Jul 4, 2019 | Deportes, Novedades
En abril pasado, la Argentina obtuvo el título de la Asociación Mundial de Futsal, en el torneo organizado en Misiones.
Argentina es campeona de un mismo deporte, dos veces. No, no porque haya salido bicampeona, es decir que haya ganado dos torneos en forma consecutiva. Hablamos del futsal, la variante moderna del fútbol de salón que posee dos entes rectores internacionales diferentes, y en los dos máximos certámenes, la selección fue la ganadora. En abril pasado obtuvo el título más reciente, en la localidad misionera de Montecarlo, al superar en la final nada menos que a Brasil. A continuación, un panorama de una la rivalidad entre dos sectores, uno encabezado por la poderosa Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y el otro por la más sacrificada Asociación Mundial de Futsal (AMF).
La AMF y la FIFA funcionan como organizaciones independientes, con estructuras y competencias diferenciadas. En el país, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se vincula a la FIFA. Se trata de dos entes con centralidad económica y marketinera, ligados al profesionalismo y a los clubes más poderosos del globo. Mientras que del otro lado, la Confederación Argentina de Futsal (CAFS), ligada a la AMF, opera en un ámbito federal, descentralizado, y con un espíritu amateur que fomenta otros valores sociales. Y si la FIFA tiene su cuartel general en Suiza, el de la AMF está en Paraguay.
Ariel Avveduto, director técnico del seleccionado argentino campeón del mundo en abril, dedicado hoy a un proyecto deportivo-educativo en el Club Defensores de Florida (Vicente López), señala que la actualidad debe explicarse desde la rica historia del futsal, que en Argentina tiene más de 60 años: “A mediados del 80 y principios de los 90, FIFA decide que todo lo que esté vinculado a un balón, que se patea o que puede tener un derivado del fútbol, le pertenece. Esto produce una pelea a nivel internacional que deriva en una gran crisis dentro la organización inicial (FIFUSA), de la que termina surgiendo la AMF con los disidentes de un pacto espurio firmado a las sombras de la asamblea de FiFUSA. A partir de ahí el deporte queda dividido”.
Actualmente, el Torneo Oficial de Futsal Argentino, organizado por AFA (que en la práctica se adueñó del nombre del deporte), cuenta con 4 divisiones y un total de 87 equipos participantes, 83 de ellos radicados en CABA y el Área Metropolitana, según los datos del sitio web oficial de la Asociación. Esta liga reúne a clubes como Boca y River (entre otros de renombre), y sus planteles contratan jugadores, que perciben ingresos fijos, aunque también hay quienes tienen otros trabajos y registran ingresos menores o contribuciones de distintos sponsors.
En contrapunto, Avveduto remarca los atributos relevantes que ponen en valor a la CAFS, como la promoción de las categorías formativas infanto-juveniles y la concepción federal, elementos que no existen en la otra vereda: “Hoy la Confederación tiene -en el plano formal- casi 50 mil jugadores federados, mientras que la AFA posee entre seis y siete mil jugadores, prácticamente concentrados en CABA y el Gran Buenos Aires. Nuestros jugadores son amateurs, no cobran dinero por su actividad. Sin embargo, son realmente profesionales en lo que hacen, porque entrenan como deportistas de alto rendimiento, haciendo un esfuerzo enorme, como si vivieran de esto, para poder participar.”
Avveduto también señala que la CAFS tiene una fuerte presencia en la provincia de Buenos Aires con seis mil jugadores registrados en la Asociación Metropolitana de Futsal, la misma cantidad que AFA. En ese torneo juegan instituciones antiguas pero menos conocidas como Estudiantil Porteño, Comunicaciones, Banco Nación o el ya mencionado Defensores de Florida, cuyo equipo conduce el ex entrenador de la selección.
Pero hay otras zonas importantes para el desarrollo de este deporte, como Mendoza, Chubut y Tierra del Fuego. La Confederación se extiende por unas 70 ciudades del país, que pertenecen a con distintas federaciones. Quizá la parte más resonante del conflicto sea aquella que motiva el éxodo de jugadores formados en la Confederación hacia la AFA por razones obvias. “Se llevan a muchos jugadores nuestros por un tema de marketing. La atracción que genera hace que muchos talentos nuestros, principalmente en el ámbito metropolitano, se fuguen. Y no hay una ley que nos ampare. Si bien existe una ley nacional de Derecho Formativo, al ser dos federaciones separadas, nos impide a hacerla valer. Del otro lado se los llevan por muy poquito”, dice Avveduto.
Lino Echeverría, presidente de la Federación de Formosa, remarca también el federalismo de las competiciones de CAFS. Como ejemplo, señala el Torneo Argentino de Selecciones, en el cual participan representaciones de ciudades como Esquel, Formosa, Roque Sáenz Peña, o la ciudad de Mendoza (actual tetracampeón). “En el 2011, en Formosa se arrancó con un torneo federal que fue abarcando no solamente las provincias sino las ciudades. Tenemos una liga de 32 equipos, con una división de honor de 12 selecciones, y las categorías A y B de 10 cada una. En el congreso anual de este año, que se hizo en enero en Posadas, se estableció el calendario deportivo de todo el año. Formosa está encargada de organizar el torneo Copa de Oro del 8 al 15 de septiembre”, agrega.
En el año 2018, luego del auge del campeonato mundial de Futsal obtenido por el selccionado dependiente de la AFA en el torneo disputado en 2016, en Colombia, la institución que preside Claudio Tapia avanzó también en la creación de una Liga Nacional de Futsal, para ampliar su alcance al interior del país y disputarle terreno a la CAFS. Frente a esta novedad, Avvedutto y Etcheverría concuerdan sobre la importancia del torneo de selecciones como un producto atractivo y con un valor único por el alcance real a todo el país.
Otro torneo de la CAFS es el Nacional de Clubes, con ligas masculinas, femeninas, menores e infantiles, que se celebra en diferentes localidades del interior. En muchos casos, los jugadores deben cubrir los costos de alojamiento durante la disputa de los torneos, aunque la confederación gestiona acuerdos para otorgar descuentos con cadenas hoteleras. Etcheverría dice que “lo que nos diferencia de AFA es que ayudamos comprando toda la indumentaria deportiva para el jugador y los clubes. Nos resulta muy difícil competir en esto contra el poder adquisitivo, los medios y el apoyo de la prensa que tienen los equipos de AFA. El estado de Formosa cuando puede nos ayuda. Pero si no contamos con ayuda, con la comisión tenemos que trabajar, vendemos pollos, bingo, rifas, lo que se te ocurra”.
Francisco Correa, médico radicado en la ciudad misionera de Comandante Andresito, Misiones, es el kinesiólogo de la Selección Argentina y cuenta que durante la preparación de partidos durante los meses previos al Mundial no se dejó de lado la actividad social. “Concurrimos a escuelas, comunidades aborígenes, merenderos con chicos carenciados. Por ejemplo en Montecarlo, durante la concentración, visitamos todas las escuelas de la ciudad. En ese sentido la actividad de la selección es muy humana”, cuenta.
Consultado sobre estas actividades, Avveduto resume una relación intrínseca entre la actividad social y el origen del fútbol de salón, que no es fútbol en realidad, sino un deporte diferente con reglas inspiradas en el básquet, en el hockey sobre patines, el waterpolo y el handball, además de ser, junto al pato y el cestobol, una de las tres únicas disciplinas deportivas surgidas en Sudamérica. “El fútbol de salón es un deporte pobre, de los sin jeta -como digo yo-, de los olvidados de siempre. Pero con una organización a nivel nacional que debe ser la más federal de todas”.
En definitiva, el Mundial jugado en Montecarlo sirvió de excusa para mostrar una confederación alternativa, que existe hace tiempo con una historia rica, interesante y competitiva. Dice Etcheverría: “Ya hemos ganado antes un Mundial, en 1994, con dos formoseños. Aparte de ser una liga federal, es participativa e inclusiva: en Formosa, tenemos las mismas posibilidades que Buenos Aires y Mendoza. Ellos tienen una mejor estructura, pero a la hora de la verdad somos cinco contra cinco, somos deportistas que intentamos hacer lo mejor posible. A veces perdemos o ganamos, pero nunca está nada dicho hasta que se juega.” Más allá de las internas, al menos en futsal de Argentina puede festejar algún título. Y por partida doble.
Jul 20, 2016 | inicio
Micaela Turek (28) y Lorna Tavella (26) forman parte del equipo de futsal de Bomberos, de Ramos Mejía. Hace cuatro años que juegan juntas. Al igual que muchas otras chicas, no sólo se enfrentan al rival de cada semana sino también contra una cultura machista que les pone obstáculos. Micaela es arquera y cuenta que de nena ya jugaba con amigos en el complejo Coconor. Lorna, por su parte, conoció el fútbol por su hermano.
Turek se queja de que no les dan nada. “Necesitamos que un club nos reciba para competir y nos permita jugar con su nombre”, explica. Junto con Tavella comenzaron jugando en Fénix, luego pasaron a Nueva Chicago y ahora representan a Bomberos. Los cambios de camiseta fueron debido a que las instituciones optaron por no continuar con la disciplina de fútbol femenino, algo que hasta Boca Juniors hizo para no afrontar los gastos.
Ambas jugadoras coinciden en que “mantener el equipo ya es un logro”. Por más que juegan dentro de AFA y en la categoría superior, ellas mismas solventan sus camisetas, pagan la cancha para entrenar, los traslados y el médico reglamentario que debe estar en cada partido. El ritmo de entrenamiento y el esfuerzo no se condicen con el apoyo que reciben. Tavella cuenta que entrenan tres veces por semana, una hora y media cada vez, además del día de competición. Para prepararse, el club les cede su cancha una vez por semana, el resto de los días corre por cuenta de las jugadoras rebuscárselas cómo y dónde practicar.
Los planteles de futsal femenino debieron esperar hasta el 7 de junio pasado para comenzar el torneo 2016, tres meses después que los varones debido a que “a la AFA no le interesa tenernos organizadas”, afirma Turek. “No somos prioridad”, subraya. Según Tavella, “hay dos representantes del futsal femenino en AFA, pero no tiene fuerza, dice.
Lorna Tavella, Ayelen de la Merced y Micaela Turek, integrantes del Club Bomberos de La Matanza.
Pese a que el desinterés institucional por el futsal femenino es generalizado, hay diferencia entre equipos. Hay clubes, por ejemplo, que pagan viáticos, algunos cuentan con gimnasios de entrenamiento propio y otros brindan la indumentaria. “Si bien no viven de este deporte, se les hace más fácil que a nosotras”, puntualiza Turek. El diferente peso de las camisetas en AFA hace que ciertos equipos puedan fichar jugadoras fuera de tiempo o hasta hacer jugar a chicas que no están habilitadas.
Los seleccionados nacionales no escapan a la discriminación. Entre el 15 y el 22 de julio de este año se desarrolla el primer Sudamericano Sub-20 de futsal femenino en Colombia. El único país de la Conmebol que no presentó equipo es la Argentina. La razón esgrimida: falta de recursos. Son 40.000 dólares lo que costaba enviar al plantel. Tavella no cree en las explicaciones de AFA: “Hay desinterés. Si ellos (los dirigentes de AFA) ya saben que se va a jugar este torneo, deberían tenerlo diagramado. La FIFA le da dinero a la AFA para que dedique directamente al fútbol femenino. Son millones que no vemos”.
Turek integró el seleccionado mayor que en 2015 jugó la Copa América en Uruguay. “Nos convocaron en octubre, entrenamos en noviembre, en diciembre competimos y se terminó la Selección. Se desintegró cuerpo técnico y plantel. No hay entrenamientos ni seguimientos de jugadoras hasta la próxima competencia”. Turek recuerda la comitiva de siete personas, entre administrativos y dirigentes, que asistió al torneo y que ellas no sabían qué rol cumplían. Durante los partidos recibían la “ropita dobladita y la botella de bebida energizante” pero durante la preparación AFA les prestaba el predio de Ezeiza solo de 8 a 18 sabiendo que todas las jugadoras trabajan para sustentarse. Frente al reclamo, la respuesta de AFA fue: “Acá a la noche se come y se duerme”. Los viáticos fueron insuficientes o no se cobraron nunca. Por los días de competición, les dieron el equivalente de 25 dólares (en pesos). Y por los días de entrenamiento, les prometieron 100 pesos por jugadora que todavía les adeudan.
«Nosotras nos deslomamos como cualquier chabón. Entendemos que no generamos la misma guita, pero en parte es porque nadie se pone el deporte al hombro», asegura Turek.
En los selectivos para el representativo argentino de los Juegos Olímpicos de la Juventud (Sub-18) Buenos Aires 2018, que se realizó en San Juan, quedó en evidencia la segregación. Allí participaron chicos y chicas de todas las provincias, de entre 13 y 14 años, de los cuales se eligió a los mejores para conformar los equipos de 2018. Pero mientras los varones se hospedaban en el mismo lugar donde se realizaba el torneo, precisa Tavella, las mujeres debieron alojarse en un hotel lejano. A las 9 de la mañana las buscaban en micro, las llevaban a competir en el turno matutino, pero hasta las 21 no las llevaban de vuelta porque el micro sólo viajaba una vez. “Las chicas tenían que estar todo el día esperando. Los padres terminaban llevándolas en taxis o remises por su cuenta”, describe. “Además, las mujeres tenían problemas con las camisetas y la ropa, algo que a los hombres no les pasaba, y el trofeo de campeón de las chicas era mucho más chico que el del segundo puesto de los varones”. La AFA, en este caso, le pasó la responsabilidad al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, organizador de los Juegos de la Juventud, y el Ejecutivo porteño a la AFA.
Hoy, a pesar de todas las trabas, se proyecta para 2017 una divisional B de futsal femenino de, al menos, ocho equipos, que se sumarán los 14 que ya existen en la Primera A. Y varios de los reclamos de las chicas confluyen en un grupo llamado “Jugadoras organizadas” que tiene una página en Facebook.
“Nosotras nos deslomamos como cualquier chabón. Entendemos que no generamos la misma guita, pero en parte es porque nadie se pone el deporte al hombro. Hay mucho crecimiento. En cualquier complejo vas a ver que en una de seis canchas hay un equipo de mujeres. Ya nadie se sorprende de ver chicas jugando. Hay minas jugando por todos lados, pero falta predisposición para que crezca en calidad. Entrenamos tres veces por semana, jugamos una o dos, laburamos, ponemos la guita. Nos las bancamos todas y cuando pedimos algo el trato es diferenciado”, concluye Turek.
Actualizada 19/07/2016