Jul 3, 2019 | Novedades, Trabajo
El pasado sábado 22 de junio, un hito histórico podría haber tenido lugar: tras 16 años, el Hotel Bauen tenía previsto reabrir las puertas de su sala de teatro con la presentación de la obra Yo, Feuerbarch, protagonizada por Manuel Callau y Francisco González Gil. Sin embargo, a horas del estreno, volvió a ser acorralado por la amenaza de desalojo. Este viernes vencerá el plazo que el Juzgado Nacional Comercial N° 9 le otorgó para llegar a un acuerdo con la empresa Mercoteles, que reclama la propiedad del inmueble. “Es una situación muy compleja e incierta”, revela Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa de trabajadores que gestiona el hotel.
Desde hace 15 años, el Bauen atraviesa una conflictiva situación. Luego de la quiebra declarada en el 2001, el emblemático edificio ubicado en la Avenida Callao fue recuperado por sus trabajadores, pero el litigio con los anteriores dueños nunca logró resolverse. Hasta el día de hoy, el espacio funciona de manera autogestiva como una coordinación de cooperativas: allí se albergan la redacción de las revistas Cítrica y La Garganta Poderosa, el colectivo teatral El Descubridor y un almacén del Movimiento Popular La Dignidad. Junto con la del hotel, estas cinco organizaciones suman 200 personas a cargo de distintas tareas.
Luego de reiterados pasos por la Cámara de Apelaciones y por la Corte Suprema, en el 2016 se logró sancionar la ley 27.344, la cual establecía la expropiación del establecimiento a favor de la cooperativa. La medida podría haber solucionado la situación, pero a fines de ese año el presidente Mauricio Macri decidió vetarla mediante el Decreto 1302/2016. “Eso retrotrajo la causa judicial nuevamente a foja cero, y nos volvió a dejar en situación de desalojo”, recuerda Tonarelli.
Si bien hubo nuevos intentos para revertir este panorama, la Corte rechazó el último recurso extraordinario que se presentó en diciembre del año pasado, por lo cual la propiedad y el empleo de los trabajadores están en peligro. La semana pasada, la jueza María Paula Hualde los convocó a una audiencia para comunicarle que, en el lapso de siete días hábiles, debían intentar llegar a un acuerdo con la vieja patronal. Esto implicaría que la cooperativa abandone el edificio a cambio de un resarcimiento económico. “Ellos tendrían que pagarnos una suma millonaria que no están dispuestos a ofrecer, por lo cual va a ser prácticamente imposible”, aclara el vicepresidente.
Una vez finalizado el plazo, que vence las primeras dos horas de este viernes 5, se podrá proceder al desalojo mediante una notificación previa, pero no está claro cuál será el camino a seguir: “A ciencia cierta, nadie sabe qué haría la jueza una vez que se venza este plazo; si nos daría 48 horas, si esperaría a que pasen las elecciones para ver el panorama general –dice Tonarelli-. Veremos cómo reacciona el juzgado”.
Por lo pronto, desde la gestión actual del Bauen se presentó una petición en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, explicando que el veto de Macri cercena el derecho al trabajo de quienes ponen el cuerpo e invierten en el hotel hace más de una década. Además, presentaron un nuevo proyecto de ley en el Congreso, “un calco de aquél que se aprobó en 2016”, señala Tonarelli, pero al ser este un año electoral, la coyuntura nacional no los favorece.
Frente a la tensión y la incertidumbre, los trabajadores también lanzaron una campaña en sus redes sociales, “Todxs por el BAUEN”, que busca visibilizar la situación actual para masificar el apoyo. En uno de los videos institucionales publicados, la presidenta Eva Lossada arenga a sus compañeros y al resto de la población a seguir defendiendo la propiedad del inmueble: “Es una gran familia esto de las cooperativas. Si nosotros no nos sostenemos, no nos sostiene nada, entonces tenemos que seguir adelante y luchar por esto que es algo digno. Como se dice, ‘lucha, cultura y trabajo’”.

Jul 3, 2019 | Comunidad, Novedades

La tradición de la quema de las miserias comenzó en la Antigua Roma y llega a nuestros días.
El domingo 30, el portón del ex centro clandestino de detención y exterminio El Olimpo, sobre Lacarra y Ramón Falcón, estaba abierto de par en par, con un fantoche, en forma de mundo, desparramado sobre un camión en la calle. Era una tarde fría de invierno y se escuchaban de fondo un grupo de sikus andinos. Mientras tanto, desfilaban, como descosidos, unos zancudos de trajes violeta y blanco, con sus caras pintadas al tono, parecían formar parte de un carnaval veneciano. Unas brujas afinaban el tono de sus carcajadas. Acompañaban el recorrido que tenía como destino final el Parque Avellaneda, donde un rato más tarde arderá la fogata de San Pedro y San Pablo. Decenas de payasos iban y venían con papelitos y lapiceras, listos para anotar las diferentes miserias que los vecinos exigían tirar a la hoguera.
¿Sincretismo ancestral? ¿Religiosidad? ¿Qué más da? Los orígenes de esta fiesta popular se remontan a la Antigua Roma, siguió con la llegada del cristianismo -donde adquirió su vinculación con los santos-, atravesó la Edad Media y llegó hasta el siglo XX en forma de fogata. Sobre las costas del Río de la Plata, el rito se registró en un tango, “San Pedro y San Pablo”, versionado en 1959 por Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche: “Los purretes trajeron la madera, tablones, sillas rotas y un cajón”, cantaba El Polaco.

La procesión comenzó en el ex centro clandestino de detención El Olimpo y terminó en Parque Avellaneda.
Héctor Alvarellos, director del teatro comunitario La Runfla, que funciona en el Parque Avellaneda, explicó el funcionamiento de la fogata como ritual colectivo y por qué esta costumbre milenaria sigue siendo convocante.
“Si vos escuchas lo que está sonando -comenta Albarellos- es la réplica de lo que son los pueblos originarios. La fiesta nos viene de la Edad Media. Y también está el fuego, que es lo más primitivo que tenemos como seres humanos y por eso es tan potente. La gente lo entiende así y acá están acoplados el Centro Cultural, colectivos de clowns, La Runfla, el grupo Caracú, el teatro Callejero por Mujeres y la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático). También participan grupos de música, todos se van sumando y en la ronda final, participa todo el pueblo. Ahí se genera lo mágico: el encendido del fuego y en ese instante de silencio, cuando las llamas trepan, se produce lo más potente”.
– Lo que explicás va más allá de la fogata de San Pedro y San Pablo, ¿cómo se articula con los eventos que solían hacerse en los barrios porteños?
– Acá, en Buenos Aires, era la Fogata de San Juan y la de San Pedro y San Pablo. Nosotros a esa fecha le agregamos esto que se llama ‘Luz de Fuego’, que es la propia impronta de lo que es el grupo de Teatro Callejero La Runfla. Se hizo con la comunidad y no importa que tenga un origen religioso. Lo que importa es el encuentro. Y entonces todo este sincretismo religioso, que se arma con la fogata y con la wak´a (lo sagrado) de las culturas originarias, nos pone en una igualdad, por eso la ronda de seres humanos. No nos importa a nosotros de dónde venimos, somos todos terráqueos y eso es lo que estamos tratando de poder entender.

“Está prohibido quemar personas -explicó un payaso-, solo miserias”. La caravana se lanzó a las calles convocando a los y las vecinas a escribir en papelitos las miserias a incinerar. Alvarellos, con micrófono en mano, las fue leyendo junto al fantoche. Las repetidas pedían tirar al fuego a la pobreza y al patriarcado.
Manuel, que estaba sobre unos zancos muy altos, contó, mientras sorteaba las ramas de los árboles, que es del barrio de Floresta y que no se pierde la fogata por nada del mundo. Felicitas, de 7 años, se unió a la caravana con su monstruo, es el segundo año que va a la quema a arrojar sus fantasmas. Opina que el fuego es terrorífico, pero no le da miedo. Dos turistas españolas, sorprendidas por todo lo que veían, decidieron sumarse.
La primera parada, es en la Plaza Coronel Ramón Falcón, donde un grupo de bailarines africanos contagiaron el ritmo de sus tambores, para luego terminar todos bailando una chacarera colectiva. Al llegar a Directorio, la policía ya había detenido el tránsito y una gran cantidad de personas estaba aguardando la llegada del fantoche. Cuatro payasos preguntones rodearon al oficial, en plena avenida, para que pudiera expresar sus miserias y así hacer su aporte.

El patriarcado y la pobreza fueron las miserias más elegidas por los vecinos para arrojar al fuego.
La entrada al Parque ya era una fiesta, los tambores del Taller de Lucho tocaban a pleno. El responsable del grupo manejaba la batuta como un director de orquesta. La multitud llegó al viejo tambo, en el centro del Parque, donde se desarrolla la escena en la que el fantoche se rebela ante la gente. Pero las fuerzas de lo colectivo, entre las brujas, los payasos preguntones y los malabaristas sobre sus zancos, con antorchas de fuego, lograron reducir al fantoche.
Luego aparecieron en el escenario todos los fantochitos que trajeron las distintas organizaciones: las escuelas, los Centros Culturales y los y las vecinas. De allí todos se dirigieron hacia la cancha de fútbol, ubicada al lado de la autopista, donde se encontraba la montaña gigante de maderas, ramas y cartones que en poco más se transformaría en hoguera. Ahí se fueron acomodando cada uno de los fantoches. En la parte superior, se logró acomodar el muñeco más grande.
Luego, se ultimaron los detalles de seguridad, a cargo de los bomberos. Varios hombres, con bidones de combustible, rociaron la montaña. Mientras los organizadores pedían que el público retrocediera para evitar accidentes.

Decenas de payasos anotaban en papelitos las diferentes miserias que los vecinos exigían tirar a la hoguera.
Ya era de noche, la multitud, en la oscuridad expectante, comenzó a ovacionar al grupo de personas que entraron al círculo y rodearon la montaña con las antorchas encendidas. Las tiraron al montículo y retrocedieron rápidamente.
En un instante, todo se convirtió en una gran bola de fuego, el calor se sintió en las caras, de manera muy intensa. Ese calor obligó a los presentes a retroceder, percibiendo una fuerza originaria. Las personas comenzaron a correr alrededor del fuego, cientos corriendo en círculo, como si fuera una danza milenaria, mientras las chipas y las brasas volaban sin rumbo.
Al mismo tiempo, cientos y cientos de asistentes miraban el espectáculo hipnotizados. No se distinguían los rostros en la oscuridad de la noche. Algunos celulares iluminaban la escena y registraban la fiesta popular, en que los seres humanos se reconocían como tales en la penumbra.

Jul 3, 2019 | Comunidad, Novedades

El presupuesto de ciencia e investigación era de 21 mil millones de pesos en 2015. Este año apenas llega a 13.100 millones.
Cientificidio». Así definen los investigadores al proceso de desfinanciación del Conicet que comenzó a fines de 2015. Desde entonces, el ajuste económico viene cambiando las reglas de juego para las instituciones dependientes del gobierno. La ciencia no pudo escapar de este destino. Ya en 2018, el Ministerio de Ciencia y Tecnología había sido degradado a Secretaría a través del decreto 801/2018, y este año, el ingreso de sólo 450 postulantes a la carrera de investigador científico acentúa la pauta descendente de las políticas ejecutadas por Cambiemos.
En 2015, el presupuesto asignado a ciencia e investigación era de 21 mil millones de pesos, y fue disminuyendo anualmente, llegando este año a los 13.100 millones, según un informe de la Universidad de Avellaneda. En comparación, es un 37,6% menos. Si se observan los recursos exclusivos del Conicet, en 2015 se invirtieron 6.400 millones de pesos, mientras que este año la cifra fue de menos de 5 mil millones. En una carta pública, redactada durante el mes de abril por cinco de los ocho directores de esta institución, se mencionan salarios por debajo del nivel de pobreza, imposibilidad en la renovación de cargos, cesación de pagos de compromisos ya asumidos e imposibilidad de uso de herramientas de promoción del conocimiento, como algunas de las situaciones que enfrentan los científicos a diario.
El total de postulantes a la carrera de investigador científico para el año 2019 fue de 2.595, pero los resultados de la comisión evaluadora, publicados en el mes de abril, revelaron que más de dos mil quedaron excluidos.

Esta año ingresaron 450 postulantes a la carrera de investigador científico. Otros 2.000 quedaron afuera.
Julián Corach, Doctor de la UBA en el Área de Ingeniería y uno de los afectados por este recorte, se manifiesta sobre los nuevos métodos de evaluación, incorporados en 2018 para el ingreso al Conicet: “El llamado 2018 fue el primero en que se explicitó cómo se iban a otorgar los puntos en la evaluación; cuánto valía cada publicación, cuánto valía cada congreso o cuánto valían los cargos docentes y demás. La evaluación en sí es un número, pero no tenés idea de cómo se llega a ese número. Yo tengo buenos antecedentes de docente y los han puntuado mal, me han dado pocos puntos en categorías que pensé que iba a estar saturando esos ítems.”. Esto deja entrever cómo el sistema de puntuación también puede funcionar como una herramienta excluyente, habiendo casos de postulantes que quedaron afuera con 98 puntos sobre 100.
Otra de las consecuencias del recorte presupuestario es la eliminación de temas de investigación de áreas estratégicas. Corach habla del biodiesel y las energías alternativas: “El biodiesel es un combustible alternativo que en Argentina se produce principalmente con aceite de soja . Cuando me presenté a la beca de post-doctorado, allá por el año 2017, ya no era un tema estratégico. Fue sorpresivo porque el tema energías renovables es ´el´ tema’dentro de los temas estratégicos que, más allá de la coyuntura, es una energía renovable y un producto que en Argentina es muy fuerte. Somos unos de los principales productores y exportadores del mundo.”
El área de Bioenergía no fue la única afectada. “En el caso de Salud, sé que en el Malbrán sufrieron bastante el recorte de presupuesto. En este lugar se hacen investigaciones, por ejemplo, con antiofídicos, y trabajan con tuberculosis y varias enfermedades infecciosas, y sé que habían estado bastante complicados en el último tiempo. De hecho, sé que en Chagas también hubo bastante recorte. Carreras que son de temas endémicos no fueron consideradas como estratégicas para los ingresos, y en países en vías de desarrollo son muy importantes. Sin embargo, no son prioridad”, comenta María Soledad Gori, bióloga especializada en Farmacia y Bioquímica, y dejada afuera del Conicet el año pasado.
En cuanto a Ciencias Sociales, sector en donde sólo entró el siete por ciento de los aspirantes, la doctora en Letras de la UBA Paula Daniela Bianchi, señala: “(Lino) Barañao afirmó que iba a mantener la misma cantidad de investigadores y la misma calidad en ciencia que el gobierno anterior y lo primero que hizo cuando asumió fue todo lo contrario. Se retoma el discurso exclusivo, siempre tomando a la educación y a la ciencia como un gasto, y no como una inversión.” Bianchi fue otra de las investigadoras dejada afuera del Conicet en 2018.
En esta misma línea se pronuncia Maximiliano de la Puente, Doctor en Ciencias Sociales de la UBA : “La crisis científica en realidad no es un problema económico, no es un problema presupuestario, es un problema que se soluciona con muy poco dinero. Uno tiene que entender que acá hay un problema político, ideológico. Hay un proyecto de modelo de nación, donde se quiere convertir a Argentina de un país productor de ciencia a uno importador de ciencia”. De la Puente, docente de la Universidad Nacional de Moreno (UM), agrega que “la idea es que Argentina sea un país periférico en el concierto de naciones a nivel mundial, que no produzca ciencia ni científicos.”
En cuanto al futuro, los científicos se enfrentan a un panorama incierto. Gori sostiene: “Con este recorte masivo, a los investigadores le quedan dos opciones. La primera, la más conocida y la más difícil, la fuga de cerebros. Los que terminamos todas las becas que podíamos tener, trabajamos precarizados, y fuimos formados por el Estado como una inversión. El sistema nos está expulsando. El otro punto es terminar en docencia, o con becas, precarizados, sin aguinaldo o aportes jubilatorios, tratando de conseguir algo que nos dé de comer, sin poder proyectar. Los cargos docentes tampoco son tan extensos. Por eso necesitamos la planta permanente, porque uno adelante un plan de trabajo que sea largo.”
Las promesas incumplidas llevan a los científicos a agruparse y protestar para poder continuar con su trabajo y su aporte a la sociedad. “Hace 4 años que venimos tocando puertas y manifestándonos -comenta Gori-, cuando el recorte es cada vez peor, y cada vez se consiguen menos cosas. La verdad es que no tenemos muchas esperanzas.”
En esta dirección, el pasado 14 de mayo la Plaza de Mayo se llenó de testimonios. Los científicos, una vez más, llevaban la protesta a la vía pública, esperando que alguien los escuche. La jornada esta vez se llamó “#Cientificxsenlacalle”. Durante todo el día, contaron a través de carteles sus historias de solicitudes no aprobadas, así como también de la eliminación de las investigaciones. Luego, se tomaban fotos con el hashtag para poder viralizarlas en redes sociales. Los organizadores fueron la Compañía de Funciones Patrióticas, un grupo teatral con apoyo de la Red de Afectados del Conicet, y la Comisión contra la Discriminación Etaria en Ciencia (CODEC).
En respuesta, el gobierno a fines de mayo realizó un anuncio: un aumento en el presupuesto para Ciencia. El incremento era de mil millones de pesos, pero en realidad, la mitad de esa cifra ya estaba presupuestada y hasta el momento no había sido ejecutada. Es decir que el aumento fue solo de 500 millones de pesos. La comunidad científica se manifestó en disconformidad contra el “falso” anuncio, y sostuvo que el aumento no alcanza para solucionar todos los problemas que enfrenta el sector.
Jul 3, 2019 | Novedades, Trabajo

En lo que va del año, en Luján se perdieron 1.800 puestos de trabajo industriales.
Luján concentra uno de los polos textiles más importantes del país. Sin embargo, en 2019 ya cerraron Sportech y Tecnosport, dos empresas tercerizadas. La primera trabajaba para Adidas y Puma, y la segunda para Nike. En tanto, la suba del dólar, las tarifas impagables y las consecuentes suspensión de la producción y cese de la actividad laboral son los principales problemas en Algoselán Flandria. Por su parte, en la planta de Estampados Rotativos los despidos son masivos: la baja del mercado interno y prácticas empresariales autoritarias encuadran el conflicto. ANCCOM recorrió la zona y habló con los diferentes actores involucrados: la Asociación Obrera Textil (AOT), los empresarios y los trabajadores, todo en el marco de una crisis que ya dejó sin empleo a 1.800 personas en el distrito.
En Sportech, un grupo de trabajadores está en juicio, mientras la Justicia habilitó a que una cooperativa de ex empleados pueda reabrir la otra planta que tenía la firma en Villa Lynch. Otros se reinsertaron laboralmente. De todos modos, coinciden que la situación es desesperante. En estos meses, la inflación agudizó la crisis económica y los más golpeados son los nuevos desocupados. Un ex trabajador, que reservó su identidad, comentó su experiencia: “A principios de 2017 empezó la reducción de producción y por ende de personal, al punto de cerrar uno de los dos galpones del taller. A principios de 2018 empezaron a pagarnos con atrasos, en cuotas, y estuvimos prácticamente un año así. A mediados de 2018 empezamos a parar, a hacer reclamos, porque no se sostenía más. El 2 de enero de este año fuimos a trabajar y nos encontramos con un cartel de quiebra. Obviamente trucho porque estaban en plena feria judicial. A partir de esa fecha quedamos todos en la calle”.

En 2019, cerraron las textiles Sportech y Tecnosport, ubicadas en el Polo Industrial de Jáuregui, en las afueras de Luján.
Tecnosport era una empresa radicada dentro del Parque Industrial Villa Flandria, localidad cercana a Luján. Carlos Di Forti, empresario y presidente del parque, manifestó: “Es una empresa que sufrió mucho el tema gremial porque tuvo unos empleados bastantes belicosos, a pesar de ser una de las que mejor pagaba dentro del rubro textil, teniendo en cuenta que la industria del calzado y la nuestra no pagan mucho. Esta empresa era sumamente cumplidora, tenía todo en orden y ese fue el primer golpe que tuvimos dentro del parque”.
Sin embargo, el hombre de negocios reconoció: “También se dio una gran caída de la demanda porque los precios que tiene este tipo de mercadería son prohibitivos para el común de la gente, porque una zapatilla de marca Nike es cara. Antes se podía vender en doce cuotas y ahora eso se terminó”. Y agregó: “También hay que decir que era una empresa brasileña, de mucha calidad empresaria, muy profesional e invirtió mucho dinero. Se fue poniendo mucha plata y perdió bastante. Pregunto ¿van a venir las inversiones cuando este señor dueño de la fábrica, la cierra por medidas económicas y presión sindical?”
Jonatan Salvarezza comenzó a trabajar en la fábrica en 2018, y luego de dos entrevistas quedó seleccionado para el puesto de operario de producción. Los horarios laborales eran de 7 de la mañana hasta las cuatro de la tarde, de lunes a viernes. En la línea de producción hacían zapatillas y botines para la marca Nike. Recordó: “No podías parar un segundo, si querías ir al baño tenías que pedir permiso a los encargados. La línea no paraba de producir. Solamente parábamos cinco minutos cada cuatro horas para dar una vuelta a la línea y hacer unos ejercicios innecesarios. El tiempo para almorzar era de media hora, de 12 a 12:30, pero desde que salíamos de la línea y volvíamos, eran veinte minutos en total. El trato con los jefes siempre fue un saludo y nada más. Como en cualquier empresa, solamente éramos un número”.
En cuanto a su salario mientras trabajó en esa fábrica, dijo: “No me alcanzaba para nada, el sindicato del calzado no acompañó nuestros reclamos y pedidos. Hoy en día aumenta todo, menos el salario, y el de Tecnosport, menos todavía”.

De los 400 empleados que tenía Algoselán Flandria, quedan solo 250.
El conflicto también llegó a Estampados Rotativos, cuyos propietarios evitaron dar comentarios a los medios de comunicación. Los trabajadores sufren la inestabilidad laboral y exponen su realidad. “Hace dos años que nuestro salario viene corriendo atrás a los precios. En el rubro textil, el salario es bajo. Por suerte, pude terminar mi casa hace unos años. Ahora no llego a fin de mes”, expresó un trabajador, quién prefirió resguardar su nombre, que trabaja en Estampados.
Ignacio Lopolito, secretario gremial de la AOT, fue partícipe en la pelea por los despidos masivos en la fábrica. “La conflictividad aquí se da por las prácticas empresariales -explica-, son empresarios que no aceptan y no quieren la presencia del sindicato porque nos oponemos a algunas cosas que ellos hacen que no corresponden. El último conflicto se dio porque querían pagarles a través del artículo 247 (implica pagar la mitad de la indemnización a los 19 despedidos) cuando no estaba aprobado el recurso de crisis preventivo. Hubo una baja de producción con relación al mercado interno, capacidad ociosa, máquinas paradas, propio de la crisis del sector textil”.
Por otro lado, Algoselán Flandria tenía 400 empleados y ahora solo 250. Se eliminaron 150 puestos de trabajo a partir de marzo de 2018. Di Forti, dueño de la fábrica y presidente del Parque Industrial Villa Flandria reconoció que “nosotros arrancamos el año pasado de una manera durísima, dónde se hicieron todos los ajustes gruesos de tarifas y un salto muy grande del dólar. Eso implicó que en poco tiempo los costos se trasladen a las materias primas, eso a los precios al público, y paralelamente los aumentos de salarios quedaron retrasados. Entonces el poder adquisitivo bajó muchísimo y el mercado prácticamente desapareció”.

“Desde la Cámara Textil y el sindicato entendimos que tenemos que ir de la mano en este contexto de crisis», dijo Bianchi.
La relación entre empresarios y trabajadores es por naturaleza conflictiva porque se reparten inequitativamente las ganancias y las pérdidas. Para el dueño de Algoselán, los reclamos tienen su parte de razón. “¿A dónde se van a quejar? A la gente que lo emplea. Por otro lado, las empresas estamos con mucha inflación y vendemos muy poco. En nuestro caso, competimos con empresas grandes y multinacionales, que están en el interior. El caso de Alpargatas, por ejemplo, despidió a mil trabajadores y así ni se animan a preguntar por el aumento salarial.”
Sobre los números recientes, el empresario aseguró que “en marzo se vendió más o menos, porque de noviembre en adelante fue lamentable, fueron muy pocas las ventas, a un nivel que si no repuntaba, todo el mundo pensaba lo peor. En marzo, se levantó un poco, pero cubrimos los costos con febrero. Y el dólar después se disparó, las tarifas de servicios subieron… y lo de marzo lo cobramos recién entre mayo y junio. Cuando repusimos, fue menos de lo que vendimos. Lo mismo pasó con lo que facturamos en abril. Lo vamos a hacer durante julio y no tenemos con qué comprar”.
Por su parte, Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján, comentó el vínculo con los sindicatos y expuso su apreciación: “Desde la cámara textil y el sindicato entendimos que tenemos que ir de la mano juntos en este contexto de crisis, junto con una parte de la política que hoy es la oposición. La crisis unifica, todos nos colgamos del barco porque sentimos el peligro de desaparecer”.
Nadie puede negar la crisis textil. Pero el problema principal son los nuevos desocupados que todos los días son noticia. A los que están adentro de la fábrica les cuesta pagar la olla, los que están afuera se cuelgan la máquina de cortar el pasto o prenden la parrilla al costado de la calle para vender un chori o una bondiola. Así es la estética de la recesión en modo 2019.

Jul 3, 2019 | Novedades, Trabajo

El 20 por ciento de los jóvenes se encuentra desocupado y otro 50 por ciento tiene trabajo precario.
Mientras los colectivos comenzaban a llenarse hasta los estribos, y a pesar de que el cielo aún no clareaba en esa mañana nublada, miles de jóvenes hacían fila sobre la avenida Sarmiento. Esperaban que las puertas de La Rural se abrieran y diera comienzo a una nueva edición de la Expo Empleo Joven. A lo largo de dos jornadas, el flujo no cesó: la esperanza de conseguir un trabajo fue más fuerte que el frío húmedo de Buenos Aires.
Por cuarto año consecutivo, el Gobierno de la Ciudad organizó la Expo Empleo Joven. El evento se realizó el 28 y el 29 de junio y estuvo destinada a jóvenes de entre 15 y 35 años deseosos de una oportunidad laboral o de capacitación profesional. Las jornadas supusieron también ventajas para las 300 empresas nacionales e internacionales que ofrecieron puestos de trabajo: según los encargados de Recursos Humanos, para las compañías es un método efectivo ya que facilita el proceso de selección al tener un contacto directo con personas interesadas y capacitadas para las tareas. Sin embargo, desde la oposición se hizo mención a la Expo Empleo como una acción de marketing, además de facilitar el recorte de gastos para las grandes empresas.
Caían las primeras gotas cuando, a las 8:30, la fila de jóvenes comenzó a avanzar de manera fluida. El proceso de inscripción, a diferencia de años anteriores, fue completamente online y a través de la página web Potenciate. El nuevo mecanisno hizo que la cola fuera menor a las que se habían formado en las ediciones previas, si bien hubo gente desde varias horas antes de la apertura. Tampoco se aceptaron currículums en papel, sino que los aspirantes debieron cargarlos online; luego se les daba un código QR que podía ser escaneado en cada stand. La mejor organización fue un comentario recurrente entre los asistentes, aunque también hubo algunas quejas: “Lo del código QR está bueno, lástima que tenías que ir hasta Parque Patricios hasta retirarlo cuando lo podríamos haber retirado acá tranquilamente”, explicó Joaquín, un joven de 22 años que acudió a la exposición en busca de un mejor trabajo.

Desde la oposición se hizo mención a la Expo Empleo como una mera acción de marketing.
Hacia el final del primer día ya se habían inscripto más de 66 mil personas. Esta situación se dio en un contexto socioeconómico complejo, en el que el desempleo alcanzó el 10,1%, la cifra más alta desde 2006. No solo eso: el 20% de los jóvenes se encuentra desocupado y más del 50% en situación de empleo informal, según dio a conocer Atenea Centro de Estudios para el Desarrollo Nacional. Esta situación quedó en evidencia en las largas filas que se formaron en los stands de cadenas internacionales y algunas empresas que, aparentemente, ofrecían mejores condiciones y salarios.
“La realidad es que es urgente un trabajo, porque no alcanza para vivir. Así que estamos buscando lo que sea”, contaba Rodrigo, de 28 años, estudiante y desempleado reciente. El sistema de organización también resultó conveniente para cubrir mayores ofertas, ya que el escaneo del código QR personalizado acortó los tiempos que los jóvenes destinaban a cada stand y les permitió postularse a más trabajos. Esto fue algo beneficioso para Analía, de 40 años, una de las tantas personas mayores de 35 que acudieron a la exposición en busca de empleo, a pesar de que el evento no estuviera destinado para ellas.
Con predominancia de ofertas laborales relacionadas con lo técnico, la exposición giró en torno a los “empleos del futuro”. Este eje se vio reflejado en las novedades que se ofrecieron, basadas en nuevas tendencias y herramientas: pitch de empleo en los que los aplicantes tenían 60 segundos para explicarle a un empleador el porqué deberían contratarlo; pruebas de habilidades blandas y salas de escape, destinadas a evaluar el trabajo en equipo y las características de liderazgo, entre otras. Estas actividades se sumaron a los espacios de formación y asesoría de las anteriores ediciones. Para Juan Manuel, de 19 años, la incorporación de la tecnología fue un acierto: “Además de buscar una oportunidad laboral, también nos podemos divertir y pasarla bien.” De igual manera, varios coincidieron en la importancia de adecuarse a las nuevas exigencias del mercado laboral.

Según las autoridades porteñas, este año se ofrecieron 5.000 becas y 10.000 puestos de trabajo.
Según las autoridades, este año se ofrecieron 5.000 becas de formación y 10 mil puestos de trabajo. Sin embargo, las posibilidades de contratación no coinciden con las esperanzas de los asistentes: los perfiles buscados por las empresas requerían un rango etario muy acotado y vasta experiencia laboral, además de estar orientados a ámbitos distintos, primando los sectores de programación y gastronomía. “Yo tengo 22 y me preguntan qué experiencia tengo y todavía no la tengo, entonces qué tipo de empleo del futuro querés si yo recién estoy empezando”, decía Marisel quien, como estudiante de diseño de interiores, tampoco encontró demasiadas oportunidades relacionadas con su carrera. En el 2018, de 175 mil asistentes a la exposición, y con 20 mil oportunidades promocionadas, solo 1813 jóvenes consiguieron un empleo. Muchos quedaron fuera, y se espera que los números no varíen en esta ocasión, debido a un mercado laboral que año tras año expulsa a más trabajadores.
Otro punto que llamó la atención en la exposición fue el tipo de empleo ofrecido: abundaban las cadenas de comida rápida, ofertas de empleos administrativos, bancos y hasta se pudieron ver las famosas mochilas de delivery. En las redes sociales rápidamente se hicieron lugar las quejas y críticas a esta modalidad de la “Expochamuyo”, denunciándola como la profundización de la precarización y la flexibilización de los jóvenes. Con el hashtag #DesempleoJoven, incluso Ofelia Fernández, precandidata a legisladora por el Frente de Todos, escribió al respecto en su cuenta de Twitter: “¿Cuál es el flash de hacer un mega evento carísimo que asuma que las tasas de desempleo juvenil son escandalosas y solo proponga un paseo por las grandes empresas? No somos idiotas, un día en La Rural no va a resolver cuatro años de miseria.”
La Expo Empleo Joven terminó a las 20 del sábado, dejando expectativas pero también frustraciones en muchos jóvenes -y otros no tanto- que, como Joaquín, fueron con el objetivo de “crecer y encontrar un trabajo mejor”; o que, como Laura, buscaban su primer empleo. Mientras tanto, las cifras sobre desempleo continúan creciendo. Y Argentina, a pesar de ser sede de una de las exposiciones de mayor empleabilidad del mundo -como la promociona el gobierno-, encabeza el índice de desempleo joven de la región.

Jul 2, 2019 | Géneros, Novedades

En un ensayo personalísimo, Thiébaut da cuenta, con mucho humor, de sus 40 años de sangrado periódico.
“No todas las personas que tienen un útero menstrúan, no todas las personas que se dicen mujeres tienen menstruaciones, no todas las personas que menstrúan se consideran mujeres”, concluye la francesa periodista y feminista Élise Thiébaut, autora del libro Mi sangre.
Ceci est mon sang es el título original, en francés, de su ensayo, que en España se tradujo en 2018 por la editorial Hoja de Lata como Ésta es mi sangre y en Argentina se publicó, el mismo año, como Mi Sangre, de la mano de la editorial Hekht, para la colección de textos Pyra.
Natalia Ortiz Maldonado cofundadora de esta plataforma de experimentación, como se autodenomina el espacio, contó para ANCCOM que la colección Pyra no fue arbitraria, sino que surge de los viejos saberes que hoy por hoy se reactualizan en textos feministas. También reveló que el hecho de que Ceci est mon sang lo haya traducido un varón fue un desacierto: “Necesitábamos alguien que menstrue -dijo entre risas- o que tenga perspectiva y sepa que para nosotras no es igual escribir vagina en lugar de concha. Cuando corregí el texto le dije: ¡Definitivamente acá va concha!”.

El libro es una invitación a exigir visibilidad de la menstruación y a salir del lugar impuesto de la vergüenza.
Lo personal es político.
En la librería La Libre, ubicada en el microcentro porteño, Thiébaut conoció a algunas de sus lectoras y lectores argentinos, en el marco de un conversatorio en el que ANCCOM estuvo presente. “Quise saber cómo era empaparse de sangre menstrual verde”, se refirió sobre el movimiento feminista, que acompaña la lucha por el aborto legal seguro y gratuito.
Este ensayo personalísimo, destaca en sus páginas el humor con el que Thiébaut cuenta sus 40 años de sangrado periódico, y también es una documentación sobre los antecedentes del lugar que le dieron las sociedades patriarcales a la menstruación, la menopausia, las enfermedades menstruales, el síndrome pre-menstrual, y a los protectores higiénicos: “Las investigaciones que hay están hechas desde el mercado para vendernos medicamentos, pero no para conocer lo que nos está sucediendo”, señaló la autora. “Estamos todas enfermas en tanto y en cuanto aceptamos la pastilla anticonceptiva como la solución de un montón de enfermedades, por ejemplo cuando te la dan como un remedio para la endometriosis y para el ovario poliquístico.”
Es una época de Revolución Menstrual, con mayúsculas, porque el libro es una invitación a exigir visibilidad y salir del lugar impuesto de la vergüenza, es reclamar facilidad de acceso a protectores higiénicos en espacios públicos y para las personas sin hogar, las que padecen las guerras o aquellas que están atravesando la migración; y a partir de ahí cuestionar y criticar el marketineo de las industrias que ocultan, en sus procedimientos, el nivel de toxicidad de sus productos.
“Algunas personas se tomaron a mal que no escribiera un capítulo entero sobre personas trans”, admite. “Partí de mi experiencia personal; para volverla política hubiera sido artificial hacer un capítulo sobre eso, no viviéndolo personalmente, pero sí al final de mi libro invito a personas con visiones diferentes, que hagan conocer sus historias y sus vivencias, lo cual sucedió mucho: muchas personas contaron sus experiencias, hubo podcast, hubo artículos de prensa y debates públicos, generó movimiento.”

«Creo en la posibilidad de una solidaridad internacional entre las mujeres», dijo Thiébaut.
– Aquí en Argentina existen al menos veinticinco pueblos originarios, ¿qué opina de los rituales ancestrales de celebración de la menarquía o historias de experiencias menstruales que no forman parte del discurso hegemónico?
– No quise hacer una historia universal, ni hablar de las culturas que no conozco muy bien, y mucho menos juzgarlas desde una posición hegemónica, como hacen muchos. El conocimiento que puedo tener respecto a otras culturas, a otras sociedades puede ser mediado por lo que se puede leer y quién escribe lo que se puede leer. Por ejemplo, el padre de la antropología, Lévi-Strauss, cuenta que cuando fue a los pueblos donde había mujeres y niños eran pueblos vacíos. ¡Él escribió sobre esos pueblos como si estuvieran vacíos! Entonces no puedo esperar que ellos me cuenten qué era menstruar. Cuando empecé a interesarme sobre el tema de la menstruación conocí a un antropólogo que se llama Chris Night, que contó que se le despierta una intuición a partir de un libro de Lévi-Strauss, que se llama Los modales de la mesa, que refiere a la regla, pero incluso el propio Levi-Strauss no lo sabía: escribió un libro entero de la menstruación sin saberlo.
– En su libro propone maneras de llevar a cabo la Revolución Menstrual, ¿Cómo pensarlas, también, para Latinoamérica?
– Creo en la posibilidad de una solidaridad internacional entre las mujeres. Yo me concentré más en las culturas de las sociedades occidentales donde hay menos nivel de estigmatización que otras, como por ejemplo la China. Por otro lado, está la cultura mozo, que se dice sin padre ni marido, donde los hombres y las mujeres son mucho más iguales que acá y la menstruación, es una celebración, una alegría. Todas tenemos que reinventar y ver antes entrelíneas lo que leemos. Por ejemplo, cuando encontraban vestigios o huesos de una persona que estaba con armas siempre pensaban que eran jefes varones y en realidad entre el 30% y 40% eran mujeres. Entonces tenemos que volver a estudiar y escribir sobre sociología, arqueología, etnología, porque hay que reescribir totalmente la historia.
