Ene 25, 2017 | Trabajo
La medida de fuerza de los empleados de AGR –propiedad del Grupo Clarín– lleva más de una semana. Atrincherados en el taller grafico, ubicado en el barrio porteño de Nueva Pompeya, los trabajadores denuncian el vaciamiento de la empresa. La gerencia de AGR aduce no tener trabajo suficiente para mantenerlos en sus puestos. Lo cierto es que, durante estos días de toma, otros talleres recibieron llamadas del Grupo Clarín para encargarles parte del trabajo que antes realizaban en AGR. Tal es el caso de la Cooperativa Poligráfica del Plata. “Necesitaban imprimir y coser urgentemente”, afirma Rodolfo Pugliese, integrante de Poligráfica, y agrega: “Pero cuando nos enteramos que era trabajo de AGR lo rechazamos inmediatamente”.
Marcelo Quinteros, afónico por los nervios que le provoca esta situación, trata de poner en palabras lo que están viviendo sus compañeros y él. Sobre la represión que sufrieron el martes pasado, considera que fue una acción premeditada entre el Gobierno porteño y las fuerzas de seguridad. “Da la casualidad que ese martes nos convocan a una reunión urgente con la persona que intervenía en este conflicto en el Gobierno de la Ciudad. Cuando salieron los colectivos a manifestarse al Ministerio, instantáneamente la policía se empezó a replegar y quiso vallar a unos 20 ó 30 metros de los portones. Querían aislar a los que habían quedado dentro del taller”. En la vereda, se encuentran acompañando familiares de los empleados que están en el interior de la planta. “A la policía esto no le importó -cuenta Quinteros-: le pegaron a chicos, mujeres, gente adulta. Por suerte, pudimos resistir la embestida y evitar el vallado”, añade.
Momentos antes de la represión, a los trabajadores los sorprendió la presencia del gerente industrial de AGR, Andrés Wertheim, quien se acercó a mirar lo que sucedía de manera desafiante. A esta provocación, le respondieron con cánticos. Hasta ahora, ni la Policía ni Gendarmería intentaron desalojar el edificio, pero los operarios, igualmente, mantienen guardias permanentes por si quisieran hacerlo.
Sobre la reunión del jueves pasado en el Ministerio de Trabajo de la Nación, Quinteros sostiene: “Fue trunca. El Gobierno sigue dándonos la espalda. Nos dijeron que no pueden dictaminar nada, que lo que está haciendo la empresa es legal”. El viceministro Ezequiel Sabor se negó a llamar al jefe de la Cartera, Jorge Triaca, pero tras la presión ejercida por la comitiva de AGR terminó prometiendo un futuro encuentro.
La única comunicación de la empresa ha sido el papel pegado en la puerta el lunes 16 con la información de que la planta cerraba y que todos los empleados tenían su indemnización a disposición. Ningún directivo se puso en contacto para buscar una solución al conflicto. Los trabajadores, mientras tanto, se mantienen unidos y ninguno aceptó la propuesta de la compañía. Debido a esto, un estudio jurídico comenzó a llamar a los despedidos recomendándoles aceptarla porque, según les dicen, a fin de mes vence. La oferta es de 120% de lo que le corresponde a cada trabajador, más prepaga por un tiempo determinado. “Lo peor es que piensan que somos ignorantes, porque te dicen que si no aceptás solo van a pagar el 50% de la indemnización. Y eso no corresponde de ninguna forma”, relata Quinteros indignado. Cada vez que una familia recibe el llamado, le avisa a la comisión interna para decidir, entre todos, qué hacer en cada caso. Hasta hoy, la actitud es no responder ni ir a la cita. Como si el despido no hubiera sido suficiente, hasta la mañana del viernes los trabajadores tampoco habían cobrado la primera quincena de enero.
En medio de todo esto, Quinteros valora el apoyo recibido: “Que te des vuelta y veas la columna que te sigue, tan numerosa, que día a día venga gente diferente preguntando `¿con qué podemos ayudar, qué necesitan?`… No tenemos conciencia de la magnitud que está abarcando esto, Clarín tampoco. No tienen noción de hasta dónde estamos llegando”. Ocho días de toma se sostienen con solidaridad: las familias que acompañan, las agrupaciones sindicales, políticas y estudiantiles que acampan en la puerta del taller. “Nos han traído cajas de pollos, ropa, ahí están entrando colchones nuevos, agua mineral, de todo nos traen”, enumera.
El sábado último se realizó un plenario en la calle en el que la asamblea resolvió realizar este martes una jornada de lucha por la reapertura de AGR en diferentes edificios de Clarín. Un pedido de reunión con la CGT, acompañados por la Federación Gráfica Bonaerense, es otro de los pasos previstos, a la vez que impulsan un fondo de huelga para sostener el reclamo y la extensión del acampe en la puerta del taller de Corrales 1393.
“Somos 380 familias que estamos en la calle, estamos dispuestos a pedir reuniones con el Presidente, el Papa, con quien sea. Estamos dispuestos a todo para defender nuestro trabajo”, concluye Quinteros.
24/01/2017
Ene 18, 2017 | Trabajo
En el partido de Moreno existe una asociación civil que cuenta con 30 años de vida: el Hogar de Niños El Arca de Noé, que mantiene una lucha social para lograr conquistas por los derechos de los niños. En la entidad, el programa central se denomina “Ciudadanía con todos: promoviendo el protagonismo infantil”, que está conformado por cuatro ejes de acción: educación, inclusión, participación y organización comunitaria. Este trabajo involucra a toda la comunidad y por eso los esfuerzos de El Arca son en conjunto con tres escuelas primarias públicas, un secundario, dos jardines de infantes, y cinco Centros Comunitarios en el barrio de Cuartel V, situado en el límite con la localidad de José. C. Paz.
El Arca de Noé trabaja con y para 3.000 chicos y chicas de entre 2 y 18 años, promoviendo el pleno ejercicio de los derechos, junto a sus familias y toda la comunidad. La entidad nació en 1986, con la conformación de un hogar en la Ciudad de Buenos Aires, de la mano del sacerdote católico Pablo Marcenaro. Ya en 1994, y para enfrentar la crisis de los años noventa, que afectó principalmente a los sectores vulnerables del país, se inauguró la sede en Moreno, más precisamente en la localidad de Paso del Rey.
“Contamos con la ayuda de amigos generosos», dice Francisco Marcenaro, responsable de Desarrollo Institucional de la Asociación. Además, señala: “Tenemos una modalidad que nos caracteriza, una metodología propia, trabajamos a contraturno con el colegio de los chicos. Le damos herramientas y está en ellos aprovecharlas.«
El Arca también cuenta con un comedor, al que asisten 140 niños. Marcenaro dice: “Los chicos a veces no continúan, vuelven a venir y a pesar de todo, la fundación va creciendo”. La entidad también «tiene un programa de voluntariado articulado con otras instituciones, se hacen prácticas, informes, diagnósticos y a nosotros nos da un apoyo muy grande, entre las instituciones se encuentra el Instituto Riglos (Instituto Superior de Formación Docente), que está realizando las prácticas psicopedagógicas. Además la Fundación cuenta con gabinetes psicopedagógicos”.
Este predio de dos hectáreas, ubicado en la calle Corrientes y Yapeyú, de Paso del Rey, cuenta con un tinglado que permite prácticas deportivas como el básquet, vóley y una pileta de natación. En tanto, en la parte posterior también hay una cancha de fútbol que, por sus medidas, es una de las pocas que quedan en la zona. También cuenta con una cantidad de aulas donde funciona un jardín de infantes y se realizan talleres que abarcan desde la enseñanza de carpintería hasta de teatro, pasando por armado de PC, huerta, jardinería, música e inglés.
Rosana Stankovich es una vecina del lugar y madre de cinco hijos que participan de las actividades de El Arca. “Mi esposo se quedó sin trabajo en el ferrocarril, teníamos dificultad para darles de comer a los chicos y ya circulaba el rumor de que el Padre Pablo estaba haciendo un comedor. Imaginate, era la época del furor de los trueques”, cuenta, sobre su acercamiento a la entidad.
“Mi hijo mayor tenía 16 años y él se encargaba de traer a los hermanos al comedor, era una sensación de bronca y resentimiento”, recuerda Rosana, y agrega que algunas madres se turnaban para cocinar en el comedor y que los chicos se sumaban a jugar al fútbol en el predio. “En Argentina cualquiera corre detrás de una pelota y se entretiene”, recuerda. En relación a la situación actual, Rosana no duda: “Cuando la gente pidió ‘que se vayan todos’, algo de ese quilombo era nuestro. Presiento que estamos repitiendo la historia. La plata ahora tampoco alcanza”.
17/01/2017
Ene 17, 2017 | Trabajo
La Policía Federal lanzó balas de goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes que se solidarizaban, este martes, con los 380 trabajadores despedidos de la empresa Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), perteneciente al Grupo Clarín. El delegado Ezequiel Gatti recibió dos perdigonazos en la cabeza y otro en la espalda.
El lunes por la mañana, los operarios llegaron a su lugar de trabajo y lo encontraron cerrado, con un cartel en la puerta que informaba un teléfono para negociar indemnizaciones. Por esa razón, decidieron tomar los talleres ubicados en la calle Corrales 1393 del barrio de Pompeya, en la Ciudad de Buenos Aires.
La gráfica funcionó con normalidad hasta la semana pasada, pero los empleados denuncian una maniobra de vaciamiento premeditada. Un operario del sector de Rotativa, con 15 años en la compañía, denunció que “se llevaron 16.000 bobinas”. Y agregó: “Ni para lavarnos las manos dejaron”. Ante estos hechos, los trabajadores montan guardia para evitar que retiren las máquinas más grandes.
La maniobra del Grupo Clarín viene de antes. “Hace un mes fuimos a hablar con los directivos porque nos dimos cuenta que estaban imprimiendo las revistas Viva, Genios, Miradas -la de Cablevisión- y folletería de Garbarino y Frávega, en otros talleres, pero diciendo que eran de AGR”, cuenta un obrero del sector de Encuadernación con más de 30 años de antigüedad en la empresa. Los directivos argumentaron que había más trabajo del que podían absorber. Tal es el grado de planificación, sostiene, que ya se encuentra impresa toda la tirada de Viva hasta fin de febrero. “Están cubiertos por un tiempo”, dice el operario, junto a un compañero, sentado a la sombra, en la vereda de la fábrica.
El lunes, el grueso de los trabajadores quiso ingresar a sus puestos y se encontró con un operativo policial. Frente a esta situación, ochenta operarios ingresaron y tomaron la planta en defensa de sus puestos de trabajo, mientras el resto quedó del lado de afuera.
Los trabajadores piden la reincorporación de los despedidos, rechazan la indemnización y desconocen el “retiro voluntario” que propone el Grupo Clarín. Daniel Pellegrino, empleado del sector de Control de Calidad, afirma: “Nos dimos cuenta que algo se iba a venir, porque es demasiado el vaciamiento, demasiado el trabajo que se está adelantando acá y el que están mandando a otras gráficas del Gran Buenos Aires”. Otro operario cuenta que en noviembre de 2016 los directivos ofrecieron la desvinculación de 65 trabajadores como parte de un plan de reestructuración, pero ellos se negaron.
La empresa emitió un comunicado en el cual habla de la “reconfiguración que atraviesa el sector de impresión comercial” y la necesidad de una “reestructuración”. De paso, hace responsable al gremio de la situación: “Existen varios sectores industriales que han logrado atenuar dificultades económicas o cambios en la tecnología con acuerdos gremiales-empresarios que posibiliten un horizonte de futuro para la empresa. Incluso ha habido ejemplos en el sector gráfico. Pero en la planta Pompeya desgraciadamente ello no ha sido posible”.
Otro de los motivos que aduce la empresa es el “el rechazo a la realización de trabajos de impresión –por solidaridad gremial–, al provenir de talleres que habían cerrado sus puertas”. Según los trabajadores de AGR, se trataba de trabajos provenientes de la ex Donnelley y la negativa a hacerlos fue en defensa de los compañeros echados de esa imprenta.
Uno de los operarios recuerda que ya en 2004 vivieron una situación similar. En esa ocasión, quisieron despedir a 140 empleados y que gracias a la lucha de la comisión interna redujeron ese número a 80.
Desde que se inició el conflicto, se acercaron referentes políticos y gremiales a la puerta del taller, custodiado por unos cuarenta agentes de la Policía Federal. Entre ellos, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. A partir de las 18 del lunes, la Gendarmería desplegó un cordón de sesenta efectivos con escudos y palos. El dispositivo de seguridad ocupa todas las entradas.
Ese mismo día se había montado un escenario donde se destacó la presencia de Silvia Martínez Cassina, periodista de Canal 13 y delegada gremial de la Comisión Interna de esa emisora, quien hizo una firme denuncia a la precarización laboral a la que se quiere empujar los trabajadores de AGR y a los de todo el Grupo. También estuvieron los dirigentes del Frente de Izquierda Néstor Pitrola, Marcelo Ramal y Nicolás Del Caño. Uno de los discursos más aplaudidos fue el del representante de la Federación Gráfica Bonaerense, Mario Abraham, que convocó a un paro general del gremio gráfico para este jueves y llamó a todos los trabajadores del sector a no realizar trabajos provenientes de AGR. Todos los oradores coincidieron en que la tercerización de las impresiones y las “negativas” que plantea la empresa son parte del plan de flexibilización laboral avalado e incentivado por el Gobierno nacional de Cambiemos.
Pablo Viña, delegado de los trabajadores de AGR-Clarín, cerró el acto desde adentro de la fábrica. Agradeció el apoyo de los trabajadores, denunció que la redacción del diario Clarín y el taller de Zepita-Clarín trabajan bajo custodia policial. Viña se dirigió con tono desafiante al CEO del Grupo Clarín: “Si querés combate lo vas a tener, Magnetto”. También denunció que el Ministerio de Trabajo, tanto de este Gobierno como del anterior, no hizo nada frente a sus reclamos. Y desmintió que la empresa no tuviera trabajo: “Por el contrario, hay mucho; son excusas para querer quebrar la empresa”.
Mientras los telegramas de despido iban llegando a cada familia y la toma continuaba, los delegados de AGR fueron convocados el martes a una reunión en el Ministerio de Trabajo. En el encuentro, los representantes de la empresa ratificaron su decisión de despedir a todos los operarios y los delegados gremiales solicitaron que el Ministerio de Trabajo dicte la conciliación obligatoria, una medida habitual en este tipo de conflictos. Insólitamente, los funcionarios de la Cartera Laboral que estaban presentes manifestaron que no estaban habilitados para intervenir.
18/01/2017
Ene 17, 2017 | Comunidad
El lunes pasado se cumplieron 365 días desde que la Argentina ingresó en el escueto listado de países con presos políticos, según lo dictaminaron el Grupo de Trabajo de la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Desde entonces, el amañado Poder Judicial de Jujuy –que responde al gobernador radical de Cambiemos, Gerardo Morales- mantiene presa a la dirigente social Milagro Sala. Por eso, el Puente Pueyrredón –que une la Ciudad de Buenos Aires con Avellaneda- amaneció ayer cortado por las organizaciones que integran el Frente por el Trabajo y la Dignidad Milagro Sala. Movilizaciones similares, banderazos, radios abiertas y pintadas públicas se replicaron en todo el país.
En Jujuy, en la puerta del penal del Alto Comedero –donde está detenida Sala- hubo una olla popular como forma de protesta. En La Plata, los manifestantes se reunieron en la esquina que une a las calles 7 y 50. En Lomas de Zamora y Moreno las organizaciones populares hicieron volanteadas en puntos estratégicos y en La Matanza volvieron los cortes de la Ruta 3. En Bariloche, los militantes pintaron consignas en las inmediaciones del Centro Cívico y en Chubut se leyó un comunicado en el histórico aeropuerto de Trelew. Los turistas de Mar del Plata pudieron escuchar la radio abierta que funcionó en La Rambla y los de Rosario, apreciar las pegatinas que se desarrollaron en las calles céntricas.
Mientras todo esto ocurría, en la sede porteña de la Tupac Amaru tuvo lugar una multitudinaria conferencia de prensa de la que participaron decenas de dirigentes de distintos espacios políticos y sociales, entre los que se encontraban el gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saa; la madre de Plaza de Mayo Taty Almeida; el ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni; el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) Horacio Verbitsky, el sacerdote del Movimiento Opción por los Pobres Francisco Oliveira; el nieto restituido Horacio Pietragalla; los intendentes de Avellaneda y Ensenada, Jorge Ferraresi y Mario Secco; los sindicalistas Hugo Yasky, Daniel Catalano y Víctor Santa María, el prestigioso jurista Julio Maier, dirigentes de las distintas vertientes de la izquierda como Christian Castillo y Vilma Ripoll; del radicalismo como Leopoldo Moreau y Leandro Santoro, de La Cámpora como Andrés Larroque; del Frente Renovador como Fernanda Gil Lozano y la abogada de Sala, Elizabeth Gómez Alcorta.
El coordinador nacional de la Tupac Amaru, Alejandro Coco Garfagnini, señaló que no se trata de un problema del kirchnerismo o el antikirchnerismo. “Este es un problema de la democracia”, enfatizó. Vivimos en emergencia democrática desde el 10 de diciembre de 2015 con un gobierno que encarcela y reprime a los opositores”. Muy cerquita, Verbistky destacó y valoró la defensa jurídica de que tiene la dirigente detenida pero subrayó: “La libertad de Milagro Sala sólo se va a conseguir con organización y participación popular.
Ante un silencio atronador, Garfagnini y Gómez Alcorta anunciaron que el Comité por la Libertad de Milagro Sala denunciará al gobierno nacional y al jujeño por las maniobras ocultas para desactivar los reclamos de libertad realizados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Entre las pruebas que aportarán se encuentra una serie de mails que publicó el diario Página/12 y dan cuenta de la connivencia entre el Poder Judicial jujeño, el Poder Ejecutivo provincial y el nacional para organizar una estrategia que justifique la detención de la líder social.
Cuando terminaron las exposiciones, tanto en el local del barrio de Monserrat como en el Puente Pueyrredón, explotó con furia el canto que exige “para Milagro la Libertad, para Morales el repudio popular.”
17/01/2017
Ene 17, 2017 | DDHH
“Mi nombre es Miguel El Tano Santucho, lo puedo decir porque conozco mi identidad”, empieza Miguel. “Es como un cassette que tengo grabado”, dice entre risas mientras le hace señas al mozo para pedir un café.
Miguel es hijo de Cristina Navajas, desaparecida en 1976, y busca a su hermano o hermana nacida en cautiverio. Junto con su abuela, se dedicaron a la búsqueda y a difundir la consigna de Memoria, Verdad y Justicia.
En un bar del barrio de Once, invita a sumergirse en lo más profundo de su historia personal, que hace eco en la historia y actualidad nacional. “Me llamaron Miguel porque tenía un tío que fue abatido en la Selva Tucumana unos meses antes de que naciera y su nombre de guerra era Miguel”, comienza.
O sea que ya tu nombre viene bastante cargado.
Sí, y sobre todo el apellido: Santucho es el apellido de una familia que, lamentablemente, fue víctima directa del terrorismo de Estado.
¿Cómo entrás vos en la historia de los Santucho?
Yo nací en octubre del 75 y en julio del 76 secuestraron a mi mamá,Cristina Navajas. En la casa nos dejaron a nosotros, de casualidad. Estábamos con mi hermano más grande y mi primo, tuvimos la suerte o la desgracia de que nos dejaran ahí. Mi abuela Nélida nos pudo ira buscar y un tiempo después nos establecimos en Roma con mi papá, Julio Santucho. Junto con nuestras pertenencias había cartas que mi vieja le escribía a mi viejo. Él se había exiliado, militaban en el PRT y estaba en el extranjero. Ella ahí contaba que daba por seguro que estaba embarazada. Esa información después la pudimos confirmar con testimonios. Uno de ellos diceq ue en un traslado estaban tiradas en el piso varias compañeras y mi vieja le dijo a una, desoyendo las órdenes de hacer silencio, su nombre, donde militaba y que estaba embarazada. Eso para mí fue una indicación clara de mi vieja de decir: “Búsquenme y busquen a mi hijo”.
¿Tenés alguna información certera sobre la vida y el paradero de tu hermano?
No, lo que sí sé es que los últimos nietos recuperados pertenecen al mismo rango de edad y tuvieron circuitos parecidos al que debería haber tenido mi hermano. Estoy ansioso por saber si aparece.
También sé que ella mantuvo el embarazo y fue vista hasta los 6 meses de gestación en el Protobanco y después, en el 77 en el Pozo de Banfield, la vieron ya sin embarazo. En el medio, posiblemente pasó por Campo de Mayo, así que esos dos últimos lugares pueden ser los de nacimiento.
Decías que sentiste una indicación clara de tu mamá para que los busquen, ¿cuándo decidiste volver al país y responder a su pedido?
Volví en el 92. Siempre supe que hubo desaparecidos pero para mí era un relato, yo no lo vivía, no lo sentía. Me hablaban de una familia numerosa, de los primos, pero hasta que no los ves es como que no están. Además, mi viejo se volvió a juntar y tuvo una hija, así que vivíamos en una familia aparentemente normal. Cada tanto mi abuela viajaba, por la militancia en Abuelas, y aprovechaba para visitarnos. Hasta que a los 15 años se generaron las condiciones para volver. Yo siempre quise venir a Argentina y empecé a insistir. El año que volví fui a una marcha de secundarios y me pasó algo que marcó mi adolescencia y mi vida: en la desconcentración, un pibe hizo una pintada que decía: «Santucho vive», junto con la estrella roja. Ahí sentí que entré al túnel del tiempo y volví a mi casa pensando: “Tengo que vivir acá, hay algo que no conozco y que me pertenece”. Finalmente, al año siguiente volví al país definitivamente, fui a parar a la casa de mi abuela -que mucho no la conocía- y a esa edad no era el mejor plan. Mi hermano mayor se quedó en el extranjero y hasta el día de hoy sigue allá.
¿La relación con tu abuela se ligó mucho con la causa de la desaparición?
Tuve una relación muy linda con mi abuela, porque ella derivó en mí muchas cosas. Me veía interesado y con ganas de reconstruir, así que ella delegó mucho en mí. Además, mi familia materna es muy chica, así que mi abuela concentraba toda la figura que había estado buscando realmente. Ella falleció sin saber nada de su nieto y yo sentí la necesidad de retomar la búsqueda y ocupar su lugar. Me presenté a la Asociación y dije que quería seguir la búsqueda que había comenzado ella. En realidad, Abuelas es una gran familia, se maneja todo a través de la conexión afectiva y emocional. No entras por mérito, sino por pertenencia.
Las relaciones trascienden lo político y se ligan más a lo emocional.
Totalmente, también me pasó en H.I.J.O.S, donde después de haber vivido mucho tiempo ser hijo de desaparecidos de una manera conflictiva, de repente pude darme cuenta del valor que tenía, de los muchos que éramos. También nos generó un tipo de relación particular, donde lo afectivo tiene un valor primordial.
¿Qué te pasa cuando encuentran un nieto que no es tu hermano? ¿Te genera un sentimiento agridulce?
En un momento utilizaba el término «envidia sana» y después me di cuenta de que no existe. Para mi pasó a ser una alegría compartida. Obviamente espero que me toque, para cumplir con mi abuela y cerrar un ciclo. Pero el compromiso seguiría: mi hermano está entre todos los que faltan,y aunque lo encontrara no podría dar la búsqueda por terminada. Así que es un poco como una hermandad. En un espacio donde hay tantas ausencias por encontrar, tantos vacíos para llenar, cada vez que encuentran a uno es como llenar mi vacío también.
¿Cómo se hace para que las generaciones que nacen en un país con desaparecidos no lo naturalicen y lo tomen como un proceso cerrado?
En las charlas resalto ese aspecto. Es tan presente este tema, que el hecho de que haya personas con la identidad falseada salta generaciones. Yo tengo una hija en el secundario, que podría tener un compañero con un apellido que no es de él, porque su padre puede haber sido apropiado. Tu compañero puede estar viviendo con una identidad que no le corresponde. Siempre hablo en primera persona, contar la experiencia propia genera más identificación y creo que funciona mejor. En general siempre me llamó la atención el interés y la recepción que hay.
A pesar de las respuestas positivas que recibiste, sigue habiendo una parte de la sociedad que no cree en su lucha, ¿qué pensas de esa postura?
Me molestan las cosas con intencionalidad política como lo que dijo (el exministro de Cultura porteño Darío) Lopérfido o (el secretario de Derechos Humanos de la Nación Claudio) Avruj, porque están queriendo deslegitimar algo que está comprobado: hubo un genocidio perpetrado por el Estado y es el Estado el que tiene que asumir la responsabilidad de recuperar a los nietos y poner el nombre de cada uno de los desaparecidos. Ahora, sobre las opiniones que puede haber en el sentido común, creo que esa es la batalla cultural que hay que ganar, ahí está lo pendiente. He tenido discusiones con gente que me planteaba que tenía que superarlo, como si fuera un problema mío. Lo que queda por instaurar en el sentido común es que nuestra búsqueda es un reclamo legítimo y necesario para todos. El legado de las Madres debería ser tomado por el conjunto de la sociedad, garantizarle una continuidad colectiva.
Bajo un gobierno como el actual, ¿crees que puede subsistir esa idea?
Cuando yo empecé a militar en el 96 nos parecía imposible todo lo que tenemos hoy, pero nosotros recuperábamos la consigna del Mayo Francés: Seamos realistas, pidamos lo imposible. No podemos hacer otra cosa que ser coherentes con nosotros mismos, y tuvimos la capacidad de llegar a la gente con pedidos desde el sentido común. ¿Qué persona no puede entender que una madre busca a su hijo secuestrado? Son cosas tan básicas que se destruye todo el castillo de sospechas, de dudas. Siempre fueron buscados con amor, para recuperar historias, con un sentimiento positivo. Esa es la batalla que hay que dar, instalar que hay una necesidad real para nosotros y el colectivo de personas, de poner un contrapeso a lo que fue la dictadura y el terror.
¿Te parece que es posible ganar esa batalla cultural?
Siento que eso sigue siendo un desafío. Hay amplios sectores de la sociedad argentina que son reaccionarios y no se puede luchar contra una herencia de generaciones y generaciones centradas en el individualismo. Son defectos arraigados que no se pueden cambiar en cinco años. Pero si creo que hay una lectura distinta de lo que pasó, a partir de los juicios, del trabajo de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y del encuentro del nieto de Estela (de Carlotto). Pero sigo sosteniendo que la batalla cultural la tenemos que dar nosotros. Hay muchísimas expresiones que se suman, los artistas, los profesores, vos que decidís hacer la entrevista sobre este tema también la estás dando. Sigue pendiente pero no tan lejos.
¿Cómo impregna tu vida la desaparición de tu mamá y de tu hermano?
Creo que marcó mi vida, sin duda. Sobre todo porque canalicé mucho. Mi hermano se quedó en el exterior y no se interiorizó en el tema y mi viejo por mucho tiempo prefirió negar la posibilidad de que tuviera un hijo desaparecido. Siento que de alguna manera tengo una carga más grande, pero no es el centro de mi vida. No siento que me diferencie de los demás, hago todo esto porque asumí la responsabilidad, pero si nunca lo encuentro al menos puedo sentir que lo intenté.
¿Nunca le planteaste este tema a tu familia? El hecho de encargarte casi solo de la búsqueda.
Yo le dije a mi hermano y un poco lo sabe, que somos la contracara de la misma moneda. Lo que él hace de quedarse allá, es una forma de procesar el sufrimiento. También es una pérdida la de él, no pienso que yo asumí una carga y él está feliz allá, no tengo rencor en ese sentido. No me arrepiento de las decisiones que tomé, haber venido a la Argentina no fue un error.
17/01/2017