Por miedo, este año no habrá marcha por Facundo Astudillo Castro

Por miedo, este año no habrá marcha por Facundo Astudillo Castro

Se cumplen cinco años de la desaparición del adolescente, tras haber sido detenido por la policía en pandemia. El hallazgo de su cuerpo y las irregularidades en la causa desataron un intenso pedido de justicia que su madre, Cristina, sostiene hasta hoy.

Facundo Astudillo Castro tenía 22 años, conseguía trabajos ocasionales, amaba tocar en la batucada y militaba en el programa Jóvenes y Memoria, de la CPM. El 30 de abril de 2020, en pleno inicio de la pandemia, salió temprano desde Pedro Luro, un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires, donde vivía con su familia. Quería llegar a Bahía Blanca para ver a su exnovia, pero como no tenía dinero se fue a pie, haciendo dedo por la Ruta 3. En el país regía el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio por el COVID-19, y en su camino Facundo fue detenido al menos dos veces por policías. No tenía permiso para circular, por lo cual estaba violando la cuarentena. Nunca llegó a su destino. 

La última imagen que se conserva de él lo muestra al lado del patrullero que manejaba Mario Sosa. Desde entonces, no se supo nada más de su paradero hasta que el 15 de agosto de 2020 los restos incompletos de su cuerpo esqueletizado fueron hallados en un cangrejal de Villarino Viejo. La autopsia determinó que murió por asfixia por sumersión, una muerte violenta no natural. Sin embargo, aún no se estableció si fue un accidente o un homicidio. Su mochila con su ropa rota y signos de haber sido quemada apareció días después en la misma zona.

El voluminoso expediente judicial que investiga los hechos sigue caratulado como el primer día: desaparición forzada seguida de muerte. La hipótesis apunta directamente a la Policía Bonaerense, la misma fuerza que lo detuvo aquel día. Durante la investigación se hallaron pertenencias de Facundo en dependencias policiales, hubo contradicciones en los testimonios de los agentes y se detectaron indicios de encubrimiento. Pese a todo esto, los policías sospechados que fueron llamados a indagatoria por el fiscal Ulpiano Martínez jamás declararon, lo que no quita la hiperactividad que desarrollan sus abogados en una causa, que ya pasó por cambios de fiscales y jueces, pericias demoradas, testimonios truchos, dilaciones sistemáticas e incluso denuncias cruzadas y amenazas a testigos y a la familia, que teme la imposición de la impunidad. Antes de la aparición del cuerpo, habían sido recibidos junto a sus abogados por el expresidente Alberto Fernández y en ese encuentro le pidieron a la ministra de Seguridad Sabina Frederic que apartara a la Policía Federal del caso, porque esa fuerza “estaba ejerciendo las mismas maniobras e interferencias que la Bonaerense”, tal como lo expresaron. 

La madre de Facundo frente a la fiscalía de Bahía Blanca días después de su desaparición.

En estos cinco años, la voz de Cristina Castro no dejó de exigir justicia y se convirtió en símbolo de la lucha contra la violencia institucional. ANCCOM habló con ella y comenzó relatando cómo vivió este tiempo sin respuestas.

“Es durísimo. La salud me lo está cobrando”, dijo y agregó: “No poder hacer el duelo, no poder llorar tranquila. Estar todo el tiempo defendiéndonos de los ataques. Me van a hacer una ecografía de la tiroides porque tengo algo en la garganta, y el médico me dice que es psicológico.”

Ella trabaja en la estación de servicio Shell de Pedro Luro, y hasta allí fueron a intimidarla. “Los ataques nunca cesaron”, subraya. La policía local la hostiga incluso en trámites cotidianos. “Cuando cambié la moto y me dieron la tarjeta con todo en regla, igual me cerraban el paso. Sabían que era mía, pero me buscaban igual. Dos veces casi me hacen caer”, contó.

En un pueblo chico las versiones oficiales pesan. “Luro se involucró en nuestro apoyo, pero algunos, como el intendente Carlos Bevilacqua, primero dijeron que nos iban a meter presos y después se sentaron a tomar café en mi lugar de trabajo. Hoy sigo trabajando ahí, aunque me pusieron a una testigo hostigando a mis compañeras. Ella pidió mi cabeza, pero no lo logró porque mis jefes me defendieron”, recordó.

53 policías 

La causa judicial está estancada a la espera de los resultados de la Datip (Dirección de Asistencia Técnica a la Investigación Penal) de los cruces telefónicos de los celulares de los policías, para determinar quién hizo qué cosa en qué momento. Esa dependencia también aportó un estudio de 213.420 Geolocalizaciones que mostraron 53 abonados de interés, entre ellos los oficiales Sosa, Siomara Flores, Jana Curruhinca y Alberto González, además de algunos de sus jefes. “Seguimos esperando las pericias. A principio de año, la fiscal, Iara Silvestre, me dijo que habían desbloqueado unos teléfonos y me iba a mandar la información. Todavía la estoy esperando. Los policías se niegan a entregar su clave. ¿Por qué será?”, planteó la mamá de Facundo. “La justicia actúa según el poder político de turno. Desde que se fue el fiscal que estaba por la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional), cambió todo”. Cristina se refiere al paso de Andrés Heim por la causa, ahora designado juez en Pehuajó.

“Los celulares que entregaron no eran los que los policías tenían”, dijo Leandro Aparicio, abogado del caso. “El teléfono desde el que se sacó la última foto de Facundo, que era de Jana Curuhinca, nunca fue hallado”, agregó para tomar apenas un botón de muestra sobre las irregularidades.

En abril de 2025, Marcos Herrero, el instructor de perros que había trabajado en la causa, fue condenado a siete años de prisión en una causa iniciada por los mismos policías sospechados de la desaparición de Castro. Ayer salieron los fundamentos de su sentencia. Ernesto Sebastián, magistrado del Tribunal Oral Federal, afirmó que el acusado: «sabía perfectamente que sus canes no detectaban los hallazgos que él refería» y que su actuación fue «una cadena de falacias constitutiva de una gran farsa». Para Castro, “lo que le hicieron a Marcos fue terrible. Es una manera de ensuciar para que quede la parte como el todo, pero aún sin esos hallazgos la causa sigue en pie porque hay mucha otra prueba sustancial”. Cabe destacar que tanto los fiscales como las instancias superiores tomaron por válidas las pruebas ahora cuestionadas –el amuleto y las piedras turmalinas– al momento de expedirse en el caso. Y resta en pie el hallazgo de un cabello en un móvil policial, que contiene el ADN mitocondrial de Cristina Castro.

Facundo en un encuentro del Programa Jóvenes y Memoria en Chapadmalal. 

Temor y desasosiego

“Este año es más triste todavía, la gente de Facu está asustada. No vamos a hacer nada el 30 de abril por miedo. Solo queda un mural suyo, los otros fueron tapados. Y encima dicen que si la justicia no actúa, por algo será. Pero no es así”, advirtió.

Cristina no baja los brazos: “Quiero que Facundo tenga justicia. Que los chicos puedan salir sabiendo que no hay asesinos sueltos. Yo no lo voy a ver ni escuchar más. Cada ataque lo vuelve a matar un poco más”.

Sobre el hallazgo del cuerpo de su hijo, Cristina contó una certeza visceral. “Sentía que esos huesos me decían ‘llévame a casa’. Cuando vi la zapatilla, que encima estaba intacta, supe que era de Facu. La buscaba como una señal. Estaba a 30 metros de donde habían marcado. Ellos ya sabían que estaba ahí”.

En estos cinco años, las respuestas tampoco llegaron del Ejecutivo. “De este gobierno no recibimos comunicación. Las que siempre estuvieron fueron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Y las familias a las que les pasó lo mismo, que la policía les mató un chico. Con Sergio Maldonado habló seguido. Nos contenemos entre nosotros. Somos los que sabemos lo que se siente”, relató.

Facundo militaba y participaba en marchas en defensa de los derechos humanos, entre ellas las que reclamaban justicia por Santiago Maldonado. “Yo no quería que mis hijos se metieran en política, pero él estaba muy conmovido. Me explicaba cosas del sistema y después me tocó vivirlo en carne propia”, señaló Cristina. Y a su memoria vienen las imágenes de los policías de Luro y Villarino hostigando a Facu y los demás pibes que acudían al Semillero Cultural –una actividad de La Cámpora local– que les rompían la huerta orgánica y los ponían contra la pared como delincuentes cuando salían de un taller de literatura o de batucada.

Este 30 de abril no habrá acto. Hay miedo. Pero la lucha continúa. “Voy a seguir hasta donde la salud y la vida me den. Facu no se merece esto. No puedo dejar que me borren la alegría de haberlo tenido 22 años. A mi hijo lo crié sola, me costó mucho. Y a pesar de todo, no me quiero ir de este pueblo. Es el lugar donde crecieron mis hijos y murió mi madre. La gente es buena, es el poder político y judicial el que está mal”.

Leandro Aparicio, uno de sus abogados, ha trabajado en causas como la de Daniel Solano, peón rural desaparecido en 2011 y cuyos policías responsables tienen condena firme, y la de Sergio Avalos, desaparecido en 2003. “Entiendo que esta causa puede llegar a durar 20 años”, confiesa y agrega: “pero ante este panorama desolador, las pruebas duras de la DATIP me dan esperanzas”. Entre esas “pruebas duras” también está la confirmación de que un patrullero de Bahía Blanca estuvo diez días antes de la aparición del cuerpo a pocos metros del hallazgo, en el cangrejal de Villarino Viejo.

Cristina encontró algo de paz en sus nietas. “Con ellas tengo momentos de armonía. Tati es buena, tranquila, y Milenita, un torbellino. Veo mucho de Facu en ellas. A veces besan su foto y le dicen ‘el tío Pacu’, lo reconocen. Y eso me parte el alma porque sé que él las habría adorado”.

El caso de Facundo Astudillo Castro es, cinco años después, una herida abierta. La justicia tiene elementos pero no avanza. Cristina aún no puede llorar a su hijo en paz. “Sé que el día que pueda soltar a mi hijo él descansar, yo voy a poder hacer el duelo. Mientras tanto, estoy en el ojo del torbellino”.

 

Cuatro años sin Facundo

Cuatro años sin Facundo

Este 30 de abril se cumple un nuevo aniversario de la muerte del adolescente Facundo Astudillo Castro. Despareció cuando violó el aislamiento por el covid-19 y la Policía Bonaerense es la principal sospechosa. El Poder Judicial avanzó poco y nada.

La madre de Facundo Astudillo, Cristina Castro, el día en que hallaron el cuerpo de su hijo.

Facundo Astudillo Castro era un joven de 22 años originario de Pedro Luro, en el sur de la Provincia de Buenos Aires, que el 30 de abril de 2020 desapareció después de salir de su casa por la Ruta Nacional 3 hacia Bahía Blanca. En el trayecto, mientras hacía dedo, fue detenido en un control policial en Mayor Buratovich por supuestamente infringir las restricciones de circulación impuestas por el gobierno nacional debido a la pandemia de covid-19. Le dijeron que volviera a su casa, pero él desobedeció, el objetivo del viaje era volver a ver a su novia. Horas después, tres personas lo vieron mientras la policía lo hacía subir a un patrullero. Nada se supo de él durante 105 días hasta que el 15 de agosto apareció su cuerpo esqueletizado e incompleto en un cangrejal de Villarino Viejo.

El último contacto que su madre, Cristina Castro, tuvo con él fue una conversación telefónica ese 30 al mediodía. “Mamá, no te das una idea de dónde estoy. No creo que me vuelvas a ver más”, fueron las últimas palabras del joven, que amaba el rap, la batucada y había salido sin permiso porque quería regresar a la casa de su novia para recomponer la relación. Cristina cree que fue un pedido de ayuda y se cuestiona no haberlo sabido interpretar así en el momento.

Los primeros intentos de hacer la denuncia por su desaparición fueron en vano. Los policías de las localidades del municipio de Villarino querían convencerla de que Facundo estaba “de joda con la novia”. Era cierto que cuando estaba con Daiana se desconectaba de la familia, pero nunca de sus amigos. Y fue ella la que avisó a todos que nunca llegó a Bahía Blanca.

La Fiscalía provincial nunca apartó a la Policía Bonaerense de la investigación y lo buscó como a una persona perdida. El 26 de junio Cristina y sus abogados, Luciano Peretto y Leandro Aparicio, tomaron contacto con tres testigos, vecinos de Villarino, que cerca de las 15.30 apenas pasado el pueblo de Mayor Buratovich vieron a un nene (así lo creyeron por la contextura pequeña de Facundo) que era abordado por dos policías y segundos después le abrían la puerta trasera de una camioneta policial. Cristina ya sospechaba de la Bonaerense porque en los días de rastrillajes vio al mismo uniformado que solía hostigar a su hijo y sus amigos cuando participaban de los talleres del Semillero Cultural, la agrupación en la que militaba. Pero con estos testimonios estuvo segura.

Al comenzar julio presentaron la denuncia ante la justicia federal por desaparición forzada de persona. A criterio de la querella de la familia y de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), los funcionarios asignados a la causa, la jueza María Gabriela Marrón y el fiscal Santiago Ulpiano Martínez, buscaron proteger a los policías Alberto González, Jana Curuhinca, Siomara Flores y Mario Sosa. De hecho, la magistrada fue apartada de la causa por la Cámara de Casación por su “falta de imparcialidad” y por haber “negado y dilatado pruebas esenciales de la investigación”. Aún así, aparecieron objetos pertenecientes a Facundo e incluso un cabello con el ADN mitocondrial de su madre en la comisaría de Origone y en un patrullero de la UPPL de Bahía Blanca.

Mientras tanto, la familia, sus abogados y los testigos fueron amenazados y hostigados. Cristina fue recibida por Alberto Fernández y tras ese encuentro fue apartada la Policía Federal de la causa. También se encontró con el Procurador Eduardo Casal, ante quien denunció al fiscal Ulpiano Martínez. Casal designó a los fiscales Andrés Heim, de la Procuraduría contra la Violencia Institucional, y a Horacio Azzolín, de Ciberdelitos. Fue la etapa más próspera de la investigación, aunque a cuatro años de los hechos aún no hay imputados. Sin embargo, la causa está activa y procesando información. “Con el objetivo de avanzar con las imputaciones estamos solicitando instrumentos especiales para analizar el enorme volumen de los datos obtenidos”, dijo la abogada Margarita Jarque, de la CPM, al referirse a los cruces de llamadas de unos 80 teléfonos de policías y su geolocalización.

Mechi Hollmann, docente de Facundo Castro en el taller literario del Semillero Cultural, diálogo con ANCCOM sobre el cuarto aniversario: “Es revivir un montón de cosas, angustiarse, saber que tanto que hicimos, que se movió, que se trató de luchar, se visibilizó y que haya quedado en la nada”. Asimismo, recordó a Facundo cuando estaba en la biblioteca de su casa: “Es imposible olvidarse de su sonrisa. Ya lo recordás con eso”. El Semillero había sido una iniciativa de la agrupación La Cámpora, y quienes asistían eran discriminados por algunos sectores del pueblo de Luro. La policía, por su parte, no cesaba de molestarlos. Hollman recordó que “en una oportunidad arruinaron una huerta que habían hecho al pasarle por arriba con un patrullero”. Lo que seguía era ponerlos contra la pared con las manos en alto y llevarlos detenidos.

En tanto, el abogado Aparicio recordó que “la fiscalía solo quería avanzar sobre la hipótesis de un presunto suicidio, no brindaba motivos a las querellas por qué esa era la única hipótesis del caso mientras teníamos a cuatro policías que habían detenido a Facundo. Tuvimos que trabajar para que cambie, pedir que fuera apartado al fiscal de la investigación para que podamos avanzar en descubrir la verdad».

Desde el juzgado de Marrón también tenían una única idea, un presunto accidente como causa de la muerte de Facundo. En su presunción, el joven se habría ahogado en el cangrejal, donde la profundidad nunca supera los pocos metros, según los testimonios de los pescadores que frecuentan el lugar y que el 15 de agosto de 2020 encontraron un esqueleto incompleto junto a una de las zapatillas que usaba Facundo el día que desapareció. En la investigación está comprobado que el 8 de mayo un patrullero de Bahía Blanca estuvo a pocos metros del lugar del hallazgo. El 12 de abril en otro sector del cangrejal apareció la mochila del joven con ropa que había sido cortada y quemada, sus celulares y algunas otras pertenencias. Su Documento Nacional de Identidad, al que la policía Curruhinca le sacó una foto con el mismo celular con el cual tomó la última imagen de Facundo de espaldas frente al patrullero que manejaba Sosa, nunca apareció.

 

«En los pueblos, la policía sigue con prácticas de la dictadura»

«En los pueblos, la policía sigue con prácticas de la dictadura»

A tres años de la desaparición y muerte de Facundo Astudillo Castro en medio del ASPO, su mamá brindó una conferencia de prensa donde también denunció la inacción del Poder Judicial.

«La causa está llena de pruebas, los fiscales hace meses evalúan las indagatorias a los policías; al Estado no le pedimos nada, exigimos justicia para poder seguir con nuestras vidas y que mi hijo descanse en paz». Con estas palabras habló ayer Cristina Castro, madre de Facundo Astudillo Castro, a tres años de la aparición de su cuerpo sin vida en un cangrejal cercano a Bahía Blanca, tras haber sido detenido por agentes de la Policía Bonaerense y haber estado 107 días desaparecido. Fue durante un desayuno con la prensa organizado por Amnistía Internacional Argentina, del que participaron sus abogados, Leandro Aparicio y Luciano Peretto, y la querellante por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Margarita Jarque. Dieron a conocer la situación actual de la causa que, a pesar de contar con sobradas pruebas –como peritajes de teléfonos, ubicaciones de los patrulleros en GPS, numerosos testimonios, y peritajes sobre ropa y elementos de la víctima–, se encuentra virtualmente paralizada. Los querellantes aseguraron que piensan avanzar en las imputaciones si los fiscales no lo hacen, pero dejaron expuesta la necesidad de que el Estado avance al denunciar un “abandono persistente» de su parte.

El nombre de Facundo Castro fue noticia allá por el 2020 cuando, por la pandemia de Covid y por decisión del gobierno, el país se encontraba inmerso en una cuarentena estricta que limitaba la movilidad ―y la vida― de las personas. Su madre, Cristina Castro, daba a conocer la desaparición de “Kufa” de entonces 22 años y pedía ante periodistas su “aparición con vida ya”. El 30 de abril Facundo salió de su casa en Pedro de Luro y nunca regresó.

Era el momento del llamado ASPO (aislamiento social preventivo y obligatorio) donde los controles eran intensos para los ciudadanos (pero no tanto para ciertos sectores privilegiados). Facundo había decidió dirigirse a dedo a Bahía Blanca, a 125 kilómetros de su localidad, con la intención de encontrarse con su expareja. En la Ruta 3 fue detenido por la policía, a la altura de Mayor Buratovich, cuando le faltaban solo 30 kilómetros para su destino. Allí comenzó el calvario: una llamada le anunció a Cristina que se le había labrado un acta a su hijo. Más tarde una nueva llamada, esta vez de Facundo, quien le decía “no te das una idea de dónde estoy. No creo que me vuelvas a ver”. 

Tres años más tarde de estos sucesos, marcados por irregularidades en la investigación judicial, contradicciones en los relatos de los agentes y la falta de justicia para Facundo y su familia, la causa iniciada en 2020 sigue en pie pero sin procesados. En ese tiempo, la jueza María Gabriela Marrón fue apartada del expediente por la Cámara Federal de Casación Penal, acusada de favorecer a la Policía Bonaerense queriendo instalar la versión de que el joven se había ahogado.

La versión oficial, es decir la de los uniformados, era que el joven había continuado su camino. Ciento siete días más tarde el cuerpo de Facundo fue encontrado en un cangrejal en el Canal Cola de Ballena, en Villarino Viejo. No fue el Estado quien lo encontró sino un pescador de la zona que vio un cadáver semienterrado y dio aviso a la policía.  La descabellada hipótesis por parte de la anterior jueza de que el joven se había ahogado no tiene sustento dado que el nivel del agua nunca supera los pocos centímetros: “Tenés que avanzar 30 o 40 metros hacia adentro para empantanarse y, aún así, podés salir porque no te va a llegar más arriba de las rodillas. Es ilógico enterrarte y quedarte atrapado”, dijo ante los fiscales Iara Silvestre y Horacio Azzolín, uno de los pescadores que encontró el cuerpo y que conoce la zona desde hace treinta años. 

Cristina asegura que el juez Walter López Da Silva, encargado de reemplazar a Marrón, ha sido amable con ella y que le ha asegurado que está a su disposición. Mientras tanto el pedido de los abogados de la familia, Luciano Peretto y Leandro Aparicio, para realizar el entrecruzamiento del contenido de más de 60 teléfonos policiales (medida rechazada por Marrón por considerarla “invasiva de la intimidad de los policías”) fue ordenado pero aún no están los resultados, y esto invocan los fiscales antes de avanzar en imputaciones. Con la idea de que ya hay elementos suficientes, la querella de la Comisión Provincial de la Memoria con la abogada Jarque, señaló que su rol es el de “visibilizar, condenar y tratar de cambiar estas conductas de violencia institucional”.  

 

El peritaje está a cargo de la Dirección de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP), quienes ya han realizado el peritaje de los teléfonos de los policías bonaerenses Jana Curuhinca, Mario Sosa, Alberto González y Siomara Flores, y que arrojó evidencias para que, al menos, se encuentren detenidos. Sin embargo, como señaló Cristina, “continúan gozando de su sueldo y de su libertad”. 

Por su parte, tras denunciar «sucesivas maniobras mediáticas con el objetivo de encubrir la responsabilidad policial», el abogado Leandro Aparicio anticipó: “Ahora van a decir que los testigos clave se equivocaron de día, no es cierto, sus dichos coinciden con peritajes de la DATIP, hay pruebas en calidad y cantidad que demuestran que Facundo fue desaparecido por la Policía Bonaerense”. Y su socio, Peretto, aseguró que “la causa está paralizada, en pausa para desgastarnos. Facundo estuvo desaparecido 107 días y no sufrió un accidente, el análisis de su ropa que apareció en la mochila demostró que las roturas y quemaduras que había en las prendas fueron hechas cuando las tenía en su cuerpo, es decir que fue torturado».

El 23 de agosto Facundo hubiese cumplido 26 años. Cristina atravesó nuevamente esta fecha no sólo sintiendo la ausencia de su hijo, sino también con el dolor y la necesidad de justicia. Como si no fuera suficiente, la madre señala la falta de protección y lo insegura que se siente constantemente: “A nosotros no nos cuida nadie, nos cuidamos entre nosotros. Sé que estoy vigilada por la policía. Es terrible lo que se vive en los pueblos. Los policías están mal educados, mal preparados. Continúan con las prácticas de la dictadura”. El episodio más grave fue hace algunos meses, cuando en un baño de la estación de servicio donde ella trabaja, le dejaron un dedo, similar al que le faltaba al cuerpo de su hijo cuando fue encontrado sin vida.

Hacia el final del encuentro se sumó Alberto Santillán, padre de Darío Santillán, asesinado en la Masacre de Avellaneda en el 2002 también por la Policía Bonaerense. Luego de darle un abrazo a Cristina se sentó a su lado: “Nosotros que hemos perdido hijos, familiares, compañeros, siempre estamos delante de la ley. Pero cuándo los funcionarios responsables nunca lo estuvieron. Mi otro hijo se tuvo que ir del pueblo, todo lo que nos pasa se debe a la inacción de los fiscales”, sentenció Cristina. Al grito de “Facundo, presente. Darío, presente. Hoy y siempre”, terminó la reunión con periodistas de diferentes medios, con lágrimas en los ojos de una madre que continúa la lucha para que su hijo pueda descansar en paz. 

No se olviden de Facundo Astudillo Castro

No se olviden de Facundo Astudillo Castro

Facundo Astudillo Castro tenía 22 años y había nacido en la localidad bonaerense de Pedro Luro. El 30 de abril de 2020 decidió viajar a Bahía Blanca para reencontrarse con su ex novia. En el camino, la policía lo retuvo por no contar con el permiso de circulación en cuarentena y, a partir de ese momento, no se supo más de él. El joven estuvo desaparecido durante 107 días hasta que, finalmente, lo hallaron muerto en un canal de agua en Villarino Viejo. A un año de la desaparición, ANCCOM diálogo con Luciano Peretto -uno de los abogados querellantes- y Mercedes Holzmann -una de las coordinadoras de Semillero Cultural, donde participaba Facundo, quienes ofrecieron detalles del caso y reiteraron el pedido de justicia.

“Mamá, no tenés idea dónde estoy”

Astudillo le había manifestado a sus amigos su deseo de volver a Bahía Blanca para recomponer su relación con Daiana González. Con esa meta, la mañana del 30 de abril de 2020 salió de su domicilio en Pedro Luro y tomó la Ruta 3 para hacer dedo hasta la ciudad donde vivía su ex pareja. “Era la fase más estricta de la cuarentena, los colectivos no funcionaban, los remises no te llevaban si no tenías el permiso para circular. Entre un pueblo y otro, hay 30 kilómetros. Acá es común hacer dedo porque nos conocemos entre todos”, relata Holzmann.

A las 13.33, Cristina Castro -madre de Facundo- se encontraba trabajando, cuando recibió un llamado de su hijo. En ese último contacto, ella le cuestionó su decisión de viajar en ese contexto complicado y, sin poder decir mucho más, se cortó la llamada. Añade Mercedes: “Facundo alcanzó a decirle «mamá, no tenés idea dónde estoy. No me vas a volver a ver más». Cristina, en ese momento, estaba enojada y no volvió a insistir en llamarlo. Igualmente, a ella le pareció extraño que él le dijera «mamá». Siempre le decía «bruja», «loca», pero nunca «mamá» a secas”.

En principio, Cristina pensó que su hijo había llegado a Bahía Blanca y creía que, cuando se le pasara el enojo, volvería a llamarla. Tampoco sus amigos se preocuparon, esperaban que estuviera desconectado por su reciente reconciliación con Daiana González. Continúa: “Pero los días pasaron. Los amigos de Kufa -como le decían a Facundo-, se alarmaron porque él no respondía los mensajes y le avisaron a Cristina”. El 5 de junio Castro radicó la denuncia por «averiguación de paradero» y la investigación quedó a cargo del fiscal provincial Rodolfo de Lucía.

Cristina Castro, la mamá de Facundo, responsabiliza a la Policía Bonaerense.

¿Quiénes vieron por última vez a Facundo?

El 30 de abril, cerca de las 10, en el kilómetro 779 de la Ruta 3, Jana Curruhuinca y Mario Gabriel Sosa -dos policías de la Subestación Comunal de Mayor Buratovich-, detuvieron a Facundo Astudillo por violar la cuarentena. “El protocolo establece que, por incumplimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, se debe elaborar un acta, notificar a la familia y ordenar al demorado regresar a su domicilio. Pero, según dichos oficiales, a Facundo le labraron la contravención y, seguidamente, le permitieron continuar su trayecto hacia Bahía Blanca”, afirma Peretto.

La agente Siomara Flores -pareja de Sosa y hermana de Curruhuinca- declaró que se ofreció a trasladar a Facundo Astudillo desde Mayor Buratovich hasta Teniente Origone en su vehículo particular. Agrega el abogado: “Ella relató que a las 12.30 lo subió a su auto para llevarlo desde la entrada de Buratovich hasta Origone. Sabemos que esto no sucedió así. A las 13.33, Facundo había llamado a Cristina. Posteriormente, gracias a la geolocalización, se demostró que a esa hora seguía en Buratovich. Estos policías nunca mencionaron la vinculación que hay entre ellos”.

Si bien todavía no hay certeza del horario en que llegó y cómo se trasladó hasta allí, lo cierto es que Facundo Astudillo estuvo en Teniente Origone. “Cerca de las 15, dos testigos vieron a un joven tendido en el kilómetro 755 de la Ruta 3. Él estaba tirado con las manos apoyadas sobre el asfalto, en posición hacia atrás. Facundo no podría haber estado tomando sol. Nosotros interpretamos que, en ese momento, se encontraba golpeado. Los testimonios fueron ratificados en el Ministerio Público Fiscal de la provincia de Buenos Aires y en la Fiscalía Federal”, continúa el letrado.

Alrededor de las 15, en el kilómetro 750, Alberto González retuvo a Facundo Astudillo en cercanías de la Subcomisaría de Teniente Origone. El oficial aseguró que, luego de verificar que el joven ya había sido detenido, lo dejó seguir su camino hacia Bahía Blanca. Asevera Peretto: “En su declaración, sostuvo que no presentaba DNI, sólo carnet de conductor. Sobre la manera en que se retiró, dio tres versiones: primero, que lo vio subirse a un Renault Duster Oroch, luego, que el vehículo podría tratarse de un Toyota SRV y, por último, que Facundo se marchó a pie”, dice Peretto.

Por otra parte, hay tres testigos -sin ningún tipo de relación entre sí- que declararon haber visto a Facundo Astudillo en cercanías de Mayor Buratovich. “Entre las 15.30 y las 16, ellos pasaron por Buratovich y alcanzaron a ver a Facundo subiendo a la parte trasera de un patrullero. Sus declaraciones fueron detalladas y totalmente concordantes. Todo lo que dijeron pudo ser ratificado. Mediante la geolocalización de sus teléfonos celulares, se pudo corroborar que estuvieron en el lugar exacto en el que dijeron haberlo visto”, expresa el abogado.

El cuerpo de Facundo apareció el 15 de agosto en un cangrejal, en el kilómetro 714 de la Ruta 3.

Hallazgos

Los peritajes de los celulares de los cuatro policías se realizaron mediante el sistema de análisis Universal Forensic Extraction Device (UDEF) y revelaron que Facundo Astudillo sí presentaba su documento de identidad el día que desapareció. “En el teléfono de Jana Curruhuinca se encontró la difundida foto de Facundo de espaldas, custodiado por Sosa, junto al patrullero N° 23360. Pero, también se hallaron dos fotos del DNI (frente y dorso) apoyado sobre el capot del patrullero. Así, quedó demostrado que él no sólo viajaba con carnet de conductor”, sostiene Peretto.

A su vez, el sistema UDEF permitió observar parte de la comunicación entre los agentes durante la jornada del 30 de abril y los días posteriores. Detalla el letrado: “Extrañamente, ese día el oficial Alberto González mantuvo una hiperactividad comunicacional con altos mandos funcionarios distritales y seccionales, situación que no pudo explicar nunca. Por otro lado, en el teléfono de Jana Curruhuinca el registro de llamadas estaba vacío. En WhatsApp figuraban sólo ciertos mensajes y audios, pero una gran cantidad fueron eliminados y son imposibles de recuperar”.

Por su parte, “Yatel” -perro del perito Marcos Herrero-, detectó rastros de la presencia de Facundo Astudillo en tres vehículos policiales. Señala Peretto: “En el móvil N° 23360 de Mayor Buratovich, marcó la parte izquierda, justamente, donde el joven fue fotografiado. En el patrullero N° 27788 de Teniente Origone, se concentró en la caja trasera, la rueda de auxilio y el asiento trasero, encontrando manchas hemáticas. En el Toyota Etios N° 20610 de Bahía Blanca, encontró un fragmento de piedra turmalina en el baúl, coincidente con un colgante que le habían regalado a Facundo en su trabajo”.

El perro rastreador también halló elementos de Facundo Astudillo en la subcomisaría de Teniente Origone. “En esa dependencia, específicamente en un calabozo, encontró un amuleto que su abuela le había regalado (una sandía con una vaquita de San Antonio en su interior). También descubrió manchas hemáticas, concretamente, en las paredes, en el piso, en un colchón y en un pedazo de caño, que están siendo analizadas con su ADN. Recientemente, en ese mismo lugar, el perro encontró otro trozo de turmalina que podría ser parte de la piedra hallada en el patrullero Etios”, expone el querellante.

El cuerpo

El 15 de agosto por la tarde, un pescador dio aviso a la policía sobre el hallazgo de un cuerpo esqueletizado en un cangrejal de difícil acceso, una zona pantanosa ubicada en el kilómetro 714 de la Ruta 3, entre Cabeza de Buey y General Daniel Cerri, límite entre los partidos de Villarino y Bahía Blanca. “Ese mismo día, con el DNI de Facundo activaron un chip Claro comprado en Mar del Plata”, afirma Peretto.

La mañana del 16 de agosto, a 30 metros del lugar donde encontraron el cuerpo, hallaron una zapatilla que Cristina Castro, rápidamente, reconocería. Así lo expresa su abogado: “Era la zapatilla derecha de Facundo, la misma que se ve en la foto y estaba en condiciones casi intactas, es decir, no coincidentes con el tiempo que llevaba allí. Este calzado fue lo único que apareció cerca del cuerpo ya que éste no presentaba ningún tipo de prendas”.

Según el informe emitido por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), los restos óseos pertenecían a Facundo Astudillo y la causa de muerte fue «asfixia por sumersión». En ese análisis se estableció que no se trató de una muerte natural, sino una muerte violenta pero, por el avanzado estado de descomposición del cuerpo, no se pudo determinar si fue «accidente, suicidio u homicidio».

El 12 de septiembre, a 4 kilómetros del lugar donde hallaron el cuerpo, hacia la zona de Bahía Blanca, apareció la mochila de Facundo Astudillo. “En circunstancias similares, antes de que el pescador la encontrara, esa zona ya había sido rastreada. En la mochila estaban los dos teléfonos de Facundo y la ropa que llevaba puesta el día 30 de abril. Lo que nunca se encontró: el DNI, la tarjeta de débito y la zapatilla izquierda”, revela el letrado.

Desaparición forzada

Tanto la querella particular -Cristina Castro y sus abogados-, como la querella institucional -Comisión Provincial de la Memoria- apuntan contra la policía de la provincia de Buenos Aires y su accionar. “Por ejemplo, el día del primer rastrillaje sobre la Ruta 3, con Cristina llegamos a Buratovich y nos encontramos con cinco patrulleros bloqueando la entrada al pueblo e impidiendo nuestro paso. Justo en ese momento, apareció Siomara Flores con sus declaraciones, lo que provocó que el lugar del operativo cambiara”, recuerda Peretto.

En principio, la causa fue caratulada como «averiguación de paradero», pero la policía bonaerense estaba cada vez más comprometida por sus contradicciones y la carátula cambió a “desaparición forzada”. Sigue el abogado: “Las declaraciones de los policías fueron testimoniales que dieron en la comisaría, ante sus propios jefes. Nosotros tuvimos obstáculos y demoras y ellos tuvieron tiempo suficiente para autoproducir pruebas, incluir datos absolutamente mendaces, enmendar, borrar y armar todo un programa de encubrimiento. Hasta hemos recibido amenazas por parte de ellos”.

Ante el pedido constante de las querellas, el fiscal provincial Rodolfo De Lucía apartó a la policía bonaerense y renunció aduciendo «incompetencia» en el caso, por lo que la investigación pasó a manos del titular de la Fiscalía Federal Nº 1 de Bahía Blanca, Santiago Ulpiano Martínez. Amplía Peretto: “También, al fiscal Martinez lo recusamos dos veces de la investigación. Finalmente, entregó el fuero porque era casi insostenible su inacción y su acción contra los intereses de la víctima”.

La jueza federal María Gabriela Marrón -actualmente de licencia- también fue ampliamente cuestionada. “Al igual que Martínez, ella jugó un rol importante en la dilatación del esclarecimiento de la causa. Nosotros tenemos causas federales y en el Colegio de Abogados, de parte de ella. A un año de la investigación, las denuncias contra la querella son su único mérito”, cierra Peretto.

Semillas que florecen

Facundo Astudillo tenía interés por construir una sociedad más justa a través de la cultura. En palabras de Holzmann, de Semillero Cultural: “Facundo era un chico solidario, inquieto, siempre feliz y con ganas de aprender. Nos conocimos en 2011, durante la jornada «Villarino grita». Él formaba parte de ese grupo de artistas. Con el tiempo, consiguieron un espacio físico al lado de la estación del ferrocarril y ahí nació el Semillero Cultural. Yo me incorporé en 2012 como coordinadora del taller literario y bibliotecaria. Facu iba todos los días, era el primero en llegar y el último en irse. Él estaba en todo y para todos, él era todo en el Semillero”.

Este sábado 1º de mayo, familiares, amigos y artistas del partido de Villarino se reunieron en el Semillero Cultural para realizar el primer aniversario conmemorativo por Facundo Astudillo. Las actividades comenzaron a partir de las 10.30 y se transmitieron en vivo por el canal de YouTube «Mil flores para Facu Castro». “La mejor manera de recordarlo es pacíficamente y compartiendo lo que a él le gustaba. Pintamos un mural, tocamos la guitarra, leímos poesías e interpretamos las canciones que nos enviaron artistas de todo el país. Fue una jornada muy emotiva, para recordar que nos falta Facundo. Seguimos pidiendo verdad y justicia”, cierra Holzmann.

«Se va engrosando la hipótesis que la Policía Bonaerense tiene responsabilidad»

«Se va engrosando la hipótesis que la Policía Bonaerense tiene responsabilidad»

Facundo Astudillo Castro lleva 110 días desaparecido. Fue visto por última vez en la mañana del 30 de abril cuando salió de su casa en Pedro Luro, partido de Villarino (provincia de Buenos Aires), para ver a su exnovia en la ciudad de Bahía Blanca. Aquel día, efectivos de la policía bonaerense lo demoraron para labrarle un acta por violar el aislamiento social, cuyo incumplimiento era estrictamente castigado por las fuerzas de seguridad en diferentes zonas del país. Debido a diferentes irregularidades, la principal hipótesis por parte de la querella apunta a una responsabilidad policial.

El sábado pasado, en la zona de Villarino, se encontraron los restos de un cuerpo que podría ser el de Facundo. ANCCOM dialogó con Luciano Peretto, uno de los abogados que acompaña y representa a Cristina Castro, madre del joven. Ante el último hallazgo, Peretto sostuvo que tanto él como la familia están “convencidos de que hay que batallar legalmente y hay que seguir pidiendo detenciones e imputaciones porque de alguna manera, día a día, se va engrosando la hipótesis de que la Policía Bonaerense tiene responsabilidad en el hecho”. Además, sobre la postergación de la autopsia, afirmó: “me parece que es un gesto más del destrato que está teniendo Cristina por parte del Estado”.

El sábado 15 de agosto por la noche se notificó el hallazgo de un cuerpo en alto grado de descomposición en las afueras de Villarino. Cuerpo que, según algunos indicios, podría ser el de Facundo Astudillo Castro. Después del hallazgo, ¿en qué estado está la investigación hoy?

La aparición del cuerpo, de confirmarse que sea Facundo, lo que hace, de alguna manera es cambiar el fondo de la cuestión. Pasando de una desaparición forzada a un homicidio. Lo que cambia es que en una hipótesis no teníamos el cuerpo y en la otra podemos llegar a tener el cuerpo. Pero la hipótesis principal está robustecida, asentada en pruebas y es la única hipótesis viable dentro de la investigación, más allá de que la Fiscalía no comparta este criterio y un día pida detenciones y al otro día diga que no tiene nada en contra de la Policía Bonaerense. Actitud que desde la querella siempre repudiamos. De confirmarse que el cuerpo sea de Facundo, lo que hace el hallazgo es cambiar la carátula de la causa.

¿Cuáles son los indicios que, hasta el momento, darían cuenta de la responsabilidad de la Policía Bonaerense en la desaparición de Facundo?

Uno tiene indicios cuando tiene sospechas. Pero cuando uno tiene una hipótesis judicial lo que hace es asentar las pruebas. No puedo sospechar de la Policía porque sí. ¿Me preguntás en qué pruebas? Los mensajes de texto que los policías no lograron borrar, los mensajes que quedaron son absolutamente incriminatorios, las actitudes que tiene la Policía durante el rastrillaje, haber desinstalado la aplicación WhatsApp de sus celulares. Además, el hallazgo del amuleto (nota de la r: una sandía en miniatura de madera) de Facundo en la estación policial de Teniente Origone, la contradicción del oficial González en el procedimiento, el apartamiento del protocolo de todos los efectivos policiales que tuvieron contacto con Facundo ese día. La contradicción de decir que hay una señora que lo levanta en el km 750, pero la señora dice que en realidad lo levanta en Origone mismo, que queda en el km 757. Todas esas incongruencias nos llevan a pensar que obviamente la responsabilidad policial existió. Además, hay que circunscribirlo en el ámbito de la cuarentena que sucede el hecho. Una cuarentena estricta, aguerrida. De alguna manera, no podemos darnos el privilegio de pensar que en el marco de esta cuarentena, absolutamente cebada, Facundo tuvo la suerte de cruzarse con cuatro buenos policías, recontra gamba, que lo dejaron seguir para Bahía Blanca.

Desde el ámbito del Gobierno nacional y del Gobierno provincial, tanto el presidente Alberto Fernández, como el gobernador bonaerense Axel Kicillof, en su momento aseguraron que no iba a haber ningún encubrimiento. Pero hay una serie de acusaciones en relación al comportamiento del ministro de Seguridad de la provincia, Sergio Berni…

Los gestos tienen que condecirse con los hechos. Kicillof dice que no va a haber encubrimiento, que van a rodar las cabezas que tengan que rodar. Y Berni, no siendo ningún salame, pero conociendo la realidad como es y la realidad de la causa, tiene dos opciones. O no leyó la causa, o la leyó y se dedica a encubrir. Porque si él lee la causa no puede decir que la Policía Bonaerense no cometió ninguna irregularidad en el procedimiento. No lo puede decir. Entonces, si no la leyó debería ser prudente y callarse la boca. Pero no creo que Berni, un tipo inteligente, no haya leído la causa. Yo creo que la leyó. Pero a pesar de ello, no está dando una lectura clara y conforme a derecho. No puede, bajo ninguna circunstancia, decir que la policía bonaerense ha hecho todo bien en la causa.

En esa misma línea, ¿cómo evalúa el comportamiento del Poder Judicial?

Todo el contacto que ha tenido Cristina Castro (madre de Facundo) con los órganos del Estado ha sido nefasto. Todos. Desde el principio, en la instrucción de la causa en sede provincial, como la consolidación de la causa en sede federal. Cristina no ha tenido diálogo con el fiscal Ulpiano Martínez en ninguna etapa de la instrucción. Una falta de humanidad impresionante. No se le ha avisado cuándo se han pedido detenciones. El fiscal no ha participado de uno solo de los rastrillajes ni de alguno de los allanamientos. Y la verdad que la actitud del juzgado frente a las peticiones que va a haciendo Cristina como, por ejemplo, que se haga la autopsia lo más rápido posible, y el juzgado disponiéndola recién para el martes 25 de agosto, me parece que es un gesto más del destrato que está teniendo Cristina por parte del Estado.

 Nosotros tenemos que esperar y definir si este cuerpo que se ha encontrado pertenece o no a Facundo, aunque tenemos grandes indicios para pensar que sí. Pero de alguna manera no nos vamos a quedar pasivos dentro de la causa hasta que eso suceda. Estamos absolutamente convencidos de que hay que batallar legalmente y hay que seguir pidiendo detenciones e imputaciones porque de alguna manera, día a día, se van engrosando las circunstancias que hacen a la hipótesis de que la Policía Bonaerense tiene responsabilidad en el hecho.

La enorme cantidad de casos de violencia institucional refleja un patrón de conducta de la institución policial en el último tiempo.

Cualquiera que haya pisado la provincia de Buenos Aires durante la cuarentena, se pudo dar cuenta que la policía estaba, y está, descontrolada. Eso es innegable. No tienen un norte, están cebados, se usan los patrulleros como autos chocadores, a los pibes se los caga a palos. Lo que pasa es que, de alguna manera, las fuerzas policiales, durante un montón de tiempo, estuvieron educadas para confrontar y para batallar con una nueve milímetros en la cintura. Aguantándose esas ganas o ese ímpetu de «aplicar la ley». Y durante la cuarentena se les dio vía libre. Entonces soltaron a un pitbull que tenía un hambre bárbaro y se les permitió hacer lo que querían. Y eso no lo digo yo, lo dijo Berni en una nota con LaBrújula24, en Bahía Blanca. Dijo: «Hay que contextualizar la desaparición de Facundo, fue en el momento más crudo de la cuarentena, cuando a la policía mayores facultades le dimos». Bueno, a confesión de partes, relevo de pruebas.