La lente en los sufridos

La lente en los sufridos

«La cámara afgana», la muestra del multipremiado Rodrigo Abd, exhibe la realidad del país asiático capturada por el fotógrafo tras dos extensos viajes.

El Centro Cultural Borges presenta la muestra fotográfica La Cámara afgana, de Rodrigo Abd y curaduría de Irina Dambrauskas. El reportero gráfico argentino fue dos veces ganador del premio Pulitzer y visitó Afganistán por primera vez en 2006 y por segunda en 2022, ya sin la ocupación de tropas estadounidenses en ese país.

En el primer periodo, entró en contacto con la cámara de cajón (artefacto que era muy común entre los fotógrafos callejeros de aquel lugar), que permite tomar la foto y realizar el proceso de revelado con la misma herramienta. Dambrasukas relata cómo influyó esta modalidad en el trabajo de Abd: “Dio como resultado un material totalmente distinto al que se podría obtener con una reflex o con una mirrorless digital. Las fotografías parecen detenidas en el tiempo. La muestra consta del material que realizó durante dos viajes; del primero teníamos mayoritariamente retratos de trabajadores jornaleros, y durante su segundo viaje llevó la cámara más allá de sus límites, realizando fotografías en exteriores, con movimientos y variedad de planos”.

 La segunda visita del fotógrafo lo situó en un contexto de menor rispidez en ciertos aspectos, lo que le permitió llegar a zonas que en 2006 le estaban vedadas y que Abd se propuso recorrer. La selección de las fotos para la muestra denota una tendencia a retratar imágenes de personas adultas y niños realizando actividades que forman parte de su cotidianidad, con mujeres con el rostro cubierto y hombres armados.

“En un principio lo que hice fue ir armando varias selecciones con distinto tamaño y jerarquía. Rodrigo produjo una enorme cantidad de material increíble, así que reducirlo e ir dejando afuera fotografías fue muy complejo. Fuimos viendo de cubrir distintas temáticas de la vida cotidiana en Afganistán: niñez, trabajadores, mujeres, consumo de drogas, talibán, religión, cultura, etcétera. En este proceso terminaron quedando afuera imágenes con las que uno se encariña, pero que quizás en el diálogo con el resto del material hacían ruido o no funcionaban del todo bien”, explica la curadora.

Algunos turistas que andaban de paseo por el Centro Cultural Borges se acercaron a recorrer la muestra, como es el caso de Amanda Klein, de Sao Paulo, Brasil. Tiene 26 años, es médica y la visita la hace conocer por primera vez la obra de Abd. “La sensación general que me dejó la muestra es de tristeza y sufrimiento, como la que se ve en el rostro y mirada de aquel hombre de 75 años que ya no puede trabajar por su físico. De todas maneras hay otras que me causaron una sensación contraria, como la de la familia que estaba de vacaciones navegando en un bote”, cuenta.

Ese sufrimiento también fue percibido por Paola Frías, cuidadora de adultos mayores y de 53 años: “Sentí tristeza con las fotos exhibidas. Las imágenes muestran el maltrato que sufren esos seres humanos, principalmente las mujeres y niños”. Paola agrega: “Mi conocimiento sobre la cultura afgana era muy pobre. No he tenido la oportunidad de observar con detenimiento anteriormente, por los pocos fragmentos que llegan de los medios”.

Distinta fue la experiencia de Augusto Reyes Mora, antes de visitar la muestra. Este ingeniero industrial peruano, de 45 años, había leído un libro que hablaba de la opresión contra la mujer en aquel país. “La muestra me generó una sensación de naturalidad para contar las cosas y muy explicativa. Me sorprendió un poco la situación que tienen frente al trabajo infantil, sobre todo la imagen de aquella niña que debía trabajar porque no le estaba permitido estudiar y refleja esa opresión que leí en aquel libro”.

La muestra se encuentra en el primer piso del Centro Cultural Borges hasta diciembre del 2023.

“Aída Bortnik fue una persona muy importante en mi vida”

“Aída Bortnik fue una persona muy importante en mi vida”

“Las guerras a través del tiempo” es una serie de cortos dirigidos por Víctor Laplace que busca revivir y rendir homenaje a la notable guionista argentina.

Encabezado por el reconocido actor y director Víctor Laplace, el proyecto de Las guerras a través del tiempo tiene como propósito abordar la persistencia de los conflictos bélicos a lo largo de la historia y poner en valor la obra de la destacada guionista Aída Bortnik (1938-2013). Laplace y Bortnik colaboraron en la década del 60 en Soldados y soldaditos, una pieza de teatro pacifista estrenada en 1972, en un contexto mundial marcado por las guerras.

“Bortnik fue una persona muy importante en mi vida –afirma Laplace–. Hablar de ella implica rememorar las reuniones que hacíamos en su casa, junto a otros colegas, y ahí nos quedábamos pergeñando ideas. Así surgió Soldados y soldaditos”. Bortnik, asimismo, es un nombre clave en la cinematografía argentina, recordada como guionista de La tregua (1974) y La historia oficial (1985), esta última ganadora del Oscar a mejor película extranjera.

“Con Aída empezamos a pensar en la posibilidad de hacer un espectáculo sobre las guerras que tenía que ver con los soldados de verdad”, cuenta Laplace, quien en aquel momento le propuso a Bortnik que escribiera la obra mientras que él actuaría. El proceso creativo implicó meses de trabajo diario, que resultó en una pieza teatral con 14 personajes: El Soldado Yanqui, Soldado Samurái, Balada del Desertor y La Paloma de la Paz, son algunos de ellos.

Para Las guerras a través del tiempo, Laplace contempló la posibilidad de ampliar el espectro de personajes de la producción. “Si hubiera tenido tiempo, habría hecho un espectáculo de ocho o diez personajes. Porque tienen que aparecer más los malos, sino es todo muy buenito”, sostiene, entre risas, en diálogo con ANCCOM.

El factor tiempo fue uno de los desafíos significativos durante el proyecto. Pudieron llevar a cabo la producción en el Centro Cultural Kirchner (CCK), y si bien se trata de un espacio que ofrece una plataforma destacada, también presenta complejidades debido a su alta demanda de producciones. Laplace contó con la colaboración de Diego Poleri, quien lo ha acompañado en sus incursiones cinematográficas.

La serie está disponible inicialmente en la plataforma Contar. El rodaje tuvo lugar en Tandil, la ciudad natal de Laplace, y el objetivo del director es revivir los textos de Bortnik en formato audiovisual, honrando su habilidad para transformar momentos dolorosos de la historia argentina en obras artísticas significativas.

Las piezas audiovisuales incluyen textos de Eduardo Galeano, que abren y cierran cada “bitácora”, y según Laplace responden a la profunda impresión que le generaron dichas obras al escritor uruguayo. Suenan además dos canciones de Viet Rock, la ópera musical sobre Vietnam de Megan Terry.

Laplace inició su trayectoria en Buenos Aires, adonde se trasladó para estudiar teatro. Este período marcó un capítulo importante en su carrera. “Me comencé a relacionar con (el actor y director) Jaime Kogan, fundador del teatro Payró, sobre la calle San Martín, donde producimos justamente la obra Viet Rock”, relata.

Actor de teatro, cine y televisión, recordado por interpretar al General Perón en el filme Eva Perón (1996), Laplace también se ha destacado por su compromiso, de hecho, en los 60 y 70 hacía teatro político en barrios obreros de todo el país. “Junto con otro colega íbamos a hacer teatro en la villa y así se desachavaban los problemas que tenían”, evoca.

Hoy, como actor, está ensayando con Andrés Bázaro, director con quien ya ha colaborado antes, una obra de la autora Sandra Franzen, Oda al poeta esquivo, aunque el título definitivo aún está sujeto a discusión. Y a sus 80 años, desde Tandil, donde vive rodeado de sus afectos y amigos, Laplace sigue produciendo proyectos vinculados con la literatura, el teatro y el cine.

Yendo del estudio al streaming

Yendo del estudio al streaming

Con la hegemonía de las plataformas en la industria musical, los modos en que los artistas independientes construyen su público cambiaron. Las nuevas formas de distribución prometen sencillez y efectividad, pero siguen sin resolver la necesidad de utilizar intermediarios.

La música por streaming cambió los pasos que un artista tenía que seguir para mostrar su trabajo. La llegada de las plataformas hizo necesario que un nuevo actor medie entre el artista y la audiencia: las distribuidoras o agregadoras digitales. Estas empresas, en su mayoría extranjeras, se presentan como una forma sencilla, rápida y justa para que cualquier artista que quiera (y tenga algunos dólares a mano) reparta sus canciones entre Spotify, Itunes, Youtube Music y otros rincones de la música digital.

En la teoría, las plataformas parecen listas para difundir una canción hecha en casa: es la ilusión de llegar al mainstream con “una computadora de Conectar Igualdad”. Sin embargo, en la práctica, producir, distribuir y exponer música no ha perdido su complejidad.

No te olvides de lo artesanal

«Las bandas grabábamos discos, como ahora, pero esas grabaciones se ponían en un soporte físico, que en mi caso era el CD», cuenta German Alperowicz, promotor, manager de artistas y docente de Comercialización en la Escuela de Música de Buenos Aires. Recuerda que años antes de Spotify, “la distribución independiente era artesanal, con un circuito de disquerías amigas en Buenos Aires, el conurbano o el interior del país. Cada vez que tocabas había un puesto con los discos. Todo aquello no era para nada malo: era invertir en la grabación, en la fabricación de un soporte y después salir a venderlo. Venderlo generaba un contacto con el público».

Datos de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica muestran que, en 2022, la industria musical grabada facturó 17.500 millones de dólares en plataformas de streaming. Esto cuadruplica los ingresos de la música en formato físico, que el año pasado fueron de 4.600 millones de dólares.

De ese carrito que empujaba el propio artista ahora se ocupan las distribuidoras que, si bien tienen la potencia para exportar la música independiente a todo el mundo, ¿ofrecen un vínculo similar al que construía vender un CD justo después del show? Para Alperowicz , el desafío es interesante: «El objetivo es tener al público cautivo en esta nueva era digital, donde hay muchísima oferta y donde la demanda es distinta. Yo creo que sigue habiendo fanáticos de la música, fanáticos de artistas, de bandas. Pero, al haber mucha oferta, se hace más complicado generar una comunidad».

Para Leandro, un músico que prefiere no dar su apellido, quién  también es productor e ingeniero en sonido, las plataformas de streaming y las distribuidoras significan un avance enorme. «Antes, la única posibilidad de pegarla era que te descubriera un cazatalentos y que invierta plata en vos. Hoy en día, podés ocuparte de todo el proceso desde tu casa, desde crear un tema hasta distribuirlo para que suene en Japón. Dependés más de vos y de tus estrategias».

No obstante, depender de uno no elimina las exigencias de la industria musical, las reconfigura: «Al tener independencia es uno quien arma su calendario de lanzamiento. Antes te lo imponía un sello, ahora te lo impone esta nueva mentalidad de ‘como todos tenemos las herramientas, todos van a estar sacando música, así que yo también’”. Sea un disco por año o un single por mes, el ritmo lo pone el mercado.

Según Leandro, el consumo de música se “inmediatizó”, por lo que el artista debe atender a múltiples demandas, rápido y por su cuenta: “Si querés seguir la ola, tenés que subir contenido todo el tiempo. Y eso es medio una cagada para el artista; es el capitalismo extremo aplicado a la música. Para responder a la demanda tenés que producir más y eso influye directamente en lo que hacés, porque estás más apurado”.

¿Cuánto duele?

En el home-studio que armó en su living, Tomás (quien también prefiere no dar su apellido) hace trabajos de producción y mezcla para artistas independientes: «Si querés hacer una sola canción y no tenés el equipamiento necesario, te puede salir 100 lucas: 30 en la mezcla, 15 en el mastering, una jornada de grabación de 5 horas 15 lucas, comprar una instrumental 10 o 15. Esto solamente para hacer la canción, sin contar la distribución y todo lo demás. De entrada, es un hobby caro. Yo eso me lo puedo ahorrar ahora que tengo el equipo… pero tuve que servir mucho café».

Tomás también tiene su proyecto musical, que ronda los 500 oyentes mensuales y las 20.000 reproducciones en Spotify. Como eso no alcanza a transformarse en dinero concreto, el músico lo toma como una inversión casi obligatoria para atender a otros modos de financiamiento, principalmente shows en vivo: «Que tus temas estén sonando en Spotify implica más llegada al público y el día que hagas una fecha, que es donde realmente está la plata, capaz podés recuperar algo de lo que invertiste. Pero si tu música no está en ningún lado, vas a tocar siempre para dos amigos».

Su portal de Distrokid (la distribuidora que contrató) indica que, por cada reproducción en Spotify, Tomás se lleva menos de 0,0003 dólares. Curiosamente, el número varía según el país de origen: si la canción se escucha en Estados Unidos o en Europa, genera unos milicentavos más que de ser escuchada en Argentina.

El primer trimestre de 2023, Spotify reportó un total de 510 millones de usuarios mensuales, de los cuales 210 millones son suscriptores premium: con esos números lidera el mercado holgadamente. Los ingresos totales de la plataforma crecieron en un 14%, alcanzando los 3.000 millones de euros, un récord para un trimestre. Esos volúmenes requieren intermediarios que sumen a cientos o miles de artistas y simplifiquen su tarea.

Hay alternativas

Si bien hoy entre los artistas independientes el sistema predominante va del estudio a la distribuidora digital y de esta al catálogo de plataformas dominantes, en nuestro país está tomando forma otro tipo de iniciativas en favor de los músicos que, por lógica de mercado, no tienen tantas reproducciones.

Entre ellas está BeatHey, una plataforma argentina, cooperativa y colaborativa para artistas y seguidores de la música independiente, que permite compartir música sin intermediarios. Además de ser representante de BeatHey, Nicolás Beldi también es artista, sube sus canciones a las plataformas convencionales y afirma que «la repartición de regalías es totalmente desigual. La mayoría de los artistas que se llevan la plata pertenecen a tres multinacionales muy conocidas que son las que manejan todo el mercado y que casualmente son las mayores accionistas de estas plataformas».

En contrapunto, la idea de BeatHey es promover un pago más justo y equitativo entre los artistas, sin distribuidoras que se lleven un porcentaje y con una tasa de ganancia por reproducción que supere los “0,00026 dólares promedio” de Spotify. Esto funciona mediante un sistema de suscripción que, según Nicolás, también fomenta el desarrollo de una comunidad: «Permite escuchar música, pero también publicarla, armar listas, participar en concursos, eventos que son curados con artistas dentro de la plataforma, una revista digital y campañas de promoción. Uno puede ir conectando y sintiéndose parte de una comunidad independiente. Se empiezan a armar nichos en diferentes ciudades, provincias, regiones y nos vamos juntando todos pensando desde el mismo lado». Hoy, BeatHey cuenta con aproximadamente 5.000 artistas y 40.000 suscriptores.

Por otra parte, el Instituto Nacional de la Música (INAMU) presentó en septiembre la primera agregadora digital de música argentina: AMA. A través de un convenio con el Ministerio de Cultura de la Nación, se pondrá en funcionamiento a fin de este año, y permitirá a los artistas distribuir su música sin costo, conocer en detalle cuánto generan sus reproducciones y concretar sus derechos intelectuales. En un comunicado institucional, se sintetiza: «Queremos que los músicos puedan subir sus canciones de forma sencilla y que cobren lo que les corresponde». Con esto, puede pensarse el desarrollo de AMA como parte del fomento a la actividad musical, establecido en el primer artículo de nuestra Ley Nacional de la Música.

Las voces de las Swifties

Las voces de las Swifties

Durante más cinco meses las fans de Taylor Swift acamparon en la puerta del Mâs Monumental a la espera de los recitales de esta semana. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hicieron?

Las voces de las fans

¿Quiénes son las swifties? Desde que salieron las entradas en junio, las fanáticas de Taylor no dudaron en instalar sus carpas en la puerta del estadio River Plate para esperarla. En este episodio nos cuentan su experiencia.

¿Quiénes son las swifties?

por Marina Ampuero y Mailen Farías.

Los libros de la buena memoria

Los libros de la buena memoria

La Biblioteca Nacional organizó la Feria del Libro Originario. Editoriales y autores se reunieron para visibilizar una parte silenciada de nuestra cultura y el valor de los textos para mantenerla viva.

“Somos, estamos y nunca nos iremos”. El pasado domingo 5 de noviembre se llevó a cabo la primera Feria del Libro Originario en la Plaza del Lector Rayuela de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, con entrada libre y gratuita.

La wiphala, como símbolo de unión en la diversidad, estuvo presente en los puestos de libros y en la reja que rodea a la plaza de la biblioteca, del barrio de Recoleta. La feria fue organizada por el Centro de Estudios sobre Pueblo Originarios de la Biblioteca Nacional cuyo objetivo es realizar realiza actividades, publicaciones e investigaciones con el fin de difundir las culturas de las comunidades autóctonas.

En esta primera feria se concentraron editoriales grandes y pequeñas, autores y autoras independientes que pertenecen o están vinculados a la temática de pueblos originarios, con el fin de darles visibilidad, de que la gente encuentre y vea en un solo lugar la diversidad bibliográfica disponible: desde diccionarios hasta ediciones de El Principito en quechua, pasando por poesías e investigaciones culturales.

La feria contó con una programación de canto por Victorina Melipan Antieco Esponja, mujer mapuche tehuelche, la presentación del libro Los diarios del Malón de la Paz de Hermógenes Cayo y Mario Augusto Bertonasco y el cierre estuvo acompañado por música comunitaria aymara y altoandina.

K´anchay Qoyllur, una de las feriantes explicó: “Al lado de este edificio, tan importante para las culturas, que se arme una feria de los pueblos originarios desde y para ellos me parece muy importante, para que las personas que no tienen donde conocernos, donde vernos y escucharnos nos encuentren cerca. Ojalá que se difunda esto, y lo mismo para la juventud. Muchos saben pero otros ignoran nuestra historia, nuestra forma de vida, nuestras cosas que hacemos”

Durante la primera presentación Victorina Melipan Antieco Spoja aseguró: “Es muy importante este espacio y este momento. Este derecho de los pueblos de poder manifestarse, de poder ser en sus propias lenguas con la identidad, porque hay más de 48 naciones vivas, no somos tres o cuatro: somos muchas más. Naciones vivas con sus lenguas y rescatando nuestra cultura, nuestra espiritualidad y nuestra identidad”.

La Biblioteca Nacional fue el espacio de las conversaciones y discusiones históricas, políticas y culturales. Una de las que más convocó fue la referida a los acontecimientos en Jujuy  y al tercer Malón por la Paz.

Diego Antico, uno de los coordinadores del Centro de Estudios sobre Pueblos Originarios de la biblioteca, reflexionó: “Que haya un Estado que permita visibilizar estas cosas es muy importante, porque lamentablemente cada día hay un discurso más anti-estatal y ese discurso se olvida de que el Estado es el que garantiza muchas veces aquello que el mercado deja fuera. Nuestro objetivo es mostrar todo eso que quedó fuera del mercado del comercio”.

En una actualidad con avances y retrocesos, y en una sociedad con mucha discriminacion, con violencia racial, hay que seguir luchando y educando para que eso no suceda: “El rol del Estado es muy importante, porque si dejamos todo librado a los individuos lo que sucede es eso. El Estado generando políticas públicas, leyes, políticas de educación garantiza que esas cosas no sucedan”, cerró Antico.

 

Música, maestros

Música, maestros

Por tercer año consecutivo se realiza esta semana el Festival de Ópera Villera, una propuesta educativa para adolescentes que producen, interpretan y protagonizan obras propias y también clásicos del género.

“El festival es ese momento de disfrute y uno nunca sabe qué niño o niña está viendo esto y qué puede generarle el ver una orquesta, escuchar un coro o solistas y qué semillita uno puede estar plantando ahí de vocación, de pasión o de deseo». Mailen Ubiedo Myskow, música compositora y docente, enfocada especialmente en la ópera, forma parte del Centro Artístico Solidario Argentino, CASA, desde hace 13 años, y es también fundadora del Festival de Ópera Villera, evento que tendrá lugar esta semana en Buenos Aires, con una serie de espectáculos programados en diversas salas de la ciudad. “Lo que más me interesa -agrega- es generar un espacio educativo y que se sepa también que los chicos en los barrios pueden ser productores de nuevo arte y no necesariamente receptores, sobre todo en este género”.

Del 4 al 12 de noviembre se lleva a cabo la tercera edición del Festival de Ópera Villera (FOV), acción vanguardista organizada por la Asociación Civil CASA. Sus protagonistas son estudiantes adolescentes de música en los barrios de Fátima y Padre Ricciardelli (ex Villa 1-11-14). Ellos son los productores del espectáculo, acompañados por la ONG y especialmente por sus maestros Mailen Ubiedo Myskow y Emiliano García Pérez. La gala de apertura tendrá lugar hoy, martes 7 de noviembre, a las 20:30, en UOCRA Cultura.

«Se me ocurrió armar junto a los responsables de cada área de nuestra compañía un espacio educativo enfocado en adolescentes para que puedan conocer un poco de qué van los oficios que tiene la ópera y abrir un poco el horizonte cultural”, cuenta Ubiedo Myskow. La conversación transcurre durante el ensayo abierto para la Gala Lírica de cierre, que se llevará a cabo en el Instituto Técnico Nuestra Señora de Fátima, ubicado en Villa Soldati. Allí, dentro de una cancha de básquet, simple y bien iluminada, el escenario se convirtió rápidamente en un conservatorio frente a los sonidos de una orquesta compuesta por violines; guitarras; flautas; trompetas, flautines; chelos; glockenspiel: timbales; tambores y teclados. El espectáculo que brindan pinta una apropiación de la práctica tradicionalmente elitista, ahora mediatizada y redefinida ingeniosamente por un sector popular, joven y creativo.

“Lo mágico de la ópera es que abarca todas las artes, ahí los chicos se pueden encontrar con un taller acorde a sus deseos», explica la docente. En el espacio dan talleres de diseño y vestuario, diseño y realización de escenografía, dibujo, taller de composición musical y taller de teatro y dramaturgia y el de caracterización teatral, es decir, maquillaje y peinado. El resultado de estos trabajos concluye en una ópera montada y creada íntegramente por adolescentes: «Ese es el plato más fuerte del festival», indica Ubiedo Myskow. La obra realizada por ellos se titula “Espaghetini y brownie”, los mismos se encargan de la escenografía, confección del vestuario (inspirados en la colección de Ágatha Ruiz de la Prada 2018 y la colección de Moschino 2005 honrando a la gastronomía italiana) y maquillaje, además de ser los protagonistas del drama, ya sea como actores o músicos.

Con respecto al nombre, considerado polémico para algunos, ella sostiene que «Ópera Villera» es un recurso que funciona, ya que llama mucho la atención, tanto la gente que conoce de ópera como la que no, se preguntan, “che ¿qué es esto? ¿de qué va?» También remarca el concepto de ir contra la idea peyorativa de lo villero, lo que implica amigarse con la palabra para resignificarla y darle valor. «Nosotros estamos orgullosos de poder ser lo que somos y de poder llevarlo adelante, de que cada persona se sienta bien con lo que es y que no se avergüence de eso, militamos esa idea en el festival», expresa la música.

Otro punto clave que menciona es la novedad dentro del género: «Mucha gente no entiende que también hay obras nuevas, de hecho, está la compañía Sol Lírica, «Mujer sin nombre»  es una ópera fusionada de música académica y candombe». Allí, cuenta la docente, hablan del primer teatro de Buenos Aires y tocan temas como la esclavitud, la conquista de los derechos, entre otros temas. «Muchas veces se piensa que la ópera es sólo Mozart, Puccini y Verdi, y la realidad es que hay mucho más allá de eso; por supuesto, ellos nos encantan, los amamos y los seguiremos haciendo», explica Ubiedo Myskow entre risas y añade que, de todos modos, es clave entender que el género se renueva y es fresco.

El festival, sí bien tiene obras originales, también conserva a modo de fidelidad a la historia del género un repertorio clásico. Algunas de ellas son Nessun Dorma (ópera Turandot de Giacomo Puccini); Libiamo (ópera La Traviata de Giuseppe Verdi); Habanera y Toreador (ópera Carmen de Georges Bizet); Va Pensiero (ópera aida de Verdi), entre otras. La profesora cree que es una buena forma de llevar el género a los barrios, ya que no está contemplado en la vida de las personas que casi no llegan a fin de mes o tienen otros problemas el ir a disfrutar un espectáculo.

Además, el evento genera una actividad comunitaria, ya que contará con la presencia de una feria de platos con las familias que van a colaborar para juntar dinero para la escuela. «Viene gente del hogar, vienen agrupaciones barriales… Ese momento de compartir en comunidad a mí me encanta y me sensibiliza mucho», expresa, e invita al público a acercarse. «A futuro me encantaría que sea replicable en otros espacios y tener otro presupuesto para poder hacerlo en más barrios y tener estos talleres a disposición de muchos más adolescentes», expresa, y además habla del crecimiento, el apoyo y el trabajo en conjunto de varias instituciones y organizaciones académicas o no que se sumen a formar parte, para que esto llegue a más personas. «Y por supuesto algo que venimos diciendo hace rato: tener un espacio propio para nuestra ONG», concluye.

Emiliano García Pérez es el director de orquesta del CASA y director musical junto con Mailen dentro del festival, explica la importancia de la participación de músicos externos que tocan en lugares como la Sinfónica Nacional o el Teatro Colón.»Ellos se complementan con los demás músicos, muchas veces también enseñan y ayudan mucho a visibilizar el evento, ya que son músicos de primera línea y tienen cierta importancia dentro del ambiente», dice. 

También destaca la solidaria y comprometida participación del sonidista Juan “Cana” San Martín (sonidista de Tan Biónica) y cree que es un detalle fundamental del evento ya que es al aire libre. Ubiedo Myskow destaca, a su vez, el trabajo en conjunto con Noelia Pirsic, quien es productora ejecutiva y está a cargo del área de comunicación, espacios claves para el proyecto y especialmente para el festival.

 «Las colaboraciones que tenemos dan fuerza y validación artística al festival año a año», subraya García Péez, y explica que son necesarias para el apoyo y para conseguir recursos para financiar el proyecto. No obstante, insiste que el núcleo del festival son y serán los chicos. «Sin validación el evento se haría igual, porque el corazón son ellos, lo que hacen y que con esa participación aprendan a encontrar su espacio dentro de la música y el arte».

ANCCOM también conversó con Geraldine Lara (21 años), la alumna modelo emergente del CASA, quien hoy está a cargo de la composición de una de las canciones del festival, es estudiante del Conservatorio desde los 16 años y también estudia en la UTN ingeniería en sistemas. Su viaje con la música comienza a sus 12 años cuando descubre que la organización enseñaba música de forma gratuita, frente a su casa casa, en el barrio del bajo flores. “Yo entonces fui porque quería cantar, y aunque no tenían esa opción, me quedé y me terminé enamorando del violín”, cuenta Geraldine.

“Hoy estoy haciendo algo que era impensado para mí y que conlleva toda la imaginación y creatividad que es componer”, expresa, y afirma que Mailen fue quien la incentivó a sumarse al festival y además desempeñarse como profesora de estudiantes en etapa inicial. “Es una forma de devolverle al CASA un poco de todo lo que me dio a mí y poder retribuir a los chicos y que puedan conocer este mundo tan lindo que es el de la música”, algo que ella sostiene, está alejado de la realidad del barrio. Destaca la importancia de la organización como un espacio inspirador que abre oportunidades y posibilidades: “Yo buscaba un espacio así y justo tuve la suerte de que esté CASA con este proyecto. Sin eso yo no sabría lo que es, por ejemplo, un conservatorio, o que tenía esta pasión por la música”.

«En mi experiencia como docente de alumnos de primer año, puedo ver que hay muchos adolescentes que sienten que su aspiración máxima del futuro es trabajar en un Mcdonalds o jugar al fútbol», cuenta García Pérez, quien es también docente en el Instituto Técnico Nuestra Señora de Fátima, en Villa Soldati. Destaca la importancia de la vocación y de la necesidad de generar vínculos, apoyarlos, darles confianza y mostrarles que tienen más opciones en la vida. «Para ellos encontrarse con que hay otras posibilidades es una novedad, y el proyecto del CASA,  es eso», finaliza.

El festival es en la Ciudad de Buenos Aires, la entrada es libre y gratuita. Hoy martes 7, a las 20:30, será el estreno de la Ópera “Espaghetini y brownie” , compuesta y producida por estudiantes del CASA, en UOCRA Cultura (Rawson 42, Almagro /. El jueves 9 a las 22:00 y el domingo 12 a las 19:30 se podrá ver el documental “Ópera villera” por la señal de TV AllegroHD. / Y finalmente, la gala lírica de cierre tendrá espacio en la parroquia Madre del Pueblo (M3 C1,Bajo Flores) el domingo 12 a las 17:00.