La Selección fantasma

La Selección fantasma

El equipo nacional de fútbol femenino obtuvo el tercer puesto en la Copa América con una actuación histórica. Sin embargo, el canal estatal no televisó los partidos, le quitó lo sponsors y los medios privados casi ignoraron el tema.

La árbitra pitó el final en la Casa Blanca, el estadio más grande de Ecuador. Las tribunas semivacías fueron testigo de cómo Argentina había hecho un enorme partido, pero no había podido doblegar a la favorita Colombia en las semifinales de la Copa América 2025. Era la hora de los penales. En nuestro país no mucha gente estaba pendiente de la inminente definición, ya que la TV Pública, el principal medio de difusión de los partidos del conjunto nacional, estaba transmitiendo la película Robocop 2.

Mientras en el filme protagonizado por Peter Weller, el cyborg mitad máquina-mitad humano salvaba a la ciudad de Detroit, en Quito la tanda se iba hasta la muerte súbita. Finalmente, el fallo de Eliana Stábile –lateral de Boca Juniors– le dio la clasificación a la final al conjunto cafetero. Las jugadoras albicelestes se fueron conformes con el rendimiento mostrado, y tuvieron una breve revancha unos días después, cuando Kishi Núñez convirtió, con suspenso, su penal y aseguró el tercer puesto ante Uruguay tras el 2-2 en los 90 minutos. Además, se obtuvo la clasificación a los Panamericanos 2027 y la chance de pelear por un cupo para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Todo esto, nuevamente, con mínima repercusión en los medios tradicionales.

“Esta Copa América ya no fue solamente garra, corazón, viveza, sino que hubo un crecimiento futbolístico”, sentenció Micaela Cannataro, periodista de FutFemGol, y agregó: «El partido contra Colombia fue uno de los mejores del ciclo Portanova (iniciado en 2021). Sin dudas fue una actuación histórica. Más allá de la derrota por penales, Argentina en sí en los 90 minutos no perdió ningún partido. Ganó todos los de fases de grupos, algo que no ocurría desde 2006”. Este ascenso futbolístico se puede explicar a partir de una serie de cambios que se dieron a finales de la década pasada, de la mano del ascenso y la consolidación de las luchas feministas en el debate público. Una de estas transformaciones fue la decisión de la Asociación del Fútbol Argentino de profesionalizar el fútbol femenino en 2019. Además, surgió una sólida camada de jugadoras que lograron clasificar a los últimos dos mundiales.

Sin embargo, las jugadoras de la Selección también fueron las voces de varios reclamos. “No hace mucho tiempo jugadoras referentas como Lorena Benítez o Laurina Oliveros renunciaron por las condiciones que le daba la AFA a todo el plantel, por las herramientas que no se les estaban dando”, expuso Cannataro, que enfatizó que esa situación “demostró que todavía hay peleas por dar” y que si bien hubo un crecimiento “es el que le exigimos a una asociación como la AFA”.

Uno de estos reclamos fue por la falta de visibilización, en parte fomentada por el conjunto de la AFA, los medios deportivos más grandes y el gobierno nacional. La falta de compromiso de este último puede evidenciarse en la retirada de sponsors estatales, como YPF, y la decisión del canal de televisión oficial de no transmitir los partidos, a pesar de lo dictado por la Ley 25.342, del año 2000, que establece que los titulares de los derechos de transmisión de cotejos donde participe la Selección en torneos organizados por FIFA o CONMEBOL (como la Copa América) deberán comercializarlos garantizando la llegada de dichos encuentros a todo el territorio nacional. Si bien en el fútbol masculino los derechos también pertenecen al canal de aire Telefé, logrando de alguna manera el alcance requerido, la emisión del torneo femenino quedó a manos de DSports, perteneciente a DirecTV, sin permitir que usuarios de otros cableoperadores puedan ver la competición.

A este cambio de paradigma de la transmisión de los partidos se suma otro problema que aquejó a la difusión, la notable ausencia de medios para cubrir el campeonato in situ. FutFemGol fue el único medio argentino que viajó a Ecuador. Cannataro confesó: “Fue un desafío enorme. Nos llenó de orgullo, pero también de tristeza porque queremos que haya más medios para darle mayor visibilidad a la Selección, al evento en sí”. Allí fue donde una de nuestras figuras, Florencia Bonsegundo, aseguró que “hay gente que todavía no está enterada de que estamos jugando una Copa América”.

Para detallar las razones de este desinterés, Cannataro habló de dos variables. “Para los medios autogestivos es una inversión importante de dinero, hay que conseguir sponsors y armar todo un viaje para poder estar. Por ese lado entiendo, es complicado. No podemos negar la situación del país”, precisó. Por otro lado, al hablar de los medios hegemónicos, que sí cuentan con recursos, directamente resaltó la “falta de interés total”, que se ve incluso en el resto de eventos que tiene la selección: “Ni siquiera hay cobertura cuando Argentina juega una fecha FIFA en el país, algo que ni requiere viajes o este tipo de inversión. Entonces es eso, falta de interés y no tener al fútbol femenino en agenda”.

La problemática de la visibilidad del fútbol femenino también se expande al resto del continente, algo que quedó evidenciado en este último mes. Es que al mismo tiempo en Suiza se celebró la Eurocopa 2025, con un éxito sin precedentes en el certamen del viejo continente, casi a la par de lo que son los mundiales. El contraste entre ambos fue evidente y aún más perjudicial para el hemisferio sur. Los estadios se encontraron prácticamente vacíos en todos los partidos, ya que según Cannataro “los horarios impedían a la gente acercarse”. Las paupérrimas condiciones de los centros de entrenamiento, la falta de VAR en la fase de grupos, la no posibilidad de entrar en calor en los estadios y la mala organización con respecto a la prensa, fueron algunas de las quejas que expusieron jugadoras, entrenadoras y periodistas. Mientras tanto, en Europa se rompieron récords de público, incluso en Suiza, país sin tradición futbolística ni una selección fuerte. Casi medio millón de personas asistieron a los estadios, y los partidos rompieron récords de audiencia, acompañados de una gran cobertura mediática a la par de los grandes eventos masculinos. Los casos más importantes fueron los de Inglaterra y España, campeón y subcampeón respectivamente, que experimentaron un enorme crecimiento futbolístico en los últimos 15 años, hasta transformarse en las mejores selecciones del planeta. En ambos casos, fueron las señales estatales (BBC, RTVE) las que transmitieron sus encuentros, liderando el rating, e incluso hubo pantallas en las calles para ver las fases finales.

La falta de transmisión abierta, la escasa cobertura periodística y el manifiesto desinterés del gobierno nacional dejan en claro que el crecimiento deportivo del fútbol femenino en Argentina no está bien acompañado por un compromiso institucional ni mediático. Mientras en otros rincones del mundo el furor va en aumento, en Argentina se sigue jugando un partido por una mayor relevancia y apoyo en todas las esferas.

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Carolina Troncoso la tiró larga por la derecha, le ganó en velocidad a la lateral de River y tiró un centro bajo al área. Recibió Andrea Ojeda de espaldas al arco, marcada de cerca, y pivoteó rebotándola hacia atrás. A la altura de la medialuna del área, con el número 16 en la espalda, apareció Lorena Benítez a la carrera para entrarle de lleno a la pelota y clavar un derechazo inatajable contra el palo derecho. Transcurrían tan sólo 30 minutos del primer tiempo y ya Boca goleaba a River 3 a 0 en la final del primer torneo semiprofesional de fútbol femenino argentino. Todas corrieron a festejarlo con ella, que terminó aplastada debajo de una montaña de compañeras que gritaban desaforadas.

“No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de mis goles fueron remates de afuera, pero bueno, no son muchos”, se sincera Benítez. Con 22 años, la volante central es una prodigio del fútbol femenino nacional: formó parte del seleccionado que jugó el histórico Mundial de Francia en 2019, fue referida como una de las mejores jugadoras de futsal en el mundo y, la semana pasada, le fue otorgado el premio a Mejor Jugadora del Torneo tras la final que ganó Boca en un descomunal 7 a 0 frente a River.

Las luces se encendieron sobre su fútbol, pero también sobre su maternidad -es madre de mellizos: Renata y Ezequiel- y su trabajo en el Mercado Central. Sin embargo, Lorena no acuerda en que el camino de una jugadora deba ser ese. En esta entrevista con ANCCOM, reflexionará sobre la necesidad de una profesionalización completa del fútbol femenino. Recordará sus orígenes humildes y el camino que abrió ella a la fuerza para ingresar a ese mundo -todavía- abrumadoramente masculino. Con voz cansada luego de un largo día de trabajo y entrenamiento, hablará de fútbol, contará sus sueños y develará sus deseos personales.

Lorena Benítez fue galardonada como la Mejor Jugadora del primer torneo argentino semiprofesional de fútbol femenino.

Boca salió campeón invicto y sin goles en contra. Tanto en la semifinal con San Lorenzo como en la final con River, dos rivales de peso, dominaron completamente el partido. ¿A qué se debió este rendimiento tan alto?

Creo que al esfuerzo nuestro. Desde que empezamos a entrenar durante la pandemia teníamos bien en claro lo que queríamos. Sabíamos que este campeonato iba a ser muy importante porque era el primer torneo semiprofesional, pero también fue clasificatorio a la Copa Libertadores. Pudimos demostrar la preparación y las ganas que teníamos en la cancha y ganando el campeonato.

Normalmente, el fútbol femenino se juega en las canchas auxiliares de los clubes. Pero la final la jugaron en el Estadio José Amalfitani, la cancha de Vélez Sarsfield. ¿Se sintió el cambio por disputar el partido en un campo de juego más amplio?

Sí, obviamente. Nos cuesta un montón a nosotras jugar en los estadios porque obviamente el césped es distinto, las dimensiones de la cancha también. No estamos acostumbradas. Aunque no se notó por las ganas que teníamos y porque corrimos desde el primer minuto.

¿Esa fue también una de las dificultades que tuvieron cuando jugaron el Mundial en 2019?

Sí, aparte también de que los otros países tenían otra preparación. Es muy notorio en comparación a lo que es Argentina. Yo había dejado de trabajar hacía una semana antes de viajar; nosotras queremos vivir tranquilamente de esto, dedicarnos cien por ciento a lo que es el fútbol.

¿Qué cambios paulatinos fueron viendo a partir de la semiprofesionalización del fútbol femenino?

Los espacios, más que nada en el club, que nos fuimos ganando. Por ahí, en vez de una cancha de entrenamiento, ahora tenemos dos o tres a disposición. También una sala de kinesiología, una sala de rehabilitación, de pileta, de hielo. Todas esas cosas que antes no las teníamos para la preparación de un equipo son fundamentales. Lo mismo la alimentación, más entrenamiento, todas esas cosas las fuimos ganando poco a poco.

¿Y qué haría falta para que Argentina pueda ponerse a la par del resto de los países?

Los sueldos, más que nada. Que todas podamos vivir realmente de esto y que ninguna jugadora tenga que salir a trabajar de otra cosa. Una persona que sale a trabajar de madrugada, a la mañana, o lo que sea, no rinde lo que realmente tiene que rendir. Entonces, hace falta que podamos vivir de esto y todas nos dediquemos por completo al fútbol.

Bueno, vos trabajás en el mercado central. Con la profesionalización del fútbol, ¿tenés la necesidad económica de seguir trabajando ahí?

Lo que nosotras ganamos no alcanza, más como está el país. No sé si llega a un dos por ciento de lo que gana el masculino. Yo soy madre de mellizos y quiero lo mejor para ellos. Entonces, mi intención es salir a trabajar para que ellos puedan estar bien y nosotras -su pareja, Verónica Rivero- también.

«Lo que ganamos no alcanza», subraya Benítez.

¿Cómo lo complementás el trabajo con el fútbol, el futsal y tu familia?

Yo entro a trabajar a las 9 de la mañana hasta las dos de la tarde. De ahí salgo directo a entrenar. Entrenamos tres horas al día, seis días a la semana. Llego tipo a las 19 o 20 horas a mi casa, tengo una hora, hora y media de viaje dependiendo el tráfico. Y, por último, que los nenes me dejen descansar. Es bastante poco lo que llego a dormir a veces. El año pasado dejé de jugar al futsal directamente.

¿Por qué?

Porque el club donde jugaba, Kimberley, se desafilió en el femenino. Ahí se desarmó todo el plantel. Igualmente siempre estuve pensando en el descanso que necesitaba y el tiempito para estar con los mellis.

Yendo al plano personal, ¿cómo era tu familia cuando eras chica?

Nací en Lomas de Zamora y viví toda la vida en Luis Guillón. Mis padres son paraguayos, como toda mi familia, que es muy humilde. Terminás remando todo vos sola. Mis padres obviamente me apoyaban en lo que quería, pero también tengo siete hermanos. Cuando estaba en la Selección, en la sub-17, la remaba sola. Y bueno, siempre lo que ganaba era muy mínimo, llegaba a juntar para poder quizás comprarme un botín o ayudarla a mi mamá a comprar las cosas. Una familia muy humilde que por suerte pudo salir adelante. Hoy con lo poco que puedo llegar a generar con el trabajo y el fútbol los sigo ayudando.

¿A qué edad comenzaste a interesarte en el fútbol?

Desde muy chica. Uno de mis hermanos, que andaba atrás mío siempre, me enseñó a patear y demás. Después, mis tíos también siempre estuvieron atrás mío enseñándome a jugar desde muy chica. Jugué en el club del barrio, de la esquina de mi casa, con los varones. De ahí fui a una escuelita de fútbol femenino cuando tenía 11 años y ahí conocí a un entrenador de chicas que en ese momento estaba en San Lorenzo y fui a jugar ahí. Así empecé.

Varias veces contaste que te costó jugar en el club de tu barrio por ser mujer.

Sí, en mi categoría fui más que nada un poco rechazada. En categoría 98, el técnico no quería que yo jugara por ser mujer. Después tuve la oportunidad de que en la categoría 99 me abrieran las puertas de lo que es el fútbol ahí en el club. Así que estuve jugando desde muy chica con ellos. Por supuesto que me sacaban los aritos y me llamaban “Lorenzo”.

En otras palabras, te hacías pasar por varón para poder jugar al fútbol.

Sí, más que nada para que los otros equipos tampoco me rechacen. Mi técnico sentía que estaba al mismo nivel que los chicos, entonces él siempre estaba contento de que yo jugara. Y obviamente también porque quizás yo le servía.

¿Tenías ídolos a esa edad?

No, mucho fútbol no miraba. Sí Messi, toda la vida. Por cómo juega, por la persona que es. Siempre me llamó la atención en todo sentido, más allá de que jugamos en posiciones totalmente distintas. Al único que miré siempre fue a él. Cuando ya conocí el mundo del fútbol femenino y llegué a jugar en San Lorenzo, empecé a tener referentes de ahí, como Florencia Quiñones. También miro mucho a mis jugadoras. Me asombra la forma de jugar de Florencia Bonsegundo. Pero después no, mucho fútbol no miro.

El 2019 fue un año particular para vos: fuiste madre a la misma vez que jugaste un Mundial. ¿Cómo lo viviste?

El Mundial era algo que no me esperaba, jamás se me había cruzado por la cabeza. No había tenido la oportunidad de estar en la selección mayor porque estaba haciendo el tratamiento de fertilización asistida. Y fue algo realmente increíble, porque un Mundial es el sueño de cualquier jugadora o jugador. Por suerte pude estar ahí. Y por suerte pude estar en el nacimiento de mis hijos. Los disfruté poco pero bueno, creo que el hecho de haber estado cuando nacieron fue el momento más maravilloso de todos.

La buena racha continuó, porque la semana pasada fuiste elegida como la mejor jugadora del torneo con gol en la final incluído. ¿Cómo definirías tu forma de jugar? ¿Sos de pisar el área como en esa jugada?

No, me dicen a veces que le pegue de afuera. Yo creo que no es mi juego. Me gusta jugar un poco más retrasada, tener la cancha de frente, dar pases, asistencias. Creo que el gol no es lo mío. No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de los goles fueron de remates de afuera, no son muchos. En la final, la adrenalina del partido me hizo terminar llegando al área y convertir.

Cambiando de tema, también sos madre. ¿Cómo vivís la maternidad? ¿Cómo ven tus hijos que seas jugadora?

Es algo realmente muy hermoso porque creo que tener hijos no se puede explicar. Es un amor aparte de todo. Aparte del deporte, de la pareja. Los disfruto el tiempo que puedo estar con ellos y ellos obviamente disfrutan estando con su madre. Creo que se les nota la alegría cada vez que me ven jugar en la tele y gritan “mamá, mamá”, porque es lo único que saben decir hasta ahora.

¿Qué esperás para ellos en el futuro?

Que sean felices con lo que decidan hacer, con lo que realmente se les presente en el camino. Y ojalá tomen buenas decisiones, pero eso es algo que realmente una no lo puede decidir.

Esto también se relaciona a cómo una futbolista tiene que sobrevivir. Alguna vez contaste que, aún teniendo uno de los mejores salarios en Boca, igual necesitabas otro trabajo para mantener a tu familia. ¿Cómo ves el panorama del fútbol femenino argentino?

Hay que mejorar en muchas cosas. Va a ir creciendo poco a poco, como realmente tiene que ser. No está bueno tampoco pegar unos saltos gigantes, sino ir disfrutando lo que se nos va presentando en el camino. Sí, siempre crecer y no estancarse. En algún momento, no sé si nosotras, pero quizás las que vienen atrás, van a poder vivir de esto.

Hablando particularmente del juego, ¿son distintos el fútbol masculino y el femenino?

Son muy distintos. Los hombres tienen otra fuerza, tienen otro ritmo. El juego en sí es el mismo. La diagonal hay que hacerla igual, los cambios de frente si pueden hacerse se tienen que hacer igual. Lo que cambia mucho es el ritmo y la fuerza que tienen los hombres. Pero después es el mismo deporte y es la misma pasión.

¿No creés que haya ninguna ventaja de lo femenino?

No sé. Me parece que quizás nosotras lo sentimos de otra manera. No sé si llamarlo así, pero creo que también al no ser profesionales, jugar por lo que realmente nos gusta y hacerlo como hobbie, nos lleva a que una lo sienta el doble, digamos.

Hablás de vivirlo de otra forma. El martes pasado jugaron Tristán Suárez contra San Telmo por el ascenso a la Primera Nacional y se podían ver en el partido patadas, gritos, insultos, mañas. ¿Eso sucede en el fútbol femenino?

Me parece que los hombres son un poco más sobreexigentes en esas cosas. Creo que se calientan un poquito más también. Nosotras sí nos pegamos, pero no creo que con una doble intención o algo así. Creo que disfrutamos de lo que hacemos y siempre tratamos de hacerlo de la mejor manera.

Tenés 22 años y una carrera larga por delante. ¿Qué esperás del futuro?

Seguir creciendo, obviamente. Jugar quizás en Europa. Ese el sueño de cualquier futbolista también. Seguir jugando mundiales. Apostar siempre a más.

¿Tuviste ofertas de Europa?

Sí, pero creo que todavía no estaba preparada para ese momento. Prefiero prepararme mejor.

¿Preparar en qué sentido?

En cuanto a lo físico, a la cabeza. En poder llevar a la familia. Un montón de cosas, decisiones que tenés que tomar.

¿Tenés algún sueño en particular?

Creo que ya he vivido un montón de cosas, como el Mundial, que es algo máximo. Ojalá pueda seguir viviendo de lo que es el fútbol o, mejor dicho, llegar a vivir realmente lo que es el fútbol.

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Carolina Troncoso la tiró larga por la derecha, le ganó en velocidad a la lateral de River y tiró un centro bajo al área. Recibió Andrea Ojeda de espaldas al arco, marcada de cerca, y pivoteó rebotándola hacia atrás. A la altura de la medialuna del área, con el número 16 en la espalda, apareció Lorena Benítez a la carrera para entrarle de lleno a la pelota y clavar un derechazo inatajable contra el palo derecho. Transcurrían tan sólo 30 minutos del primer tiempo y ya Boca goleaba a River 3 a 0 en la final del primer torneo semiprofesional de fútbol femenino argentino. Todas corrieron a festejarlo con ella, que terminó aplastada debajo de una montaña de compañeras que gritaban desaforadas.

“No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de mis goles fueron remates de afuera, pero bueno, no son muchos”, se sincera Benítez. Con 22 años, la volante central es una prodigio del fútbol femenino nacional: formó parte del seleccionado que jugó el histórico Mundial de Francia en 2019, fue referida como una de las mejores jugadoras de futsal en el mundo y, la semana pasada, le fue otorgado el premio a Mejor Jugadora del Torneo tras la final que ganó Boca en un descomunal 7 a 0 frente a River.

Las luces se encendieron sobre su fútbol, pero también sobre su maternidad -es madre de mellizos: Renata y Ezequiel- y su trabajo en el Mercado Central. Sin embargo, Lorena no acuerda en que el camino de una jugadora deba ser ese. En esta entrevista con ANCCOM, reflexionará sobre la necesidad de una profesionalización completa del fútbol femenino. Recordará sus orígenes humildes y el camino que abrió ella a la fuerza para ingresar a ese mundo -todavía- abrumadoramente masculino. Con voz cansada luego de un largo día de trabajo y entrenamiento, hablará de fútbol, contará sus sueños y develará sus deseos personales.

Lorena Benítez fue galardonada como la Mejor Jugadora del primer torneo argentino semiprofesional de fútbol femenino.

Boca salió campeón invicto y sin goles en contra. Tanto en la semifinal con San Lorenzo como en la final con River, dos rivales de peso, dominaron completamente el partido. ¿A qué se debió este rendimiento tan alto?

Creo que al esfuerzo nuestro. Desde que empezamos a entrenar durante la pandemia teníamos bien en claro lo que queríamos. Sabíamos que este campeonato iba a ser muy importante porque era el primer torneo semiprofesional, pero también fue clasificatorio a la Copa Libertadores. Pudimos demostrar la preparación y las ganas que teníamos en la cancha y ganando el campeonato.

Normalmente, el fútbol femenino se juega en las canchas auxiliares de los clubes. Pero la final la jugaron en el Estadio José Amalfitani, la cancha de Vélez Sarsfield. ¿Se sintió el cambio por disputar el partido en un campo de juego más amplio?

Sí, obviamente. Nos cuesta un montón a nosotras jugar en los estadios porque obviamente el césped es distinto, las dimensiones de la cancha también. No estamos acostumbradas. Aunque no se notó por las ganas que teníamos y porque corrimos desde el primer minuto.

¿Esa fue también una de las dificultades que tuvieron cuando jugaron el Mundial en 2019?

Sí, aparte también de que los otros países tenían otra preparación. Es muy notorio en comparación a lo que es Argentina. Yo había dejado de trabajar hacía una semana antes de viajar; nosotras queremos vivir tranquilamente de esto, dedicarnos cien por ciento a lo que es el fútbol.

¿Qué cambios paulatinos fueron viendo a partir de la semiprofesionalización del fútbol femenino?

Los espacios, más que nada en el club, que nos fuimos ganando. Por ahí, en vez de una cancha de entrenamiento, ahora tenemos dos o tres a disposición. También una sala de kinesiología, una sala de rehabilitación, de pileta, de hielo. Todas esas cosas que antes no las teníamos para la preparación de un equipo son fundamentales. Lo mismo la alimentación, más entrenamiento, todas esas cosas las fuimos ganando poco a poco.

¿Y qué haría falta para que Argentina pueda ponerse a la par del resto de los países?

Los sueldos, más que nada. Que todas podamos vivir realmente de esto y que ninguna jugadora tenga que salir a trabajar de otra cosa. Una persona que sale a trabajar de madrugada, a la mañana, o lo que sea, no rinde lo que realmente tiene que rendir. Entonces, hace falta que podamos vivir de esto y todas nos dediquemos por completo al fútbol.

Bueno, vos trabajás en el mercado central. Con la profesionalización del fútbol, ¿tenés la necesidad económica de seguir trabajando ahí?

Lo que nosotras ganamos no alcanza, más como está el país. No sé si llega a un dos por ciento de lo que gana el masculino. Yo soy madre de mellizos y quiero lo mejor para ellos. Entonces, mi intención es salir a trabajar para que ellos puedan estar bien y nosotras -su pareja, Verónica Rivero- también.

«Lo que ganamos no alcanza», subraya Benítez.

¿Cómo lo complementás el trabajo con el fútbol, el futsal y tu familia?

Yo entro a trabajar a las 9 de la mañana hasta las dos de la tarde. De ahí salgo directo a entrenar. Entrenamos tres horas al día, seis días a la semana. Llego tipo a las 19 o 20 horas a mi casa, tengo una hora, hora y media de viaje dependiendo el tráfico. Y, por último, que los nenes me dejen descansar. Es bastante poco lo que llego a dormir a veces. El año pasado dejé de jugar al futsal directamente.

¿Por qué?

Porque el club donde jugaba, Kimberley, se desafilió en el femenino. Ahí se desarmó todo el plantel. Igualmente siempre estuve pensando en el descanso que necesitaba y el tiempito para estar con los mellis.

Yendo al plano personal, ¿cómo era tu familia cuando eras chica?

Nací en Lomas de Zamora y viví toda la vida en Luis Guillón. Mis padres son paraguayos, como toda mi familia, que es muy humilde. Terminás remando todo vos sola. Mis padres obviamente me apoyaban en lo que quería, pero también tengo siete hermanos. Cuando estaba en la Selección, en la sub-17, la remaba sola. Y bueno, siempre lo que ganaba era muy mínimo, llegaba a juntar para poder quizás comprarme un botín o ayudarla a mi mamá a comprar las cosas. Una familia muy humilde que por suerte pudo salir adelante. Hoy con lo poco que puedo llegar a generar con el trabajo y el fútbol los sigo ayudando.

¿A qué edad comenzaste a interesarte en el fútbol?

Desde muy chica. Uno de mis hermanos, que andaba atrás mío siempre, me enseñó a patear y demás. Después, mis tíos también siempre estuvieron atrás mío enseñándome a jugar desde muy chica. Jugué en el club del barrio, de la esquina de mi casa, con los varones. De ahí fui a una escuelita de fútbol femenino cuando tenía 11 años y ahí conocí a un entrenador de chicas que en ese momento estaba en San Lorenzo y fui a jugar ahí. Así empecé.

Varias veces contaste que te costó jugar en el club de tu barrio por ser mujer.

Sí, en mi categoría fui más que nada un poco rechazada. En categoría 98, el técnico no quería que yo jugara por ser mujer. Después tuve la oportunidad de que en la categoría 99 me abrieran las puertas de lo que es el fútbol ahí en el club. Así que estuve jugando desde muy chica con ellos. Por supuesto que me sacaban los aritos y me llamaban “Lorenzo”.

En otras palabras, te hacías pasar por varón para poder jugar al fútbol.

Sí, más que nada para que los otros equipos tampoco me rechacen. Mi técnico sentía que estaba al mismo nivel que los chicos, entonces él siempre estaba contento de que yo jugara. Y obviamente también porque quizás yo le servía.

¿Tenías ídolos a esa edad?

No, mucho fútbol no miraba. Sí Messi, toda la vida. Por cómo juega, por la persona que es. Siempre me llamó la atención en todo sentido, más allá de que jugamos en posiciones totalmente distintas. Al único que miré siempre fue a él. Cuando ya conocí el mundo del fútbol femenino y llegué a jugar en San Lorenzo, empecé a tener referentes de ahí, como Florencia Quiñones. También miro mucho a mis jugadoras. Me asombra la forma de jugar de Florencia Bonsegundo. Pero después no, mucho fútbol no miro.

El 2019 fue un año particular para vos: fuiste madre a la misma vez que jugaste un Mundial. ¿Cómo lo viviste?

El Mundial era algo que no me esperaba, jamás se me había cruzado por la cabeza. No había tenido la oportunidad de estar en la selección mayor porque estaba haciendo el tratamiento de fertilización asistida. Y fue algo realmente increíble, porque un Mundial es el sueño de cualquier jugadora o jugador. Por suerte pude estar ahí. Y por suerte pude estar en el nacimiento de mis hijos. Los disfruté poco pero bueno, creo que el hecho de haber estado cuando nacieron fue el momento más maravilloso de todos.

La buena racha continuó, porque la semana pasada fuiste elegida como la mejor jugadora del torneo con gol en la final incluído. ¿Cómo definirías tu forma de jugar? ¿Sos de pisar el área como en esa jugada?

No, me dicen a veces que le pegue de afuera. Yo creo que no es mi juego. Me gusta jugar un poco más retrasada, tener la cancha de frente, dar pases, asistencias. Creo que el gol no es lo mío. No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de los goles fueron de remates de afuera, no son muchos. En la final, la adrenalina del partido me hizo terminar llegando al área y convertir.

Cambiando de tema, también sos madre. ¿Cómo vivís la maternidad? ¿Cómo ven tus hijos que seas jugadora?

Es algo realmente muy hermoso porque creo que tener hijos no se puede explicar. Es un amor aparte de todo. Aparte del deporte, de la pareja. Los disfruto el tiempo que puedo estar con ellos y ellos obviamente disfrutan estando con su madre. Creo que se les nota la alegría cada vez que me ven jugar en la tele y gritan “mamá, mamá”, porque es lo único que saben decir hasta ahora.

¿Qué esperás para ellos en el futuro?

Que sean felices con lo que decidan hacer, con lo que realmente se les presente en el camino. Y ojalá tomen buenas decisiones, pero eso es algo que realmente una no lo puede decidir.

Esto también se relaciona a cómo una futbolista tiene que sobrevivir. Alguna vez contaste que, aún teniendo uno de los mejores salarios en Boca, igual necesitabas otro trabajo para mantener a tu familia. ¿Cómo ves el panorama del fútbol femenino argentino?

Hay que mejorar en muchas cosas. Va a ir creciendo poco a poco, como realmente tiene que ser. No está bueno tampoco pegar unos saltos gigantes, sino ir disfrutando lo que se nos va presentando en el camino. Sí, siempre crecer y no estancarse. En algún momento, no sé si nosotras, pero quizás las que vienen atrás, van a poder vivir de esto.

Hablando particularmente del juego, ¿son distintos el fútbol masculino y el femenino?

Son muy distintos. Los hombres tienen otra fuerza, tienen otro ritmo. El juego en sí es el mismo. La diagonal hay que hacerla igual, los cambios de frente si pueden hacerse se tienen que hacer igual. Lo que cambia mucho es el ritmo y la fuerza que tienen los hombres. Pero después es el mismo deporte y es la misma pasión.

¿No creés que haya ninguna ventaja de lo femenino?

No sé. Me parece que quizás nosotras lo sentimos de otra manera. No sé si llamarlo así, pero creo que también al no ser profesionales, jugar por lo que realmente nos gusta y hacerlo como hobbie, nos lleva a que una lo sienta el doble, digamos.

Hablás de vivirlo de otra forma. El martes pasado jugaron Tristán Suárez contra San Telmo por el ascenso a la Primera Nacional y se podían ver en el partido patadas, gritos, insultos, mañas. ¿Eso sucede en el fútbol femenino?

Me parece que los hombres son un poco más sobreexigentes en esas cosas. Creo que se calientan un poquito más también. Nosotras sí nos pegamos, pero no creo que con una doble intención o algo así. Creo que disfrutamos de lo que hacemos y siempre tratamos de hacerlo de la mejor manera.

Tenés 22 años y una carrera larga por delante. ¿Qué esperás del futuro?

Seguir creciendo, obviamente. Jugar quizás en Europa. Ese el sueño de cualquier futbolista también. Seguir jugando mundiales. Apostar siempre a más.

¿Tuviste ofertas de Europa?

Sí, pero creo que todavía no estaba preparada para ese momento. Prefiero prepararme mejor.

¿Preparar en qué sentido?

En cuanto a lo físico, a la cabeza. En poder llevar a la familia. Un montón de cosas, decisiones que tenés que tomar.

¿Tenés algún sueño en particular?

Creo que ya he vivido un montón de cosas, como el Mundial, que es algo máximo. Ojalá pueda seguir viviendo de lo que es el fútbol o, mejor dicho, llegar a vivir realmente lo que es el fútbol.