Bisnieto restituido

Bisnieto restituido

Gonzalo Tarelli era un niño cuando escuchó hablar por primera vez de Hilda y Toti en la televisión, y ya un joven cuando decidió tatuarse el nombre de sus abuelos en la piel. “Fue un proceso largo y confuso. En el momento no te vas dando cuenta. Es como cuando te metés a un río y de repente mirás para atrás y estás 200 metros adelante”, describió Gonzalo sobre el camino que tuvo que atravesar para recuperar su identidad. Gonzalo tiene 24 años y es el hijo mayor de Victoria Montenegro, nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo.

Victoria Montenegro tenía apenas dos semanas de vida cuando fue secuestrada junto a sus padres, Hilda Ramona Torres Cabrera y Roque Orlando Montenegro, entre el 10 y el 13 de febrero de 1976. “Chicha” y “Toti”, militantes salteños de PRT-ERP, fueron secuestrados en Lanús, zona sur de Gran Buenos Aires, en un operativo comandado por Herman Antonio Tetzlaff, jefe del grupo de tareas del CCD «El Vesubio». El genocida y su esposa, Carmen Eduartes, se apropiaron de Victoria, cambiaron su nombre por el de María Sol, y durante muchos años robaron su identidad. Luego de un largo proceso judicial, en julio de 2000, Victoria Montenegro confirmó que era hija de Hilda y Roque y, en 2001, se reencontró con su familia biológica.

Para Gonzalo, la aparición de los restos de su abuelo Toti en 2012 resultó un punto de quiebre. “Fue bastante duro, pero con mis hermanos, con mi mamá, y con nuestra familia de Salta pudimos salir adelante, juntos. A partir de ese momento empecé a tener las cosas más claras, a involucrarme más en la militancia, reivindicando la de mis abuelos”, expresó el bisnieto restituido. En diálogo con ANCCOM, confesó que además del boxeo y la fotografía, la política se ha convertido en su otra gran pasión. Actualmente forma parte de Kolina, la agrupación liderada por Alicia Kirchner.

Como cada 24 de marzo desde hace ya varios años, Gonzalo estuvo en Plaza de Mayo junto a su familia para exigir Memoria, Verdad y Justicia.

¿Cuándo te enteraste que eras nieto de desaparecidos?

Creo que tenía 8 años. Me acuerdo que estaba jugando con mi hermano a la pelota. Vivíamos en Lugano 1 y 2, en unos departamentos bastante chicos como para andar con la pelota, así que estábamos haciendo un lío tremendo. Mi mamá estaba muy concentrada viendo la tele y no decía nada. Hicimos más ruido, para llamar la atención, pero ella no decía nada. Nos pareció extraño, así que nos acercamos y vimos que estaba muy angustiada. Le preguntamos qué pasaba y señaló la televisión. La verdad es que no me acuerdo exactamente qué nos dijo, pero sí que en la tele apareció la foto de mis abuelos, de Toti y de Hilda. Especialmente me acuerdo de la imagen de Hilda. Ahí mi mamá nos dijo que ellos eran nuestros abuelos, pero la verdad es que en ese entonces no tomamos conciencia. Le preguntamos si ella estaba bien y, como nos dijo que sí, seguimos jugando a la pelota. Después de ese momento, empezó un camino de reconstrucción, que comenzó al conocer a nuestra familia biológica, a la familia de Toti y de Hilda.

«Para Gonzalo, la aparición de los restos de su abuelo Toti en 2012 resultó un punto de quiebre. “Fue bastante duro, pero con mis hermanos, con mi mamá, y con nuestra familia de Salta pudimos salir adelante, juntos».

¿Cómo fue ese primer encuentro?

La verdad es que era chico y al principio tenía mucha resistencia a querer conocerlos. Esas vacaciones viajamos a Salta para verlos, pero  antes vinieron ellos para acá. Nos íbamos a encontrar a la noche, en el Centro, y me acuerdo que antes de salir dije: “Voy a poner mala onda, mala cara, no voy a saludar a nadie. Voy a ser tan incómodo que no me van a querer y se van a ir”. Y la verdad es que al llegar, al conocer a todo ese montón de tíos y primos –los que pudieron llegar, porque eran muchos más, allá, en Salta–, la primera impresión que tuve fue la de estar con alguien que no veía hace mucho tiempo. Creo que la cara de piedra duró cinco minutos, porque cuando empezamos a hablar me di cuenta que eran personas hermosas. Fue una muy buena relación, de entrada. Meses después, en las vacaciones, viajamos a Salta. Fuimos con la idea de quedarnos cuatro o cinco días, pero nos terminamos quedando casi dos meses. Desde ese momento se generó una muy buena relación, que facilitó mucho más todo. Pero bueno, empezar a entender algunas cosas llevó mucho más tiempo. Por ahí fue más de grande, cuando me empecé a hacer ciertas preguntas, que todo esto me empezó a afectar más.

¿Qué fue lo más difícil?

Hace unos años aparecieron los restos de Toti, de mi abuelo, en Uruguay. Fue víctima de los vuelos de la muerte, y hubo un antes y después de ese momento. Si bien hasta ahí yo sabía que Herman era todo lo que era, el apropiador de mi mamá, nunca había puesto en duda lo que él me había dicho, lo que me había contado. Había una resistencia muy grande todavía. Y cuando aparecieron los restos de Toti, se me cayó todo abajo. Porque más allá de que sabía lo que eran Herman y Mari, yo tenía desde chico una carga ideológica muy fuerte que nos transmitió Herman durante toda la infancia. Todo eso empezó a cambiar con el tiempo, pero todavía yo lo tenía como una persona de palabra. Él le había dicho a mi mamá que Hilda y Toti habían fallecido la noche del operativo. Y entre tanto dolor era como una especie de consuelo saber que se terminó ahí. En ese momento me di cuenta que me mintió. Él tenía una frase que decía “nunca hay que traicionar, hay que ir siempre de frente”. Entonces, toda la construcción que uno tenía y venía haciendo desde chico se derrumbó. No sabía dónde hacía pie. Es medio estúpido cuando lo contás, porque él mintió con un montón de cosas. Pero bueno, ese hecho representó un antes y un después. Además, yo era más grande, tenía unos 19 años. Fue bastante duro, pero con mis hermanos, con mi mamá, y con nuestra familia de Salta pudimos salir adelante, juntos. A partir de ese momento empecé a tener las cosas más claras, a involucrarme más en la militancia, reivindicando la militancia de mis abuelos. También me empecé a interesar más sobre Toti e Hilda, sobre lo que fue su vida.

¿Cuándo empezaste a militar y qué fue lo que te llevó a hacerlo?

Empecé a los 17 años, tal vez un poco menos. La verdad es que no sé exactamente qué fue lo que me llevó a militar, pero creo que tal vez fue parte del proceso de recuperación de la identidad, que siempre hice junto a mi mamá y mis hermanos. Llevó bastante tiempo, pero creo que todos juntos fuimos avanzando. Nosotros decíamos cosas terribles, repetíamos cosas que nunca sentimos. Pero cuando mi mamá o alguno de nosotros podía dar un pasito adelante y ver las cosas desde un lugar un poco más amplio, se lo indicaba al resto para que juntos siguiéramos avanzando. Una primera militancia fue Abuelas. Mi mamá se empezó a acercar mucho más a ellas y eso nos llevó a nosotros a ver un poco más, a saber un poco más. Conocimos otro mundo. Después, cuando mi mamá empezó con su militancia política,  nosotros también comenzamos a militar. Con el tiempo, fue una manera de rescatar o aprender un poco más sobre lo que fueron mis abuelos.

¿Cómo era la relación con los apropiadores de tu mamá?

Mi relación con Herman era muy buena, lo tenía como un ídolo. Prácticamente vivíamos juntos, ya que ellos vivían en el departamento A y nosotros en el B, al lado. Estábamos todos los días juntos. Él falleció cuando yo todavía era chico, entonces me había quedado una buena imagen. Con Mari también era muy buena la relación, pero era mejor con Herman. Ella falleció en 2011 o 2012, y si bien la fui a ver hasta el último día, ya no era lo mismo. Cuando me enteré, no cambió la relación con Herman. Fue raro, extraño. Teníamos una familia nueva, más primos, más tíos, Salta era un lugar lindo para irse de vacaciones, pero era como si uno pudiera meter todo eso junto dentro de una mochila. En ese momento la relación con él fue buena porque no llegué a entender las cosas. Creo que hoy sería distinto.

«La verdad es que no sé exactamente qué fue lo que me llevó a militar, pero creo que tal vez fue parte del proceso de recuperación de la identidad».

¿Cómo eran ellos?

Eran como todos los represores de esa época: padres de familia que iban los domingos a misa,  vecinos ejemplares. Pero bueno, cuando uno ve detrás de esas personas se da cuenta que no eran tan ejemplares. Herman tenía una carga ideológica muy fuerte. Todos los 29 de mayo, día del Ejército Argentino, nos hacía desfilar por el pasillo del departamento con su boina de militar y otro montón de cosas. Todo el tiempo daba largas charlas, de horas y horas, en las que relataba los operativos que tenía. No me acuerdo bien si en ese momento hablaba de la dictadura. Sí me acuerdo que, antes de que pasara todo esto, una vez le pregunté si había matado a alguien. Se quedó helado, pálido, y no me contestó. Se lo volví a preguntar y me dijo que no sabía, que había disparado en tiroteos y esas cosas pero que no sabía, que él creía que no. Es difícil de entender, pero uno va armando un relato con todo eso, y después en un momento se termina cayendo.

¿Sentís que se recuperó algo de tu identidad?

Sí, hubo un cambio muy grande. No sé en qué momento, pero cambias mucho tu personalidad. Yo me acuerdo que cuando era más chico quería ser militar, y mi hermano también pero en la parte de aviación. Y hoy estoy en un lugar totalmente diferente. Con mi mamá, Herman y mis hermanos decíamos cosas terribles, que repetíamos y que creo que nunca sentimos. Y la verdad es que hoy no me puedo ver de otra manera que no sea esta. Por ejemplo, hoy yo tengo muchos tíos y primos en Salta, de la familia de Toti, y vamos a verlos todas las vacaciones. Y llega esta altura del año y los extrañas, tenemos ganas de estar allá. No me imagino sin eso, y tampoco sin la militancia. Fue como si te hubiesen separado de esto que sos por un tiempo largo, y ahora volvés a ser quien sos.

¿Cómo viviste ese cambio de identidad?

Había algunas contradicciones, porque decíamos una cosa pero hacíamos otra. Al principio sentí culpa, porque Herman estaba internado en el Hospital Militar, había estado preso, y nosotros íbamos al 24 de marzo y sentíamos que no le podíamos estar haciendo esto a él. Pero bueno, eso con el tiempo va cambiando y uno va viendo las cosas de otra manera, se va enterando de cosas y puede ir armándose. Creo que hubo dos factores fundamentales: la militancia y encontrar el cuerpo de Toti, que ayudó a reordenar todo y ver las cosas de manera diferente. Porque siempre uno lograba avanzar un poco, pero decías o hacías algo que echaba atrás todo lo que venías construyendo. Me parece que esos dos momentos fueron de un avance irreversible. Yo tengo dos hermanos, Sebastián de 22 y Santiago de 18. Santi tenía 2 o 3 años cuando se supo la verdad, él se crió conociendo a la familia. Fue mucho más rápido para él, lo vivió de otra manera. Por ahí con mi hermano Sebastián, que me sigue a mí, sí compartimos más cosas de este tipo.

Cuando tu mamá recuperó su identidad, ¿qué sabía la sociedad sobre los nietos y cómo acompañaba esta lucha? ¿Cómo podrías comparar esto con la sociedad actual?

Me gustaría explicarlo con un ejemplo. Cuando una de las últimas nietas que apareció le estaba contando a su hija lo ocurrido, ella la paró y le dijo que no lo siga contando, que entendía todo porque lo había visto en Paka Paka. Más allá de la diferencia de la edad, hay un gran cambio. A mí me tomó muchos años y fue muy complicado porque era un país diferente. Cuando apareció mi mamá, al tiempo apareció también Horacio Pietragalla, otro nieto restituido que vivía dos o tres pisos arriba de nosotros. Nos criamos con él, prácticamente, y todo el edificio sabía. Todo el mundo sabía, y todo el mundo calló. Eso era también por el contexto de país en el que se vivía. Creo que con el gobierno de Néstor y Cristina hubo un quiebre fundamental en esto: se avanza y no se retrocede más. Hay un respeto fundamental, un piso básico de derechos humanos, y de eso no se vuelve. Creo que haber puesto como política de Estado a los derechos humanos es muchísimo. Si bien hoy en día hay bastantes retrocesos en todo esto, creo que la sociedad es la que no retrocede, que es lo importante.

¿Cómo describirías la tarea de Abuelas de Plaza de Mayo?

Es una tarea mágica. Hay veces que acompañando a Vicky compartí muchas actividades con las abuelas, charlas con Estela. Escucharlas es algo increíble, porque uno trata de tomar conciencia y se da cuenta que, sacando a unas pocas que tenían militancia política, eran amas de casa:  les desaparecieron a sus hijos y a sus nietos, que creo que para cualquier madre y padre es lo más valioso, y pudieron construir todo esto. Hacerle frente en su momento a una terrible dictadura, aguantarla durante los años que siguieron, porque si bien la dictadura se fue, después vinieron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Después vinieron los ‘90, la indiferencia total. Y ver cómo, el pasado 24 de marzo, 500.000 personas las acompañaron, con tanto amor, es increíble. Ver cómo construyeron esto, cómo encontraron todos los nietos que encontraron y cómo los siguen encontrando, es mágico. Sinceramente a mí no se me ocurre cómo hicieron. Es admirable la fuerza con la que siguen, y con la que van a seguir. El que tenga dudas sobre su identidad, que se acerque a Abuelas. Que llame, porque hay muchas familias buscando, que esperan todos los días, desde que se levantan hasta que se acuestan. Y la verdad es que a veces es medio triste cuando uno llega, pero llega tarde, cuando había muchas personas buscándote pero no llegan a conocerte. Los padres de Toti habían fallecido, pero tenemos muchas historias de cómo buscaron a mi mamá, cómo se venían para acá y se metían en las plazas, esperando encontrarla.

¿Qué representa para vos la marcha del 24 de marzo que se lleva a cabo todos los años?

Es muy importante en lo personal, es muy emotivo ver esa cantidad de gente acompañando a las Madres, a las Abuelas, diciendo “Nunca Más” y recordando a todos esos compañeros y compañeras que hoy no están. Creo que es muy importante que la sociedad siga acompañando esas marchas, para homenajear pero también para tener presente que eso no va a volver a pasar. Que a pesar de lo que diga el Presidente, y de las cosas que desde el Estado se puedan hacer, el pueblo dice “Nunca Más”: esto no lo queremos. Por más que digan las bestialidades que están diciendo, quedó demostrado que la gente no está de acuerdo. Creo que es una manera de buscar una verdad y una justicia permanente. A mí me molestó mucho que este 24 de marzo muchos funcionarios de gobierno y el mismo Secretario de Derechos Humanos salieran a decir que no eran 30.000, que eran 8.500, que los derechos humanos eran un curro. Fue una gran falta de respeto, a uno le duele mucho. Más allá que sepa que ellos buscan provocar para que nosotros reaccionemos de la manera que no se debe, para poder deslegitimar la búsqueda los nietos.  Más allá de que el gobierno pretenda dar atrás con muchas de estas cosas, creo que la sociedad tomó tal conciencia que hubo 500.000 este viernes en la marcha y hay muy poquita gente que hoy en día no se ponga contenta cuando aparece un nieto nuevo. Entonces, creo que hay un cambio muy grande en la sociedad y esto ayuda de una manera enorme a que sigan apareciendo nietos, y a que a los nietos que aparecen se les haga mucho más fácil o menos pesada la mochila que tienen encima.

 

Actualizado 28/03/2017

Los hijos de los represores, al Congreso

El colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía reúne a hijas, hijos y familiares represores por la memoria, verdad y justicia. “Liliana Furió (hija de un militar) me contactó por las redes sociales en mayo del año pasado y empezamos con esto juntas”, recordó Analía Kalinec, la hija del condenado a prisión perpetua Eduardo Emilio Kalinec, conocido como el Doctor K. “Pensamos que nadie más estaba pasando esa situación”, señaló. 

En la foto aparece Pablo Verna, Impulsor de la reforma de ley. HIjos de Represores impulsan una reforma del codigo penal para poder declarar contra sus padres.

“Si el Estado en su normativa interna tiene normas que prohíben y nulifican medios o fuentes de prueba debe cambiarlo”, dijo Pablo Verna.

Junto con Liliana, Analía comenzó a buscar a otros hijos e hijas de militares en las redes sociales. “Laura Delgadillo comentó en la nota de la hija de Etchecolatz, de la revista Anfibia, y es ahí donde la contacté”, recordó. 

El 7 de noviembre pasado, el colectivo presentó en el Congreso de la Nación un proyecto de reforma a los artículos 178 y 242 del Código Penal Procesal de la Nación “para que las prohibiciones, de esos artículos, de declarar y denunciar en contra de nuestros familiares, no corran para los crímenes de lesa humanidad”, explicó Pablo Verna, hijo de Julio Alejandro Verna, médico y ex capitán del Ejército. “Esas prohibiciones entran en conflicto con la obligación internacional que dice que en los crímenes contra la humanidad los Estados partes están obligados a investigar, juzgar y sancionar”, expone Verna y aclaró: “Si el Estado en su normativa interna tiene normas que prohíben y nulifican medios o fuentes de prueba debe cambiarlo, en esa medida se está incumpliendo”.   

En la foto aparece Analía Kalinec

“Vemos que hay una intencionalidad política y un cambio de dirección en lo que se venía haciendo y en los logros que se fueron consiguiendo”, dijo Analía Kelinec sobre la política de DDHH actual.

El padre de Analía fue oficial ayudante de la Policía Federal. En 2015 quedó firme la condena a perpetua por participar en interrogatorios y torturas en los centros Atlético, El Banco y El Olimpo. “Crecí en una ignorancia total”, confesó la hija del Doctor K. La primera vez que el padre de Analía quedó detenido fue en 2005. “Hasta ese momento jamás lo había relacionado con la dictadura, estuve dos años diciendo que era todo mentira”, resaltó y agregó: “La última vez que lo vi, en Devoto, lo increpé, fue en 2008. Le dije que leí la causa y los testimonios y le pregunté si fue parte. Él me respondió: No, bueno fue una guerra y no es así como dicen, fueron siete mil. ¿Qué me estás diciendo?, le dije. No bueno, pero vos imaginate, nosotros sabíamos que alguien había puesto una bomba en un lugar y le teníamos que sacar información para salvar más vidas, dijo, intentando justificar las torturas. A partir de ahí no lo vi nunca más”. 

En mayo de este año, la Corte Suprema de Justicia falló a favor de aplicar lo que se conoce como “ley del dos por uno” a condenados por delitos de lesa humanidad. Otros en la misma condición, como Luis Patti, con doble condena a perpetua o Antonio Musa Azar, ex jefe de Inteligencia de la policía de Santiago del Estero, cuatro veces condenado, recibieron el beneficio de la prisión domiciliaria. “Nos convocó el cambió de sentido en materia de derechos humanos que se viene impulsado desde el Gobierno”, enfatizó Analía Kalinec. “Nosotros vemos que hay una intencionalidad política y un cambio de dirección en lo que se venía haciendo y en los logros que se fueron consiguiendo”, opinó. Kalinec definió el fallo del dos por uno como un “intento fallido de una amnistía encubierta”. Pablo Verna define la situación como “el Happy Hour del horror”.

“A mi familia no le interesa escuchar lo que yo pienso sobre la última dictadura”, remarcó Kalinec. Y expresó que el mandato familiar es “aceptar lo que hizo su papá, que estuvo bien y defendió a la patria” o negar y “hacerte la tonta” y ratificó que ella no podía seguir ninguna de esas dos opciones.   

En la foto aparece Bibiana Reibaldi.

“Me fui oponiendo a él a medida que pasaban los años y sucedían circunstancias muy dolorosas”, cuenta Bibiana Reibaldi.

Distinta es la historia de Bibiana Reibaldi. La dictadura-cívico militar comenzó cuando ella tenía 20 años y estudiaba Psicología en la Universidad de Buenos Aires. “Ya tenía un criterio formado, que no se parecía al de mi papá”, recuerda. Su padre, Julio Reibaldi, fue oficial de Inteligencia y analista. “Era el que ubicaba a las personas que después iban a secuestrar y organizaba los grupos que hacían esos trabajos”, detalló Reibaldi. En 1978 ella comenzó a estudiar psicopedagogía en la Universidad del Salvador. “Ya para esos años me daba mucha vergüenza explicar a qué se dedicaba mi padre”, agrega. “Me fui oponiendo a él a medida que pasaban los años y sucedían circunstancias muy dolorosas que ameritaban que yo tomara una posición contraria a su accionar”. Julio Reibaldi murió en 2002 sin ser juzgado penalmente. 

Desde el colectivo luchan contra el mandato de silencio que sufrieron en la dictadura, y ahora en democracia continúa con la imposibilidad de denunciar penalmente a sus padres. “Era muy fuerte, no se hablaba en la familia de lo que pasaba”, señala Reibaldi. Para dejar de lado ese mandato, buscan reformar los artículos 178 y 242 del Código Procesal Penal de la Nación para poder aportar, judicialmente, a la memoria, la verdad y la justicia.

Actualizado 12/12/2017

Las Abuelas lo hicieron una vez más

Las Abuelas lo hicieron una vez más

La algarabía una vez más en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. En el barrio de Monserrat, este último martes al mediodía, los aplausos y las lágrimas no se hicieron esperar en un ambiente de respeto y emoción, cuando en el salón de conferencias la presidenta de la entidad, Estela de Carlotto, anunció el encuentro de una nueva nieta, la 126: “Le ponemos un número para que nos llene el corazón de crecimiento –sostuvo sonriente-. Esto es especial. Nos hemos encontrado con una mujer íntegra que recupera toda una historia”.

Adriana, nieta restituida número 126, abrazada a su tía Silvia

“Recibí un llamado de la CONADI y ahí me enteré de la feliz noticia. Se me completó la vida”, declaró Adriana.

La historia reconstruida es la de Adriana, hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, desaparecidos en la última dictadura cívico-militar. Es abogada, y nació en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Su abuela, Blanca Díaz de Garnier, es oriunda de Concepción del Uruguay, al igual que su padre. “No esperaba tener esta alegría. Veía recuperar a otros nietos y me decía ‘a mí nunca me toca´. Más gozo no puedo pedir”, declaró Blanca, quien a sus 86 años y a pesar de no haber podido estar presente en la conferencia, sí pudo comunicarse telefónicamente con su nieta restituida.  

Adriana contó que en cuanto se enteró de que no era hija biológica de sus padres, al poco tiempo acudió a Abuelas para saber si su identidad se vinculaba a desaparecidos, debido a su fecha de nacimiento en plena dictadura militar. Desde la entidad fue luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), con el fin de poder completar su documentación y realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).

Su partida de nacimiento falsa fue firmada por la médica Juana Franevich, quien ya había falsificado las partidas de otros tres nietos recientemente recuperados. “Recibí un llamado de la CONADI este lunes y ahí me enteré de la feliz noticia de la que ya todos saben. Se me completó la vida”, declaró Adriana en rueda de prensa, acompañada por un gran número de familiares de sus padres, además de compañeros de militancia, e integrantes históricas de Abuelas de Plaza de Mayo. “Con 40 años, nunca se me cruzó la posibilidad de volver a decir abuela”, agregó emocionada.

Estela de Carlotto junto a Adriana, nieta recuperada número 126, y familiares durante la conferencia de prensa.

«Nos hemos encontrado con una mujer íntegra que recupera toda una historia”, dijo Estela de Carlotto.

Su padre, Edgardo Roberto Garnier, nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Simpatizante de Independiente, inquieto y curioso, fue a la escuela Nº1 Nicolás Avellaneda, y a los 17 años ingresó en la Universidad de la Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica. “Ya de niño era muy ingenioso: desarmó y volvió a armar su primera bicicleta”, contó Estela de Carlotto en el comunicado de la conferencia de Abuelas. Edgardo militó en la JP, y conoció a su futura esposa, Violeta, militando en el Fondo de Apoyo de la Educación Pública (FAEP); luego ambos militaron en la agrupación Montoneros. Sus compañeros de militancia llamaban “La Viole”, a Violeta, y “La vieja Bordolino” o “El viejo” a Edgardo.

Violeta Graciela Ortolani nació el 11 de octubre de 1953 en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, a los tres años su madre falleció, por lo que fue criada por una tía en Bolívar. La joven, católica practicante, era charlatana y vivaz. Obtuvo una beca y también viajó a La Plata para estudiar Ingeniería Química, mientras paralelamente trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Además de haber militado junto con Edgardo, Violeta también militó en la Juventud Peronista. Años después y embarazada de tres meses, se casó con Edgardo el 7 de agosto de 1976 en una celebración llevada a cabo en Bolívar. Pensaron llamar Vanesa al bebé si llegase a ser nena, y Enrique o Marcos en caso de que fuese varón.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja, La Plata. Ella estaba embarazada de ocho meses cuando sucedió. A partir de ese momento, Edgardo emprendió una larga búsqueda y llegada la fecha próxima al parto, culminó despidiéndose y sosteniendo que iba a buscar a su hijo. Finalmente, fue secuestrado el 8 de febrero de 1977 en La Plata. Luego de los sucesos, no se supo más nada de la pareja ni se tuvo alguna prueba fidedigna del bebé que esperaban.

Adriana, junto a su abuela y familiares, sosteniendo imagenes de sus padres Violeta Ortolani y Edgardo Garnier.

«Edgardo y Violeta están acá. Ellos son quienes causaron todas estas lágrimas de enorme alegría”, dijo Silvia Garnier, tía de Adriana.

Empero, la búsqueda de sus familiares nunca cesó y las denuncias fueron rápidamente tomadas en Abuelas de Plaza de Mayo. A ellos se les sumó la valentía de Adriana para buscar respuestas, aún luego de haber vivido casi toda una vida repleta de incógnitas e incertidumbres, sabiendo que podría ser de ayuda para quienes hayan vivido situaciones similares. “Si mi testimonio – comentó Adriana- puede ayudarles a dar algún empujoncito a quienes tienen alguna duda sobre su identidad, bueno, para ellos lo hago. Primero comparto mi felicidad con todos ustedes, y después si puedo ayudar, bienvenido sea”.

La postal en la conferencia en la sede de Virrey Cevallos fue la de Adriana acompañada de numerosas personas. Entre ellas se encontraba su tía Silvia Garnier, quien declaró al borde constante de las lágrimas: “La responsabilidad de todos nosotros es saber que mientras nosotros estemos, ellas -en referencia a Abuelas- van a estar. Y también Edgardo y Violeta están acá. Ellos son quienes causaron todas estas lágrimas de enorme alegría”, agregó la tía de Adriana, a quien abrazó fuertemente.

Además de familiares y compañeros de militancia de los padres, Adriana estuvo acompañada y asesorada por el Secretario Ejecutivo de la CONADI, Manuel Gonçalves Granada. En diálogo con ANCCOM, Gonçalves resaltó: “Estos encuentros no hacen más que demostrar que hay que seguir trabajando con la verdad. Todos los niños robados durante la dictadura, adultos cercanos a los 40 años, tienen derecho a saber su identidad, al igual que las familias que los esperan. A partir de ahí, ambos tendrán un hermoso camino por recorrer, junto a la verdad y en vínculos que no deberían haberse roto nunca”.

Estela de Carlotto junto a Adiana, nieta recuperada, su abuela Blanca Díaz de Garnier y familiares en la conferencia de prensa de Abuelas de Plaza de Mayo. Todos en la foto estan con las manos levantadas.

“Estos encuentros no hacen más que demostrar que hay que seguir trabajando con la verdad», declaró Manuel Gonçalves Granada, Secretario Ejecutivo de la CONADI.

Sobre el final de la jornada los cánticos sobre verdad, memoria y justicia por los desaparecidos en democracia se hicieron eco en todo el recinto, al compás de un respetuoso silencio y aplausos al unísono. Medios avasallantes desmantelaron el lugar haciendo a un lado sus incómodas cámaras, y el barullo periodístico se hizo sonar. Sin embargo, la noticia del encuentro de la nieta 126, condecoró una feliz jornada que concluyó en la quinta nieta recuperada en lo que va del año, y un nuevo desafío para quienes hayan sido interpelados por las transparentes y sentidas palabras de Adriana y sus familiares: su lucha y las de Abuelas en favor de la identidad.

Como dijo Adriana, una prueba más de que el amor vence al odio.

Actualizado 06/12/2017

 

48 represores condenados

48 represores condenados

A pocas semanas del cierre del año 2017, un hecho trascendental en la historia argentina reciente quedó cerca de llegar a su fin. Se trata de la Megacausa ESMA, el tercer juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en la ex Escuela Mecánica de la Armada y el mayor en términos de cantidad de víctimas y procesados. El miércoles 29 de noviembre, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 -integrado por los jueces Adriana Pallioti, Leopoldo Bruglia y Daniel Obligado- dictó la sentencia a los 54 acusados por 789 hechos de secuestros, torturas y homicidios cometidos durante la última dictadura militar (1976-1983) en la ESMA, donde funcionó el mayor centro clandestino de detención y exterminio del régimen de facto y por el que se estima que pasaron más de 5.000 detenidos desaparecidos. “Fue una sentencia muy buena, no solo porque logramos que 29 personas sean condenadas a prisión perpetua. Hay algunos que ya tenían condenas anteriores pero hay 19 nuevos condenados, y eso es muy importante para ampliar el arco de responsabilidades de los crímenes que se cometieron en la ESMA. También fue muy importante haber probado un vuelo de la muerte, que es el vuelo del 14 de diciembre del 77, donde se trasladó a todo el grupo de la iglesia Santa Cruz, que incluía a dos monjas francesas (Léonie Duquet y Alice Domon) y a Madres de Plaza de Mayo (Esther Ballestrino, María Eugenia Ponce y Azucena Villaflor). Por ese vuelo fueron condenados dos de los tripulantes, Arrú y D’Agostino. Es la primera sentencia en causas de lesa humanidad que registra y acredita los vuelos de la muerte como un método de exterminio muy particular de la ESMA”, expresó la letrada Luz Palmas Zaldúa, coordinadora del Área de Memoria, Verdad y Justicia del CELS y abogada querellante en la causa, en diálogo con ANCCOM.

Lita Boitano, Taty Almeida y Laura Conte.

El histórico juicio comenzó el 28 de noviembre de 2012 y en un principio contaba con 68 personas juzgadas, cantidad que se redujo durante el avance de la investigación por fallecimientos o motivos de salud. Cinco años después, tras 410 audiencias con declaraciones de más de 800 testigos, alegatos y relevamiento de una importante cantidad de documentación, la Megacausa ESMA finalizó con un veredicto que dejó en las querellas la sensación de que, en gran medida, la justicia triunfó sobre la impunidad. En total, 29 ex represores fueron condenados a prisión perpetua, entre ellos, figuras de alto rango como Alfredo Astiz alias “el Ángel de la muerte” (acusado, entre otros crímenes, por la desaparición de la adolescente sueca Dagmar Hagelin), Jorge Eduardo “el Tigre” Acosta, Mario Daniel Arrú (piloto apuntado por su participación en los “vuelos de la muerte”), Ricardo Cavallo y Adolfo Miguel Donda, entregador de su sobrina, la legisladora Victoria Donda, quien recuperó su identidad en 2004. Por su parte, otros 19 militares recibieron penas de entre 8 y 25 años de prisión. Por último, seis de los acusados fueron absueltos, incluyendo al ex secretario de Hacienda Juan Alemann y al piloto Julio Alberto Poch (extraditado desde Holanda bajo la acusación de haber arrojado a detenidos vivos al mar desde un avión), quienes recuperaron inmediatamente la libertad por orden de los jueces.

La querella, constituida por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, H. I. J. O. S., la Asociación Madres de Plaza de Mayo, la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Justicia de la Nación, la Fundación de Investigación y Defensa Legal Argentina (F. I. DE. L. A.), la Asociación de ex Detenidos y Desaparecidos, junto con otras organizaciones y particulares, había pedido penas de prisión perpetua para 51 imputados. Respecto a las seis absoluciones, Palmas Zaldúa expuso: “Nosotros teníamos suficientes pruebas y entendíamos que esas personas debían ser condenadas, pero los jueces entendieron que no. Como todavía no tenemos los fundamentos de la sentencia, que van a estar el 5 de marzo del año que viene, veremos cuáles son los argumentos que tuvieron los jueces para absolver, y seguramente vamos a presentar un recurso de Casación contra esas absoluciones”, y agregó: “Fue el juicio más grande de la historia judicial argentina. Se reunió una gran cantidad de pruebas para llevarlo adelante y lograr esta sentencia.”

Cinco años después, tras 410 audiencias con declaraciones de más de 800 testigos, alegatos y relevamiento de una importante cantidad de documentación, la Megacausa ESMA finalizó.

Cientos de personas siguieron el juicio, tanto en los espacios reservados para el público dentro del recinto como sobre la vereda de Comodoro Py, donde se podía ver la escena a través de pantallas gigantes. La entrada de los imputados fue recibida por sus familiares -sentados en el palco superior- con aplausos, gritos de “¡Viva la patria!” y el canto del Himno Nacional, mientras que desde el sector de los allegados a las víctimas entonaron el ya tradicional cántico de repudio: “Cómo a los nazis les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar”. Ante estas manifestaciones, el presidente del Tribunal, el juez Obligado, exigió silencio bajo la amenaza de desalojar la sala. La sesión, que comenzó con casi dos horas de retraso, se extendió durante la tarde por más de cuatro horas. Desde el banquillo de los acusados, los dos civiles y 52 militares juzgados escucharon en silencio la resolución de los magistrados. Mientras tanto, ante la lectura de los fallos, familiares de víctimas, sobrevivientes y representantes de organismos de Derechos Humanos que llenaban el recinto aplaudían al escuchar las penas de perpetua, lloraban, se abrazaban entre sí y levantaban pancartas con imágenes de sus seres queridos desaparecidos.

“Los familiares de las víctimas estaban muy contentos. Muchos de los casos nunca habían sido probados judicialmente, así que muchas familias recibieron por primera vez una sentencia por sus familiares”, afirmó Palmas Zaldúa. Daniel Tarnopolsky, quien a los 18 años perdió a toda su familia a manos del terrorismo de Estado –incluyendo a sus padres, su hermana adolescente, su cuñada y su hermano, secuestrado mientras hacía la conscripción en la ESMA- y se vio obligado a vivir en el exilio hasta el regreso de la democracia, ratificó: “Lo importante para nosotros es que hubieron suficientes condenas de cadena perpetua. Nos chocó mucho la absolución de Alemann y de Poch, porque aunque nos habían advertido que Poch podría ser absuelto por el beneficio de la duda, es muy grave porque había muchas pruebas para demostrar que estuvo en los vuelos de la muerte. Pero por lo menos se condenó por primera vez a tres prefectos por los vuelos. También es grave que se haya exonerado a Alemann, porque significa que se sigue disculpando a la pata civil responsable, tanto como los militares, por las atrocidades cometidas. Se sigue pretendiendo que en Argentina los militares actuaban independientemente y sin civiles detrás, que es mentira. Y se volvieron a ratificar varias condenas a perpetua.” Y enfatizó: “Hubiéramos querido más, pero estamos relativamente satisfechos con lo que sucedió, teniendo en cuenta el contexto político actual.”

ante la lectura de los fallos, familiares de víctimas, sobrevivientes y Representantes de organismos de Derechos Humanos llenaron el recinto y aplaudían al escuchar las penas de perpetua. Lloraban, se abrazaban entre sí.

El nieto restituido Guillermo Pérez Roisinblit expresó: “Yo tengo muchos sentimientos encontrados con respecto a la sentencia”. Luego de que se conociera el fallo del TOF Nº 5, y al que asistió su Abuela Rosa Roisinblit -vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo- con 98 años hasta que el cuerpo se lo permitió, dijo a ANCCOM: “Primero, porque se están juzgando delitos que, en algunos casos, se cometieron hace más de 40 años. Y esa dilación hizo que muchos familiares de víctimas que ya no están entre nosotros no pudieran obtener esto que se podría llamar «justicia» porque murieron esperando este fallo. Por otro lado, sé que la dilación no es culpa del Poder Judicial sino que tiene que ver con las leyes de «Obediencia Debida» y «Punto Final», que fueron anuladas recién en el año 2003. En el medio, durante el tiempo que transcurrió desde que se cometieron los ilícitos hasta la condena de ayer, pasaron 40 años en los que algunos de los imputados se manejaron con total impunidad y vivieron en libertad. Por ese lado, la condena suena bastante a poco.  Independientemente de eso, es un juicio muy especial y de carácter histórico”, aseguró. y agregó: “Al tener dos condenados por vuelos de la muerte, estamos llegando a una instancia donde se está comprobando cuál era la metodología de exterminio que se utilizaba, especialmente en la ESMA, como siempre denunciaron los organismos de Derechos Humanos. En muchos casos se dieron las condenas a prisión perpetua que esperábamos, pero las penas menores hacen ruido y nos llevan a preguntar cómo computó el Tribunal algunos delitos que estaban comprobados, y me parece que es poco en virtud de la cantidad de víctimas que tiene en su haber cada uno de los imputados. Vamos a ver cuáles fueron los argumentos para una posible apelación a futuro por parte de los querellantes.”

Guillermo nació en cautiverio el 15 de noviembre de 1978 en la ESMA. Sus padres, José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisinblit -embarazada de 8 meses al momento de su secuestro-, permanecen desaparecidos. Su abuela Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, buscó incansablemente al bebé de su hija secuestrada. En 2000 encontró a Guillermo, que logró recuperar su identidad en 2004 y reencontrarse con su familia.  “Para mí, el Poder Judicial hizo su trabajo, lo cual no implica necesariamente que lo que se haya obtenido fuera justicia. Es una reparación, es un acto necesario y algo que nos ayuda a crecer como sociedad. Pero, “justicia” hubiera sido que los condenados rompieran el pacto de silencio e indicaran dónde están los casi 300 hermanos que me faltan, que son los nietos apropiados que estamos buscando, y dónde están los cuerpos de cada una de las víctimas, y que digan qué hicieron con ellos. Pero eso no lo tenemos. Es muy difícil alcanzar ese anhelo, ese estándar de justicia.” Por último, recordando el trascendental momento de su vida experimentado apenas un día atrás, concluyó: “El día después, cuando pasa todo y uno toma conciencia de qué es lo que se estaba juzgando, de que los delitos son sobre uno mismo y sobre tu madre, termina pasando un poco factura al cuerpo y al estado de ánimo. Cuando se va la adrenalina, queda cierto grado de tristeza.”

Actualizado 30/11/2017

“Es un fallo vergonzoso, salvaron a dos asesinos”

“Es un fallo vergonzoso, salvaron a dos asesinos”

No hay justica para los familiares de las víctimas de los genocidas Eduardo Alfonso y Rafael Félix López Fader. El viernes 24 el Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín condenó al ex General de Brigada y ex N° 2 del Ejército Argentino, Eduardo Alfonso, a tan solo cuatro años de prisión por el allanamiento ilegal y la privación ilegítima de la libertad de  Beatriz Recchia, embarazada de cinco meses, y de su hija Juliana Inés García. Si bien la sentencia probó la coparticipación de Eduardo Alfonso en el operativo ilegal llevado a cabo en Villa Adelina en la casa de la familia Recchia-García se rechazó la posibilidad de su participación en el asesinato del padre de la familia, Antonio García, ocurrido minutos antes del secuestro de Beatriz Recchia y su pequeña hija.  Alfonso fue absuelto del cargo por homicidio a pesar de las solicitudes de condenas a prisión perpetua por unanimidad de las partes querellantes. Mientras que el ex capitán del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares, López Fader, acusado por su participación en la privación ilegal de la libertad y tormentos, homicidio y tentativa de homicidio de Diego Muniz Barreto y Juan José Fernández, respectivamente, fue absuelto de todos los cargos.

La audiencia comenzó a las 9.30 con las últimas palabras de los imputados. El primero en hablar fue Eduardo Alfonso quien comenzó a agradecer como si fuera una estrella de rock a todos los que lo habían apoyado durante el juicio: “Voy a ser realmente muy breve respecto a los hechos de los cuales se me imputan, no voy a hablar más de lo que se hizo durante todo el debate y lo hizo con mucho detalle el doctor Gerardo Ibarra. Así que solamente me queda agradecerle el asesoramiento que me dio a lo largo de todo el juicio y especialmente la contención y el cariño que ha tenido al tratar con mi familia. Respecto a mi familia quiero agradecer especialmente a mi mujer por el apoyo que me dio, a mis tres hijos, mis nietos, mis hermanos y mis amigos que me ayudaron permanentemente a sobrellevar este momento tan duro.  Por último, agradecerle al tribunal por el respeto y la consideración que me ha tenido a lo largo de todo este juicio lo cual valoro mucho”. Al finalizar una señora sentada del lado de la querella gritó “Justicia”. Por su parte, López Fader reafirmó su inocencia, como lo hizo durante todo el debate: “Yo fui detenido el 28 de marzo de 2016 en mi domicilio. Llevo 20 meses detenido por la declaración de un testigo que no conozco, (Víctor Armando) Ibáñez. No pertenecí nunca al batallón de inteligencia 601, yo estuve destinado en comisión de Seguridad Federal de la Policía Federal; como tampoco estuve destinado en comisión en la fábrica militar de Tolueno. No puedo decir lo que dijo el señor Alfonso sobre mi familia, porque no los tengo presentes por razones de distancia. Quiero agradecerle al tribunal que me ha permitido expresarme en mis declaraciones con total libertad, siempre he dicho la verdad y voy a seguir diciendo la verdad. Tengo que agradecer a mi abogado por su defensa y quiero pedirle al tribunal que Dios haga justicia en este juicio”. Finalmente, la jueza Marta Milloc convocó al público a las 13.30 para dictar la sentencia

Pablo Llonto, querellante en la causa.

Mientras el jurado deliberaba afuera del tribunal, una radio abierta transmitía el juicio encabezando un acto del que participaron los familiares de las víctimas junto a distintas  agrupaciones como Abuelas  de Plaza de Mayo; la Comisión Memoria, Verdad y Justicia Zona Norte, entre otras. Durante el acto, se plantaron cuatro árboles en la vereda del tribunal que procaman “Nunca Más”, “Memoria”, “Verdad” y “Justicia”. El nombre del último árbol es lo que todos los familiares de las víctimas esperaban y no obtuvieron esa tarde. A las 14 se reanudó la audiencia  con la lectura del veredicto. Tanto la sala principal, donde se encontraba el jurado y las partes, como la sala secundaria, se llenaron, el aire se cortaba con cuchillo, las expectativas eran muy grandes. Cuando Milloc pronunció la palabra absolución el público espontáneamente comenzó a gritar “justicia”, “hijos de puta, los jueces”, “asesinos”, “cobardes”. Cinco minutos después comenzaron a desalojar las salas, las personas salían con amargura, llorando de tristeza e impotencia, otros con ira insultaban al tribunal, a los genocidas y a sus familias. Pronto comenzaron a cantar “olé ole, olé olá/ como a los nazis/ les va a pasar/ a dónde vayan los iremos a buscar”; “Donde no hay Justicia, hay escrache”; y “No hubo errores/ no hubo excesos/ son todos asesinos los milicos del proceso”.  Poco a poco las veredas del tribunal se fueron descongestionando. Los amigos de los imputados salieron con sonrisas en sus rostros, sin ninguna muestra de respeto por el dolor de los allegados a las víctimas.

Juliana Inés García, hija de Beatriz Recchia y Antonio García, víctimas del genocida Eduardo Alfonso dijo a ANCCOM:La verdad es que esperábamos que lo condenaran a perpetua o que lo absolvieran, pero lo que hicieron fue un mamarracho. Quisieron absolverlo, pero no tuvieron la valentía de hacerlo, entonces se mandaron este mamarracho de condenarlo a cuatro años por privación ilegítima de la libertad, mía y de mi vieja, cuando antes de eso sucedió el asesinato de mi viejo.  Es un fallo vergonzoso por donde se lo mire y salvaron a dos asesinos, porque también está la absolución de López Fader. Igualmente vamos a apelar, pero es increíble lo del fallo”. Este es el segundo juicio que debe soportar Juliana sobre el operativo de su casa, en el primero fueron condenados Santiago Omar Riveros, Reynaldo Bignone, Luis Sadi Pepa y Carlos Eduardo José Somoza, pero Eduardo Alfonso evadió sus responsabilidades al fugarse a Paraguay, donde permaneció prófugo durante cuatro años. “Él era el que quedaba pendiente. Ahora es hacer todo esto de nuevo. Los cuatro años (de condena) fueron una mojada de oreja. Fue no jugársela y declarar lo que en definitiva es una absolución encubierta”, concluyó Juliana.

Juliana García Recchia, querellante y víctima de Alfonso y Alan Iud, abogado de Abuelas, hablando con el fiscal.

Sobre la sentencia a Eduardo Alfonso, Carolina Villella, abogada de Juliana Inés García actuando por la organización Abuelas de Plaza de Mayo, dijo: “Es un fallo que denota bastante incongruencia ya que, por un lado, condenan a Alfonso por su participación, como autor directo y coautor de los delitos de privación ilegal de la libertad en contra de Beatriz Recchia y de su hija Juliana Inés García y, por otro lado, lo que hacen es absolverlo por el homicidio de Antonio  Domingo García. Con lo cual, por un lado, se está reconociendo y acreditando que Alfonso participó en el operativo en la calle Independencia 1940, en el que asesinaron a Antonio y secuestraron a Beatriz y Juliana y, por otro, establecen que no es responsable del homicidio de Antonio y lo absuelven de ese cargo. Tenemos que ver qué dicen los fundamentos para saber cómo llegaron a esa conclusión tan incongruente entre una cosa y la otra, porque el secuestro se produce con posterioridad al homicidio”.

Con respecto a la sentencia dictada por el jurado a López Fader, Pablo Llonto, abogado de Juana Barreto dijo: “Son tres jueces que da vergüenza como han resuelto, es evidente que se alían con el poder político de Mauricio Macri y (Elisa) Lilita Carrió. Es un fallo político y de época, a favor de los genocidas. No puede entenderse cómo en nuestro caso un miembro de inteligencia de Campo de Mayo,reconocido por dos testigos, un suboficial y un conscripto, es absuelto por el beneficio de la duda. Vamos a esperar los fundamentos, pero estos tres jueces pasan a estar en la lista de la vergüenza argentina. Ha sido un juicio con pruebas claras, dos testigos directos que lo vieron actuando en Campo de Mayo. Ojalá que la sala de casación revoque el fallo y que establezca lo vergonzoso que es este veredicto”.

El Tribunal integrado por Marta Milloc, Diego Barroetaveña y Marcela Mónica Rodríguez dará a conocer los fundamentos de este fallo el próximo viernes 1° de diciembre.

Juana Muniz Barreto, querellante contra López Fadern y su abogado Pablo Llonto junto a familiares y amigos antes de darse a conocer la sentencia.

 

Familiares y amigos en la puerta del Tribunal en San Martin.

Actualizado 26/11/2017