
“El fotoperiodismo siempre estuvo del lado de las resistencias”
El documental Yo y la que fui retrata la vida de la reconocida fotógrafa argentina Adriana Lestido. Constanza Niscovolos, directora del documental, decidió no poner el foco en su trayectoria y prestigio sino en su historia personal.

En poco más de una hora, Constanza Niscovolos narra la historia de Adriana Lestido. La película no tiene la forma de biografía cronológica, sino que es un compilado tanto de momentos cotidianos de la fotógrafa como de grabaciones en las que ella misma cuenta sobre momentos centrales en su vida.
“Maestra, madre y amiga” es como Niscovolos describe en un primer momento a Lestido y es algo que se siente a lo largo de toda la película. Es que su vínculo data años atrás, cuando se conocieron en un taller de fotografía a cargo de la protagonista del documental. Preservar esta cercanía en las grabaciones del proyecto fue una decisión consciente de la directora, quien decidió trabajar con un equipo pequeño, principalmente con su coequiper, Elizabeth Wendling.
Al mismo tiempo, esta cercanía implicó desafíos para Niscovolos. Por un lado, “el proceso de edición y selección del material fue bastante complejo porque teníamos un montón”. Por el otro, “nuestro desafío fue que al tener esa cercanía con Adriana, lo que ella decía no quedara en algo críptico”. Por eso, la presencia en el proyecto de Julia, hija de Niscovolos, permitió hacerle preguntas genuinas a su madrina, Adriana Lestido. Por ejemplo, cuando cuenta que en su primer día de trabajo en un diario le advirtieron que no trabajaban con fotoperiodistas mujeres. Cuenta que la mandaron a cubrir el “Lanusazo”, en noviembre de 1982, y que sus fotos de la manifestación vecinal le sirvieron para ganarse el respeto de aquellos hombres. Más aún cuando, al día siguiente, capturó la emblemática foto de la madre e hija de Plaza de Mayo en medio de una de las rondas de Madres de Plaza de Mayo que tuvo lugar en Avellaneda en respuesta a la represión y los detenidos del día anterior. La foto en blanco y negro muestra una niña en brazos de su madre: ambas tienen puesto un pañuelo blanco en la cabeza y gritan con el puño en alto.
El desafío de ser una fotoperiodista mujer en los ochenta parece mínimo comparado con otras situaciones por las que pasó Lestido. Es imposible no hablar de la desaparición de su marido, Guillermo Enrique Moralli, en 1978, durante la última dictadura cívico militar. Willy, como le llama ella, era estudiante de ingeniería y militante comunista. Fue secuestrado cuatro años después de su casamiento.

“La maternidad y la desaparición de Willy eran temas que tenían que estar en la película porque son troncales tanto de la vida de Lestido como también en su obra”, dice Nicolovos.
En el documental, Lestido cuenta que en 1995 se reencontró con un amigo que estuvo secuestrado al mismo tiempo que Willy, quien lo reconoció y le dijo que no dijera la dirección de ella. “No hay palabras. Que en esa situación me cuidara, habla de su infinito amor”, comenta la fotógrafa luego de explicar que a su amigo efectivamente le preguntaron por ella y hubiera dicho su dirección si no fuera por el pedido de Willy.
La ausencia de figuras masculinas en su obra es algo sobre lo que Lestido reflexiona en el largometraje: “En ninguna de las mujeres que fotografié hay un hombre presente, pero bueno, qué sé yo, mi historia”. Se refiere a sus series “Madres Adolescentes”, “Mujeres Presas” y “Madres e Hijas”; en las que trabajó entre 1988 y 1999.
Para Niscovolos, “la maternidad y la desaparición de Willy eran temas que tenían que estar porque son troncales tanto de la vida de Lestido como también en su obra”. Es que, casi al final del documental, frente a la pregunta de su ahijada Julia, la fotógrafa cuenta sobre su experiencia personal con la maternidad: “Creo que hay algo muy fuerte en no haber podido concebir sin tener ninguna limitación física y en haber quedado embarazada dos veces con Willy”.
Es llamativo que, estos temas que generan estupor y conmueven a cualquier espectador, no son abordados de una manera ceremoniosa o cargada de solemnidad. “Eso tiene que ver con la personalidad de Lestido y a mí tampoco me interesaba contarlo de manera solemne”, afirma la directora. Esa decisión narrativa tiene lugar en el intercalado de esos testimonios de la fotógrafa sobre momentos muy difíciles, con el relato de otros más distendidos y con grabaciones de situaciones efectivamente alegres como el armado de una carpa en la playa de Mar de las Pampas o un asado con sus amigos, Guillermo Saccomanno y Juan Forn.

“La verdad que a mí no me importa por qué voy a ser recordada. Me importa que las imágenes que hice existan», dice Lestido.
A Adriana Lestido no le interesa ocupar el rol de mártir. Eso se puede observar de manera muy temprana en el documental cuando dice: “La verdad que a mí no me importa por qué voy a ser recordada. Problema de los que me recuerden, si me recuerdan. Me importa que las imágenes que hice existan. No me importa que las haya hecho yo”.
La misma sensación transmite con la venta de su casa en la costa para viajar al Ártico, donde grabó su primera película, Errante, la conquista del hogar. Según Lestido, vender la casa implicaba el cierre de una etapa que tiene que ver con “llegar a cierto límite interno con la fotografía. Necesito ser aprendiz, salirme del lugar de la fotógrafa consagrada, no me sirve más ese lugar”, afirma desde su casa antes de ser vendida.
Lestido comenta que con la serie de fotografías “Hospital Infanto Juvenil” (1986-1988) se dio cuenta de que su camino no iba por el periodismo sino por desarrollar algo propio. Sin embargo, teniendo en cuenta las palabras de Niscovolos, hay algo de fotoperiodismo que está presente en esa obra que dialoga con la vida personal de la fotógrafa: “El fotoperiodismo, si bien tuvo momentos de mucho más reconocimiento, siempre estuvo del lado de las resistencias. Como una profesión un poco de combate, de crítica y de resistencia”.
Además de ser presentada en múltiples festivales nacionales e internacionales, Yo y la que fui se proyecta desde julio en el MALBA, con funciones confirmadas hasta el 27 de septiembre y tendrá una única función en el Gaumont este viernes 12 de septiembre a las 20:15.
