Votos, ceviche y tamales en Buenos Aires

Votos, ceviche y tamales en Buenos Aires

Voto de la comunidad peruana radicada en Argentina en la Escuela Técnica N25, de la Ciudad de Buenos Aires.

Las elecciones presidenciales que se celebraron este domingo fueron las más caóticas del Perú. Con 18 candidatos sin un resultado asegurado, ninguno se ubicaba cómodamente como favorito. La decisión frente a las urnas se volvió compleja y tediosa, en una jornada que encontró a la mayoría de los peruanos cansados e indiferentes tras 5 años de crisis política, social y -ahora- sanitaria, con una acentuada pérdida en la credibilidad sobre la dirigencia partidaria. Al cierre de esta edición, el gremialista de izquierda Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori serían quienes disputarían el próximo balotaje para definir quién gobernará el próximo mandato.

¿La novedad? Por primera vez se elegirá a congresistas que representarán al millón y medio de peruanos que viven en el exterior. Buenos Aires es la ciudad extranjera con el mayor número de habitantes del Perú, por lo que esta noticia fue bien recibida por la comunidad residente.

La escuela Técnica N° 25 del barrio porteño de Once abrió sus puertas a los sufragantes desde las 9 para recibir a los peruanos que colmaron la entrada desde temprano. Aunque el ingreso fue ordenado, con seguridad privada y voluntarios encargados de cumplir los protocolos sanitarios, las largas filas y la llegada de varios vendedores de comida típica -una costumbre en fechas electorales- hicieron que con el pasar de las horas la aglomeración de personas fuera inevitable. Así las cosas, entre ofertas de ceviche y tamales, el regreso a la tradición embelleció la agitada jornada.

María Briseño cuenta una década en Argentina y, aunque no tiene intenciones de volver a Perú, afirmó extrañar todo de su país natal. “Aunque fue difícil elegir candidato, estoy segura de no votar a los corruptos y a quienes tengan juicios políticos en Perú”, aseguró antes de entrar al cuarto oscuro.

“Desde el 2016 el Perú ha estado golpeado por tanta corrupción e ineptitud de parte de los gobernantes, quienes sólo sacan leyes para la propia casta política. Esto genera que exista un rechazo de la población hacia los candidatos”, afirmó Eleazar Chavez, un joven estudiante de medicina que vino a Buenos Aires hace 3 años y, actualmente, trabaja como enfermero. 

Chávez considera un acto de responsabilidad ciudadana del peruano que reside en el extranjero acercarse a votar más allá de las dificultades y aunque se trate de personas que decidieron hacer su vida en otro país porque entiende que deben tomar esta decisión para que los familiares que están en Perú tengan una mejora en su calidad de vida. 

Además de la corrupción, la mayoría de los entrevistados coincide en que los principales puntos que debería solucionar el próximo presidente electo son la economía, la educación y el sistema de salud, desgastado y al borde del colapso sanitario debido a la pandemia ya en fase de segunda ola.

Ecuador

A diferencia de las elecciones peruanas, en donde se habilitaron 9 colegios electorales debido a la gran cantidad de empadronados, los ecuatorianos residentes sólo debieron acercarse al Consulado ubicado en el barrio de Recoleta,  a pocas cuadras de la Plaza Francia. 

Con apenas 5 mesas habilitadas y 2048 votantes inscriptos, la jornada resultó tranquila y ordenada. No hubo vendedores ambulantes de comida ecuatoriana, pero el rasgo distintivo lo mostró la vestimenta con los colores de su bandera. La decisión fue más sencilla por tratarse de una segunda vuelta entre dos candidatos: el correista  Andrés Aráuz y el anticorreísta Guillermo Lasso, un banquero quien finalmente fue electo con el 52% de los votos para profundizar el modelo neoliberal que ejecuta el presidente saliente, Lenin moreno.. 

Al consultarlo por la gestión del presidente actual Lenin Moreno, un graduado de la Carrera de Filosofía en Argentina sentenció que fue “el gobierno más desastroso en la historia actual” y que nadie se encuentra feliz con la gestión, sin importar de qué ideología política seas. En su argumentación, David Mosco consideró que  “sería importante tener otras opciones que se alejen de la tradición correísmo sí o correísmo no, y que la discusión realmente sea qué tipo de política queremos”.

Por su parte, Ivana Gimenez cree que la gestión actual es una “payasada” y espera que el próximo presidente “haga mejor su trabajo”. Según esta ecuatoriana, el mandatario actual demostró que está “vendido” a los intereses de la derecha, alejándose de los ideales del partido al que originalmente pertenecía, una agrupación de izquierda impulsada por el expresidente Rafael Correa.

Otro dato llamativo en estas elecciones fue la incorporación por primera vez de urnas electrónicas, algo que no sucede ni en Ecuador ni en Argentina. El cónsul  ecuatoriano en Buenos Aires, Álvaro Garcés, explicó a ANCCOM que se trató de una de las pruebas piloto que está realizando en Consejo Nacional Electoral (CNE) “con el objetivo de ir modernizando el sistema de votación”. 

Respecto a la cantidad de votantes en Ecuador, Garcés estimó una proyección de votantes cercana al 40% del total de empadronados, mucho menos del  70% habitual, debido a la situación sanitaria que atraviesa el país y al aumento de casos por Covid positivo. Frente a esto comparó al suyo, con países como Chile, en donde cancelaron las elecciones para constituyentes a diferencia de Brasil que la realizó con “normalidad”.

Este domingo electoral con variantes latinoamericanas tuvo en Buenos Aires una radiografía de la región que marca aún una política errática sobre los momentos más oportunos para elegir presidente en tiempos de pandemia.

Mientras tanto Perú asegura una segunda vuelta y, por casa, aún no sabemos si estaremos en condiciones sanitarias para celebrar las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Estas experiencias en la marea de la segunda ola seguramente servirán como antecedente.

Latinoamérica elige su futuro

Latinoamérica elige su futuro

Este domingo 11 de abril se celebran en Perú y en Ecuador las elecciones presidenciales que definirán el rumbo de ambos países. Chile esperaba su turno de participar en las urnas el mismo día para elegir a los miembros de su Asamblea Constituyente, pero tras el anuncio del presidente Sebastián Piñera la votación se vio postergada para el mes de mayo debido al avance de la segunda ola de la pandemia. 

Tres países de la región que presentan grandes similitudes, y a la vez grandes diferencias, y que se disputan en los próximos días la sucesión de sus respectivos presidentes, congresistas y gobernadores. Estas elecciones se dan en un contexto de restricciones a la movilidad social y de confinamiento, como así también de la consecuente crisis económica, social y sanitaria generada por el coronavirus. Los conflictos sociales, los cambios constitucionales y la manipulación informativa, son sólo algunas de las cuestiones que las democracias latinoamericanas enfrentan hoy y que se pondrán en jaque ante gobiernos que detentan cada vez con más fuerza una crisis de representatividad política. 

Ecuador

Tras la proscripción de uno de los dirigentes más influyentes en la historia del país, Rafael Correa, y un presidente que está finalizando su mandato con una crisis múltiple a nivel sanitario, económico y político -Lenín Moreno-, el pasado 7 de febrero se conocieron los resultados de unas elecciones reñidas que darían como resultado una segunda vuelta con ballotage entre dos candidatos de orígenes totalmente diferentes: Andrés Arauz, postulante del correísmo, miembro de la Internacional Progresista junto a Bernie Sanders y perteneciente al partido Unión por la Esperanza (UNES), ganó con el 32.7% de los votos, mientras que Guillermo Lasso, empresario, banquero, accionista del Banco Guayaquil y fundador del Movimiento Político Creando Oportunidades (CREO) y el Partido Social Cristiano, sacó el 19.7% de los votos. En un contexto de gran incertidumbre a nivel nacional, los candidatos han estado trabajando para captar a los votantes de Yaku Pérez -del movimiento Pachakutik y representante del movimiento indígena en estas elecciones- y de Xavier Hervas de la Izquierda Democrática, responsable de los votos de la juventud ecuatoriana. La desafección política es otro punto fundamental a tener en cuenta, ya que cerca del 31% de los votos, a pesar de los 13 puntos de ventaja de Arauz en primera vuelta, fueron nulos o en blanco. “Si yo tuviese que definir con alguna palabra esta campaña, hablaría de toxicidad. Es una campaña súper tóxica donde hay varias disputas”, dice Palmira Chavero, profesora investigadora en FLACSO Ecuador, experta en Comunicación Política y PhD en Ciencias de la Comunicación y Sociología. “Hay distintos elementos que condicionan un poco la campaña desde antes de que comience la segunda vuelta oficial. Primero está el tema de la crisis, que no es sólo la del coronavirus, sino que es económica, política, sanitaria. De lo que va de pandemia van cuatro ministros de Salud. A eso se le une todo el caso de las vacunas VIP, donde básicamente el gobierno, a las pocas vacunas que ha traído, las han utilizado para inmunizar a los ministros, la familia, y el entorno de Lasso, por ejemplo”. Durante la campaña de la segunda vuelta abundó en el país la proliferación de fake news y ataques de desacreditación y desprestigio entre los candidatos: “Por un lado Lasso está intentando llevar la campaña con el encuadre de correísmo-anticorreísmo. Está tratando de posicionar la idea de que Andrés Arauz es Rafael Correa y por tanto esto le facilita un apego de la gente que no quiere a Correa. Mientras que Andrés Arauz está tratando de llevar la campaña por el encuadre de pasado-futuro. Es decir, Lasso es Moreno, quienes de hecho han co-gobernado. Han votado en la Asamblea Nacional juntos algunas leyes, hay una asociación entre Lasso y Moreno”, explica Chavero. “Lo que está en juego es el modelo de país, pero hay muchas cosas que embarran mucho la campaña de acusaciones, de caracterizar a Andrés Arauz como una persona mentirosa, como una persona tonta, inútil, y a Guillermo Lasso como responsable de utilizar a migrantes venezolanos que se encuentran en las calles para hablar en contra del socialismo, por ejemplo. Es una campaña súper negativa y de esa manera se oculta o no se debate sobre los problemas reales, es decir, cómo se va a vacunar a la población, qué va a pasar con la educación pública, qué va a pasar con la crisis económica, con el desempleo. La gente está muy intoxicada y el peligro de eso también es que puede acabar generando un aumento del voto nulo, porque la sensación generalizada de la gente es que está harta y que la campaña es sucia”. 

El movimiento indígena y sus tensiones internas, los movimientos de mujeres, el colectivo LGBTIQ+ y la juventud, son un gran porcentaje de la población de Ecuador, que estas dos candidaturas no terminan de interpelar, y que resultan cruciales para el resultado final de la votación. “El movimiento indígena Pachakutik tiene fuertes tensiones a la interna desde hace tiempo. Incluso la propia designación de Yaku Pérez como candidato es problemática porque las bases del movimiento indígena querían que el candidato fuera Leonidas Iza, que es uno de los líderes que tuvo más protagonismo en las protestas de octubre de 2019”, explica Chavero. “Después de la primera vuelta Perez se reunió con Guillermo Lasso, y hubo unos acercamientos que en realidad ya eran previos, porque Pérez no es un candidato de izquierda, él tiene vínculos con la derecha, con la élite. Después, el movimiento Pachakutik decidió llamar al voto nulo, y esa es la propuesta oficial. Pero Pachakutik y la élite de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) están más cerca de Lasso, y las bases están más cerca de Andrés Arauz. Entonces ahí hay una primera ruptura que te está diciendo que no va a haber un voto homogéneo”.

 Arauz, por su parte, es un candidato más cercano a las políticas sociales y a la presencia del Estado en materia de garantías de derechos, a diferencia de la agenda neoliberal que plantea Lasso, quien además posee vínculos cercanos al Opus Dei. Dayana León, consultora en Comunicación Política, Género y Democracia, periodista y máster en Ciencias Sociales por FLACSO Ecuador agrega que “Arauz tiene algunas propuestas para las mujeres, como la creación de la Secretaría de las Mujeres y la Igualdad”. Y agrega: “Lasso también ha planteado sus iniciativas, yo misma le consulté qué iba a pasar con respecto a su postura con el aborto y la institucionalidad de género en el país, y yo no creo que él tenga muy claro cómo se maneja todo esto. Yo creo que está yendo al tema de captar votos, de dar un discurso que pueda llegar a la población LGBTI pero no termina por tener una política real de género en su discurso. Una política de género no es decir vamos a tomar en cuenta a la mujer: las mujeres ya somos las protagonistas del desarrollo del país. Ahora estamos en un momento donde debemos impulsar el género en el desarrollo, estamos en la última década para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenibles. En ese ámbito Arauz puede tener una mayor representatividad en cuanto a su articulación, porque está planteando una Secretaría de la Mujer, pero no termina tampoco de concretar temas en la agenda política del movimiento feminista, de las personas LGBT, no hablan de la niñez trans, no hablan de la despenalización del aborto en casos de violación de manera contundente. Recordemos que en el Ecuador en el año 2013 cuando el bloque de Correa era mayoría en la Asamblea Nacional, sancionaron a cinco legisladoras de su bloque por plantear el tema del aborto en casos de violación. No existe una postura crítica al respecto. Lo que sí hay en la candidatura de Arauz y que no vi en las propuestas de Lasso, es un gabinete paritario”, describe León. 

Las predicciones de las encuestadoras han arrojado resultados muy ajustados durante los últimos días entre Guillermo Lasso y Andrés Arauz. Este domingo en el Ecuador, cualquiera de los dos candidatos puede ser el ganador: “La tendencia que mantenía a Arauz como ganador es una tendencia que se ha estancado, mientras que el candidato Guillermo Lasso ha incrementado sus posibilidades de captar aquellos votos como el voto nulo, y ha ampliado su cadena y su red de aliados estratégicos. Los resultados están absolutamente ajustados, los pronósticos electorales dieron una diferencia muy mínima entre los dos candidatos, incluso hasta se habló de un empate técnico”, explica la periodista Dayana León. “Siempre está la sombra del fraude, y siempre está la sombra también de la no aceptabilidad de la derrota, eso ya lo vimos en la primera vuelta electoral. El error que el Consejo Nacional Electoral cometió, fue tener un conteo rápido donde dio primero a un ganador y luego en segundo lugar después de las dos horas dio a otro ganador. Toda esta ilegitimidad que se ha venido dando abona a que precisamente exista este sentimiento y esta percepción en la ciudadanía de un proceso electoral que no ha estado bien, que no ha estado a la altura de lo que los ecuatorianos se merecen”, explica, y sigue: “Ahora mismo existen hasta empates técnicos, y para eso el CNE tiene que dar muchísimas certezas, y por otro lado las organizaciones políticas deben hacer un efectivo control político electoral. El proceso de capacitación a las Juntas Receptoras del Voto debe incrementarse por parte del CNE para que exista la menor cantidad de inconsistencias numéricas posibles”, finaliza Dayana León.

La polarización política, la fragmentación dentro de la sociedad como así también los conflictos internos entre los partidos y los movimientos sociales, sumados a la manipulación informativa y las estrategias de desacreditación de los candidatos a ballotage, son sólo algunas de las cuestiones que Ecuador enfrenta de cara a las elecciones este 11 de abril. La sociedad ecuatoriana y sus dirigentes políticos deberán concentrarse en llevar a cabo de la mejor manera posible unas elecciones que se encuentran enrarecidas desde antes de empezar, y cuyo desenlace definirá qué modelo de país observaremos en el país vecino.    

Perú

El país andino también buscará este domingo al sucesor del actual presidente, Francisco Sagasti. Elegido por un Congreso desesperado ante las revueltas sociales de noviembre, Sagasti asumió luego de la vacancia de Martín Vizcarra y del descontento generalizado por la posterior asunción y rápida renuncia de Manuel Merino. Si bien las calles el año pasado vivieron un alto grado de politización, hoy el panorama que reina en Perú es de apatía y desinterés social. Con menos de un 13% de intención de voto, la sociedad tiene una confianza muy débil en la dirigencia peruana donde abundan las artimañas políticas y las denuncias por corrupción. A diferencia de Ecuador que va por la segunda, Perú disputa este domingo la primera vuelta entre 18 candidatos, de los cuales se espera que pasen seis a segunda vuelta: por un lado, la candidata de izquierda del partido Juntos por el Perú, Verónika Mendoza, que comparte un 9% de la intención de voto junto al derechista Hernando de Soto; Yohny Lescano, el candidato centroderechista de Acción Popular, quien lidera los sondeos con un 10% de los votos. Le siguen con un 8% el ex futbolista George Forsyth, del partido de centroderecha Victoria Nacional; y la tres veces candidata e hija del dictador Alberto Fujimori, Keiko Fujimori por el partido Fuerza Popular. En último lugar se encuentra con un 6% de los votos, el único contrincante de la izquierdista Verónika Mendoza, Pedro Castillo. 

El próximo 11 de abril se vivirá en Perú una de las elecciones más fraccionadas de la historia del país, donde no sólo votarán al sucesor de Sagasti, sino que también se renovarán los 130 miembros del Congreso. El pueblo peruano confía que ante este horizonte tan heterogéneo se pase a una segunda vuelta. Mientras tanto, la misma sociedad que apenas cinco meses atrás marchó por una nueva Constitución, hoy tiene ciertas reticencias a la participación democrática: “La población no quiere saber absolutamente nada de la política, todos piensan que somos iguales. La población está golpeada, si bien hay cierta politización, los medios de comunicación no ayudan mucho tampoco porque respaldan bastante a la derecha y a la ultraderecha”, dice Flor Nolasco Pantoja, coordinadora del Comité de la Victoria del Movimiento Nuevo Perú en Lima. De todos los candidatos, sólo dos son de la izquierda progresista: Mendoza y Castillo. Ambos plantean en sus propuestas la modificación de la Constitución heredada de Fujimori, vigente desde 1993, aunque tienen algunas diferencias discursivas: “En el Perú existen dos sectores de izquierda, uno con Verónika y otro con Pedro Castillo. A estas alturas Verónika se disputa y pasará raspando a segunda vuelta, aunque Pedro Castillo sea el que tenga protagonismo en los sectores populares y sociales por sus propuestas definidas con el cambio de régimen por una nueva Constitución”, explica Nolasco Pantoja. “Él sí se ha definido bien, a diferencia de Verónika Mendoza, quien se enfoca como una socialdemócrata. Castillo busca un cambio de régimen partiendo de una nueva Constitución pluricultural y plurinacional. A pesar de eso, Mendoza es quien tiene las chances de ganar”. 

Por otro lado, entre los cuatro candidatos derechistas también se encuentra Keiko Fujimori, imputada por corrupción en la causa Odebrecht por recibir dinero para financiar su campaña en 2011. Fujimori pasó más de un año de cárcel preventiva, fue liberada tras una apelación y en 2020 volvió a estar encerrada por cinco meses. A causa de la pandemia, hoy se encuentra en libertad y se presenta por tercera vez como candidata a presidenta, sin grandes perspectivas: “La candidata Keiko Fujimori está con un proceso que todavía no se define, está con un nivel bajo en Perú, no se estima ni siquiera que llegue a segunda vuelta. Está muy marginada por los niveles de corrupción que han venido atravesando a nuestro país y todos los candidatos de la derecha y la ultraderecha se encuentran debilitados”, explica Flor. Según la coordinadora del MNP Lima, se está viviendo una disputa histórica entre la izquierda y la ultraderecha. “Estamos en un modelo continuista que quiere seguir postergando los derechos laborales de los trabajadores sosteniendo el modelo neoliberal, defendiendo la Constitución del 93. Pero no se esperaba el surgimiento de una izquierda renovada, y programática con ejes bien firmes para la transformación social”. 

Al igual que Chile y Ecuador, como así también varios países en América Latina, Perú se encuentra en este momento en una situación crítica debido a la pandemia por el Covid-19. Con la segunda ola arrasando a la sociedad, el pueblo peruano se encuentra confinado en gran parte del país: “Esta pandemia no nos ha permitido llegar hacia un gran sector de la población, ha habido muchas restricciones y los compañeros tienen mucho temor a contagiarse. Ya no se encuentra una cama en ningún punto del país, ya hace varias semanas que los pacientes están muriendo en sus domicilios, es un caso precario, extremo, eso es lo que se vive acá en Perú”, finaliza Nolasco Pantoja. Las elecciones acá, al igual que en Chile y Ecuador, se verán afectadas por las restricciones a la movilidad y la crisis económica que atraviesa a toda la región. 

Chile

Ante el histórico plebiscito del 25 octubre de 2020, donde el pueblo chileno decidió ponerle fin a la constitución del dictador Augusto Pinochet, el país se encontraba cercano a unas elecciones cruciales que definirían no sólo los gobernadores, alcaldes y concejales, sino también los 155 representantes de la nueva Asamblea Constituyente, que tendrá por primera vez paridad de género, representación territorial y plurinacionalidad. Pero hace dos semanas el gobierno del presidente Sebastián Piñera anunció que las mismas van a ser postergadas para mayo, debido al rápido aumento de los casos de Covid-19 en el país. Un 96% de ocupación de las camas de terapia intensiva y una crisis social tajante preocupan no sólo a Piñera, sino también a gran parte de la población. 

Pablo Monje-Reyes, magíster en Gestión y Políticas Públicas por la Universidad de Chile habló en esta oportunidad con ANCCOM al respecto: “Tenemos picos más altos que la primera ola de julio del año pasado, estamos hablando de casi 7.000 y 8.000 contagios diarios. Un detalle importante es que se están haciendo una mayor cantidad de exámenes: mientras que en junio del año pasado se hacían 20.000 exámenes diarios, ahora se están haciendo 70.000 por día, lo cual te amplía la cantidad de gente que vas a encontrar en el sistema de contagio. Pero el dato más importante, y que es fundamental, es que el sistema hospitalario chileno está, en el área de uso de camas de tratamiento intensivo, en el 96% de ocupación y se está pidiendo que las clínicas privadas abran plazas”, comenta. “La tasa de fallecimiento también es otra cuestión. Están falleciendo por causa COVID del orden de 100 a 120 personas diarias”.  Monje-Reyes opina que, a raíz de la postergación de las elecciones, hay no sólo una variable sanitaria y económica, imposible de ignorar, sino también una variable política en esta decisión: “Aquí está gobernando la derecha, los que tienen más oportunidades, los que se han formado más, los que tienen más educación, los que tienen a disponibilidad toda la información por parte de las universidades de sectores conservadores. Y que no hayan dado cuenta de la experiencia europea cuando decidieron abrir el turismo, sabiendo que venía una elección tan importante como la de gobernadores regionales, alcaldes, concejales y convencionales constituyentes, ahí es donde yo creo que está la matriz principal del debate político: que no hayan pensado -no en términos maquiavélicos sino en términos de resguardar sus intereses- en manejar la pandemia”, sigue Monje-Reyes. “Porque la pandemia tiene su sesgo de clase: son los que primero accedieron a las vacunas, no tienen las altas tasas de contagios de los sectores populares y obreros porque no utilizan los sistemas de aglomeración de las ciudades, como el transporte público”.

El rechazo del cambio constitucional por parte de los sectores conservadores fue de apenas un 28% por sobre el 72% de los chilenos que dijeron sí a la nueva Asamblea. Esto se ve traducido hoy en un pánico de la derecha por perder su porcentaje de participación en las decisiones legislativas. “Hay una tasa de conspiración en esta decisión porque nadie puede decir que estas personas no sepan leer los números. Saben leer muy bien los números de las finanzas, pero no saben leer los números de la pandemia. Podrían justificarse por ahí, pero no están haciendo ningún análisis crítico, no están mirando cómo se mueven las tendencias”, sigue el magíster en Gestión y Políticas Públicas. “Creo que efectivamente la derecha aquí ha jugado un rol político muy potente en el manejo de la pandemia, tienen un objetivo político a un temor real, que es en definitiva la elección de Convencionales para el debate de la Constitución, donde ellos hubiesen perdido”.

En estas elecciones que estaban preparadas para el 10 y 11 de abril y que finalmente se darán los días 15 y 16 de mayo, se presentaron 79 listas en todo el país, incluyendo las listas de los independientes. 17 escaños de los 155 de la Asamblea, irán destinados a los pueblos originarios. La heterogeneidad social se ve reflejada tanto en los números como en la diversidad de partidos políticos: “La gente tiene un alto nivel de desconfianza al sistema de partidos políticos”, sigue Reyes, “y eso significa desde mi perspectiva que se haya generado una diáspora muy grande de listas. Se presentan siete partidos de la derecha, que tienen el mérito de que logran conformar una lista única. En cambio, hay tres bloques de izquierda: el Partido Humanista; el Partido Comunista y aliados, que también es el segundo bloque mayoritario; y los antiguos partidos de la Concertación, que es el bloque socialdemócrata y socialcristiano. Más una gran acumulación de listas de independientes, que tienen listas regionales y nacionales”. En este marco, el debate en la Constituyente tendrá resultados interesantes, al no tener ninguno de los partidos que puedan conseguir escaños una mayoría efectiva. 

Ante una crisis sanitaria por la pandemia que no está teniendo respuestas, una crisis social y económica con grandes tasas de desempleo y nuevas restricciones en la movilidad social y confinamiento en varias regiones, el escenario chileno se perfila con grandes dificultades para enfrentar estas elecciones, que pueden llegar a ser aplazadas nuevamente. “En este escenario la gente ni siquiera va a tener recursos para movilizarse, ese es el problema de fondo. Porque si nosotros tenemos una situación en la cual no tenemos cómo resolver los ingresos mínimos para que las personas puedan primero comer, segundo movilizarse e ir a un lugar de votación, ese va a ser un problema”, advierte Reyes. “Se aplazaron por un mes las elecciones, y todos los informes indican que a esa fecha todavía vamos a estar en una situación de pandemia todavía muy grave, muy delicada. Eso tiene un impacto porque puede generar una crisis de democracia, la tasa de participación va a ser bastante más baja si es que tu no garantizas como Estado que la gente tenga un ingreso de emergencia. Desde el punto de vista analítico, cuando tú no tienes respuestas económicas, cuando no das respuestas políticas y no das respuestas de salud pública a la situación que se está viviendo, ¿qué es lo que tienes en definitiva? Una crisis de legitimidad del Estado”, finaliza Pablo Monje-Reyes. 

La pesadilla americana

La pesadilla americana

 

Hoy se celebra en los Estados Unidos las elecciones para elegir al que será el nuevo presidente. José De Jesús Villalobos, doctorado en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad de Texas, declara que en estas elecciones ya votó más de la mitad del padrón de forma anticipada, alcanzando hasta el momento la totalidad de los sufragantes de las elecciones de hace cuatro años. “Se estima que hay más demócratas votando anticipadamente por correo, y que el día de las elecciones habrá más republicanos en los centros de votación”. 

A diferencia del 2016, las distintas plataformas políticas están siendo muy cautelosas en cuanto a las predicciones electorales: “La última vez se predijo que Hillary (Clinton) encabezaría las encuestas. Es complicado predecir el futuro con los sondeos porque lo que predicen son el voto popular, y al presidente lo eligen los Colegios Electorales. Al final, Hillary sí ganó el voto popular, así que las encuestas no estuvieron técnicamente equivocadas del todo. Pero estaban equivocadas en algunos de los Estados clave. Entonces, estas elecciones están siendo más cuidadosos con eso”. 

En este sentido, las encuestas predicen un margen significativamente mayor por parte de Joe Biden en el voto popular que el de Hillary en 2016 frente a Donald Trump. Además, tiene más posibilidades en alguno de estos Estados clave, como Pensilvania, que serían decisivos para el resultado de la elección. El candidato ganador será determinado por los votos que obtenga en los Colegios Electorales de cada Estado. Este sistema de “el ganador se lleva todo”, que tienen la mayoría de los EStados,, está desde hace tiempo ligado a distintos debates controversiales: el partido Republicano sostiene que es la mejor manera de prevenir el fraude en los Estados Unidos, mientras que el partido Demócrata denuncia un intento de “supresión del voto” a determinados sectores sociales.

El nivel de división y el discurso agresivo fueron las bases que consolidaron la política de Trump.

 Valeria Carbone, historiadora, especialista en Estudios de los Estados Unidos e Investigadora Posdoctoral del Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina (INDEAL) señala que los representantes del partido Republicano han manifestado que el voto es considerado más un privilegio que un derecho, y describe que eso se refleja en cómo es el proceso de votación: “Primero porque es bastante descentralizado: si bien hay cuestiones normativas o cuestiones que son generales a todos los Estados Unidos, cada Estado tiene la prerrogativa de definir cómo se vota en ese Estado. Cuáles son las condiciones de empadronamiento, dónde se vota, cómo se vota, si va a ser por una papeleta, si va a ser voto presencial, si va a haber o no voto por correo, entonces eso dificulta todo lo que tiene que ver con el proceso de empadronamiento y de elección. Además, el proceso de votación es más complicado porque el empadronamiento no es automático, cada Estado decide cómo lo hace, qué documentos presentar, en qué tiempos se realiza, lo que influyen la verificación de datos en el padrón electoral. La conclusión que hace la mayoría de los especialistas en derechos electorales es que el sistema norteamericano tiende a ser más restrictivo que expansivo”. Además, para la especialista, el sistema de votos por correo alargará el conteo en las urnas, y es probable por tanto que no se conozcan los resultados el mismo día de la elección: “A menos que haya una victoria rotunda por parte de Biden en tres o cuatro de los Estados clave por márgenes tan claros que no sea necesario el recuento de votos, probablemente sean unas elecciones contenciosas que durarán por días o incluso semanas. Incluso si Biden gana por amplios márgenes, está la posibilidad de que Trump, como ha declarado anteriormente, reclame fraude electoral debido al voto por correo. Se prevé mucha controversia, muchos alegatos y mucha incertidumbre hasta que sean contabilizados definitivamente”, agrega Villalobos. 

El Partido Demócrata encontró esta vez como fórmula política a un candidato hombre, católico y de 77 años como Joe Biden, junto a una vicepresidenta mujer y afroamericana, Kamala Harris. Las diferencias entre ambos son evidentes, no sólo en términos de edad, raza y género sino también en términos de a qué arco político representan con más fuerza: “Se critica con frecuencia el hecho de que Biden sea un hombre blanco, grande, incapaz de conectar con las minorías o los jóvenes”, agrega Villalobos. “No acarrea el mismo entusiasmo que Bernie Sanders o Kamala. Su mayor fortaleza es que logra hacer conexión con la cotidianeidad del americano promedio, sobre todo la población blanca y moderada. Está avanzando mucho entre los trabajadores de cuello azul de clase media que le dieron una oportunidad a Trump por cuatro años y hoy están desencantados. Es una de las razones por las que hoy encabeza Pensilvania. Kamala, en cambio, complementa muy bien lo que a Biden le falta en su propuesta, al ser mujer y afroamericana. Casi no hubiera sido nominada en el partido si no era por el voto afroamericano, particularmente el voto femenino afroamericano”. 

“Biden no acarrea el mismo entusiasmo que Bernie Sanders o Kamala Harris», advierte Villalobos.

Patrocinadora del Green New Deal en el Senado y con una agenda agresiva en temas ambientales que no comparte con Biden, Kamala tiene también puntos controversiales. En un contexto como el actual, donde la polarización y la fractura de la sociedad estadounidense es tan fuerte, las movilizaciones sociales por el aumento del desempleo en la pandemia y sobre todo por la violencia policial en cuestiones raciales como los casos de George Floyd y Breonna Taylor que resonaron en todos los medios del mundo, pusieron en la mira a las plataformas políticas y sus propuestas: el apoyo público al movimiento Black Lives Matter por parte de la candidata a vicepresidenta del partido Demócrata se puso en jaque con sus declaraciones sobre su intención de no desfinanciamiento a las fuerzas policiales. “Hace poco salió un informe que decía que desde mayo en adelante de todas las protestas que se realizaron, el 93% habían sido pacíficas. Y que solamente un 7% se habían tornado violentas, en las que el accionar de la policía y de los grupos supremacistas había sido central para el desarrollo de la violencia. 

El hecho de que no solamente ninguno de los dos candidatos reconozca el rol de la violencia de la policía y de los grupos supremacistas es un discurso compartido. Y que ninguno de los dos sectores atienda a la principal demanda de estos movimientos que tienen que ver con el desfinanciamiento policial también me parece preocupante. Hay un desconocimiento de la validez de la protesta social. Y me parece que eso también influye en el hecho de que las protestas en las calles sigan en un año electoral en el contexto de una pandemia”, advierte Carbone.  

Por su parte, Donald Trump comparte fórmula con el actual vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. Con una economía en declive por la crisis del Covid-19 luego de casi tres años de una fuerte reactivación económica de distintos sectores, el presidente deja hoy muchos saldos en la sociedad norteamericana, que podrían profundizarse, de manera preocupante, con su reelección. Martín Schapiro, abogado especializado en derecho administrativo por la Universidad de Buenos Aires y master en Estudios Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella señala que la administración Trump profundizó las divisiones existentes en la sociedad estadounidense, y que a pesar de que tomó una economía en crecimiento, la pandemia y la deuda, no pudieron detener la crisis económica. “Tuvimos una etapa de recuperación del empleo pero que no había redundado en mejoras salariales, y eso empezó a cambiar al final del gobierno de Obama pero se pronunció mucho más durante el gobierno de Trump donde, además, hubo mínimos históricos de desempleo”, describe Schapiro y agrega otra preocupación a la herencia que deja el Republicano: “Hay otro saldo que es político y socioeconómico que es el nombramiento de casi un cuarto de los jueces federales, y un tercio de la composición de la Corte Suprema, y tiene consecuencias en el modo en el cual los jueces interpretan las leyes. Esto, sumado a  que se trata de un sistema que tiene un control de constitucionalidad tan fuerte, que es muy parecido al argentino, con un Poder Judicial donde los jueces nombrados son conservadores, donde son favorables al mantenimiento de status-quo inequitativos, a criterios de las empresas por sobre los Estados en las regulaciones, y en general son favorables a las tradiciones por sobre los cambios en la arena social. Eso significa que algunos avances de regulaciones, en intervenciones, están en riesgo a partir de la estructura del Estado que va a dejar el gobierno de Donald Trump”. El nivel de división y el discurso agresivo fueron las bases que consolidaron la política de Trump, y como consecuencia dejaron afuera a un espectro político muy grande de posibles votantes. Si bien moviliza a un núcleo duro de ciudadanos, esta reverberación negativa logró espantar votos en el centro. “Me parece que mucho del espacio de crecimiento que hoy tienen los Demócratas está en el centro y que eso hace de Joe Biden un mejor candidato al menos en términos de posibilidades de ganar una elección mano a mano con Trump”, analiza Martín Schapiro. “Las plataformas más ambiciosas de reconversión de la izquierda del partido no fueron incorporadas en el mandato que ha generado Joseph Biden. De hecho, se ha dedicado a desmentir que venga con una plataforma de Green New Deal, de reforma radical de las fuerzas policiales, con una plataforma de prohibición del fracking. No hay una incorporación de la agenda de Bernie Sanders, por lo menos tan grande como se especulaba en algún momento”, describe Schapiro. 

“Una reelección sería una señal de profundización, y no sólo de continuidad», señala Schapiro.

A nivel internacional, Trump se dedicó a profundizar enfrentamientos con potencias como China, con quien lleva una guerra comercial y tecnológica. “En general creo que una reelección sería una señal de profundización, y no sólo de continuidad, de algunas de sus políticas que me parece que tienen como marca más importante el enfoque agresivo pero económico de la solución de los problemas de política exterior estadounidense”, sigue Schapiro. «Me refiero al uso de sanciones económicas como herramienta privilegiada de resolución de problemas. México, por ejemplo, es un país aliado de Estados Unidos, con el cual mantiene una intensa relación. Cuando el gobierno estadounidense quería que México controlara la inmigración desde América Central, desde los países al sur de su propia frontera que llegaban a los Estados Unidos, lo que hizo Trump fue amenazar con imponer tarifas al gobierno mexicano. Y este accedió a cambiar el control. Además, más allá de los montones de amenazas que hubo sobre una eventual invasión a Venezuela, sobre una intervención militar con la activación del tratado Interamericano de Defensa Recíproca, lo que hubo fue primero un establecimiento y después un agravamiento de sanciones económicas contra el país. Entonces, me parece que en la región lo que hemos visto es un reflejo de lo que sucedió en otros lugares”, reflexiona Shapiro y continua: “Cuando miramos la política con Irán, la política que desde el Poder Legislativo se ha usado para Rusia, para Corea del Norte, todas esas políticas privilegian la sanción económica como modo de aproximación. Entonces ahí hay un patrón que seguramente podemos esperar que se profundice, en particular prestaría atención a la competencia tecnológica con China y al uso tal vez de sanciones económicas para mover la competencia tecnológica con China”. En cambio, el perfil más moderado de Joe Biden daría a entender que en cuestiones de política internacional se privilegiarían, por sobre todo, la diplomacia: “El enfoque de una administración Biden volvería a intentar multilateralismos, es decir que sean sanciones internacionales y no sólo sanciones estadounidenses, y tendría otros instrumentos también en el menú, no sólo el instrumento económico”, finaliza Schapiro. 

La transición de gobierno, a partir de la cual se prevé que el nuevo presidente electo asuma el poder el 20 de enero de 2021, es en principio problemática y llena de incertidumbres. Con un presidente que desde el comienzo de las elecciones ha declarado la posibilidad de fraude en las urnas y ha cuestionado el resultado final en caso de no ser reelecto, es ciertamente preocupante para la sociedad norteamericana: “Lo que creemos los que nos dedicamos a observar a Estados Unidos es que, por lo menos desde 1968 con el caso Watergate y el impeachment de Nixon y la corrupción en las elecciones primarias, que no se veía una crisis de legitimidad del sistema político norteamericano tan fuerte como la actual”, declara Carbone. “Estas elecciones están manchadas desde antes de que se empezara a votar. Eso deriva en el hecho de que el 3 o 4 de noviembre no sepamos qué va a pasar porque Trump dice que si él no gana el voto popular es porque hubo fraude, se habla de interferencia extranjera de Rusia y de China, los demócratas hablan de supresión del derecho al voto, más el Colegio Electoral que básicamente filtra la elección popular. Ese es el contexto en el que arrancamos. Y después tenés a un presidente que no condena a los grupos supremacistas, que dice que puede haber violencia porque la gente no puede aceptar una derrota de él. Los Republicanos se encargaron en los últimos cuatro años de preparar un escenario en el que la definición de todo este proceso, que está manchado desde antes de empezar, lo defina la Corte Suprema”, finaliza la historiadora, especialista en Estudios de los Estados Unidos.

¿Trump o Biden?

¿Trump o Biden?

Votación temprana en Brooklyn, Nueva York. 

Las elecciones en Estados Unidos de este martes 3 de noviembre definen la renovación presidencial, el total de los 435 diputados que integran la Cámara de Representantes y el recambio de un tercio del Senado, 34 sobre 100 bancas. Se trata de un momento atípico en donde no existen certezas para la pretendida reelección de Donald Trump o el regreso de los demócratas al poder, de la mano de un Joseph Biden, vicepresidente de Barack Obama entre 2009 y 2017. 

¿Cuál es el rol de las encuestas? ¿Qué impacto tienen dentro del sistema de Colegio Electoral en un país que llevó 4 años atrás a un outsider de la política, apelando al discurso del odio y su multiplicación por diversas redes y medios sociales? Por ello, resulta oportuno analizar cómo funciona a elección presidencial en EEUU

Se trata de un esquema de dos partidos predominantes, los Republicanos y los Demócratas, aunque existen candidatos independientes. Los ciudadanos no votan directamente al presidente sino que eligen “electores” que se comprometen por el candidato propuesto a los votantes, aunque no están legalmente obligados a hacerlo. Este proceso es similar al que funcionaba en Argentina antes de la reforma constitucional de 1994; se lo conoce con el nombre de Colegio Electoral, el cual reúne un total de 538 votos. 

Así las cosas, para llegar a la presidencia, el aspirante debe juntar 270 votos de esos 538. Puede ocurrir, como en la elección pasada, que la presidencia quede en manos de quien obtuvo menos sufragios, ya que los estados no tienen la misma cantidad de electores.

Cada sección electoral representa aproximadamente 711 mil personas y el número de electores se actualiza conforme a la realización periódica de censos poblacionales. Otros factores importantes son el previo registro para participar del proceso, con atención a que la elección se realiza en un día laborable. 

No se trata de una instancia obligatoria como en nuestro país y el factor decisivo suele estar en los indecisos no sólo por un partido, sino entre los ciudadanos desinteresados de la política, tentados a participar en la elección por los candidatos dependiendo cómo vienen los números durante la campaña. 

Así, este sistema genera dinámicas particulares en cada ciclo electoral dado que el voto popular puede resultar significativo según contextos variables como la pandemia de Covid-19, la caída de la Bolsa o la xenofobia entre latinos. En su campaña anterior, Trump descubrió que los propios inmigrantes con ciudadanía norteamericana estaban dispuestos a crear un muro en la frontera de México para evitar perder su estatus.

 ¿Qué pasó con las encuestas de 2016? 

En las elecciones pasadas, las encuestadoras daban por ganadora a la candidata demócrata Hillary Clinton, pero en el momento del recuento de votos, si bien ella obtuvo tres millones más que el actual presidente, Donald Trump, este último se consagró ganador al lograr 290 electores. Estos resultados fueron una sorpresapara  propios y ajenos,  y suscitaron no pocas dudas sobre la validez de las encuestas en situaciones de paridad. 

“No es que estuvieron tan mal las encuestas, hubo un error en tomarlas y hacer una predicción sobre el resultado de la elección, sin tener en cuenta que en realidad estaban muy ajustadas”, sostiene Aldana Vales, periodista especializada en política estadounidense.

En el mismo sentido, el consultor político Carlos Fara considera que las encuestas no fallaron. “Todo el mundo puso la mirada sobre unas encuestas nacionales orientadas a observar los sitios que realizan promedios, como Real Clear Politics, que daban aproximadamente 2 o 3 puntos de diferencia a favor de Hillary, cosa que efectivamente sucedió”.

Para el consultor, “Hillary pierde en el Colegio Electoral y en estados muy disputados en donde se dio el margen de error. En algunos estados clave, si se daban vuelta 150.000 votos, la elección terminaba a favor de Hillary pero, bueno, terminó a favor de Trump en porcentajes muy pequeños”, agrega.

Ante la mala fama atribuida a las encuestas, Fara ofrece una explicación: Las encuestas están un tanto cuestionadas en todo el mundo, porque el entorno ha cambiado. El año pasado CNN en su división polls -dedicada a los sondeos de opinión-, estableció que tipo de encuestas iban a publicar. Y decidieron no mostrar aquellas cuya metodología fuera online, o bajo cualquier otro tipo de mezcla de metodologías de dudoso origen. “Estamos en una transición de debate metodológico sobre qué es lo que vale la pena hacer”, advierte Fara. 

“El problema que tenemos es que no estamos pudiendo identificar sesgos, no en función de variables sociodemográficas, que serían relativamente sencillas de solucionar, sino en función de otro tipo de variables de opinión,  actitudinales o en la relación con la política o el interés con la política, que se vuelve complicado de corregir, porque ahí no tenés un parámetro objetivo, sino que tenes un parámetro variable”, mientras agrega que “la gente se interesaba en la política menos hace dos meses y mucho más hoy que faltan cuatro días para la elección”. 

Los temores a un “cisne negro”

En la práctica quien contesta una encuesta suele ser una persona mucho más motivada políticamente, con lo cual existe una zona gris de sesgo imposible de medir, pero que sucede desde siempre. También el voto vergonzante al que la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann llamó “La espiral del silencio” (1977).

Si bien  existen más dudas que grandes certezas, hay consenso sobre la dificultad de tomar a las redes sociales como termómetro, ¿cuál sería el próximo destino? 

“No hay realmente un rol de las redes para encuestar. Incluso con los errores, las encuestas telefónicas siguen siendo más precisas. Es difícil intentar usar las redes para medir la intención de voto”, sostiene Vales.

Por su parte, Fara enfatiza sobre las dificultades de las metodologías online. Las encuestadoras “están huyendo al incentivo de las encuestas online porque tener una buena muestra digital con una mezcla de metodologías implica un grado de rigurosidad y una cierta inversión que en general en la Argentina, por lo menos no hay, con lo cual los sesgos que se están produciendo son imposibles de corregir”. 

Sobre lo que más hay consenso es respecto al clima peculiar de la elección. “Es una elección especial que se está desarrollando en un contexto completamente inusual en un escenario muy polarizado. Se espera que la participación sea histórica, entonces tiene varias características que la vuelven una elección muy particular”, prevé la periodista.

“Creo que también hay que tener en cuenta que estamos en una crisis mundial sin precedentes, tanto en lo económico como en lo sanitario, y eso está incrementando notablemente el voto por correo, que empieza a ser un interrogante. Un voto que además el propio Trump ha cuestionado. Luego, el hecho de que algunas hipótesis marcan que pudiera ser la elección de más gente vaya a votar desde la de Teddy Roosevelt -quien obtuvo 336 votos electorales-”, opina Fara. 

Sobre la polarización del discurso político, el consultor señala que es una tendencia que excede a Estados Unidos. “Creo que es global y que en boca del presidente de la principal potencia del mundo, tiene una repercusión distinta. Lo vamos a ver en los próximos años y cada vez más seguido. Aunque ya era así, previo a la pandemia, esta actúa como un acelerador disruptivo respecto al vínculo de las sociedades con la política y las instituciones”. 

Para Fara la pandemia primero trajo una serie de cuestionamientos, aceleró procesos previos como la asimilación de uso de tecnologías con empleos que nunca volverán. 

Algo de ello tiene que ver con la evolución del capitalismo que transita por la 4ta. Revolución Industrial, basada en la automatización de procesos y la inteligencia artificial. Se trata de un escenario parecido al 2008 con la crisis de los holdouts, con una recesión económica estructural, pero con efectos de asimilación tecnológica distintos.

“Eso va a quebrar muchos proyectos de vida. El que se iba a comprar la casa, el que se iba  a ir de viaje, etc. y esa ruptura de proyectos de vida, lo que te va a llevar es que también haya un disloque entre la representación política que había hasta la pandemia”, explica. 

¿Qué pasará si ocurre un martes negro?

Ante las posibilidades de que un candidato desconozca el resultado de la elección, Fara duda de que eso ocurra: “El sistema es mucho más fuerte que cualquier presidente, incluido Trump, con una narrativa crítica en general de la clase política, Washington, etc. Es muy dificultoso que alguien tuerza el rumbo institucional, aún siendo Trump. Hay que tener en cuenta que si bien se juega el pellejo de Trump, esos son comentarios de la política, pero nadie puso en duda la legitimidad de la elección”. 

Por otro lado, Vales tiene algunas reservas sobre el propio proceso electoral. “En Estados Unidos hay un sistema indirecto de votación. La gente vota por miembros del Colegio Electoral en noviembre y estos luego eligen en diciembre al presidente y vicepresidente. Lo que hay el día de la elección es un resultado sobre quién va a tener la mayoría del Colegio Electoral, una tendencia que identifican las cadenas de televisión o agencias como la Associated Press con sus análisis del recuento y que les sirve para declarar un ganador esa noche. 

Como tradición, el que pierde reconoce la derrota y después el ganador sale y da su discurso. Es probable que por las condiciones del voto de este año (por correo, con una mayor participación), el recuento sea lento y que sea imposible tener esa tendencia la noche del día de la elección. Sin esos resultados, es poco probable también que alguno de los candidatos reconozca una derrota. Es un territorio bastante incierto”.

Al cierre de esta edición, el promedio de las encuestas nacionales daba una ventaja de poco más de 8 puntos al candidato demócrata, pero ningún dato resulta concluyente. Este lunes 100 millones de personas ya habían votado de forma anticipada -cuando en promedio global de sufragantes suele ser de 150 millones- y el recuento, deberá sumar además los votos en ausencia que lleguen por correo.

«Muchos encuestadores no publicaron sus números para no molestar a cierta prensa»

«Muchos encuestadores no publicaron sus números para no molestar a cierta prensa»

«Hoy tenemos una intención de voto para Fernández que supera los 50 puntos», dice Zuban.

Ana Paola Zuban, politóloga y Directora de Investigación de la consultora cordobesa  Gustavo Córdoba y Asociados, una de las pocas firmas que había estimado que la diferencia de la fórmula encabezada por Alberto Fernández respecto de la  de Mauricio Macri podría acercarse a los 14 puntos, dialogó con ANCCOM sobre las PASO, la primera vuelta y   las polémicas sobre las encuestas. Y sobre cómo ciertos medios atacan encuestadoras si divulgan estudios que no coinciden con su línea ideológica.

¿Por qué acertaron con los resultados y otros encuestadores fallaron? ¿Qué metodología usaron ustedes?

Nosotros hicimos una medición, como la mayoría de los colegas, con una metodología llamada IVR. Se trata de una encuesta telefónica nacional con una muestra estratificada de 1.200 casos que tiene la particularidad de generar un sesgo considerable porque sólo el 50% de la población argentina posee un teléfono fijo. Los resultados que nos arrojó daban una diferencia a favor de Alberto Fernández que rondaba entre 7 y 9 puntos, dependiendo del escenario en el que lo medíamos. A su vez, consultamos con colegas que hicieron encuestas domiciliarias. Las mismas son costosas, superan ampliamente los dos millones de pesos si la muestra fue tomada correctamente. Así, pudimos analizar nuestros números y la diferencia que nos daba con respecto a los que hicieron encuestas domiciliarias, que era de 10 puntos. Esa estimación sumada a nuestros números, un poco de conocimiento del contexto, de análisis, de lectura de un clima de opinión y el seguimiento de la medición mes a mes, nos dio un panorama que otorgaba la diferencia a favor de Alberto Fernández. Hubo varias mediciones que llegaron a los mismos números que planteamos nosotros. No todos los encuestadores se equivocaron por igual sino que muchos no publicaron sus números. Un poco para no provocar a cierta prensa que ataca de alguna manera a los encuestadores cuando los resultados no son favorables a sus opiniones y así no quedar en evidencia. Por parte de algunos medios hubo una inclinación a favor del gobierno actual, ya que publicaron encuestas que no eran tan cercanas a la instancia de las PASO y por eso no se pudo estimar el resultado final.

¿Hubo errores metodológicos en aquellos que se equivocaron con las estimaciones?

Pudo haber errores metodológicos. Quienes tienen teléfono fijo, esto está estudiado estadísticamente, tienen un voto inclinado a favor del presidente Macri. Los dos extremos de la sociedad, es decir en las villas de emergencia como en los countries o barrios cerrados, no hay teléfono fijo. Son dos segmentos de la población que quedan excluidos cuando se hacen las encuestas telefónicas. Nosotros tenemos formas de ajustar, de ponderar resultados para que la muestra nos quede normalizada. Hay algunos colegas que no lo hacen o no ponderan de una determinada manera. En algunos casos, hay errores metodológicos y en otros hay una intencionalidad para favorecer a un candidato.

¿Crees que en las encuestas hubo resultados dibujados “a pedido”? Tanto del gobierno como de especuladores financieros…

No puedo mencionar a ninguno en particular porque no tengo esa información de primera mano pero creo que es posible. Es realmente increíble pensar que los especuladores financieros o el mercado argentino se guíe en sus inversiones por una encuesta. Está probado desde la Ciencia Política que los números que arroja no influyen en la intención de voto de la opinión pública. Esto era así cuando no había redes sociales, los medios de comunicación eran limitados y la gente no tenía acceso a determinada información. Me resulta inconcebible que carguen de responsabilidad a una encuesta por las decisiones que toman, creo que deben manejar otras herramientas dentro de su análisis como, por ejemplo, el comportamiento de los mercados internacionales. Esto no quiere decir que las encuestas no tengan validez o fiabilidad sino que son, simplemente, una foto del clima de opinión en un momento determinado.

«Casi un 60% de la población no cree que la institucionalidad esté en riesgo ni que haya que adelantar las elecciones», señala Zuban.

¿Cómo quedó el tablero político luego de las PASO?

Esperamos unos días para hacer la encuesta post-PASO y publicarla por todos los acontecimientos que se fueron sucediendo desde el domingo a la noche, cuando el presidente nos envió a dormir sin tener los resultados provisorios del escrutinio, más el escándalo de Smartmatic. También se vino la conferencia de prensa del lunes, los nuevos anuncios del miércoles, el cambio de Ministro de Economía, además de la crisis económica concreta que estalló el día después de las PASO. Según nuestra medición, las diferencias se acrecentaron con el correr de los días a favor de Alberto Fernández. Hoy tenemos una intención de voto para Fernández que supera los 50 puntos y una intención de votos hacia el presidente que cada vez se circunscribe más a su núcleo duro de votantes, cercano al 37%. Con este panorama es muy poco probable que pueda revertirse lo sucedido de cara a las elecciones de octubre. Especialmente, si observamos como el presidente todavía se debate entre representar el papel de candidato o el papel de actual gobernante. Macri está en una posición incómoda, necesita poder encontrar el eje, ver que está en medio de una crisis y poder manejar esa situación con moderación junto al resto del marco político del oficialismo. Juntos por el Cambio va profundizando cada vez más su núcleo duro de votantes y sigue una narrativa discursiva que apunta a diferenciarse. Apelan al miedo de regresar al pasado o al odio con discursos que echan a rodar versiones de que la democracia está en peligro. Siguiendo nuestras encuestas, casi un 60% de la población no cree que la institucionalidad esté en riesgo ni que haya que adelantar las elecciones.

¿Qué componentes influyen en el voto?

El voto tiene muchos componentes: hay teóricos que opinan que el voto es ideológico, otros creen que la gente vota con las emociones aún en contra de sus propios intereses, algunos opinan que el voto es clasista, etc. Pienso que hay un componente económico muy importante, sobre todo en tiempos de crisis, pero también hay uno ideológico. La relación Cambiemos – kirchnerismo se ha planteado en esos términos. La palabra polarización, que la hemos escuchado un montón a lo largo de la campaña y no la habíamos sentido mucho antes, la han sugerido las dos fuerzas políticas. Una defendiendo la pertenencia a ciertos valores y políticas públicas cercanas a la izquierda y la otra más afín a la derecha, a lo conservador en lo social y a lo liberal en lo económico. Lo que hemos obtenido es una polarización no tanto en términos numéricos, ya que vimos que la diferencia es casi irremontable, pero sí en términos ideológicos.

¿Dónde se dieron los resultados más inesperados?

En Buenos Aires se dio una diferencia mucho mayor de lo que estaba pronosticado. Se sabía que iba a ser muy difícil para María Eugenia Vidal sobreponerse a la diferencia en contra que iba a sacar Macri. La gobernadora necesitaba un corte de boleta a su favor muy significativo para poder remontar esa diferencia. Sin embargo, pensábamos que la diferencia iba a ser un poco menor. De todas maneras, no hubo mucha sorpresa en ningún lado porque en todo el resto de las provincias estaba la tendencia hacia el Frente de Todos. En la provincia de Córdoba, sabíamos que la diferencia que iba a sacar a favor Macri, que fue el único lugar del país en el que ganó, iba a ser muy inferior a la que había sacado en el 2015 e incluso en el 2017.

Mendoza y Córdoba tienen una característica que es que votan en un sentido político para la presidencia, en otro para la gobernación y, Córdoba Capital, en otra orientación distinta para la Municipalidad. En el 2015 ganó Macri la presidencia, mientras que la gobernación quedó en manos de un peronista anti K, y en la municipalidad ganó un radical que, si bien tenía alianza con Cambiemos, no era de su círculo íntimo.