Oct 16, 2019 | DDHH, Géneros, Novedades

Yrene Chicoma, integrante de la Coope Esquina Libertad.
“No estamos todas, faltan las presas”, declara firmemente Sofía Campos, “liberada”, que estuvo detenida en la Unidad Penitenciaria N°8 en Los Hornos, La Plata. Es la primera vez que participa de un Encuentro Nacional de Mujeres. “Yo quería venir al taller que habla de cárcel, porque la viví desde adentro”, comenta refiriéndose al taller “Mujeres, disidencias, cárcel y sistema penitenciario”, uno de los más de 80 espacios que formaron parte de la agenda del evento. Sofía comenta que en un principio se dedicó a escuchar los testimonios, hasta que alguien hizo foco en la falta de historias en primera persona: “Una mujer preguntó: ¿dónde están las liberadas, dónde están sus voces?”. Recién en ese momento se animó a contar su historia. “Hoy sentí que soy una representante de esas voces del encierro”, afirma.
Sofía viene acompañada por su hija menor, aún adolescente, de quien estuvo separada los tres años y seis meses que estuvo presa. “Sentí que la abandoné. Ese sufrimiento está presente en cada momento. Es una tristeza que una tiene como madre porque dejás a tus hijas y sentís que les estas haciendo un daño”. Contó que en la cárcel las condiciones de vida son pésimas, y que eso incluye a todo el sistema: desde la falta de políticas de higiene y salud, hasta el recorte de los momentos y espacios de recreación, el hacinamiento en las habitaciones, las requisas sorpresivas y la violencia policial. Al respecto, denunció: “Ellos quieren sembrar la discordia entre nosotras y hacernos pelear para que nos desunamos”. En contraste, describió varias situaciones en las que se manifestaron los lazos de solidaridad entre las presas, lo que destaca como un valor de gran importancia. “Cuando llegué a la cárcel una compañera me contuvo, me ofreció un té: yo tenía un ataque de pánico, ella me dio una mano. Una vez que me calmé, me dijo: ‘A la próxima que entre, la recibís vos’”, narra entre mate y mate. Si bien no extraña la cárcel, admite que se sigue refiriendo a las que quedaron dentro como sus compañeras: “No me lo puedo sacar”.
Campos relata que lo más duro fue la reinserción en la sociedad. “Es contradictorio, lo que más deseas cuando estás encerrada es estar libre, y cuando llegó ese momento no podía salir de mi casa porque me agarraba taquicardia, mareos, ansiedad”. Pudo reponerse con la ayuda del Patronato de Liberadas, una institución que le brinda una ayuda económica a aquellas mujeres que acaban de salir de la cárcel. Luego de algunas idas y vueltas, pudo recuperar su trabajo como enfermera. Confesó que tuvo miedo de que no la aceptaran tras su experiencia: “Hoy está dura la mano para conseguir trabajo, pero más para los que somos liberados, que tenemos el estigma de haber estado presos”.
En la misma línea, Yrene Chicoma también contó su historia en uno de los talleres. Es peruana, tiene 58 años y estuvo presa cuatro años en el penal de Ezeiza. “Estuve muy deprimida porque perdí dos trabajos por tener antecedentes”, explica al referirse a la doble pena que sufren las personas que habitaron las cárceles: la judicial por el delito por el que se las juzga, y la moral, una vez afuera, por la sociedad. Al respecto, sostuvo: “El Estado dice que está en contra del aborto, pero nos aborta a nosotras cuando salimos de esa suciedad carcelaria, de ese punitivismo, cuando estamos afuera. Yo me sentí así, tirada”.
En la cárcel comenzó las carreras de Sociología y Letras gracias a la extensión universitaria de la UBA, formación que aún hoy continúa. Igualmente, la falta de trabajo le dificulta seguir con la cursada y al respecto comenta: “Yo quiero ganarme la vida, y poder sentarme a leer y estudiar para los parciales”. Confiesa que muchas veces debe conformarse con condiciones de precariedad laboral porque su situación es delicada. No denuncia la discriminación que ha sufrido porque le llevaría mucho tiempo y siente que “no puede darse ese lujo”. También juega un papel importante el temor: “La verdad se tapa porque tenemos miedo de que nos sigan castigando”. Del mismo modo, comenta: “Voy aceptando un montón de latigazos sociales que en mi cuerpo se articulan como cordones, pero eso no me deja caer porque tengo mucha esperanza y mucha fe que al hacer conocida mi situación me ayude para seguir estudiando”.
Yrene forma parte de la Coope Esquina Libertad, un espacio dedicado a facilitar la reinserción en sociedad mediante diferentes capacitaciones, en donde aprendió a encuadernar y adquirió herramientas que le permiten ganarse la vida. Estando presa, comenta, participó de talleres de escritura: “Empecé a escribir cuando estaba adentro, en el papel del paquete de harina”. Este mes se lanzó “Expresa mostra”, un fanzine que recopila diferentes escritos de mujeres que se nuclean en la cooperativa, donde pudo publicar una de sus poesías. En cuanto al Encuentro, comenta que el taller le dio fe y que espera que a partir de él se dé a conocer la problemática. “Necesitamos que se sepa todo lo que pasa adentro (de las cárceles) y también lo que pasa afuera cuando salimos”, agregó.
En el aula 7 de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP resonó el testimonio de Viviana Aguirre, mujer de 44 años que estuvo cinco meses detenida en una cárcel de Rosario. Relató un episodio de abuso y violencia policial que vivió estando dentro del penal. “Pero lo más duro lo estoy viviendo ahora, por la discriminación. Estoy luchando para que me den un trabajo para poder alimentarme. Salí sin trabajo, y sin la lucha que tenía la gente ahí adentro”. Además, denunció la desigualdad de condiciones entre varones y mujeres dentro de la institución carcelaria: “El Estado solo le da trabajo a los hombres. A nosotras nos discriminan, para ellos van los oficios y los salarios” y reclamó que “las mujeres necesitan más ayuda ahí adentro, que se les de un laburo y un sueldo digno”. También estaba Gloria, la hermana de Viviana, que fue quien la convenció de que asistiera al Encuentro. “Yo quise que viniera para que dé a conocer su historia”, admitió, “se debe remarcar también el maltrato que recibe la familia. Es horrible, como si nosotros también tuviéramos la culpa de que ella estuviera ahí”. La mujer denuncia que nunca recibió ayuda estatal. “Tenía que mandarle plata a mi sobrina y que ella viajara a Rosario para que Viviana pudiera comprar comida ahí adentro. Yo sabía que la estaban alimentando muy mal y sufrí mucho. Fueron cinco meses así”, explicó entre lágrimas.

Rocio «Roli» Lisa detalló el derrotero que significa ir a visitar a un ser querido a la prisión.
También estuvo presente Roli, una estudiante de Trabajo Social cuyo novio está detenido en Varela. Ella vive en carne propia estas negligencias: “Son un montón las violencias que nosotras sufrimos por parte del sistema penitenciario y también por parte de la justicia. Nos maltratan cuando vamos a preguntar en qué estado está la causa, cuando vamos a pedir que se respete algún derecho. Somos muy maltratadas por ser familiares de presos”. Rocío detalló el derrotero que significa ir al penal a visitar a un ser querido que está en prisión: las requisas, los viajes, las horas de espera, la plata que se gasta. “Son al menos 3.000 pesos por fin de semana”. Sus palabras resonaron con las de las otras compañeras detenidas : “Lo que espero de este Encuentro es que podamos visibilizar esta problemática porque somos muchas. Hay un montón de mujeres que hoy acá no están porque es muy probable que estén viajando a ver a sus familiares presos” y agregó: “Necesitamos que pidan justicia por nosotras”. La joven no olvidó a las mujeres que están privadas de su libertad: “El feminismo tiene que escucharlas, llevar su voz”.
Roli no era la única mujer allí con un familiar detenido. Ailén, otra integrante de Esquina Libertad, afirmó: “Somos las organizaciones las que proponemos lugares de trabajo. Ni el Estado sabe que hacer. Muchas veces nos preguntan a nosotros porque no tienen la menor idea”. Según ella, es necesario pensar estrategias desde la horizontalidad para combatir “la avanzada del punitivismo”, remarcando que “la cárcel no sirve para nada”. En esa misma línea, enunció: “Un paso más que le avancemos al punitivismo, es un paso más para crear una situación un poco más amena para las personas en situación de encierro”. Respecto al Encuentro, destacó que espera que pueda ponerse la problemática en la agenda y manifestó: “El feminismo está lejos de las cárceles y las cárceles lejos del feminismo”.
En las cuatro aulas en las que se realizó el taller de “Mujeres, disidencias, cárcel y sistema penitenciario” se debatieron distintos ejes, que incluyeron la situación habitacional de las mujeres y disidencias presas, la violencias que sufren allí dentro, las condiciones desiguales que hay para mujeres y varones privados de su libertad. También manifestó la situación de las personas trans en la cárcel: muchas veces deben elegir el pabellón de un género que no es el autopercibido porque corre peligro su integridad física.
La gran mayoría de las participantes eran mujeres profesionales de distintos ámbitos: abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales que aportaron desde sus disciplinas su perspectiva sobre la temática. Muchas aprovecharon el espacio para denunciar las condiciones “paupérrimas” en las que viven las personas privadas de su libertad. Se comentó que la principal causa por la que están allí dentro las mujeres pobres es por narcomenudeo, delito que refiere a la venta de drogas. También, se hizo presente otra realidad: muchas están ahí por defenderse de un posible femicidio en manos de sus maridos violentos.
Otra de las problemáticas que más surgió fue la discriminatoria división de los talleres y espacios educativos dentro de las cárceles: los hombres suelen tener la posibilidad de aprender oficios con mayor salida laboral (como carpintería, electricidad o mecánica), mientras en el pabellón de mujeres solo se ofrecen manualidades, como hacer bijouterie.
Además de Cooperativa Esquina Libertad, también participaron otras organizaciones, como Atrapamuros, que milita hace diez años en distintas cárceles de la región de La Plata y de la Ciudad de Buenos Aires y que busca tener una intervención educativa desde la perspectiva política de la educación popular. Ellas estaban de acuerdo con que la condena no siempre termina cuando salen en libertad: destacan que afuera también hay muchas dificultades. Además, estuvo presente Yo No Fui una asociación civil sin fines de lucro que busca dar contención y herramientas tanto a las mujeres que están en situación penitenciaria como a las que recuperan su libertad.
Oct 16, 2019 | Novedades, Vidas políticas

“La base del debate eran los minutos televisivos, no las ideas a explorar con los candidatos», dice José Luis Fernández.
El debate presidencial que se realizó el domingo, el primero obligatorio por ley, concentró las miradas y dejó mucho para reflexionar, a menos de dos semanas de las elecciones presidenciales que se realizarán en nuestro país. En la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, se cruzaron los candidatos que superaron el piso del 1,5 por ciento en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de agosto pasado: el actual presidente Mauricio Macri, de Juntos por el Cambio; el gran ganador de las PASO, Alberto Fernández, del Frente de Todos; Roberto Lavagna, de Consenso Federal; Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores; José Luis Espert, del Frente Unite; y Juan José Gómez Centurión, del Frente Nos.
Además del análisis político sobre lo sucedido en el primero de los dos debates preelectorales del que los candidatos presidenciales deben participar (en virtud de lo establecido por la Ley de Debate Obligatorio), también es interesante considerar la mirada sobre el debate como dispositivo mediático y la comunicación política. Para reflexionar sobre estas dimensiones, ANCCOM dialogó con José Luis Fernández, Doctor en Ciencias Sociales y profesor de Semiótica de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires.
“La base del debate eran los minutos televisivos, no las ideas a explorar con los candidatos -analiza Fernández-. Los minutos eran una de las materialidades del debate y, cuando los coaches de algún equipo no trabajaron sobre eso, se notó: a su candidato le faltó o le sobró tiempo”.
Ampliando esta misma cuestión, propia del diseño que adquirió el encuentro de los presidenciables, el ex presidente de la Asociación Argentina de Semiótica ofrece una definición para comprender la naturaleza de lo que sucedió el domingo. “Fue un debate de micro-géneros, no de plataformas políticas. La comunicación masiva está llena de micro-géneros, como pueden ser un insulto, un saludo o una presentación. Estos y otros micro-géneros, que suponen estrategias, se pusieron en interacción entre los candidatos durante el debate”, aporta el docente de la Facultad de Ciencias Sociales.

«Lavagna le hablaba a la gente que estaba ahí y Gómez Centurión no sabía a quién hablarle», analiza Fernández.
La cámara, en el espacio elegido de la universidad santafesina, fue uno de los instrumentos del que se valieron los candidatos en esta edición estreno del debate presidencial 2019. Algunos, al abordar las primeras cuatro categorías (Economía y Finanzas; y Educación y Salud; Derechos Humanos, Educación y Género; y Relaciones Internacionales) lo aprovecharon mejor que otros. Explica Fernández: “Macri, Fernández, del Caño y Espert trataron de seguir a rajatabla la propuesta de Eliseo Verón de estar en contacto con la cámara para hablarle a los ojos a los espectadores televisivos. Ni Gómez Centurión ni Lavagna cumplieron con lo que, en este sentido, proponía el formato. Lavagna le hablaba a la gente que estaba ahí y Gómez Centurión no sabía a quién hablarle y tampoco le pegaba con el tiempo; era como si estuviera en la escena equivocada”.
“Hay gente que nació para la cámara -agrega el actual Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Semiótica-. Macri no, Cristina (Fernández de Kirchner) sí, Lilita (Carrió) sí, por ejemplificar. No es un tema de contenidos o de aciertos sino simplemente de relación con la cámara. Alberto Fernández, en ese sentido, manejó algo específico de este debate: hizo uso de las restricciones técnicas del formato televisivo elegido para debatir, como la imposibilidad de hacer tomas del público, de aquello que señalaba un candidato o de las reacciones de los demás. Alberto manejó eso mejor, lo usó a su favor. Señalaba a Macri, aunque no lo mostraran, y eso obligaba a que uno se imaginara qué cara ponía Macri cuando Fernández hablaba y lo señalaba: los antimacristas pensarían que Macri quedaba como un estúpido y los macristas, que lo miraba con desprecio. Fue un recurso interesante porque involucra cuestiones de interaccionismo simbólico, difíciles de medir y que exceden la imagen televisiva”.
Así como sucedió en 2015, especialmente con el que protagonizaron Macri y Daniel Scioli, el debate es un formato televisivo que ha sido analizado desde múltiples dimensiones, en muchos casos en desmedro de su complejidad como fenómeno de comunicación política. En comparación con aquella edición, la versión del domingo tuvo aproximadamente 20 puntos menos de rating. Según Fernández, el análisis que sólo se queda en ese enunciado, queda trunco. “Midió la mitad, pero igual es un montón y demuestra que suscitó interés -afirma-. Además, la población politizada ronda el 20 o 30 por ciento; el resto lee la información y toma sus decisiones de otras maneras. Y eso es otra cuestión”.

«El twitteo es un fenómeno minoritario en la sociedad y un candidato tiene que conseguir diez millones de votos», advierte Fernández.
El impacto asociado a lo que sucede en las redes sociales es otro de los puntos sobre los que advierte Fernández, desde la legitimidad de ser un especialista en el tema, luego de haber estudiado esas plataformas por más de diez años. “Siempre hay que pensar, cuando analizamos Twitter y sus tendencias, que los usuarios de esta red representan un sexto de los de Facebook y que, de aquellos que la utilizan, sólo twittea un 20%. El twitteo es un fenómeno minoritario en la sociedad. Son signos, pero un candidato tiene que conseguir diez millones de votos, no dos”.
Una de las críticas que se repite en los distintos espacios, especialistas y discursos que abordan el debate presidencial del domingo asegura que el formato elegido fue, en definitiva, negativo. “Antidebate”, “pobre”, “acartonado” y otras definiciones se han elegido para criticar el diseño. Fernández, que dirige la revista Letra, imagen, sonido. Ciudad mediatizada, piensa distinto. “A mí el debate me resultó muy interesante: creo que sirve para presentar propuestas y para discutir, porque de hecho todos los candidatos interpelaron en algún momento a alguno de los otros”, señala. “El diseño del debate se puede mejorar, obvio, pero me parece interesante porque impide una costumbre discursiva argentina que es encimar un emisor con otro -agrega-. Este formato permite que cada enunciador preserve su espacio de enunciación particular en el conjunto del sistema enunciativo. Dicen que aburre porque se divierten con los programas de paneles, pero esto es un debate político y, dentro del formato planteado, incluso fue picante”.
La transmisión del debate entre los seis candidatos a la presidencia tuvo cortísimos planos generales -donde se los pudo ver simultáneamente a todos-, mientras que la pantalla dividida -que ofrece al mismo tiempo la imagen del orador y otra de la misma escena- fue uno de los recursos televisivos que no apareció. Y sin embargo, en todo caso, para Fernández esas fueron restricciones para quienes veían el debate, pero no para sus protagonistas: “Sí es verdad que, como espectador televisivo, el hecho de quitar el recurso de campo-contracampo y otras posibilidades de montaje limitaron la oferta visual. Pero los límites fueron en todo caso en ese sentido y no en relación con la argumentación política. Fue pobre desde lo televisivo, no desde lo argumentativo. Lo que pasa es que se critica el diseño del debate porque se confunde lo mediático con el discurso político”.
Lo concreto es que el debate presidencial invitó a reflexionar sobre la relación entre sus dimensiones política y comunicacional. Todavía no se terminó de pensar acerca de lo que sucedió allí y ya comenzó la cuenta regresiva para el segundo y último debate: será este domingo 20 de octubre, justo una semana antes de los comicios, y los tópicos esta vez serán Empleo, Producción e Infraestructura; Federalismo, Calidad Institucional y Rol del Estado; Desarrollo Social, Ambiente y Vivienda; y Seguridad. En la Facultad de Derecho de la UBA, unos y otros, los seis candidatos y los espectadores que se prendan a la transmisión, se volverán a encontrar pantalla de por medio.

Oct 16, 2019 | Géneros, Novedades

“La palabra ancestra no existe en el diccionario, si la buscan aparece error», subrayó Navarro.
El taller de Ancestras se dictó en el SUM de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP. El aula se fue llenando de mujeres, el primer día lluvioso del 34º Encuentro Nacional de Mujeres hizo que disminuyera el número de asistentes.
Hubo mujeres viejas, mujeres jóvenes, mujeres nenas. Hubo mujeres con bastones, mujeres con arrugas y sin arrugas, mujeres de todos los colores, todas con el pañuelo verde. Estaban sentadas en sillas y en el suelo, en forma de círculo.
Mónica Navarro, gerontóloga coordinadora del taller, tomó la palabra y definió el nombre de este taller: “La palabra ancestra no existe en el diccionario, si la buscan aparece error. Nosotras nos hemos propuesto resistir a la idea de que lo único que existe, el modelo de todas las cosas es lo masculino.”

Sexualidad, VIH, mandatos, menstruación fueron algunos de los temas que circularon en el taller de ancestras.
Navarro explicó que así como la repetición de las desigualdades construyen mujeres que las naturalizan, si las mujeres construyen actos que resisten a esas desigualdades se va a poder romper con ellas. Pero para eso, se necesita recobrar la historia.
Cada mujer entró mojada por la lluvia y apurada. Contrario a lo que se podría esperarse, hubo más mujeres jóvenes que viejas.
Navarro hizo presente la primera pregunta del taller: ¿Que son las ancestras? ¿En qué pensamos cuando pensamos en ancestras?
Despùés le dio la palabra a cada mujer, de a una y en el orden en el que la fueron pidiendo. Para hacer uso de ella se iban un objeto. Había manos ansiosas levantadas, la mayoría pertenecvían a las mujeres más viejas.
Una mujer de pelo gris contó su historia, con la voz fuerte y clara:
“Mi abuela fué para mi lo máximo, crió seis hijos soltera. Separarme fue una lucha terrible. Sufrí maltrato psicológico, donde constantemente recibía: ‘No podés’, ‘callate’, ‘sos una inútil’, ‘no sabés’. Mi lucha interior era ‘sí lo voy a hacer’, ‘sí lo voy a lograr’, ‘sí puedo’. Todo ese sí era porque si mi abuela pudo ¿Por qué yo no? Yo lo logré, logré salir, y siento que si yo lo logré fue por el ejemplo de ella.”

“Lo que me quedó de mis ancestras es que había que casarse con un muchacho bueno», recordó una de las participantes.
La palabra pasaba alrededor del círculo, una de las mujeres del pelo más blanco no dejaba de asentir con la cabeza y agradecer cada historia y a cada mujer, gesticulando con su bastón.
“Para mí aparecía la imagen de mi madre, casi por contraejemplo. A veces son aquello que vimos construido en relación a una tradición de la mujer para la casa. Mi madre fue una mujer que renunció, sin saber que renunciaba, a cosas que le gustaban, porque cantaba maravillosamente bien, y siempre decía que si hubiera sido en otra época habría querido ser actriz. Para mí, el recorrido fue desprenderme de eso, y ser otra ancestra para mis hijas, para mis sobrinas, que están hoy en los talleres. No quedarme con esa renuncia, ya tuvimos una historia de mujeres que renunciaron a demasiadas cosas. Sí, fueron muy valientes, hicieron mucho lo que tenían que hacer, nos cuidaron, pero ya es suficiente, hemos pagado un precio altísimo con nuestras ancestras. No tenemos más culpas que pagar, es hora que podamos elegir lo que queremos ser.”
Entonces, Navarro pidió nuevamente la palabra: “En las discusiones, con las peleas, con las acciones, nuestras ancestras también nos transmitieron el malestar de la manera en que pudieron. Incorporaron toda esa represión en sus vidas no sin haber pagado el precio. Sin las mujeres que arriesgaron todo, no sabríamos que tenemos derecho a replantear esos mandatos e incluso a pensar que los derechos sobre nuestro cuerpo no tienen vencimientos.”
Hoy es creciente el número de mujeres viejas con VIH. Navarro explica que esto se debe a la invisibilización del cuerpo de la mujer después de la etapa reproductiva. “La mujer no es un ser sexuado, no tiene derecho a sentir placer hasta su muerte para las políticas públicas.”

“¿Por qué nos negamos a procesar la edad con el género?», preguntó Navarro.
La siguiente mujer en tomar la palabra es rubia, cuenta su historia, tiene sesenta años y se considera a sí misma ya una ancestra:
“Lo que me quedó de mis ancestras es que había que casarse con un muchacho bueno, que había que ser servicial, alegre, una buena chica, que había que bancarse absolutamente todo. Había que odiar a figuras como Eva Perón, que era la puta, la prostituta. En la adolescencia miré a esas abuelas mayores, pude entender todo lo que les hubiese gustado ser y no pudieron. Después de muchos años, les agradezco infinitamente a todas ellas, porque me pusieron el grito, pude gritar y decir basta, hasta acá. A partir de ahí no dejé nunca de gritar. Me considero una ferviente militante feminista.”
Tras estas palabras, desnudó su brazo, mostró un tatuaje de colores vivos sobre la piel arrugada: un puño en alto que sostiene un pañuelo verde. Irrumpió un segundo de silencio, de reconocimiento.
Los relatos se superponían. Hablaban sobre la edad, sobre el género y la vejez. Mujeres jóvenes y viejas contaban sus historias. Navarro preguntó: “¿Por qué nos negamos a procesar la edad con el género? ¿Qué le querés arrebatar al patriarcado?”
Una señora levantó la mano con tanta insistencia que hizo reír a todas. Dijo: “Estaba mirando el listado de los talleres, se filtra hasta en los encuentros de mujeres el patriarcado. Hay una charla que habla sobre cuerpos menstruantes, la mujer sirve cuando está en un periodo de reproducción ¿No es cierto? Pero no hay ningún taller que hable sobre la época del climaterio, seguimos siendo mujeres. Le quiero arrebatar al patriarcado lo reproductivo.”
Un aplauso general la interrumpió y no la dejó continuar, este aplauso duró largo rato. Pero ella agregó: “No somos solo incubadoras.”
Las respuestas siguieron llegando y se hicieron unísonas. ¿Qué quieren arrebatarle al patriarcado?. El miedo, los femicidios, el no te metás, la represión, los travesticidios, el silencio, la plurinacionalidad, el dominio sobre los cuerpos.
Las mujeres se reían, festejaban y aplaudían. Cada nueva respuesta se llenaba de alegría el aire.
Una artista rosarina, entonces, se ofreció a cantar. El encuentro cerró con “Lavanderas de Río Chico”, como homenaje a las ancestras. Se le unían las voces del resto de las participantes. Se reían cuando se equivocaban. Las jóvenes, las nenas y las viejas se volvieron una sola voz.
Desde lejos se las ve,
sentadas en la arena
lavando ropa en el río.
Pueblo duro en ademán,
con la carga en la cabeza
vienen cantando y se van.
Oct 16, 2019 | Géneros, Novedades

Según datos oficiales del Observatorio de la Violencia contra las Mujeres entre los años 2015 y 2018 las llamadas a la línea 144 relacionadas con violencia de género han aumentado en un 65 por ciento, pasando de 48.331 a 79.753 casos.
Ante esta situación, los gobiernos de distintos niveles se ven obligados a tomar medidas precautorias para intentar proteger a las mujeres y niños que sufren violencia de género, quienes no suelen estar bien informados sobre sus derechos y los pasos a seguir para realizar una denuncia. Malvinas Argentinas, Tigre y San Martín son algunos de los municipios de la provincia de Buenos Aires que han avanzado con políticas públicas en el tema.
Un lugar para la Familia
Elizabeth Farese, quien está a cargo de la subsecretaría de la Mujer, Niñez y Adolescencia de la Municipalidad de Malvinas Argentinas, en conversación con ANCCOM explicó cuáles son las políticas de género implementadas desde el Municipio encabezado por Leonardo Nardini. “Lo que hacemos en la Subsecretaría es asesorar y contener a las mujeres que sufren violencia de género y a los niños en situación de abuso y vulnerabilidad. Se trata de acompañar a la mujer que está sufriendo estas situaciones. Sin embargo, cuando nosotros hablamos de mujeres no nos estamos refiriendo solamente a la señora que sufre violencia de género, sino que integramos a todos, hasta hombres que pasan por la misma situación”.
Según los datos de la Subsecretaría que fue creada el 11 de diciembre del 2015, los casos de violencia de género en el Municipio fueron aproximadamente diez mil en tan sólo un año y más de veinte mil hasta el 2018. “En nuestra institución, la señora con violencia de género se acerca a la subsecretaría y se la atiende de manera espontánea, las puertas están abiertas de 8 a 18. En recepción sólo le pedimos el nombre y apellido y automáticamente entran a un box privado a hablar con profesionales. La idea es no re-victimizarla y evitar que cuente reiteradamente lo mismo”.
Además, el 8 de marzo del 2019 se creó el Centro Integral para la Mujer de Malvinas Argentinas, un lugar que cuenta con doce departamentos individuales tipo dúplex, en donde las víctimas que no pueden estar en su casa tengan un sitio donde estar protegidas. Entre los proyectos a realizar está en agenda crear la Casa de Niñez y la Fiscalía Descentralizada de Género de Malvinas. Asimismo, se han cerrado la totalidad de los prostíbulos y han incorporado hasta un 60% de personal jerárquico femenino.

Alertas y botones antipánicos
Otro de los Municipios que ha puesto en marcha acciones en cuestiones de género es Tigre -encabezado por Julio Zamora-, que en lo que respecta al área de Fortalecimiento Familiar ha tenido, tan solo en el primer trimestre de este año, 1.652 casos de violencia de género, de los cuales 421 son nuevas denuncias.
Roxana López, encargada de la secretaría de Desarrollo Social Municipal habló con ANCCOM sobre las medidas políticas tomadas y cómo afectan a la población: “Nosotros tenemos el Alerta Tigre y el sistema DAMA que permite que las mujeres se sientan respaldadas y acompañadas. El primero es un botón que las víctimas tienen ante situaciones de violencia. Ellas tocan el interruptor e inmediatamente se comunica un operador con ellas”, comenta Roxana entusiasmada. “Por otro lado, el sistema DAMA consiste en un botón de pánico georeferenciado que les permite a estas mujeres, si lo necesitan, solicitar en apenas dos segundos ayuda inmediata al Centro de Operaciones Tigre (COT) o al 911, quienes se dirigirán al lugar para asistir a la víctima. Actualmente contamos con 250 botones en funcionamiento”.
El municipio también cuenta con capacitaciones financiadas con dinero municipal para reinsertar a la mujer en el ámbito laboral luego de la violencia. “La idea es tener planes en concreto según la realidad que haya sufrido cada víctima para lograr un proyecto de vida”, afirma López. Además, el Municipio de Tigre cuenta también con un Centro Nocturno con cuatro casas convivenciales, que tienen distintas habitaciones para mujeres que sufren violencia de género y niños en situación de abrigo. “En un mes estaremos inaugurando ocho viviendas más para esta causa”, comenta la subsecretaria. Entre las medidas a desarrollar, aparece la propuesta de crear un Consejo Municipal de la Mujer para repensar y a plantear nuevas políticas públicas que tengan que ver con el género y el municipio en general.

Amparos
San Martín, a cargo del intendente Gabriel Katopodis, cuenta con un sistema de protección integral para mujeres que padecen violencia que se divide en tres programas: “Sin Violencias”, “Amparo” y “Tratamiento Grupal para varones con conductas violentas”. Según datos oficiales del Municipio, desde su puesta en marcha en 2012, más de 5.300 mujeres recibieron asistencia. El Programa Sin Violencias realiza cerca de 350 atenciones por mes brindando asistencia gratuita a través de un equipo de profesionales que acompaña a las mujeres en situaciones críticas. Desde la Municipalidad afirman que se trata de un trabajo en conjunto con juzgados de Familia, la Comisaría de la Mujer, fiscalías y otras áreas municipales. Por otro lado, el Programa Amparo está destinado a la protección de mujeres en situación de alto riesgo, a través de un trabajo conjunto con el Área de Protección Ciudadana y la incorporación de dispositivos tecnológicos para la protección y asistencia inmediata, como el botón antipánico y la tobillera a agresores que se coloca por disposición judicial. San Martín también cuenta con una Casa Segura para el resguardo de las víctimas y sus hijos.
Una de las particularidades de las políticas del municipio es el “Programa de Tratamiento Grupal para varones con conductas violentas” que tiene como objetivo reconocer el daño causado, y modificar las prácticas y las formas de vinculación para terminar con la violencia basada en la desigualdad de género.

Un trabajo en equipo
Si bien los proyectos para disminuir esta problemática se han multiplicado, es relevante que estén acompañadas de buenas políticas de salud pública para proteger a las víctimas. Un claro ejemplo es el de Paola, quien sufrió violencia de género por parte de su pareja. Madre de cuatro hijos y tras un hecho del cuál prefirió no entrar en detalles, ingresó al Centro Integral de Malvinas Argentinas con su familia. Sin embargo, una semana después, tuvo que ser operada de urgencia por problemas en su vesícula. Afortunadamente, sus hijos quedaron a cargo del Municipio mientras ella se recuperaba en el hospital municipal. Luego, una vez dada de alta, continuó con la denuncia penal para volver segura a su hogar y valora la asistencia del municipio para poder salir de la situación de violencia.
A pesar de que los municipios están al tanto de estas violencias y tienen políticas para buscar una solución, es llamativo que trabajen por separados y no tengan un proyecto en común. Todos los partidos mantienen un anonimato de sus víctimas por seguridad, pero eso no es un impedimento para juntarse y trabajar en equipo. Elizabeth Farese expresó que tienen una relación, pero no un proyecto en conjunto. “Si hay alguna jornada interactuamos con otros municipios o si hay alguna victima que tiene familia en varios municipios si nos encargamos de que estén al tanto del tema”. Roxana Lopéz también se vio predispuesta a un posible proyecto intermunicipal: “La verdad es que cada uno va por lado, pero tengo intención de hacer algún encuentro de secretarios para compartir y tomar ideas ya que los municipios quedamos muy solos y cada uno resuelve como puede y con los recursos que tiene”. Finalmente, unos de los temas en los que no hubo discusión fue el poco aporte del Estado Nacional a esta problemática. Aunque existen fondos del Gobierno Provincial, frente a un mapa de una crisis económica termina resultando demasiado poco.
Oct 16, 2019 | Géneros, Novedades

«Cuando te ponés la lente ESI, no te la sacás más”, asegura Aranda.
El “Comando ESI” es una organización que surge en la urgencia. Contra los intentos de secuestros y violaciones en la zona de Florencio Varela, un grupo de mujeres salió a combatir tabúes y multiplicar los contenidos de la Educación Sexual Integral.
ANCCOM acompañó a Ayelén Aranda y a Guadalupe Ruíz en una jornada de militancia. Fue un sábado a las 10 de la mañana, de un día bastante nublado, gris y fresco, que armonizaba con el cemento del playón, donde suele reunirse el grupo “Scout Peñi-hue” del distrito 2, de Florencio Varela. El grupo está compuesto por 64 pibas y pibes, de entre 7 y 21 años.
El lugar se recuperó y sigue reconstruyéndose a pulmón, por el trabajo de 15 padres, madres y docentes, para que los chicos puedan desarrollar allí sus actividades. La sede se encuentra sobre Avenida Eva Perón, a seis cuadras de la estación Florencio Varela.
La pava eléctrica se apagaba otra vez para llenar el último termo para el mate. Arrancaron la charla las coordinadoras invitadas del “Comando ESI”.
Ayelén rompió el hielo: “¿De qué hablamos cuando hablamos de ESI?” Explicó que es una ley sancionada en el 2006, que su potencial está en el contenido y que su aplicación es fundamental porque implica avanzar en los derechos de niños, niñas y niñes. Una ley que está basada en el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.
Aranda dijo que hablar de ESI es hablar de una educación sexual transversal, que no se limita a lo sexual, sino que tiene en cuenta cuestiones como la afectividad, los vínculos saludables, la toma de decisiones y básicamente el respeto a las diferencias. Es una perspectiva de derechos integral, un cambio en la mirada frente a la propia vida y en cómo nos vinculamos con los demás, con los prejuicios y mitos.
“Es hacer foco en lo cotidiano -continuó Ayelén-, en las desigualdades, en los micro-machismos, en el humor y en cuestionarse aquello que nos causa risa. Y no es que con la ESI se pierde el humor, es ponerte ‘la lente ESI’ y desde ese momento no te la sacás más”.

“¿Por qué poner en una nota ‘señores padres’, si no sabés con quién vive esa piba o pibe?», se pregunta Aranda.
Talleres que deconstruyen
Durante el taller, Ayelén narró un relato que ayudaba a las presentes a posicionarse en otro lugar. Luego, se dividieron en grupo, charlaron y se entretejieron experiencias, desde esa nueva óptica.
Guadalupe tomó la palabra y se instaló desde su experiencia: la práctica docente. Así les explicó a las participantes la importancia de deconstruir colectivamente para visibilizar modos que atraviesan el cotidiano. “¿Por qué poner en una nota ‘señores padres’, si vos no sabés con quién vive esa piba o pibe. Directamente decimos: ‘Familia’. O preguntar: ‘¿Cómo querés que te llamen?’
En una clase de Biología, en la que tuvo que hablar sobre la estructura del ADN, Ruíz comentó que incluyó en la explicación la historia de la científica Rosalind Franklin, que descubrió el ADN y cómo fue estafada por Watson y Crick, quienes se quedaron con el premio Nobel. “Yo sigo dando Biología, pero problematizo esas cosas”, contó.
¿Por qué explicar por la negativa? ‘Tenés que usar forro, porque si no, te agarrás sífilis, HIV o la dejas embarazada’. En cambio, si explicamos por la positiva, decimos: usá forro, así podés disfrutar placenteramente de tu sexualidad con la otra persona.
Los insultos también los desarmamos junto con los alumnos. “¿Qué quiere decir? MMLPQTP, ¿Las putas tienen la culpa?”, preguntaron.

El comando ESI nació en 2017 tras una serie de intentos de secuestros a chicos de Florencio Varela.
El cuidado del cuerpo como hábito
Uno de los ejes más importantes de la ESI es el cuidado del cuerpo, en términos de hábitos. Guadalupe lo plantea como un desafío, en términos de cómo un adolescente se va a cuidar con preservativos, cuando no tiene hábitos de cuidado en general. Ella afirma que por más que tenga a mano un preservativo, es posible que no vaya a usarlo. “Los chicos muchas veces vienen enfermos a la escuela, con fiebre, tuberculosis, sarna… -describe-. Prefieren ir a la escuela porque si se quedan en sus casas tienen que cuidar a los hermanos, padecen frío, o deben limpiar. En esas condiciones, ¿cómo hacés para que use forro? La respuesta sería lograr que comprenda que con el forro puede disfrutar plenamente de la sexualidad”.
Mariana Vega, jefa del grupo “Scout Peñi-hue” contó que la necesidad de abordar la ESI es para el trabajo con los 64 chicos y chicas. Comentó que muchos de los chicos que asisten asisten a escuelas privadas, donde no se trabaja sobre ESI y es muy necesario empezar a tratar con ellos y ellas sobre estos temas. “Vos te das cuenta, como adulta, que hay algún pibe que se siente diferente y hay que ver cómo acompañarlo desde la escucha. Es muy importante”.
Una experiencia de militancia fuera y tras las rejas
Guadalupe Ruíz es profesora de Biología, en Nivel Medio y en la cárcel de Florencio Varela, con especialización en Educación Sexual Integral. Le contó a ANCCOM cómo decidieron armar el “Comando”, en 2017, a raíz de una serie de intentos de secuestro en las puertas de las escuelas en Florencio Varela y de la violación de una nena de 13 años, por la pareja de su madre, un vicedirector de escuela. La Clínica del Niño de Quilmes no aplicó el protocolo, por lo que la niña fue sometida a un proceso de sensibilización y fue madre.
¿Cómo se organizaron?
No teníamos muy en claro qué hacer, pero teníamos que armar el Comando ESI. Teníamos que hacer alguna acción, darles estrategias, o ver qué recursos les podíamos facilitar a las pibas, para evitar los secuestros y las violaciones
¿Cuál es el mayor desafío al que tienen que enfrentarse?
El desafío mayor a la hora de armar los talleres para trabajar la ESI fue vencer la resistencia de los y las docentes y el miedo a las familias. Esto es el producto de una formación biomédica.
¿Cuál creés que es el factor fundamental de esa resistencia?
La ESI es liberadora, los pibes y las pibas adquieren mayor autonomía, poder de decisión, mayor libertad, van a conocer mejor sus derechos. Pero hay muchos sectores a los que eso no les conviene.
¿Cómo se armaron los talleres?
De a poco, íbamos por los barrios, por las escuelas, empezamos a viajar y llegamos al Chaco. Este año tuvimos un gran logro, porque nos invitaron al Encuentro Nacional de ESI, en Santiago del Estero. Pero uno de los grandes problemas que teníamos eran los recursos, porque si dabas un taller de abuso, por ejemplo, después no había estructura para contener toda esa demanda. Entonces decidimos capacitar a los docentes, darles herramientas para poder replicar en las aulas la ESI, trabajar la prevención con mucha paciencia. Es un trabajo de hormiga, porque es muy lento y hay que hacerlo con mucho amor.
¿Cómo trabajás la ESI en contextos de encierro?
Es mucho más complejo y tenés que pensar todo mucho más, porque nunca sabés a quien tenés enfrente. Pero tampoco hace falta saber a quién tenés en frente para trabajar en cárceles. Sabemos que en las prisiones están los más pobres, los perejiles. Como profesora trato de generar un poquitito de empatía por el otro. Por ejemplo, en una cárcel de hombres, uno trató a otro de ‘trabuco’ y bueno, a veces no sé cómo controlarme… ‘¿Qué?’, le dije haciéndome la sorprendida. ‘Se dice travesti, transexual o transgénero’, contesté. Y me respondió: ‘Acá se dice trabuco’. ‘¿Acá? ¿A dónde?’, continué. ‘Acá, en la cárcel’, insistió. ‘No’, le aclaré, ‘de esa puerta para acá estás en la escuela, de esa puerta para allá estás en la cárcel. Así que acá estás en la escuela y tenés que hablar como corresponde’. La homosexualidad en las cárceles es muy complicada, genera mucha violencia, de las mujeres no se habla. Sabemos que hay muchas relaciones homosexuales sin consentimiento, pero eso nadie lo va a blanquear, son cosas que quedan ahí adentro. ESI es acompañar desde la empatía. O si das ‘aparato reproductor’, es un posicionamiento político. En cambio yo utilizo ‘aparato genital’, no hablo de mujeres embarazadas, sino de personas gestantes, el tema de sus derechos. Después salen temas de la mujer, de sus hijas. El otro día salió la cuestión de la masturbación, porque estábamos hablando del aborto y yo les decía que estábamos ante una desigualdad erótica en la relación entre la mujer y el varón… y uno saltó y dijo: ‘Pero las mujeres disfrutan, les gusta’. Entonces le pregunté: ‘Si vos tenés una hija de 14, que está en el baño masturbándose, ¿qué hacés?’ Y casi se descompone el hombre con la pregunta. Pensó un poco y dijo: ‘Y la saco cagando’. ‘Y si tu hijo de 15 se está masturbando en el baño, ¿qué hacés? ‘Lo dejo’, contestó. ‘Ah, ¡viste! No le permitís el placer a tu hija, bueno así la sociedad no nos permite el placer a las mujeres’.
Autogestión
Comando ESI, es un proyecto autogestivo, independiente, que no recibe ningún tipo de ayuda económica de ninguna institución, ni empresa, ni estructura partidaria. Se autofinancia a partir de comercializar en los encuentros materiales de consulta, que las coordinadoras editan, así como pins y calcos. El pago de los viáticos corre a cuenta de quienes las convocan. Trabajan en el Conurbano Bonaerense.