Los animales verdes no son un chiste

Los animales verdes no son un chiste

Las cianobacterias pueden producir toxinas que traen severas consecuencias en la salud de humanos y animales mucho menos simpáticas que el cambio de coloración que se dio en carpinchos, vacas y demás que circularon como memes. ¿Qué puede hacer el Estado para mitigar el problema?

 

Hace unas semanas circularon imágenes de carpinchos cubiertos por un manto verde brillante en el Río Uruguay, Entre Ríos. Más allá de lo llamativo de la escena, este fenómeno no es nuevo. Las cianobacterias que pintaron a los roedores son organismos fotosintéticos de larga historia: fueron las primeras productoras de oxígeno en la Tierra, viven en la superficie del agua y están adaptadas a casi todos los ambientes, desde lagos helados hasta ríos y termas. Su nombre significa “bacterias azuladas”

Sin embargo, hay cepas que pueden producir toxinas peligrosas para los seres vivos, llamadas “cianotoxinas”. Las más frecuentes y abundantes son las “microcistinas”, tóxicas para el hígado, y las “saxitoxinas”, que pueden dañar el sistema nervioso. Según la especialista en limnología Inés O’Farrell, “pueden tener distintos efectos que pueden llegar al cáncer, entre otras enfermedades, dependiendo del tipo de exposición, aguda o crónica”.

En los últimos años, las floraciones de cianobacterias en ríos y lagunas de Argentina están en aumento. Lo novedoso es que actualmente han llegado hasta el sur de Argentina, algo que antes no ocurría. Hay varias causas que favorecen su proliferación: el incremento de nitrógeno y fósforo en el agua, generado por la falta de regulación en el uso de agroquímicos y el vertido de cloacas sin tratar, el calentamiento global y el represamiento de los ríos, que limita la circulación del agua. “Mientras no se frene esto, las floraciones van a seguir”, advirtió O’Farrell.

 

Un riesgo para la salud

Las cianotoxinas pueden afectar a animales como carpinchos o vacas que viven cerca de lagunas o ríos, los peces que los habitan,  las aves que se alimentan de esos peces, mascotas que beben agua de río o, incluso, a personas que se toman un baño en aguas contaminadas, sobre todo niños pequeños. En los últimos años, en Argentina se registraron casos de intoxicaciones graves en humanos. Por un lado, un adulto que practicaba deportes acuáticos en Salto Grande sufrió alteraciones hepáticas por exponerse a zonas contaminadas. También una niña de veinte meses tuvo que recibir un trasplante de hígado tras sumergirse en el Río de la Plata. «Cuanto más pequeño es el organismo, más vulnerable es al efecto de las cianotoxinas», explicó O’Farrell.

En ciudades sin acceso a agua potable segura, como algunas del Chaco, Santiago del Estero y el Delta del Tigre, la presencia de cianotoxinas representa un grave problema de salud pública. Según Iribarren, poblador del Delta de Tigre y doctor en Ciencias Biológicas (UBA), en el último brote de 2022 muchas tomas de agua del conurbano bonaerense fueron afectadas. “En las islas del Tigre usamos el agua para bañarnos, limpiar, regar las huertas, lavar los platos, darle agua a los animales. Y puede intoxicar a todos por igual, ya sea ingiriendo alimentos de la huerta o por alergias en la piel».

Cloacas al río y falta de regulación

A pesar de su peligrosidad, Argentina no cuenta con regulaciones específicas sobre los niveles de cianotoxinas en el agua. Según O’Farrell, muchas cepas presentes actualmente en el Río Uruguay son altamente tóxicas. «Muchísimas veces la toxicidad está por encima de los niveles de alerta de la OMS. En Argentina no tenemos normativas ni organismos oficiales que regulen la peligrosidad de las cianobacterias».

En la Ciudad de Buenos Aires, las cloacas son vertidas directamente en el Río de la Plata, arrojando grandes cantidades de nitrógeno y fósforo al agua, que alimenta a las cianobacterias. Los desechos cloacales son residuos de los baños o cocinas con gran cantidad de materia orgánica rica en carbono, nitrógeno y fósforo. Además, estos desechos contienen compuestos con fósforo, como los detergentes, o insumos químicos usados en plazas o jardines.

“Este aumento de nitrógeno y fósforo es la condición básica para que se dé un aumento excesivo de biomasa de cianobacterias y se llegue a la floración”, explica O’Farrell. En general, el aumento de cianobacterias conlleva un aumento en la concentración de las cianotoxinas.

Mientras tanto, las poblaciones más vulnerables son las más expuestas a esta contaminación. Muchas comunidades deben potabilizar su propia agua con recursos precarios, lo que implica un aumento del costo para quienes dependen de fuentes naturales para el consumo diario.

Por ejemplo, en las islas de Tigre no hay agua corriente como en la ciudad. Los habitantes suelen recolectar agua de lluvia que cae por sus techos hacia canaletas, con filtros para su consumo. Pero la situación se agravó en el último año. «Hasta el cambio de gobierno de Milei, AySA tenía una política de distribución de agua potable en una lancha para los pobladores. “Pero hace un año perdimos ese derecho, que habíamos alcanzado con el reclamo social», denunció Iribarren. Ahora, deben transportar agua potable desde el continente, exponiéndose a riesgos como la contaminación del plástico al sol.

Un reclamo silenciado

El problema de las cianobacterias tiene solución, pero requiere medidas urgentes. Como explicó O’Farrell, la clave es reducir la entrada de nitrógeno y fósforo en el agua: «Necesitamos plantas de tratamiento de desechos cloacales. No puede ser que en Buenos Aires, con 11 millones de habitantes, la cloaca se vierta en el río. Es un reclamo que venimos haciendo con el Ministerio de Salud de Nación, pero no hubo respuesta”.

El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires desarrolló un Programa de Gestión Integral de Cianobacterias, que cuenta con un sistema de alerta temprana de concentraciones de este tipo de microorganismos en ecosistemas acuáticos. Este medidor permite que, al menos, la población pueda estar informada de si es conveniente utilizar el agua para uso diario, dependiendo de la zona.

El impacto de la contaminación va más allá de los brotes actuales. Iribarren advirtió que a largo plazo incluso podría haber casos de cáncer de hígado en poblaciones expuestas a cianotoxinas en el agua sin saberlo. “Es muy injusto que niños y niñas que viven en Tigre no tengan acceso a agua potable. El Estado tiene que garantizar este derecho”, sostuvo Iribarren.

Los carpinchos pintados de verde-azul fosforescente (no esperanza) en las redes pueden asombrar, pero no se viralizan las imágenes de las cianobacterias intoxicando nuestras pieles, hígados, sistemas nerviosos o mascotas. Si los gobiernos no toman medidas de regulación y medición de toxinas en nuestras aguas, las floraciones de cianobacterias tóxicas seguirán expandiéndose en Argentina, afectando la biodiversidad, la salud pública y la calidad de nuestra agua.

¿Qué pasó con las bacterias que atacaron al Tigre?

¿Qué pasó con las bacterias que atacaron al Tigre?

La primavera de 2020 trajo consigo ciertas esperanzas de libertad, de poder disfrutar nuevamente del esparcimiento y el espacio público, relegado desde marzo de ese año por el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Sin embargo esos anhelos se vieron amenazados por la presencia de una floración de cianobacterias de la especie microcistina que puede resultar tóxica para los seres vivos. Este fenómeno desafió la temporada de verano y el repunte económico que con ella se esperaba. Incluso en los comienzos del verano puso en jaque el estilo de vida isleño dependiente del agua no solo para actividades recreativas sino también para la higiene, el riego, los animales, etc. Una vez culminada la temporada estival, ANCCOM quiso saber qué fue de esta anormalidad que doblegó las voluntades isleñas.

“Fue un poco un ‘sálvese quien pueda’. La contaminación estaba en el cuerpo, en la ropa, en las huertas, en todos los niveles en que uno era impactado porque no había forma de escapar. El contacto con el agua es cotidiano, sobre todo porque el río es nuestra vía de comunicación, es muy difícil aislarse. Acá vos navegas sobre el río e inevitablemente te salpicas un poco de agua, agarrás la soga del bote y está toda mojada”. Estas palabras pertenecen a Luciano Iribarren, quien es vecino del lugar y pertenece al Observatorio de Humedales del Delta (OHD). Iribarren además es Doctor en Ciencias Biológicas y especialista en educación ambiental y explicó: “Las cianobacterias son organismos unicelulares que están prácticamente desde los orígenes de la vida, donde sólo existían células procariotas y estas bacterias evolucionaron de distintas formas, una de ellas fue la fotosíntesis”.

«La contaminación estaba en el cuerpo, en la ropa, en las huertas», dice Iribarren.

La presencia de este tipo de algas es un fenómeno natural y bastante común que se da mayormente en aguas poco caudalosas y su mera presencia no implica de por sí peligro alguno. Sin embargo, cuando determinadas condiciones naturales como las sequías y los altos niveles de contaminación se combinan, pueden generar los Bloom o floraciones que producen toxinas aumentando el riesgo para pobladores, animales y alimentos producidos en la zona. Y esto fue justamente lo sucedido en noviembre pasado. Iribarren agrega que “estos fenómenos son completamente evitables” y menciona un informe que daba cuenta de la presencia del fenómeno en el río Paraná meses antes: “Inés O’ Farrell, docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigadora del CONICET, tenía información de que esto iba a suceder un mes y medio antes de que pase porque habían monitoreado la cuenca arriba”.

Por su parte, la Doctora en Ciencias Sociales y especialista en Sociología y Bioética Sofía Astelarra describe cinco condiciones humanas, y por lo tanto evitables, que se combinaron para que la floración se convierta en una amenaza: “Principalmente los agrotóxicos y los derivados de los fertilizantes y fungicidas,  en un contexto de avance y expansión del agronegocio. La quema de los Humedales; en 2020 se quemaron alrededor de 300.000 hectáreas en el Delta del Paraná. La contaminación industrial producto del volcado de residuos sin tratamiento a la cuenca del río Paraná y están los residuos cloacales que también tienen esos aportes. Y una última variable que es más actual que tiene que ver con el contexto de crisis hídrica desatada a partir de la construcción de represas”.

«No hay nada alarmante. Si hubiese algo que avisar se hace a través del sistema de alerta temprana”, aseguran en la Subsecretaría de Recursos Hídricos.

Desde distintos niveles del Estado nacional, provincial y municipal se adoptaron algunas medidas que, a juzgar por los isleños, no fueron suficientes. “El Estado no nos da opción, nos dice que tenemos que dejar de utilizar el hábitat con el que convivimos”, critica Damián Turov, vecino de la zona. Fiorella M., quien también reside en el Delta, declaró: “Hasta ahora la municipalidad viene haciendo estudios y alertando pero la realidad es que esto va a continuar porque los humedales no están haciendo la función de filtrado natural”. A pesar de reiterados llamados y contactos vía mail, ANCCOM no obtuvo respuestas del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación ni de la Dirección General de Gestión Ambiental del municipio de Tigre.

Por el contrario desde la Autoridad del Agua (ADA), dependiente del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, informaron que el Comité de Crisis interjurisdiccional se reúne periódicamente para monitorear la actividad de la cuenca. “La mesa se creó en diciembre, la integran todos los organismos competentes y mantiene reuniones periódicas constantemente”, informa la responsable de prensa de la subsecretaría de Recursos Hídricos de la provincia de Buenos Aires, Agustina Carra.

Desde esa cartera aseguran que las cuencas son monitoreadas con imágenes satelitales y que además se realizan muestreos semanales, pero cuando este medio pidió una copia de los informes técnicos, Carra aseguró que se reservan para uso interno del organismo a pesar de ser información pública: “No los estamos dando públicamente porque no hay nada alarmante. Si hubiese algo que avisar se hace a través del sistema de alerta temprana”, asegura Carra.

Este silencio no hace más que exacerbar las sospechas de vecinos sobre la falta de controles. El propio Iribarren reconoce que al desaparecer el tema de la agenda mediática los controles tiendan a desaparecer.

Para que el proyecto de Ley de Humedales llegue al recinto de Diputados aún falta la aprobación de tres comisiones.

Por tal motivo, el biólogo no descarta que desde su espacio lleven el tema a la justicia: “El Poder Legislativo no nos escucha, el Ejecutivo tampoco. Hay que ver si el Poder Judicial sí”, se pregunta y agrega: “Nosotros apostamos a la organización y la ley de humedales es una disputa de alcance mayor.”

Consultado por este medio sobre el estado parlamentario del proyecto de ley que protege los humedales, el diputado nacional por el Frente de Todos y presidente de la Comisión de Recursos Naturales, Leonardo Grosso, reconoce que su proyecto “es el resultado de la unificación de 10 proyectos de ley con estado parlamentario sobre la materia” y que “para llegar al recinto, aún debe contar con la aprobación de las comisiones de Agricultura y Ganadería, Intereses marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios y Presupuesto y Hacienda”. Sin embargo, a pesar de asegurar estar convencido que “el desarrollo del futuro será verde o no va a ser” en el discurso inaugural de sesiones parlamentarias, el presidente Alberto Fernández no hizo mención a la tan aclamada Ley de Humedales, por lo que no pareciera tener un lugar en la agenda legislativa. Por lo pronto, como asegura Iribarren, “será tarea de los movimientos sociales y ambientales que el tema se cuele en la opinión pública de cara al ciclo electoral que se viene”.