Samanta Schweblin, al teatro

Samanta Schweblin, al teatro

La directora Mariana Obersztern llevó al escenario el cuento «Nada sobre todo esto», protagonizada por Mirta Busnelli, María Merlino y Vanesa Maja.

Una hija y una madre conviven en un auto en el que repiten todos los días la misma actividad: mirar casas. Así es que llegan a una vivienda muy especial, de tres livings y mesas de mármol blanco. Pero la madre esta vez pasó el límite: su auto invadió una casa ajena, embarró todo el jardín y ya no puede dar marcha atrás. Se trata de lo irreversible, lo que no está adentro y se busca desesperadamente afuera. Una hija que narra, su madre que se obsesiona y una dueña que se pregunta quién va a pagar el daño hecho.

Esta es la trama «Nada de todo esto», un cuento escrito por Samanta Schweblin, que leyó la actriz María Merlino hace seis años, y desde entonces quiso llevar al teatro, aunque todos le decían que no era un cuento teatral, sino más bien audiovisual, cinematográfico. Así nació la puesta Ese Bow-Window no es Americano que se exhibe en Dumont 4040.

 

¿Cómo lograste concretar el proyecto?

María Merlino: Se me ocurrió llamar a Mariana (Obersztern), quien ya me había dirigido tres veces. Justamente eso que la gente veía como una contra, ella lo vio como algo positivo. Le gustó el desafío, esa cosa no tan teatral que tenía el cuento. Después de que ella lo leyera y me diera su visión, me di cuenta que todo lo que me contaba era lo que yo había pensado e imaginado y no había logrado poner en palabras. Así que a partir de ahí empezamos a armar el proyecto: Mariana como directora, yo de hija, Mirta (Busnelli) como la madre y Vanesa (Maja) como la dueña.

 

¿Qué te atrajo del cuento?

M.M: Principalmente el vínculo de madre e hija. Ese hábito o ritual que tienen de mirar casas que podría ser anecdótico, pero atrás de eso hay una relación bastante compleja.

En el cuento aparecen el esposo y el hijo de la dueña. En la obra son nombrados, pero no están encarnados en actores, ¿hubo una decisión de que sea una obra actuada solo por mujeres?

Mariana Obersztern: Absolutamente. A mí me daban ganas de concentrar y condensar ese universo femenino que me parecía que latía muy fuerte en el cuento, en el estilo de mirada de Samanta Schweblin, del detalle, de la sensorialidad. No tener que ser leal a la dramática de la obra, sino más bien a lo que se eleva del cuento. No está el niño pero está, porque se lo está nombrando todo el tiempo y aparece en el imaginario.

 

¿Qué efecto genera esto?

M.O: Me parece que soltar al hijo y dejarlo en el imaginario permite que la obra se pueda despegar de alguna especie de deuda teatral, tradicional, e ir en busca de esto que decía María, de esa zona fílmica. Se abstrae un poco porque permite empezar a mezclar los materiales y también la obra entra un poco en el mundo de las ideas.

 

¿Por eso también la decisión de incorporar visuales?

M.O: Sí, porque el teatro es acción, presencia, carne, tierra. Y este cuento tiene esa especie de deriva fílmica. Para poder producir eso conviene mover algunas cosas para que no se convierta en una obra de living. Esto no es una obra de living. Entonces la intención es que algunos elementos que están configurando el todo cambien de terreno.

En la obra sucede algo particular: cuando la madre habla, lo hace desde el dolor, aunque sus líneas generen risa en el público. Lo gracioso es la forma, el atrevimiento, el momento en que aparecen (cuando aparecen) las palabras de Mirta Busnelli.

¿Por qué te interesó protagonizar a la madre?

Mirta Busnelli: María me invitó, nosotras somos amigas y nos conocemos hace mucho tiempo y habíamos hablado de hacer algo juntas. También el cuento me gustó mucho. Es difícil contar de qué se trata, pero me atrapó algo de la madre. Esa extrañeza que tiene, esa rareza, ese misterio, esa sensación de soledad total.

 

¿Cómo vivís el estreno de una película y el estar haciendo teatro independiente en simultáneo?

M.B: La estrella que perdí es una película independiente que se estrenó con el apoyo del INCAA. La verdad no sé qué va a pasar. Como todos sabemos, en el INCAA se echaron a más de 200 personas y está amenazado. Se cerró el área de Fomento, que era justamente el que apoyaba y subsidiaba a las películas.

 

Siendo actrices y directoras ¿cómo viven esta situación de recorte? ¿Consumen teatro y cine de la misma manera o están más enfocadas en producir?

M.B: No, podemos comer, cantar y bailar.

M.O: Todo. Es importante tener un fueguito encendido, alguna vitalidad para que las cosas se arrasen lo menos posible. Para seguir vivos para la próxima vuelta, porque estas cosas que están ocurriendo son muy ruinas hacia la cultura, la educación, el pensamiento. Está bueno estar agazapado y conectados, conectades entre todes. Sobre todo para que no se arruine la belleza de la gente, de los humanos viviendo juntes e interdependientes.

 

Ese bow-window no es americano se puede ver todos los domingos a las 18 en Santos Dumont 4040, en el barrio de Chacarita. Las entradas están disponibles en Alternativa Teatral.

Presentaron la Federación de Medios Digitales

Presentaron la Federación de Medios Digitales

En una reunión realizada en La Plata se debatieron estrategias ante las dificultades económicas y la ausencia de políticas estatales para el sector. El cooperativismo como una alternativa sostenible.

Las nuevas formas de comunicar traen consigo otras maneras de pensar los medios y desconocidos desafíos para los trabajadores. Con este espíritu fue que, en 2019, se creó la Red de Medios Digitales, un colectivo que busca coordinar las demandas del colectivo de medios independientes del espacio digital.

Desde su fundación, esta organización consiguió nuclear alrededor de 90 medios provenientes de 18 provincias del país con el fin de ampliar la cooperación, formalizar el sector y darle mayor contundencia a los reclamos de sus integrantes. Mientras que en un principio esta lucha se gestó solo en el reclamo por la división equitativa de la pauta oficial, el colectivo de medios continuó su crecimiento y hoy está formada por más de mil trabajadores. Ayer se presentó oficialmente como Federación, una figura que busca dar cuenta de las particularidades de los medios de comunicación creados en el entorno digital, en su conformación autogestiva, comunitaria, alternativa y popular.

El acto tuvo dos sedes. En el Salón Polivalente del Centro Cultural “Pasaje Dardo Rocha” expuso un panel integrado por autoridades y medios de la red así como con una serie de funcionarios públicos representantes del sector popular. Al interior de este panel se presentaron dos mesas; en primer lugar “La situación de los medios y el cooperativismo en Buenos Aires” en la que Yair Cybel (director de El Grito del Sur y presidente de la Federación de Medios Digitales), David Baressi (secretario gremial del Sindicato de Prensa Bonaerense –SiPreBo), Juan Salvador Delú (presidente de la Federación Argentina de Radios Comunitarias –FARCO) y Paola Alvarez (periodista de Pulso Noticias e integrante de la Federación) debatieron sobre los desafíos y reclamos que atraviesan a los medios digitales y sus trabajadores.

La segunda mesa, “Desafíos para una pluralidad de voces cooperativa”, estuvo conformada por Sacha Lechner (Director General de Comunicación Institucional de la Municipalidad de La Plata), Adrian Grana (Subsecretario de Coordinacion institucional del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia), Gildo Onorato (presidente del Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo) y Malena Gonzalez (Codirectora de Comunicadas y vicepresidenta de la Federación de Medios Digitales), quienes, desde sus diferentes posiciones como funcionarios públicos reflexionaron acerca de lo propuesto en la primer instancia y llamaron a la coordinación de nuevas herramientas de apoyo para el sector. Al interior de estas exposiciones, se generó un diálogo interesante sobre las propuestas y limitaciones en el campo de la comunicación popular:

Qué dijeron

“La información no es un derecho, es una necesidad”, dice Laureano Barrera, director de la agencia de investigación judicial Perycia, parte de la Federación de Medios, quien moderó el debate en ambas mesas. “Más que nunca, es necesario que se encuentren espacios de coordinación con el Estado”, añadió en vistas de la nueva política nacional frente a la comunicación: que tildó de “no comunicación”. Esta consideración, para Juan Delú es consecuencia de “una sobrerrosca del Estado a partir de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: ni todo es comunicación ni nada lo es”, que ha llevado a considerar que la situación actual es “por haber puesto a la comunicación en el centro de la discusión”. Al contrario, nuevas discusiones que actualicen la idea de una verdadera soberanía comunicacional deberían tener lugar, para Delú, desde una proyección transversal a todos los medios, digitales o no.

No es casualidad que el reclamo parta desde la Federación, compuesta en su mayoría por medios cooperativos que David Baressi identificó como “experiencias que surgen [en su mayoría] como respuestas a situaciones de crisis”. De esta forma, para Baressi “fomentar la cooperativización de los medios es la mejor forma de luchar contra las políticas de desinformación y saqueo”, evidentes en el cierre de Télam y el quite de la pauta oficial que forman parte de este nuevo impulso de concentración en el esquema de medios.

Para el presidente de la Federación, Yair Cybel, el principal problema para los medios cooperativos de hoy es su sustentabilidad, en especial con el abandono de la dirigencia política en materia comunicacional: “Ante la falta de una estrategia estatal, debe impulsarse una discusión de comunicación en términos de soberanía” que integre “la importancia estratégica de los medios comunitarios digitales comunitarios en la batalla cultural”.

Para Adrian Grana esta vuelta al discurso único que cercena la pluralidad de voces es un ataque directo a las estrategias de comunicación no mercantiles: “El agobio a los medios y espacios comunitarios es otro intento de disgregar el campo popular para eliminar al denominador común”.

Este ímpetu cooperativista se replicó en la propuesta de Lechtner, quien buscó revalorizar el asociativismo en su rol de herramienta de lucha y, respecto al rol del Estado, ponderó que “el lugar es escuchar, construir en conjunto y extender el mensaje”, reivindicando la experiencia como un canal para la llegada de “una propuesta colectiva a los problemas individuales”. En comunicación con ANCCOM, Lechtner rescato que “aunque el Estado nacional esté mirando hacia otro lado, hacia el extranjero, este es el rol de las demás dependencias deben asumir: el de condensar estos reclamos y construir herramientas de cooperación para afrontar los nuevos desafíos”.

Otra voz que se hizo escuchar fue la de Gildo Onorato, quien denunció que “la crueldad como forma de estructurar la acción política es una consecuencia lógica de la concentración, la extranjerización y el extractivismo: son las nuevas formas de la dependencia”, dijo el presidente del recientemente inaugurado IPAC, y añadió: “Enfrentar la crueldad para construir una propuesta alternativa que produzca una nueva mayoría”. Al ser consultado sobre las formas en la que estas propuestas podrán adoptarse, Onorato dijo: “Considero esta necesidad de seguir tendiendo puentes y configurando nuevos lazos es vital para la construcción de una nueva propuesta que incluya la agenda social verdadera: trabajo, produccion, innovacion tecnologica y comunicación”.

Terminado el acto se recordó que el próximo Encuentro Nacional de la Federación se dará el 21 de junio en Santa Fe

El sector cooperativo crece en su relevancia como articulador del campo popular, representando cerca de 10 puntos del PBI nacional, por lo que esta iniciativa de visibilizar la importancia del sector de medios digitales para su articulación y comunicación resulta cada vez más llamativa. Escuchar y atender los reclamos particulares de un sector estratégico, especialmente en un contexto de ataque a los medios de comunicación, mediante el cierre, achicamiento o ahogo, surge como una responsabilidad estatal para el desarrollo de una articulación sinérgica que vele por la pluralidad de voces.

Los vaqueros del Conurbano

Los vaqueros del Conurbano

Con sedes en distintas localidades, la más reciente en Avellaneda, una escuela de baile country cultiva la pasión por el género y convoca a hombres y mujeres que se animan a practicarlo. «El individualismo acá no tiene lugar», dicen. 

Las texanas negras y brillosas de Jorge enfilan sobre el piso de ladrillos rojos derecho hacia el espejo del salón de baile del Centro Cultural del Sur, de Villa Domínico. Veinte personas con sombreros blancos, jeans, botas y chaquetas lo aguardan en fila para comenzar. Al fondo, frente a una foto colgada de Spinetta, hay una pizarra blanca que anuncia que el 25 de mayo habrá peña, y más abajo un cartel informa que el lunes a las 19 hay clases de “country line dance”.

“Es un viaje de ida, espero que les guste”, dice, antes de arrancar la primera clase, la profesora Alicia Mabel Fusto, que en la espalda de su campera de jean lleva el nombre de su escuela en letras rojas –Country Club Line Dance–, a tono con sus botas. Detrás de ella, los alumnos ya están listos y esperando la señal para moverse. Antes de que Alicia levante la punta de su taco para dar el primer paso, dos mujeres se acercan tímidamente al salón y preguntan por la primera clase de country. En segundos, se acoplan al resto de los bailarines y Alicia las ubica justo tras ella: “Las nuevas bien adelante”, dice.

Todos los alumnos, salvo las dos nuevas que tienen jogging y zapatillas, ensayan con la misma vestimenta, porque las coreografías así lo requieren: un sombrero para hacer el saludo bajando el mentón y pellizcando la visera; jean con cinturón para sostener el peso de los brazos y manos en la hebilla o en los bolsillos; texanas para deslizarse con los tacos y un corbatín.

El country line dance se baila en línea. Cuatro movimientos es un paso, no hay forma de errarle a menos que estés muy distraído, y es difícil estarlo porque los banjos que acompañan la música te hacen creer que conocés las direcciones como si fuera una partida de ajedrez. Alicia comienza a contar para atrás desde cinco y cuando llega a uno da las primeras indicaciones: “Vamos a empezar con un paso básico: un paso a la derecha, cruzo la izquierda por atrás, derecha al costado y cierro”. Un alumno, en el fondo, aclara que ese paso se llama vine. Ya en la segunda canción, las recién llegadas de adelante sonríen porque les sale el vine de taquito.

Alicia recuerda que su amor al country en línea comenzó hace 10 años, cuando visitó por primera vez el San Pedro Country Music Fest, el primer festival de country en Argentina, y el más grande, que se hace una vez al año en la localidad bonaerense de San Pedro, a orillas del Paraná. Años después y con muchas clases de country encima, en pandemia, se largó a bailar con su marido Jorge en el Parque Domínico de Avellaneda. Hoy su escuela, con base en Wilde, tiene más de 70 alumnos y sedes en Quilmes, La Plata y en el partido 9 de Julio.

“En Zona Sur se baila mucho rock and roll y estilo americano, que no es lo mismo que country”, explica Alicia. En el country line todas las coreografías son internacionales: si estás en San Pedro, Texas o Wilde y empieza a sonar una canción de country, todos saben qué pasos hacer. En el baile country se utilizan distintas canciones de los subgéneros del country: country folk, country pop, honky tonk y bluegrass, entre otros.

“Mientras nos sentábamos en el porche delantero / de esa vieja casa gris donde nací y crecí / Contemplando los campos polvorientos / donde mi papá trabajaba duro todos los días / Creo que lo lastimé cuando le dije / «Papá, hay muchas cosas que no sé / pero, ¿nunca sueñas con una vida / en la que el maíz no crece?»”, reza la canción de Waylon Jennings, el artista favorito de la casa de zona sur.

Fernando guía la coreografía al lado de Alicia, él será el profesor designado para la nueva sede de Domínico. Sobre sus texanas negras con hebilla recorre el salón bailando con los ojos cerrados, mientras una alumna con su sombrero blanco sale de la fila para sentarse y tomar un mate: “En la próxima canción me sumo, no doy más”, le dice a otra compañera.

El salón se llenó, hay más debutantes: ya son más de 20 alumnos que danzan sincronizados en línea, dan una vuelta, se saludan con los sombreros –imaginarios los que no tienen– y siguen bailando hacia otra dirección. Los que están sentados al costado y sólo observan la clase mueven sus pies al ritmo de la música. La inauguración de la sede es un éxito.

“Es un baile grupal, eso es lo interesante del country line, la socialización es clave –sostiene Aicia–. Es mucho más que música y baile, es un estilo de vida. Viajamos, vamos al festival y estamos todos juntos pensando las coreografías. El individualismo acá no tiene lugar”.

“Es momento de que las personas oyentes se adapten a nosotros”

“Es momento de que las personas oyentes se adapten a nosotros”

En un mundo dominado por la comunicación oral, una radio para personas sordas emerge como un faro de inclusión y accesibilidad.

Creada por Matías Cufré, un conductor con discapacidad auditiva, y Mariana Ortíz, colocutora e intérprete en lengua de señas, la radio Locufre es la primera y única en el mundo diseñada específicamente para personas sordas. En Argentina, según la Federación Mundial de Sordos, hay aproximadamente 70 mil personas sordas y 450 mil con dificultades auditivas. A pesar de estas cifras, los medios de comunicación rara vez abordan las necesidades de este colectivo.

Locufre no sólo ofrece información, sino también un sentido de comunidad y pertenencia. “La idea de crearla tiene que ver con un sueño que yo tenía desde chico. Veía a la gente que llevaba auriculares, le preguntaba a mi mamá qué era y ella me dijo: ‘Es la radio´”, cuenta Cufré, en diálogo con ANCCOM, mediante la intérprete Ortiz.

Durante la pandemia apareció “la necesidad de que las personas no se sientan solas en sus casas”, agrega, entonces aprovecharon “la tecnología y el streaming” y arrancaron con el proyecto. Locufre, una combinación de «locutor» y su apellido, que transmite todos los jueves a las 22 por YouTube, Instagram y Facebook. Además, hacen las veces de órgano de prensa para la comunidad sorda en Argentina, cubriendo eventos provinciales y generando contactos a través de cronistas.

La radio opera a través de transmisión en línea, permitiendo que todo el programa se realice en Lengua de Señas Argentina (LSA). Esto la convierte en «accesible para oyentes», ya que se incorpora al mismo tiempo, por voz en off, la interpretación al español de todo el contenido en vivo.

 

El principal desafío, según los fundadores, ha sido lograr que la gente se sume y sienta que Locufre es un espacio donde pueden expresar sus opiniones. «La sociedad oyente tiene innumerables formas de expresarse, pero no es así para la comunidad sorda». La admiración de padres oyentes con hijos sordos al ver que una persona sorda puede liderar un medio de comunicación, ha convertido a Locufre en un ejemplo inspirador para muchas familias y un orgullo para sus creadores.

Cufré, quien se formó para comprender y transmitir el mundo de la radio a los sordos, sueña con expandir Locufre a otras provincias e incluso a la televisión. “La mayoría de la gente de la tercera edad es muy difícil que acceda a las redes –afirma Cufré–. Me encuentro con muchas personas que me dicen ‘ay, me encantaría verte, pero estoy sola y no sé manejar las redes’”. La televisión ofrecería segmentos accesibles para aquellos que no usan plataformas en línea.

Lo que comenzó con solo dos personas, ahora se ha convertido en un equipo diverso. Actualmente, hay tres intérpretes y un grupo de columnistas profesionales sordos. Además, Locufre crea contenido audiovisual educativo, como el proyecto «Huella», que documenta la historia y los referentes de la comunidad sorda en Argentina.

Este esfuerzo transforma la radio en un medio visual accesible y valida los derechos de la comunidad sorda, brindando información de calidad en un espacio inclusivo. Pese a la aprobación en 2023 de la Ley de Lengua de Señas (N° 27710), todavía existen muchas barreras, como la falta de intérpretes en hospitales y organismos públicos. Cufré subraya la necesidad de seguir luchando por estos derechos y de adaptar la sociedad oyente a las necesidades de la comunidad sorda.

La radio es autogestionada y ha sorprendido a muchos por su capacidad de adaptarse y unirse. «Las personas sordas nos adaptamos todo el tiempo a la sociedad oyente. Ahora es momento de que las personas oyentes se adapten a nosotros», sostiene Cufré, quien destaca además la necesidad de que la sociedad oyente aprenda lengua de señas para un entendimiento mutuo.

La industria del entretenimiento y los medios aún excluyen a las personas sordas. Cufré remarca que la falta de subtítulos y horarios limitados de intérpretes en la televisión son solo algunas de las barreras que enfrentan. La falta de apoyo gubernamental y la exclusión en campañas políticas reflejan una falta de empatía y consideración hacia la comunidad sorda.

Locufre cubrió el juicio en Mendoza en el que se investigaron los abusos sufridos por niños hipoacúsicos dentro del Instituto Próvolo, un colegio religioso de esa provincia. Durante la cobertura, observaron la desigualdad en la absolución de las monjas y el mal tratamiento de los medios hacia las personas sordas. Esta experiencia reveló la falta de preparación de los periodistas, quienes se acercaban con micrófonos mientras las personas sordas hablaban en lengua de señas. A partir de esto, desde Locufre ya están abordando la problemática a través de talleres y capacitaciones.

Que no se desmorone la CASA

Que no se desmorone la CASA

El cierre del programa Arte en Barrios, del Gobierno de la Ciudad, pone en peligro la continuidad de CASA, una asociación civil que enseña a interpretar música a chicos de barrios populares. Sus docentes no se dan por vencidos.

Es una mañana de sábado nublada y fría. En la esquina de Avenida Perito Moreno y Fernández de la Cruz, Mailen Ubiedo Myskow, directora de CASA y violinista, se encuentra con los profesores de canto, guitarra y clarinete, como todos los sábados. A unos pocos metros de allí se levanta la escuela Madre del Pueblo, donde dan clases de instrumento a niños, niñas y adolescentes del barrio hace más de 10 años.

Mientras caminan hacia la escuela, Ubiedo Myskow recuerda que empezaron con pocos chicos e instrumentos, fueron pidiendo donaciones y así fueron creciendo y sumando las clases en el barrio Fátima, de Villa Soldati.

A mediados de febrero de este año, el cierre del programa Arte en Barrios, que depende del Gobierno de la Ciudad, impactó fuertemente en CASA y sólo pudieron abrir la sede Madre del Pueblo. “Nos encontramos sin presupuesto-subraya la directora-, así que decidimos armar una campaña solidaria que la gente nos ayude”. Necesitan 1.000 personas que donen 1.700 pesos por mes, a través del débito automático o transferencia bancaria, para poder sostenerse.

Pese a lo difícil de la situación, Ubiedo Myskow asegura que van a seguir. “Vamos a tratar que los chicos que ya venían a las clases no pierdan el lugar y a medida que podamos seguir sumando donaciones vamos a ir incorporando docentes”.

Son las 10:30 y poco a poco van llegando niños que saludan a los docentes y se acomodan en las aulas. Cada una es un pequeño mundo, con sus propios sonidos. Margarita Sarquis es docente de canto y da clases en CASA hace 8 años: “Ahora estamos cantando A primera vista, canción de Chico César, pero traducida por Pedro Aznar. La vez pasada hicimos una traducción al español de una canción de la película de El Viaje de Chihiro porque a las chicas les gusta mucho el animé.”

Primero hacen ejercicios de estiramiento, relajación corporal y vocalización para luego comenzar a repasar las canciones. Sarquis acompaña con el teclado a las cantantes: Valeria, Valentina, Ariana y Mariana. Por los pasillos de la escuela, antes silenciosos, ahora se filtran las voces dulces de las chicas. También se escuchan sonidos de cuerdas que se afinan y el murmullo de padres y hermanos que preguntan por los horarios de las clases. Marina trae a su hija a su primera clase de guitarra: “A ella le gusta. Su hermana iba a clases de guitarra, yo le había comprado el instrumento, pero después perdió el interés. Y la hermana todos los días agarra y empieza a tocar mirando Youtube. Le dije: ´Andá a aprender hija, te anoto´. Yo habíia visto a los chicos entrar y nunca había preguntado”, cuenta.

En el aula de violín, Yamilé, de 12 años y Eimi, de 11, escriben las notas musicales en un pentagrama mientras Mailen afina. “Guarda acá, el do está muy bien pero hay algunas que están corridas”. Eimi recuerda que al principio quería tocar la guitarra pero después se dio cuenta que le gustaba más el violín, mientras que Yamilé siempre supo que el violín era lo suyo.

Hacia las 11:30 todos empiezan a practicar la canción de La pantera rosa, que interpretarán en el próximo concierto. “Mi identidad son las cosas que me gustan: mis recuerdos, mi nombre, mi familia y mis preguntas”, dice una cartulina en la puerta del aula de la que sale sonriente Luana, de 11 años. Ella siente que la música es lo que más le gusta y no falta un solo sábado. “Lo que más me gusta de tocar la guitarra es que aprendo muchas canciones y además, si no te sale algo el profe te explica, es muy copado”. Cuenta que tiene una hermana menor que espera cumplir 10 años para comenzar también las clases. “A veces, si puedo y si no hay nadie, le presto la guitarra y practica un poco”.

Son las 12 del mediodía, lo que significa que falta poco para la clase de ensamble. Cinco minutos de descanso y todos se trasladan al aula más grande para ensayar en grupo. Al frente están los violines, siguen los clarinetes y por último las guitarras. Silencios, miradas atentas y partituras que se acomodan en los atriles. Cuando el director marca el inicio, la música comienza. “Esto requiere un nivel de concentración bastante grande, a veces nosotros disfrazamos todo de juego pero detrás hay toda una disciplina que tienen que tener y que se les va enseñando de a poco”, comenta Álvaro Almada, profesor de guitarra. En este punto, todos los docentes concuerdan en que lo más gratificante es ver el aprendizaje y el avance de los chicos: “Como sea, se sigue, ese es el mensaje que le queremos transmitir a los chicos, no solamente con el contexto económico, sino también en otros aspectos de sus vidas”.

Muchas veces, por muchas situaciones complejas que se pueden vivir en casa, los niños no descansan bien y en clase no tienen la misma capacidad de atención. “Ahí es donde se empieza a armar una brecha entre el que puede descansar bien, el que tiene una casa calentita, el que no tiene que quedarse cuidando su casa y a sus hermanos, el que no tiene que trabajar, y el que sí tiene que hacer todo eso”, remarca Ubiedo Myskow. Con su trabajo cotidiano, CASA busca achicar esa brecha y que los chicos tengan un espacio extracurricular donde puedan jugar y compartir, donde puedan ser niños.

Si tienen que cuidar hermanos y no pueden asistir a clase, los docentes los alientan a que los traigan igual y los suman a alguna clase, así nadie se pierde de estar en un lugar lindo como lo es la escuela. “Yo creo que entre nosotros nos tenemos que apoyar y motivarnos a seguir por ellos, por los chicos y chicas que vienen acá y esperan tener un profe con una sonrisa esperándolos para tocar como siempre, por más que esté el día gris”, reflexiona Álvaro.

 

Y CASA lucha y sigue, a pesar de los recortes presupuestarios. Lograron tener una reunión con el GCBA y aún esperan una respuesta para ver de qué manera el Estado porteño puede asumir el compromiso necesario. Las organizaciones de la sociedad civil se ponen al hombro la tarea de ocupar ese lugar donde el Estado no está. “Nosotros ponemos todo el material, la luthería, los instrumentos, que es carísimo, nos encargamos de la dirección y la organización de los espacios. Más que un aporte del Estado es un aporte nuestro a la sociedad, un trabajo en equipo que es necesario”, comenta Mailen. Actualmente, la fuerte presencia de la campaña solidaria en redes sociales permitió que consiguieran nuevos suscriptores, pero aún necesitan apoyo. Aspiran a volver a ser lo que eran hacia la segunda mitad del año, si consiguen la cantidad necesaria de suscriptores y la inflación no es extremadamente violenta.

Hacia la una de la tarde la clase de orquesta llega a su fin y algunos padres que llegan a la escuela se asoman por la puerta. Los chicos guardan los instrumentos y saludan a los profesores. Será hasta el próximo sábado. “Toda la situación es muy compleja pero yo confío en la solidaridad de la gente, que va a entender la importancia del trabajo que hacemos”, dice Ubiedo Myskow mientras cierra la puerta del aula. Es la primera en llegar y la última en irse de la escuela, que ya es como su casa.

Crece el apagón informativo del Gobierno

Crece el apagón informativo del Gobierno

El Ejecutivo dio de baja a las páginas web y las redes sociales de los medios públicos. Ya no se puede acceder a su programación por vía digital ni tampoco a sus repositorios. Para argumentar la medida, utilizó una provocación más: dijo que se encuentran bajo un «proceso de reorganización», la misma expresión que empleaba la dictadura militar para autodefinirse.

El gobierno de Javier Milei sigue esmerilando a los medios públicos y violando la Ley 27.275 cuyo objeto es garantizar el efectivo ejercicio del derecho de acceso a la información pública, promover la participación ciudadana y la transparencia de la gestión pública.

Durante la mañana del martes 21 de mayo tanto los trabajadores y trabajadoras de Radio Nacional, Televisión Pública y canales de contenidos públicos, Encuentro y Pakapaka, como la propia ciudadanía argentina, amanecieron con el apagón de las respectivas páginas web y redes sociales. La medida se suma a la suspensión del servicio de la Agencia de Nacional de Noticias Télam que ya se encuentra próxima a cumplir tres meses.

En un comunicado firmado por el interventor de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado, Diego Martín Chaher, el gobierno nacional sigue con el despojo de los medios de comunicación públicos, en respaldo de su primordial objetivo: clausurarlos o que pasen a manos privadas. Así, se ordenó la suspensión de la transmisión y emisión en las redes sociales y páginas web de los medios públicos de cualquier tipo de contenido. Este comunicado fue enmarcado bajo el anuncio del inicio de un “proceso de reorganización” en las señales de televisión y radios del Estado, utilizaando las tres palabras con las cuales se auto definía la dictadura militar.

En ese sentido, la exgerenta de Contenidos Públicos Jessica Tritten dijo en su cuenta de X “Las señales educativas del Estado Nacional se encuentran emplazadas en la ex ESMA, actual Espacio para la Memoria y Derechos Humanos. Que la comunicación oficial diga que los medios públicos se encuentran en un ‘proceso de reorganización’ es una provocación, una más, inaceptable”.

El apagón digital de los medios públicos podría pensarse como una analogía contemporánea, en este contexto tecnológico, de la quema de libros durante la última dictadura cívico militar», señala Kejval.

Este silenciamiento de los canales digitales de la TV Pública, Radio Nacional, Canal Encuentro y Pakapaka generó rechazó y preocupación entre trabajadores y trabajadoras de los medios públicos.

En este sentido Martín Becerra, periodista, investigador y docente universitario, opinó que “lo del proceso de reorganización es una provocación por activar la denominación con la que se había atribuido durante la última dictadura. No sabemos en qué consiste dicho proceso. Si efectivamente el gobierno tiene algún tipo de planificación para reorganizar los medios estatales”.

Por su parte, Larisa Kejval, Directora de la Carrera de Comunicación de la UBA, también compartió su reflexión. “Esto es muy grave e implica una dificultad para toda la ciudadanía. No podemos acceder a producción informativa de estos medios ni a sus archivos pertenecientes al patrimonio público, producidos en otro momento histórico”. Y agregó que “el apagón digital de los medios públicos podría pensarse como una análogía contemporánea, en este contexto tecnológico, de la quema de libros durante la última dictadura cívico militar”.

Kejval destacó la importancia de concientizar en relación a los diversos niveles que la sociedad necesita desplegar en cuanto a la lucha y resistencia. «No es solo cuestión de resistir sobre lo que se nos impone como urgente e inmediato, es importante la dimensión cultural». A modo de reflexión se preguntó: “¿Qué pierde el pueblo argentino al perder los canales de expresión? Perdemos la posibilidad de construir relatos, amalgamado de conjunto de resistencia, y la posibilidad de construir proyectos a futuro”.

Christian Staufacher, delegado de CPSE (Contenidos Públicos Sociedad del Estado) contó que desde diciembre no tienen autoridades. “Hace una semana vino el asesor del interventor y se reunió con Pakapaka y Encuentro, y planteó que las redes iban a tener una nueva orientación, sin especificar. Ayer abruptamente salieron a pedir las claves y bajaron la página web y las redes sociales, sin explicar nada”.

Además agregó: “Nuestro objetivo principal es difundir esto por los medios de comunicación y fundamentalmente que no se apruebe la Ley Bases”.

Desde el CPSE están a la espera de una reunión para ver como se sigue. “Al estar bajo un gobierno cuya política es la destrucción del Estado, no podemos esperar algo bueno. No queremos hacer conjeturas hacía adelante, porque sabemos que se manejan muy en el día a día”, dijo Staufacher.

El diputado de Unión por la Patria, Pablo Carro, repudió el desmantelamiento de los medios de comunicación públicos y la privatización. De igual manera, desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) los empleados y empleadas de los medios públicos difundieron un comunicado denunciando un Plan de “desmantelamiento” realizado por el Gobierno nacional.

Los trabajadores y trabajadoras de la TV Pública hicieron una asamblea que culminó con una marcha por los pasillos del histórico edificio de Figueroa Alcorta, con aplausos y cantando “la patria no se vende”.