“Somos muchos más de 30 mil, hay casos que ni siquiera se conocen”.

“Somos muchos más de 30 mil, hay casos que ni siquiera se conocen”.

Homenaje a los desaparecidos en la Noche de los Lápices, realizado en 2006 en el Pozo de Banfield.

Como todos los martes, desde las 9.30, se llevó adelante una nueva audiencia virtual del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús. La última jornada contó con los testimonios de Jorge Nadal, ex detenido y padre del nieto restituido Pedro Luis Nadal García, y los sobrevivientes Lucía Deón y Luis Alberto Messa.

“Yo fui detenido el 16 de mayo de 1975. Y la detención se oficializó el 30 de mayo. En esos 15 días que trascurrieron, desde la detención a la oficialización, sucedieron en el medio un montón de cosas”, describió Nadal y agregó: “Esto pone de manifiesto el carácter represivo y el terrorismo de Estado que había durante ese momento, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, que no dudó en lanzar una represión indiscriminada como así también el aniquilamiento de quienes integrábamos una oposición férrea a sus designios y a su actitud represiva, altamente compartida por miembros de la civilidad, miembros de la Iglesia y también de las fuerzas represivas: Ejército, Policía Federal, las policías provinciales”.

Desde la sala virtual de la Fiscalía, con 71 años, unos apuntes escritos a mano y un artículo del diario La Opinión -que contenía una lista larga de los nombres de personas desaparecidas- que hacían de ayuda memoria, Nadal comenzó a narrar los hechos acontecidos por aquella época que marcarían su vida para siempre.

El ex militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores y Ejército Revolucionario del Pueblo PRT-ERP fue secuestrado de su casa y llevado desde Isidro Casanova, donde vivía por esos años, al Pozo de Banfield. “Una patota sin ningún tipo de orden de allanamiento entró a mi domicilio, pateando, insultando, de manera violenta y lo primero que hace es ponerle una ametralladora en el vientre a mi compañera, Hilda Garcia, que ya estaba a punto de parir, casi de nueve meses”, recordó. Nadal también describió el calvario, una vez llegado al centro clandestino de represión: “Me dispararon un tiro de una 45 en la rodilla, no para romperla sino para producir una herida sangrante y para pasarme por allí electricidad”.

Pozo de Banfield

Nadal es oriundo de la provincia de San Luis y expresa que el primero que recoge los datos personales de los militantes era el Obispo diocesano puntano de aquella época, Juan Rodolfo Laise. “Mi madre fue a hablar con él a la Catedral de San Luis y su respuesta, no sólo para ella sino para el resto de las personas que fueron a tratar de averiguar o pedir algún tipo de acompañamiento, fue: ´Señora retírese, nosotros a las madres de los comunistas y subversivos no los recibimos´”, recuerdó.

Además, cuenta que el sinceramiento de revelar su verdadera identidad- ya que poseía documentación falsa- le salvó la vida, y también le costó otras palizas, pero con distintos objetivos. Ya no buscaban información que él pudiera darles, y en ese sentido Nadal resalta: “Hablo de desaparición porque desde el 16 al 30 no fui oficializado y el objetivo era averiguar más cosas y matarme”.

Nadal avanzó cronológicamente sobre el relato: “El 29 de mayo nace mi hijo Pedro Luis Nadal. Mi compañera viaja al Chaco y nace en el Hospital del Niño. Luego vuelven a Buenos Aires. En el año 1976, se produce la detención de Hilda en Guernica donde matan a un compañero y se llevan preso a otro. Mi hijo Carlos Alberto queda en la escena con el compañero asesinado”. Jorge reconstruyó que Carlos fue llevado a lo de la abuela materna en Chaco por otra compañera que ya tenía instrucciones de dejarlo allí y con esa escena reparó en el compromiso de sus compañeros militantes. Sobre el secuestro de su compañera, Nadal arriesgaó que el genocida Miguel Etchecolatz, a cargo de la Policía de la Provincia, podría haber creído que él estaba muerto, porque quizá lo confundió con el compañero asesinado durante el operativo en que secuestraron a su esposa. 

Nadal aseguró que la persecución, el maltrato y la tortura no cesaron luego de salir del anonimato de la Brigada de Banfield y pasar a la cárcel de Sierra Chica, donde permaneció cuatro años. “En el penal me intoxican y me empiezan a patear. De la golpiza participan El cabo Pérez, el cabo Rosales, Gregorini, uno de los hermanos Quinteros, Laborde y más -enumeró- Luego de ello me pidieron que me levantara e hiciera bailes militares. Como no podía, me arrastraron de los pelos por el Pabellón 12, mientras iba perdiendo sangre.  Me arrastraron a las duchas y de la misma manera me reintegraron al pabellón de castigo donde permanecí muchos días”. Como resultado de ello Nadal quedó sin poder mover su brazo derecho y su pierna por mucho tiempo. 

“Somos muchos más de 30 mil, hay casos que ni siquiera se conocen. El pedido es que se pueda llegar a una sentencia en tiempo y forma. Nosotros ya tenemos 70 años y los represores más de 70. Muchos murieron sin pasar una instancia judicial y otros disfrutan ociosamente de una prisión domiciliaria. Se han burlado del Estado y de los jueces. Siguen siendo peligrosos, muchas veces nos amenazan y se burlan de nosotros”, reclamó Nadal y concluyó: “Nosotros no subvertimos, resistimos. Quienes subvirtieron el orden público fueron ellos y provocaron el terrorismo de Estado”.

Después de cuatro años de detención en Sierra Chica, Nadal fue trasladado a la cárcel de La Plata y al año siguiente se le dio la opción de abandonar el país. Estuvo exiliado en Francia durante cinco años y en 1984 regresó a la Argentina. Su compañera y esposa Hilda García, quien también fue llevada al Pozo de Banfield, aún sigue desaparecida. El hijo de ambos, Pedro Luis Nadal García, fue apropiado por los represores que secuestraron a la madre. Jorge lo buscó durante 30 años, hasta que en 2004 pudo recuperarlo gracias a su búsqueda y la investigación de Abuelas de Plaza de Mayo.

Pozo de Banfield.

Luis Alberto Messa

Messa, sobreviviente y ex militante de Montoneros arrancó su testimonio: “En 1976 allanaron la casa de mis padres, yo no estaba, pero golpearon a mi mamá y robaron todos los objetos de valor. A partir de ahí yo asumí una situación de clandestinidad”. Sin darse por vencidas, las fuerzas de seguridad realizaron otros allanamientos, sin poder encontrarlo, hasta que el 31 de diciembre de 1976 lo arrestaron en la calle, cerca de la estación de Escobar. “Fui a la comisaría de Escobar un par de horas y luego me trasladaron a la zona de Zárate-Campana. 

Messa estuvo en varios centros clandestinos de tortura y exterminio de aquella zona: el Buque, Tiro Federal, entre otros hasta que fue trasladado a la Brigada de Banfield.  “Pude saber que estaba en Banfield porque escuchaba el parlante de un auto que pasaba haciendo propaganda de un boliche de la zona y por compañeros de celda que percibían que estábamos allí”, contó Messa y continuó: “Durante la noche, abrían la puerta, y nos ponían contra la pared. La mano atrás y atada con alambre. Nos ponían una venda y nos llevaban a una sala donde nos interrogaban y nos decían `Montoneros asesinos, peronistas de mierda´”.

El exdetenido-desaparecido narró su derrotero por los centros clandestinos de la provincia: “Después de Pozo de Banfield aparezco en el Hospital de Campo de Mayo. Me tiran en una bañera con jabón en polvo y los que nos tiraban agua nos decían que hacían eso, porque estábamos llenos de mierda”. Messa no puede precisar cuánto estuvo allí, pero asume de seis a cinco días. Sufrió constantes torturas y amenazas, incluso simulacros de fusilamiento.  

“Una vez por día me sentaban en una camilla y ahí un grupo de interrogadores me preguntaba por la trayectoria política. Un día por la mañana me sacan de la cama, apuntándome con fusiles y me dan la ropa para que me vista y me atan nuevamente. Se acerca una persona que dice ser el jefe médico y me dice: ´Te salvaste, no me explico cómo aguantaste, pero te salvaste´´´. A Cristo lo crucificaron, pero hoy somos todos cristianos y hoy se impuso su visión del mundo”, declaró de manera contundente.

Allí comenzaría un rally de traslados: Sierra Chica hasta abril de 1979; La Plata hasta junio del mismo año; Rawson hasta el último día de diciembre de 1980.  Y nuevamente lo regresaron en un avión a la Plata, otorgándole la libertad vigilada. Recién en diciembre de 1982 le dieron la libertad definitiva. “Yo no rehíce mi vida. Mi vida es una continuidad vinculada a la política. Nos fuimos curando en vida y a través de la política, en contacto con la discusión y con los compañeros peronistas. Con la familia, de a poco se fue perdiendo el temor, pero eso es algo que no se pierde nunca”, concluyó.

Lucía Deón

El testimonio de Deón también se inició con su detención: “Trabajaba en la municipalidad de Lomas de Zamora, en Inspección de Riesgos Profesionales, inspeccionaba las fábricas de todo el cordón industrial del sur. Además, era delegada del gremio municipal y formaba parte de la Juventud Trabajadora Peronista de Lomas de Zamora. En ese momento fui detenida”. 

Deón fue secuestrada el 14 de noviembre de 1974 en un barrio de Lomas de Zamora junto a tres compañeros: Juan Alejandro Barri, Carlos Pachagian y Jorge Sara Acuña. Fueron llevados a la Comisaria 1ª de Lomas y allí comenzó la tortura. Resultado de ello, quedó con una parte del cuerpo paralizada. De allí fue llevada al Pozo de Banfield, donde la separaron de sus compañeros en distintas celdas.

“Yo tuve abogado en ese momento y él me acompañó desde que le permitieron verme, incluso con la gestión de la salida del país. Ese abogado había sido gestionado por la Iglesia. Mi militancia anterior había sido siempre en grupos cristianos por eso conocía a mucha gente de la Iglesia. Fui llevada a declarar y cuando quise denunciar torturas, el juez me dijo: ´Para qué declarar torturas si la tortura es legal en nuestro país´”, recuerda.

“Cuando salí del país, fui a Perú y los militantes que estábamos allí tuvimos que salir preventivamente por el golpe hacia México. Luego regresé clandestina a Argentina. En 1978 caí en el Olimpo, allí también recibí torturas y estuve prisionera”, cuenta Deón quien afirma que luego fue llevada hacia Quilmes. 

Lucia Deón estuvo en Banfield desde el 14 de noviembre al 4 de marzo de 1974 y en 1976 llegó a Quilmes luego de su partida de Perú. En agosto de 1982 la liberaron con vigilancia y recurrencia a la Escuela de Mecánica de la Armada hasta el retorno de la democracia.

Stella Calloni describió el Plan Cóndor para que se haga justicia

Stella Calloni describió el Plan Cóndor para que se haga justicia

“La operación Cóndor fue una operación de contrainsurgencia que se estaba aplicando con la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos de esos años. En este caso, su base concreta de inicio fue la dictadura del General Augusto Pinochet en Chile. Esta operación tenía de acuerdo a un coronel de FBI de Estados Unidos, Robert Shredder, tres fases y estaba destinada a terminar con todos los exiliados de importancia que había en el exterior de cada uno de los países del cono sur que son Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Argentina”, arrancaba su testimonio contextual Stella Calloni, periodista y escritora argentina especializada en política internacional.

La sala virtual del Tribunal Oral N°1 Federal de La Plata comenzó puntual y dio lugar a la audiencia número 14 del Juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en las Brigadas Quilmes, Banfield y Lanús. Esta vez, le tocó a Calloni cuyos trabajos de investigación se centraron en las dictaduras militares latinoamericanas para explicar la relación entre el Plan Cóndor y los Centros Clandestinos Pozo de Banfield y Quilmes, investigaciones que fueron claves para la causa.

Según la periodista, el 25 de noviembre de 1975 fueron citados los militares de los países del Cono Sur a una reunión donde se institucionalizó el Plan Cóndor. Allí se pusieron de acuerdo todas las dictaduras de la región en destruir a figuras importantes de la dirigencia política que estaban denunciando en el exterior a los regímenes de Sudamérica. Aunque en ese momento, en Argentina todavía no había una dictadura, nuestro país habría participado de la reunión de manera extraoficial. “Al incorporarse Argentina, se cierra perfectamente un círculo de la muerte. Ya se estaba trabajando activamente en un pre cóndor en el 75. Esto es: las operaciones que se estaban realizando como prueba de lo que iba a ser la Operación Cóndor. Tenían la capacidad de ubicar a los dirigentes y realizar operaciones terroristas en cualquiera de los países. Se creó una especie de comando que tenía que encargarse de hacer una especie de omertá, como la mafia italiana, apoyarse conjuntamente para ir a asesinar a los que ellos consideraban que había que sacar del medio”, explica Calloni y continúa: “Como el asesinato del General Carlos Prats y su esposa, en septiembre de 1974, refugiado político en Argentina al que Chile no le quería conceder su pasaporte y luego que fue asesinado por un grupo integrado por personal de inteligencia, integrantes de la Triple A y también por un grupo de chilenos, que le pusieron una bomba debajo de su auto”.

“La operación Cóndor se realizó en medio de este plan de las dictaduras de la seguridad nacional. Las poblaciones del Cono Sur pasaron a ser un enemigo interno. ¿El enemigo interno era el enemigo de quién?, se pregunta la periodista. Y afirma: “Todos nuestros pueblos eran una masa de enemigos que podía ubicar Estados Unidos dentro de la Guerra Fría”.

La audiencia Nº 14 por los crímenes cometidos en las brigadas de Quilmes, Banfield y Lanús se realizó de forma virtual.

Calloni agrega que no cualquier caso de violaciones a los derechos humanos es considerado dentro del Plan Cóndor, sino que eran casos de pedidos directos de un país a otro. “Por eso digo -agrega- que fue una operación muy elitista. Es muy importante conocer los inicios de Cóndor para saber de qué trató. Fue una operación contrainsurgente típica que sirvió para deshacerse de personalidades importante políticas y futuros dirigentes políticos”. 

En su testimonio, la periodista además compara la Operación Cóndor con otras, sucedidas anteriormente. “Es un espejo de la Operación Fénix que se realizó en la guerra de Vietnam. Muchos personajes que actuaron en Vietnam en esos tiempos, actuaron también en la Operación Cóndor, es allí donde nació la metodología contrainsurgente: los centros clandestinos de detención. Trasladaban a prisioneros de una zona hacia otro lugar lejano, para que perdieran total contacto con su familia y los asesinaban. Más de 70 mil personas murieron dentro de esa operación. El otro espejo es la Operación Gladio, que se desarrolló en Europa. Los principales asesinos fueron enviados de Europa hacia Chile, bajo la dirección de Pinochet. Los servicios secretos de Europa sabían cómo iban a operar en nuestros países”.

La escritora además señala que toda esta información no hubiera sido posible sin el descubrimiento, en diciembre de 1992 en Paraguay, de los archivos de la dictadura de Alfredo Stroessner, que duró 35 años,  y que sin embargo allí se encontraron documentos importantes como los de la fundación de Cóndor en la reunión de noviembre de 1975. “Esto provocó que se pudieran iniciar los juicios en nuestro país y en España, sobre todo, pidiendo documentación a Paraguay”, recuerda.

Calloni recordó que la Argentina es el país en el que más extranjeros desaparecieron. “Son famosos los pozos de Banfield y Quilmes por la cantidad de uruguayos que pasaron. Se necesita urgente justicia para las víctimas, pero también es el país que está a la cabeza en impedir la impunidad”, resalta.

Luego prosiguieron las preguntas de las distintas partes. La abogada querellante de Justicia Ya, Pía Garralde, quiso saber cómo operó el plan Cóndor respecto de embarazadas y niños y niñas secuestrados. “Yo les digo ´los niños del Cóndor´. Sara Méndez es un ejemplo, un caso típico que era parte del plan sistemático de robo de niños. Hubo casos asombrosos, como aquellos dos hermanos uruguayos que fueron trasladados de Argentina a Uruguay y de allí a Chile y luego fueron dejados en una plaza pública. Creemos que hay niños que fueron llevados a Europa también. En esta causa hay ejemplos claros del Cóndor”, advierte Calloni.

Por otro lado, también remarcó las operaciones que se desarrollaban dentro del plan madre del Cóndor como la Operación Murciélago “Esta operación tuvo importancia clave.  Fue la persecución y muerte de militantes Montoneros, lo que se llamó la Contraofensiva donde se estaba en busca del dinero de Montoneros, también. Esto fue descubierto a partir de los archivos de la DIBPA y que hoy gracias a ello se desarrolla el juicio”.

La querella de  Abuelas de Plaza de Mayo preguntó por la participación de la Jefatura 2 del Ejército argentino en las conferencias de ejércitos americanos: “Nosotros no nos podemos olvidar que nuestros ejércitos quedaron bajo las órdenes del Pentágono en el esquema de la Guerra Fría, es decir nuestros ejércitos no respondían a la seguridad nacional.  No era nuestra seguridad nacional, era la de Estados Unidos. Y esta conferencia de ejércitos era el ejercicio pleno del mandato del pentágono en nuestros ejércitos”, respondió contundente Calloni.

Finalmente, aportó datos acerca de los organismos de inteligencia argentinos e internacionales que estuvieron implicados en la operación sistemática de desaparición, tortura y exterminio de personas en nuestro país e incluso en países limítrofes. “La SIDE tuvo muchísima participación en los mensajes que se pasaban de Argentina a Chile, y el Batallón 601 también cumplió un rol fundamental con una participación muy activa y más presencial. En Honduras, en Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra, en Perú”. Por otro lado, también explicó que la CIA trataba de no aparecer en el Plan Cóndor sino de actuar mediante mercenarios a quienes finalmente culpabilizaban para desresponsabilizarse de los delitos.

“Muchísimas cosas que se utilizaron en aquel momento para la contrainsurgencia, hoy están sobrepasadas por lo que se llama la ciberguerra, por ejemplo. Ahora se hacen otras cosas porque tienen nuevas tecnologías, nuevas formas de espionaje. Por eso estoy en contra de que se le llame a cualquier cosa Cóndor. Esto fue una operación hecha en su momento, en su tiempo y con un objetivo determinado que fue cumplido totalmente”, cierra su testimonio.

La declaración de Stella Calloni y sus investigaciones a lo largo de su carrera como escritora, periodista pero también como una intelectual comprometida con su tiempo, fue un paso más hacia el camino de la memoria, la verdad y la justicia.

De la Villa 20 a la Avenida Corrientes

De la Villa 20 a la Avenida Corrientes

“Es un gran paso para los artistas que son del barrio. Años atrás nadie se lo imaginaba. La gente ya no te mira raro, antes nosotros bailábamos de cabeza y para los demás limpiamos el piso”, expresa Angélica Villagómez, la joven de Villa 20, ideadora de la obra teatral El arrebato, y bailarina de breaking dance.

Entre protocolos, distanciamiento y capacidad reducida, el  pasado martes llegó al Teatro Metropolitan de la Avenida Corrientes El  arrebato, una obra de teatro musical que lleva la problemática de la marginalidad al corazón del centro porteño. La puesta nació a partir de una idea de Villagómez, que surgió en el contexto del taller Arte en Barrios, el programa del Gobierno de la Ciudad que promueve  la actividad cultural de barrios populares. “En el taller de gestión de proyectos que ellos daban surgió todo. Tenía varias ideas, pero esta me gustó mucho porque no solo era para el público sino que los chicos podían trabajar en el guión o en la obra. La idea original era hacer un musical contando la historia del breaking, después se modificó un poco pero quedó genial. La obra tiene de todo, te reís hasta incluso te emocionas y los chicos rapean y cantan genial”, cuenta la bailarina y agrega:  “La profesora que dictaba el Taller, comentó mi idea en La Usina del Arte y les gustó. Me llamaron con la propuesta y empezaron las reuniones para ver cómo podía ser posible la obra”. 

A partir de ahí El arrebato dejó de ser un sueño para  convertirse en realidad.  Se convocó  a productores, guionistas, directores, músicos y coreógrafos que incluso fueron a ver los talleres de rap que había en Villa 20 para conocer la vida del barrio de Lugano. “Un día nos juntamos todos los que íbamos a trabajar, fui a los ensayos y acompañé a los chicos, aporté consejos para las coreografías. Yo no soy del mundo del teatro, pero acompañé el proceso de la obra con todo el equipo que hizo un excelente laburo”, expresa la bailarina, quien además cuenta que desde el FIBA, El festival Internacional de Buenos Aires, también recibieron apoyo para el estreno. 

Villagómez  acompañó todo el proceso de creación de El arrebato, obra dirigida por el actor Juan Martin Delgado y escrita por Emiliano Dionisi, ambos artistas jóvenes con gran trayectoria en el escenario. Con diez nominaciones a los Premios Hugo al Teatro Musical, El arrebato se convirtió en una de las mejores opciones para este verano pero además invita a reflexionar y visibilizar  la vida de los jóvenes de los sectores populares, aquellos que muchas veces se enfrentan con distintas problemáticas y se los estigmatiza e incluso criminaliza por tan solo vivir en un barrio popular. “Está muy bueno que esté la obra en calle Corrientes. Hemos visto bastantes puestas que hablan de otra cosa, que son para divertir al público y esto es completamente diferente. Lleva una problemática de un barrio a un teatro para que lo vean otras personas que no son de este mundo, los lleva a meterse un poquito en lo que pasamos nosotros, en nuestro día a día”, expresa la joven.

En una sociedad donde  el discurso del mérito es cada vez más fuerte entre los jóvenes, Villagómez se posiciona y reflexiona “Nosotros estamos acostumbrados a lucharla para salir, sabemos que tenemos que levantarnos temprano, estudiar, trabajar y demás. Uno cuando baila se encuentra con distintos escenarios, los mismos bailarines son de distintas clases, los bailarines de breaking, los que rapean, no son todos del  barrio. Hay distintos sectores cuando hay un evento pero cuando nos juntamos, desaparece la clase social”, señala.

El arrebato tiene diez nominaciones para el premio Hugo al Teatro Musical.

Desde sus inicios, Villagómez estuvo rodeada de música pero los talleres que se daban en el el barrio de Villa 20 marcaron lo que es hoy: “En el 2010 fui a un club de jóvenes que era de mi propia escuela y empecé con unas amigas. Primero empezamos bailando coreografías de hip hop, después nos animamos a bailar breaking y bueno desde ahí pasaron un par de años. En el medio fui mamá, estuve estudiando mucho, pero igual seguí bailando. En 2016 empecé a dar clases en Villa 20, para los niños. Di clases en Villa Soldati también. Los chicos cuando vienen a las clases, la pasan bien, lo disfrutan. No solo son alumnos sino que se convierten en amigos” 

Además expresa que no fue todo  tan fácil, sobre todo el apoyo de sus padres “Cuando uno es adolescente y vos queres bailar, te dicen que elijas una carrera o que consigas un trabajo, y no hay mucho apoyo en eso. Si vos te queres dedicar a algo que no les gusta a tus padres, piensan que ´ya se te va a pasar´, que es un pasatiempo nomás pero después al final vieron que yo seguía, que insistía y obviamente terminaron aceptando”.

“Una trata de hacer un equilibrio con el trabajo, porque yo empecé cuando era chica. Estudié, trabajé, tuve a mi nena , a mi nene ahora y es buscarte un tiempo para hacer lo que te gusta. Si bien ahora una es menos constante bailar o ir a entrenar pero nunca lo dejo de hacer”, expresa, mientras de fondo se escucha el llanto de su bebé reclamando a Angélica mamá y continúa: “Me pasó a mi y les pasó a todos mis amigos que también empezaron cuando eran adolescentes que ya son papás y ya también trabajan, pero igual seguimos”.

Villagómez cuenta que el año pasado, con la pandemia, fue bastante complejo continuar con los encuentros, ya que solían reunirse  todos los veranos a ensayar y enseñar “Nos juntábamos los domingos afuera de una escuela del barrio, llevábamos la música, el piso y lo tirábamos ahí y nos poniamos a bailar y se acercaban chicos y chicas que querían aprender y nosotros no tenemos problema en que  venga  alguien y diga que quiere aprender. Obvio, le enseñabamos verticales o los pasos básicos de a poco”, agrega la bailarina.

A pesar del correr de los años, las distintas dificultades que pudo tener en el camino, los recursos que muchas veces se agotan en la Villa 20 y sus días hoy como madre, el sentimiento por la danza y el hip hop persiste: “Más que un baile es una cultura para mi. Muchos empiezan y después se alejan pero los que nos quedamos, lo hacemos parte de nuestra vida. Entrenamos todos los días, vamos a competencias, eventos  y compartimos con bailarines de otros barrios. Es muy bonito lo que disfrutamos en grupo con otras personas. Las competencias para un bailarín no es solo ir y compartir, es un  lugar de encuentro en donde compartis un espacio con el otro, compartis el baile. Las rondas donde uno entra a bailar son un momento de compartir y se hace muy grato para uno”

 

Memoria eterna

Memoria eterna

La declaración realizada en el juicio a Etchecolatz por Nilda Eloy, fallecida hace dos años, fue reproducida en la audiencia.

A las 9.40 del martes 17 de noviembre se inició la cuarta audiencia virtual del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de tortura y detención en las Brigadas de Investigaciones policiales de Banfield, Lanús y Quilmes, en la que se escucharían nuevamente los testimonios grabados de juicios anteriores de Nilda Eloy y Alcides Chiesa, ex detenidos desaparecidos, ya fallecidos. Esta causa investiga los delitos contra 442 víctimas, entre ellas 18 embarazadas y siete niños y niñas nacidos en cautiverio.

La audiencia se inició con los problemas de conexión del ex  jefe del Grupo de Actividades Especiales  Ricardo Fernández y la ausencia de otros imputados como el ex jefe del Batallón de Arsenales Eduardo Samuel De Lio; el ex cabo de la Brigada de Lanús Miguel Ángel Ferreyro, Miguel Etchecolatz y Jorge Héctor Di Pasquale, quienes desde la Unidad Penitenciaria Nº 34 de Campo de Mayo se negaron a estar en la videoconferencia. Ante esta situación, las querellas expresaron preocupación y exigieron al Tribunal Oral Federal  N°1 de La Plata que garantice la conectividad para que todos los imputados presencien las audiencias, pero sobre todo, para que la virtualidad no permita informalidades o excepciones que no se admitirían en  una sala presencial.

Como respuesta, el presidente del Tribunal Ricardo Basílico, pidió a las partes mantuvieran sus cámaras prendidas y dio aviso al equipo de informática de la magistratura para que se ocupara de resolver el problema. Dicho esto, comenzó la reproducción del primer testimonio, el de Nilda Eloy en aquel juicio que tenía a Etchecolatz como único imputado en 2006.

Nilda Eloy

Nilda fue secuestrada de la casa de sus padres con 19 años, en octubre de 1976, por una patota al mando del genocida Miguel Etchecolatz. Estuvo detenida ilegalmente hasta agosto de 1977 en seis centros clandestinos: La Cacha, el Pozo de Quilmes, el Pozo de Arana, el Vesubio, la Brigada de Investigaciones de Lanús con asiento en Avellaneda (más conocido como “El Infierno”) y la Comisaría 3ra de Valentín Alsina. Luego fue “blanqueada”, es decir legalizada en la cárcel de Devoto a disposición del Poder Ejecutivo hasta fines de 1978. 

A tres años de su fallecimiento, Nilda se hace presente. Con el pelo largo blanco que en sus últimos años la caracterizaba, su saquito rosa y un pañuelo del mismo color. Se sienta valiente frente al juez para contar su historia de encierro, tortura y abuso que carga: “No puedo parar. Son demasiados años de silencio”, contesta al entonces presidente del Tribunal Carlos Rozanski sobre la sugerencia de detener el testimonio al notar la voz quebrada de Nilda en su relato. Pero no, Nilda continúa incluso con mucha más fortaleza que antes. Cada tanto cierra los ojos tratando de recordar cada detalle de lo vivido y los distintos nombres u apodos de quienes habían participado en su tortura, como el oficial de policía de apellido Lara, que tenía relación de amistad con la familia de su madre. Ella lo reconoció en aquel momento y eso le hizo ganar su segunda sesión de picana eléctrica. O el padre Monseñor Callejas quien muchos años después, en los Juicios por la Verdad, se enteró de que era el mismo que atendía a las Madres de Plaza de Mayo en la Catedral, mientras a ella le pisoteaba sus manos en el centro clandestino. En aquel relato también recordó a los compañeros detenidos como o Marlene Catherine, una chica paraguaya de origen alemán que había sido crucificada en el Pozo de Arana. “Tenía las marcas en las palmas de las manos, en los pies, de haber sido crucificada”, declara Nilda con los ojos llenos de lágrima y la voz acongojada; o “El Colorado”, responsable de Montoneros Zona Oeste. Nilda declara que por él  tuvo la primera idea de lo que significaba la ESMA, ya que lo llevaban a torturar allí y lo traían. “Cada vez que venía, volvía con algo menos de su cuerpo”, dijo. Fueron todos relatos de compañeros que junto a ella hicieron “Turismo Camps”, tal como denominó su paso entre los distintos centros clandestinos de detención y exterminio de la zona sur de la Provincia de Buenos Aires. “Yo quedé como mujer permanente ahí, para todo lo que se les ocurriera. Para presionar a un compañero haciéndoles creer que torturaban a la madre o la hija”, expresa Nilda.   

Al final de su testimonio, Nilda denuncia la violación y abuso que sufrió en reiteradas oportunidades por parte del ex cabo de la Brigada de Lanús, Miguel Ángel Ferreyro, quien llamativamente en esta audiencia se ausentó alegando daños psicológicos provocados por un escrache en su casa, donde se encuentra cumpliendo prisión preventiva domiciliaria. Aunque Ferreyro no quiso escuchar las vejaciones a las que sometió a Nilda, la audiencia sí pudo: “La puerta de mi calabozo quedaba abierta en general, supongo que era una forma de pago por los servicios. Yo salía entonces del calabozo, cruzaba el patio y agarraba agua de un zapato y la pasaba. La sed es lo más desesperante, nos volvía locos”, describe Nilda.

Alcides Chiesa

Se hizo un cuarto intermedio de quince minutos y se prosiguió con la reproducción del testimonio del también fallecido Alcides Antonio Chiesa, quien fue secuestrado el sábado 15 octubre de 1977 de su casa de Quilmes y estuvo detenido-desaparecido en la Brigada de la misma localidad. Por aquel entonces, Chiesa era estudiante de cine.  En el video, mientras se veía a Alcides dar testimonio, de fondo se podía ver a Etchecolatz escuchar atento una de las primeras escenas de tortura: “Me desnudan, me sacan lo poco que podían robarme y la traen a mi mujer, y me torturan delante de ella”. 

Luego relata la primera vez que conoció a Bergés: “Se me había infectado la pierna por la picana, se me había hecho casi una perforación y se me había hinchado. Ahí fue que vino a verme Bergés. Lo recuerdo porque fue una de las pocas personas que me bajó la venda y le pude ver la cara. Me dio unas pastillas pero me provocó una reacción alérgica”, recuerda sobre el día que conoció al famoso médico que asistía a los detenidos para que los pudieran seguir torturando y también a las embarazadas. 

“Como única expectativa tenías la comida que a veces llegaba”, señala y confiesa que pensó en escapar pero que de alguna forma sentía que era en vano: “Quién me iba a proteger, uno era la nada absoluta como ser humano: ¿a dónde iba a ir, a una comisaría o al Palacio de Justicia, a dónde iba a ir?”, se preguntaba en aquella declaración.

Chiesa luego pasó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional el 18 de julio de 1978 y recién en 1982 cesó su condición de detenido. En el testimonio también contó que el día que fue puesto en libertad lo raparon: “A la noche me largaron y corrí hacia una esquina y estaban mis padres, esperándome en un coche. Por suerte elegí hacia el lado al que tenía que ir. Así contado, no tiene mucho drama, pero fue dramático”, describe. “No sabías si ibas a la muerte o te dejaban en libertad”. El final de su testimonio habla de su compromiso como sobreviviente: “Cuando yo me fui, mis compañeros me gritaban que no me olvide de ellos. Yo creo que es una experiencia que te queda para toda la vida, que no te la sacas más”, explicó el sobreviviente del Pozo de Quilmes que luego se exilió en Alemania,  narró lo que le hicieron a él y a otros y su testimonio sigue aportando al proceso de memoria verdad y justicia, aunque ya no esté. Alcides Chiesa falleció en abril de 2017, a los 69 años.

Las universidades en campaña contra el Covid 19

Las universidades en campaña contra el Covid 19

“La propaganda es uno de los más poderosos instrumentos en el mundo moderno”, afirmó Harold Laswell en 1927, cuando proliferaron los estudios sociológicos sobre la eficacia de los medios de comunicación en la Primera Guerra Mundial. Hoy, el enorme desafío al que nos enfrenta la pandemia de la Covid-19 sigue trayendo la misma pregunta: ¿Cómo comunicar de manera eficiente, ahora la manera de enfrentar al virus?

Con la intención de responder al interrogante, el Ministerio de Salud de la Nación y el espacio de pensamiento Argentina Futura, dirigido por Alejandro Grimson, convocaron a la Red de Carreras de Comunicación y Periodismo (REDCOM)  para que estudiantes y docentes de las diferentes casas de estudios de la Argentina produzcan una serie de piezas comunicacionales para fortalecer los cuidados y la prevención del Coronavirus.

La carrera de Ciencias de la Comunicación (CCOM)  de la Universidad de Buenos Aires, entre otras, fue pionera en convocar de manera  masiva  a docentes, estudiantes y graduados a producir contenidos. “Fueron aceptadas casi 150 piezas que ya las estamos empezando a compartir tanto en nuestras redes sociales como en Google Drive para que cualquiera las pueda difundir. Nos interesaba mucho interpelar a les más jóvenes porque también sabemos que hay una parte de los relajamientos de cuidado que tiene que ver con ellos, que empiezan a salir, a laburar y circular por los espacios”, subraya Larisa Kejval, directora de la Carrera. 

Kejval señaló que la comunidad universitaria se propuso explorar nuevas formas creativas, descentralizar la producción y “dialogar con las prácticas y realidades concretas de cada territorio o grupo social”.

 La Dirección de la Carrera de Ciencias de la Comunicación convocó a un grupo curatorial de docentes que tiene una formación específica o trayectoria especializada en comunicación y salud para que pudieran seleccionar las piezas. Uno de ellos es Roberto Montes. La consigna, señaló, fue privilegiar un enfoque social por sobre el individual. “Hubo muchísima creatividad y de excelente calidad. La experiencia significó una gran satisfacción. Hubo un gran laburo, realizado muy rápidamente y con un alto nivel de participación”.

Con canciones, memes, recursos sonoros y audiovisuales, la comunidad de Ciencias de la Comunicación tomó la iniciativa y creó piezas como “Seamos protagonistas” realizada por Agustina Ahide, Agustina Bracco, Alexia Halvorsen y Juan Lucas Guerschman, puramente gráfica, que juega con frases de películas emblemáticas y modifica el sentido hacia la prevención. Los y las docentes también se sumaron al trabajo de producción con la propuesta gráfica “La facu te quiere bien” con autoría de  Lorena Steinberg, María Elena Bitonte, Mariel Bonino, Magalí Bucasich, Ariel Gurevich, Ines Mazzara, Daniela Praga, Agustina Sabich, Ezequiel Vasen y Sebastián Franco.  Desde el marco audiovisual se destaca la canción “Al virus lo frenamos entre todxs”, de Micaela Romina García y Florencia Kierzkowski.  Todas las piezas producidas están disponibles en las redes sociales de Facebook, Twitter e Instagram de la Carrera de Comunicación.

A la iniciativa también se sumó desde la ciudad de Paraná, Entre Ríos, una egresada de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Se trata de un trabajo interdisciplinario, junto a residentes en comunicación y otras disciplinas que trabajan en el área de Salud Mental de esa localidad. “Postales Sonoras” reúne una serie de piezas auditivas. Soledad Carranzza, la comunicadora y referente del grupo  señaló: “La idea fue corrernos de los mensajes alarmistas, lo que hicimos fue una convocatoria abierta con la  consigna sobre ‘La no rutina’ y que se rescatara la cotidianidad, poniendo sobre la mesa los malestares, pero también las  estrategias que tuvieron las personas para sobrellevar este momento”. La joven especialista reflexiona: “Hay muchos aportes desde la comunicación para buscar la empatía y ser creativos para poder llegar a una mayor cantidad de personas, sin marcar lo que hay que hacer, sino construir una visión no hegemónica de la salud mental”.  

A pesar de que todos los días el pico de casos de Covid 19 alcanza un nuevo récord, pareciera que existe un cierto acostumbramiento a la pandemia y el relajamiento en las prácticas de cuidado se hace evidente. Si bien la comunicación no resuelve todos los problemas que la pandemia trajo aparejados, sí puede fortalecer los mensajes sobre la necesidad del cuidado. “Abonamos la propuesta -reflexionó Kejval- de instalar  la idea del cuidado mismo, de cuidar al otro, a la comunidad. Ideas opuestas a la predominante de una retórica neoliberal, que subraya al individuo  por sobre lo común, y lo comunitario. Peleamos contra esa idea individualista: la de soy joven, sana y sano, no me va a pasar nada entonces relajo y esa idea no concibe al trabajador y trabajadora de salud desbordado en este momento, no concibe al otro o la otra que puede tener una condición más riesgosa ante la expansión del virus”. 

Hoy más que nunca, resulta necesario apelar a la responsabilidad de aquellos que tienen el rol social de comunicar,  quienes poseen voz y cara en los medios masivos y en este sentido Kevjal confiesa: “Algunos comunicadores, comunicadoras o medios no contribuyen mucho al cuidado al enfatizar el cansancio del aislamiento o distanciamiento o promover ciertas movilizaciones anti cuarentena. 

Finalmente, la directora de Ciencias de la Comunicación celebró la trascendencia de la propuesta:  “Estamos muy orgullosas y orgullosos de la respuesta. Nos parece que es salir de las paredes de las aulas, de las clases virtuales, para poder pensarnos como actoras y actores políticos y sociales capaces de hacer un aporte a una problemática social”.