Por Mercedes Chamli
Fotografía: Andrea Bravo

A fines de septiembre muchos medios de comunicación anunciaron la intervención de inspectores de la Ciudad de Buenos Aires en locales en el Barrio Chino, con clausuras por alimentos en mal estado. Una visita que sorprendió no solo al barrio sino por las reacciones discriminatorias que desató.

Se allanaron cuatro comercios del Barrio Chino en el que participaron la Policía Federal, el Cuerpo de Investigaciones Judiciales del Ministerio Público Fiscal, la Dirección de Control Ambiental y de Habilitación y permisos junto con Bromatología. Lo cierto es que como resultado del procedimiento no se clausuró ningún local porque no se encontraron alimentos en mal estado, pero fueron secuestrados 2.000 kilos de pescado y  se realizó un proceso contravencional.

El procedimiento para llegar al Barrio Chino tiene sus bemoles. La Fiscalía de Medio Ambiente y Maltrato Animal (UFEMA) que tiene jurisdicción en CABA asegura que allanó tiempo antes un local ubicado en la calle Lisandro de la Torre en el barrio de Mataderos por denuncias que realizaron los vecinos en las que  se quejaban de olores nauseabundos que se daban de manera permanente, y por un vertido de líquido color rojizo al desagüe cloacal. En el procedimiento se encontró mercadería en mal estado no aptas desde el punto de vista bromatológico para el consumo humano y subproductos de la fauna silvestre cuya tenencia está prohibida como cuernos de alce y tiburones. Además, aseguran desde la Fiscalía, tenían irregularidades en el desarrollo de sus actividades y los empleados no tenían ninguna certificación sobre su situación laboral. La Fiscalía sostiene que realizó investigaciones para determinar qué locales estaban vinculados y  se les procesaba y distribuía el alimento, así fue como se llegó al Barrio Chino. 

Carlos Rolero Santurian, es fiscal penal de la CABA a cargo de la UFEMA y asguró: ”Se interviene en función de estándares establecidos por la ley, el procedimiento del Barrio Chino estuvo originado en una causa judicial donde hay una investigación policial con resultados concretos. En materia de alimentos los estándares deben ser claros, específicos, rígidos y severos y más aún cuando estamos en presencia de una pandemia que tiene un origen vinculado a una infección transmitida de animales a humanos. A mi no me sirve que el empleado del supermercado sea del origen que sea me diga que el pescado está frío o en buen estado si no me puede explicar la trazabilidad del mismo. Necesito que me pueda acreditar la cadena de custodia de ese alimento, de donde lo sacaron, en que tiempo, cuánto tiempo estuvo en una  cámara frigorífica. Si no puede demostrar esto, no está apto para el consumo humano ni para la venta.”

Casa China es uno de los principales locales afectados por la intervención. “Durante el allanamiento –aseguraron sus dueños a ANCCOM-, vinieron con la intención de escracharnos. Nos enteramos que vendíamos tiburón por la televisión mientras en pantalla aparecía nuestro logo. Nos pidieron los papeles de la peor manera como amenazándonos y una vez que les entregamos todo se miraban como no creyendo que tengamos todas las habilitaciones.  Muchos medios que opinaron sobre lo sucedido no habían estado ese día en el Barrio Chino, solamente sacaron información de internet y con eso publicaron que vendemos alimentos en estado de putrefacción. Eso nos afectó; después de las publicaciones el Barrio Chino estuvo vacío. Los que venían se sacaban fotos señalando el pescado y diciendo que era pescado podrido y aunque quisiera no podemos estar explicándole a todos que es pescado fresco del día”.

Desde el comienzo de la pandemia los comerciantes asiáticos sufren  maltrato en redes sociales teniendo que soportar que los hostiguen  preguntándoles si venden murciélagos, si tienen el virus y hasta les digan que se vayan del país. “Más allá de que tuvimos mucho apoyo de parte de nuestros clientes porque nos conocen y no se puede destruir 30 años de trabajo así nomás –confió el dueño de uno de los locales-, es doloroso ver como nos trataron en la inspección y en los medios. No somos chinos sucios, ni clandestinos y tampoco vendemos pescado en estado de putrefacción. Lo único que queremos hacer es trabajar tranquilos”.

 Los cuatro comerciantes coinciden en que los inspectores no estaban capacitados para ir al Barrio Chino a realizar este allanamiento por  desconocer las características de los alimentos que allí se venden. Uno de los dueños afirmó que “los inspectores de Bromatología saben cuando el fiambre o la carne están en mal estado, pero al pescado no lo conocen.  Lo que nos pasó fue como si un profesor de biología viniera a tomarnos matemáticas. No sabían qué era lo que estaban evaluando y discutirlos o quejarse no tenía sentido porque ellos tienen el poder de tirar aún más y hasta de clausurarnos. El filete de pollo y de gatillo vienen de un tipo de tiburón pero mucha gente no lo sabe y este se compra en todas las pescaderías, es mentira que no se puede vender pero ellos no saben porque son brutos. No encontraron ningún pescado podrido pero igual salió en todos lados que sí”.

“Hay discriminación en Argentina y más desde que Donald Trump inició una guerra simbólica con China –comentó Gustavo Ng, periodista y antropólogo de ascendencia china-. Trump dijo que el virus era de origen chino y ese discurso prendió en los medios, en la política y por ende en la sociedad. Lo que molesta es la presencia de los medios reproduciendo el discurso de que los chinos son sucios y comen alimentos que crean pestes, que le hacen mal a aquellos que comen lo correcto y nunca se enferman ni causan enfermedades. La información se induce, no solo es lo que se dice sino lo que se connota, cuando se ataca a las minorías se suelen activar mecanismos de protesta pero en el caso chino no. El INADI nunca interviene cuando en los medios se nos ataca y eso también es un acto racista desde el Estado.”

Ng también explica que el futuro es desalentador para su comunidad mientras siga la guerra simbólica entre Estados Unidos y China. “Los grupos de poder en Argentina están más vinculados con Estados Unidos que con China y por eso reproducen el discurso que manda el Departamento de Estado norteamericano y este se escucha en todos lados no solo en los medios de comunicación sino en los jóvenes ecologistas que tienen una lucha super noble que busca cambiar al mundo pero con un discurso antichino por detrás, cosa que no pasa con otros acuerdos. Nadie se pone una remera que diga ‘fuera Noruega de Argentina’ pero si se ponen ‘Fuera China’.”