El mal sabor del desencuentro

El mal sabor del desencuentro

Juan Manuel Insfran, presidente de la Cámara Argentina de Cerveceros Artesanales (CCAA), cuenta que “aproximadamente el 95% del producto producido por las cervecerías artesanales del país es consumido en bares, restaurantes, cervecerías; es decir: necesitamos a los gastronómicos para nuestro sector”. Las medidas de restricción por la emergencia sanitaria a causa del covid-19 han perjudicado, entonces, al sector durante 2020 y ahora nuevamente, con el confinamiento total de los últimos fines de semana y con la reducción horaria de 10 a 19 durante los días de semana.  “La pandemia afectó fuerte y negativamente a las cervecerías artesanales, porque una buena proporción tiene enfocado el negocio a bares y restaurantes”, señala Leonardo Ferrari, uno de los socios fundadores de la cerveza artesanal Antares. A la vez, Mariano Prieto, cofundador de la cervecería Sandoval en la Ciudad de Buenos Aires, explica que “lo que más complica de las medidas del gobierno es no trabajar con un turno de cena”. Las estadísticas de las cervecerías artesanales son preocupantes: “Un 60% tiene deudas con proveedores, más del 40% tiene deudas de más de un mes de alquiler, y un 70% debe más de un servicio” comenta el presidente de la CCAA y confiesa: «Estamos en un momento crítico, y no creemos que se vuelva a reactivar en los próximos meses”. Incluso, hay lugares de la Argentina, como Villa General Belgrano, que vive exclusivamente del turismo en fechas festivas, como la Fiesta de la Cerveza, conocida como October Fest. “El mes pasado, sólo un 10% de las empresas cocinó cerveza. Jamás en toda nuestra historia había pasado eso, están sufriendo mucho”, resume Insfran.

“En la provincia de Buenos Aires el consumo de cerveza artesanal durante la pandemia bajó un 80%”, dice Pepe.

Martín Pepe, presidente de la Cámara Bonaerense de Cerveceros Artesanales comenta que “en la provincia de Buenos Aires el consumo de cerveza artesanal durante la pandemia bajó un 80%”, y completa: “Un 35% de locales de cervecería artesanal tuvo que cerrar. Vemos que se cierran y quedan los locales armados, pero con las persianas bajas, porque no pueden pagar el alquiler”. Pepe confiesa que en su cervecería hoy factura un 20% de lo que vendía antes: “Hubo recortes de personal, gastos, impuestos”, y también admite que “hace más de un año estamos viviendo de ahorros o moratorias a pagar”.   ¿Delivery y take away? El sector de cerveza artesanal tuvo que buscar alternativas para seguir subsistiendo, los gastronómicos se vieron obligados a pasar su negocio a delivery o take away. Sin embargo, “nadie pide una cerveza artesanal en el delivery, lo que se está haciendo es asociarse con cadenas de comidas para incluir la cerveza artesanal, porque el delivery de la comida sí funciona más”, confiesa Pepe. Prieto, quien en su cervecería distribuyen dos marcas de cerveza artesanal y una industrial, declara: “De cada cien pedidos, uno sólo pide cerveza por delivery, la mayoría quiere comidas, y sólo algunos incluyen la cerveza. La situación influye tanto en los bolsillos de las cervecerías como en los de los proveedores: a nosotros, antes, un barril nos duraba cuatro días como mucho, hoy nos dura entre uno y dos meses”.

“Las comisiones que cobran las plataformas de delivery son increíbles, van desde un 25% al 30% más IVA», dice Sandoval.

Otra de las trabas que atraviesan las cervecerías para la distribución de comida a domicilio, son las aplicaciones de comidas. “Son un mal necesario”, resume el dueño de Sandoval y explica las razones: “Las comisiones que cobran son increíbles, van desde un 25% al 30% más IVA, de cada cien pedidos que entran tengo que darle 25% a la aplicación, pero hay que estar sí o sí porque si no las ventas bajan y se pierden clientes”. Con respecto a los productores de cerveza artesanal, el presidente de la CCAA explica que ellos están intentando vender directamente el producto al cliente de manera online. “Funciona, pero no sirve, muchas productoras están invirtiendo en botellas, pero tienen que sacar grandes volúmenes para lograr un bajo costo y ser competitivo; y las máquinas de embotellado y etiquetado valen fortunas en dólares”. La lucha por las góndolas Desde hace dos años, el sector cervecero artesanal intenta dar pelea en las góndolas de los supermercados y comercios de cercanía. Algunas batallas fueron ganadas, pero sólo con aquellas marcas que están posicionadas en el mercado. Un ejemplo es Antares, su dueño explica que hoy la ganancia de la cerveza está enfocada en ese negocio: “A nosotros la pandemia nos afectó negativamente, pero un poco menos que otros cerveceros artesanales, por la venta de latas y botellas en los comercios y supermercados. Intentamos hacer crecer eso, para tratar de compensar la caída de los bares y gastronomía”. Pepe cuenta la situación y dice que “las grandes marcas de cervezas industriales impiden que haya competencia en los comercios y supermercados, hay una competencia desleal”. En este sentido, La Ley de Góndolas era una posibilidad para entrar a competir en ese mercado. Sin embargo, Insfran cuenta que uno de los problemas es “que estamos unificados en la categoría con los aperitivos y cervezas, donde quienes ocupan los lugares son las empresas industriales, no hay lugar para el cervecero artesanal, pedimos que haya una separación en la nomenclatura”.

“A fin del 2019, cuando nos anunciaron la Ley de Góndolas, muchos salieron a endeudarse en dólares para comprar maquinaria, pero tras la pandemia no creo que muchos resistan”, dice Insfrán.

Nuevamente aparece la cuestión del embotellado, enlatado y etiquetado para la cerveza artesanal: “Se requiere de una transformación de estructura, el sector antes funcionaba con barriles y hoy no se lo vende a nadie, por eso necesitamos de máquinas para ayudar a que la cerveza artesanal compita en las góndolas, se avanza en eso, pero a un ritmo lento, no con la velocidad que queremos”, reflexiona Insfran y además cuenta que el aumento del dólar en el 2018 afectó a la compra de maquinarias para embotellamiento: “A fin del 2019, cuando nos anunciaron la Ley de Góndolas, muchos salieron a endeudarse en dólares para comprar maquinaria, pero tras la pandemia no creo que muchos resistan”. En el comunicado oficial de la CCAA piden: “Necesitamos acciones concretas e inmediatas para que las 6.500 familias que dependen de nuestro sector puedan seguir produciendo. Mientras tanto, las grandes corporaciones siguen teniendo canales de venta en los supermercados y nuestro sector sigue paralizado, por lo cual la brecha sigue ensanchándose. Necesitamos que la implementación de la Ley de Góndolas equilibre esa disparidad”.

“La ayuda que da el gobierno no alcanza”, coinciden tanto la Cámara nacional como la bonaerense.

Otra de las cuestiones es que la producción de cerveza artesanal surge mayoritariamente en grupos familiares: “El problema es que los que producen cerveza lo hacen en familia, y no tienen sueldos, tienen ganancias o no, las ayudas del gobierno no alcanzan”, explica Pepe y cuenta la situación de familias que vivían de este negocio donde hoy el ingreso es cero. “Conozco cervecerías que se transformaron en verdulerías por delivery”, subraya. “La ayuda que da el gobierno no alcanza”, coinciden tanto la Cámara nacional como la bonaerense. “En el primer ASPO del año pasado, se lanzaron los programas del ATP y fue una de las mejores ayudas que nos dio el Estado, nos gustaría volver a tenerlo, hoy tenemos el REPRO 2 pero no es suficiente”, explica Insfran. Desde el sector piden, entre otras cosas, “obtener créditos a tasas subsidiardas con menos requisitos, que no cierren las importaciones al tipo de tecnología que necesitamos, que la Ley de Góndolas se expanda a negocios de cercanía, que se regulen algunos impuestos”, en pos de “comenzar a trabajar en recuperar nuestras PYMES y así seguir trabajando para fortalecer la industria nacional”. La situación actual de emergencia sanitaria a causa del covid-19 está presente en los cerveceros artesanales. Desde la CCAA plantean que “hay muchas cosas que se pueden hacer para ayudar al sector, entendemos la situación y no pedimos una apertura total de los comercios porque sabemos que la gente tiene miedo”. Sin embargo, Prieto plantea que “quedó demostrado que la gastronomía no contagia, es cierto que los bares son puntos de encuentro y de sociabilización, pero no se está actuando de forma lógica con las medidas restrictivas. Eso no quita que la situación sanitaria esté al límite, pero la situación económica también lo está”. “El sector cervecero está muy enojado con el gobierno”, sintetiza Pepe y amplia: “Es muy triste lo que está pasando porque no vemos un horizonte, nos molesta la incertidumbre, no nos dicen medidas a largo plazo con una agenda clara. En los momentos de restricción es donde más nos endeudamos y cuando abrimos podemos saldar las deudas”.

“El sector cervecero está muy enojado con el gobierno”, sintetiza Pepe

La cerveza artesanal no es un producto de necesidad, entonces “es lo primero que se deja de consumir, notamos que la gente ya no tiene dinero para comprar una cerveza artesanal”, subraya Insfran. Además, tanto Pepe como Ferrari coinciden que es un producto que se consume socialmente para esparcimiento, entonces “al cortar los encuentros sociales, la cerveza se corta”. Ferrari confiesa que “hubo un cambio social que afectó negativamente, el hecho de que haya caído la presencialidad en los trabajos repercute en las cervecerías, quienes muchas veían el aumento de clientes en los happy hour, después de la jornada laboral”.

¿Operación de riesgo?

¿Operación de riesgo?

Paula Qualina, médica cirujana especialista en patologías mamarias y miembro titular de la Sociedad Argentina de Mastología, explica: “Cuando el implante es colocado en el cuerpo, en principio nunca lo va a tomar como algo propio, y genera una cápsula alrededor para protegerse y aislar al implante. Si bien eso se sabe, no se habla de las distintas complicaciones que pueden sufrir los pacientes”. Esa resistencia a un cuerpo extraño puede generar distintos tipos de patologías muy variadas, poco estudiadas y con una baja incidencia relativa, pero sobre un universo numeroso: según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Eestética (ISAPS por su sigla en inglés), en 2019 se realizaron 33.275 cirugías para aumentar las mamas en Argentina y 1.795.551 en todo el mundo.

Una de las complicaciones es la reacción inflamatoria que conlleva una contractura capsular. Qualina explica que “esto produce un aumento de tamaño de la mama y mucho dolor”. Otra complicación que puede aparecer, detalla, es un “linfoma anaplásico asociado a prótesis, un cáncer de tipo inmunológico”. Si bien se trata de un riesgo infrecuente entre las personas implantadas, es una enfermedad seria que requiere extraer las prótesis y, a veces, tratamiento con quimioterapia.

“Seis años después de implantarme -Valeria Olveira- me levanté con un pecho que tenía el doble del tamaño. Me dolía y me ardía mucho”. Luego de hacerse una ecografía le dijeron que debían extraerle líquido y mandarlo a analizar. Allí comenzó una pesadilla para su vida, con una seguidilla de estudios, interconsultas de médicos, falta de información sobre el tema y también miedo de contarle a sus padres. “La verdad es que la pasé mal. Yo era una persona sana y de un día para el otro tenía el diagnóstico de cáncer de linfoma asociado a prótesis mamarias”, señala. Su lucha contra esta enfermedad duró un año, le quitaron los implantes y tuvo que hacer quimioterapia y rayos porque el linfoma había migrado al ganglio. Hoy, luego de cuatro años desde su diagnóstico, se podría decir que está curada, aunque explica: “Nunca estás curado de cáncer, estás en un estado de remisión donde no hay alteraciones cancerígenas en el cuerpo”.

Según un estudio del centro de detección de cáncer Md Anderson Center de los EE.UU., realizado en noviembre del 2020, existen 1.136 casos y 36 muertes comprobadas en el mundo a causa de este linfoma producido por los implantes mamarios. Este mismo estudio, informa que en Argentina hay 13 casos detectados y una muerte.

Olveira se interiorizó del tema y ante la falta de información creó un grupo de Facebook llamado “Mis implantes mamarios me dieron cáncer”, allí comenzó a dialogar con muchas mujeres desesperadas por los tratamientos, los costos, y descubrió un montón de enfermedades asociadas a esa intervención. “Yo no quiero asustar, pero pasé un cáncer y me parece que hay que saber los riesgos cuando te implantás. No quiero que nadie más pase por esto”, declara.

Otro de los posibles riesgos de tener implantes es el Síndrome de Asia (Auntoimmune Síndrome Induced by Adjuvants, es decir, Síndrome Autoinmune Inducido por Coadjuvantes), conocido vulgarmente como la “enfermedad por implantes mamarios”. La doctora Qualina considera que éste riesgo es el menos conocido por la comunidad científica, pero existe y altera distintos sistemas del cuerpo. “En algunos casos, el síndrome aparece rápido y lo asociás a las prótesis porque en cuestión de días el paciente se siente mal, pero esto es lo menos frecuente. Lo habitual es que los síntomas aparezcan paulatinamente”, explica la especialista en patologías mamarias.

Los síntomas de este síndrome son variados. Por ejemplo, puede afectar al sistema nervioso y generar un déficit cognitivo; a nivel de salud mental provoca depresión, ansiedad, ataques de pánico. “Muchos pacientes vienen con medicación psiquiátrica”, reconoce la doctora. También afecta a nivel reumatológico y desarrolla enfermedades como tipos de artritis, debilidad muscular, fatiga crónica. Otras alteraciones que están asociadas son enfermedades autoinmunes como hipo e hipertiroidismo, diabetes, alergias, alteraciones cutáneas, caída del cabello e infecciones resistentes a los tratamientos como hongos vaginales. Qualina insiste: “No todas las personas implantadas pueden tener complicaciones, lo que es cierto es que potencialmente todas están expuestas”. El problema es que no se trata de una afección suficientemente estudiada por lo que no se cuenta con datos claros sobre porcentajes y causas.

Muchas diversidad, pocos datos

¿Por qué hay tantos y diversos síntomas del Síndrome ASIA? Qualina aclara: “Hay una teoría que dice que son reacciones autoinmunes que provocan síndromes generalizados, no localizados en una parte del cuerpo. Otra teoría dice que la prótesis puede provocar una migración microscópica en la cual iría perdiendo metales pesados, en donde partículas de siliconas migran a los ganglios y al torrente sanguíneo”. Muchos de los implantes tienen metales pasados como mercurio, plomo o arsénico que, en principio, no debería salir de la prótesis. Los fabricantes no suelen informar sobre esas características de sus productos.

A la hora de hacer el diagnóstico, la doctora subraya que lo importante es indagar sobre el antecedente de haberse colocado las prótesis. El trabajo posterior es fundamentalmente clínico. “Si bien cada paciente es único, todas relatan lo mismo. Hay patrones de síntomas muy similares y por eso es que se habla del síndrome de ASIA”, remarca Qualina. Lo primero que se realiza en estos casos es la quita de las prótesis. Luego de la cirugía de explantación los síntomas de las pacientes mejoran en un 80%.

ANCCOM también conversó con Angie Monasterio, quien a los dieciocho años se implantó y tuvo las prótesis quince años hasta que confirmó que sus problemas de salud estaban relacionados con los implantes mamarios. “Yo lo transité sola sin tener respuesta de los médicos, como le pasa a la mayoría de las mujeres, es una enfermedad de mucha invisibilidad, a pesar de que está en la documentación científica y tenemos varios cirujanos que hablan del tema”, aclara Monasterio.

La cirujana Qualino, considera que es importante aclarar que los riesgos posibles de contraer tanto el Síndrome de ASIA, como la contracción capsular o el linfoma mamario, no tienen que ver con la marca de las prótesis. Incluso, Monasterio comenta que ella tenía una “primera marca” y se enfermó igual.

La doctora explica: “Al ser síntomas insidiosos que van apareciendo de a poco, la paciente los va naturalizando y piensa que es por estrés, cansancio o la edad”. Eso mismo le sucedió a Angie, quien padeció muchos de los síntomas del Síndrome de ASIA como infecciones de garganta, disnea y apnea respiratoria, inflamación de las articulaciones, entre otras, y también psíquicos. “Estaba en un estado de ansiedad y con ataque de pánico constantes. Viví un infierno y hasta llegué a tener pensamientos suicidas. No entendía por qué me estaba enfermando tanto”, confiesa. La confirmación de que eran los implantes los que dañaban su salud fue cuando se los quitó y los síntomas mejoraron notablemente: “Volví a vivir” declara.

Monasterio, al igual que Olveira, creó un grupo de Facebook cerrado denominado “Enfermedad por Implantes Mamarios” que tiene catorce mil miembros y un promedio de veinte mensajes por día. “Son mujeres que están enfermas por culpa de sus implantes y buscan una respuesta; son mujeres que replican mi historia”, señala Monasterio y agrega: “En el grupo brindamos información y contenemos a las mujeres, porque esta es una enfermedad huérfana de la que nadie se hace cargo”. En Instagram, Angie tiene cincuenta mil seguidores. Allí difunde publicaciones sobre el tema y conversa con especialistas.

“No es una locura de las redes sociales”, subraya la doctora y cuenta que, aunque ella sí hace explantanción de prótesis no todos los médicos cirujanos la realizan. Tanto Monasteiro como Olveira coinciden en que los médicos las tildan de “locas” cuando plantean el tema: “Nos quieren derivar al psicólogo o al psiquiatra”, exponen. Algunas de las frases que escuchan de los consultorios médicos son: “Si estás divinas”, “vas a quedar chata”, “desfigurada como un varón”.

Estudios de la comunidad científica

Aunque hay miles de estudios realizados en revistas científicas, la enfermedad por implantes mamarios no está reconocida oficialmente: “Es una falencia médica”, considera Qualina. “Negar la enfermedad de entrada es permitir seguir en la ignorancia a costa del sufrimiento de mujeres por las prótesis –agrega-. Y no son sólo mujeres, hay mujeres cis y mujeres trans. Yo empecé a aprender hace cinco años, de a poco, cuando empezaron a venir pacientes a mi consultorio a contarme qué les pasaba y empecé a buscar información. La clave del diagnóstico está en aprender, investigar trabajos científicos, ir a congresos o centros de investigación”.

Otra de los problemas de no ser una enfermedad reconocida oficialmente es la falta de porcentajes y estadísticas certeras de cuántas mujeres implantadas sufren algún efecto adverso. “No se puede decir el porcentaje porque está subdiagnosticada. Primero tiene que ser reconocida, después se tienen que empezar a hacer estudios más grandes de investigación para dar cuenta de todos los casos”, explica.

Las prótesis que llegan a la Argentina son importadas y la ANMAT es el organismo que las acepta. La FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos es el regulador de todos los medicamentos y dispositivos de ese país y desde el año pasado, subraya la médica Qualina, advierte sobre el potencial de las enfermedades asociadas a implantes, y reconoce el linfoma anaplásico a causa del implante.

¿Qué información hay que considerar antes de implantarse?

Qualina explica: “Primero hay que averiguar, consultar con otras personas que se implantaron si tuvieron complicaciones. Segundo: saber si la persona que se va a implantar tiene enfermedades autoinmunes o reumatológicas, porque es mucho más probable que tenga este síndrome. En ese caso, yo desaconsejo la colocación de prótesis. Tercero, cuando vas al cirujano plástico hay que averiguar bien, preguntarle sobre este síndrome, es fundamental la búsqueda de información y erradicar el concepto de que son para siempre”.

Para aquellas mujeres que están implantadas y se topan con la información de los riegos posibles de las prótesis, la doctora sugiere “no entrar en pánico”, porque, no todas van a sufrir este síndrome ni ninguna otra complicación. “Si todas tuvieran sintomatología, sería dramático. Pero sí hay un porcentaje de personas que son más susceptibles a tener alguna patología luego”. Aconseja además que “si vos con las prótesis colocadas, estás contentas y te sentís bien: adelante, seguí con tu vida porque estás dentro del grupo que no desarrolló el síndrome de ASIA. Como todas las mujeres debes hacer todos los controles mamarios. En cambio, si con prótesis no te sentís bien, y comenzás a sentir síntomas, es necesario hacer una consulta a un especialista”.

Lo que se busca, entonces, es la divulgación de la información antes y después de la implantación. “Estamos en una lucha de información”, resume Olveira. Monasterio coincide y plantea que “lejos de querer ir en contra del cuerpo médico, queremos que se nos una y que escuche lo que nos está pasando”.

El Día Mundial del Sin TACC

El Día Mundial del Sin TACC

El 5 de mayo se celebra el día internacional de la celiaquía, enfermedad que se estima que afecta a un 1.6% de la población mundial. Según la Asociación Argentina de Celiaquía la padecen más mujeres que hombres y tanto niños como adultos. 

“La celiaquía es una enfermedad autoinmune que se da generalmente en pacientes que ya tienen una predisposición genética y desarrollan una reacción inflamatoria en proteínas que están presentes en el trigo, avena, centeno y cebada (TACC)», explica María Laura Moreno, gastroenteróloga experta en celiaquía. «Esto genera una atrofia en el intestino delgado”, resume la médica del Hospital Carlos B. Udaondo de CABA.

Los pacientes pueden tener síntomas «relacionados al aparato digestivo pero también, al afectarse la absorción de nutrientes, es posible que aparezcan síntomas como falta de calcio, anemia, osteoporosis, lesiones en la piel u otras enfermedades autoinmunes como hipo o hipertiroidismo” detalla Moreno.

Carolina Rocha es celíaca y creadora del sitio web Aglutenados, en el cual difunde una guía de productos libres de gluten, además de notas y entrevistas para la comunidad celíaca: “A los 40 años me diagnosticaron, yo venía con una anemia grave, con inyecciones de hierro. Una vez que dejé de comer gluten mi salud mejoró contundentemente, fue casi magia”, recuerda y agrega: “Siempre fui muy agradecida por no tener que tomar pastillas y que sólo una dieta pueda mejorar mi salud”.

En los últimos 20 años, las herramientas médicas para el diagnóstico han evolucionado, como así también el conocimiento sobre esta enfermedad. “Hay más diagnósticos porque hay más información, hoy ya se sabe que la enfermedad puede aparecer en la primera infancia o desarrollarse en la edad adulta, y que no sólo hay que indagar en síntomas digestivos para relacionarlos con la celiaquía”, sintetiza la gastroenteróloga experta.

La Asociación Argentina de Celiaquía (ACA) nació en 1978 en la ciudad de La Plata, y desde ese entonces trabaja para brindar atención, información y capacitación a la comunidad. Mariana Holgado, miembro de ACA, comenta que el objetivo principal es “la asistencia al celíaco y a su familia a partir del diagnóstico”. Además, realiza talleres y charlas que, a raíz de la pandemia, tuvieron que adaptarse para continuar en formato virtual. “Si bien ya teníamos una plataforma digital, desde que comenzó la pandemia triplicamos la actividad, y lo positivo es que pudimos llegar a un montón de personas y lugares tanto del interior como del exterior del país” comenta Holgado.

«No sabe la diferencia entre comida para celíacos y comida ´gluten free´. No es seguro sólo quitar el gluten del plato».

De las actividades que brinda ACA de manera virtual, las más concurridas son las clases de cocina y el taller de recién diagnosticados, con más de tres mil personas conectadas en el canal de Youtube o Facebook. “La gente está muy activa en las redes sociales”, reconoce Holgado. También, ella cuenta que, entre mails y mensajes de redes sociales, reciben aproximadamente, contestas cerca de cien inquietudes por día.

La Ley Celíaca en Argentina

En el 2009 se sancionó la Ley Celíaca 26588 que se reglamentó en el 2011. Entre otros puntos, propone que se declare de interés nacional la atención médica y capacitación profesional en la detección temprana del diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad como así también su difusión y acceso a los alimentos libres de gluten.

En el 2015 esta ley se modificó por la 27196, la cual todavía no está reglamentada. Lo que agrega es la obligatoriedad del sector gastronómico a ofrecer al menos un menú libre de gluten y también la rotulación con el logo «Sin tacc» en los alimentos. Mariana Holgado nos explica que, “es complejo reglamentar y obligar a todo el sector gastronómico a tener un menú, especialmente porque hay lugares que no tienen la infraestructura ni el dinero para ofrecer un plato seguro, además hay que dar capacitaciones y controlar”. Para que un menú sin gluten sea seguro, durante la preparación del mismo no debe haber contaminación cruzada con ningún alimento con gluten, y además se debe tener especial cuidado con utensilios, bandejas de hornos, tostadoras, etc.

“La pandemia dejó todo en pausa, porque quien tiene que reglamentar la ley es el Ministerio de Salud y ahora está en emergencia sanitaria. Además, creo que esto va a llevar más tiempo porque el sector gastronómico está muy golpeado y no sé si podemos exigirle más protocolos y obligaciones”, reflexiona Holgado, aunque también considera como opinión personal, que los protocolos utilizados para la pandemia, pueden ayudar a pensar el menú para celíacos, por algunos cuidados como el lavado de manos o utensilios.

«Con la pandemia, el sector gastronómico quedó muy golpeado, no sé si podemos exigirle más obligaciones”, dice Holgado.

La moda gluten free

La doctora especialista en enfermedad sin gluten cuenta que “hay muchas personas que sin saber si son celíacos, adoptan una dieta libre de gluten porque creen que eso va a mejorar los síntomas digestivos, bajar de peso o mejorar el rendimiento deportivo: se convirtió en una moda”. Hay quienes asocian al gluten un malestar digestivo, pero en verdad las causas pueden ser otras. “El intestino es un órgano que cada vez es más estudiado, como así su digestión, flora intestinal y las bacterias. Entonces, puede haber múltiples causas por las cuales el ecosistema se altera”, aclara Moreno y remarca la importancia de consultar con los médicos especialistas para descartar enfermedades y dar con el diagnóstico indicado.

Rocha considera que la moda «gluten free» no ayuda al celíaco. “Confunde al personal de gastronomía con los cuidados sobre la contaminación cruzada, porque no sabe la diferencia entre comida para celíacos y comida gluten free. No es seguro para nosotros si sólo se quita el gluten del plato, entonces, por un lado, visibiliza la situación, pero por otro lado confunde. Es un arma de doble filo”, explica la creadora de Aglutenados.

La Asociación Celíaca Argentina junto con la ANMAT trabajaron en una guía de recomendaciones para el sector gastronómico, allí plantean todos los escenarios para ofrecer un menú apto celíaco. “Hay que estandarizar lo que implica un menú seguro, porque hoy hay muchos que ofrecen un plato ‘sin tacc’, pero no sabemos de dónde sacan la información”, considera Holgado y agrega que “la reglamentación de la ley va a ayudar a esto y se les va a pedir a los restaurantes que utilicen esta guía”.

Precios cuidados celíacos:

La cuestión de los precios y el acceso a los alimentos libres de gluten es otra temática problemática para los celíacos. “Nos cuesta encontrarle la vuelta al tema”, explica Holgado, y agrega que, “es notorio que los productos celíacos son más caros con respecto a aquellos que no lo son, pero el otro problema es la disparidad de precios entre los mismos productos celíacos en todo el país”.

Por eso, el programa de precios cuidados celíacos ayuda a que se estandaricen los precios en todos los supermercados a nivel nacional. Sin embargo, desde la Asociación advierten que algunos de los productos que están dentro del plan son los más caros entre los productos celíacos: “No son los productos que necesitamos que estén en los precios cuidados. Hay una harina sin gluten dentro del programa que el kilo está 580 pesos, cuando en dietéticas hay de otras marcas que cuestan 200 pesos”, resume Holgado.

«El harina sin gluten, en Precios Cuidados, cuesta 580 pesos el kilo, en dietéticas hay otras marcas a 200”, señala Holgado.

Todos los años la Asociación Celíaca Argentina hace un relevamiento de precios: “No hay una diferencia uniforme de los valores de los alimentos celíacos con respecto a los no celíacos”, cuenta Holgado. El último relevamiento realizado en mayo del 2020 dice que, con respecto al precio de un kilogramo de harina, la celíaca está un 400% más elevada que la de trigo; en pastas o fideos secos hay una diferencia del 100%, pero en relación a premezclas para bizcochuelo existe un valor de 15% arriba.

Marina Holgado explica: “Nunca va a salir lo mismo una harina de trigo que una premezcla de harinas sin gluten, porque los costos de producción son más caros, pero lo que sí podemos discutir es que la diferencia sea de un 400%”.

Para intentar dar un respiro a los celíacos con respecto al acceso de sus productos aptos, hay beneficios de asistencia a celíacos en situación de vulnerabilidad en los ministerios de Desarrollo Social de cada distrito. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, existe la tarjeta verde que consta de la entrega mensual de 2.000 pesos para aquellos celíacos sin obra social. Desde la Asociación Celíaca Argentina, también entregaron bolsones de alimentos durante el 2020 para 135 familias y 16 comedores y merenderos.

“Falta mucho por hacer: mayor información en algunos médicos, despertar el interés en la patología, quizás en las autoridades para controlar los productos libres de gluten; también poder crear grupos interdisciplinarios para atender a los pacientes de esta enfermedad, como nutricionistas o psicólogos, en todo el sistema de salud”, reflexiona la gastroenteróloga del Udaondo. Rocha adhiere y agrega: “Yo siempre digo que la comida es importante pero también el encuentro con amigos, la familia, los celíacos tenemos que estar alerta con la comida y encontrarle la vuelta. Somos una comunidad muy solidaria y dispuesta a compartir información”.

Gran música para los más chicos

Gran música para los más chicos

El domingo 18 de abril comienza el Primer Festival MoMuSi Federal, que se extenderá hasta el 13 de junio e irá todos los domingos a las 18. Serán nueve transmisiones vía streaming que se emitirán por Youtube y redes sociales con acceso libre y gratuito. Contará con la participación de veintinueve artistas, solistas y grupos musicales de todo el país.

En cada fecha se presentan tres artistas y habrá juegos, canciones y sorpresas para toda la familia. El domingo abrirán el festival Tres Tigres Teatro, de la provincia de Córdoba, Pichiculundios, del área Metropolitana de Buenos Aires y Las Magdalenas, de la sede May y Sierra. El Festival de MoMuSi fue seleccionado para obtener un subsidio por parte del Ministerio de Cultura de la Nación mediante el programa “Festivales Argentinos”.

El Movimiento de Música para Niños y Niñas (MoMuSi) es una asociación civil sin fines de lucro que funciona desde 1997 y actualmente cuentan con cuatrocientas bandas y doscientos artistas de todo el país. Matías García, miembro del movimiento, comenta: «Lo que nos proponemos es que la música para las infancias pueda ser apropiada en las escuelas, con fines didácticos, como también en comedores u hospitales infantiles». Previo a la pandemia, se organizaban encuentros en donde había capacitaciones y espacios de trabajo, se realizaban ciclos de encuentros musicales en lugares como el teatro de San Martín, el Centro Cultural Néstor Kirchner o el Centro Cultural 25 de mayo, en los cuales participaban bandas de todo el país.

MoMuSi federal

Hace dos años, se comenzó a construir un MoMuSi federal para poder unir a todas las agrupaciones en una sola entidad con distintas sedes del país. Así pudieron crear una organización civil más grande para ser escuchados y difundidos. Garcías asegura que el movimiento reconoce que la pluralidad territorial es muy grande, por ejemplo, la música que se produce en Formosa va a ser diferente que la de Mendoza, cada una con su idiosincrasia. Así lograron crear un espacio para que los niños y las niñas puedan tener disponible esta diversidad de voces.

La pandemia castigó fuerte a los sectores de la cultura, hay artistas que además de hacer música son docentes o trabajan en otro rubro, pero también hay muchos que trabajan únicamente de hacer música. “Fue un golpe duro”, sintetiza García. Incluso, el contenido de internet es “agresivo y sobrecargado” y la música para niños y niñas tiende, según dice, a estar basada sólo en tutoriales de Youtube. Por eso, el streaming es una opción válida para que el mundo laboral siga en funcionamiento: “El que hace música necesita hacer música y el que lo consume también necesita consumirla”, reflexionan desde el MoMuSi.

ANCCOM dialogó con dos bandas que se presentaran durante el festival: Manos a la murga y La chicharra. Ambas coinciden en que al streaming le faltan los cuerpos, “los niños y las niñas gritando, bailando o corriendo detrás de escena”. Por eso buscan aprovechar otras potencialidades. Por ejemplo, Manos a la murga planea mostrar distintos paisajes de la ciudad de Bariloche durante el espectáculo, como así también contar sobre el clima, la flora y la fauna de esa región. Así permite que los niñas y niñas conozcan un poco más sobre el país que habitan.

«Comer bien, no tener frío,

crecer sanos y jugar,

 son cosas que los más chicos

tenemos que disfrutar»

(Estrofa de la canción “Hay derecho a protestar” de Manos a la murga)

Manos a la Murga.

Cristina Kirianovicz, de Manos a la Murga, cuenta que trabajan sobre los derechos del niño y la identidad a partir de sus canciones y escenografías. “Los derechos de los pequeños son violentados todo el tiempo, dando lugar a situaciones de injusticia. Nosotros desde nuestro lugar, el arte, intentamos poner un granito de arena sin perder la magia, el juego, las risas, sumergiendo a los niños y niñas en un mundo de fantasía, con un mensaje bien claro: cantarles, decirles y gritarles sus derechos”, considera Kirianovicz. Además, tanto el maquillaje como la sonoridad están pensados para que los más pequeños no rechacen la estética murguera,y poder lograr una sonoridad suave pero plena de ritmo.

En La chicharra, una banda musical de Córdoba, consideran que a través de las redes están llegando a lugares donde no lo harían nunca y eso les da la posibilidad de difundir su trabajo. Incluso, García cuenta que el festival federal de MoMuSi habría sido más difícil de realizar en vivo por los costos de mover a todas las bandas del país a un solo lugar. Entonces, de esta forma pueden demostrar en un solo momento la variedad de artistas: “Pensar en el centro del país y en el interior se desvanece cuando mostramos que en otros lugares de la Argentina están pasando cosas, el interior no existe más. El interior es todo lo que pasa de la frontera del país para adentro”, reflexiona García.

Eduardo Allende, representante y compositor de la música de La Chicharra, comenta que sus canciones no están hechas sólo para niños y niñas, lo que buscan es un público amplio, hasta catorce años, pero también quieren llegar a los niños y niñas que los adultos tienen dentro. Entonces, en sus letras no hay diminutivos ni fábulas, pero sí hay géneros musicales variados como rock, folclore, jazz y canciones de cuna. “El folclore latinoamericano es lo que más se destaca”, considera Allende. A su vez, la temática de sus letras es diversa, hablan del amor, de las contradicciones de la vida, la nostalgia, la tristeza, entre otras. “No me interesa que las canciones sirvan para algo práctico. Las canciones tienen que ser disparadoras para muchas cosas, como puntos de partida de nuevas preguntas, también jugar, expresarse, bailar, pasarla bien, socializar, un arte permitido para los niños”, subraya el cantautor.

Tanto Allende como García hablan de que en este momento hay muchas miradas sobre lo que se está haciendo con los niños y las niñas. “Desde la ESI a todo lo demás, hay una puesta en valor de los niños y las niñas”, plantea Allende. La política del movimiento va en ese sentido, a que no hay que bastardear a las infancias, sino pensar la niñez como tal y en los derechos de los niños y niñas, luego todo eso genera movimientos artísticos: “Nosotros no consideramos a los niños y las niñas como pasivos sin nada que decir, al contrario, son sujetos activos, sujetos de derecho”.

Incluso, las bandas que forman parte del MoMuSi ponen en escena temas complejos, como el abuso infantil, la temática de género desde los juguetes, la pobreza, entre otros. “Todas esas temáticas son habladas desde una calidad poética muy grande, son miradas diferentes pensando en los niños y las niñas para que lo puedan entender y procesar”, comenta García. A su vez, es fundamental que las voces habladas provengan desde todo el territorio argentino, sin subestimar ni pensar que la música para niños y niñas es un tema menor. “Somos creadores de la cultura –puntualiza-, con una idea política clara, y es momento de mostrarla”.

Cuando la literatura repara más que el Poder Judicial

Cuando la literatura repara más que el Poder Judicial

“¿Qué me importa más, que se declare culpable o que vaya preso? Yo soy la única que pone el cuerpo. Pero, ¿qué se supone que es reparación? ¿Olvidar, soltar, dejar atrás? ¿Se puede reparar un cuerpo como se repara una taza rota? ¿Se verán las fisuras? Los surcos que deja el pegamento seco, por fuera y por dentro, las marcas en la mente”, se pregunta la autora en Donde no hago pie, su nuevo libro de no ficción.

Periodista, escritora, licenciada en Ciencias de la Comunicación e integrante del colectivo Ni una menos, Belén López Peiró se cuestiona sobre los alcances de la reparación, que encuentra más en la literatura que en el Poder Judicial. Luego de siete años de la denuncia contra su tío, tras interrogatorios, audiencias y declaraciones, todavía no hay veredicto y el abusador sigue en libertad. Pero  através de su escritura, la autora logra hacer de la causa un problema político y social y exponer que los tiempos del Poder Judicial no contemplan los de la víctima.

Si en su primer libro, Por qué volvías cada verano, publicado en 2018, sacó a la luz el abuso sexual que sufrió en la adolescencia a manos de su tío, en esta nueva obra vuelve sobre el tema, pero ella misma ya no es la “buena víctima” de antes. “Muchas veces pasa que después de muchos años la víctima se presenta empoderada y eso no sirve. El jurado te tiene que ver como la nena inocente de 13 años”, dice en un pasaje de Donde no hago pie.

¿Qué querías contar en este segundo libro?

Es una crónica judicial y sucede a partir de la elevación a juicio de la causa penal. Quería narrar todos los procedimientos y las audiencias, plasmar mi investigación sobre qué es un juicio por jurados en casos de abuso sexual, puntualmente en la provincia de Buenos Aires, también contar qué pasa en un juicio abreviado, cuando el acusado se considera culpable y la pena es menor. Consideraba que debemos empezar a preguntarnos: ¿qué buscamos al denunciar? ¿Por qué denunciamos? ¿Qué es la reparación? Me di cuenta que había muchas cosas que no sabía y probablemente muchas otras personas tampoco cuando se embarcan en una causa judicial.

¿Qué sucede cuando se denuncia?

Eso es lo que cuento en mi libro, muchas veces se habla de la justicia argentina con eufemismos o se dice “bueno, viviste una situación y denunciá”. Que está bien, pero es importante que tengamos información sobre lo que va a suceder después. Y eso no tiene que ver con que no denuncies, sino con contar lo que va a pasar, en donde no hay una única salida, sino que hay muchas opciones. No considerar que la única reparación es el veredicto de un juez. Empezar a preguntar qué justicia queremos. Si queremos una que repare, pero también pensar qué es reparación para nosotras, esto puede ser acompañamiento, escucha, liberación, es decir, encontrar la manera en que nos sentiríamos mejor.

¿Encontraste en la literatura una forma de reparación?

Sí, la escritura es una forma de registro, una manera de contar parte de nuestra historia y me sirvió en ese momento para recordar, enumerar y darme cuenta la gravedad de los hechos. Sin dudas, la memoria y la experiencia son la materia central de mi escritura y es ahí, en la palabra, donde encontré un lugar donde apoyarme, y sentir que eran mis tiempos, que eran mis formas y era mi voz.

¿Por qué hay prejuicios hacia la víctima que denuncia?

Cuando denunciamos tenemos cierta esperanza, y creo que, en mi caso, después de tantos años ya no soy la misma, pude encontrar la reparación en la escritura y en mis afectos. La persona que se encuentra en un juicio después de tantos años no es la misma que cuando denunció. Sumado a que la cifra de que en la mayoría de los juicios por jurado en donde hubo una condena, las víctimas eran menores de edad o estaban muertas, entonces cuando somos mayores de edad aparecen los descréditos, pensar que se denuncia por venganza. Hay toda una serie de prejuicios que también están asociados a los estereotipos que es necesario romper.

«Sentí vergüenza, miedo, y después entendí que lo que importaba no era yo, no era mi historia, sino todo lo demás», dice.

Tu historia es personal pero también colectiva…

Sí, totalmente. Tanto en Donde no hago pie como en Por qué volvías cada verano, pongo de manifiesto que mi causa es una más de todas las que atravesamos, y que no tiene que ver con una familia, con un vínculo, sino que son estructuras de poder que se repiten y tienen en común que hay un victimario con cierto poder, cierta confianza, que se abusó de esa confianza, esa es la estructura que hay que desnaturalizar.

¿Pensaste que la publicación de tu primer libro podía influir en el juicio?

No. De hecho, tenía miedo a las cosas negativas, tenía temor, pero no el pensamiento de saber que me podía traer algo bueno. Al contrario, sentí que me estaba exponiendo, que me daba vergüenza, sentí miedo, y después entendí que lo que importaba no era yo, no era mi historia, sino todo lo demás.

¿Qué desafíos enfrentaste a la hora de escribir tu propia historia?

Uno de los principales desafíos que tuve como escritora fue ser investigadora y a la vez objeto de investigación. Lo que me pasó en Donde no hago pie fue investigar y crecer en cuanto al conocimiento a la par de los lectores, ir de a poco, también incluir infografías, búsquedas en Google, anotaciones en un cuaderno, pensando colectivamente. Todas las preguntas que me hacía en ese momento, las trataba en todas las reuniones de la comisión. En nuestra formación como periodistas y como comunicadores está ese requisito de objetividad, de poder distanciarnos de alguna manera, eso fue lo más difícil, por eso utilicé palabras del ámbito judicial –juez, acusado, denunciante y defensa–, para de alguna manera entender que la causa era mía, pero a la vez no, era una causa más del sistema penal que tenía que investigar, correrme y hacer a un lado las emociones para poder trabajar, editar y publicar.

¿Te imaginabas que Por qué volvías cada verano iba ayudar a muchas mujeres a romper el silencio?

Me parece que abrió paso a esta nueva literatura, donde las mujeres podemos poner temas que nos interpelan, que nos duelen, que son nuestras realidades cotidianas. Además, el género “no ficción” en Argentina está muy asociado a la denuncia, a la identidad, una larga tradición que también estoy formando parte. A su vez fue algo recíproco, porque hubo una red de mujeres que me ayudó a llevar adelante esta causa judicial. Desde la abogada a la Comisión de Abogadas Penalistas, las periodistas, comunicadoras, se unieron de alguna manera para acompañarme y pensar una causa judicial.

¿Qué importancia tiene la ESI en relación a los abusos?

Con mis libros me ocupo del durante y del después. En Por qué volvías cada verano cuento lo que fue para mí denunciar, contarlo en la familia y todo lo que sucede con romper el silencio, pero sí es importante que empecemos a ocuparnos de los temas antes. La única manera de ocuparnos es con la Ley de Educación Sexual Integral, porque se necesita información y la palabra de les niñes, poder darles voz. Fue muy importante para mí presentar el libro en las escuelas, donde les adolescentes puedan preguntarme las dudas que tengan, que puedan entender que ellos también pueden escribir, acercarlos a la palabra y además informarlos. Me parece que es una de las cosas más valiosas que podemos hacer por elles.

«Todavía sigo a la espera de una fecha de juicio oral», advierte.

¿A qué hace referencia el título del libro Donde no hago pie?

Por un lado, priorizo que sea un título literario, y que, aunque sea una historia real y un asunto fuerte que interpela, no deja de ser literatura donde hay todo un trabajo literario detrás. Por otro lado, Donde no hago pie hace alusión a todos esos espacios, laberintos judiciales y profundidades donde nos sentimos ahogadas y sin aire.

¿Cómo está hoy la causa judicial?

La pandemia entorpeció la causa como también entorpeció todas las causas del país. Todavía sigo a la espera de una fecha de juicio oral. El libro termina con el inicio de la pandemia porque me pareció que estaba bueno hacer un recorte, poder hablar de un período de tiempo y no tenía ni por qué terminar con la pandemia ni con un veredicto.

¿Qué otros trabajos estás haciendo?

Dicto talleres de no ficción con perspectiva de género, también estoy haciendo talleres de lectura y escritura en el centro cultural de España en Buenos Aires, es un lugar donde elijo autoras contemporáneas, que estén dando sus primeros pasos en la literatura, donde se narre Latinoamérica desde estas voces de mujeres con temas que nos interpelan de forma regional. Además, voy a dar un taller en junio para les alumnes de todas las carreras de Sociales de la UBA.