza generalizada, exclusión, etcétera- que empezar con lo conflictivo es erróneo».
Hacia el cierre de la jornada, el expresidente de Ecuador dio un última reflexión a su audiencia: «La democracia se vuelve crucial para el desarrollo, pero no las democracias de papel que ha tenido nuestra América, sino esa democracia que Álvaro García Linera denominó la democracia plebeya: la que le dio el poder a aquellos sin abolengo, a las mujeres de pollera en Bolivia, a las grandes mayorías. Eso es lo que formó de forma temporal Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo en Bolivia, el kirchnerismo en Argentina y la Revolución Ciudadana en Ecuador».

Dic 12, 2019 | Culturas, Novedades

El Microteatro nació en 2009, en España, y llegó a Buenos Aires en 2017 de la mano de Pablo Bossi.
Hay un galpón en Serrano y Avenida Córdoba donde los límites entre Palermo y Villa Crespo se hacen difusos. Una estética minimalista en blanco y negro, banquetas sin respaldo pero con mesas altas, papas fritas y cerveza tirada se esconden en una zona que tiende a lo residencial. En la entrada, un cartel luminoso anuncia “microteatro” y un par de plantas dan la bienvenida. Pasando el pasillo, el recorrido se ensancha con una barra y un bar que cerca de las nueve de la noche estará lleno. Microteatro es la marca registrada que convirtió al teatro breve en la tendencia de la clase media porteña. Si bien surgieron alternativas con un formato similar en los circuitos independiente y comercial, este es el único que sostiene su éxito tras dos años en cartelera y, actualmente, funciona de martes a domingo para todos aquellos que estén dispuestos a vivir la experiencia.
Comenzó en España, en noviembre de 2009, a partir de la idea de Miguel Alcantud, un director de cine ibérico. En las 13 habitaciones de un prostíbulo abandonado se presentaron 13 grupos de teatro independiente con obras que duraban entre 10 y 15 minutos. Dado lo reducido del espacio escénico, el público no debía sobrepasar de las diez personas. Actuaban tantas veces como espectadores hubiera y con una temática común para todos los elencos: la prostitución, bajo el título “Por dinero”. Sin mayor inversión que una propuesta innovadora y difusión por redes sociales, el formato fue un éxito, llegando a presentar hasta 20 funciones por día de la misma obra.

Actualmente se representan cuatro funciones diarias de cada obra.
Microteatro se instaló en Buenos Aires en agosto de 2017 de la mano de Pablo Bossi y Julieta Novarro. Ocho años después de sus inicios, el formato arribó al país ya perfeccionado y con impronta comercial. “Es bastante rígido: su éxito tiene que ver, en parte, con un mecanismo de relojería” dice Lucas Lagré, docente en la Universidad Nacional de Artes (UNA) que ha formado parte de Microteatro como director, dramaturgo y actor, en distintas ocasiones. Y agrega: “Es bastante cansador. Estás muchas horas, repetís la obra varias veces, después te quedás a tomar algo. Es mucha demanda.”
Las funciones comienzan puntuales, duran un máximo de 15 minutos y cada cinco hay otra. Actualmente se hacen cuatro funciones por noche de cada obra, pero antes eran más. “Cuando recién abrió Microteatro, era de miércoles a domingo, seis funciones por día. Se hacía imposible”, comenta Mayra Homar, que tiene un record no oficial por ser la actriz argentina con más obras presentadas en este formato. “Mayra es el emblema de Microteatro”, bromea Paula Broner, su compañera de escena en INADI, Buenas Tardes, una de las obras del circuito que se dio bajo la temática “Por los pecados”.
Actualmente, el formato se divide en tres sesiones. La sesión Central va de miércoles a sábados, con seis obras, de cuatro funciones cada una. Desde las 20.30 hasta, aproximadamente, 22.30. La sesión Golfa está los mismos días que la Central en el horario posterior, para los trasnochados. Se llama así para continuar con el campo semántico prostibulario. El logo también acompaña: figuras sencillas delinean una bombacha y una mano. Y los Micromartes domingueros, como su nombre lo indica, van los martes y domingos. En general, estos días prueban artistas nuevos, que todavía no han pasado por el circuito. “La repetición de figuras tiene que ver con que ponen 30 obras por mes y las programadoras tratan de asegurarse que funcione con gente que le fue bien en el formato”, dice Lagré.

“Para el que no es teatrero, la salida es copada. Da tema de conversación y las obras son cortitas», dice Broner.
El sistema es como un teatro on-demand: el público llega, mira las alternativas en cartelera y paga por lo que desea ver, muchas veces con sugerencias de quien se encarga de boletería. Luego, aguardan en el bar, donde una pantalla anuncia cuánto falta para las próximas funciones. Cuando queda apenas un minuto para algún comienzo, una voz apura por altoparlante. Entre el alcohol, los grupos de amigos y el recambio de público cada cinco minutos, el bullicio es grande. “Para el que no es teatrero es una salida muy copada. Tenés tema de conversación y las obras son cortitas. La gente que no está habituada al teatro tiene miedo de ensartarse con una obra de una hora. Acá ese miedo no está. 15 minutos se pasan rápido.”, comenta Broner.
“Uno de los problemas más importantes del teatro es el tiempo, porque hay que mantener entretenido al espectador. La gente sale, se toma una cerveza, come algo, se encuentra con alguien. El teatro es una manera de que ese momento sea más nutrido y tengan cosas para hablar: da imágenes, sensaciones, cosas que una salida común no tiene.” Dice Bernardo Cappa, director y dramaturgo del teatro independiente porteño, que también participa en el circuito de Microteatro. Y agrega: “Nosotros nos hacemos cargo de la convención del vínculo: no vas a hacer sufrir a la gente que salió a divertirse. Hay otros lugares donde el teatro propone otro tipo de reflexiones y poéticas. En Microteatro el acuerdo es divertirse.”
En contraste con el amplio sector del bar, el camino a las salas es más íntimo. La estructura del teatro sostiene sus orígenes prostibularios con cortinas, luces bajas y habitaciones pequeñas. Los acomodadores guían el recorrido que no es difícil pero con el alcohol y la oscuridad puede volverse confuso.

A medida que avanza la noche, varía el público. A las primeras funciones va gente mayor y a las últimas, jóvenes.
El público de Microteatro es muy variado: primeras citas, grupos de jóvenes, after office, reencuentros de 20 años de egresados. “Hay que estar muy despierto porque el público va cambiando a lo largo de la noche: el de más temprano es de mayor edad, el de muy tarde es mas juvenil; y pasa algo con el alcohol. El de las 3 AM está mucho más borracho que el de las 8 PM. Y como actor tenés que estar muy despierto para percibir eso. Alguien de 60 años sobrio no se ríe de lo mismo que alguien de 20 borracho”, opina Lucas Lagre, que se presentó en dos ocasiones como actor en el formato. “Hay un prejuicio de que se le roba público al teatro independiente que me parece que es falso. Si le estás robando público a alguien en todo caso es al comercial. Hay gente que ya no puede pagar, por la situación económica, una entrada de mil pesos”, agrega.
Respecto a la audiencia que acude al circuito, Bernardo Cappa comenta: “Es gente que no acostumbra a ir al teatro independiente, con una ingenuidad que está buena. De todas formas, es un público demandante. Si no les gusta, se quejan. Es gente acostumbrada a que si pagan, disfrutan. Un público burgués que tiende a pensar que, como labura, a cambio se merece un gusto.” Sin embargo, el dramaturgo no se queda solo con eso: “Pero también hay humanidad en esa gente, se puede establecer un vínculo. Son personas que, de última, fueron al teatro y eso está bueno siempre. El teatro necesita de la gente. Justo en esta época donde las redes tienden a generar encuentros ilusorios, el teatro es un lugar de encuentro concreto. Propone encuentros respetuosos donde nos aceptamos como somos, con nuestras limitaciones y miedos; frente a las redes donde uno puede poner lo que quiere y parece que opina. Microteatro es noble porque propone ese tipo de encuentros.”