La contaminación del río Luján no se detiene

La contaminación del río Luján no se detiene

El río Luján se forma al norte de la ciudad de Suipacha, por la confluencia de los arroyos Durazno y Los Leones. En sus 128 kilómetros de extensión, atraviesa trece partidos de la Provincia de Buenos Aires en los que además de haber realidades heterogéneas, se encuentran distintos usos del suelo y el agua. Pero hay dos datos contundentes: las zonas que van de Mercedes a Luján y las cercanas a Pilar son las más contaminadas de su curso.

Un informe publicado en marzo de este año por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires reconoce que en el Río Luján “hay dos zonas de alto deterioro”. Según el documento, una de corresponde al tramo que va desde Mercedes hasta Luján, afectada por “una moderada influencia de la actividad agropecuaria que produce aporte de nutrientes” y la otra recorre el polo industrial de Pilar, causado por “el vertido de residuos urbanos e industriales complejos”.

La Doctora en Ecotoxicología Leticia Peluso, integrante del Centro de Investigaciones Medioambientales (CIMA) de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora del CONICET, realizó un bioensayo de toxicidad en sedimentos de varios cuerpos de agua de la región, entre los que incluyó al Río Luján. “Los químicos encontrados en los sedimentos del río Luján –explica- incluyen principalmente metales pesados y plaguicidas, sin embargo en algunos sitios se encontró también una elevada cantidad de materia orgánica”.  

Las 14 muestras de sedimentos que se analizaron, desde las nacientes hasta la Ruta 9, le permitieron analizar la historia del río, conocer las sustancias que se fueron vertiendo en él y evaluar su toxicidad. Peluso afirma: “La contaminación en Pilar y el parque industrial es más que nada por metales pesados asociados a la actividad industrial, principalmente en el Arroyo Larena. En el caso de Mercedes, el principal metal en concentraciones muy elevadas es cromo. La muestra del Arroyo Durazno no presentó concentraciones altas de metales, pero sí se observaron plaguicidas que pudieron haber causado algunos efectos tóxicos”.

Respecto al origen de estas sustancias aclara que “tanto el tipo de contaminante como sus fuentes son diferentes, el caso de los plaguicidas son principalmente de tipo orgánico y están asociados al uso del suelo para actividades agrícolas, mientras que los metales pesados son compuestos inorgánicos que no se degradan, se acumulan en los sedimentos y su fuente es principalmente industrial”.

A lo largo de su curso el río acumula residuos provenientes de distintas actividades, desde la agricultura hasta la industria, para desembocar finalmente en el Río de la Plata, a la altura del Partido de San Fernando. Cuando se le consulta a Leticia Peluso sobre el el riesgo por el contacto de las personas con el río, comenta: “La realidad es que si los contaminantes están llegando al cuerpo de agua ya sea por escorrentía (a través de corrientes formadas originalmente por la lluvia), descargas por efluentes industriales o aérea (por depositación atmosférica) significa que la población está expuesta. Si sumamos el contacto con el río, por actividades recreativas, inundaciones o toma de agua, la situación es peor.” Y agrega: “Deberíamos hacer monitoreos más sostenidos en el tiempo, pero en los sectores donde se encontraron contenidos elevados de materia orgánica y metales no sería recomendable el uso recreativo”.

A partir de la investigación se pudieron identificar al menos tres focos de riesgo respecto a la toxicidad de los residuos acumulados en el río Luján que fueron clasificados como lugares de alta peligrosidad y se corresponden con; el Puente 3 de Marzo en Mercedes, Arroyo Durazno en General Rodríguez y aguas abajo del Parque Industrial en Pilar. Peluso considera que los tratamientos de remediación y saneamiento que se necesitan para revertir la situación en estos lugares suelen ser muy costosos y que lo mejor hubiera sido evitar que las sustancias peligrosas llegasen al río. “La solución es evitar la llegada de contaminantes al curso, controlar las actividades industriales, sus efluentes y en cuanto a la contaminación por plaguicidas es más complejo ya que deberían dejar de utilizarse en las cantidades enormes que se emplean, respetando márgenes de cuerpos de agua para evitar la llegada por escorrentía. No considero que este nivel de toxicidad sea precisamente reversible, aunque bajen los niveles de contaminación el sistema no vuelve a ser el mismo, si bien se puede hablar de un sistema más saludable en cuanto a su calidad ambiental”. Enseguida completa: “Se deberían realizar monitoreos continuos de la cuenca para evaluar la calidad del agua y del sistema en general. Sé que existe una autoridad de cuenca, pero no sé si están realizando estudios”.

OMISIÓN DE RIESGOS

Mientras investigaciones como la de Leticia Peluso señalan los riesgos ecológicos causados por las sustancias tóxicas vertidas en este cuerpo de agua y la problemática ambiental en la cuenca de este río se agudiza, ambientalistas interesados en esta problemática suelen reclamar al Estado que se realice una limpieza para revertir la situación actual del cuerpo de agua. Pero el Estado parece limitarse a organizar los datos relevados en el censo del año 2010 y proponer comisiones que rara vez alcanzan las metas establecidas.

Desde la cuenca media, especialmente a partir del municipio de Pilar, el agua del río se encuentra contaminada por metales pesados que provienen del polo industrial. Desde su sanción en la década de los 90, la Ley Nacional 24.051 de tratamiento de residuos peligrosos ha sido violada sistemáticamente por empresas que obtienen ganancias y perjudican la calidad de vida de quienes viven alrededor de ellas.

Para Guillermo Folguera, Doctor en Biología Evolutiva e investigador del CONICET en el área de Historia de la Ciencia y Filosofía de la Biología, “es interesante cómo el discurso académico produce cierto conocimiento respecto a la situación del medio ambiente y luego la toma de decisiones está alejada de ese conocimiento obtenido. En términos de decisores, los gobernantes de turno aplican medidas que a veces consideran el discurso producido por la academia pero generalmente no es así”. Respecto de la regulación legal vigente en cuestiones medioambientales, Folguera señala: “En el caso de la Argentina, adscribimos en la Ley General del Medio Ambiente al Principio de Precaución, por lo cual cuando hay evidencias de que alguna actividad puede causar daño ambiental, ésta debiera suspenderse. La formulación de Río de Janeiro de 1992 dice básicamente que si tenemos sospechas de que algo puede causar daño, debemos suspenderlo”. Sin embargo, aclara queen la práctica, en todos los casos sobre los que he trabajado hasta ahora, el principio de precaución no rige. En Argentina hay una inversión de la carga de pruebas, lo que implica que el damnificado o los damnificados tienen que mostrar que les están haciendo daño. Esto pone en un lugar muy complicado a la ciudadanía”.

En el municipio de Pilar el 78% de las viviendas ubicadas en la cuenca del río Luján tiene conexiones insuficientes a servicios básicos. Esto implica, entre otras cosas, una marcada dificultad en el acceso a agua segura, ya que la del río se encuentra fuertemente contaminada por las industrias cercanas. Otros municipios, como Luján por ejemplo, presentan alrededor del 30% de hogares establecidos en la cuenca con dificultades de acceso al agua potable. Cabe señalar que estos son los datos admitidos por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en la Evaluación de Impacto Ambiental y Social que publicaron a comienzos de este año. Algunas organizaciones ambientalistas estiman que estos números podrían ser mayores en otros municipios y haberse recrudecido en los últimos años.

LAS ORGANIZACIONES AMBIENTALISTAS

Frente a la falta de medidas por parte del Estado y el silencio respecto a los riesgos que representa la toxicidad del Río Luján para los habitantes de la zona, las organizaciones medioambientales cumplen un rol fundamental para concientizar a los vecinos. Javier Moleres, miembro de la organización ambientalista S.O.S Hábitat e integrante del grupo social y deportivo Amigos del Río Luján considera que las organizaciones de ciudadanos autoconvocados son muy importantes porque son las que promueven el desarrollo sustentable, enseñan reciclaje y denuncian irregularidades ambientales. Siempre hubo aventureros que, partiendo desde Mercedes, se animaron a realizar travesías cortas a remo por el río Luján. Pero esa actividad se incrementó notoriamente a partir de octubre de 1992, gracias a una multitudinaria convocatoria a participar en un raíd para embarcaciones sin motor que unió las ciudades de Suipacha y Mercedes. Se lo denominó Safari Náutico y motivó a un grupo de vecinos, llamados Amigos del Río Luján, a reunirse para seguir trabajando para fomentar ese tipo de deportes y luchar contra la grave contaminación que presenta el cauce. Con los años, fueron renovándose los grupos ambientalistas”, explica Javier.

Estas organizaciones sin fines de lucro, además de promover actividades sociales y deportivas, integran la Comisión Asesora del Comité de la Cuenca del Río Luján. Respecto a las actividades deportivas que se realizan desde hace décadas en este curso, Javier comenta: “La navegación en canoas y en kayaks, por momentos se ve impedida –especialmente en temporada estival- debido al elevado grado de contaminación del agua por residuos industriales, líquidos cloacales y agroquímicos. También resultan peligrosos los desperdicios domiciliarios y electrodomésticos fuera de uso que se arrojan al lecho del río, convirtiéndose en hierros y chapas filosas, cortantes y oxidadas”. Y agrega con preocupación: “Por desgracia aún existe la creencia en gran parte de la comunidad, de que el río funciona como una gran cinta transportadora que acarrea y traga todo lo sucio e inservible. No se toma conciencia del mal que le hacemos a la naturaleza y a nosotros mismos”. Mientras tanto, la contaminación avanza  y golpea a los sectores más vulnerables.

El feminismo en movimiento

El feminismo en movimiento

«La comisión organizadora tenía la responsabilidad de impulsar el debate por el cambio de nombre», dice D´Amico.

Los días 12, 13 y 14 de octubre se llevará a cabo el 34° Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de La Plata. En esta oportunidad las semanas previas al evento se encontraron atravesadas por una particular discusión que tomó fuerza al finalizar la edición anterior, en 2018: ¿El Encuentro debe pronunciarse como nacional y de mujeres o plurinacional y de mujeres trans, travestis, lesbianas, bisexuales y no binaries? Este debate es uno de los tantos que se dan dentro de los feminismos, un movimiento social heterogéneo que está vivo y, por eso, en constante transformación y autoreflexión.

La campaña Somos Plurinacional surge a fines del año pasado, al calor de las plenarias para organizar el Encuentro. En su documento fundacional se definen como “mujeres, trans, travestis, lesbianas, originarias, negras, racializadas, afro, migrantes, campesinas, disidentes” y sostienen que “a la clandestinidad y la invisibilización no volvemos nunca más”. Su objetivo es que todas estas identidades se encuentren representadas no sólo en las actividades del Encuentro, sino también en la forma de nombrarlo. “Nosotras vimos en Trelew y Chaco que había una fuerte impronta de las hermanas indígenas, trans y travestis que estaban peleando hace varios años por el cambio de nombre”, cuenta Natalia D’Amico, representante del colectivo. Según Somos Plurinacional, es esencial dar este debate como una forma de repensar el sujeto de representación de los feminismos. “Para nosotras la comisión organizadora de La Plata tenía la responsabilidad de impulsar el debate sobre el cambio de nombre. Además de relevar las escuelas y armar los talleres tenemos este debate que nos precede», sostiene D’Amico. 

Desde la comisión organizadora Yanina Pelli, afirma que el cambio de nombre “lo tienen que definir todas las compañeras en el Encuentro. Si lo define la comisión organizadora por todo el resto de las encuentreras sería una posición antidemocrática”. Pelli sostiene que “a veces se utiliza el debate del cambio de nombre para cambiarle la característica al Encuentro, que es democrático y horizontal”. Además, la organización entiende que las originarias y disidencias participan en desde hace muchos años y que este es un espacio plural donde nadie hecha a nadie porque no hay dueñas. “Me parece que si bien existen todos estos debates, no hay que focalizar sólo en esto porque son minúsculos al lado de lo que es este acontecimiento. Es un espacio que nos ayuda a avanzar”, concluye Pelli.  

«No hay que focalizar sólo en esto porque es minúsculo al lado de lo que es este acontecimiento», opina Pelli.

La problemática tuvo resonancia en las redes, sobre todo al momento de publicación de los talleres, cuando la comisión organizativa del Encuentro Nacional de Mujeres subió un listado con 87 talleres y 10 charlas. La campaña Somos Plurinacional, por otro lado, denunció que había habido un recorte por parte de la comisión de contenidos y aportó su listado con 114. Al respecto, Yanina Pelli dice que “desde la comisión organizadora vamos a garantizar aulas para los talleres que propusimos y después toda compañera que quiera venir a armar talleres, lo pueden hacer porque el encuentro es de todas”. 

Tanto D’Amico como Pelli acuerdan en que es necesario que se produzcan estos debates y se abra la puerta para repensar al movimiento feminista. “Lo positivo de que esto salga a la luz -señala D´Amico- es que en algún punto evidencia que el feminismo no es homogéneo. Enriquece al movimiento, nos complejiza y vuelve más fuertes” e invita a todas las participantes a profundizar: “Tienen que ser más y más las compañeras que estén al tanto de lo que se debate en las comisiones y en el Encuentro”. Por otro lado, dice Pelli: “el Encuentro l permite que se exprese todo, aparecen todos los debates. Es inmenso, hace a una democracia grande a la que quizás no estamos acostumbradas. Como dice Quimey Ramos, docente y activista trans, en entrevista con Somos Plurinacional: “el Encuentro se dobla pero no se rompe”.

Muerte accidental de un ricotero

Muerte accidental de un ricotero

La obra gira en torno al caso de Walter Bulacio,

El saxo suena desde un costado del escenario cuando las luces se encienden lentamente, dando comienzo a la obra. La escenografía es sencilla: por un lado, un escritorio con expedientes y un teléfono; por otro, un perchero y una máquina de escribir. Lo justo y suficiente para dar vida a una comisaría. Junto con el silencio, entran a escena tres actores; y con ellos, tres personajes: un agente, el comisario y el loco. Hasta allí, uno podría creer que la historia está ambientada en aquellos años setenta, sino fuera por el cuadro de Carlos Menem con la banda y el bastón presidenciales colgando en la pared. Entonces no quedan dudas. La década de 1990 se hace presente en el escenario: en el vestuario, en la jerga utilizada, en el cuadro. Pero, más que nada, en esa figura ausente, Walter Bulacio; en ese caso sobre el que gira la obra, la Muerte accidental de un ricotero.

Desde el 6 de septiembre y hasta fin  octubre, el Teatro El Cubo (Zelaya 3053, CABA) se transforma en escenario para una obra que encuentra tres inspiraciones: Muerte accidental de un anarquista, del dramaturgo italiano Darío Fo; la historia de Walter, el joven de 17 años que fue asesinado por la policía en 1991 tras ser detenido en las afueras del Estadio Obras antes de un show de los Redondos; y la música de esta banda.

En general, la historia se mantiene fiel a la obra original: la acción comienza en una comisaría y tiene como protagonista principal a un hombre -”el loco”- que sufre de histriomanía, enfermedad que lo lleva a fingir y falsificar identidades, razón por la cual es detenido. Allí, intercepta una llamada y se entera sobre la llegada de un juez que va a investigar una muerte ocurrida en el sitio. Pero en lugar de un anarquista, la víctima es Bulacio. A partir de ello, el loco se hace pasar por el juez y logra que los policías recreen los hechos de la noche del 19 de abril de 1991. De esta forma, la obra revive el caso a partir del trasfondo judicial -menos conocido por el público general-, y da cuenta de las contradicciones, las complicidades y la corrupción que obstaculizaron la búsqueda de verdad y justicia por el asesinato de Walter.

“La idea surge con la llegada a nuestras vidas de la obra Muerte accidental de un anarquista, donde instantáneamente pensamos en que la gente la tenía que conocer. Pensamos en casos de esa índole en Argentina, y el de Walter Bulacio se nos hacía notorio, sobre todo por la posibilidad de poner la música de Los Redondos en una obra de teatro”, cuenta Luciano Ferrari, uno de los directores de la obra. Junto con Daiana Kiernan, co-directora, se adentró en el proyecto autogestivo: un arduo trabajo que llevó cinco años e implicó la adaptación del guión original, una investigación cuidadosa del caso Bulacio y toda la puesta en escena de la historia con su texto, su música y su coreografía. “Demostrar el grotesco del procedimiento no hubiese sido posible si nosotros no nos adentrábamos en la causa judicial para saber bien todo lo que pasó. Por eso agradecemos a María del Carmen Verdú, que fue la abogada que nos acercó la causa por una cuestión artística y social”, explica Ferrari.

“Demostrar el grotesco del procedimiento no hubiese sido posible si no nos adentrábamos en la causa judicial», dice Ferrari.

La música también juega un rol importante -al punto que la producción es promocionada como “una noche ricotera”. No sólo sirve como modo de contextualización y como pretexto para los cambios de escena. En esos momentos en que la obra se carga de los términos y peripecias judiciales pero, sobre todo, en aquellos en que las palabras no son suficientes para transmitir toda la densidad de sentido, las canciones emblemáticas de Los Redondos, junto con una puesta coreográfica, son ese aire fresco, esa forma de narrar más allá de las palabras. Con máscaras, caracterizaciones y coreografías, los artistas en movimiento expresan con crudeza la violencia institucional, la represión policial y múltiples idas y vueltas del caso.

“Queríamos que no solamente quede en el texto y en la música, sino que haya algo más”, explica el director. “Interpretamos la poesía del Indio de esta manera y la volcamos de esta forma para marcar un mensaje antirrepresivo y de conciencia de lo que significa la malevolencia del aparato policial estatal. A veces parece que el amo está jugando al esclavo, pero sigue siendo amo, siempre, y de eso es lo que trata la obra.”

Muerte accidental de un ricotero es apta para los fieles seguidores del grupo de rock, pero también lo es para aquellos que saben poco y nada sobre la misa ricotera. Es un entramado de historias y elementos que dan vida a una obra llena de crítica, denuncia y momentos duros; pero también de humor, música y baile. Es un homenaje a Los Redondos, un homenaje a “uerte accidental de un anarquista”, un homenaje a Walter.

Según Ferrari, es el arte interpelando a las voluntades sociales e invitando a reflexionar sobre las malevolencias del neoliberalismo, el de los noventa y el de la actualidad. “Nosotros crecimos en el menemismo y sufrimos el macrismo, así que era un momento para representar esas instancias a través del teatro y generar algo en la gente”, agrega.

Del mismo modo, Juan Fernández, actor que encarna al comisario jefe, sostiene que “esto es para poner de manifiesto cómo, a veces, las instituciones que están para cuidarnos complotan y causan estas injusticias y condenan a muerte a un chico que su único delito fue ir a ver una banda de rock and roll. Traerlo y ponerlo de manifiesto es, para todos los que componemos este grupo, decirles a todos ustedes que la única muerte verdadera es el olvido. No nos olvidemos.”

Los Drag Queen y la ópera se fusionan

Los Drag Queen y la ópera se fusionan

El sábado se llevó a cabo la final del concurso Neobarrosas, la más reciente propuesta artística de Ópera Periférica. Esta primera edición, que reunió a más de 200 participantes en la instancia de audición, presentó a las siete selecccionadas y llenó la sala de Santos 4040 gracias a su innovadora colaboración entre la música orquestal y la comunidad Drag Queen, el canto lírico en vivo y la simultánea dinámica play back. Pablo Foladori, Director General, lo definió como un “proyecto de investigación sobre el encuentro entre dos comunidades” e invitó a reflexionar sobre la poética de la fusión.

El evento, que abrió sus puertas a las 21, inició los preparativos tres horas antes. El montaje de las artistas drag fue un proceso que requirió de una gran elaboración previa. No bastaba con ponerse el vestuario; se debía interiorizar la esencia del personaje, adentrarse a la historia que su performer creó, pensar y actuar como tal. Cada persona drag propone un estilo singular asociado al mensaje que desea transmitir. “Hay tantos estilos de drags como personas que lo hacen”, explica la concursante Rita La Salvaje, cuyo propósito particular es “trabajar el tema de la marginalidad y representar la disidencia de los cuerpos: una drag con pelo en pecho y un cuerpo distinto”, concepto que desafía al estereotipo con el que se asocia a esta comunidad.

Mientras se maquillaba en el camarín, la conductora del evento, conocida como Vedette, afirmó que Neobarrosas representa “una gran oportunidad para difundir el movimiento, alcanzar la participación en otros escenarios poco usuales para les artistas queer y profesionalizar la práctica.” Asimismo, propuso erradicar el concepto de drag queen comúnmente conocido: “Queda muy asociado a la prostitución y a la fantasía heterosexual, porque la cultura paqui (término con el que denominan de forma peyorativa a las personas heterosexuales, sus consumos culturales, formas de hablar o comportamientos) no entiende que puede haber otra cultura aparte del binarismo”. La presentadora lleva tres años de carrera intentando suplantar dichos mitos, despegarse del anticuado concepto “Dress As a Girl” (de donde se origina el término DrAG) y, en cambio, visibilizarlo como un arte performativo que usa los cánones culturales de género como herramienta principal.

Rita, La Salvaje.

Vedette irrumpió en la sala con un vestido azul brilloso, ceñido y escotado, una cabellera de largos rizos colorados y tacones aguja. “Parece Jessica Rabbit”, susurró con asombro alguien del público mientras que otros silbaban. Pero la estética se tornó algo complementario cuando la presentadora le dio inicio al show con su satírico sentido del humor que invitaba a las concursantes, los espectadores y la orquesta a “darlo trolo”. 

El público esperaba la primera aparición de la noche. Los más afortunados habían conseguido una silla o un espacio para sentarse en el suelo, mientras que otra gran parte tuvo que mantenerse de pie en los extremos de la sala. Si bien la apertura del evento demoró una hora más de lo previsto y desafió la paciencia de los presentes, la primera concursante, Chika Mala, logró acallar las quejas con su llamativa malla de colores fluorescentes y su interpretación junto a la cantante lírica Luz Matas. 

Esta concursante inició su experiencia como Drag Queen en la década de los 90, pero dejó momentáneamente la escena artística por cuestiones laborales. Decidió aprovechar el espacio cedido por Ópera Periférica para retornar al escenario y, a su vez, iniciar un proyecto personal denominado La Mash-Up, un espacio común a todos los artistas de la comunidad LGBT+ que pone en un segundo plano los ánimos de competencia y en un primero, la cordialidad y el respeto mutuo. Para Chika Mala “hay lugares para visibilizarse, pero hay que buscar los propios” para desvincularse de la participación limitada que les ofrecen los espacios heteronormativos. 

“Se funden los cuerpos y no se sabe de dónde sale el sonido”, dice Foladori.

Las presentaciones eran tan particulares como los personajes que las desempeñaban. Malibú, acompañada del intérprete Esteban Manzano, realizó una oda a la belleza vestida de encaje negro y con un gran cono alrededor de su cabeza. Petra optó por maquillaje pálido, pelo puntiagudo y uñas postizas tan largas como garras para personificar el demonio interior de una interna de un manicomio envuelta en un chaleco de fuerza. Rita La Salvaje presentó un encuentro pasional entre dos amigas junto a la cantante Patricia Villanova. 

Hacia el final, Nube simbolizó el despertar de la furia y la venganza con el aspecto alienígena que la caracteriza, y tras una serie de batallas duales en las instancias eliminatorias, terminó llevándose el primer puesto. Como parte de su discurso de agradecimiento, expuso las dificultades que conlleva el trabajo de una drag queen y pidió mayores oportunidades profesionales para sus colegas en la industria del entretenimiento.

Neobarrosas concluyó con un público expectante de una segunda edición. El artista contemporáneo e integrante del jurado Lorenzo Anzoátegui destacó “la sensación de colectivo, de no juzgar al intérprete en vivo y de que la drag es el frente de la performance y el intérprete en vivo es lo que está atrás” que suele ser un formato reiterativo en otras competiciones de playback. Ambos protagonizaban la escena por igual, llegando a un punto, según Pablo Foladori, donde “se funden los cuerpos y no se sabe de dónde sale el sonido”.

Cuatro años de derrumbe

Cuatro años de derrumbe

«Tenemos que colaborar en que este velo se corra», propone Hasenberg.

Las imágenes estuvieron presentes, recorrieron las redes sociales y algunas fueron virales. Pero muchas se perdieron detrás del velo que tendieron grandes medios de comunicación para proteger al gobierno de Mauricio Macri. La fotógrafa Mónica Hasenberg entendió que la manera de masificar esas imágenes que circularon por microclimas era sacarlas a las plazas, a los lugares públicos. De esta forma pensó y gestó la muestra Derrumbe, de la euforia del cambio a la Argentina del desamparo, un recorrido por 155 fotografías tomadas durante los cuatro años de gobierno macrista que realizaron 117 fotógrafos y fotógrafas, incluyendo a 17 colectivos fotográficos y militantes populares. Entre ellos, cuatro reporteros gráficos que transitaron por ANCCOM: Magalí Druscovich, Tomás Borgo, Julieta Colomer y Daniela Morán.

“Hace unos meses –cuenta Hasenberg-, noté que no era posible dimensionar lo que pasaba porque era tan vertiginoso todo que resultaba efímero. Empecé a mirar las fotos que sacaban otros, y pasaba lo mismo, eran cientos todos los días. Así fui dándole forma a la idea de juntar las representaciones de cada sector, de cada sindicato, de las víctimas, un resumen con fotografías de todos”. Esas imágenes que veía en sus redes sociales, subidas por colegas y compartidas por amigos, fueron el desencadenante que la llevó a convocar a fotógrafos profesionales y aficionados a participar.

La muestra en su conjunto tiene el peso de un pueblo devastado. Ver juntas reiteradas imágenes de represión policial, reclamos salariales, protestas sociales por derechos avasallados, comedores sobrepasados de pibes con hambre, personas viviendo en la calle, escuelas y hospitales vaciados, no da lugar a otra cosa que no sea la interpelación. “Teniendo en cuenta que hay un sector hiperinformado y otro informado en forma mentirosa –señala Hasenberg- creo que tenemos que colaborar en que este velo se corra; es increíble el nivel de negación de ciertos sectores que aceptan que está todo maravilloso aunque no pueda comprar la leche para sus hijos.”

En la muestra hay imágenes de cuatro fotógrafos que pasaron por ANCCOM: Magalí Druscovich, Tomás Borgo, Julieta Colomer y Daniela Morán.

Durante meses se gestó la producción de la muestra de forma colectiva, con intercambio de mails entre los fotógrafos pensando posibilidades de impresión. Finalmente se decidió imprimir banners que se pudieran transportar y colgar fácilmente para llevarla a plazas y establecimientos públicos de todo el país sin mayores dificultades.

Luego surgió la posibilidad de compilar las fotos en un libro editado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Para Hasenberg, el armado del volumen, además de darle otro formato, servirá también como “material de formación para que les jóvenes puedan aprender las consecuencias de las políticas neoliberales”.

La muestra se inauguró el viernes pasado en la Facultad de Filosofía y Letras, donde también se realizó la presentación del libro, y seguirá hasta el viernes 11 de octubre. Luego será llevada a la Plaza Armenia el sábado 12 y a Plaza Unidad Latinoamericana en Almagro el domingo 13. El jueves 17 llegará a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Más adelante seguirá recorriendo el país.

El sueño de la orquesta propia

El sueño de la orquesta propia

“El objetivo es mostrar que la Isla Maciel tiene chicos que tocan en una orquesta y que suene bien», dice Freda.

En el Barrio Viejo de la Isla Maciel, partido de Avellaneda, hace más de un año que funciona La Pandilla, una orquesta infanto-juvenil compuesta por 25 músicos de entre 5 y 22 años.

“El objetivo es mostrar que la Isla Maciel puede tener chicos y chicas que toquen en una orquesta y que suene bien. Buscamos que se formen, que aprendan a tocar y leer música y eventualmente que puedan hacer una carrera musical”, cuenta Claudio Freda, director de la Fundación Isla Maciel en diálogo con ANCCOM.

Para los integrantes de la Fundación, formar una orquesta en la Isla era un sueño. “Uno de esos que decís: ‘Qué linda experiencia de aprendizaje, inclusión y acceso a derechos’”, se emociona Freda.

Miguel Ángel Estrella donó un recital y con los fondos recaudados La Pandilla compró los instrumentos de cuerda.

En 2014, la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) abrió su primera Escuela Secundaria Técnica en la Isla y a través de ella, en articulación con el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario, se formó una orquesta en ella. Pero dos años después la escuela se mudó y también la orquesta.

Por ese motivo, miembros de la Fundación se reunieron con las autoridades de la UNDAV, con los directivos de la Técnica, con una agrupación de músicos peronistas y una asociación cultural del barrio, y dijeron: “Queremos crear una nueva orquesta”.

Freda relata el camino que siguieron para lograrlo: “Hicimos una campaña de financiamiento colectivo y el pianista Miguel Ángel Estrella nos regaló un recital para recaudar fondos. Con eso compramos los instrumentos de cuerda y nos donaron otros”.

La orquesta infanto-juvenil está compuesta por 25 músicos de entre 5 y 22 años.

La Pandilla fue creada el 1° de agosto de 2018. Su nombre viene del centro cultural en cuyo espacio estudian y ensayan. Ahí mismo existía un club de fútbol con el mismso nombre, pero quedó abandonado. Decidieron conservar el nombre en agradecimiento.

La orquesta está formada por su director, Bernardo Scherman; los docentes integradores socio-comunitarios Hugo Maldonado y Guadalupe Gonçalves; el profesor de contrabajo y cello Gonzalo Fuertes; Soledad Liquitaya, violín y viola; Pedro Terán, clarinete y flauta traversa; Nicolás Jager, lenguaje musical, más los chicos y chicas agrupados según lo que tocan.

En un comienzo, la única ayuda que recibían provenía del Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles, el cual se encuentra “muy bastardeado”, según Freda. Cada docente tiene que enseñar dos instrumentos, es especialista en uno, pero brinda los conocimientos básicos de otro. Si bien se sostienen, quieren continuar creciendo. “Necesitamos profesores de viola, cello y percusión, con ellos tendríamos más chicos y más instrumentos. La idea es tener la orquesta completa con más de cincuenta de integrantes”.

Para premiar la responsabilidad y el progreso, algunos instrumentos son entregados a los chicos en comodato.

Al no percibir ningún subsidio del Estado, el conjunto debe autofinanciarse. Cuenta además con el apoyo de distintas organizaciones. “Más allá de la situación en la que vivimos, que nos llevó a comprar alimentos en vez de los insumos para la orquesta, hay gente que nos acompaña, como la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC), que nos brinda el honorario mensual para uno de los profes. La Asociación Argentina de Intérpretes nos donó instrumentos. Mavi Díaz, Teresa Parodi y Celsa Mel Gowland también nos dan una mano”, destaca Freda.

El impacto de la orquesta se refleja en la permanencia de sus miembros: tienen que ir, ensayar y comprometerse. Las presentaciones que organizan en la plaza de la Isla o en otros lugares y los eventos a los que son invitados son un estímulo para que seguir adelante.

“Estudiar música tiene beneficios motrices, intelectuales y emotivos. Y en este sitio en particular, mientras están acá se olvidan de su cotidianeidad, que es difícil, es un momento para divertirse en un contexto cuidado”, reflexiona el docente Nicolás Jager.

Para premiar la responsabilidad y el progreso, algunos instrumentos son entregados en comodato luego de un proceso de evaluación. “El instrumento no es propiedad de la nena o el nene, pero se lo pueden llevar a la casa comprometiéndose a cuidarlo, si se daña repararlo, en la medida que puedan, y practicar. El propósito es extender las pocas horas de ensayo y además que ocupe un lugar en su vida. El arte contribuye al desarrollo, la expresión, la comunicación con el otro y la resignificación de los pibes”, afirma Freda.

“Me sentí feliz cuando me dijeron que me lo podía llevar”, dice Ariana, de 10 años, quien desde entonces ensaya con el violoncelo en su habitación. Marcela, mamá de Sofía, la cellista de La Pandilla, remarca que gracias a la música su hija “cambió mucho su carácter”. “Antes era muy vergonzosa y ahora habla más, hasta la ayudó en el colegio”, dice.

La orquesta tiene una luthier, Silvia, que está coordinando la fabricación de una guitarra colectiva. Este proyecto surgió cuando la Universidad Nacional de las Artes (UNA) creó una diplomatura online de luthería y becaron a dos estudiantes. El problema apareció cuando les informaron que la práctica debían hacerla en un taller externo y pago. Ante esto, Silvia pidió que los becaran y ella ofrecería el taller, de manera gratuita, en el espacio de la orquesta. Por ahora están abocados a las guitarras, pero la expectativas es armar otros instrumentos.

El pasado 10 de septiembre la Fundación Isla Maciel organizó un concierto a beneficio de La Pandilla en el Teatro Roma en el que se presentaron Eruca Sativa e Hilda Lizarazu, entre otras artistas. “En términos de recaudación, por la calidad y el esfuerzo no sé si fue el mejor resultado. Si bien había mucha gente, no se llenó. El teatro tiene capacidad para 500 personas y habría 300. Sí fue un alivio para pagar los honorarios de los próximos dos meses”, señala Freda.

Signada por la crisis, que en la Isla pega duro, la orquesta ha cumplido un papel de contención, en ciertos casos muy concreta. “Tuvimos que salir a dar respuestas a una emergencia alimentaria y habitacional, e incluso alojar a tres familias que estaban en situación de calle –subraya Freda–. Esta gestión marcó fuertemente sus vidas y a nosotros mismos, porque trabajamos en el desarrollo de la comunidad. Fue importante ocupar los espacios que se desatendieron”.

Y sobre el efecto de las políticas neoliberales del gobierno de Mauricio Macri, opina: “Dentro de todo lo negativo, fue positivo porque nos empujaron a hacerlo, a ir contra la corriente generando vías para la creatividad, el desarrollo, el ‘enciudadanamiento’ y decir: ‘Somos ciudadanos con derechos, y también con derecho a la música, aunque nos estén cagando de hambre’”.

Mientras tanto, La Pandilla va por más. El próximo objetivo es armar un coro e incorporar una flautista. Y con la fuerza con que formaron la orquesta, esperan sostenerla y ser parte de un frente de lucha por la restitución del Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles.