Somos Cultura

Somos Cultura

El primer festival interdisciplinario de centros culturales, Somos Cultura, se realizó el pasado domingo en Palermo para exigir una ley de fomento que los potencie y reclamar por el reconocimiento de estos espacios como lugares donde vive, nace y se difunde el arte independiente y autogestivo.

La organización estuvo a cargo de los espacios Casa Doblas y Casa Sofía y contó con el apoyo del colectivo Construyendo Cultura  y de Meca (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos). También se sumaron “El tango no se clausura” y varias organizaciones que nuclean a las milongas porteñas.

En el acto central se leyó un documento en el que se enumeraron las problemáticas que sufren hoy los centros culturales. En primer lugar, sin dudas, se encuentran las recurrentes clausuras realizadas por la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad de Buenos Aires.

La consigna del evento: “Somos cultura. No somos el Ministerio de Cultura”.

En el año 2014, la Legislatura porteña sancionó la Ley de Centros Culturales que les permitió y reconoció, por primera vez, las particularidades que competen a estos espacios de acuerdo a la variedad de actividades que se realizan: obras de teatro, recitales de música y poesía, lecturas, circo, etc. Sin embargo, en la práctica la ley no es respetada por los agentes gubernamentales que se acercan a los espacios sin conocerla y exigen requerimientos que le corresponden a otro tipo de espacios, como teatros comerciales o clubes nocturnos. Para enfrentar estas arbitrariedades, un grupo de abogados especializados en la temática cultural asesora de manera gratuita y acompaña a los centros cuando necesitan levantar una clausura o apelar una multa. “Hace unos meses – recordó Lucas Castro, de Casa Doblas-  tuvimos una clausura pero pudimos levantarla porque los abogados encontraron errores en el acta labrada por los inspectores. De todas formas, tuvimos que cerrar todo un mes y eso nos perjudicó económicamente. Logramos pagar el alquiler gracias a la ayuda de la gente que suele concurrir a nuestro espacio, que donó su arte y vino a pasar el fin de semana en el espacio para que podamos recaudar lo que no pudimos juntar en el mes”.

Este año, a las dificultades ocasionadas por las recurrentes clausuras, se les sumaron los aumentos exponenciales de las tarifas de luz, gas y agua que, en algunos casos, superaron el mil por ciento y determinaron el cierre de algunos centros culturales y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. “En Casa Sofía -Julieta Hantouch-, en marzo de 2016 pagábamos 350 pesos de luz y este mes nos llegó una factura por 3.200. Así se hace difícil sostener un espacio en el que no solo hay trabajadores de la cultura que llevan adelante estos espacios organizando fechas, armando la comunicación, atendiendo la barra o realizando el mantenimiento del lugar, sino que también es una fuente laboral para los músicos, actores, artistas plásticos y todos aquellos que eligieron a la cultura independiente como su profesión. A veces se cree que porque hacemos lo que nos gusta no podemos ganar un sueldo a cambio, como si el trabajo tuviera que ser sufrimiento, hacer algo que no nos gusta para vivir y dejar lo que disfrutamos para el tiempo libre”.

En el acto central se leyó un documento en el que se enumeraron las problemáticas que sufren hoy los centros culturales.

El reclamo central también apunta a un mayor presupuesto para la cultura independiente que justamente, por no ingresar en los circuitos oficiales o comerciales, no es reconocida por el Estado.

Los centros culturales, explicaban desde el escenario de Palermo, no pueden hacer frente a los gastos que implican la habilitación, los tarifazos ni las multas por cluasuras. Esas dificultades –decía la voz que estallaba en los parlantes- deja estos espacios desamparados y los obliga a trabajar en la clandestinidad.

Ante esta situación el festival realizado el pasado domingo también expresó la necesidad de una ley de fomento que reconozca las particularidades de estos espacios e impulse el desarrollo como sector asignando un presupuesto que les permita desarrollarse y funcionar dentro de un marco legal.

El festival además de una manifestación del sector fue un ejemplo de la falta de apoyo que recibe, tanto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como de la Nación. Los centros culturales que organizaron el festival accederiedon al recurso que le otorgó el programa Festejar, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación que aportaba el escenario, los recursos técnicos y los trabajadores que los operaban pero no consideró que sobre ese escenario iban a estar músicos, bailarines, presentadores. Para ellos no se brindó ningún recurso económico, poniendo sobre la mesa el desconocimiento de los trabajadores culturales. De todas formas, la causa del festival logró reunir a una gran cantidad de artistas de diferentes disciplinas, a los trabajadores de los centros culturales y a muchas personas que se acercaron para apoyar del reclamo.

Los organizadores observaron con sorpresa, cuando una cuadrilla armó el escenario, que a sus costados dos banners gigantescos publicitaban a los ministerios de Cultura y Turismo de la Nación. Ante esta situación, dos bandas desistieron de brindar su show. Para aclarar la situación, los espacios convocantes colocaron carteles artesanales que decían “Somos cultura. No somos el Ministerio de Cultura”. La frase se repitió en la lectura del documento final.

 

Actualizado 11/10/2017

 

                                          

 

Los secundarios no levantan sus reclamos

Los secundarios no levantan sus reclamos

Dentro de la gran extensión de verde del Parque Avellaneda se encuentra la Escuela N°2 Ernesto Che Guevara. El sábado último fue la elegida para la reunión de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB), la organización en la que se nuclean los representantes de los centros de estudiantes de los colegios secundarios públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Cuando se reúnen, hablan de las problemáticas que implican a sus colegios, pero desde que conocieron los lineamientos de la reforma Escuela Secundaria del Futuro, impulsada por el Gobierno porteño, las reuniones se dieron con más asiduidad y comenzaron a nuclear a más estudiantes, como no ocurría desde hace cinco años cuando apareció la anterior reforma en 2012, denominada Nueva Escuela Secundaria (NES), sistema que actualmente transita el cuarto año en las escuelas piloto, y el tercero en las demás.

Los estudiantes están a la espera de la resolución del recurso de amparo presentado la semana pasada por la asesora tutelar de primera instancia, Mabel López Oliva, y el asesor tutelar de la cámara, Gustavo Moreno. Este amparo pidió la suspensión de la implantación de la reforma educativa en todas las escuelas para que se garantice un procedimiento previo con acceso a la información pública de la reforma  y un espacio para el debate. La jueza porteña en lo Contencioso Administrativo, Andrea Danas, no dictó una medida cautelar contra la reforma educativa en la Ciudad de Buenos Aires pero citó a los interesados a que en el plazo de 10 días se presenten a declarar en el expediente para hacer valer sus derechos.

Los estudiantes, si bien entienden que se necesita una reforma educativa, piden la anulación total de esta por los puntos que vienen cuestionando desde que se iniciaron las tomas: las prácticas pre-profesionalizantes gratuitas como tiempo de estudio durante un cuatrimestre del último año de la escuela media (sumado a la formación en emprendedurismo); el modelo de clase que contempla un 70 por ciento de aprendizaje autónomo del alumno, por sobre un 30 por ciento de tiempo con su docente; la pérdida de contenidos, la organización de contenidos en áreas temáticas en vez de materias y la falta de información de cómo se va a realizar la reforma.

Hoy, miércoles, se realizó una movilización desde el Congreso de la Nación, para continuar con la visibilización del reclamo que subsiste aunque las tomas cesaron. «Las tomas fueron una manera de romper el cerco mediático. A partir de la lucha logramos que mucha gente se entere de que se quería imponer una reforma en la escuela secundaria», dijo un integrante de la Coordinadora de Estudiantes de Base. Un alumno de la Escuela Lenguas Vivas explicó que lo que más cuestionan, además de los puntos de la reforma, es que no haya una instancia de diálogo real en donde se puedan plantear estos problemas, ya que las reuniones que tuvieron con el Ministerio de Educación fueron más bien informativas. «Nosotros planteamos la anulación total de la reforma Escuela Secundaria del Futuro porque con la NES pusieron una prórroga y finalmente fueron solo jornadas informativas. Las reuniones tienen que ser resolutivas», dijo en la misma línea un alumno de la Escuela Técnica Ingeniero Eduardo Latzina para explicar que, aunque el recurso de amparo presentado por la asesoría tutelar es un paso importante, el espíritu de la reforma podría ser el mismo si no se hacen reuniones que ejecuten las propuestas de otros sectores de la comunidad educativa.

Para una joven de la Escuela Técnica Química N°27 Hipólito Yrigoyen, el paso a seguir es hablar con la gente en los barrios, ya que como las tomas se hicieron muy rápido, mucha gente no conoce bien por qué se realizó la medida: «Algunos centros de estudiantes no pudimos hacer toma porque no nos dio el tiempo para poder informar y que se sumaran alumnos. Hay colegios con centros más fuertes y de mayor tradición política, en cambio, en mi escuela es difícil hacer política».

Un tema central en la reunión la CEB de esta semana fue el caso del abuso ocurrido que tomó relevancia mediática la semana pasada. Una alumna del Colegio Nacional Buenos Aires contó angustiada a los demás: «Mi compañera quedó expuesta. Hay casos de abusos en todos los colegios y no se dice nada. El lío que se armó es porque fue en una toma, no por el abuso en sí». Además, explicó a ANCCOM que se había pedido que se tratara el tema institucionalmente y que no se explicitara que fue en situación de toma pero, a partir de una carta que realizó el director, llegó a la comunidad educativa y luego a los medios.

Una joven de la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia compartió con sus compañeros que sigue cursando con un alumno que la violó. En mayo hizo la denuncia, pero la abogada del alumno no permitió que fuera el alumno se cambie de turno. Mientras la alumna hablaba, algunas de sus compañeras se conmovían.

Los alumnos siguen debatiendo en sus colegios cómo seguir la lucha respecto a la reforma educativa, principalmente porque temen que se sigan profundizando los problemas que ya tuvieron con la anterior reforma, ya que el plan Escuela Secundaria del Futuro no es un cambio curricular, sino una profundización metodológica de la misma NES, y propone seguir implementando la organización de los contenidos por áreas. Intenta integrar las distintas materias, sin afectar los contenidos de cada una, en cuatro áreas de conocimiento: Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias Sociales y Humanidades, Comunicación y Expresión.

El alumno de la Escuela Nº35 Eduardo Latzina, que ya transitó uno de los cambios de la NES que se implementó en 2012, explicó que con la anterior reforma le sacaron dos horas curriculares de Matemática y que su escuela está especializada en automotores y computación. Desde la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, un alumno explicó que a ellos la reforma no los implica porque su colegio depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA) pero que apoyan por solidaridad con los colegios y en defensa de la educación pública. Además, considera que a futuro podría afectarles, ya que con la reforma NES, la UBA luego implementó una reforma parecida. Otra alumna, integrante de la Coordinadora de Estudiantes Base dijo que la NES trajo problemas en cuanto a las correlatividades y muchos compañeros no entendían contenidos de las materias por esta razón.

Los problemas edilicios son otro punto importante que integrantes de la comunidad educativa buscan resolver antes de pensar en una reforma. Padres y docentes de la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia organizaron un festival barrial el sábado último, para manifestarse en contra de la reforma Escuela Secundaria del Futuro, y para pedir por la continuación de la obra donde se estaba realizando el nuevo edificio para la escuela. La obra fue suspendida en marzo de este año. Un alumno del profesorado de Bellas Artes que cursa en el colegio explicó que piden el edificio desde hace casi quince años, ya que el anterior quedó chico porque se empezó a cursar el profesorado de su disciplina. «Faltaban seis meses para que termine la obra, pero rescindieron el contrato a la empresa por una supuesta sobrefacturación. Ahora la obra se está llenando de humedad», dijo a ANCCOM un delegado de los cooperadores escolares de la Comuna 9. En la Escuela Nº 2 Ernesto Che Guevara hay problemas edilicios que todavía no se resuelven, según una alumna el techo de una parte del edificio está muy deteriorado, y temen que se caiga. Una estudiante de la Escuela Técnica Química Nº 27 Hipólito Yrigoyen dijo que con la implementación de la reforma NES se les había prometido un laboratorio que nunca se hizo. A su vez, esta alumna quiso reflexionar sobre el movimiento del alumnado frente a la reforma en general: «Para mí, falta más enojo. Somos pibes todavía, y al mismo tiempo nos preocupa terminar bien el año, no tener más faltas y aprobar los exámenes. Yo creo que si pudiéramos difundir más la información de la reforma, muchos más se darían cuenta que vale la pena luchar y que aunque ahora implique tiempo, realmente a futuro esta lucha, en contra de la reforma, va a servir».

Actualizado 04/10/2017

Música bajo tierra

Música bajo tierra

La vida de un músico puede estar inundada de frustraciones. “Con la música te vas a morir de hambre”, “búscate un trabajo de verdad” o “tocando no le vas a dar de comer a tus hijos”, son algunas de las advertencias que suelen escuchar quienes definen su vocación por los acordes y los ritmos. Sin embargo, muchos deciden romper la barrera, archivar la opción del trabajo de oficina y llevar su arte bajo tierra. Las diferentes líneas del subte de la Ciudad de Buenos Aires son escenarios privilegiados de cantantes, guitarristas, percusionistas y multiinstrumentistas. En los andenes también tejen un entramado de solidaridades y acuerdos para definir lugares y tiempos de expresión y espectáculo.  

Sebastián Misuraca, guitarrista y cantante de la estación Humberto Primo de la Línea H, asume con orgullo su decisión. “Empecé a venir después de dejar un trabajo”,  arranca.  Y destaca la organización entre colegas: “Nuestro código es sencillo, el que  llega primero a la estación es el que toca. A veces tenés que esperar a que termine de tocar el otro”.

Sergio, violinista de la linea H,  egresado del Conservatorio y uno de los primeros en organizar a los trabajadores músicos del subte.

Sergio Israel es violinista egresado del Conservatorio y uno de los primeros en organizar a los trabajadores músicos del subte. “Los códigos son cosas de palabra. Se organiza a través de levantarse temprano y ocupar el puesto. Te sometés a las reglas del juego, pero si tocás mal, la gente no lo compra”, explica.

Los usuarios que trajinan la rutina de un viaje al Centro en alguna de las cinco líneas de subte saben que debajo del suelo porteño hay melodías que suenan desde las primeras horas de la mañana. Así lo afirma Zhorelys Rojas, guitarrista y cantante venezolana de la estación 30 de Diciembre de la Línea H. “Ya desde las 4 de la mañana hay un músico. Por lo general, se toca durante cuatro o cinco horas”, señala. La artista, que interpreta su música hace ocho meses acompañada de una amiga coterránea, también da cuenta de las dificultades: “Se puede tocar en Once, Corrientes y Santa Fe, porque en las otras siempre hay problemas. Metrovías nos saca y lo preferimos evitar”.

Algunos mitos alarmantes circulan formando un muro de miedo para los que quieren iniciarse en el mismo terreno. La necesidad de contar con un permiso de Metrovías es uno de ellos. Efectivamente, la normativa existe, pero no constituye ningún freno para los que ya tocan cotidianamente. El también venezolano flaustista Chris, de la Línea A, combinación con la H, lo experimentó: “El año pasado hubieron temporadas que las personas de Metrovías llegaban y nos corrían de la estación con la excusa de que teníamos que tener un permiso que obviamente ellos no van a dar para tocar en un andén. Decían que las políticas de Metrovías no permitían que un músico esté tocando en el subte y entonces, para evitar problemas, esperábamos a que se fueran y empezábamos a tocar de nuevo”.

Zhorelys Rojas, guitarrista y cantante venezolana de la estación 30 de Diciembre de la Línea H.

La compañera de Zhorelys también da cuenta de las trabas para acceder al permiso. “Te dan un correo que siempre rebota pero, en realidad, los de Metrovías no te pueden sacar. La única que puede hacerlo es la Policía, pero no viene mucho por aquí”, asegura.

Otro de los mitos que emergen es el de la presencia de una especie de mafia subterránea que decide quién puede tocar y quién no a través de amenazas y patoterismo. Sin embargo, los únicos que parecen haber tenido una secuencia similiar son Tomas Chattah y Maxi Velazquez, guitarristas y cantantes de la estación Humberto Primo de la Línea H. “Hace mucho tiempo nos pasó que nos vinieron a apurar los vendedores en la Línea A porque no estábamos tocando después de las 18:00. Nos dijeron que si nos quedábamos nos iban a romper las cosas, y nos advertían que ya le había pasado a otra chica”. Sin embargo, subrayaron que se trató de un “hecho aislado”. Y agregaron: “Entre los músicos hay muy buena onda. La Línea H es la más característica de los músicos. Se sabe que acá estamos nosotros y está todo bien”. 

Tomas Chattah y Maxi Velazquez, guitarristas y cantantes de la estación Humberto Primo de la Línea H.

Federico Lemos, guitarrista y cantante de los vagones de la Línea B, también afirma que los conflictos no son la moneda corriente: “Una sola vez recibí amenazas, pero generalmente esas cosas pasan con los vendedores. Entre los artistas hay buena onda”.

La decisión de tocar bajo tierra, con el rumor de las formaciones que llegan y se van como acompañamiento obligado, es para muchos una decisión política. Para otros, la última opción para no renunciar a mostrar su arte. “Decidimos tocar en el subte porque la movida de la música es un poco difícil si uno quiere trabajar como contratado en los bares. Aquí los músicos están acostumbrados a trabajar a la gorra y entonces no nos toman mucho en serio”, razona Zhorelys. Y completa: “Hay sitios donde te cobran por tocar y a nosotros, los venezolanos, nos parece una locura”.

A su turno, Chris comparte su trayectoria y un diagnóstico más optimista: “Yo siempre he trabajado con la música y es lo que me gusta. Mientras uno pueda trabajar bien, le va bien”.

Tomás y Maxi también hablan de una opción de último recurso pero reconvertida: “Vinimos a tocar al subte porque no tenemos trabajo y está muy difícil, pero también porque es una manera de difundir lo que hacemos porque hoy en día han cerrado muchos centros culturales y quedan pocos espacios donde uno pueda desarrollarse”.

Federico Lemos, guitarrista y cantante de los vagones de la Línea B: “Una sola vez recibí amenazas, pero generalmente esas cosas pasan con los vendedores. Entre los artistas hay buena onda”.

En sintonía, Hugo Zeler, cantante de los pasillos de la Línea H, combinación con la B, prefiere hablar de un diálogo con los oyentes casuales. “Yo, en realidad, vengo a evangelizar y decidí tocar en el subte porque en vez de estar en casa solo, canto para la gente. En la radio capaz que cambian el dial, pero acá lo tienen que escuchar. Es una manera de llevar las canciones a las personas”.

Por su parte, Sergio Israel sintetiza: “en el hotel Alvear me pagan dos mil pesos por tocar una obra que acá la toco gratis, pero uno no tiene el Hotel Alvear todos los días”. Su historia y la de muchos que eligen pasar buena parte de su día dando conciertos en los pasillos y estaciones del subte revelan que, aunque el barco se hunda, los músicos seguirán tocando hasta el final.

 

Actualizado 04/10/2017

Una película de terror

Una película de terror

Esta semana el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el Ministerio de Cultura de la Nación celebran La Semana del Cine Argentino con proyecciones de películas nacionales a precios populares. “Queremos lograr que todos los argentinos vean cine argentino”, anunció el Ministro de Cultura, Pablo Avelluto. Sin embargo, la contracara de este festejo es el momento crítico que atraviesa la producción cinematográfica nacional: despidos, ajuste, paralización de la producción, trabas administrativas, tercerización de créditos y cierre de salas. Los cineastas se declararon en estado de alerta, movilización y asamblea permanente contra el ajuste y la censura en el cine.

El jueves pasado la comunidad audiovisual se movilizó una vez más en defensa de esa industria argentina y en repudio a una medida que atenta contra la producción cinematográfica nacional, la Resolución 942/2017 del INCAA, que condiciona el acceso al Fondo de Fomento Cinematográfico, con cláusulas que dificultan la obtención de créditos y subsidios. La medida afectará, principalmente, a las producciones independientes que necesitan del apoyo del Fondo. De este modo, solo las grandes productoras podrán afrontar los gastos de una película, lo que generará una baja importante en la producción, una correlativa pérdida de puestos de trabajo y, para los espectadores, una posibilidad menguada de disfrutar de una producción diversa.

La multitudinaria marcha comenzó en las puertas del INCAA y finalizó en el Cine Gaumont con una asamblea en la Sala 1, la más grande de los espacios INCAA, pero que resultó muy chica frente a la cantidad de asistentes. El resultado fue la decisión de continuar con el plan de lucha para visibilizar el conflicto. Por eso, en el marco de La Semana del Cine Argentino, los trabajadores cinematográficos llevan adelante una campaña de difusión para explicar qué está pasando, qué reclaman y por qué.  

En abril había comenzado “una campaña mediática para ensuciar y destruir al cine nacional” afirma Lucía Ravanelli, delegada de la comisión interna ATE-INCAA. Y es que el 11 de ese mes, Eduardo Feinmann, en el programa Animales Sueltos, lanzó un informe sobre “la corrupción en el INCAA” que comprometía al por entonces presidente del Insituto, Alejando Cacetta. Avelluto decidió echarlo a él y al rector de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), Pablo Rovito. En el lugar de Cacetta se designó a Ralph Haiek, que hasta el momento se desempeñaba como vicepresidente. En la ENERC no fue nombrado hasta el momento ningún rector, por lo que la institución se encuentra acéfala.

Las malas noticias en el cine siguieron  en mayo, cuando a fines de ese mes cuatro trabajadores fueron despedidos del Instituto. “En ese momento realizamos movidas y tuvimos varias reuniones con las autoridades exigiéndoles que se los reincorpore, pero no hubo caso y al día de hoy los compañeros están despedidos”, explica Ravanelli. Si bien hasta el momento la situación no volvió a repetirse, en diciembre vencen 300 contratos -renovados por seis meses en julio como resultado de las movilizaciones que inició el sector audiovisual un mes antes-. En este contexto, la Resolución 942 enciende una alarma ya que la merma de producciones conllevaría a una reducción de trabajadores empleados.

Una persona sujetando un cartel que dice "Yo apoyo INCAA"

Los trabajadores cinematográficos llevan adelante una campaña de difusión para explicar qué está pasando, qué reclaman y por qué.

Mes a mes, la situación se fue agravando. En junio, el complejo ArteCinema de Constitución, uno de los espacios INCAA emblemáticos de la ciudad y con cerca de 100 mil espectadores en el último año, cerró sus puertas debido a que las autoridades del Instituto decidieron no renovar el contrato de alquiler de la sala. “El cierre de este espacio va de la mano de toda una serie de políticas de exhibición que concentran las salas en función de grandes distribuidoras extranjeras y de reducir cada vez más las posibilidades del cine nacional de encontrarse con el público”,  señala Ximena González, vicepresidenta de la Asociación de Productores y Directores de Cine Documental Independiente de Argentina (DOCA). Melisa Tabarcache, estudiante de Dirección de Arte Cinematográfica de la ENERC y ex vecina del barrio de Constitución agrega: “Como futura trabajadora de la industria cinematográfica, estoy presenciando cómo estos espacios se van cerrando y con ellos las vías para acceder a la difusión y promoción de películas. Además, estamos privando a personas que por seis mangos podían entrar a ver una película”.

Ya en septiembre, el domingo 24, Luis Majul en su programa La Cornisa sumó una nueva denuncia al INCAA por supuestas “coimas” y “gastos millonarios para películas que nadie ve con dinero que se podría usar para cloacas”. Frente a este argumento, es necesario recordar que el INCAA es un ente autárquico, público no estatal, que se autofinancia a través del Fondo de Fomento Cinematográfico, contemplado en la Ley de Cine, compuesto por el 10 por ciento de cada entrada de cine vendida y el 25 por ciento de la recaudación del ENACOM, la cual deviene del impuesto a empresas privadas de radiodifusión en el país debido al uso del espectro radioeléctrico. Todavía no se conoce el final de esta película.

González, la vicepresidenta de DOCA, vaticina que habrá una baja notoria en la producción de películas nacionales porque “el presupuesto del INCAA se está sub-ejecutando y no se está liberando plata de créditos y subsidios a películas que están en proceso de producción, lo que demora su realización, rodaje y finalización”. Además, comenta que hace meses es notorio cómo se ponen trabas administrativas y burocráticas en todos los procesos de producción de una película. “El cine nacional está en peligro y cada día que pasa no solo no hay respuestas a ciertos reclamos sino que la situación se agrava”, sentencia.

Actualizado 3/10/2017

¿También cierra Agencia DyN?

¿También cierra Agencia DyN?

Los trabajadores de Agencia DyN viven una situación de incertidumbre debido a los rumores de reducción de personal e, incluso, de la posibilidad del cierre definitivo. El medio periodístico, que ya cumplió más de 35 años de vida, tiene entre sus principales accionistas a grandes empresas de prensa como Clarín, La Nación, el diario Río Negro y La Gaceta de Tucumán. Si bien aún no se produjeron despidos ni cesación de pagos, el consejo directivo de la empresa le comentó a un grupo de trabajadores que se estarán ofreciendo acuerdos de desvinculación y que los accionistas están decidiendo cómo seguir en un contexto de crisis económica. La situación se enmarca en una realidad durísima del mercado laboral periodístico, en donde durante 2016 se destruyeron más de 2.600 puestos, según los números que maneja el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA).

Santiago Magrone, periodista y delegado de la comisión interna de trabajadores, desconfía de los motivos esgrimidos: “No pueden hablar de crisis cuando las empresas dueñas de DyN, como por ejemplo Clarín y La Nación, están diversificando y ampliando sus inversiones”, denuncia. Y argumenta: “Nos dicen que el diario de papel no tiene futuro, pero uno sabe que invierten grandes sumas en la web y en otros proyectos”.

Magrone sospecha, además, que hay alguna relación entre esta situación y los abonados estatales y gubernamentales de la agencia, ya que se produjo una sensible reducción en la cantidad de medios oficiales que se valen de sus servicios para sus publicaciones.

Incertidumbre por los rumores de reducción de personal y cierre definitivo.

“Estamos muy preocupados por la cantidad terrible de rumores”, comenta Fernando ‘Tato’ Dondero, Secretario General del SiPreBA. Aclara, además, que al elegirse un nuevo directorio hace algunos meses, los empleados de la empresa pidieron certezas: “Los trabajadores hablaron con autoridades de la agencia, incluso con el nuevo presidente del directorio, y les dicen que están analizando todo pero no definen nada”. Y detalla: “Tuvieron varias reuniones: tanto con el gerente de Relaciones Laborales como con el director periodístico. Ellos reconocen que están discutiendo qué van a hacer, por eso los compañeros están en estado de alerta permanente”.

Por otra parte, si bien no hubo despidos, sí se habló de acuerdos laborales: “La empresa arrancó hablando de abrir retiros voluntarios muy a la baja”, relata Dondero. Y agrega: “Hay rumores de cierre que involucran al gobierno, ya que se cuestiona la utilidad de la Agencia DyN frente a una agencia estatal como Télam. Se preguntan si está de más, olvidando que tiene casi cien trabajadores que necesitan su fuente de trabajo”, sentencia.

Magrone, además, confirma las señales de achicamiento: “En estos últimos dos años, las personas que se fueron jubilando no fueron reemplazadas, eso es todo un signo” dice. Tanto él como Dondero coinciden en que los rumores que se lanzaron parecen ser interesados, ya que consideran altamente probable que los dueños de DyN estén pensando en qué hacer, cuánto achicar o de qué modo cerrar el medio.

Del otro lado del escritorio, ningún representante de la empresa atendió a ANCCOM, mientras que Ernesto Behrensen, director periodístico, reconoció la existencia de estos rumores pero prefirió no hacer declaraciones.

 

 

Actualizado 4/10/2017