“Un shopping para pobres”

“Un shopping para pobres”

Le faltaban pocas cuadras para llegar a Constitución cuando la bicicleta cedió ante el peso de las cinco bolsas de consorcio llenas de lo que definió como “cosas usadas que recogí por ahí”. Las bolsas cayeron, ella también y no pudo evitar un grito que alarmó a los vecinos. Pronto descubrió que la bicicleta se había roto y llegar a tiempo a la estación para alcanzar el último tren comenzaba a dificultarse. No tenía opción. Era sábado por la noche y el domingo a la mañana debía instalar su manta en la Feria de Ardigó.

Son apenas pasadas las cinco de la madrugada, el sol aún no se decide a aparecer y el Roca comienza a circular por el ramal Bosques. A pesar de la oscuridad y de que el primer tren está recién llegando, Margot ya se encuentra ubicada a metros de la estación para armar su puesto. Va temprano para reservar su lugar, nos explicará después. El primer tren se detiene pero no sucede demasiado. Con el paso de las horas, el cruce de vías se convertirá en un desfile de personas y carritos de todos los tamaños y colores.

En el extremo noroeste del municipio de Florencio Varela se encuentra la localidad de Gobernador Julio A. Costa, más conocida por su estación Ingeniero Dante Ardigó. Pocas referencias hay sobre este territorio y las últimas noticias de Google refieren a una invasión de ratas y a un remate de terrenos baratos. No obstante, cada lunes, jueves y domingo, los alrededores de la estación se convierten en el centro comercial más grande de la región. Allí todo pareciera ser potencialmente vendible: ropa, zapatos, verduras, gallinas, colchones, conejos, cargadores, artículos de limpieza, aparatos tecnológicos, antigüedades y un sinfin de objetos que podrían convertir esta lista en interminable, tal como lo aparenta ser la feria, ya que la espesa nube -producto del humo que emana de la parrilla y la niebla que anuncia que aún son las nueve- desdibuja sus límites.

En cuanto a los precios, también son muy variados. Carteles de 20 y 30 pesos asoman desde detrás de los objetos. Un buzo cuesta 60 y 150 ya es demasiado para una campera, según considera el muchacho que resignó comprarla tras preguntar su valor. No obstante, a pesar de las ofertas, la venta no está asegurada. Violeta, que coloca su puesto de bazar los jueves y domingos, a veces retorna a su hogar sin haber logrado siquiera una moneda. Lo mismo Sandra, que comenta que “cada vez es más difícil”. Ella vende la ropa que a sus hijos ya no les entra. Con la plata que consigue Margot cortando el pelo, compra en el puesto de al lado la verdura para comer durante el fin de semana. La feria no es el único ingreso que tienen, pero les sirve para contar con un dinero extra. Durante la semana, Amalia limpia casas y Leandro es panadero. Los domingos, venden todo tipo de repuestos.

Imágenes de la Feria de Ardigó en Florencio Varela, en el Gran Buenos Aires.

“Ponete acá, así no tapás la entrada”,  le ordena una señora a quien pareciera ser su hija mientras estira su manta entre muchas tantas. Cualquiera puede poner su puesto y vender lo que quiera. Incluso hay disponibles mesas para quien desee agarrarlas, cuenta Carlos, que se encontraba custodiando la zona más próxima a la estación desde la comodidad de su reposera. No es necesario pagarle ninguna comisión a nadie. “Es el shopping de los pobres”, define Margot, a quien le preocupa la situación en la que se encuentra el país: “La clase media ahora es pobre, el pobre ahora es indigente, el indigente, nada; ya no puede. A nosotros no nos alcanza la plata. Ellos se la pasan robando y no entienden que somos nosotros, los de abajo, los que movemos todo, los que reactivamos el consumo. Porque a mí me compran acá y yo compro después en un comercio y el comerciante compra después acá en la feria y todo empieza a girar”.

El anuncio del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) del pasado mes puso en evidencia la grave situación del país: en el segundo semestre del 2018 la pobreza se elevó al 32 por ciento, lo que se traduce en 14,3 millones de personas pobres, gran cantidad de ellos ubicados en los partidos del Gran Buenos Aires (GBA). A su vez, la indigencia creció al 6,7 por ciento, según se menciona en el mismo informe. La Feria de Ardigó no es ajena a este contexto. “Cada vez es más difícil vender. Hay menos compradores, pero hay cada vez más puestos”, termina Margot. Son muchos los que empiezan a optar por esta salida. Algunos incluso compran las mercancías más baratas de la feria y las revenden agregando un plus para generar una ganancia.

La mañana del domingo transcurre entre cumbia, risas, reposeras y mates. Los vagones del Roca desafían su capacidad máxima cada vez que abren las puertas y las calles empolvadas se convierten en verdaderas pasarelas de comerciantes. Horas más tarde, el sol llega a su punto más alto, las mantas se levantan y las bolsas se llenan con la mercadería que no fue vendida, a la espera de la próxima mañana de feria en el conurbano bonaerense.

El gran despedidor argentino

El gran despedidor argentino

«Acá solo somos un número», dijo Rubén Digilio, uno de los despedidos.

Las cámaras ya estaban transmitiendo y el grupo electrógeno del sonido llevaba rato encendido, pero la conferencia de prensa aún no podía iniciar porque restaba ocupar una silla justo en el centro de la mesa de los oradores. Llaman entonces a Rubén Digilio para que tome asiento. En cuanto mencionan su nombre, la audiencia comienza a aplaudir enfáticamente. Y es que Rubén, su trayectoria y su simpleza, son la prueba empírica de que no hubo razón o criterio en ninguno de los 65 despidos del Grupo Clarín.

Si bien la conferencia estaba anunciado para las doce del mediodía, no fue sino hasta cerca de la una que se le dio inicio, al grito de “Unidad de los trabajadores”. La conferencia tuvo diez oradores y duró 35 minutos. Ya pasaron 7 días desde que anunciaron a los 65 despedidos, de entre los cuales 18 son del área de fotografía, que tiene 24 fotos expuestas en 6 de las 37 vallas que aún rodean la redacción de Tacuarí al 1800. Es todo una cuestión de cuentas y Digilio lo sabe muy bien: “Acá sos un número”. Es toda una cuestión de cálculos porque esa parecería ser la única razón que le encuentran los trabajadores a su sorpresiva desvinculación. “Perder nunca pierden. Cada vez quieren ganar más”, asegura el reconocido fotógrafo. Clarín ha sido el mayor beneficiario de la pauta oficial en los últimos tres años. Según informó a la prensa Matías Cervilla, delegado de la Comisión Interna de Trabajadores del Grupo Clarín, la empresa ha recibido millones de pesos del presupuesto estatal durante 2018.

El caso del despido de Rubén Digilio fue uno de los más emblemáticos, ya sea por su larga trayectoria en el medio, porque le faltaban únicamente dos años y tres meses para jubilarse o porque no le llegó a tiempo el mail que le notificara del despido, razón por la que se enteró en la puerta del edificio, mientras pretendía ingresar a su trabajo, tal como hacía todas las mañanas desde hacía 21 años. Lejos está él, sin embargo, de considerarse emblemático: “Acá, somos todos números y no les importa. No les va a importar nunca porque acá se ha ido gente grosa. No solo de fotografía, se han ido redactores que son grosos. Tipos que tienen una pluma increíble y no les importó. ¿Y por qué les iba a importar yo? Un dolor llegar acá, que no te dejen entrar, una angustia tremenda”. Y sigue “Obviamente, yo no vuelvo. Ni aunque me tripliquen o cuatripliquen o quintupliquen el sueldo. Yo le dediqué todo (al diario). Tal vez sea muy extremista; del amor pasé al odio. A todos nos gustaba el laburo. Si nos teníamos que quedar tres horas más, no importaba, porque nos gustaba. Y no lo supieron aprovechar. Te sentís desvalorizado y muy dolido”. El clima general durante la jornada -y desde hace una semana- es de dolor e incertidumbre, de tristeza, pero también de solidaridad.

Durante el paro, los medios del Grupo Clarín continúan saliendo por el trabajo de los prosecretarios de redacción.

La conferencia de prensa de ayer sigue en línea con el Camarazo que se llevó a cabo el lunes al mediodía. El área de fotografía es una de las más golpeadas por los despidos, al haber desarticulado al 40% de los reporteros gráficos. Allí estuvieron presentes también el Frente Popular Darío Santillán, el Frente de Organizaciones en Lucha y el Movimiento por la Unidad Sudamericana y el Cambio Social. El padre de Darío Santillán hizo uso de la palabra para remarcar la importancia de los fotoperiodistas, recordando que el lente de José “Pepe” Mateos fue esencial en el juicio del asesinato de su hijo.

Horas después del Camarazo del lunes se decidió por unanimidad en la asamblea de trabajadores un paro de 48 horas, que se extenderá desde la conferencia del martes hasta el mediodía del jueves. Frenar todas las tareas y detener las actividades laborales en las redacciones de Clarín, Olé, las revistas Elle, Viva y demás portales y productos de AGEA fue la medida votada por quienes siguen trabajando para la empresa en apoyo a sus compañeros. Esto no significa, no obstante, que los medios gráficos y los portales digitales dejen de salir y actualizarse durante estos días. Las tareas quedarán a cargo de prosecretarios que seguirán asegurando la vigencia del medio. Quién explica esto es Victoria de Masi, todavía redactora de Revista Viva: “Entendemos también que los productos tienen que seguir saliendo. Es nuestra fuente de trabajo. La queremos cuidar es pos de las audiencias. Nosotros somos servidores públicos. Los que pierden también son los lectores, los oyentes, los televidentes, los usuarios de redes sociales. Es decir, esto no es una movida individualista o de nicho, sino que está en juego la responsabilidad social que implica nuestro trabajo, que tiene que ver con informar. Ni más ni menos. Y el derecho a la información y el deber cívico que implica estar informado”.

Los trabajadores de Clarin recibieron el apoyo solidario de colegas de todos los medios.

La palabra audiencias parecería aún resonar en la cabeza de muchos. Al comienzo de la semana que culminaría con trabajadores en la calle, Clarín anunció el rediseño de su redacción con el objetivo de acelerar la transformación digital, apostar a la calidad y hacer crecer su audiencia. El resultado pareció ser una brutal reducción de personal. Claro está, que todo esto se enmarca en un contexto de crisis, cambios e incertidumbre en el ecosistema mediático. El conflicto en Télam del pasado año, el vaciamiento de la TV Pública, el paro en Página 12, los sueldos de C5N, la crisis en Radio Nacional son algunas de las situaciones todavía vigentes a las que ahora se suma la de Clarín. De Masi observa con preocupación este hecho: “De alguna manera pensamos que esta serie de despidos en Clarín es habilitante para que en otras empresas periodísticas pase lo mismo. Eso es poner al periodismo en riesgo. El periodismo es un oficio muy modesto pero también es muy complejo, y tiene una responsabilidad social. Por eso también es una invitación para que el resto de las redacciones estén en estado de alerta”.

Los trabajadores de Clarín no han recibido ningún tipo de respuesta por parte de la empresa. Adentro hay guardias civiles que custodian los pasillos, menciona Francisco “Paco” Rabini, dirigente de SiPreBa, durante la conferencia brindada ayer. También fueron oradores Clara Uranga, redactora y delegada de SiPreBa y AGEA, Walter Correa, del Frente Sindical para el Modelo Nacional, Nicolás del Caño, diputado por el Frente de Izquierda, Hugo Yasky, Secretario General de la CTA, Romina del Plá, diputada por el Frente de Izquierda, Roberto Baradel, Secretario General del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, Miguel Funes, diputado por UC-FPV-PJ, Manuela Castañeira, precandidata a presidenta por el Nuevo Más y Tato Dondero, Secretario General de SiPreBa.

Hoy a las 16 horas se realizará  un Festival de bandas y la semana que viene participarán de la movilización y el paro del 30 de abril.

Héctor Magnetto, CEO y uno de los propietarios de Clarín, fue el principal blanco de las protestas.

Una silueta que hoy tiene rostro, nombre e identidad

Una silueta que hoy tiene rostro, nombre e identidad

Conferencia de prensa de Abuelas de Plaza de Mayo por la restitución de la nieta 129.

Un viaje en auto desde Córdoba hasta Buenos Aires tarda entre siete y ocho horas, una noche entera. Pero, esta vez, la percepción del tiempo que tuvo Marcos Solsona fue muy distinta a la habitual. Hacía pocas horas, mediante una comunicación telefónica, Abuelas de Plaza de Mayo lo había citado de urgencia en sus oficinas de Capital Federal. Tras una fallida odisea para conseguir un pasaje de avión, un primo de su papá resolvió llevarlo en auto. Durante el llamado no se le había informado el motivo del encuentro, pero ya sospechaba de lo que se podía tratar, según confesó luego, en su diálogo con ANCCOM.

El martes 9 de abril por la tarde una nueva noticia conmocionó al país. Lágrimas y abrazos volvieron a sentirse cuando Estela de Carlotto tomó la palabra desde Virrey Cevallos 592 para agradecer a los presentes y comenzar la lectura del documento. Pronto comunicó lo que desde hace décadas muchos ansiaban oír: La hija de Norma Síntora y Carlos Solsona se convirtió en la nieta número 129 en ser restituida, tras 42 años de búsqueda. Al momento del secuestro, el 21 de mayo de 1977, Norma se encontraba embarazada de ocho meses y Carlos estaba exiliado en España. El matrimonio ya tenía un hijo, Marcos, en ese entonces de un año, que por  seguridad vivía con sus abuelos en Cruz del Eje.

Marcos Solsona trabaja en el sector de alimentos en la provincia de Córdoba, está en pareja y es padre de dos hijos. Fue a partir del nacimiento de su primer hijo -hoy de 14 años- que comprendió el dolor que sintió su padre todo este tiempo y su búsqueda se resignificó. Previo a su viaje a Buenos Aires, Marcos les contó que existía la posibilidad de que hayan encontrado a su hermana. Desde hace años, sus hijos están al tanto de los hechos porque, considera Marcos, es imperioso que sepan la verdad. “La importancia de que los niños conozcan la historia completa les da seguridad sobre su vida. Si no, viven sobre fantasmas hacia el pasado y hasta pueden sentirse descuidados o abandonados cuando en realidad, a lo mejor, había una situación de fuerza mayor, que puede ser brutal o terrible, pero que es mucho mejor conocer antes que estar dudando por qué no está la persona que te tenía que cuidar».

Familiares de la nieta 129. Foto gentileza de Paula Sansone de Abuelas de Plaza de Mayo.

Las palabras que enuncia no son azarosas y presentan mayor impacto si al leerlas se considera que bien podría tratarse de un relato en primera persona de lo que significó para él su infancia. Al momento del secuestro de su madre, Marcos tenía menos de dos años. Durante el transcurso de su niñez, sus abuelos tuvieron el desafío de responder las preguntas que él hacía, lo que se dificultaba en un contexto donde el terrorismo de Estado aún estaba vigente y las desapariciones se habían vuelto corrientes en la familia: también su tío había sido secuestrado. Fue por ello que no tuvieron más opción que alterar la verdad. Cuando Marcos tenía siete años le dijeron que su madre había tenido un accidente de auto y días después que había fallecido. En ese entonces se lo tomó mal, recuerda el entrevistado, la noticia había sido agresiva, no estaba bien armada. Hoy comprende que le ocultaran la historia. A pesar de su corta edad, él sabía que pasaban cosas, escuchaba hablar a los vecinos, “no hay que subestimar a los niños”, propone, y es por ello que no se guardó nada para con los suyos. Sobre su padre tampoco sabía mucho, había tenido pequeños contactos por cartas y no lo volvió a ver, sino hasta los diez años, cuando la democracia ya era estable y pudo retornar de su exilio.

Al momento de recibir la llamada de Abuelas, Marcos estaba en su negocio. Pidió dos días en el trabajo aunque eso “no alcanzó”, confiesa luego. Y quién sabe cuánto tiempo será necesario para volver a concebir la rutina con normalidad. Reconoció también que, con el paso de los años, había perdido la esperanza de encontrar a su hermana: “Son muchos años de búsqueda”, menciona. Son muchos años de búsqueda para él, que se traducen en muchos años de ignorancia para ella. Marcos reflexiona sobre lo difícil que debe ser este momento para su hermana. “Tiene más de cuarenta años, una vida. Nosotros sabíamos que buscábamos a alguien y ella no sabía con qué se iba a encontrar, nunca se imaginó que alguien la estaba buscando”. Es por ello que no presionó ningún tipo de comunicación, o encuentro con ella y se ríe levemente al decir que hasta comprendería si no quisiera verlos ni conocerlos, con el alivio de que ya ha comenzado a conversar con ella. Menciona también que su otro hermano, Martín Solsona, hijo de Carlos Solsona con un segundo matrimonio, lo grafica de una forma bastante particular. Imagina una mesa larga, familiar, donde están todos sentados compartiendo un encuentro. Se añade entonces una silla, que no conoce a nadie, jamás vio a nadie, pero que sin embargo forma parte de aquella mesa. “Es algo muy sensible, muy fuerte. Hay que darle su espacio”, termina.

La búsqueda de Marcos había sido ilustrada hace unos años por el artista Pablo de Bella (Yawarete) en el marco de la campaña “Historietas por la Identidad”. Y es que no siempre las búsquedas de los nietos desaparecidos están encabezadas por una Abuela o un padre, hoy los hermanos y hermanas tienen la edad de las Abuelas, cuando comenzaron sus búsquedas. Aquella hojita dibujada lo acompañó durante su largo viaje en auto hasta Buenos Aires y estaba en su mano cuando entró el martes por la tarde en la oficina de Estela, con la diferencia de que ahora la silueta blanca que representaba a su hermana finalmente tendría un rostro, un nombre, una identidad.

Durante la conferencia de prensa que anuncia la restitución de la nieta 129 realizó una única intervención para agradecer a Abuelas. Destacaría luego en su diálogo con ANCCOM la calidad y el valor de la institución. “Hay gente comprometida con la causa, pero que además se capacita, son serios, responsables. No tenemos real dimensión del trabajo que hay ahí y de la importancia de Abuelas en la memoria de este país”. Memoria verdad y justicia, menciona, es una consigna que sólo en Argentina resuena con tanta fuerza, a pesar de no haber sido el único país en la región víctima de una dictadura fatal y un terrorismo de Estado sin precedentes. “Nunca buscaron venganza, eso da cuenta de la calidad humana que tienen. Es una institución que nos hace mejores personas, a todos, sólo por el hecho de tenerla. Eleva a los argentinos en su compromiso con los derechos humanos”, añade luego.

Hoy ya son 129 los nietos restituidos. Restitución que, si bien no repara completamente la herida -porque aún queda una madre sin aparecer y una historia sin resolver (y que probablemente jamás sea resuelva)- llega a sanarla en gran medida. Hoy ya son 129 los nietos restituidos porque han sido mucho más que 129 los que trabajaron para que así lo sean. Y no sólo las Abuelas y las familias. Existe una extensa red de búsqueda que trabaja desde hace más de 40 años para recuperar algo de la historia que la última dictadura cívico militar nos robó. “Más allá de lo importante de su tarea (de las Abuelas), por lo bien que lo hacen, están los equipos técnicos. Gente que se ha formado, que se ha especializado y lo hacen con mucho compromiso y con mucha responsabilidad. Y justamente para poder hacerlo de este modo se han preparado. Y de hecho son los que van a continuar con toda la tarea”. Porque las Abuelas pueden abandonarnos, pero no así el legado que ya nos dejaron.

“Hay que convocar un paro nacional”

“Hay que convocar un paro nacional”

 

¡Tienen la máquina de hacer llover comprada! ¡La tienen comprada!” exclamaba una voz refugiada bajo el techo de una galería sobre Hipólito Yrigoyen y Virrey Cevallos. Las columnas de manifestantes llegaban desde varias avenidas hasta el Congreso conforme avanzaba también la nube oscura que traía la tormenta. No obstante, ni la lluvia ni los fuertes vientos lograron callar los bombos y las trompetas que entonaban al ritmo del que parecería ser el hit de toda convocatoria popular desde hace ya más de un año: MMLPQTP.

 

La marcha encabezada ayer por la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) junto a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), que confluyó con la impulsada por la CGT, se consolidó bajo la consigna “Por la unidad, la producción y el trabajo”. No es casual, sin embargo, el contexto en el que se desarrolló, marcado por el anuncio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) del incremento del índice de pobreza al 32%, la suspensión de la reunión de los movimientos sociales con Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social de la Nación, la semana pasada y la exigencia de una Ley de Emergencia Alimentaria. Al resoecto, Gildo Onorato, dirigente de la CTEP y Secretario de Políticas Sociales del Movimiento Evita declaró a ANCCOM: “Hay una convocatoria de la CGT por la unidad, por la producción, por el trabajo. Nosotros le agregamos a eso la emergencia alimentaria, para que sea tratada con urgencia, teniendo en cuenta los niveles de pobreza y exclusión que tenemos en Argentina”. Añade luego: “Entendemos que hay que convocar un paro nacional, que hay que construirlo, fortaleciendo los acuerdos, las coincidencias y planteando la agenda de los sectores populares, que la están planteando muy mal”.

“Unidad de los trabajadores” fue el grito favorito de las columnas, que tras dar vueltas a la plaza del Congreso adornadas con pilotos y paraguas, se deslizaron por Avenida de Mayo hasta la 9 de julio, donde viraron para dirigirse hacia el Ministerio de Desarrollo Social, cortando el Metrobus y desviando el tránsito. Entre las seis cuadras de agrupaciones (donde se destacaron también el Movimiento Barrios de Pie, la Asociación de Trabajadores del Estado, el Frente Popular Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en lucha) uno de los gremios que marcó mayor presencia fue el de la Educación. Roberto Baradel, Secretario General del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, describió la situación de los docentes como “compleja” y narró: “Ayer se dio un nuevo accidente en una escuela de Moreno, que lastimó a otros docentes. Hay desidia, abandono y también nos vemos afectados por el salario, por la inflación y por las políticas de ajuste de este gobierno”. Representantes de Conadu sumaron a los reclamos los recortes en el presupuesto universitario y en la investigación y el cierre de numerosos institutos. También se encontraban entre los presentes los docentes agrupados en UTE, FEDUN, FATUN, Suteba, Sadop y APUBA.


El pedido de paro nacional fue unánime, tal como se inscribía en la extensa bandera que se posicionó detrás del escenario anclado en Avenida Belgrano. Pese al rumor de que no habría acto al finalizar la convocatoria, representantes de los principales movimientos hicieron lectura de un documento donde se insistió en la unidad y el fortalecimiento del diálogo entre los trabajadores y las trabajadoras de la Argentina y se expuso la preocupación por el cierre de fábricas y comercios frente a la apertura indiscriminada de las importaciones y el crecimiento del desempleo. También se mencionó la decadencia de las cooperativas de trabajo y de la economía popular, el aumento del costo de vida, el fomento de monopolios en la producción de alimentos y el cierre y desfinanciamiento de comedores escolares. “Paro, paro, paro, paro nacional” continuaba el grito de los manifestantes previo a entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino y dar por finalizado el acto. Por último, se anticipó una próxima jornada de lucha para el jueves 11 de abril.