Un sótano lleno de luz

Un sótano lleno de luz

A propósito de los 40 años de democracia, la CaZona de Flores abrió un ciclo de cine con el documental «Parakultural: 1986-1990», un viaje al under porteño de aquel entonces. ¿Cuál es la contracultura de hoy?

Videos inéditos del mítico espacio de la contracultura de fines de los ochenta, fotografías y entrevistas a figuras artísticas como Verónica Llinás, Carlos Belloso, Alejandra Flechner, María José Gabín, Sergio Rotman y Walas (Massacre) permiten hacer un flashback con un clima de época que trascendió en la sensibilidad de varias generaciones.

El viernes 28 de abril se proyectó el documental Parakultural: 1986-1990 (2021) en La CaZona de Flores (Morón 2453 CABA), y dio inicio al ciclo de cine del colectivo Divagario. El Parakultural funcionó como una usina de arte, laboratorio de reconocidos actores y actrices, además de legendarias bandas de rock y punk. La película recupera registros audiovisuales, imágenes y entrevistas a figuras  que participaron del mítico espacio de la contracultura post dictadura.

Se trata de la ópera prima de los realizadores Natalia Villega y Rucu Zárate, y reúne más de 50 testimonios y material documental que los mismos protagonistas del espacio les hicieron llegar. Cuenta con las mencionadas  intervenciones de las integrantes del grupo teatral Las Gambas al Ajillo, la genialidad de Belloso -que tras ese trampolín trascendió  junto a Damián Dreizik con el dúo Los Melli en el ciclo televisivo De la Cabeza-, suma el saxo de Los Fabulosos Cadillacs, Sergio Rotman y también a Walas (Guillermo Cidade) de Massacre –por entonces, políticamente incorrecta Palestina–, el baterista de Attaque 77, Leonardo De Cecco; y,  el tempranamente fallecido (en 2021) Palo Pandolfo, guitarra en esos años de Don Cornelio y Zona, entre otros. 

Además, se suman algunos fragmentos compartidos por los directores Goyo Anchou y Peter Pank de La peli de Batato (2011). En palabras del director Rucu Zarate: “Cuando empezamos a buscar información sobre el Para nos dimos cuenta que no había mucho de la época y muy poca bibliografía. Ese fue nuestro motor, porque no podía ser que no haya nada plasmado en ningún lugar. Arrancamos con la investigación haciendo entrevistas, que era la única forma de conocer su historia. Y a partir de ahí, ellos mismos como de boca en boca, nos decían a quién más podíamos consultar para entrevistar. Tuvimos la suerte de dar con la gente que le gustaba el cine o la fotografía que nos brindó los registros visuales, porque en esa época no era común tener una cámara. Cuando nos dimos cuenta teníamos toda la historia ahí, contada por ellos”. En este sentido, aclara que la realización del documental duró alrededor de cuatro años. El director agrega que hubo mucha gente que quedó afuera porque era imposible que estén todos. “Hubo gente que se ofendió, también quienes no quisieron participar”, se lamenta por el caso de Humberto Tortonese.

 «Había un fervor democrático y una necesidad de tomar los espacios», cuenta María José Gabín.

El Parakultural, un sótano ubicado en Venezuela 336, formaba parte del mapa porteño de cultura subalterna junto con las experiencias que se hacían en lugares como Cemento, por la calle Estados Unidos, y El Rojas (Centro Cultural Ricardo Rojas, dependiente de la UBA) en Avenida Corrientes. El espacio se caracterizó como un lugar abierto a la experimentación y la potencia creativa. En palabras del actor Carlos Belloso, el Parakultural sentó las bases para conceptos artísticos y una estética particular. Creado por Omar Viola y Horacio Gabin presentó a diversos referentes del teatro, de la música, poesía y performance, que iban desde Flema, Los Redondos, Todos Tus Muertos, Los Auténticos Decadentes y Conmoción Cerebral hasta Batato Barea, Clú del Claun, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta, además de Los Melli y  Las Gambas al Ajillo. Un lugar único en donde la purpurina se mezclaba con las guitarras de punk rock.

El núcleo emergente formó parte de la llamada explosión cultural que se generó con el retorno de la democracia, en 1983, como parte del destape de los años ochenta. María José Gabín afirma sobre dicho contexto, que había un fervor democrático y una necesidad de tomar los espacios. Desde lo artístico hubo “dos extremos, por un lado tomar las calles, a través del clown y por otro, tomar los sótanos”, resalta.

Sobre cómo pensar los espacios para una contracultura hoy, a 40 años de la democracia, el director comenta que le cuesta pensar un Parakultural hoy. Por una parte, remarca: “Creo que está lleno de lugares, como este mismo [La CaZona de Flores], donde se están gestando cosas. La gran diferencia es el contexto. La realidad que estamos viviendo nosotros es muy distinta a la de ese momento; era una época donde todo estaba empezando a surgir. Por ejemplo, antes las bandas de punk rock no podían tocar en cualquier lado. Eso hoy ya no pasa. Lo grotesco ya no asombra. En ese momento salir a la noche a un lugar era otra cosa, capaz que ni llegabas. En algún momento el Salón Pueyrredón pudo ser ese lugar (en Av. Santa Fé y Godoy Cruz).

Por otra parte, destaca el enfoque que tuvieron Omar Viola y de Horacio Gabín como gestores culturales –a la vez actores–, en ese escenario que ahora es película. “Lo que hicieron es siempre desde el lugar del arte, sin pensar en el beneficio económico. Fue lo que más me impactó de su trabajo, ellos privilegiaron la creación artística por sobre lo económico. No se preocuparon por cuánta gente metían, o si la idea era rentable”, concluye Zárate mientras reflexiona con la satisfacción de la tarea cumplida: “Siempre te queda la duda ¿lo habremos contado bien? Y que te lo digan ellos, los protagonistas, es una satisfacción y te anima a hacer otros proyectos. Ellos siempre te animan a más”.

El 27 de junio de 1990 el Parakultural cerró sus puertas y ahora es propiedad del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh). Como muchos espacios que significaron tanto para la cultura  y que con el paso del tiempo dejaron de funcionar, en su lugar se levantó una construcción que borra el rastro sobre la usina de libertad que significó para una generación que aún así deja su legado.

Omar y Horacio volvieron a abrir las puertas de otro salón a pocas cuadras de allí en la calle Chacabuco. Actualmente coordinan Milonga Parakultural en Maipú 365.  Pero lo que significó el de Venezuela fue irrepetible, porque lo que ocurrió allí fue en el momento exacto: una suerte de amalgama entre artistas y público desencajado del star system que aún no estaba consolidado

Por su parte, desde el colectivo Divagario que coordinó la proyección, destacaron la importancia de recuperar hoy un documental de este tipo. Para ellos, la historia oficial no lo va a contar así. Se trata de un ejercicio sobre la búsqueda de pensar de qué manera podemos contestar a nuestra época y generar espacios de contracultura y creación. Este trabajo audiovisual de aproximadamente 105 minutos de duración se encuentra disponible de manera libre y gratuita on line a través de la plataforma de Youtube. Una memoria de lo subalterno, que hoy tal vez pueda ser un correlato de lo parakultural, transcultural, intercultural o la suma de todo en una nueva síntesis artística.

 

“Veremos si salimos de la pandemia más espirituales o más capitalistas”

“Veremos si salimos de la pandemia más espirituales o más capitalistas”

Massacre, la banda formada en la Ciudad de Buenos Aires en 1986 y que tiene más de 30 años en la carretera, está preparando disco nuevo y se presenta este domingo 9 en el Cosquín Rock, esta vez en modalidad virtual. Walas, su cantante, aprovecha para hablar sobre el actual paisaje musical argentino, describe la dinámica del grupo a la hora de crear un nuevo álbum y ofrece una mirada sobre el futuro bastante particular.

El últimos disco que lanzaron, Biblia Ovni, fue en el 2015. Además del recital que dieron en Obras en 2017 por los 30 años de la banda, ¿qué otras cosas hizo Massacre en estos cinco años?

Infinidad de cosas. Primeramente, tocamos en vivo en el circuito en el que lo hacemos nosotros: La Trastienda, Groove, Vorterix y Niceto. Hicimos centenares de shows de rock. Después lo que armamos varios shows de psicodelia, a los que llamamos “Massacredélica”. Puntualmente, dimos cuatro shows de psicodelia en lugares con butacas, con la gente sentada; en el Coliseo, en la Usina del Arte, en el Teatro Gran Rivadavia y en la Cúpula del CCK, que fue televisado. También hicimos dos videoclips para el disco Biblia Ovni, uno para el tema “Niña Dios” y otro para “Muñeca roja”. Entre otras cosas, nos fuimos a Las Vegas y Los Ángeles, con dos nominaciones a Mejor Disco y Mejor Canción en los Latin Grammy, así que también anduvimos por las alfombras rojas. Todo esto mientras tocábamos por todos los festivales del país. Y yo tuve el orgullo de cantar en el Colón canciones de Gustavo Cerati con la Orquesta de cincuenta músicos. Antes de la pandemia, tuve la suerte de ir a Abbey Road, el famoso estudio donde grabaron Los Beatles, en calidad de productor, con la banda PUM, que fueron los ganadores del año pasado del concurso Camino a Abbey Road. Y probablemente me esté olvidando de muchos más highlights en estos años.

Con más de 30 años de carrera y habiendo experimentado la subida y caída en popularidad de distintos géneros, ¿cómo ves que el trap sea la cara actual del nuevo movimiento musical argentino?

Yo considero que la música representa los estados de ánimo de las décadas. Hay épocas más anfetaminicas, como por ejemplo la de 1980. Después la década de 1990 se caracterizó por las guitarras distorsionadas del grunge. Y yo creo que el rap, el trap está ocupando ese momento en el que están los chicos jóvenes, que es una época si querés, más espiritual, más reflexiva, más para adentro y más fumona. Entonces, esta nueva movida musical ocupa esa atmosfera medio profunda, lenta, cíclica y humeante si se quiere.

En enero de este año anticipaste que ya estaban trabajando en un nuevo disco y que tenían seis demos ¿Pudieron avanzar mucho más antes de que arrancara la pandemia?

Sí, hasta que empezó la pandemia ya teníamos el demo de seis canciones, producido por Juanchi Baleirón. Después vino el aislamiento y nosotros seguimos trabajando de forma remota con los Massacre, lo cual fue duro. Me encanta el proceso de grabar. Vivo en un barrio donde tengo a muy pocas cuadras el estudio profesional que era de Gustavo Cerati. Por el otro lado, tengo cerca el estudio doméstico, casero, de Gustavo. Después, para arriba, otro estudio donde ya hemos pre-producido y producido que se llama Osa Mayor. Fico, nuestro guitarrista, tiene su estudio a dos estaciones de acá. Sin embargo, teniéndolos tan cerca, no puedo darme el lujo de hacer lo que tengo tantas ganas de hacer, que es entrar en estos estudios y grabar. Espero que pronto lo podamos hacer.

¿Cómo se manejan para terminar de grabar este nuevo álbum en esta época de distanciamiento social? ¿Sigue en pie lo de sacarlo este año?

Nosotros somos cinco. Esto significa que podemos seguir trabajando ya que somos cinco individuos completamente distintos y con los roles bien administrados. Yo me encargo de la parte estética y de la parte poética. Después esta El Tordo, que tiene más noción de todo lo referido a lo técnico, como Pro Tools, computadoras, programas. Él es el más científico del grupo. Y por último está Fico, nuestro guitarrista multinstrumentista, que él es productor directamente. Ha producido infinidad de discos y de bandas, por lo que él es el que más sabe de todo. La verdad que nos llevamos muy bien. Ahora ya tenemos un disco de once canciones. Tenemos más pero nos cerramos a laburar sobre estas 11 para no abrir tanto la cancha y estamos viendo para lanzarlo lo antes posible.

Una de las características de Massacre es la autogestión ¿Cómo te llevas con las nuevas tecnologías que le permiten a uno ser su propio músico, productor y difusor?

La verdad que yo soy mas vintage, soy más analógico. Siempre hago el chiste de que tengo mi casa llena de equipamientos del 1 a 1. Cosas de los ochenta y los setenta, más algunos tesoros de los sesenta. Pero esta bueno, porque eso nos hace un poco vintage, un poco classic y un poco modernos. Todos esos elementos conviven en armonía en Massacre.

El 8 y 9 de agosto se va a dar la primera edición online del Cosquín Rock y ustedes forman parte de la grilla. ¿Cómo se preparan para este show tan particular? ¿Están emocionados?

Justo en un ratito voy a tener un ensayo con la banda en formato zoom. Estamos recontra ansiosos por vivir esa experiencia porque, primeramente, nosotros lo vamos a hacer en tiempo real. Nuestro show no va a estar grabado. Lo vamos a trasmitir desde La Trastienda, que es nuestro segundo hogar. Con los Massacre debemos tocar ahí al menos diez veces por año. Y lo interesante es que no vamos a tocar en el escenario, sino que abajo, en el piso, donde estaría el público. Con lo cual las cámaras se van a poder mover alrededor nuestro, y se va a generar una cosa divina, como de ensayo abierto. Incluso la gente puede participar, ya que estando en tiempo real nos pueden alentar, pedir temas, putearnos o lo que sea. Yo lo veo muy parecido a la experiencia del Mundial, porque la gente lo disfruta desde el sillón de su casa, tomándose una cerveza con unas papas fritas, y no todo el mundo viaja al lugar a alentar al equipo que le gusta. La mayoría lo ve desde la comodidad de su casa. Y en el caso este, va a ser a nivel global, o para los terraplanistas, a nivel plano. Así que en esa fechas nos van a tener ahí, tocando para salvar el rock mundial.

Entre tantas teorías conspirativas y mentalidades apocalípticas ¿Cómo te imaginas que va a ser el mundo después de esto? ¿Algo va a cambiar o seguirá todo igual?  

Yo tengo la teoría de que esto que estamos pasando es un test. Definitivamente estamos siendo sometidos a una especie de prueba por parte de gente muy superior a lo meramente humano, muy superior a la guerra entre China y Estados Unidos. Eso es solamente parte de la prueba que estamos pasando. Por supuesto que la pandemia trajo su flor de grieta. El Boca-River que nos proponen claramente es salud vs. economía. A partir de esto, cada uno va a elegir de qué lado quiere estar y ahí veremos quién pasa la prueba y quién no, si salimos más espirituales o si seguimos siendo capitalistas.