La película que sigue rodando

La película que sigue rodando

A 40 años de su estreno, «Esperando la carroza» regresa a la pantalla grande en su versión remasterizada. Un recorrido por la historia de un clásico que no pierde vigencia.

“En Esperando la Carroza uno no ve una película de época, sino la realidad”, afirma Diana Frey, productora del film. La frase resume el espíritu de esta comedia que, cuatro décadas después de su estreno, vuelve a las salas desde este jueves, ahora con una versión remasterizada.

Dirigida por Alejandro Doria y basada en la obra de teatro del uruguayo Jacobo Langsner, la película retrata un almuerzo familiar que se ve interrumpido cuando desaparece Mamá Cora, una anciana de la cual ninguno de sus hijos se quiere hacer cargo. Mientras se desarrolla su búsqueda, afloran la desesperación y viejos resentimientos que dejan al descubierto vínculos marcados por tensiones económicas, prejuicios y mandatos familiares.

A lo largo de noventa minutos, grandes intérpretes del cine y el teatro como China Zorrilla, Luis Brandoni, Antonio Gasalla, Betiana Blum y Villa construyen personajes tan entrañables como contradictorios, que marcan el tono tragicómico de la película. Julio De Grazia, Lidia Catalano, Juan Manuel y Andrea Tenuta y la participación especial de Enrique Pinti y un joven Darío Grandinetti terminan de completar la escena familiar y contribuyen a intensificar el caos que se desata entre todos los partícipes de la historia. “Fue una bendición haber sido parte de esta película y también poder disfrutarlo mientras estoy viva”, manifiesta Villa.

La familia argentina en su máxima expresión

La historia pertenece al grotesco criollo, un género cuya creación se le atribuye a Armando Discépolo y que mezcla lo popular con lo absurdo y lo costumbrista con lo trágico. La contención familiar no obtenida y la ausencia de dinero son algunos de los temas que aparecen en este estilo de narraciones además de las locaciones que remiten a un ambiente cotidiano como una vivienda familiar o las calles del barrio. “La película se impregnó en el ADN cultural de la Argentina porque en todas las familias existe una posibilidad de verse identificada”, asegura Frey.

El film también funciona como guiño a La Nona, pieza teatral y cinematográfica estrenada en 1979 basada en el texto de Roberto Cossa, en donde una familia intenta satisfacer las demandas alimenticias de una abuela que se convierte en una carga imposible de sostener. Aunque ambas parten de los resabios de una sociedad marcada por las crisis económicas de la década del 70 y 80, en Esperando la carroza el foco está puesto en el egoísmo, el desprecio a la vejez y las tensiones familiares. “La película es un éxito porque retoma ciertas cuestiones de la cultura popular y pone el foco en la hipocresía social”, sostiene Villa.

Doria tenía en claro quién quería que personificara el personaje de Mamá Cora: la reconocida actriz Nini Marshall. Pero cuando ella se negó, rápidamente tuvieron que salir a buscar otra alternativa. Fue en ese momento que a Frey se le ocurrió que Antonio Gasalla –a quien había visto en el teatro en la piel de una señora mayor– podría ser una buena opción. “El personaje no era para un hombre, sino que era un papel para una mujer pero que lo haya interpretado Gasalla hizo que la película fuera menos dura”, admite Frey. Para la productora, que el dolor se haya vuelto parodia fue lo que permitió que los espectadores hayan podido empatizar con la historia y reído de lo que en otro contexto hubiese sido imposible.

De película subestimada a clásico indiscutido

Si bien hoy es considerada como una de las mejores producciones del cine nacional, en su estreno recibió críticas muy duras por parte de la prensa especializada y estuvo a punto de ser levantada de la cartelera por ser considerada demasiado grotesca. Sin embargo, lo que no logró en su lanzamiento lo conquistó en años posteriores, con repeticiones televisivas y con un creciente grupo de seguidores que hicieron de la película una experiencia colectiva.

Quizás el mejor ejemplo sea el tour carrocero, un recorrido gratuito organizado por fanáticos, en el que un domingo por mes, decenas de personas se reúnen en la casa chorizo ubicada en el barrio porteño de Versalles –que en 2011 fue declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires– para visitar locaciones icónicas de la película, acompañados por intérpretes que representan las escenas en vivo. “Me parece una cosa increíble, no puedo entender de dónde viene tanta devoción”, confiesa Frey.

Esperando la carroza logró lo que pocas obras consiguen: trascender el cine y convertirse en un ícono de la cultura popular argentina. “Esta película es un excelente resultado artístico porque todo fue perfecto: desde el vestuario y la escenografía hasta el montaje y las actuaciones”, asegura Villa.

“Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles”, “Tres empanadas” y “¿A dónde está mi amiga?” dejaron de ser líneas memorables para convertirse en frases capaces de inmiscuirse en cualquier charla sin necesidad de otorgarles un contexto y,aun así, ser entendidas a la perfección.

A cuatro décadas de su estreno, la pieza sigue más vigente que nunca. No sólo logra atravesar generaciones, sino que interpela, conmueve e invita a reconocernos –y reírnos– de nuestras propias miserias.

 

El reestreno de Esperando la carroza está previsto para este jueves 8 de mayo en distintas salas del país.

La palabra libera

La palabra libera

La Biblioteca Nacional exhibe “Cárceles. Narraciones del encierro (1878-2025)”, una muestra que reúne escritos de diversos géneros sobre y desde la prisión.

Hasta el 17 de agosto se puede recorrer la muestra “Cárceles. Narraciones del encierro (1878-2025)”, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Con  I Acevedo y Andrés Tronquoy como coordinadores, el espacio pone en relación una amplia variedad de registros textuales que permiten un recorrido por la historia política, social y de la literatura argentina hasta nuestros días mediante escritos de la cárcel para pensar la relación entre sociedad y castigo, cuerpo y escritura.

“Queríamos poner los edificios como una presencia, esos son edificios que se deciden construir de una forma determinada, que se deciden ubicar en un lugar determinado, que hacen como una sintaxis del país y de los cuales surgen un montón de relatos de adentro, surgen relatos desde afuera, surgen también mitos alrededor de esos lugares, también los fantasmas que generan después de sus demoliciones, los restos que quedan. Cómo eso dialoga también con su época, cómo dialoga posteriormente y cómo dialoga también en los distintos tipos de discursos y de texto”, contó Tronquoy.

Al ingresar a la sala José L. Ortiz, la pared y la puerta del lado izquierdo están intervenidas con fotos gigantes de las penitenciarías de la Isla Martín García, del expenal Buen Pastor de mujeres en San Telmo, el expresidio de Ushuaia y la cárcel de Devoto, reconocidas por hechos y los presos relevantes e históricos que albergaron. Cada imagen de fondo contiene información sobre el lugar de encierro, fotografías en blanco y negro como también a color que muestran su interior, un libro que habla sobre la prisión, recortes de periódicos que informan sobre algún suceso o publican una carta de lectores opinando sobre la prisión junto a las cartas de personas o de algún familiar de quienes habitaron el lugar de encierro. En esta sección llama la atención las cartas que los caciques enviaban al ejército pidiendo la liberación de las mujeres y los niños que había sido encarcelados en la Isla Martin García luego de la Conquista al Desierto.

“Quisimos que tuviera mucha escritura de personas presas. Tratamos de incluir discursos que fueran los que construyen la cárcel en Argentina, discurso científico y también en los medios de comunicación”, contó Acevedo y Tronquoy añadió: “El discurso científico, el discurso legal, el discurso literario, también la cuestión de la cultura popular en el medio de la militancia. Todo lo que se produce, las escrituras que se producen en la cárcel que tiene una potencia muy particular y también cuál es la reflexión colectiva desde los diversos tipos de discursos sobre la cárcel, desde el discurso criminológico, el discurso periodístico. Hay un montón de escrituras muy diversas desde sectores muy variopintos que hacen a una historia del país a través de esa mirilla”.

También nos encontramos con el surgimiento del discurso criminológico en nuestro país. La foto de la ex Penitenciaría Nacional, donde se institucionalizo la criminología, se encuentra acompañada por libros sobre el tema junto con imágenes en las que se retrataba a los presos para conocer el universo de los delincuentes y para estudiar los casos de “desviación sexual”.

“Enfocamos mucho en 1878 y el comienzo de Argentina, el Estado moderno, eso también coincide con el nacimiento de la cárcel moderna como se la conoce. Pasa lo mismo que con la literatura, nace un Estado moderno y también una historia de la literatura y de la cárcel. Todo parece estar nuevo en ese momento y con muchos recursos. Entonces podes ver una cárcel nueva como la Penitenciaría Nacional hecha según un modelo de un teórico como Bentham, que quizás escribió hace muy pocos años, o, teóricos de la criminología como Lombroso que son contemporáneos. Y cuando es el centenario de Argentina en 1910, los teóricos Lombroso y Ferry vienen al país, son los invitados principales. Es impactante cuando pensás que la historia de nuestro país, como se lo conoce, nace junto con todas esas cosas empezás a entender también cómo arranca la historia del Estado”, reflexionó Acevedo.

Pero al mismo tiempo podemos ver los discursos que disputan el monopolio del saber, como es el caso del diccionario del lunfardo y la prensa usando lo más espectacular, la relación entre aspecto físico y naturaleza interior. Como también la carta de lector que se opone a las ideas sobre la biología, sobre el discurso fisiológico de los delincuentes.

En una vitrina podemos encontrar un ladrillo y elementos hallados durante las excavaciones arqueológicas realizadas por la cooperativa Arqueoterra en el parque Las Heras, donde se encontraba la ex Penitenciaría Nacional hasta su demolición, como una manera de recuperar y visibilizar la historia de ese lugar.

En otra parte, un folleto que pide por la liberación de los detenidos de Bragado, un hecho poco conocido, nos introduce en la prisión política que comienza con el golpe cívico militar de 1930. Bajo una mirada higienista se comienza a establecer una distinción entre presos políticos y los presos comunes para evitar contagios. Se muestran fotografías, cartas del comité de liberación por los presos de Bragado, de los presos políticos y sus familiares. En este sector se puede ver cartas de los presos políticos que se exhibieron en una muestra anterior: Cartas de Dictadura.

En el fondo de la sala hay un mural de poesía donde se distingue el Diario de Poesía que contiene traducciones de poemas de Juan L. Ortiz que tradujo durante su detención. A su alrededor aparecen diversos poemas que hablan sobre las prisiones y reflejan otros sectores de la muestra como son el poema de Paco Urondo en la cárcel de Devoto, el de un anarquista sobre la prisión de Ushuaia y la canción Pabellón Séptimo del Indio Solari.

La exposición finaliza con la escritura en la cárcel en la actualidad. Una amplia, colorida y variada producción que se realiza en los lugares de encierro, en distintos formatos y soportes por medio de los programas de educación superior que funcionan en esos lugares. Algunas de esas producciones son publicadas por cooperativas, editoriales y talleres gráficos para circular por ferias, encuentros y redes relacionadas con la temática. Sin embargo, rara vez se la puede encontrar en las librerías o bibliotecas.

“Para nosotros también era muy importante resaltar, por eso la parte conclusiva un poco de la muestra, es la actualidad de los últimos 30 años, que en la cárcel se escribe mucho, dice Tronquoy y agrega: “Que una institución como la biblioteca, que muchas veces muestra documentos canónicos, también pueda mostrar y poner a la par de un escritor como Bioy Casares un texto inédito de una persona que está en la cárcel actualmente es muy valioso”.

La mayoría de los documentos que se exponen pertenecen al archivo de la Biblioteca Nacional eso les permitió a los coordinadores tener los materiales a su alcance a la hora de seleccionar los documentos para la muestra.

“Primero buscamos los materiales o los estudios académicos que nos dieran una guía bibliográfica. Por ejemplo, el libro de Lila Caimari Apenas un delincuente es un libro modelo porque habla de la historia del crimen en Argentina, la historia de la cárcel y ese libro fue un eje importante porque a partir de ahí tomamos el material de la hemeroteca, los diarios o las referencias a la literatura. Otro eje importante fueron varios estudios de Juan Pablo Parchuc, que pertenece al foco más contemporáneo, es uno de los responsables de UBA XXII, el programa de Educación en Cárceles de la Facultad de Filosofía y Letras y coordina, además, una red de Universidades Nacionales, gracias a todas las referencias de unos trabajos de él fuimos conectando un arco muy grande.  Hay otro estudioso, Pablo Arias, que hizo su libro con una beca de esta de esta biblioteca, de la Dirección de Investigaciones, que estudiaba cómo se encarceló en la isla Martín García que era un campo de concentración a los indígenas a fines del siglo XIX, y qué pasaba con las mujeres y los niños que eran distribuidos en la ciudad como servidumbre”, contó Acevedo.

Sin embargo, algunos registros fueron prestados para que los visitantes puedan conocerlos. Como es el caso de las cartas enviadas por los caciques, son una reproducción de material que se encuentra en el Archivo General de la Nación. Y un adoquín pintado junto a unas imágenes a color. “El adoquín esta prestado por un grupo de artistas del “Proyecto Martín García” y los recuadros con imágenes a color son de un video donde hacen una performance que consiste en sacar un adoquín de la calle Florida, que es algo que pertenecía a la Isla Martín García porque a los presos les hacían fabricar adoquines, los recuperan y lo llevan de vuelta a la isla”, concluyó I Acevedo.

 

La ardua, promisoria y jaqueada relación entre Argentina y China

La ardua, promisoria y jaqueada relación entre Argentina y China

Néstor Restivo y Gustavo Ng, directores periodísticos de Dangdai, que aborda desde hace quince años las relaciones e intercambios entre los dos países, analizan el recorrido de los vínculos culturales y comerciales y evalúan que, inducida por Estados Unidos, “la política del gobierno de Milei es pésima”.

 

La revista Dangdai se define a sí misma como la primera de intercambio cultural argentina-china. El proyecto no recibe financiamiento de ninguno de los dos estados y presenta una cara moderna y prolija, orientada a un público culto y empresarial. La realidad, sin embargo, no aparece deslavada: la guerra comercial con Estados Unidos, la visita de Scott Bessent y sus críticas al swap son tratadas desde una perspectiva que nos acerca a la mirada del gigante asiático. 

En diálogos paralelos con ANCCOM sus dos directores periodísticos, Gustavo Ng y Néstor Restivo, hablan de esa mirada: “El swap está vigente y se ha ido renovando desde la época de Kirchner —explica Restivo—. Un swap es un acuerdo entre dos bancos centrales que se intercambian una partida de dinero que, en tanto tu país no lo use, no genera ningún costo. Cuando vos convertís esos yuanes en dólares y los usás, ahí se convierte en un crédito, y lo tenés que pagar. Argentina, en la época de Massa, convirtió 5 mil de esos 18 mil millones de dólares. Los usó para no frenar las importaciones de China y para pagar una o dos cuotas del FMI. O sea que esos 5 mil millones de dólares Argentina sí o sí los tiene que devolver y pagar intereses. Cuando gana Milei, eso estaba pendiente y, a pesar de las barbaridades que dijo Milei sobre China, ellos, como tienen una estrategia de más largo plazo, se lo renovaron unos años más. Argentina tiene, por lo tanto, un periodo de gracia en el que no le está pagando lo que debe a China. Y esto está en las reservas monetarias y sirve para cuantificar un mayor respaldo de divisas.”

 “Ellos se están defendiendo en una guerra comercial planteada por EEUU —dice Gustavo Ng—. La guerra que más está peleando China es la financiera, y ahí va ganando ubicaciones. Entonces tener países endeudados con su moneda es una forma de tener presencia en el esquema financiero argentino. Y eso obviamente les da armas cuando tienen que negociar; porque si mañana tienen que acordar, por ejemplo, la instalación de más empresas mineras, dicen ‘mirá, tal cláusula va atada al swap’”.

 Llegado este punto, los dos directores pasan el foco a la Argentina: un país donde se construyeron cuatro centrales nucleares y se proyectaba una quinta con tecnología mixta. Un país, relata Restivo, que venía de cuatro gobiernos que mantuvieron lazos activos con China (“inclusive con Macri”, puntualiza); con el presidente Milei, sin embargo, la cuestión es distinta. “La política del gobierno de Milei es pésima —declara—. Primero por el estilo de él, tan berreta y tan insultante. Es una opinión muy personal, pero es lo peor que nos ha pasado: un tipo que no está preparado para nada, un grupo de gobierno que si tiene experiencia es para el mal; es una cosa insólita lo que pasó en Argentina. Entonces su visión con China es pésima, y la relación se mantiene por la escala subnacional: provincia a provincia, municipio a municipio. Pero a nivel nación-nación, si no fuera por el swap que lo tiene medio agarradito, no hay nada. Se frenó lo de las represas, lo de los trenes, la energía nuclear; la relación está muy fría. Pero se mantiene porque China no quiere romper relaciones con un país que cree que le podría servir.”

 Una síntesis más brusca es la que plantea Gustavo Ng: “La relación que tiene el gobierno de Milei con China la deja en manos de Estados Unidos. Te diría que la relación entre Argentina y China es manejada por Marcos Rubio. Con el swap este gobierno tiene que hacer cabriolas: primero dijo que eran comunistas y después que estaba todo bien, qué se yo. Por eso te digo que es irresponsable, impune; realmente lo deja todo en manos de Estados Unidos”.

 

Las primeras líneas

 Este presente encuentra a una revista Dangdai con quince años de historia y 45 ediciones en la espalda. Su fundación, sin embargo, fue una iniciativa pequeña que empezó a gestarse en 2010 por tres periodistas que, decepcionados por la nueva línea adoptada por el Grupo Clarín, se juntaron para formar este nuevo proyecto: Camilo Sánchez, periodista aficionado a la cultura china, Néstor Restivo, orientado a la economía y la geopolítica, y Gustavo Ng, descendiente de chinos que no había conectado con su herencia, olfatearon en su tiempo señales de un nuevo escenario internacional. Así lo cuenta Restivo: “El año que para mí es una diferencia muy importante es el 2004, el año que viajan el presidente Néstor Kirchner a China y Hu Jintao a la Argentina. Esos dos viajes presidenciales hicieron un salto tremendo en la cantidad y calidad del vínculo bilateral. O sea que para cuando lanzamos la revista ya hacía unos años que la relación con China por distintas razones (comerciales, culturales…) estaba en un momento de auge”.

 “A nosotros nos parecía que la relación ya venía madurando y que iba a crecer —dice Ng—, y que a su vez China iba a crecer como país. Entonces dijimos: ahí hay un área que va a demandar comunicación. Nació como un proyecto de medios complementarios: la revista impresa cada tres meses, un website de noticias diario, una newsletter semanal y un programa de radio”.

 “El 2010 nos presentamos en un concurso de revistas culturales del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires —sigue Restivo— y lo ganamos. Y el premio era un subsidio de dinero con el que lanzamos la revista el 2011. Ese dinero sirvió por un año y después continuó por otros canales: primero por publicidad y luego por una asociación con la Universidad de Congreso”.

 “La revista desde el 2017 pertenece a la Universidad de Congreso  —retoma Ng—, pero no nos marcan una línea ideológica. Sí tratan de que la revista sea más neutra, que no se meta con política. Ahí negociamos un poco, pero bueno, no nos la pasamos puteando a Milei y eso”.

 Al momento de comenzar el proyecto, ninguno de sus tres integrantes conocía el país sobre el que escribirían. El año 2023, Gustavo Ng recibió en Beijing el Special book award por su libro 10.134 kilómetros a través de China. La revista ha establecido relaciones con varios medios y universidades del país asiático, siempre intentando, pese a todo, mantener una línea editorial: “Tanto Néstor como yo somos peronistas —afirma Ng—. Estamos completamente en contra de una primarización de la economía y de una relación asimétrica con China. Creemos que está bueno tener una relación con China pero tenemos que trabajar para que sea más simétrica”.

 

Los caminos hacia China

 Dangdai apuntaría, entonces, a promover un intercambio simétrico con China. El N°45 aborda ese intercambio con un fuerte enfoque cultural: artistas visuales, coloquios universitarios, un cruce entre Borges y Cao Xueqin. Con todo, de su propio slogan surge una pregunta, casi un desafío: ¿Puede haber un intercambio simétrico entre dos naciones tan distintas? ¿Qué puntos en común puede haber entre las culturas china y argentina?

 “¿En común? Muy poco —sentencia Ng—. La relación es económica. Nosotros pensamos que lo cultural rápidamente iba a derivar en otras áreas de la vida social, pero no derivó: se  quedó en lo comercial, creció en lo económico un poco (pero no muchísimo), entonces lo que quedó de lo cultural fue el conocer a la persona con la que tratás para hacer mejores negocios”.

 “Es muy terminante Gustavo —se ríe Restivo—. Lo que buscamos en la revista son justamente las intersecciones: a China por ejemplo el tango le gusta, el cine argentino le gusta; acá la fiesta de año nuevo chino es de las más importantes que hay en Buenos Aires…”

 “La mayor muestra de que el intercambio es nulo es el éxito que tiene el año nuevo chino —dice Ng, algo más crítico—. ¿Cuál es la China que se muestra ahí? El dragón que va volando y los de artes marciales que hacen acrobacias. China tiene contradicciones cuando se trata de hacer intercambios con otros pueblos. Hay dos tendencias, una centrífuga y una centrípeta, que coinciden con fases históricas: unas de gran apertura, con momentos de gran intercambio, y otras de clausura total. En este momento, a partir de los años 80, China inaugura un momento de gran apertura. Ya son cuarenta años, y sin embargo recién empieza con América Latina. Nosotros quedamos lejos, y ellos nos aceptan, pragmáticamente, como patio trasero. Dicen: ‘¿Qué hay en Sudamérica? Hay unas riquezas fabulosas que nosotros necesitamos: la energía, los minerales, los productos agrícolas’. Y eso está muy lejos del intercambio cultural”.

 “China es un país que no es autosuficiente en muchas cosas —aporta Restivo—: necesitan soja, minerales, petróleo y alimentos. Es una población de casi 1.500 millones de habitantes que demanda muchas de estas cosas. Y estas cosas las tienen sobre todo países de América Latina y de África. Yo sé que China es un país que genera mucho temor y amenaza, pero de ninguna manera creo que genere un modelo imperialista como hicieron Estados Unidos o Gran Bretaña; es otra cabeza. No soy ingenuo, sé que ellos tienen un interés nacional y les interesan, por supuesto, los minerales de Chile, de Perú, de Argentina. Pero el modelo es ese: más que de hegemonía, de cooperación en cosas que a ellos les sirvan”.

 Apenas abrir la revista, un sonriente Iván de Pineda invita a hacernos clientes del banco ICBC. Ya en la página 44, la Universidad de Congreso presenta su Instituto Confucio de Mendoza. An Guanghui, Consejero Económico y Comercial de la Embajada China, destaca la carne bovina y el vino como los productos más representativos de Argentina. Todas señales veladas que caracterizan el vínculo entre ambos países.

“Argentina tiene un modelo de comercio de primarización —explica Ng—. Sobre esa matriz Perón intentó hacer una industrialización, pero esa industrialización es complementaria: no es un modelo agrícola-industrial, es un modelo agrícola con industria. Y cuando viene una crisis económica lo primero que naufraga es la industria. Entonces el país vuelve a su matriz, que es la de comprar productos industrializados y vender al principio trigo, maíz, carne; ahora soja, minerales, petróleo. Y con China el contacto es desde esa matriz. Y esa matriz beneficia a una parte muy chica de la sociedad: a los dueños de los campos; a los que producen minerales, petróleo y productos agrícolas. No se distribuye en todo el pueblo”.

 “América Latina no tiene una agenda simétrica —critica Restivo—. China sabe lo que quiere, viene por las cosas que quiere y cada país individualmente quizás sí tiene un modelo, pero como continente, como región, no tenemos una visión de conjunto que para mí haría falta. Por ejemplo: si Argentina, Bolivia y Chile tuviesen una estrategia igual con el litio, negociaríamos de otra manera con China”.

 Sobre este ejemplo en particular comenta Gustavo Ng: “Un modelo extractivista le va bárbaro a la oligarquía. China está ganando mucho con el litio. Le resulta indispensable para su producción de autos y movilidad eléctrica. Y en Salta hay mineras chinas que pagan unas regalías que son absurdamente bajas: del 3%. Bueno, ¿por qué no nos plantamos? Porque ese 3% tampoco se lo reparte la población de Salta. Ese 3% se lo reparte la gente que manda en Salta: los tipos que si hay una protesta mandan a la policía y cagan a palos a la gente. Entonces qué pasa: ese 3% que para la Argentina es una humillación, para esta clase es bárbaro porque es muchísima plata. Entonces ellos controlan todo y bueno, la reacción política está completamente muerta; todo eso favorece a China. Y si la relación se reduce a eso: ¿qué lugar tiene en ese esquema un intercambio?”

 Aquí marca un contrapunto Néstor Restivo: “La relación comercial podría ser muchísimo mejor. Para empezar, para Argentina, que es un país que siempre tuvo problemas con el dólar, es importante tener un superávit comercial. Y Argentina tiene déficit comercial con China. Lo tiene históricamente con China, con Estados Unidos, con Brasil y con Europa. Argentina siempre ha tenido superávit en la balanza total, pero con sus cuatro grandes clientes ha tenido déficit. Lo cual explica que no es un problema de China: es un problema de Argentina. En cambio Chile, Perú y Brasil tienen superávit con China, entre otras cosas por la minería. Bueno, Argentina debería hacer más con la minería, con el turismo, tratar de comercializar agroalimentos en forma más elaborada, y China dice ‘bueno, háganlo, pero ustedes tienen que diseñar su plan; si nos venden a nosotros lo que nos conviene, lo aprovechamos’. Entonces quizás un matiz de diferencia que tenemos con Gustavo es que él es más crítico de China en eso; yo lo que digo es que es más un error del lado argentino”.

 En una misma revista conviven, entonces, dos posturas distintas ante el vínculo: la primera, que marca Gustavo Ng, se posiciona a partir de la identificación de una “matriz de centro-periferia”; la segunda, que sostiene Néstor Restivo, confía una relación de mutuo beneficio con China, un imperio al que, “cómo confucianos que son, no les interesan la ruptura o la guerra”. ¿Dónde se encuentra la síntesis? Al abrir el último número, ya en la página 6, hay un artículo sobre el horóscopo de Gustavo Ng, que escribe:

 “La intuición será el fundamento de la inteligencia y la sabiduría durante todo el 2025. Estará antes del pensamiento. El modo de cultivar el mundo en el Año de la Serpiente es la armonización (…) El signo de la serpiente demuestra cómo crear y armonizar están irremisiblemente imbricados con la mentalidad primitiva de los chinos. Y sigue siendo así hoy”.

 La edición N°45 de la revista Dangdai se encuentra disponible en el sitio web https://dangdai.com.ar/ en formato Issuu.

“Contar historias me da una vida”

“Contar historias me da una vida”

Con textos inéditos y otros ya publicados, el periodista y escritor Alejandro Seselovsky presenta su tercer libro, «Negro argentino», e invita a mirar de frente aquello que, muchas veces, preferimos esquivar. La distancia entre lo vivido y el relato.

Editado por Orsai, Negro Argentino condensa dos décadas de trayectoria del periodista Alejandro Seselovsky en diversos medios de comunicación. A lo largo de 15 crónicas, el autor explora la vida de personajes entrañables de la cultura popular, se adentra en territorios incómodos y también narra pasajes de su historia personal.

Catorce años después de Trash: retratos de la Argentina mediática, Seselovsky vuelve al libro para explorar la carga simbólica de la palabra “negro”, una moneda al aire que puede caer y ser utilizada como insulto o como gesto de afecto, según el contexto y quien la pronuncie. Entre los textos, se destacan historias como la del asesinato de Fernando Báez Sosa, la de Damas Gratis como emblema cumbiero y su propio relato de nacimiento y adopción.

Profesor en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA –donde además formó parte del equipo de editores de ANCCOM–, Seselovsky repasa el proceso de creación del Negro Argentino, reflexiona sobre la curaduría de las crónicas y explica por qué el cuerpo es la única verdad desde la cual se puede escribir.

¿Cómo surgió la idea del libro?

Fue una curación y búsqueda en conjunto con Carolina Martínez, mi editora en Orsai. La idea comenzó hace un año. Yo no tenía libros publicados en esta editorial y hace rato veníamos pensando cuál podría ser. Al principio se iba a llamar Fronteras e íbamos a hablar de las que yo había cruzado, tanto físicas como simbólicas, por ejemplo, la del nacimiento y mi adopción. En ese momento, empecé a pensar que el libro debía ser algo más íntimo y apareció Negro Argentino, una recopilación de crónicas que hice en estos 20 años de trabajo como periodista en distintas plataformas. Este libro es un hilvanado de piezas sueltas que, siendo bien entretejidas entre ellas, aceptan componer, entre todas, una nueva unidad que las contenga.

¿Cómo fue el proceso de selección?

Lo que hice fue hilvanar, reposar, volver a ver y tratar de encontrar una unidad de sentido para cada una de las piezas, porque lo que hay es una colección de negros argentinos. Está el trabajador golondrina que va a laburar a la mina de carbón y muere. Está el apodo “muqui”, que utilizaban algunas modelos para referirse a Carolina ‘Pampita’ Ardohain a principios de los 2000. Y también está la historia de Damas Gratis, que se reivindica como un grupo cien por ciento negro cumbiero. Entre todas hablan de distintos aconteceres y distintas vidas, pero todas hablan del mismo sujeto, el negro argentino, que no es afrodescendiente, sino que es medio mestizo, medio morocho. De hecho, el libro empieza conmigo, contando mi nacimiento como hijo de una mucama y mi posterior adopción. Me pareció que ese nacimiento organizaba también un principio para el libro, eran dos comienzos dándose la mano.

La verdad está en el cuerpo. Voy a tratar de que la distancia entre verdad y representación sea la más corta posible, pero nunca la voy a poder evitar.

Alejandro Seselovsky

 

Es un libro personal…

Sí, incluso tiene mi cara en la tapa por elección de mis editores. Yo no lo sugerí, pero lo acepté porque el editor es socio, nunca enemigo. Se puede tener miradas distintas sobre la estructura u otras cuestiones, pero el editor siempre va a querer un gran texto. Para el cierre elegí un trabajo inédito sobre la Guerra de Ucrania y lo que pude ver de ella con ojos argentinos. Es un relato que está escrito en tercera persona porque soy yo mirándome a mí mismo y en el que pude dejar salir todo lo que tenía dentro. Soy muy apasionado de lo que hago y por eso a los 53 años, después de 30 en esta profesión, sigo haciéndolo. Estoy contento de contar historias y que eso me dé una vida.

En tus crónicas el territorio juega un rol fundamental, ¿cómo te preparás?

La crónica es llevar el cuerpo al territorio, ir como una hoja en blanco y dejar imprimirse por la experiencia vital de estar ahí. La crónica territorial, de ir a un recorte chiquito del mundo, que puede ser un desfile de moda o una inundación, para mí es la más linda porque permite dejarse atravesar por lo que ocurre ahí. La experiencia vital imprimida en el cuerpo del cronista es lo que cuenta para la formulación de la crónica. Y ese es mi modo de trabajo predilecto. A veces lo puedo hacer, a veces no. Sin embargo, no todo es una crónica.

 

¿Qué debe tener una vivencia para convertirse en crónica?

Uno solo: que te haga girar la cabeza. Me enseñaron hace poco el término inglés rubbernecking, que tiene que ver con la idea de tener un cuello de goma. Cuando algo te hace girar la cabeza es porque se quedó con tus sentidos, con tu sistema nervioso, tu fascinación, tu espanto o con tu capacidad de maravillarte. Cuando algo te hace girar la cabeza, hay una crónica. Si te tomó el cuerpo, se escribe. Eso es todo. Cuando sentís que hay algo en la calle, en tu casa o en donde sea, que se quedó con tu sistema perceptivo por un instante y te dejó adentro de un punto de fascinación, hay que prestarle atención. El cuerpo informa sobre qué hay que escribir. Hay que estar atento a los asombros, porque tienen la condición de ser fugaces. Uno no está todo el día asombrado, sino que es una condición contingente, es algo que de golpe se quedó con tu atención y que el cuerpo te está avisando que ahí hay algo para escribir. Así se encuentran las crónicas y los textos.

¿Cómo pensás el vínculo entre lo que vivís y lo que llega al texto?

El cuerpo para mí es la única verdad. El lenguaje no es importante, porque va a entregar representación, pero no es la cosa. El lenguaje la mata, hace que desaparezca, porque la cosa no se puede transferir. La verdad es indecible. Vos vas al territorio, vivís lo que vivís ahí y eso es lo que se puede contar. Pero por bien que lo cuente, nunca el lector va a sentir el balazo de goma que sentí yo. ¿Por qué? Porque no puedo entregar la verdad del cuerpo que yo viví, sino que entrego la representación de la verdad del cuerpo que yo viví. Solo la representación. El lenguaje no me permite ir más allá. El lenguaje es incapaz de transferir la verdad de la experiencia vital, sólo puede representarla. Lo importante es el cuerpo percibiendo el mundo. Después, cuando lo escribo, eso va a ser sólo representación. Este es mi esquema de laburo. La verdad está en el cuerpo. Voy a tratar de que la distancia entre verdad y representación sea la más corta posible, pero nunca la voy a poder evitar. Frente a eso, voy a dejar la vida en la representación, para que se acerque lo máximo posible a la verdad de lo que me pasó.

La amistad como refugio y resistencia

La amistad como refugio y resistencia

En “Ojos látigo”, cuatro pibes duelan a un amigo asesinado por la policía. “El mundo puede desmoronarse, pero mientras estemos enlazados, seguimos avanzando”, afirma su directora.

La sala es el escenario de un ritual. En Ojos látigo, cuatro cuerpos invocan a un amigo ausente. Le hablan, le cantan, le bailan. Lo hacen presente en una noche, en una esquina, en un barrio. La obra, escrita y dirigida por Leticia Coronel, construye desde la ausencia una celebración del tiempo compartido.

“Pensé en los amigos de mi hermano, en el barrio, en los lugares comunes de las infancias de los años 2000: las esquinas, los quioscos, los bancos, las canchas de fútbol, los espacios improvisados”, cuenta Coronel.

En esa evocación, emerge un modo de estar en el mundo: la amistad como refugio frente a las ausencias familiares, como sostén frente a un contexto hostil. “Cuando uno está con amigos, está a salvo; el mundo puede desmoronarse, equivocarse, retroceder, pero mientras estemos enlazados, seguimos avanzando”, dice la directora en diálogo con ANCCOM.

Ojos látigo está dedicada a Leonel Coronel, hermano de Leticia, quien en 2023 perdió a su mejor amigo asesinado por la policía. “Es una obra para la amistad y para la memoria”, sintetiza la directora. El ritual escénico transforma la pérdida en acción colectiva. No es solo duelo: es reconstrucción, invocación y resistencia.

La música de barrio toma protagonismo en la obra: no como fondo, sino como forma de estar y de resistir. Los cuatro chicos no esconden su dolor: lo gritan, lo sacuden, lo bailan, lo cantan. Lo juegan también. Porque en Ojos látigo el dolor no niega la alegría: convive con ella. Detrás de ellos, una foto acompaña toda la obra. Es la imagen de cinco chicos que ya marca una ausencia sin necesidad de nombrarla.

El duelo, entonces, no se llora en soledad: se comparte, se grita entre varios, se inscribe en los cuerpos que no paran de moverse. Leticia Coronel convierte el teatro en calle, esquina, vereda. Lugar de pertenencia y resistencia. Y también espacio donde las nuevas generaciones ya no vivirán con la misma inocencia: la pérdida es colectiva.

La obra se puede ver los domingos de abril y mayo a las 18 en El Extranjero Teatro, Valentín Gómez 3378, CABA.

El papel contraataca

El papel contraataca

Contra la lógica de lo inmediato y lo digital, cuatro publicaciones autogestivas eligen el impreso un espacio de creación y resistencia. En la Feria del Libro, Cancelado, Pulpa, Tinta Local y El Cable encuentran, en las viejas formas de circulación en los kioscos, una forma de intervención del espacio público.

En una charla en la Zona Futuro de la Feria del Libro, cuatro periódicos en papel presentaron sus publicaciones. Se trató de medios que, en tiempos de consumo digital casi exclusivo, apuestan a volver al formato físico y compartieron su experiencia en ese desafío.

A la sala llena, la jornada comenzó con la presentación del colectivo de humor Alegría Política, que contó su recorrido hasta la creación de Cancelado, un diario de historietas de humor político. “La idea fue juntarnos entre colegas y hacer algún tipo de movida para después imprimirnos y no depender ni de las redes sociales, ni de un lugar, ni sponsor, ni nada», explicó Ernán Ciriani, integrante del proyecto, en diálogo con ANCCOM. La idea surgió en oposición a las políticas económicas del gobierno de Mauricio Macri y, pese a los cambios de contexto político, continuó creciendo.

En un principio, Cancelado fue un anuario de tiras de humor gráfico relacionados con la política. Sin embargo, por cuestiones económicas, se transformó en una revista, buscando volver a los kioscos de diarios. Aunque reconocen que las redes sociales fueron útiles para darse a conocer, también sufrieron censura, sanciones y denuncias. «Quedábamos baneados o desaparecíamos de la red social. Estábamos ocultos. Entonces surgió la idea del papel», explicó Maxi Falcone, también integrante del colectivo. Han tenido denuncias de personalidades políticas importantes. “Nosotros no estamos haciendo negocio, no estamos ganando dinero pero sí estamos intentando formar algo que quede en la escuela del humor gráfico que tiene este país», agregó Lele, otro de sus integrantes. Actualmente, llevan publicados cinco periódicos y una revista digital.

Luego fue el turno de Pulpa, la publicación de historietas impulsada por Juan Szama. Su primera edición en este formato salió en 2024 con la historia “A tu rojo ruta” de Mariano Taibo. “Yo venía de imprimir libros y es un costo altísimo para una cosa que termina siendo más de nicho como la historieta. Entonces pensaba que si no lo iba a recuperar, prefería no recuperarlo pero por lo menos que tenga mayor visibilidad y circulación”, explicó Szama en diálogo con ANCCOM. Satisfecho con la recepción del público, que ya prepara la segunda edición, protagonizada por El Zíngaro, de Quique Alcatena.

A pesar de haber pensado previamente al formato de diario como algo muy lejano, Szama expuso que le interesaba “que la historieta dialogue y difundirla en mayor cantidad de lugares posibles. Me parecía que el papel permitía eso en tanto costos y distribución y que aparezca en lugares que la historieta hoy en día perdió. Ya no hay historietas más allá de las pocas que hay de saldo europeas o yankis, no hay historieta argentina en kioscos”.

Que la historieta vuelva a ocupar un lugar en el espacio público, especialmente en los kioscos de diarios y revistas, no es tarea sencilla. Para que un diario pueda exhibirse en un puesto de canillita, el kiosquero debe establecer un acuerdo comercial con las editoriales responsables de los títulos que desea vender. Esto implica firmar un contrato que regule el suministro, los precios, las devoluciones, entre otros aspectos. Recuperar ese espacio público era uno de los intereses que Szama señalaba como fundamentales.

El tercer turno fue para Tinta Local, impulsado por Espacio Moebius, una galería, tienda y editorial dedicada al cómic y al dibujo. Su proyecto propone un enfoque federal: convocaron a 21 dibujantes de distintas regiones del país para retratar comercios de cercanía. «La idea era jugar a tener un periódico donde las noticias se trasladaran al público a través del dibujo, con cronistas que fueran también dibujantes», explicó Martín Ramón, director del proyecto.

Finalmente, con una propuesta provocadora e irónica, se presentó El Cable. La introducción, performática, mostraba a un joven leyendo un diario en papel prensa cuya tapa decía “Únicos, como todos los demás”. Vestido de traje, el presentador leyó: «Te ofrecemos un camino alternativo, diferente, un medio impreso para que puedas sentir de verdad aquello que lees, para que puedas palpar, oler, tocar».

El Cable sostiene un tono irónico en toda su edición, con secciones de moda, psicología, entrevistas, reflexiones sobre inteligencia artificial y originalidad. Su lema: ofrecer un diario “sin tiempo”.

Al cierre del encuentro, los protagonistas exhibieron sus publicaciones en una mesa común. Tapas disruptivas, colores vibrantes y propuestas gráficas contundentes dejaron en claro que, en un mundo saturado de pantallas, el papel todavía puede ser un territorio fértil para la creatividad y resistencia.