Bi power

Bi power

El fin de semana se realizó la cuarta edición del Encuentro Bi+ Argentina con conversatorios en el bachillerato Mocha Celis y actividades artísticas en el Centro Político Cultural El Hormiguero.

La mañana del sábado 13 de septiembre una bandera gigante de tres franjas -rosa, púrpura y azul- cae desde el techo del bachillerato travesti-trans Mocha Celis abrazando todo el edificio. Es la bandera del orgullo bisexual del Encuentro Bi+ Argentina que este año ocurrió en el barrio de Balvanera, en la Ciudad de Buenos Aires, para realizar la cuarta edición de sus ya legendarios encuentros.

Los últimos dos encuentros se realizaron en el Centro Cultural Universitario Paco Urondo, dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y debido a la preocupante situación presupuestaria que afecta al establecimiento, esta vez, no pudo proporcionar su sede. Así lo explicó el sábado la comisión organizadora. en la asamblea con la que culminó el primer día de encuentro. Por eso, la asociación civil Mocha Celis prestó su casa. “Me siento orgullosa de que hayan hecho el encuentro acá”, comenta Romina Quinteros, egresada del bachillerato y de la Escuela de Gastronomía Sustentable del programa de formación laboral para la comunidad travesti-trans-nobinarie “Like a Chef”, otra propuesta de formación para la empleabilidad de “La Mocha” como la llaman sus habitués.

La escuela participó con su propuesta gastronómica desplegando saberes culinarios desde la cocina vidriada con un buffet en la feria autogestiva del 4º Encuentro BI que reúne todos los años emprendimientos de venta de libros, comida, merchandising lgbt+, indumentaria, ilustraciones y stickers.

Entre texturas tan variadas como tules, gibré y cuerina, colores de banderas bi, trans, nobinaries mezclados en los pasillos, manos ojeando literatura disidente, comida veggie casera, sabores dulces y salados, equipos de mates que circulan y pavas eléctricas que humean en las aulas, la identidad bisexual se cocina sin recetas y se comparte.

Encuentro BI+ Argentina se creó a raíz de la comunidad digital que se generó en el instagram @memesbisexuales y que hoy reúne casi veintidós mil seguidores y está en la vanguardia de la cultura Bi+ del país junto con otras organizaciones como Bisagra Bisexual. 

“@memesbisexuales surgió desde el contexto de aislamiento donde había una explosión de la expresión en la virtualidad, porque estábamos en cuarentena. Creé la página con la intención de que se genere comunidad y un espacio bi digital y alguien en la página dijo: ¿Por qué no tenemos, así como hay un Tortazo y un Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, un Encuentro Bi?”, relata Yasmin Torres Miño creadora de la página de memes y parte de la comisión organizadora del encuentro:“Nos empezamos a manijear y a armar un grupo de colaboradores y en base a eso empezamos el activismo, a poner el cuerpo para tener un encuentro en un espacio por y para bisexuales”.

El Encuentro Bi+ recupera las lógicas encuentreras y fue imaginado en una mateada de veinte personas reunidas en la Plaza del Congreso de Buenos Aires con motivo del Día Internacional de la Visibilidad Bisexual el 23 de septiembre del 2021 a través de un flyer en la página de memes de “Yasi” Torres Miño.

Un año después, en vísperas del Día de la Visibilidad Bisexual del año 2022 se concretaba el Primer Encuentro Bi+ Argentina en la Universidad Nacional de Quilmes y en el Centro Cultural Roberto de Vicenzo. Al igual que los encuentros plurinacionales, cada edición transcurrió durante un fin de semana con un día destinado a conversatorios sobre temáticas que atañen a la comunidad BI+ y otro día para el disfrute cultural y artivista.

El primer día del 4º Encuentro comenzó a las 11 y se realizó en dos bloques de conversatorios de seis ejes: “interseccionalidades”, “agenda política” y “abc de la identidad bisexual” por la mañana y “activismo y visibilidad”, “vincularidades” y “salud y cuidados por la tarde”. Las temáticas reúnen una historicidad de inquietudes, conocimientos y problemáticas desde el primer encuentro y, a lo largo del tiempo, fueron trabajadas en múltiples talleres y charlas, desbordando las aulas de las universidades y conformando la agenda pública de la comunidad bi+.

“Para mí, la bisexualidad es una forma de ver la vida a la vez que también es una identidad política y es más que una orientación sexual, como normalmente se la conoce. Y digo una forma de ver la vida porque la bisexualidad, por su definición, implica un ejercicio inconsciente de salirse del binarismo, tanto para pensar el vínculo con otres para pensarse una misma en las categorías conocidas, en las expresiones de género y en los estereotipos», comparte Ornella Di Ruggiero, activista bisexual y parte de la comisión organizadora del encuentro.

La bisexualidad es un significante con un significado vivo. Es definida comúnmente como una orientación sexual que implica la atracción romántica o sexual hacia más de un género, no necesariamente al mismo tiempo o de la misma forma. El Encuentro Bi+ pone la mirada más allá y todos los años renueva representaciones sobre las bisexualidades, no solo como orientación sexual sino también como una identidad de género que se caracteriza por su fluidez en tanto cuestiona el binarismo y el mosexismo.“Para mí es una propuesta de pararse en un lugar que se sale de la norma por muchos motivos. Uno de ellos es salirse de la norma binaria, habitar la fluidez y la incertidumbre desde el orgullo y no desde el miedo necesariamente”,concluye la activista.

“Hay algo que pasa mucho, sobre todo en el colectivo LGBT, que hay activistas de muchas temáticas que además son bisexuales, por ahí es activista de diversidad corporal y además es bisexual, la activista trans que también es bisexual, pero la identidad bisexual en sí muchas veces queda relegada en el segundo plano y hay muchos atravesamientos de discriminación, marginalidad y de opresión, pero tratamos siempre de resaltar la identidad bisexual, porque si nosotres no remarcamos este tema de la identidad, después contribuye a muchísima invisibilización”, explica Yasmín Torres Miño.

Esa es la razón por la que el Encuentro se llama BI+ y no encuentro bisexual, ya que busca alojar plurisexualidades e identidades diversas sin definirlas por su sexualidad. La esencia de los encuentros está en su interseccionalidad. Un espectro identitario o un “paraguas” que abarca muchas otras identidades y pone en la mesa discusiones desde una existencia “Bi+”. Masculinidades, identidades racializadas, personas con discapacidad y neurodivergentes, comunidad TTNB, activistas gordes, amorlibrenses y poliamoroses, migrantes, practicantes de BDSM son muchas de las identidades que se identifican también como bisexuales y tejen atravesamientos heterogéneos. 

Ornella Di Ruggiero, activista bisexual y parte de la comisión organizadora del encuentro.

En el conversatorio sobre vincularidades se abordaron las diversas formas de relacionarse y establecer acuerdos en la comunidad bisexual, la contracara de la invisibilidad y de las violencias que deja la marginalidad es un profundo autoconocimiento que va dando forma a un recursero vivo de educación emocional comunitaria: una existencia “fuera de la caja”, dicen les participantes. Bisexuales poliamoroses y amorlibrenses aprovechan el espacio para intercambiar experiencias, armar red en un lugar seguro y cuidado donde compartir dolores, historias de discriminación, pero también risas y el alivio de encontrarse. Además, se animan a participar del encuentro Bi+ parejas, amigues, familiares de bisexualidades, aliades y curioses. La filosofía del espacio es que sea de libre acceso con el único requisito de una participación respetuosa. Algo que usualmente genera miedo, recelo, controversias y debates en la comunidad diversa y los feminismos, en los conversatorios se da de forma natural. La esencia antiexcluyente de los encuentros Bi trae un germen nuevo propio de una identidad que tuvo que fabricar sus propias formas al sufrir, muchas veces, una doble marginación. No solo desde la población heterosexual, sino dentro de la comunidad diversa.

«Une compañere de Bisagra Bisexual una vez dijo en un taller:`Las personas bisexuales, sobre todo quienes militamos la bisexualidad, tenemos una presión por ser les mejores militantes en el sentido de adherir a todas las luchas, ser lo más inclusives posible`. Creo que hay algo de vivir la marginalidad y el rechazo constantemente que nos hace querer no ser así con las demás», explica Di Ruggiero y agrega: «Hay una búsqueda muy inclusiva -si entramos nosotres entran todes y todes son bienvenides- y además necesitamos que otras personas que habitan otras identidades sepan lo que es la bisexualidad, la conozcan, le saquen los prejuicios, rompan los mitos con nosotres porque no es que queremos que el resto de la gente sea bisexual, pero por lo menos queremos que nos respeten, entiendan lo que somos y nos ayuden a construir la identidad en el imaginario social como algo legítimo, sin todos los prejuicios que tiene encima «.

La comisión organizadora del Encuentro BI+ pone en las urgencias la situación de vulnerabilidad en términos de salud integral que se encuentra la comunidad: “Pasa que siempre queda en un segundo plano la bisexualidad, se le baja el precio como si no fuera tanta opresión y hay un montón de cosas que tienen que ver con la salud mental y con la violencia de género. Las personas bisexuales estamos con muy malos resultados en las estadísticas que se han hecho y siempre tratamos de enfatizar en eso, es refuerte decirlo, pero no es que lo hacemos porque queremos juntarnos un rato y ya tenemos problemas reales y eso es algo que cuesta mucho que se entienda por ahí de personas que no son bisexuales o mismo de personas que también son bisexuales, pero no lo tienen tan procesado”, enfatiza la influencer de @memesbisexuales. El cuidado es otra de las preocupaciones que desvela a la comunidad, personas con discapacidad bisexuales, neurodivergencias bisexuales y pacientes con padecimientos de salud mental bisexuales son les más perjudicades en un contexto de retroceso en políticas que pone en peligro el acceso a tratamientos, apoyos y hasta vivienda.

Es por esto que el encuentro se da en colaboración con otras organizaciones sociales. Cada año se brinda asesoramiento en salud y test de VIH e ITS´S. Este año contó con el acompañamiento en salud de AHF Argentina, Socorristas en Red y La Revuelta Colectiva Feminista Gran Buenos Aires. También se realizó recepción de alimentos para la organización Amigues por las Calles, contó con la participación de Bisagra Bisexual y el segundo día del encuentro se realizó en el Centro Político Cultural El Hormiguero, quién presta el espacio por tercer año consecutivo.

“Le damos mucha importancia a la cultura porque estamos en un momento en el que se ve con el fenómeno de Lali la fuerza que puede tener muchas veces el arte, que dice más que muchísimas palabras y también lo que queremos es un espacio para descontracturar y estar tranquis, disfrutando también porque eeso es algo súper importante”, explica “Yasi” Torres Miño.

El último día fue a pura celebración y se realizó nuevamente en el Centro Político Cultural El Hormiguero, con shows, muestras artísticas y un sorteo con productos de la feria autogestiva. El encuentro fue gratuito y se financió con la contribución y la compra de rifas, stickers y pins de sus usuaries y aliades. Condujeron la jornada cultural Laorite y Sir.viendo.dessseo y participaron con música, poesía y baile: Sasha Quindimil, Nazarena Ditter, Vita y Evanny, Lu Thomas y Damian Felitte y Le chat et la fille.

“La potencia de la bisexualidad está en la posibilidad de pensar el deseo en general, podemos fantasear, tener curiosidad, querer saber más sobre nosotras mismas, qué nos gusta y qué no nos gusta. La visibilidad bisexual tiene un gran potencial de poder generar esas preguntas que pueden ser incómodas, pero también pueden abrir muchas puertas y pueden ser sanadoras. La posibilidad de pensarse en una lógica menos dañina y cerrada que la lógica binaria. Pensar la vida en espectros y no pensar tanto en sistemas binarios o en dualidades”, describe Di Ruggiero e invita al compromiso de recuperar, historizar y narrar una identidad poco nombrada: “Puede ser un gran alivio, el deseo es fluctuante y que todos fluimos constantemente es mucho más real que pensarse como fotos y cosas estáticas para siempre. La bisexualidad regala la posibilidad de correr un poco el margen dentro del cual uno se piensa todo el tiempo y piensa a les otres, a cómo se vincula, a muchas decisiones que tomamos de la vida. Yo creo que esa potencia disruptiva es interesantísima. Es incómoda, es muy incómoda, pero es incómoda para bien”.

10 años de feminismos: De la marea verde a la resistencia

10 años de feminismos: De la marea verde a la resistencia

En esta década la militancia por los derechos de género y disidencias ganó la calle y numerosas conquistas. Pero en el último año el péndulo viró hacia el otro extremo y hubo que volver a las trincheras ante el avance anti-woke.

En marzo de 2015, en un contexto de transformaciones profundas y debates intensos sobre género, nació ANCCOM. A lo largo de esta década, ha acompañado hitos como la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la Ley de Identidad de Género y la Ley de Cupo Laboral, además de la creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Sin embargo, también ha sido testigo del desmantelamiento de muchas de estas conquistas.

Luci Cavallero, docente, investigadora y activista de Ni Una Menos, analiza el presente y los desafíos que enfrenta el movimiento feminista. «A pesar de las conquistas logradas, el contexto actual impone nuevas resistencias», señala. Entre ellas, menciona la eliminación o reducción de programas clave de asistencia, como la Línea 144 y el Plan ENIA. «El acceso a la interrupción voluntaria del embarazo enfrenta más obstáculos, porque además del marco legal, es crucial contar con recursos y presupuestos adecuados», advierte.

Cavallero subraya que la crisis económica intensifica la violencia de género. «Hay un malestar generalizado que se traduce en un aumento de la violencia en todas sus formas: entre varones, de varones contra mujeres y en el ámbito doméstico», explica. En esta realidad, sostiene que el Estado no solo desarticula políticas públicas, sino que con sus discursos «desinhibe la violencia social y legitima ataques hacia mujeres, lesbianas, travestis y maricas».

Frente a estos retrocesos, el movimiento feminista busca reorganizarse. «No se trata solo de reivindicar fechas, sino de articular con otros sectores, como trabajadores, jubilados y defensores de la salud pública», afirma Cavallero, y concluye: «Es necesario fortalecer los espacios colectivos y expandir alianzas».

Una de las luchas urgentes dentro de estos espacios es la de la comunidad trans, el sector más excluido del sistema laboral y con menor acceso a derechos básicos: «No hay ninguna política pública para la comunidad trans, no solo en la cuestión laboral, sino tampoco en función de la salud y los procesos de hormonización», subraya Claudia Vásquez Haro, presidenta de Otrans y primera mujer trans migrante en recibir el DNI. La Ley de Cupo Laboral Travesti Trans fue un avance significativo, pero su implementación sigue siendo irregular y depende de la voluntad política de cada gobierno. «Los derechos requieren de la acción concreta del Estado, que garantice condiciones de igualdad, reconociendo las vulnerabilidades de los sectores más desprotegidos», enfatiza.

En junio de 2024, el gobierno de Milei disolvió el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, responsable de prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. Además de los despidos masivos, se desfinanciaron políticas nacionales que brindaban apoyo a mujeres y diversidades en situación de violencia, como el Programa Acompañar. “Muchas víctimas dependen económicamente de sus agresores, y este programa les permitía salir de hogares violentos. Actualmente, hay muy pocas nuevas beneficiarias”, refería la trabajadora social Luján Tramanzoli, hace unos días, en diálogo con ANCCOM.

Martha Linares, exdirectora nacional de Asistencia Integral a las Víctimas de Violencia por Razones de Género, alerta sobre las graves consecuencias de esta desarticulación: “El aumento de femicidios es una de ellas, pero también la eliminación de la Línea 144, que brindaba orientación anónima sin necesidad de denuncia”.

El 8M de 2025 fue una expresión masiva de rechazo a la destrucción de las políticas de género. 

 

Tanto para Linares como para Claudia Vásquez Haro, las políticas de género no deberían depender de un gobierno, sino ser un compromiso del Estado. «Hoy tenemos una gestión que desconoce la problemática y busca eliminar figuras clave como el femicidio del Código Penal». Ante este panorama, opina que la resistencia debe ir más allá de frenar políticas regresivas: «Si volvemos a tener un gobierno popular, necesitamos un Ministerio de Mujeres con más alcance que el anterior».

«No podemos permitirnos empezar siempre desde cero. En los momentos más difíciles, debemos golpear juntas y discutir cómo evitar que lo logrado se transforme en un retroceso dentro del propio movimiento», agrega Linares, a la vez que destaca la necesidad de unidad política y acción concreta. «Uno de los aspectos más importantes es no perder la capacidad de desordenar la política y generar espacios de encuentro intergeneracionales. Las nuevas generaciones deben tomar la posta, pero sin perder de vista las experiencias acumuladas por las generaciones anteriores».

«El feminismo no surgió en 2018 con los pañuelos verdes y el glitter –remarca Linares–. Se construyó a partir de años de organización y lucha”. En ese sentido, reivindica el rol de las organizaciones políticas, sindicales y comunitarias como pilares fundamentales para la resistencia y el cambio estructural. «No se trata solo de resistir, sino de transformar las estructuras que perpetúan la violencia y la exclusión», concluye.

Hubo 181 femicidios en lo que va del año

Hubo 181 femicidios en lo que va del año

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A 30 años del caso de María Soledad Morales, asesinada en San Salvador del Valle de Catamarca, a pocos días del femicidio de la niña de 14 años Ludmila Pretti en Moreno, provincia de Buenos Aires, y a una semana de la liberación de Néstor Pavón en Entre Ríos, condenado por el encubrimiento del asesinato de Micaela García, -crimen que impulsó al Congreso de la Nación a sancionar la Ley de Capactación Obligatoria en Género y violencia contra las mujeres-, el Observatorio de “Mujeres, Disidencias, Derechos” de MuMaLa presentó el resultado de su Registro Nacional de Femicidios.

Un total de 181 son los femicidios que se relevaron en nuestro país entre el 1 de enero y el 30 de agosto de 2020. Según este registro, 118 casos fueron en contexto de pandemia. El informe revela un femicidio cada 32 horas. Además, hubo 167 ataques denunciados; y, 193 niñas, niños y adolescentes que quedaron sin madre. 

“Nosotras iniciamos el Observatorio como resultado de la demanda del 3 de junio de 2015, con la marcha histórica de Ni una Menos. Uno de los reclamos que se hacía en aquel momento tenía que ver con que no existían datos que dieran cuenta de la cantidad de femicidios por año”, cuenta Silvia Ferreyra. 

Las provincias con mayor número de casos son Tucumán, Misiones, Catamarca, Chaco, Salta y Santa Fe. 

Las estadísticas son elaboradas a partir de la información proporcionada por publicaciones gráficas y digitales de medios nacionales, provinciales y locales. 

“Tenemos un desarrollo territorial en todas las provincias del país. Hacemos el relevamiento en todas las provincias, 23 distritos, más la Ciudad de Buenos Aires”, explica Silvia para mostrar que se trata de un problema que no discrimina localidades. 

Desde el colectivo feminista se realizan acciones para concientizar, prevenir y actuar sobre la violencia de género. Sus integrantes explican cómo abordar los casos de femicidios, y cuáles son los mecanismos para proteger a las víctimas y dar a conocer herramientas del Estado en favor de ellas. 

“En el caso Ludmila se habla mucho sobre qué hacía una piba de esa edad en una fiesta, pero de lo que no terminamos hablando es respecto a la agresión en sí. En el caso de María Soledad Morales han pasado 30 años y, sin embargo, se repiten los mismos errores sistemáticos en los periodistas, revictimizando a las víctimas”, analiza Ferreyra haciendo foco en que son los propios medios de comunicación los que terminan naturalizando los hechos de violencia bajo una cultura machista.

El 41 por ciento de los femicidios lo comete la pareja de la víctima, un 22 por ciento lo ejecutan exparejas.

El informe del Observatorio detalla que de ese  total de 181 casos registrados, 161 fueron femicidios directos, 7 femicidios vinculados de niñas y mujeres, 9 femicidios fueron vinculados de niños y varones, y 4 trans/travesticidios. 

El agravamiento por el vínculo está incluido en los incisos 11 y 12 del artículo 80 del Código Penal recién desde 2012, con la modificación realizada por la Ley 26.791. Allí la norma es clara al tipificar la acción, cuando caracteriza  la agresión hacia “una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género” (…) “Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación”.

La mayor tasa de femicidios la tiene el Norte de nuestro país. Las provincias con mayor número de casos son: Tucumán, Misiones, Catamarca, Chaco y Salta, con  Santa Fe que se mete desde el litoral dentro de este grupo. 

Otro dato de importancia son las referencias al lugar en donde ocurren los hechos. El 36 por ciento lo ocupa la vivienda de la víctima, le sigue con el 32 por ciento la vivienda compartida con el agresor; mientras la vía pública baja a un 12. Lo cual demuestra que la violencia machista es mayor dentro de espacios privados y propios a un contexto de intimidad. Esto advierte que la problemática se agudiza en un escenario de aislamiento social, preventivo y obligatorio.

Un 6 por ciento ocurre en la vivienda de un familiar, un 4 por ciento en la del femicida, otro 4 en propiedad privada de un tercero, y un 4 en descampados. El lugar de trabajo de la víctima se corresponde con el 2 por ciento de los casos.

El relevamiento incluye el tipo de vínculo entre la víctima y victimario. El 41 por ciento de los casos corresponde a la pareja, un 22 por ciento a exparejas y un 13 a familiares de la víctima. Un 12 por ciento corresponde a personas conocidas y un 6 a desconocidas. Queda otro 6 por ciento sin datos clasificables.

El informe también incorpora el mecanismo utilizado por los femicidas: los primeros lugares los ocupan las armas blancas (28 por ciento) y armas de fuego (24 por ciento). En casi una cuarta parte del total de los casos ha habido disparos y, en su mayoría, se realizaron con armas reglamentarias. 

“Siempre hay un porcentaje de agresores que son integrantes de las Fuerzas de Seguridad. A nuestro entender, esto tiene que derivar en alguna política pública como retirar el arma a aquellos agentes con denuncias de violencia de género. Estamos hablando que el 8 por ciento del total de los femicidas han sido miembros o pertenecen a las fuerzas”, afirma Ferreyra.

Las estadísticas destacan que el 45 por ciento de las víctimas tenía entre 19 y 40 años, el 56 por ciento de ellas ternía hijos o hijas y el 20 por ciento había denunciado a su agresor. En otras palabras, casi la mitad de los crímenes podrían haberse evitado por denuncias preexistentes.

Antes de marzo, se cometía un femicidio cada 29 horas y,  en la actualidad es uno cada 32, lo que implicaría una levísima mejora. 

En casi una cuarta parte del total de los casos ha habido disparos y, en su mayoría, se realizaron con armas reglamentarias. 

“Más del 60 por ciento de las víctimas han sido asesinadas en su hogar o en un hogar compartido por su agresor. Por esto, nos parece claro que las medidas de aislamiento lógicamente no favorecen las políticas de prevención de estos crímenes. El hogar no es un lugar seguro para las víctimas”, sostiene la Coordinadora de MuMaLa.

Durante la pandemia, desde el nuevo  Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta, se incorporó la resolución 15/2020 donde el Estado  tiene la obligación de garantizar a las mujeres y a las personas LGTBIQ el derecho a una vida libre de violencias. La misma posibilita el traslado de la víctima sin ningún permiso especial previo en caso de violencia de género. 

“Si bien existe la resolución 15/2020 que posibilita el traslado de la víctima, muchas veces es difícil su instrumentación porque depende de las medidas de aislamiento de cada jurisdicción. Tienen que existir organismos o espacios del ámbito del Estado con capacidad real, concreta, material para poder hacer un proceso de acompañamiento en situaciones críticas”, continúa Ferreyra.

Según cifras del Observatorio, más del 80 por ciento de las víctimas de femicidio no habían acudido al Estado en busca de asistencia. “La Justicia es una de las instituciones que más nos debe como sociedad y una de las instituciones que menos credibilidad genera. Las víctimas no ven a la Justicia como una herramienta que actúe a su favor. A 30 años del caso de María Soledad vemos todavía cómo la impunidad opera en altas esferas del poder. El caso de María Soledad es un caso testigo de todo esto”, agrega Ferreyra con atención a la matriz política que caracterizó ese caso conocido como el de “los hijos del poder”, y por el cual a los 14 años de ese asesinato no quedaba ninguno de los condenados presos. 

Del informe surge un reclamo abierto a los tres poderes del Estado para priorizar aún más la asignación de recursos destinados al abordaje integral de políticas para mujeres e integrantes del colectivo LGTBIQ, junto con la urgencia de avanzar con la implementación de la Ley Micaela, como principal herramienta en todas las instituciones del Estado. 

“Soy una drag queen boliviana”

“Soy una drag queen boliviana”

«Si hicieran un pequeño sondeo de la gente que ha dirigido esas ONG, se darían cuenta que al final se crearon grupos elitistas de los que trabajan en estas agencias, que se han enriquecido con eso», denuncia París Galán.

En el edificio de extensión de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), París Galán estuvo a cargo de una clase teórico-práctica sobre la kullawada, una danza ancestral indígena que representa la memoria de los pueblos de habla aymara.

La familia Galán, como llamaron al colectivo de bailarines, aportó para la recreación del personaje Waphuri (guía trans kullawa) en el bordado y posterior uso de un traje acorde a exigencias de la comunidad TLGB en Bolivia: “Me hice una vestimenta cómoda para mariconear”, se ríe París.

La clase dio pie a un debate sobre la fuerza social y cultural de las tradiciones: “El folclore es altamente machista, pero las danzas evolucionan según su tiempo histórico y a nosotras nos ha servido como reivindicación”, sentenció.

 

 ¿Cuál es tu trayectoria?

Yo soy París Galán. Y no digo me llamo, porque mi nombre es Carlos Parra, pero hace veinte años he creado una identidad, por un tema de demanda de derechos como homosexual. Ahora me dicen el París o la París, pero me es indistinto el artículo. Siempre me he autocuestionado. Hay que definirse para la gente porque quiere algo fijo, así que me defino como trans, y de hecho trans es un prefijo que significa movimiento. Hace veintiún años comencé siendo transformista, que es lo más simple, buscaba una manera de feminizarme, participaba en eventos de la comunidad gay y la mirada era muy machista, esencialmente había hombres homosexuales y solo dos mujeres.

 ¿Por qué decidiste bailar?

No quería quedarme en lo banal, así que comencé a hacer fotografía y teatro y así en el año 2000 empecé a bailar kullawada. Yo he mariconizado al personaje waphuri (guía del bloque de Kullawada), que era muy masculino. Ahora está asociado con lo marica, porque la vestimenta es un traje ‘dragquineado’. Hay waphuris tradicionales pero no son tan visibles como los Galán: con sus 2,10 de estatura entre las botas y el sombrero, con pestañas de 10 cm de largo y un traje despampanante.

¿Hace cuánto tiempo que venís a Argentina a bailar?

 Hace siete años que vengo a bailar a Buenos Aires. La primera vez presenté el libro La China Morena, memoria histórica travesti, de Daniel Aruquipa, que cuenta sobre Ofelia, el personaje creado por los travestis a finales de los años 60, cuando se estilizó la vestimenta tradicional de las “cholas” paceñas con influencia de las vedettes de la época, y fueron utilizadas y expuestas en la Ciudad de La Paz.

«La Constitución en Bolivia prohíbe el matrimonio igualitario. Necesitamos un movimiento real y contestario, que no se calle ante esto», subraya París Galán.

 ¿Cómo están actualmente los movimientos disidentes en Bolivia?

Hay un tema en Bolivia que es muy grande, la cooperación internacional: las ONG. Yo siempre he sido muy crítico, y considero que no han logrado los objetivos que tal vez se trazaron, porque si el objetivo era cambiar la realidad de las mujeres, de los niños de la calle, dar pelea por el aborto legal, las realidades siguen iguales y en algunos casos están peores. Si hicieran un pequeño sondeo de la gente que ha dirigido esas ONG, se darían cuenta que al final se crearon grupos elitistas de los que trabajan en estas agencias, que se han enriquecido con eso.

¿Cambió la situación para los trans con la aprobación en Bolivia, en 2016, de la Ley de Identidad de Género?

 No. Una chica trans, apenas se aprobó la Ley de Identidad de Género, muy inteligentemente, se cambió de nombre y a los tres meses logró casarse por civil. A raíz de eso las organizaciones fundamentalistas, las iglesias cristianas y la católica, presentaron un recurso de inconstitucionalidad de la ley al Tribunal Constitucional Plurinacional, pero como está cooptado por el gobierno de turno (MAS), no se podía derogar la ley, entonces se decidió modificar el artículo. Las personas transexuales solo tienen derecho a cambiarse de nombre, es inaudito. Cambiarse de nombre no significa nada, si no tienes acceso a nada. La Constitución en Bolivia prohíbe el matrimonio igualitario. Necesitamos un movimiento real y contestario, que no se calle ante esto, como le pasó a esta chica. Es más, su propia población la acusó por “dañar el proceso”. Aquí (en Argentina) han aceptado que se casen, que se cambien de nombre y que dejen de molestar… porque también son estrategias para callar a nuestra población que tiene muchas demandas.

¿Por tu descendencia quechua, te sentís interpelado por los movimientos maricas indígenas?

Se crearon en los subcolectivos. Somos movimiento, somos maricas y además somos indígenas. En el fondo, eso polariza las luchas, las segmenta. Es interesante desde el punto de vista que desde lo indígena tiene una carga muy homofóbica. Se ha intentado probar que la homosexualidad existía en nuestros pueblos indígenas, pero no hay un teoría fuerte. Es verdad que las comunidades indígenas juzgan y destierran. Hay algunas trans indígenas, pero tienen una mirada muy sometida al gobierno y si bien, nos ha dado la Ley de Identidad de Género, no es un favor que nos hacen. Siempre van a responder una demanda en torno a una necesidad, entonces dejamos de ver lo demás: la carencia de trabajo, salud y educación y solo nos concentramos en nuestra sexualidad. Pareciera que la población homosexual en Bolivia solo vive y existe por su sexualidad y nos olvidamos que también somos seres políticos, económicos, y no nos responden a las necesidades que tenemos.

¿Qué significa para vos ser activista trans?

En todo este lapso me hice activista, primero en defensa de mis derechos. Pero algunas personas me dicen “tu no me representas”. Yo no quiero representar a nadie, esa nunca fue mi intención. Cada paso que di fue por mis propios pies, ahora sí el hecho que yo defienda mis derechos le sirve a otros, como ejemplo de lucha. Eso me parece maravilloso. Volví a militar y hay que trabajar en nuestra población, confiar en que las cosas pueden cambiar, necesitamos luchar más fuerte que antes, para mantener nuestra visibilización positiva latente en la gente y avanzar más en la conquista de nuestros derechos. Hemos avanzado muy poco. Yo les digo a los más jóvenes que estudien, si no van a ser profesionales, su lucha va ser mediocre. Hay que estudiar, porque la lectura te da capacidad de discernir las cosas, de entender una norma, comprenderla y discutir con alguien, y ese es mi éxito: la interpretación. Para apropiarme de mis derechos tengo que conocerlos primero y después defenderlos. Me interesa trabajar en el empoderamiento de las poblaciones, sobre todo en las zonas rurales y ciudades intermedias y sensibilizar que además de diversidad étnica, existe la diversidad sexual. A través de lo que yo hago, la danza, que es un elemento muy sensibilizador de por sí, se puede lograr.