El sumo es un deporte que está en lista de espera para ser considerado disciplina olímpica.
La leyenda sintoísta cuenta que todo comenzó cuando Takemikazuchi y Takeminakata se batieron en un épico duelo sobre el Mar del Japón. El heroico triunfo de Takemikazuchi, Dios del Trueno, permitió al pueblo nipón ocupar su actual archipiélago. Dos mil quinientos años después, durante una mañana de domingo en el barrio de Núñez, los experimentados Sebastián y Gonzalo están en cuclillas y se miden de manera desafiante. La luz diáfana que ingresa por los amplios ventanales hacia el tatami del primer piso del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) le da un tono onírico al combate. Sus cuerpos colisionan y el impacto se siente. Sebastián parece más imponente que su rival, pero Gonzalo lo toma por sorpresa con una inteligente estrategia y lo voltea. La fugaz pelea concluye ante la mirada de Gabriel Wakita, presidente de la Asociación de Sumo Argentino (ASA).
“Es el primer arte marcial”, cuenta Wakita. El documento más antiguo sobre el origen del sumo fue escrito hace 1.300 años, el Nihon Shoki, y relata un combate datado en el año 23 antes de Cristo, en tiempos del emperador Suinin. El deporte consiste en dos luchadores que se enfrentan cuerpo a cuerpo dentro de un dohyō, que es una arena en forma de círculo. El objetivo es enviar al oponente fuera del dohyō o conseguir que cualquiera de sus partes, excepto las plantas de los pies, toque el suelo. La vestimenta tradicional de los sumotoris es un cinturón llamado mawashi, el cual sujetan durante los combates y deben portar en todo momento, a riesgo de quedar descalificados si lo pierden.
La disciplina está impregnada de símbolos. Los luchadores esparcen sal sobre el dohyō para purificar la tierra antes de la contienda. Luego se saludan inclinando la cabeza y realizan el shiko –levantar la pierna y dejarla caer violentamente– para espantar a los espíritus. Se ubican frente a frente en cuclillas y efectúan un movimiento de manos que es un ritual para demostrar al público y al contrincante que no se portan armas ocultas. Finalmente se levantan en posición de combate con las manos hacia abajo y, en el momento en que ambos tocan el suelo, al grito de hakyoi arranca la pelea.
Cada combate dura entre cinco segundos y un minuto.
“Es un deporte que fue hecho para entretener a los dioses y a los emperadores. Son luchas cortas, fáciles, se sabe quién gana y quién pierde sin ser un especialista”, explica Wakita. Al ser tan breves –entre cinco segundos y un minuto es el promedio–, se ponen en juego habilidades que exceden a la técnica. Gonzalo Bitz Figueroa, bicampeón sudamericano, afirma que a él le interesa lo psicológico: “Por ahí tenés muchas luchas seguidas y te toca perder en la primera, pero no te podés quedar pensando en eso porque si no, después, lo arrastrás a las siguientes. Es un deporte muy explosivo y mental”.
Los luchadores insisten en que no implica violencia. No está permitido golpear en los ojos, tirar del pelo, dar puñetazos ni hacer estrangulaciones, so pena de ser automáticamente eliminados. Sebastián Paunero practica sumo desde 2007: “Cuando empecé me saqué muchos prejuicios. Para mí las artes marciales eran solo golpes, pero son mucho más: desequilibrios, lances, no hay golpes directos. Es un deporte donde se cuida al adversario y hay mucha camaradería”, subraya.
En Japón, por su importancia cultural, religiosa e histórica, se lo declaró deporte nacional, es profesional y sus luchadores gozan de altos niveles de popularidad. En Argentina, en cambio, está signado por el amateurismo: todos los miembros del seleccionado tienen otros oficios y representar al país no es remunerado.
Mientras que en la Argentina hay mujeres que practican Sumo, en Japón solo pueden hacerlo los hombres.
“El sumo está dentro la lista de espera de los Juegos Olímpicos y eso es una línea para abajo”, remarca Moira Santillán, integrante del Equipo Argentino de Sumo y estudiante de Kinesiología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Además, el escaso presupuesto pone obstáculos a los sumotoris a la hora de conseguir prácticas de calidad. “Un porcentaje lo obtenemos de la Subsecretaría de Deportes –detalla Moira– y el resto es a pulmón: rifas, cenas, muestras”. Una de las principales trabas es la ausencia de un dohyō de tierra (como el tradicional japonés) y la falta de espacios para tomar clases. Sebastián Paunero, por caso, viaja tres horas todos los domingos desde La Plata hasta el CeNARD ya que no tiene lugares más cercanos donde entrenarse.
Otra dificultad es la falta de sponsors. Muchos tienen la posibilidad de participar en campeonatos en otros países pero no pueden costearse los gastos. Actualmente, el principal objetivo de las y los luchadores argentinos es el mundial que se desarrollará en octubre en Hawaii. “Al ser un deporte muy amateur todo cuesta el doble pero no perdemos las esperanzas. El nivel será alto, pero si uno tiene un buen día quizás se pueda aspirar a alguna medalla. La clave será llegar bien mentalizado y explotar esos días al máximo”, asegura el contador Gonzalo Bitz Figueroa, quien representará a la Argentina.
En el sumo profesional las mujeres tienen prohibida la participación. El argumento de los japoneses es que contaminan el dohyō con “su presencia impura”. Sin embargo, en la versión amateur ellas son competidoras habituales. En Argentina, Moira Santillán, Lidia Arias, Nadia Ruiz, Iara Sarmiento y Ninjin Puntsag disputaron el último Campeonato Sudamericano, unas como debutantes y otras con una trayectoria de años, y obtuvieron excelentes resultados. Santillán se coronó por tercera vez en su categoría.
El equipo argentino de sumo apenas cuenta con medio centenar de integrantes.
Lidia Arias obtuvo el año pasado el premio Jorge Newbery de sumo como reconocimiento a su experiencia y compromiso con el deporte. “Fue una linda sorpresa y algo que me enorgullece mucho ya que empecé a hacer sumo en 2016 –cuenta–. Esto abrió un camino muy grande para mí y para demostrar que se puede. No es una disciplina fácil, hay que ser muy constante porque somos pocos (el Equipo Argentino de Sumo tiene menos de cincuenta integrantes). Pero siempre lo hago con ganas y motivación”.
El arribo del deporte al país se remonta a la década del 30. Inmigrantes nipones, radicados principalmente en la zona de Burzaco, se reunían para mantener vivas su gastronomía, sus danzas y sus tradiciones, una de ellas el sumo. En la posguerra, período en donde hubo una fuerte llegada de japoneses a Paraguay y Brasil, el deporte se consolidó. En Argentina se institucionalizó recién en 1985 con la fundación de la Asociación de Sumo de la mano de Hideki Soma y Yoriyuki Yamamoto, herederos de los pioneros de los años 30.
La mayoría de los practicantes proviene de otras artes marciales como el judo y el aikido, pero sienten que el sumo les brinda algo más. Moira dice que le sirvió para “ir siempre para adelante”. Sebastián Paunero confiesa que lo llevó a reconciliarse con el deporte y aceptar su cuerpo: “Me ayudó a valorarme. Peso 140 kilos y la gente pesada, como yo, de chicos sufrimos mucha discriminación. Lo normal es que te digan que para el deporte no servís. Pero cuando conocí el sumo eso cambió totalmente y aprendí a quererme tal cual soy”.
El titular de la ASA, Wakita, afirma: “Ahora somos reconocidos como deporte y tenemos responsabilidad jurídica. Todavía no somos de alto rendimiento, tratamos de acercarnos a eso”. Hace hincapié en la importancia de que aparezcan nuevos rostros en el conjunto nacional: “Siempre intentamos que se sume más gente, pero existe el prejuicio de verlo como el deporte de los obesos”.
Hoy el principal desafío es el mundial de Hawaii. Inspirados en la fortaleza de Takemikazuchi, el equipo albiceleste confía en sortear los obstáculos para viajar a las islas y una vez allí, por qué no, alcanzar algún podio.
Las prácticas de sumo se realizan miércoles a las 18 y sábados a las 17 en el Polideportivo de Parque Chacabuco y sábados a las 17 y domingos a las 10 en el CeNARD.
“Fotoperiodismo en el espejo: deconstruyendo estereotipos en la fotografía”, así se tituló el conversatorio realizado en el marco de la muestra anual de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) del que participaron Lucía Merle, Lala Pasquinelli, Julieta Ferrario, María Paula Ávila y la editora fotográfica de ANCCOM, Victoria Gesualdi.
La charla transitó especialmente por aquellos estereotipos visuales que afectan a las mujeres. Merle, fotoreportera y coordinadora de la mesa, subrayó que “se trata de construcciones históricas que deben ser desnaturalizadas, para lo cual la discusión y el debate constante son herramientas clave”. Y afirmó que las transformaciones de los últimos años han dado lugar a la necesidad de un periodismo justo y diferente.
Lala Pasquinelli, fundadora del colectivo Mujeres que no fueron tapa, destacó que “dentro del mundo visual se reproducen constantemente estereotipos que sexualizan a los cuerpos femeninos, mientras que los masculinos son tratados de otra manera”. Según ella, a las imágenes de mujeres que circulan en los medios masivos se les asigna un rol claro, ligado a la belleza, la sensualidad y la maternidad. En su opinión, también hay una falta de representación de la diversidad –corporal, racial y de género– que debe cambiar.
Victoria Gesualdi afirmó que “el panorama de hiperconcentración mediática de la actualidad lleva a que haya una repetición de los mismos contenidos, usualmente cargados de los estereotipos que se quieren combatir”. Citando a la especialista en cultura y política Cora Gamarnik –presente entre el público– añadió: “El uso de estereotipos está ligado a las necesidades del mercado de crear demanda constante. Por esto hay una clara despolitización de los cuerpos”. Y como lo personal es político, hay que hacer que la lucha lo sea, lo que supone un desafío: “Se necesitan nuevos espacios para las nuevas representaciones”, remarcó.
La editora de ANCCOM exhibió parte del trabajo fotográfico que realiza la Agencia de Noticias de la Carrera de Comunicación, que se configuró como una práctica preprofesional creada por docentes de la Facultad. Gesualdi remarcó que se trata de un espacio en donde se pueden construir nuevas representaciones, distintas de la hegemónicas que circulan en la mayoría de los medios.
Julieta Ferreiro y María Paula Ávila, ambas expositoras de la muestra de ARGRA este año, plantearon cada una a su turno la necesidad de mostrar otras representaciones de lo que es ser mujer y de cómo se construye el género. La serie de imágenes de Ferreiro exhibidas en la muestra retrata la transición de un hombre trans vista desde un lugar humano, lejos de la mirada médica. “La idea era mostrar el proceso desde un lugar íntimo, desde la amistad y el amor, desde aquello que casi nunca nos muestran”, contó la autora en diálogo con ANCCOM. En tanto, el trabajo de Ávila muestra la vida de unas mujeres indígenas de Concepción, Bolivia.
El conversatorio cerró con preguntas de las asistentes. Una de ellas fue de qué maneras continuar con la lucha feminista contra los estereotipos. “Hay que seguir construyendo espacios, como el de la muestra de ARGRA, que habilitan la discusión y el pensamiento disruptivo, que permiten ir a otros lugares y deconstruir los lugares comunes”, concluyó Merle.
La muestra de ARGRA estará abierta hasta el sábado 10 de agosto inclusive, con entrada libre y gratuita, de martes a domingo de 12 a 20 en la Casa del Bicentenario.
Andrea Guterman llegó a la casa de sus padres con su novio para ver el último partido del mundial. “Qué lindo tenés el pelo”, le dijo Sofía a su hija que llevaba unos reflejos nuevos en su cabello largo. “Sí, pero anoche volví a soñar lo mismo”. A Sofía y a Andrea ese sueño las tenía intranquilas. Hacía unos meses que Andrea soñaba que la querían matar. “¿Pero quién te quiere matar?”, preguntaba Sofía. “No sé. No tienen cara. En el lugar hay muchas piedras. Pero ayer, cuando volví a soñar, estaban los abuelos. Me dijeron que no me preocupe, que ellos me van a cuidar”. Sofía intentaba calmar a su hija diciéndole que tal vez sus sueños se debían a las películas de suspenso que tanto veía.
Andrea, que trabajaba como como maestra jardinera en La gotita de agua, el jardín de infantes de Aguas Argentinas –institución a la que entró luego de rendir exámenes para los que se había esforzado mucho- se acababa de quedar sin trabajo. “Yo le sugerí que vaya a AMIA a buscar trabajo. Ella dudaba en ir porque nunca había entrado antes. Le dije que la acompañaba, como siempre. Me respondió: ‘Capaz voy mañana’. Pero yo justo ese día no podía porque tenía que preparar exámenes para los chicos que se llevaron materias. ‘No sé si voy a ir el martes. Se viene el Día del Amigo y voy a comprar regalitos para las chicas”.
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Domingo 17 de julio de 1994, a la noche
*Keren Weinstein -hija de Ana Weinstein-. Entonces, cuñada de Ileana Mercovich
El domingo a la noche Keren fue a cenar a la casa de sus suegros, en Belgrano, con su novio de aquella época, el hermano de su novio, y la novia del hermano, Ileana Mercovich. Comieron en familia, como una noche cualquiera. Entre charla y charla, Ileana comentó esa noche que estaba en busca de trabajo.
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Domingo 17 de julio de 1994, medianoche
A Sofía Guterman le contaron que los vecinos de la calle Pasteur comenzaron a salir a sus balcones a pesar del frío del invierno. El sonido de tres helicópteros en la cuadra no los dejaba dormir.
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Lunes 18 de julio de 1994, a la mañana
Keren Weinstein se despertó alrededor de las 8, se tomó el subte de la línea D para llegar a su trabajo en una agencia de publicidad.
Tres horas después, sonó el teléfono de línea. Su madre, minutos atrás, había saltando a una terraza vecina. Pidió un teléfono prestado a alguien de la casa de al lado. “Cuando atiendo era mi mamá, Anita, a los gritos, diciendo: ‘¡Estoy bien! ¡Estoy bien! Voló la AMIA”, recuerda Keren. Su madre, empleada de la mutual, le dijo que probablemente haya sido un escape de gas. “Voy para allá”, dijo Keren.
En cambio, Sofía Guterman no había podido dormir en toda la noche. El sueño del que le había hablado su hija la tenía preocupada. Entonces la llamó por teléfono, a las 9 de la mañana, para decirle que no salga de su casa, que ella la acompañaría otro día a presentarse en la AMIA. Pero la atendió el contestador. Andrea había salido temprano.
Sofía se sentó en la cocina a preparar los exámenes. A las 10:30 sonó el teléfono. Era el novio de su hija. “Me dijo: ‘¿Andrea está con vos? ¿Sabés si fue a AMIA?’. Le dije que no sabía. Me respondió: ‘Te dejo, te dejo, que estoy apurado’”.
Alrededor de las 11:00 sonó nuevamente el teléfono. “Mi marido me dijo que estaba intentando comunicarse con una familia, que habían sido vecinos nuestros y que en ese momento vivían cerca de Pasteur. Le pregunté por qué. ‘¿No sabés lo que pasó? Volaron la AMIA’, dijo. ‘Pero Andrea fue para allá’”.
“Cuando mi marido se dirige hacia AMIA, encuentra al novio de Andrea parado en la mitad del desastre”, cuenta Sofía. Mientras, ella junto a su hermana y una amiga, encontraron en la guía telefónica el jardín donde Andrea quería ir a anotarse primero, antes de dirigirse a la mutual.Llamaron y le dijeron que su hija salió del lugar una media hora antes de que estalle la bomba. “No era de preocuparnos, y no nos había llamado. Era muy puntual. Pero a las 13 empezamos a pensar que algo había pasado y a buscarla”.
Mientras los padres de Andrea Guterman comenzaban su búsqueda, un taxi dejó a Keren Weinstein y a una compañera de trabajo que la acompañó unas cuadras antes de Pasteur al 600. Había mucho tránsito y se escuchaban sirenas. Nadie sabía todavía con certeza qué había pasado.
Caminaron cuadras que parecían más largas que lo habitual esquivando vidrios rotos. Era un caos total. “Milagrosamente me encontré con mi mamá en una esquina, estaba intacta. Al lado había una chica que buscaba a su novio desesperada”.
Pocas horas después encontraron el auto de Ileana Mercovich estacionado cerca de AMIA.
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Horas después de la bomba
Keren y Ana Weinstein fueron al edificio donde estaban los familiares reunidos. Llevaban perros para ayudar a buscar y se organizaban grupos de voluntarios. “La gente venía desesperada. Ahora sí se sabía lo que había pasado. Decían quién estaba en cada hospital. Al rato llegó mi abuela con mi tía. Mi abuela, que es sobreviviente del Holocausto, estaba totalmente en shock por vivir una situación tan tremenda. Recuerdo cuando los rabinos avisaban que habían encontrado a alguien. El desgarro, los gritos de esa familia”, recuerda Keren. En un cuartito, con familiares en frente, ella -junto a otros varios- anotaban en una máquina de escribir descripciones físicas de las personas que no aparecían.
La presente es la lista de heridos y muertos hasta el momento:
Fallecidos en total: 26 Sin identificar: 15 Identificados: 11 Heridos en total: 142
Parte Informativo (18/7 23:40 hs.).
Paralelamente, Keren no podía comunicarse con su padre, quien, en la televisión, vio a la AMIA destrozada. La imagen que todavía los noticieros repiten una y otra vez. El padre no sabía dónde ir, en qué lugar buscar. Vivió la desesperación hasta que recibió el llamado en el que su esposa le decía que estaba bien.
A las 2 de la mañana del 19 de julio Keren y Ana llegaron a su casa. Sin embargo, aún les costaba entender lo que había pasado. Mirta Strier, compañera de trabajo cercana de Ana, era otra de las 85 víctimas.
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Una semana después
Sofía y Alberto Guterman estuvieron siete días buscando a Andrea. En la televisión se mostraba su foto. Pasaban los días ¿Dónde está Andrea?
La séptima noche ya casi se daba por finalizado el trabajo de búsqueda. Tras levantar una pared encontraron a todos los que habían ido a la Bolsa de Trabajo. Allí estaban también Andrea Guterman e Ileana Mercovich.
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25 años después
“Un día estábamos en una confitería. Andrea me miró y me dijo: ‘¿Cómo seré yo cuando tenga tu edad?’ Y yo le dije: ‘Sos joven. Vos vas a formar una familia. ¡La que va a sufrir el gran cambio voy a ser yo que voy a tener 25 años más!’. Y ¿sabés qué? Este año pasaron 25 años de esa conversación”, cuenta Sofía. Todavía hoy recuerda también ese sueño persistente de su hija, y reflexiona: “Fue como una premonición. Las piedras en el sueño, en el atentado los escombros. Andrea no les veía la cara. Y hasta el día de hoy nosotros tampoco sabemos quiénes fueron”.
Dibujar a Evita fue un desafío pendiente que Miguel Repiso -conocido como Rep- tuvo toda su vida. Desde que la conoció siendo muy joven, leyendo un libro forrado en papel madera en épocas de dictadura militar, nació una curiosidad que fue alimentando año a año, y que hoy toma forma de libro. A cien años de su nacimiento, Miguel presentó “Evita. Nacida para molestar”, una biografía realizada desde el humor y el amor.
Miguel es un artista curioso y lúdico que, como dice Pedro Saborido en el prólogo, es un nene con un adulto dentro. En su obra deja de lado a la Evita de monumento para mostrarnos una imagen terrenal y humana, diferente a la que estamos acostumbrados.
Rep afirma que la figura de Evita siempre vuelve, que a veces “se oculta, se opaca, se vuelve como un territorio de los viejos. Vos ves cuando baja la militancia, o se despolitiza la sociedad: la tipa pasa a ser una estampita. Y hay un momento en que emerge como un volcán y este es uno de esos momentos”. Esta biografía de la abanderada de los humildes fue pensada como una totalidad, como una unidad de sentido. Rep cuenta que todos los dibujos fueron inéditos “salvo uno en que le hice un homenaje a un dibujo que había hecho en los ’90 sobre el matrimonio de Perón, lo quise poner porque en ese momento había armado quilombo y no lo quise dejar afuera”.
“De eso se trata hacer libros, de que sean inéditos. Empiezo a considerar que los verdaderos son los que uno prepara especialmente para salir en libro. Esta debe ser mi tercera publicación de esa índole y me dan ganas de trabajar así para siempre. No recopilar los dibujos de los diarios, las revistas. Sino sentarme, encapsularme. Hacer una isla y hacer ese libro. Creo que ahí se vuelca más que nada el autor, cuando más te adentrás en un corpus y no andas recopilando cosas. Recopilando se diluye el autor, se ve por ráfagas. Pero no se ve en el corpus total”, cuenta Rep desde su estudio, que con un estilo minimalista -por no decir vacío- también habla de él en su proceso creativo: una habitación de paredes limpias, con bastidores enormes acumulados con las imágenes contra una pared, tarros de pintura y pinceles por el suelo y sobre un escritorio lleno de papeles. Un espacio en blanco pero “lleno de Evitas y de insomnios”.
Evita siempre está presente, pero no de una única manera. Tiene una potencia tal que la hace dueña de un montón de sentidos encontrados: la descamisada, la actriz, el ícono pop, la abanderada de los humildes, la mujer de un milico, por nombrar algunos. Rep transforma todos estos significados al trabajar desde un humor que desconoce los límites y con un cariño profundo por Eva. “No es mi labor la de reproducir esa Evita distante, solemne y proselitista, monumental de mausoleo. Lo mío es bajarla, ponerla acá cerquita. No es la del busto dorado de los sindicatos. No es la que a mi me gusta. Me parece que esa no permite que circule, obtura mensaje, obtura discusión. Es incuestionable. Sin embargo, como todo ser humano que ha vivido es cuestionable también, hay que cuestionar algunas cosas de Evita para no volver a cometer errores. Y luego hay que ensalzar lo que vale la pena. Para eso hay que sacarla del ícono pop. Ese ícono le sirve a los mentirosos. Esa es la Evita más superficial, a mi me parece que esa no sirve.”
Su lenguaje es el humor, y Rep cuenta que es “necesario para hacer conocer a Eva de otra manera, para discutirla. Pero no sirve como elemento de discusión certera de data y de probanza. Para eso están los historiadores. Yo podría haber prescindido de los cineastas y de los novelistas pero no de los historiadores. Son ellos los que te dicen que el 17 de octubre estuvo en tan lugar y no estuvo en tal otro, en qué momento fue el encuentro en el Luna Park entre los dos. Es super necesario eso, pero es bueno ablandarlo desde este punto de vista, dramatúrgicamente, líricamente, humorísticamente. La novedad ahora es lo humorístico sobre Eva, porque sobre Perón se hizo mucho humor. Pero no se hizo sobre ella. Por eso me provocó aún más.”
Rep (re)construye la vida de Evita desde una mirada humana y terrenal, y dibuja escenas que salen del pensamiento común. “Estos dibujos que parecen tan escandalosos, si vos te metés a dibujar la vida de ella, la parte menos pública, entrás en los recovecos que hay entre foto y foto, entre noticia y noticia. Te vas a encontrar con que come, va al baño, coge, lee, denosta. Le pasan todas esas cosas que a mí me salen fáciles. No es algo que tenga que forzar. Me parece que hay que desacralizarla. A mí me sale así, otro volverá a ponerla en el pedestal. Mi labor acá es eso, bajarla de ahí y hacer humor con ella. El humor permite que vos puedas discutir otras cosas más cercanas, porque no ha dejado tanto pensamiento, ha dejado mucha obra ella. Entonces pensaba ¿Cómo habrá soportado el dolor?, ¿Cómo habrá soportado las derrotas? Porque tuvo derrotas estando con Perón, el 17 de octubre es el producto de una gran derrota, que es cuando lo echan a Perón de presidencia, lo mandan a Martín García y ella se queda sola acá. La putean, le pegan en el taxi, es una yegua, una bataclana de Perón… Luego vuelve, llaman a elecciones, se gana, pero el resultado de ganar se vio semanas después ¿Qué pasó en ese tiempo en que se suponía que había ganado la fórmula radical? ¿Evita qué sintió? Se me acabó toda la vida. Perón mismo le escribe, en las vísperas del 17 de octubre, le dice ‘estoy podrido, no me banco más esto, voy a pedir retiro y nos vamos a ir a vivir a Chubut’. En una carta amorosa, y yo me baso mucho en esa carta para hacer esas escenas de sexo, porque digo, se amaron, hubo un período en que tuvieron la líbido alta, tuvieron un proyecto de amor, de pareja y de sexo. Después por supuesto el ejercicio del poder te manda la líbido para otro lado, pero hubo un primer período en que estoy seguro que eran una pareja recontra sexual. Ella veía en la pareja una potencia de amor. Y en realidad el peronismo es un movimiento más generado con amor, que siempre propaga el amor más que el odio. El odio siempre fue la contra, hoy mismo sigue siendo así. La contra destila odio por más que le pongan la revolución de la alegría y el peronismo sigue de alguna manera utilizando las banderas del amor: algo pasa ahí. Hay un amor por el prójimo, por el desposeído. Eso está en el principio del Peronismo, Eva dando, dando a los niños, dando lo mejor. No la migaja”.
Rep cuenta que al momento de dibujar hubo algunas escenas que le resultaron más difíciles, como “la escena del desfloramiento de ella, que es algo imaginado pero tiene algún tipo de eco en alguna historia que leí. Ella está en Junín y unos conchetos, unos pibes bien, se llevan a dos amigas a un lugar y se propasan de ellas. Yo ahí la quité a la amiga, la puse a ella oliendo una flor, y los hijos de puta estos que vienen y la desfloran aprovechándose de la situación. Ese dibujo era en dos partes, en la segunda parte ella estaba sufrida, con su cuerpo sufrido, habiendo sido violada. Ese tipo de imágenes muy agresivas las pensé mucho y ahí fue donde más me cuidé. No me cuidé en el tema del sexo, en el tema de la muerte. Me cuidé más con el tema de no herir susceptibilidades.”
No es casual que Rep se haya embarcado en la aventura de trabajar con Evita en la actualidad, porque además de que se hayan cumplido 100 años de su nacimiento este 7 de mayo, la revolución feminista la pone nuevamente en escena. Él afirma que “las militancias nuevas juveniles siempre la traen de vuelta, sigue siendo una bandera de los jóvenes, y algunos viejos por supuesto. Pero los viejos la tienen como quieta, no la rejuvenecen. No la resignifican. Los jóvenes la resignifican. Hay feministas que la están resignificando como feminista. Hay militancia que la reivindica como antimacrista. Siempre hay una lectura de la vida de Evita. Sigue fresca en ese sentido. Por eso el libro funciona.” Reo dice que el tiempo histórico que estamos viviendo es clave en la construcción de la biografía, cuenta que “no es un libro que yo hubiera hecho igual hace cinco años. Hace cinco años hubiera sido menos comprensivo de lo que es el cuerpo de la mujer. Creo que Evita te patentiza mucho las cosas por las que hoy peleamos. Ella es poner el cuerpo.”
El espíritu rebelde de Evita es algo innegable, y que le da riqueza a su personaje. Ese molestar a la oligarquía tan característico y motivo de su orgullo. Rep plasma esto en su obra y lo relaciona con la actualidad feminista. Dice que “ese espíritu continúa vigente, quizá no en la totalidad como era Evita, pero esas esquirlas vos las ves en otras mujeres. Previa a Evita es difícil encontrarlo. Encontrás por supuesto teóricas maravillosas como Rosa Luxemburgo, pero no una mujer moderna. Evita podría estar viva hoy, opinando de la coyuntura, de la historia y podría estar hablando también de su experiencia de rebeldía y de molestia. Pero parte de su mito es haberse muerto a los 33 años. No se qué tipo de feminismo hubiera drenado Evita al día de hoy, pero que fue feminista en su tiempo creo que no hay duda”.
“Hay una corriente feminista que dice que las mujeres tienen que hacer libros sobre mujeres, y estoy de acuerdo -afirma Miguel entre risas-. No se si me voy a animar a hacer otra mujer, lo que pasa es que yo lo vengo postergando tanto, me la debía tanto a Evita, que dije ‘yo la hago y que me digan lo que me digan’. Estoy de acuerdo con que los varones siempre hemos hecho biografías de las mujeres, y que es hora de que la mujer empiece a decir, porque es verdad que es otra vivencia, yo no termino de ser mujer. Pero de alguna manera las historiadoras que leí son mujeres, hablé mucho con mujeres. Nunca voy a alcanzar eso. Nunca voy a ser mujer. Aunque me ayudó mucho todo este debate que hay a construir el libro. Si no no lo hubiera pensado. Ahora estoy muy atento a lo que las mujeres debaten. No solo atento a las lecturas o las marchas a las que voy de canuto, sino que también a las feministas, de varias estirpes, tratando de entender esta revolución, que como toda revolución tiene bandos. Está buenísimo. Es lo único que puede cambiar algo en esta mierda de sociedad. El varón no lo va a cambiar, se necesita un cambio de paradigma para vencer el patriarcado.”
Reflexionando sobre la actualidad de Argentina con un gobierno antipopular, de crisis económica y social, desempleo y pobreza, el humorista cree que “son tiempos anti Evita totales. Si ella volviera a mirar las escenas en la calle diría ‘¿Qué pasó? Yo morí con un país que no tenía esto. No pasaba esto, los niños estaban bien en sus lugares, sus colegios. Estaban bien alimentados.’ Ahora hay una voluntad de aniquilamiento definitivo por parte de la derecha, de destruir los derechos, de flexibilización laboral, de liquidar todo lo que quiso Evita, y lo que quiso Perón. Por eso me imagino que Evita no podría creer esto. Porque esto también lo construyó el pueblo votante. Ella también pensaría ‘¿Pero qué pasó con mi pueblo que vota esto? ¿Qué pasó con el 50% si a Perón lo votaban con el 60%?’ No entendería nada”.
El Colegio Nacional de Buenos Aires brindó, el jueves último, un acto institucional en su Aula Magna, en el marco de los festejos por el 203° aniversario del Día de la Independencia. La polémica, que sigue hasta hoy, se desató luego de que se hicieran presentes dos integrantes de la Fuerza Aérea Argentina que también pelearon en la Guerra de Malvinas y esgrimieran un discurso con componentes netamente militares.
Según detalló la presidenta del centro de estudiantes, Julia Epstein, todo comenzó cuando los uniformados se presentaron y realizaron un pequeño comentario sobre su servicio en la fuerza. Luego se proyectó un video, en el que se reivindicó el rol de la Fuerza Área en la guerra, realizado por los propios oficiales. “Estaba lleno de imágenes de aviones y todos los caídos en batalla”, contó la máxima autoridad estudiantil. “Ya desde un principio fue todo muy raro. Los podrían haber traído para el acto del día de Malvinas. Además, no hablamos de gente que hizo la colimba de manera fortuita. Eran militares de profesión”.
Los profesionales de guerra son Luis Cervera y Héctor Sánchez, pilotos de la 5° Brigada Aérea de Villa Reynolds, San Luis. El acontecimiento sucede además en una semana en la que la Avenida del Libertador se tiñó el martes 9 de julio de colores verdes oscuros. El Ministerio de Defensa, a cargo de Oscar Aguad, movilizó, según informó con detalle, unas 4.000 tropas a pie de diferentes organismos de seguridad, entre las calles Salguero y Dorrego, cruzando una de las avenidas más largas de la Ciudad de Buenos Aires. El desfile contó con soldados a pie, a caballo, bandas militares y 16 aeronaves militares en vuelo, de acuerdo a lo desglosado por el ministerio.
En sintonía, ocurrió el acto en el colegio universitario. Una vez finalizado el video en el aula magna, se dio paso a preguntas de los alumnos presentes. Una de las cuestiones que se interrogó a los militares fue sobre el rol de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura cívico militar y el envío de jóvenes sin entrenamiento a combatir a las islas del Atlántico Sur. Las agrupaciones estudiantiles coinciden en que fue la primera pregunta a los uniformados la que generó tensión en el edificio de la calle Bolívar. La respuesta de los militares fue una afirmación que generó confusión: “para el soldado, no se mata gente, sino que se cumple con un objetivo”, según reconstruyeron los testigos acto. Pero de acuerdo a un grupo de padres que dialogó con ANCCOM, esa frase remitió a su labor en la guerra, y no al genocidio de la última dictadura.
A partir de las respuestas de los militares todo siguió su curso de manera escandalosa, con una constante reivindicación del rol de las Fuerzas Armadas, según lo afirmado por el comunicado que emitió la agrupación estudiantil Oktubre. Un discurso en esencia negacionista, nacionalista y militarista.
Padres y Madres autoconvocados del Colegio, fueron también quienes interpelaron a los ex combatientes, según reconstruyó a Anccom una vocera de la agrupación Hierba Mala, que preside el Centro de Estudiantes: “Uno de los padres presentes contó que hizo la colimba y fue lo peor que le pasó en la vida. No podía creer que el colegio y la rectora avalen este tipo de actividades”.
A cargo del acto del Día de la Independencia se encontraba la flamante rectora Valeria Bergman. La licenciada en psicología, que asumió febrero, acompañada del vicerrector Juan Francisco Seguí, no emitió palabra ante los sucesos, como tampoco lo hicieron los consejeros docentes presentes en el recinto. Sin embargo, según pudieron confirmar alumnos de la institución, fue Seguí, quien interrumpió la charla ante la tensión presente en el aula magna. “Nos invitaron a tomar chocolate con churros, que era lo que ofrecía el colegio después del acto”, relató la presidenta del Centro de Estudiantes “En ningún momento ellos mencionaron la última dictadura militar. Somos un colegio con muchos desaparecidos. Fue muy fuerte”, describió la estudiante.
Los padres de los alumnos del colegio forman parte de manera constante del proceso educativo. Se conforman grupos para estar al tanto de las actividades escolares, y para participar en la medida que se pueda. Así lo describe Ana Parisi, madre de dos hijas y alumnas a la casa del Colegio Nacional de Buenos Aires. Una está en segundo año y la mayor en quinto, quien a la vez forma parte del centro de estudiantes, como consejera: “Tenemos puntos de vista diferentes a como los chicos toman las cosas. Además trato de tener un rol activo. Estoy al tanto de qué es lo que circula y lo que no circula. Como se exageran las cosas o no”, detalla.
“Lo que ha primado en el grupo de padres es la sorpresa y el desconcierto. La gran mayoría no sabía qué esto iba a pasar y por qué pasó lo que pasó. Muchos nos enteramos por el comunicado del CEMBA (Centro de Estudiantes del Buenos Aires)”, explica Parisi. “No me parece mal que se hable de Malvinas el día de la independencia, porque es un enclave colonial que tenemos en el país. Sobre todo hoy, con un gobierno que intenta desmalvinizar. Para que nos olvidemos del tema Malvinas. El problema es que no se planteó en esos términos. No le dieron ese contexto”, ahondó Ana.
Con respecto a la responsabilidad de las autoridades del colegio, la mandamás estudiantil expresó: “Probablemente no opinen lo que se dijo en el acto. Pero sabemos a quién estamos trayendo como orador. Hay otra forma de hacerlo y nadie se ha hecho responsable de lo sucedido”, culminó Epstein.
Parisi concluye haciendo hincapié en el cortocircuito del día jueves: “Todo se dio en un marco de absoluto respeto. Hasta uno de los chicos les agradeció por la entrega. Pero generó mucha impotencia. Es una herida abierta que tenemos todos los argentinos y no es fácil taparla”. Para finalizar, el centro de estudiantes emitió un comunicado donde detalla: “Una cosa es defender el reclamo por la soberanía territorial sobre las islas, y otra es hacer oídos sordos a un proceso que se llevó la vida de miles de personas”.