Jul 4, 2019 | Deportes, Novedades

En abril pasado, la Argentina obtuvo el título de la Asociación Mundial de Futsal, en el torneo organizado en Misiones.
Argentina es campeona de un mismo deporte, dos veces. No, no porque haya salido bicampeona, es decir que haya ganado dos torneos en forma consecutiva. Hablamos del futsal, la variante moderna del fútbol de salón que posee dos entes rectores internacionales diferentes, y en los dos máximos certámenes, la selección fue la ganadora. En abril pasado obtuvo el título más reciente, en la localidad misionera de Montecarlo, al superar en la final nada menos que a Brasil. A continuación, un panorama de una la rivalidad entre dos sectores, uno encabezado por la poderosa Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y el otro por la más sacrificada Asociación Mundial de Futsal (AMF).
La AMF y la FIFA funcionan como organizaciones independientes, con estructuras y competencias diferenciadas. En el país, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se vincula a la FIFA. Se trata de dos entes con centralidad económica y marketinera, ligados al profesionalismo y a los clubes más poderosos del globo. Mientras que del otro lado, la Confederación Argentina de Futsal (CAFS), ligada a la AMF, opera en un ámbito federal, descentralizado, y con un espíritu amateur que fomenta otros valores sociales. Y si la FIFA tiene su cuartel general en Suiza, el de la AMF está en Paraguay.
Ariel Avveduto, director técnico del seleccionado argentino campeón del mundo en abril, dedicado hoy a un proyecto deportivo-educativo en el Club Defensores de Florida (Vicente López), señala que la actualidad debe explicarse desde la rica historia del futsal, que en Argentina tiene más de 60 años: “A mediados del 80 y principios de los 90, FIFA decide que todo lo que esté vinculado a un balón, que se patea o que puede tener un derivado del fútbol, le pertenece. Esto produce una pelea a nivel internacional que deriva en una gran crisis dentro la organización inicial (FIFUSA), de la que termina surgiendo la AMF con los disidentes de un pacto espurio firmado a las sombras de la asamblea de FiFUSA. A partir de ahí el deporte queda dividido”.
Actualmente, el Torneo Oficial de Futsal Argentino, organizado por AFA (que en la práctica se adueñó del nombre del deporte), cuenta con 4 divisiones y un total de 87 equipos participantes, 83 de ellos radicados en CABA y el Área Metropolitana, según los datos del sitio web oficial de la Asociación. Esta liga reúne a clubes como Boca y River (entre otros de renombre), y sus planteles contratan jugadores, que perciben ingresos fijos, aunque también hay quienes tienen otros trabajos y registran ingresos menores o contribuciones de distintos sponsors.
En contrapunto, Avveduto remarca los atributos relevantes que ponen en valor a la CAFS, como la promoción de las categorías formativas infanto-juveniles y la concepción federal, elementos que no existen en la otra vereda: “Hoy la Confederación tiene -en el plano formal- casi 50 mil jugadores federados, mientras que la AFA posee entre seis y siete mil jugadores, prácticamente concentrados en CABA y el Gran Buenos Aires. Nuestros jugadores son amateurs, no cobran dinero por su actividad. Sin embargo, son realmente profesionales en lo que hacen, porque entrenan como deportistas de alto rendimiento, haciendo un esfuerzo enorme, como si vivieran de esto, para poder participar.”
Avveduto también señala que la CAFS tiene una fuerte presencia en la provincia de Buenos Aires con seis mil jugadores registrados en la Asociación Metropolitana de Futsal, la misma cantidad que AFA. En ese torneo juegan instituciones antiguas pero menos conocidas como Estudiantil Porteño, Comunicaciones, Banco Nación o el ya mencionado Defensores de Florida, cuyo equipo conduce el ex entrenador de la selección.
Pero hay otras zonas importantes para el desarrollo de este deporte, como Mendoza, Chubut y Tierra del Fuego. La Confederación se extiende por unas 70 ciudades del país, que pertenecen a con distintas federaciones. Quizá la parte más resonante del conflicto sea aquella que motiva el éxodo de jugadores formados en la Confederación hacia la AFA por razones obvias. “Se llevan a muchos jugadores nuestros por un tema de marketing. La atracción que genera hace que muchos talentos nuestros, principalmente en el ámbito metropolitano, se fuguen. Y no hay una ley que nos ampare. Si bien existe una ley nacional de Derecho Formativo, al ser dos federaciones separadas, nos impide a hacerla valer. Del otro lado se los llevan por muy poquito”, dice Avveduto.
Lino Echeverría, presidente de la Federación de Formosa, remarca también el federalismo de las competiciones de CAFS. Como ejemplo, señala el Torneo Argentino de Selecciones, en el cual participan representaciones de ciudades como Esquel, Formosa, Roque Sáenz Peña, o la ciudad de Mendoza (actual tetracampeón). “En el 2011, en Formosa se arrancó con un torneo federal que fue abarcando no solamente las provincias sino las ciudades. Tenemos una liga de 32 equipos, con una división de honor de 12 selecciones, y las categorías A y B de 10 cada una. En el congreso anual de este año, que se hizo en enero en Posadas, se estableció el calendario deportivo de todo el año. Formosa está encargada de organizar el torneo Copa de Oro del 8 al 15 de septiembre”, agrega.
En el año 2018, luego del auge del campeonato mundial de Futsal obtenido por el selccionado dependiente de la AFA en el torneo disputado en 2016, en Colombia, la institución que preside Claudio Tapia avanzó también en la creación de una Liga Nacional de Futsal, para ampliar su alcance al interior del país y disputarle terreno a la CAFS. Frente a esta novedad, Avvedutto y Etcheverría concuerdan sobre la importancia del torneo de selecciones como un producto atractivo y con un valor único por el alcance real a todo el país.
Otro torneo de la CAFS es el Nacional de Clubes, con ligas masculinas, femeninas, menores e infantiles, que se celebra en diferentes localidades del interior. En muchos casos, los jugadores deben cubrir los costos de alojamiento durante la disputa de los torneos, aunque la confederación gestiona acuerdos para otorgar descuentos con cadenas hoteleras. Etcheverría dice que “lo que nos diferencia de AFA es que ayudamos comprando toda la indumentaria deportiva para el jugador y los clubes. Nos resulta muy difícil competir en esto contra el poder adquisitivo, los medios y el apoyo de la prensa que tienen los equipos de AFA. El estado de Formosa cuando puede nos ayuda. Pero si no contamos con ayuda, con la comisión tenemos que trabajar, vendemos pollos, bingo, rifas, lo que se te ocurra”.
Francisco Correa, médico radicado en la ciudad misionera de Comandante Andresito, Misiones, es el kinesiólogo de la Selección Argentina y cuenta que durante la preparación de partidos durante los meses previos al Mundial no se dejó de lado la actividad social. “Concurrimos a escuelas, comunidades aborígenes, merenderos con chicos carenciados. Por ejemplo en Montecarlo, durante la concentración, visitamos todas las escuelas de la ciudad. En ese sentido la actividad de la selección es muy humana”, cuenta.
Consultado sobre estas actividades, Avveduto resume una relación intrínseca entre la actividad social y el origen del fútbol de salón, que no es fútbol en realidad, sino un deporte diferente con reglas inspiradas en el básquet, en el hockey sobre patines, el waterpolo y el handball, además de ser, junto al pato y el cestobol, una de las tres únicas disciplinas deportivas surgidas en Sudamérica. “El fútbol de salón es un deporte pobre, de los sin jeta -como digo yo-, de los olvidados de siempre. Pero con una organización a nivel nacional que debe ser la más federal de todas”.
En definitiva, el Mundial jugado en Montecarlo sirvió de excusa para mostrar una confederación alternativa, que existe hace tiempo con una historia rica, interesante y competitiva. Dice Etcheverría: “Ya hemos ganado antes un Mundial, en 1994, con dos formoseños. Aparte de ser una liga federal, es participativa e inclusiva: en Formosa, tenemos las mismas posibilidades que Buenos Aires y Mendoza. Ellos tienen una mejor estructura, pero a la hora de la verdad somos cinco contra cinco, somos deportistas que intentamos hacer lo mejor posible. A veces perdemos o ganamos, pero nunca está nada dicho hasta que se juega.” Más allá de las internas, al menos en futsal de Argentina puede festejar algún título. Y por partida doble.
Jul 3, 2019 | Novedades, Trabajo
El pasado sábado 22 de junio, un hito histórico podría haber tenido lugar: tras 16 años, el Hotel Bauen tenía previsto reabrir las puertas de su sala de teatro con la presentación de la obra Yo, Feuerbarch, protagonizada por Manuel Callau y Francisco González Gil. Sin embargo, a horas del estreno, volvió a ser acorralado por la amenaza de desalojo. Este viernes vencerá el plazo que el Juzgado Nacional Comercial N° 9 le otorgó para llegar a un acuerdo con la empresa Mercoteles, que reclama la propiedad del inmueble. “Es una situación muy compleja e incierta”, revela Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa de trabajadores que gestiona el hotel.
Desde hace 15 años, el Bauen atraviesa una conflictiva situación. Luego de la quiebra declarada en el 2001, el emblemático edificio ubicado en la Avenida Callao fue recuperado por sus trabajadores, pero el litigio con los anteriores dueños nunca logró resolverse. Hasta el día de hoy, el espacio funciona de manera autogestiva como una coordinación de cooperativas: allí se albergan la redacción de las revistas Cítrica y La Garganta Poderosa, el colectivo teatral El Descubridor y un almacén del Movimiento Popular La Dignidad. Junto con la del hotel, estas cinco organizaciones suman 200 personas a cargo de distintas tareas.
Luego de reiterados pasos por la Cámara de Apelaciones y por la Corte Suprema, en el 2016 se logró sancionar la ley 27.344, la cual establecía la expropiación del establecimiento a favor de la cooperativa. La medida podría haber solucionado la situación, pero a fines de ese año el presidente Mauricio Macri decidió vetarla mediante el Decreto 1302/2016. “Eso retrotrajo la causa judicial nuevamente a foja cero, y nos volvió a dejar en situación de desalojo”, recuerda Tonarelli.
Si bien hubo nuevos intentos para revertir este panorama, la Corte rechazó el último recurso extraordinario que se presentó en diciembre del año pasado, por lo cual la propiedad y el empleo de los trabajadores están en peligro. La semana pasada, la jueza María Paula Hualde los convocó a una audiencia para comunicarle que, en el lapso de siete días hábiles, debían intentar llegar a un acuerdo con la vieja patronal. Esto implicaría que la cooperativa abandone el edificio a cambio de un resarcimiento económico. “Ellos tendrían que pagarnos una suma millonaria que no están dispuestos a ofrecer, por lo cual va a ser prácticamente imposible”, aclara el vicepresidente.
Una vez finalizado el plazo, que vence las primeras dos horas de este viernes 5, se podrá proceder al desalojo mediante una notificación previa, pero no está claro cuál será el camino a seguir: “A ciencia cierta, nadie sabe qué haría la jueza una vez que se venza este plazo; si nos daría 48 horas, si esperaría a que pasen las elecciones para ver el panorama general –dice Tonarelli-. Veremos cómo reacciona el juzgado”.
Por lo pronto, desde la gestión actual del Bauen se presentó una petición en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, explicando que el veto de Macri cercena el derecho al trabajo de quienes ponen el cuerpo e invierten en el hotel hace más de una década. Además, presentaron un nuevo proyecto de ley en el Congreso, “un calco de aquél que se aprobó en 2016”, señala Tonarelli, pero al ser este un año electoral, la coyuntura nacional no los favorece.
Frente a la tensión y la incertidumbre, los trabajadores también lanzaron una campaña en sus redes sociales, “Todxs por el BAUEN”, que busca visibilizar la situación actual para masificar el apoyo. En uno de los videos institucionales publicados, la presidenta Eva Lossada arenga a sus compañeros y al resto de la población a seguir defendiendo la propiedad del inmueble: “Es una gran familia esto de las cooperativas. Si nosotros no nos sostenemos, no nos sostiene nada, entonces tenemos que seguir adelante y luchar por esto que es algo digno. Como se dice, ‘lucha, cultura y trabajo’”.

Jul 3, 2019 | Comunidad, Novedades

La tradición de la quema de las miserias comenzó en la Antigua Roma y llega a nuestros días.
El domingo 30, el portón del ex centro clandestino de detención y exterminio El Olimpo, sobre Lacarra y Ramón Falcón, estaba abierto de par en par, con un fantoche, en forma de mundo, desparramado sobre un camión en la calle. Era una tarde fría de invierno y se escuchaban de fondo un grupo de sikus andinos. Mientras tanto, desfilaban, como descosidos, unos zancudos de trajes violeta y blanco, con sus caras pintadas al tono, parecían formar parte de un carnaval veneciano. Unas brujas afinaban el tono de sus carcajadas. Acompañaban el recorrido que tenía como destino final el Parque Avellaneda, donde un rato más tarde arderá la fogata de San Pedro y San Pablo. Decenas de payasos iban y venían con papelitos y lapiceras, listos para anotar las diferentes miserias que los vecinos exigían tirar a la hoguera.
¿Sincretismo ancestral? ¿Religiosidad? ¿Qué más da? Los orígenes de esta fiesta popular se remontan a la Antigua Roma, siguió con la llegada del cristianismo -donde adquirió su vinculación con los santos-, atravesó la Edad Media y llegó hasta el siglo XX en forma de fogata. Sobre las costas del Río de la Plata, el rito se registró en un tango, “San Pedro y San Pablo”, versionado en 1959 por Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche: “Los purretes trajeron la madera, tablones, sillas rotas y un cajón”, cantaba El Polaco.

La procesión comenzó en el ex centro clandestino de detención El Olimpo y terminó en Parque Avellaneda.
Héctor Alvarellos, director del teatro comunitario La Runfla, que funciona en el Parque Avellaneda, explicó el funcionamiento de la fogata como ritual colectivo y por qué esta costumbre milenaria sigue siendo convocante.
“Si vos escuchas lo que está sonando -comenta Albarellos- es la réplica de lo que son los pueblos originarios. La fiesta nos viene de la Edad Media. Y también está el fuego, que es lo más primitivo que tenemos como seres humanos y por eso es tan potente. La gente lo entiende así y acá están acoplados el Centro Cultural, colectivos de clowns, La Runfla, el grupo Caracú, el teatro Callejero por Mujeres y la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático). También participan grupos de música, todos se van sumando y en la ronda final, participa todo el pueblo. Ahí se genera lo mágico: el encendido del fuego y en ese instante de silencio, cuando las llamas trepan, se produce lo más potente”.
– Lo que explicás va más allá de la fogata de San Pedro y San Pablo, ¿cómo se articula con los eventos que solían hacerse en los barrios porteños?
– Acá, en Buenos Aires, era la Fogata de San Juan y la de San Pedro y San Pablo. Nosotros a esa fecha le agregamos esto que se llama ‘Luz de Fuego’, que es la propia impronta de lo que es el grupo de Teatro Callejero La Runfla. Se hizo con la comunidad y no importa que tenga un origen religioso. Lo que importa es el encuentro. Y entonces todo este sincretismo religioso, que se arma con la fogata y con la wak´a (lo sagrado) de las culturas originarias, nos pone en una igualdad, por eso la ronda de seres humanos. No nos importa a nosotros de dónde venimos, somos todos terráqueos y eso es lo que estamos tratando de poder entender.

“Está prohibido quemar personas -explicó un payaso-, solo miserias”. La caravana se lanzó a las calles convocando a los y las vecinas a escribir en papelitos las miserias a incinerar. Alvarellos, con micrófono en mano, las fue leyendo junto al fantoche. Las repetidas pedían tirar al fuego a la pobreza y al patriarcado.
Manuel, que estaba sobre unos zancos muy altos, contó, mientras sorteaba las ramas de los árboles, que es del barrio de Floresta y que no se pierde la fogata por nada del mundo. Felicitas, de 7 años, se unió a la caravana con su monstruo, es el segundo año que va a la quema a arrojar sus fantasmas. Opina que el fuego es terrorífico, pero no le da miedo. Dos turistas españolas, sorprendidas por todo lo que veían, decidieron sumarse.
La primera parada, es en la Plaza Coronel Ramón Falcón, donde un grupo de bailarines africanos contagiaron el ritmo de sus tambores, para luego terminar todos bailando una chacarera colectiva. Al llegar a Directorio, la policía ya había detenido el tránsito y una gran cantidad de personas estaba aguardando la llegada del fantoche. Cuatro payasos preguntones rodearon al oficial, en plena avenida, para que pudiera expresar sus miserias y así hacer su aporte.

El patriarcado y la pobreza fueron las miserias más elegidas por los vecinos para arrojar al fuego.
La entrada al Parque ya era una fiesta, los tambores del Taller de Lucho tocaban a pleno. El responsable del grupo manejaba la batuta como un director de orquesta. La multitud llegó al viejo tambo, en el centro del Parque, donde se desarrolla la escena en la que el fantoche se rebela ante la gente. Pero las fuerzas de lo colectivo, entre las brujas, los payasos preguntones y los malabaristas sobre sus zancos, con antorchas de fuego, lograron reducir al fantoche.
Luego aparecieron en el escenario todos los fantochitos que trajeron las distintas organizaciones: las escuelas, los Centros Culturales y los y las vecinas. De allí todos se dirigieron hacia la cancha de fútbol, ubicada al lado de la autopista, donde se encontraba la montaña gigante de maderas, ramas y cartones que en poco más se transformaría en hoguera. Ahí se fueron acomodando cada uno de los fantoches. En la parte superior, se logró acomodar el muñeco más grande.
Luego, se ultimaron los detalles de seguridad, a cargo de los bomberos. Varios hombres, con bidones de combustible, rociaron la montaña. Mientras los organizadores pedían que el público retrocediera para evitar accidentes.

Decenas de payasos anotaban en papelitos las diferentes miserias que los vecinos exigían tirar a la hoguera.
Ya era de noche, la multitud, en la oscuridad expectante, comenzó a ovacionar al grupo de personas que entraron al círculo y rodearon la montaña con las antorchas encendidas. Las tiraron al montículo y retrocedieron rápidamente.
En un instante, todo se convirtió en una gran bola de fuego, el calor se sintió en las caras, de manera muy intensa. Ese calor obligó a los presentes a retroceder, percibiendo una fuerza originaria. Las personas comenzaron a correr alrededor del fuego, cientos corriendo en círculo, como si fuera una danza milenaria, mientras las chipas y las brasas volaban sin rumbo.
Al mismo tiempo, cientos y cientos de asistentes miraban el espectáculo hipnotizados. No se distinguían los rostros en la oscuridad de la noche. Algunos celulares iluminaban la escena y registraban la fiesta popular, en que los seres humanos se reconocían como tales en la penumbra.

Jul 3, 2019 | Comunidad, Novedades

El presupuesto de ciencia e investigación era de 21 mil millones de pesos en 2015. Este año apenas llega a 13.100 millones.
Cientificidio». Así definen los investigadores al proceso de desfinanciación del Conicet que comenzó a fines de 2015. Desde entonces, el ajuste económico viene cambiando las reglas de juego para las instituciones dependientes del gobierno. La ciencia no pudo escapar de este destino. Ya en 2018, el Ministerio de Ciencia y Tecnología había sido degradado a Secretaría a través del decreto 801/2018, y este año, el ingreso de sólo 450 postulantes a la carrera de investigador científico acentúa la pauta descendente de las políticas ejecutadas por Cambiemos.
En 2015, el presupuesto asignado a ciencia e investigación era de 21 mil millones de pesos, y fue disminuyendo anualmente, llegando este año a los 13.100 millones, según un informe de la Universidad de Avellaneda. En comparación, es un 37,6% menos. Si se observan los recursos exclusivos del Conicet, en 2015 se invirtieron 6.400 millones de pesos, mientras que este año la cifra fue de menos de 5 mil millones. En una carta pública, redactada durante el mes de abril por cinco de los ocho directores de esta institución, se mencionan salarios por debajo del nivel de pobreza, imposibilidad en la renovación de cargos, cesación de pagos de compromisos ya asumidos e imposibilidad de uso de herramientas de promoción del conocimiento, como algunas de las situaciones que enfrentan los científicos a diario.
El total de postulantes a la carrera de investigador científico para el año 2019 fue de 2.595, pero los resultados de la comisión evaluadora, publicados en el mes de abril, revelaron que más de dos mil quedaron excluidos.

Esta año ingresaron 450 postulantes a la carrera de investigador científico. Otros 2.000 quedaron afuera.
Julián Corach, Doctor de la UBA en el Área de Ingeniería y uno de los afectados por este recorte, se manifiesta sobre los nuevos métodos de evaluación, incorporados en 2018 para el ingreso al Conicet: “El llamado 2018 fue el primero en que se explicitó cómo se iban a otorgar los puntos en la evaluación; cuánto valía cada publicación, cuánto valía cada congreso o cuánto valían los cargos docentes y demás. La evaluación en sí es un número, pero no tenés idea de cómo se llega a ese número. Yo tengo buenos antecedentes de docente y los han puntuado mal, me han dado pocos puntos en categorías que pensé que iba a estar saturando esos ítems.”. Esto deja entrever cómo el sistema de puntuación también puede funcionar como una herramienta excluyente, habiendo casos de postulantes que quedaron afuera con 98 puntos sobre 100.
Otra de las consecuencias del recorte presupuestario es la eliminación de temas de investigación de áreas estratégicas. Corach habla del biodiesel y las energías alternativas: “El biodiesel es un combustible alternativo que en Argentina se produce principalmente con aceite de soja . Cuando me presenté a la beca de post-doctorado, allá por el año 2017, ya no era un tema estratégico. Fue sorpresivo porque el tema energías renovables es ´el´ tema’dentro de los temas estratégicos que, más allá de la coyuntura, es una energía renovable y un producto que en Argentina es muy fuerte. Somos unos de los principales productores y exportadores del mundo.”
El área de Bioenergía no fue la única afectada. “En el caso de Salud, sé que en el Malbrán sufrieron bastante el recorte de presupuesto. En este lugar se hacen investigaciones, por ejemplo, con antiofídicos, y trabajan con tuberculosis y varias enfermedades infecciosas, y sé que habían estado bastante complicados en el último tiempo. De hecho, sé que en Chagas también hubo bastante recorte. Carreras que son de temas endémicos no fueron consideradas como estratégicas para los ingresos, y en países en vías de desarrollo son muy importantes. Sin embargo, no son prioridad”, comenta María Soledad Gori, bióloga especializada en Farmacia y Bioquímica, y dejada afuera del Conicet el año pasado.
En cuanto a Ciencias Sociales, sector en donde sólo entró el siete por ciento de los aspirantes, la doctora en Letras de la UBA Paula Daniela Bianchi, señala: “(Lino) Barañao afirmó que iba a mantener la misma cantidad de investigadores y la misma calidad en ciencia que el gobierno anterior y lo primero que hizo cuando asumió fue todo lo contrario. Se retoma el discurso exclusivo, siempre tomando a la educación y a la ciencia como un gasto, y no como una inversión.” Bianchi fue otra de las investigadoras dejada afuera del Conicet en 2018.
En esta misma línea se pronuncia Maximiliano de la Puente, Doctor en Ciencias Sociales de la UBA : “La crisis científica en realidad no es un problema económico, no es un problema presupuestario, es un problema que se soluciona con muy poco dinero. Uno tiene que entender que acá hay un problema político, ideológico. Hay un proyecto de modelo de nación, donde se quiere convertir a Argentina de un país productor de ciencia a uno importador de ciencia”. De la Puente, docente de la Universidad Nacional de Moreno (UM), agrega que “la idea es que Argentina sea un país periférico en el concierto de naciones a nivel mundial, que no produzca ciencia ni científicos.”
En cuanto al futuro, los científicos se enfrentan a un panorama incierto. Gori sostiene: “Con este recorte masivo, a los investigadores le quedan dos opciones. La primera, la más conocida y la más difícil, la fuga de cerebros. Los que terminamos todas las becas que podíamos tener, trabajamos precarizados, y fuimos formados por el Estado como una inversión. El sistema nos está expulsando. El otro punto es terminar en docencia, o con becas, precarizados, sin aguinaldo o aportes jubilatorios, tratando de conseguir algo que nos dé de comer, sin poder proyectar. Los cargos docentes tampoco son tan extensos. Por eso necesitamos la planta permanente, porque uno adelante un plan de trabajo que sea largo.”
Las promesas incumplidas llevan a los científicos a agruparse y protestar para poder continuar con su trabajo y su aporte a la sociedad. “Hace 4 años que venimos tocando puertas y manifestándonos -comenta Gori-, cuando el recorte es cada vez peor, y cada vez se consiguen menos cosas. La verdad es que no tenemos muchas esperanzas.”
En esta dirección, el pasado 14 de mayo la Plaza de Mayo se llenó de testimonios. Los científicos, una vez más, llevaban la protesta a la vía pública, esperando que alguien los escuche. La jornada esta vez se llamó “#Cientificxsenlacalle”. Durante todo el día, contaron a través de carteles sus historias de solicitudes no aprobadas, así como también de la eliminación de las investigaciones. Luego, se tomaban fotos con el hashtag para poder viralizarlas en redes sociales. Los organizadores fueron la Compañía de Funciones Patrióticas, un grupo teatral con apoyo de la Red de Afectados del Conicet, y la Comisión contra la Discriminación Etaria en Ciencia (CODEC).
En respuesta, el gobierno a fines de mayo realizó un anuncio: un aumento en el presupuesto para Ciencia. El incremento era de mil millones de pesos, pero en realidad, la mitad de esa cifra ya estaba presupuestada y hasta el momento no había sido ejecutada. Es decir que el aumento fue solo de 500 millones de pesos. La comunidad científica se manifestó en disconformidad contra el “falso” anuncio, y sostuvo que el aumento no alcanza para solucionar todos los problemas que enfrenta el sector.
Jul 3, 2019 | Novedades, Trabajo

En lo que va del año, en Luján se perdieron 1.800 puestos de trabajo industriales.
Luján concentra uno de los polos textiles más importantes del país. Sin embargo, en 2019 ya cerraron Sportech y Tecnosport, dos empresas tercerizadas. La primera trabajaba para Adidas y Puma, y la segunda para Nike. En tanto, la suba del dólar, las tarifas impagables y las consecuentes suspensión de la producción y cese de la actividad laboral son los principales problemas en Algoselán Flandria. Por su parte, en la planta de Estampados Rotativos los despidos son masivos: la baja del mercado interno y prácticas empresariales autoritarias encuadran el conflicto. ANCCOM recorrió la zona y habló con los diferentes actores involucrados: la Asociación Obrera Textil (AOT), los empresarios y los trabajadores, todo en el marco de una crisis que ya dejó sin empleo a 1.800 personas en el distrito.
En Sportech, un grupo de trabajadores está en juicio, mientras la Justicia habilitó a que una cooperativa de ex empleados pueda reabrir la otra planta que tenía la firma en Villa Lynch. Otros se reinsertaron laboralmente. De todos modos, coinciden que la situación es desesperante. En estos meses, la inflación agudizó la crisis económica y los más golpeados son los nuevos desocupados. Un ex trabajador, que reservó su identidad, comentó su experiencia: “A principios de 2017 empezó la reducción de producción y por ende de personal, al punto de cerrar uno de los dos galpones del taller. A principios de 2018 empezaron a pagarnos con atrasos, en cuotas, y estuvimos prácticamente un año así. A mediados de 2018 empezamos a parar, a hacer reclamos, porque no se sostenía más. El 2 de enero de este año fuimos a trabajar y nos encontramos con un cartel de quiebra. Obviamente trucho porque estaban en plena feria judicial. A partir de esa fecha quedamos todos en la calle”.

En 2019, cerraron las textiles Sportech y Tecnosport, ubicadas en el Polo Industrial de Jáuregui, en las afueras de Luján.
Tecnosport era una empresa radicada dentro del Parque Industrial Villa Flandria, localidad cercana a Luján. Carlos Di Forti, empresario y presidente del parque, manifestó: “Es una empresa que sufrió mucho el tema gremial porque tuvo unos empleados bastantes belicosos, a pesar de ser una de las que mejor pagaba dentro del rubro textil, teniendo en cuenta que la industria del calzado y la nuestra no pagan mucho. Esta empresa era sumamente cumplidora, tenía todo en orden y ese fue el primer golpe que tuvimos dentro del parque”.
Sin embargo, el hombre de negocios reconoció: “También se dio una gran caída de la demanda porque los precios que tiene este tipo de mercadería son prohibitivos para el común de la gente, porque una zapatilla de marca Nike es cara. Antes se podía vender en doce cuotas y ahora eso se terminó”. Y agregó: “También hay que decir que era una empresa brasileña, de mucha calidad empresaria, muy profesional e invirtió mucho dinero. Se fue poniendo mucha plata y perdió bastante. Pregunto ¿van a venir las inversiones cuando este señor dueño de la fábrica, la cierra por medidas económicas y presión sindical?”
Jonatan Salvarezza comenzó a trabajar en la fábrica en 2018, y luego de dos entrevistas quedó seleccionado para el puesto de operario de producción. Los horarios laborales eran de 7 de la mañana hasta las cuatro de la tarde, de lunes a viernes. En la línea de producción hacían zapatillas y botines para la marca Nike. Recordó: “No podías parar un segundo, si querías ir al baño tenías que pedir permiso a los encargados. La línea no paraba de producir. Solamente parábamos cinco minutos cada cuatro horas para dar una vuelta a la línea y hacer unos ejercicios innecesarios. El tiempo para almorzar era de media hora, de 12 a 12:30, pero desde que salíamos de la línea y volvíamos, eran veinte minutos en total. El trato con los jefes siempre fue un saludo y nada más. Como en cualquier empresa, solamente éramos un número”.
En cuanto a su salario mientras trabajó en esa fábrica, dijo: “No me alcanzaba para nada, el sindicato del calzado no acompañó nuestros reclamos y pedidos. Hoy en día aumenta todo, menos el salario, y el de Tecnosport, menos todavía”.

De los 400 empleados que tenía Algoselán Flandria, quedan solo 250.
El conflicto también llegó a Estampados Rotativos, cuyos propietarios evitaron dar comentarios a los medios de comunicación. Los trabajadores sufren la inestabilidad laboral y exponen su realidad. “Hace dos años que nuestro salario viene corriendo atrás a los precios. En el rubro textil, el salario es bajo. Por suerte, pude terminar mi casa hace unos años. Ahora no llego a fin de mes”, expresó un trabajador, quién prefirió resguardar su nombre, que trabaja en Estampados.
Ignacio Lopolito, secretario gremial de la AOT, fue partícipe en la pelea por los despidos masivos en la fábrica. “La conflictividad aquí se da por las prácticas empresariales -explica-, son empresarios que no aceptan y no quieren la presencia del sindicato porque nos oponemos a algunas cosas que ellos hacen que no corresponden. El último conflicto se dio porque querían pagarles a través del artículo 247 (implica pagar la mitad de la indemnización a los 19 despedidos) cuando no estaba aprobado el recurso de crisis preventivo. Hubo una baja de producción con relación al mercado interno, capacidad ociosa, máquinas paradas, propio de la crisis del sector textil”.
Por otro lado, Algoselán Flandria tenía 400 empleados y ahora solo 250. Se eliminaron 150 puestos de trabajo a partir de marzo de 2018. Di Forti, dueño de la fábrica y presidente del Parque Industrial Villa Flandria reconoció que “nosotros arrancamos el año pasado de una manera durísima, dónde se hicieron todos los ajustes gruesos de tarifas y un salto muy grande del dólar. Eso implicó que en poco tiempo los costos se trasladen a las materias primas, eso a los precios al público, y paralelamente los aumentos de salarios quedaron retrasados. Entonces el poder adquisitivo bajó muchísimo y el mercado prácticamente desapareció”.

“Desde la Cámara Textil y el sindicato entendimos que tenemos que ir de la mano en este contexto de crisis», dijo Bianchi.
La relación entre empresarios y trabajadores es por naturaleza conflictiva porque se reparten inequitativamente las ganancias y las pérdidas. Para el dueño de Algoselán, los reclamos tienen su parte de razón. “¿A dónde se van a quejar? A la gente que lo emplea. Por otro lado, las empresas estamos con mucha inflación y vendemos muy poco. En nuestro caso, competimos con empresas grandes y multinacionales, que están en el interior. El caso de Alpargatas, por ejemplo, despidió a mil trabajadores y así ni se animan a preguntar por el aumento salarial.”
Sobre los números recientes, el empresario aseguró que “en marzo se vendió más o menos, porque de noviembre en adelante fue lamentable, fueron muy pocas las ventas, a un nivel que si no repuntaba, todo el mundo pensaba lo peor. En marzo, se levantó un poco, pero cubrimos los costos con febrero. Y el dólar después se disparó, las tarifas de servicios subieron… y lo de marzo lo cobramos recién entre mayo y junio. Cuando repusimos, fue menos de lo que vendimos. Lo mismo pasó con lo que facturamos en abril. Lo vamos a hacer durante julio y no tenemos con qué comprar”.
Por su parte, Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján, comentó el vínculo con los sindicatos y expuso su apreciación: “Desde la cámara textil y el sindicato entendimos que tenemos que ir de la mano juntos en este contexto de crisis, junto con una parte de la política que hoy es la oposición. La crisis unifica, todos nos colgamos del barco porque sentimos el peligro de desaparecer”.
Nadie puede negar la crisis textil. Pero el problema principal son los nuevos desocupados que todos los días son noticia. A los que están adentro de la fábrica les cuesta pagar la olla, los que están afuera se cuelgan la máquina de cortar el pasto o prenden la parrilla al costado de la calle para vender un chori o una bondiola. Así es la estética de la recesión en modo 2019.
