«Las cosas en el país serían muy diferentes si la dictadura no se hubiera llevado lo mejor de esa generación»

«Las cosas en el país serían muy diferentes si la dictadura no se hubiera llevado lo mejor de esa generación»

En una nueva audiencia virtual del juicio por los crímenes cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y la Brigada de Investigaciones de Lanús declararon los testigos Silvia Cavecchia, compañera de detención de Miguel Ángel Calvo en el Centro Clandestino La Cacha, quien le relató su paso por el Pozo de Banfield mientras compartieron cautiverio; Yamil Robert, hermano de Norma Robert, detenida en Pozo de Quilmes; y Norberto Borzi, hermano de Oscar, detenido en la Brigada de Lanús. Tanto Miguel Ángel Calvo como Oscar Borzi permanecen desaparecidos.

La primera testigo en prestar declaración fue Silvia Cavecchia, secuestrada el 1° de marzo de 1977, junto a otros dos compañeros, en Formosa capital. Pasados 25 días de cautiverio, Silvia fue trasladada por vía aérea a la provincia de Buenos Aires. “Nos llevan en una avioneta que manejaba un piloto, un copiloto y tres asientos en los que íbamos nosotros, esposados en el asiento de atrás” y agregó: “Un Ford Falcón venía al encuentro, lo vimos por la ventanilla. Nos bajan y nos meten a los tres en un baúl”. De esta manera, la testigo relató su llegada al Centro Candestino de Detención La Cacha, ubicado en la ciudad de La Plata, donde padeció un interrogatorio seguido de torturas. Luego del tormento, Silvia fue llevada a un sótano con otra gente, donde alguien le indicó: “No tengas miedo, ya pasaste lo peor, destabicate”. A pesar del terror, la testigo narró que consiguió quitarse la venda de los ojos y reconoció en esa voz a Miguel Ángel Calvo. Silvia Cavecchia estructuró su testimonio alrededor de la figura de Miguel Ángel. Lo describió como una persona que resultó fundamental durante el período de detención, de quien recordó que obraba “siempre apostando a hacernos reír un poco a todos los que estábamos atados a camastros en el piso” y sentenció: “La parte humana, la encontré ahí con él”. La testigo relató que el piso de aquel sótano se encontraba lleno de cables sueltos que “Cachito” Calvo desarmaba para armar figuras con los alambres pelados, que luego regalaba a sus compañeros de cautiverio. Asimismo, Calvo era quien se ubicaba frente a la escalera del sótano y alertaba acerca de la presencia de los guardias.

A diferencia de las torturas que Miguel Ángel Calvo refirió a su compañera haber sufrido en el Pozo de Banfield, en La Cacha “nunca se lo habían llevado para interrogarlo, nunca le pegaron” y asegura Silvia que pensó que él “era una persona que ya salía”. Luego de algunos días, aconteció un “traslado” en el que se llevaron a todas las personas que estaban en cautiverio con Silvia en el sótano. La testigo puntualizó que tomó conciencia cabal de que “Cachito” Calvo no había salido en libertad a partir de una conversación que ella tuvo con un carcelero que le hizo una seña con la mano, y le alertó sobre el destino de su compañero: “Yo siempre lo interpreté como que «se fue en un avión y lo tiraron»”.

Finalizando su testimonio, Cavecchia exigió “Justicia, Verdad y cárcel a los genocidas”.

El segundo testigo en declarar fue Yamil Robert, hermano menor de Norma Robert, quien permaneció secuestrada en el Pozo de Quilmes a partir del 15 de octubre de 1976. Acerca de su hermana Norma, el testigo contó que, previo a su secuestro, ella residía en la ciudad de La Plata, donde estudiaba Arquitectura y convivía con su marido, Miguel Ángel Andreu. “Mi cuñado sale un día de la casa, desaparece y hasta el día de hoy no sabemos nada de él”, señaló Robert, haciendo referencia al secuestro de Andreu, semanas antes de la desaparición de su esposa. A partir de este hecho, Norma retornó a la casa de sus padres en la ciudad de Carhué, al interior de la provincia de Buenos Aires. Pasado un tiempo, el testigo narró las circunstancias en que se produjo el secuestro de su hermana: “Un sábado a la tardecita, casi noche, mi padre está parado afuera en la puerta de la casa, donde para un auto color negro y preguntan si era la casa de Robert”. Yamil describió que, sin mediación de la violencia, “se bajaron 4 hombres armados pidiendo por Norma”. De acuerdo con el testimonio, los hombres subieron a la hermana mayor de los Robert al auto negro para tomarle declaración, prometiendo dejarla pronto en libertad: “La sentaron atrás, entre medio de los dos policías. Parte el auto, y nunca más tuvimos noticias de Norma”.

A partir de la desaparición de Norma Robert, el testigo subrayó que su padre hizo “todo lo que estuvo al alcance de un padre para recuperar a la hija”, llevando adelante una búsqueda infructuosa durante el período de dictadura. “Mis padres murieron sabiendo que algo le había sucedido [a Norma], con la esperanza de que apareciera viva”. Yamil Robert completó que los restos de Norma fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en una fosa común en el cementerio de San Martín, luego de que sus hermanas prestaran una prueba de ADN. El testigo refirió la dificultad personal que le significó atravesar el proceso de recuperación del cuerpo de su hermana: “Me llevó más de un año, hasta que un día junto con mi señora y mi hijo fuimos y retiramos el cuerpo de Norma en Buenos Aires”. Asimismo, confesó que el momento de reconocer los restos de su hermana fue “un momento muy difícil” y agregó que “tenía un tiro en el cráneo”.

El último testigo de la jornada fue Norberto Borzi, hermano de Oscar Isidro Borzi, secuestrado el 30 de abril de 1977 en la Brigada de Investigaciones de Lanús, centro clandestino de detención conocido como “El Infierno”. Norberto narró la noche del secuestro de su hermano a través de las palabras de su cuñada, Ada Miozzi, y sus tres sobrinos pequeños, Ernesto, Luis y Juan Manuel, quienes se encontraban junto a él en aquel momento. Indicó que un grupo de tareas que se identificó como “fuerzas conjuntas del Ejército y la Policía” se presentó en el domicilio de “Cacho” Borzi a las dos de la mañana. Durante el ingreso, lastimaron a Oscar en el pecho con un arma y empujaron contra la pared a Juan Manuel, su hijo de entonces tres años. El testigo manifestó que se montó un operativo de gran infraestructura para el secuestro de su hermano, y que los perpetradores permanecieron en la casa durante muchas horas: “Los chicos cuentan la forma en que lo golpeaban, que lo torturaban a su papá, que buscaban cosas en la casa. Así fue que robaron todo lo que había de valor”. Asimismo, Norberto explicó que a su cuñada la obligaron a cocinarles durante todo el tiempo en que estuvieron en el domicilio, “desde las dos de la mañana hasta aproximadamente las 7 de la tarde, que llegó el entonces jefe de Policía, Ramón Camps, junto a Miguel Etchecolatz y al médico Jorge Antonio Bergés”. 

A partir de esta circunstancia, el testigo sostuvo que el grupo de tareas intentaba apropiarse de los hijos de “Cacho” Borzi y Ada Miozzi. De acuerdo al relato, Jorge Bergés -ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, imputado en la causa por sustracción de niños, entre otros delitos- insinuó que Ernesto y Luis eran demasiado mayores para llevárselos, pero cuando intentaron apartar a Juan Manuel “su mamá lo abraza, se niega y les dice que el nene está enfermo del corazón”; por esta razón, los secuestradores desisten de esa apropiación y amenazan a Ada con “volver a buscarla”. Norberto finalizó el relato de aquella noche explicando que los secuestradores de su hermano lo subieron a un Ford Falcon y le indicaron a su familia “que lo miren, porque es la última vez que lo van a ver”. Posteriormente, a partir de testimonios de otras personas, los familiares de Oscar Borzi se enteraron de que permaneció cautivo en la Brigada de Investigaciones de Lanús. 

Oscar Isidro Borzi permanece desaparecido, estado sobre el que su hermano puntualizó que “uno a la muerte se acostumbra”, para agregar “a mí se me murió mi viejo y también fue terrible. Pero yo sé dónde están mis viejos, dónde está el cuerpo de mi viejo, yo sé qué pasó con mi viejo” y sentencia: “Con mi hermano no pasó eso”.

Sobre el final de su declaración, Norberto Borzi indicó que el secuestro de Oscar desintegró a su familia: “A partir de que se llevan a Cacho se terminó la alegría en mi casa. Ya no disfrutamos fiestas, ya no disfrutamos las reuniones familiares”. Asimismo, el testigo declaró sobre su presente que “por pensar de maneras diferentes respecto de la misma cosa, yo no tengo trato hoy con los hijos de mi hermano y con la esposa de mi hermano. Cosa que a mí me hace mucho daño” y agregó: “Esto que yo cuento de mi familia lo sé por tener trato con familiares de otros desaparecidos, y ha pasado en muchísimas familias. Y no estoy hablando de peleas por dinero o por propiedades”. En consecuencia, acerca de la última dictadura en Argentina, Norberto concluye que “este proceso militar, que nos gobernó durante todo ese tiempo, no solamente provocó males o atrasos en lo económico, sino que además provocó un daño terrible a la sociedad. No solamente en lo cultural, sino en todo sentido, porque hay familias desmembradas, porque fueron todos sus miembros desaparecidos”. En perspectiva, Norberto Borzi cierra su testimonio: “Soy un convencido de que se han llevado lo mejor de esa generación, y yo creo que las cosas en el país hubieran sido muy diferentes de no haber ocurrido esto”.

Desclasificados

Desclasificados

Por medio de una reunión virtual, se realizó el acto de cierre de la primera etapa de la práctica pre-profesional Desclasificados, una iniciativa interdisciplinaria que comprende a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en conjunto con tres traductorados y los organismos de derechos humanos Abuelas de Plaza de Mayo, Memoria Abierta y el CELS. Del encuentro participaron Estela de Carlotto, presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo; Larisa Kejval, directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales; Gabriela Minsky, directora del Instituto Superior de Enseñanza “Lenguas Vivas”; así como les integrantes de los organismos pertenecientes a la práctica y los estudiantes homenajeados.

“Estoy muy emocionada porque esta etapa de colaboración que han realizado responde a un deseo añejo de Abuelas de Plaza de Mayo”, expresó Estela de Carlotto durante el encuentro de cierre.

El Proyecto Desclasificados nació en agosto de 2019, en razón de la última desclasificación de 4.903 archivos por parte de los Estados Unidos sobre el terrorismo de Estado en Argentina. La práctica comprende la sistematización, traducción y relevamiento de dichos materiales en una base de datos de acceso público. Esta base está organizada mediante campos de clasificación de la información (tales como remitente, destinatario, fecha, palabras clave, traducciones, entre otros) y presenta la característica de ser interactiva, brindando la posibilidad de seleccionar filtros de búsqueda y agrupamiento temático y estadístico de los datos. 

“Este proyecto condensa lo que creo que tiene que ser el sentido de las carreras y de la Universidad, ir aprendiendo de manera enredada con otres y con organizaciones. Al mismo tiempo que aprendemos, contribuimos comprometidamente con los procesos de Memoria, Verdad y Justicia”, señaló Larisa Kejval que, junto a Clarisa Veiga, docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación e integrante de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, es una de las principales responsables de la existencia de este proyecto. 

La práctica fue llevada a cabo de manera colaborativa, lo que reviste para los estudiantes una experiencia de formación investigativa, a la vez que resulta un ejercicio de construcción colectiva. De acuerdo a las palabras de Marcela Perelman, integrante del CELS y del equipo de coordinación del proyecto, “todo el encuentro cooperativo hace que ese material sea accesible a la comunidad y tenga los usos efectivos que puede tener en su reconstrucción de verdad, en su contribución a la memoria, y muy concretamente en su contribución a los juicios, al proceso de justicia”.

El acto de cierre constó de la entrega de certificados a los 9 estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales que formaron parte de la práctica. Los practicantes son: por la carrera de Ciencias de la Comunicación, Macarena Sandoval García, Virginia Pombo, Joaquín Bousoño, Agustina Castro, Florencia Sosa y Naiara Mancini; por la carrera de Trabajo Social, Guadalupe González Antúnez; y por la carrera de Relaciones del Trabajo, Cecilia Véliz y Andrea Ayestarán. 

Por parte de los estudiantes, sólo hubo palabras de agradecimiento por lo que significó formar parte de la práctica. Cecilia Véliz concluyó que “este proyecto me enriqueció como cientista social, como licenciada en Relaciones del Trabajo, como militante del campo popular” y expresó su voluntad de “participar en otros proyectos que tengan que ver con la responsabilidad empresarial en la dictadura militar”. Por su parte, acerca de la experiencia, Macarena Sandoval recalcó que “el carácter interdisciplinario, para mí, fue una de las mejores cosas de la práctica, y demostró el compromiso de las organizaciones porque cada dos semanas nos traían un invitado para poder seguir formándonos con respecto a los archivos, aspectos históricos, respecto a los juicios, el uso de los archivos que le dan los periodistas”.

La etapa de práctica pre-profesional del Proyecto Desclasificados encuentra un cierre para transformarse en un Programa de Extensión Universitaria, a partir de nuevas líneas de investigación que surgieron de la propuesta inicial, tales como el aporte de archivos a los juicios de lesa humanidad en curso, el análisis de los documentos con información tachada y la producción de contenido de investigación y periodística sobre la base de datos desclasificados

En consonancia con la puesta en valor de esta práctica hacia el futuro, Guadalupe Basualdo, integrante del CELS y del equipo de coordinación del proyecto, reflexiona que el trabajo también funciona “como experiencia concreta para otros pedidos que podamos realizar, profundizando en relación a información que hoy aparece censurada, pero que vamos a poder solicitar para tener la información completa”.

Hacia el final de la reunión, Estela de Carlotto se mostró muy agradecida con el devenir del proyecto, recapitulando el proceso de lucha en que se inserta la desclasificación y el acceso a los documentos: “Siempre quisimos tener los archivos de EEUU para dilucidar todo lo que se había grabado y establecido allá, y que aportara datos para la reconstrucción de nuestra historia”. Asimismo, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo hizo hincapié en la importancia del traspaso generacional: “La confianza que hoy Abuelas pone en la juventud, el reemplazo que hoy es para nosotros la presencia de todos ustedes para el día en que nosotras, que iniciamos esta dolorosa pero importante y necesaria tarea, no estemos; ustedes van a seguir caminando a través de los grupos continuando con el proceso de Memoria, Verdad y Justicia”.

Acerca de la importancia de las prácticas de la Facultad con los organismos de derechos humanos, Larisa Kejval concluyó que “es muy importante porque habla del compromiso de la Universidad, no sólo en producir conocimiento, sino en hacerlo público y ponerlo al servicio del pueblo. No producimos conocimiento para su apropiación privada, sino para que esté disponible para el conjunto de la ciudadanía y para que pueda ser usado para otros procesos de investigación y el esclarecimiento de acontecimientos que permanecen encubiertos”. 

Finalmente, la directora de la carrera de Ciencias de la Comunicación ratificó el compromiso académico con la comunidad y las organizaciones sociales: “Estoy convencida de que tenemos que habitar todas las instancias que la Facultad nos brinda para potenciar estos objetivos que creemos que tienen que orientar a la educación pública”.

Una calle contra el negacionismo

Una calle contra el negacionismo

“Esto no es un acto, es un encuentro de personas queridas”, fueron las palabras con las que Taty Almeida inauguró su discurso, “Personas que tienen memoria”.

En el edificio Casa Nuestros Hijos, dentro del Espacio para la Memoria, la calle “Capitán Hipólito Bouchard” cambió su nombre para siempre por el de “Son 30 mil”. Se trata de la primera arteria de la exESMA que es rebautizada. El acto ocurrió en el marco del Día Internacional de las Personas Detenidas-Desaparecidas, una conmemoración impulsada a principios de este siglo por de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM), con el objetivo de aportar a la toma de conciencia a nivel mundial acerca de la persistencia de la práctica de la desaparición forzada de personas por parte de los Estados.

Del acto participaron Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Lita Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, acompañadas por demás integrantes de organismos de derechos humanos y funcionarios nacionales como Nicolás Trotta, ministro de Educación de la Nación; Victoria Montenegro, legisladora por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Horacio Pietragralla, secretario de Derechos Humanos de la Nación, entre otras personalidades. También hubo presentaciones musicales a cargo de Ignacio Copani y la Escuela Popular de Música, radio abierta e inauguración de murales realizados por Blanca Rice Cabrera y la Sociedad Argentina de Collage.

El Día Internacional de las Personas Detenidas-Desaparecidas se estableció originalmente no solo con la intención de honrar la memoria de las personas desaparecidas, sino también en pos de preservar a futuro aquellos derechos que el mismo Estado debe garantizar. En esta línea, Guadalupe Basualdo, integrante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), afirmó que el evento de Casa Nuestros Hijos contribuye a “poder conectar las demandas de Memoria, Verdad y Justicia respecto de los crímenes cometidos durante la dictadura con las desapariciones que siguieron ocurriendo durante la democracia, y que suceden hasta el día de hoy”. Por su parte Guillermo Amarilla Molfino, nieto restituido y miembro de Abuelas de Plaza de Mayo, remarcó: “Cuando hablamos de memoria no hablamos de una memoria estática sino una memoria viva, una memoria que circula, que se alimenta y que se va dando con la militancia y el tiempo”.

 

Durante el desarrollo de la jornada, Hugo Yasky, diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, declaró: “Nos sentimos reivindicados con el cambio del nombre de una calle que pasó de tener el apellido de un militar a llamarse «Son 30 mil», es decir, nuestros compañeros y compañeras desaparecidos”. Frente a los discursos negacionistas de la dictadura militar y la relativización de la cifra, el evento se ubicó en una posición que refuerza el consenso por la memoria que tiene lugar en la batalla por el sentido común. Esther Córdoba, presidenta de la Fundación Música Esperanza, agradeció “la enseñanza que nos están dando las Madres de haber tomado ellas la iniciativa de poder hacer esto” y aventuró la posibilidad de que “en todo el país pensemos qué apellidos deberíamos sacar, porque es una vergüenza que ciertos nombres los tengamos tan presentes”.

Asimismo, sobre la discusión acerca de los derechos humanos en la esfera pública, muchos de los testimonios hicieron referencia a la gestión de Mauricio Macri, finalizada en 2019. Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación, afirmó: “En cuatro años de neoliberalismo reivindicaron posiciones que ponen en duda el número de desaparecidos y reinstalaron la Teoría de los Dos Demonios. Cuestiones que ya habíamos saldado a partir de las condenas que hubo en este país”. Por su parte, Daniela Saez, Integrante del equipo docente de la Escuela Popular de Música y de la Orquesta Estable de Reconquista, declaró su experiencia: “Venimos de 4 años de mucho embate y mucha resistencia desde adentro y sumado a eso no haber podido habitar físicamente el espacio por la pandemia. Entonce,s retomar nuestra actividad en la ex ESMA es volver a nuestro trabajo, que es resignificar el lugar a través de la música”. 

Esta línea es la que intenta seguir Lucila Quieto, coordinadora del Área de Artes Visuales, que impulsa nuevos murales en un recorrido por distintas historias de militancia: “De los setentas, de Madres y Abuelas, y de cómo ese legado nos atraviesa hasta el día de hoy para pensar las luchas del presente”. Esther Córdoba siempre tiene presente la frase de Enriqueta Maroni, una de las Madres: “En este lugar de horror, donde hubo tanta muerte, nosotras queremos que haya vida”.

A pesar de no estar abierto al público en general, el acto dio lugar al reencuentro de muchos militantes de derechos humanos a los que la pandemia había obligado a recluirse en sus hogares: “Qué alegría poder vernos, aunque no nos podamos tocar demasiado”, señala Lita Boitano, madre de Miguel y Adriana desaparecidos durante la última dictadura militar. El evento significó una de las primeras actividades presenciales en el marco de un paulatino retorno a habitar nuevamente el espacio público. 

La ausencia forzada por la pandemia de los movimientos populares en el espacio público fue uno de los temas que marcaron la jornada. Carlos de Feo, secretario general de la Federación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU), señaló: “Fue y es un problema muy grave porque es en la calle donde los trabajadores y el pueblo construyen la unidad. A través de las redes opera Macri, nosotros operamos a través de los cuerpos, que son los que construyen las políticas de emancipación que queremos”. Por su parte, Horacio Pietragalla remarcó: “A nosotros que nos hicimos de actos, de marchas en la Plaza, de acompañar a nuestras Madres y Abuelas esto es lo que queremos” y vaticinó para el 24 de marzo de 2022: “Queremos que la marcha del año que viene, si es que la pandemia lo permite, sea la más grande de todas y llenarnos de toda esa energía que nos transmite cada una de esas fotos de los 30 mil”.

20 años de Teatro por la Identidad

20 años de Teatro por la Identidad

“No podemos decir cuántos nietos habrán pasado por esas butacas, escuchando y teniendo en fuero íntimo esa duda, que ahí se daban cuenta que tenían que resolver. Cuántos han pensado: ¿No seré yo algunas de esas personas que están diciendo “yo me llamo… porque sé quién soy”? ¿Yo seré quien soy o seré otra persona?” Estas fueron las palabras de Estela Barnes de Carlotto en el acto inaugural del I Congreso Internacional de Teatroxlaidentidad.

Celebrando 20 años desde su conformación, el brazo teatral de Abuelas de Plaza de Mayo organiza el congreso en el que participan desde ayer y hasta el sábado Liliana Felipe, Jesusa Rodríguez, Daniel Santoro, Adriana Barraza, Bruno Stagnaro, Claudia Piñeiro, Patricia Zangaro, Daniel Fanego, Ricardo Foster, Eduardo Aliverti, el “Bicho” Gómez, Estela Díaz, entre otros artistas, políticos y pensadores.

Se puede acceder de manera totalmente gratuita y virtual a las múltiples conferencias, actividades, obras de teatro, podcast, ponencias, paneles y presentaciones a través de congreso.teatroxlaidentidad.net. “El objetivo es poder ampliar. Poder llegar con las palabras de las Abuelas, la palabra de la búsqueda, a todas partes del mundo desde el teatro. El teatro como herramienta de búsqueda, de sensibilización, concientización y transformación”, dice Andrea Villamayor, integrante de TxI y coordinadora general del evento.

Este año se cumplen 21 años del estreno de A propósito de la duda, la semilla que dio origen un año después al primer ciclo de Teatro por la Identidad y que los conformaría como organización. El movimiento teatral de actores, dramaturgos, directores, coreógrafos, técnicos y productores actualmente está constituido como una ONG, comprometida con la búsqueda de la identidad de los niños y niñas apropiadas por la última dictadura cívico militar, junto a Abuelas de Plaza de Mayo.

“Cuando empezamos con TxI nos interpeló como teatristas, como lo que somos. Entonces empezamos a replantearnos nosotros, también, cuál era nuestra identidad como artistas y como equipo de trabajo”, relata Cristina Fridman una de las fundadoras y parte de la comisión directiva. El vocablo identidad ha sido el hilo conector de todas sus producciones artísticas. Pero durante estas dos décadas el término ha evolucionado dentro de la asociación, consiguiendo que se hable de identidad en un sentido mucho más amplio, asegura Villamayor. Actualmente sus espectáculos tocan una temática directa sobre la apropiación de nietos y nietas, o también temáticas indirectas en donde se tratan otras dimensiones, como la identidad sexual, cultural, animal, social y muchas otras, pensándolas como una práctica de construcción permanente.

Con el cierre de los teatros debido a la pandemia, toda la actividad artística se vio afectada. Sin embargo, durante el último año, Teatro por la Identidad desarrolló 8 formas de identidad. Una experiencia por las redes sociales donde cada semana se seleccionaba una temática relacionada a la identidad. Se convocaba a quien quisiera a presentar un texto, audio o video que expresara una historia, sensación o anécdota. Un jurado seleccionaba los materiales y estos eran representados por actores y coordinados por un director o una directora. El producto final se subía a las redes y era acompañado con una charla en vivo con algún referente de la temática seleccionada. “Fue un trabajo tremendo, pero la verdad que fue hermoso, hermoso. Porque participó gente de todo el país. Esto es lo que permitió también la virtualidad, son experiencias que vienen para quedarse”, comentó Fridman.

Aunque los festejos por los 20 años de la asociación se vieron retrasados por las restricciones, todavía siguen en pie. Con la esperanza de realizarlo de forma presencial, planean en septiembre un festival en el Teatro Nacional Cervantes. En ese marco, se estrenará Idénticos que surge de la convocatoria abierta de micromonólogos. Cada trabajo es una apuesta en sí misma y la totalidad conforma la obra. Para la selección, se llevó a cabo un concurso donde se eligieron trece textos y se convocaron a trece actores y directores que conforman el espectáculo, con la coordinación autoral de Mauricio Kartun y con la dirección general de Daniel Veronese.  

Siguiendo con los festejos, para fines de noviembre tienen planeado producir un programa en la Televisión Pública por los 20 años de Teatro por la Identidad. Pero por el momento, consideran al Congreso Internacional como la primera celebración de su trayectoria. 

Andrea Villamayor y Luis Rivera López, dos de los impulsores de Teatro por la Identidad.

El evento planeado para los días 17, 18, y 19 de junio tiene como ejes: arte, pensamiento y teatro. Porque si bien comienza desde una perspectiva artística, es organizado junto a la Universidad Nacional de las Artes que completa la experiencia con una mirada académica. Villamayor comenta: “Durante el proceso creativo del Congreso, la idea era mezclar la política, la filosofía, la música y el teatro.  Pensamos en todo y creo que eso es lo interesante. Mezclar los distintos pensamientos, los distintos lenguajes artísticos, distintas manifestaciones. Pensamos que los moderadores sean personas con formación académica por el hecho de que el moderador no sea un mero presentador sino alguien que ponga algo en debate, en discusión, que establezca un tipo de orden de oratoria”.

Con el objetivo de incluir diferentes voces internacionales, expondrán miembros de todas partes de Latinoamérica e incluso de Europa. El jueves se realizó la conferencia El Théâtre du Soleil y la identidad: diálogos entre el pasado y el presente con la participación de Jean-François La Bouverie, integrante del Théâtre du Soleil y AIDA (Asociación Internacional de Defensa de Artistas Víctimas de la Represión en el Mundo) y de Liliana Andreone, directora de comunicación del Théâtre du Soleil, presentado y moderado por Moira Cristiá, magister y Doctora en Historia. “Lo que se puede hacer en el teatro ayuda a abrir ventanas en la mente”, expuso Andreone.

La idea de este panel se basó en los esfuerzos individuales y conjuntos para preservar la memoria de experiencias vinculadas al Teatro Soleil, además de la recuperación de elementos de esa trayectoria colectiva y de diferentes iniciativas artísticas de solidaridad internacional, y la conversación sobre la identidad tanto del teatro como del AIDA. “El archivo como memoria de una sociedad, de un grupo, hay que protegerlo, valorizarlo y amarlo. Es una riqueza historiadora, una prueba de vida”, expresó Liliana Andreone y amplió: “lo importante de los archivos en estos cambios de generación, en estos mundos extraños que estamos viviendo, es guardar la historia, ver el camino que se hizo, explicar cosas que en aquella época no se entendían y que ahora, con un paso al costado, se entienden, y pasar la idea a las generaciones del futuro”.

¿Qué lugar ocupa hoy Teatro por la Identidad en la cultura argentina? 

Para Andrea Villamayor es “un movimiento de teatro político apartidario, muy sólido, muy conformado y que es referente en la cultura porque nunca perdimos el horizonte, nunca perdimos de vista el objetivo que es la búsqueda de los nietos y nietas, que es la búsqueda de las Abuelas. Podemos decir que somos un organismo de derechos humanos y claramente somos referentes, inclusive cuando hemos tenido la oportunidad de estar en otros países. Es inédito, no existe en el mundo un movimiento como el nuestro que haya durado 20 años”.

Según Cristina Fridman TxI ocupa en la cultura y en la sociedad argentina un lugar muy grande. “El tema de la identidad nos interpela y nos atraviesa a todos y a todas. Es realmente impresionante cómo pega, sobre todo cuando vos lo haces desde el arte. Cómo entra de otra manera la identidad, es algo que lo percibimos y se te mete a través de una representación. El teatro es algo que te llega al sentimiento y a la razón, te moviliza. En la medida que se llenen las salas de teatro como se siguen llenando y ojalá se sigan llenando, quiere decir que a la sociedad le importa y la moviliza”, reflexiona Fridman sobre la potencia teatral. “Esperemos que se siga movilizando y que se encuentren muchos más nietos y nietas. Faltan muchos por encontrar, así que lamentablemente hay TxI durante un tiempo, por lo menos que tenga que ver con la apropiación. Hasta que aparezca el último”, concluye.

Cadena perpetua

Cadena perpetua

El jueves se realizó la última audiencia del juicio de lesa humanidad Contraofensiva Montonera. El gran momento había llegado para víctimas y familiares que hace 40 años esperaban justicia por los crímenes cometidos contra los militantes que regresaron al país para desestabilizar a la dictadura argentina. Nueve fueron los imputados que llegaron a este juicio acusados de secuestrar, torturar y asesinar a centenares de personas. Sin embargo, Raúl Guillermo Pascual Muñoz, Carlos Blas Casuccio y Alberto Daniel Sotomayor, no llegaron a ser condenados por fallecer en el transcurso del proceso. Pero no correrían con la misma suerte los represores Eduardo Eleuterio Ascheri, Jorge Eligio Bano, Marcelo Cinto Courtaux, Roberto Dambrosi y Luis Ángel Firpo, que llegaron al final del debate.

La audiencia virtual arrancó puntual y movida. A horas del veredicto Hernán Corgiliano, abogado defensor de Jorge Apa -ex jefe de la División Inteligencia «Subversiva Terrorista»- había solicitado la suspensión del juicio con la polémica excusa de que su defendido presentaba un trastorno demencial neurodegenerativo y que les impedía su derecho a las palabras finales y a presenciar su sentencia.  Una a una las querellas rechazaron la repentina solicitud de Apa. Lo vieron como un acto de “mala fe”. 

“Está en juego mi libertad y la felicidad de mi familia, especialmente la de mis hijos y mis nietos”, dijo Marcelo Cinto Coartuz haciendo uso de sus últimas palabras. También Eduardo Eleuterio Ascheri quiso hablar: “Tengo que decir a la señora fiscal y a los querellantes que no han leído ni analizado mi legajo con la necesaria profundidad y claridad como lo amerita, y como lo hizo así mi defensor oficial”, se quejó y solicitó: “Excelentísimo tribunal confió plenamente que ustedes harán justicia”. Finalizadas las últimas palabras de los imputados que quisieron hablar, el Tribunal Oral Federal N° 4 de San Martín encabezado por Esteban Rodríguez Eggers convocó al público y partes al veredicto para las 14 horas, mientras sobrevivientes y familiares seguían la transmisión. A través de las pantallas podían verse portarretratos que las familias llevaban consigo de sus hijos e hijas, de sus nietos, de sus hermanos y hermanos desaparecidos.

La sentencia

“Cadena perpetua por homicidio con alevosía” se escuchó para cada uno de los acusados y se leyeron todos los nombres de aquellos y aquellas que hoy faltan, aquellos que fueron brutalmente torturados y desaparecidos y sometidos a delitos de lesa humanidad. 

En cuanto a Jorge Apa, se suspendió por diez días su juicio y se llamó a una junta médica urgente para verificar su estado físico, para poder así continuar con su juicio.

A más de 40 años de los hechos, Daniel Cabezas, sobreviviente de la Contraofensiva, habló con ANCCOM y afirmó que este veredicto no solo significó justicia para sus compañeros y compañeras asesinadas y desaparecidos, sino que también la reivindicación de la lucha.  “Nosotros fuimos perseguidos, después fuimos acusados y criticados y con esta sentencia comienza el reconocimiento a nuestro derecho a resistir. Es una nueva etapa donde es necesario que se hable y que se discuta todo lo que se silenció y se tergiversó. De alguna manera, este veredicto ayuda mucho a conocer la verdad histórica”, expresó Cabezas, a quien además le sorprendió gratamente la exoneración de los genocidas.

Entre 1979 y 1980, Montoneros llevó a cabo la llamada Contraofensiva, un reagrupamiento de militantes exiliados que desde el exterior denunciaban lo que sucedía en Argentina y que regresaron al país para encabezar una campaña de resistencia contra la dictadura cívico-militar y generar apoyo social para que el terrorismo de Estado llegara a su fin.

Cabezas contó que los años de espera a la sentencia fueron muy intensos. Hijos e Hijas hermanos, hermanas de desaparecidos trabajaron mucho para poder juntar las pruebas y presentarlas en el tribunal de instrucción, ya que fue todo muy lento y complicado, y no los ayudaron ni trabajaron como debían: “Recayó mucho en nosotros y nosotras recolectar las pruebas”. Cabezas, además, comentó a ANCCOM que fueron años donde no sabían cómo la sociedad iba a tomar el juicio, ya que la Contraofensiva fue una acción de Montoneros muy criticada y estuvo presente todo el tiempo la Teoría de los Dos Demonios.  

“Hoy, que pueda estar celebrando un veredicto donde se condena a jerarcas de Inteligencia por delitos de lesa humanidad, y haber sido querellante por mi familia, tiene un origen previo que es el trabajo de Abuelas (de Plaza de Mayo) en mi restitución”, expresó Guillermo Martin Amarilla Molfino, hijo de Marcela Esther Molfino y Guillermo Amarilla, ambos militantes de Montoneros secuestrados y desaparecidos en 1979. Guillermo nació durante el cautiverio de su madre en el Centro Clandestino que funcionó en Campo de Mayo, y recién pudo recuperar su identidad en 2009, gracias a la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, que lo identificó.

 El nieto restituido N° 98 afirmó que este veredicto significa “un gran desahogo, un gran alivio. Estamos felices”, expresó. Para él, al igual que Daniel, la sentencia superó sus expectativas, ya que sorprendió principalmente la revocación de domiciliarias para los genocidas, quienes deberán cumplir su condena en una cárcel común.

Guillermo Amarilla confesó que cuando llegó la pandemia se preguntaron cómo iba a seguir la causa, si ello la detendría y por cuánto tiempo. Pero gracias a la lucha y la insistencia de quienes seguían el juicio de cerca, se logró que la causa fuera transmitida de forma directa por la plataforma YouTube. “Se puede ver muchas veces el mismo testimonio y eso es muy rico. Esto hace que quede un archivo de conocimiento para nuestra historia y eso sobrepasa a la condena en sí”, explicó.

El veredicto del jueves fue histórico. Más de 250 testimonios pasaron por este juicio sacando a la luz hechos terribles, pero además haciendo presentes a quienes hoy no están. El juicio que se inició con la Causa Campo de Mayo y luego se separó en uno independiente, repasó desde el 9 de abril de 2019, los hechos ocurridos a las víctimas de la dictadura, en el marco de la Contraofensiva Montonera. Las pruebas eran claras. Siempre lo fueron, pero esta vez los genocidas no tuvieron escapatoria. Se hizo justicia.