El Gobierno porteño contra los artesanos de La Boca y San Telmo

El Gobierno porteño contra los artesanos de La Boca y San Telmo

Los delegados de las ferias artesanales de la Vuelta de Rocha I y II, de La Boca, y los representantes de las ferias de Plaza Dorrego y calle Defensa reclaman mantener sus espacios de trabajo y no ser desalojados. Se abrió una mesa de negociación después de una protesta.

“Vamos a plantear que deroguen la Disposición 2166, que es la que firmó Yoana Fiore de la Dirección General de Permisos y Ferias. Después de eso, nos podemos sentar a ver de qué manera podemos reacomodarnos en el emplazamiento histórico nuestro”, señaló Darío Sánchez, delegado de las ferias artesanales Vuelta de Rocha I y II de La Boca, en una conversación con ANCCOM. Lo dijo pasadas las 10 de la mañana de este miércoles, justo antes de entrar -junto a los delegados de las ferias de Plaza Dorrego y calle Defensa al 1200 y 1300 de San Telmo- a la reunión que tenían pactada con las autoridades del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño.

Los primeros días de agosto, el Gobierno de la Ciudad (GCBA) había enviado a los artesanos de Vuelta de Rocha I y Vuelta de Rocha II de La Boca una disposición judicial para trasladar las ferias que estaban históricamente ubicadas en la Plazoleta de los Suspiros hacia la Plazoleta Bomberos Voluntarios. Al poco tiempo, y de noche, el GCBA corrió, de manera repentina y abrupta, los puestos de un sector al otro. “Yo estuve ese día, fue de madrugada. Fue violento como todo lo que hace este gobierno que está ahora —dijo Sánchez—. La semana pasada nos desarmaron la feria más violentamente. Los puestos en la Plaza de los Bomberos estaban generando diez mil problemas y como nadie se estaba preocupando por nuestra situación trasladamos nosotros los puestos a nuestro lugar histórico, y ahí nos los desarmaron”. Mientras Sánchez pronunciaba esas palabras, un feriante sostenía en alto un cartel que decía “La feria es con todos adentro” y un grupo de artesanas agitaba una bandera que rezaba “La feria de Plaza Dorrego no se achica”.

Los artesanos de las ferias Vuelta de Rocha I —que funcionaba los jueves y viernes— y Vuelta de Rocha II —que se desarrollaba los sábados y domingos—, no están pudiendo trabajar desde hace dos meses porque en la Plazoleta Bomberos Voluntarios de La Boca no sólo no hay espacio suficiente para los 140 feriantes sino que además es una zona alejada de los turistas. El hacinamiento y la disminución en las ventas son los mayores problemas que tendrían que enfrentar los feriantes boquenses si acataran la orden del GCBA, cosa que no está sucediendo y por eso están sin poder trabajar y reclamando todas las semanas.

En San Telmo la situación es un tanto diferente. A los artesanos de la calle Defensa al 1200 y 1300 les llegó una disposición por escrito hace un mes, también enviada por el GCBA, que busca reducir la feria a una sola mano, de manera que la mitad de los feriantes quedaría sin trabajo. El argumento que dio el Gobierno porteño fue que las autobombas y los vehículos policiales no estaban pudiendo circular. No obstante, ese criterio no se aplicó en la feria que funciona desde Defensa e Independencia hasta Plaza de Mayo, ya que sigue siendo de doble mano. Es así que solamente se verían afectados por la medida los artesanos de Defensa al 1200 y 1300, razón por la cual muchos de ellos consideraron este hecho como discriminatorio.

“En la reunión de hoy vamos a pedir que se frenen esas disposiciones para que se pueda abrir una mesa de diálogo donde realmente se hable de las razones por las que están tomando estas decisiones”, comentó a esta agencia Delfina Torres, delegada de los artesanos de la calle Defensa al 1300, San Telmo. “Queremos que el reordenamiento sea favorable para todos, nosotros somos parte de la Ciudad y del turismo. Gracias a nuestras ferias abrieron locales que no existían, y ahora ellos son parte de quienes nos quieren desplazar del espacio”, agregó Torres al tiempo que iban llegando cada vez más y más artesanos a la concentración que estaba prevista sobre las calles Martín García y Avenida Regimiento de Patricios, justo enfrente del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño.

 A su vez, a los feriantes de la Plaza Dorrego no les llegó una notificación formal escrita que indique un traslado (como les pasó a los de La Boca) o una reducción de los puestos (como les sucedió a los de Defensa al 1200 y 1300), pero saben —por una reunión informal que los delegados y las autoridades porteñas tuvieron en junio— que el GCBA tiene intenciones de desalojar la parte de la feria que funciona en lo que se conoce como “el murito”, que tiene un poco más de un metro de altura y separa el centro de la plaza y la vereda. El argumento que dio el Gobierno porteño en ese caso, de manera informal, fue que los feriantes estaban dañando parte del casco histórico y que era ilegal poner puestos ahí.

Para las 11 y media de la mañana, los delegados de las ferias artesanales de La Boca y San Telmo ya estaban reunidos con las autoridades porteñas en una sala del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana. En la calle, por otro lado, había un centenar de feriantes que pedían, con bombos y carteles, que el GCBA no avance con el traslado ni la reducción de las ferias.

Los más corajudos se animaron a colgar una bandera que decía “El arte no es delito” en una camioneta del gobierno porteño, una que tenía impregnado el lema “Vamos Buenos Aires”. Y el otro grupo de osados pegó sobre una vidriera publicitaria ubicada en la parada de los colectivos 29 y 53 un cartelito que decía “Feria Artesanal Vuelta de Rocha. 40 años de historia” y otro que rezaba “Artesanía es cultura. Cultura es identidad”. Era una batalla territorial lo que se estaba desatando, que empezó cuando al Gobierno porteño se le ocurrió que las ferias populares ya no estaban de moda y había que sacarlas de la vista de los turistas.

 Al mediodía, todos los artesanos —los de San Telmo y La Boca juntos— hicieron sonar bombos, platillos, vuvuzelas, latas, cencerros y cualquier otra cosa que hiciera ruido. Era para demostrar que la bronca acumulada por tantos destratos estaba organizada. Al mismo tiempo, algunos feriantes pintaron con stencil algunos sectores de la vereda y de la fachada del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana. “San Telmo resiste”, era uno de los mensajes grabados. Poco después empezaron a llegar al baile algunos efectivos de la Policía de la Ciudad, que miraban a los feriantes de reojo y cada tanto se decían cosas inaudibles entre sí.

“Estas disposiciones son un nuevo ataque a las clases trabajadoras. Entendemos que esto está ligado a que hay algunas personas poderosas, que no necesitan el dinero para pagar la luz ni comer todos los días, que quieren incrementar sus ganancias. En la calle Defensa, unas 45 familias nos vamos a quedar sin nuestro sustento, todo para que un millonario aumente sus ganancias”, dijo a esta agencia Guga Paita, que vende artesanías en la feria de San Telmo desde hace dos años. “Nos estamos organizando artesanos y manualistas de diferentes ferias que actualmente están siendo amenazadas porque esto nos afecta a todos. Somos una fuerza que está en lucha”, agregó la artesana.

Dos horas y media después, los delegados que habían estado reunidos con las autoridades porteñas salieron y contaron que la Subsecretaría de Ordenamiento Urbano se comprometió a no reducir, por el momento, la feria de Defensa al 1200-1300 y Plaza Dorrego mientras tengan lugar las sucesivas mesas de diálogo. A su vez, el organismo se comprometió a decirles esta semana a los artesanos de La Boca si van a poder trabajar o no en la Plazoleta de los Suspiros otra vez su espacio histórico al menos provisoriamente, mientras tengan lugar las diferentes reuniones previstas para los próximos meses.

Los artesanos en pantuflas

Los artesanos en pantuflas

Andrea Ortigoza, 51 años, de Ituzaingó, artesana desde hace 17 años, utiliza la técnica pasta piedra, un material que se trabaja en forma similar a la cerámica, una combinación de cemento y arcilla o enduido. Con ella crea platos, relojes, objetos de decoración o macetas. Siempre trabajó en feria estable, estuvo varios años en la de Ituzaingó y hace cuatro que comenzó a vender en la Feria de Morón los viernes, sábados y domingos. Ortigoza tiene cuatro hijos, al igual que muchos otros feriantes vive de sus creaciones, ese es su único ingreso. Con la pandemia, publicó su producto en Facebook, trabaja a pedido y mucho mejor. Señala: “Amplié el público, antes me encasillaba en estar en la feria y siempre es el mismo público, en cambio ahora estoy trabajando con un montón de gente en el barrio, publicando en grupos de vecinos y al tener vehículo puedo hacer entregas a domicilio”. ¿Pero qué sucede con otras artesanas y artesanos?

Para Débora Ledesma, 43 años, de Hurlingham, la situación es distinta. Realiza duendes artesanales, forma parte de la Feria de la Plaza de su localidad y comenta: “En nuestro partido la feria sigue suspendida, hay una página que nos permite publicar nuestros trabajos y compartir para que la publicación llegue a más personas. La verdad es que para nosotros es muy difícil la venta ya que lo nuestro no es un artículo de primera necesidad, dada la situación que se vive las ventas bajaron de forma abismal, sumado a que se redujo en mi caso el área de entrega, ya que solo me puedo mover dentro de mi partido. No puedo viajar a otras zonas como Morón, Palomar e Ituzaingó.”

Martín Acevedo, 31 años, de Morón y artesano desde hace 8 años, dice que es su principal fuente de ingreso, aunque también se dedica ocasionalmente al sonido en vivo de bandas. Un trabajo menor pero complementario que hoy en día se ve interrumpido por el aislamiento. Martín y su compañera reciben el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y con esta ayuda pueden solventar el alquiler y otros gastos. Otros no corrieron con la misma suerte de recibir este beneficio, ya sea porque tienen un pequeño ingreso o son extranjeros.

“Fue un golpe muy duro, yo me dedico a lo que es la encuadernación y pintura, nos tuvimos que reinventar mucho, empezar a trabajar con las redes, con la imagen, la fotografía, un montón de cosas que las tenía en mente o veía pero que no habíamos profundizado. No podemos adquirir una cámara profesional así que por medio de tutoriales buscamos cómo mejorar las fotografía, cómo encarar a los clientes, manejar Instagram”, señala Acevedo.

El panorama en el Conurbano aún sigue muy difícil, pero los artesanos y feriantes planean la vuelta presentando protocolos a los municipios correspondientes. En Morón se presentó un modelo  para reiniciar la actividad, basado en el realizado  por los artesanos de San Fernando, quienes fueron habilitados para reabrir las ferias a partir del 4 de septiembre. Lo que se propone es utilización de tapabocas, distancia entre cada puesto, colocación de nylon en cada frente para no estar en contacto directo con la gente, alcohol en gel para los clientes y feriantes y que no puede haber más de una persona por puesto, y si hay dos tienen que ser de la misma familia.
En San Fernando se aprobó la apertura de la feria pero sin artesanos invitados y en Morón se hizo un listado de la gente que posiblemente armaría puesto si se habilita la feria;  ya son más de 60 artesanos con la idea de participar. “Hay mucha gente que quiere volver a trabajar”, resalta Ortigoza.

Ledesma y Ortigoza destacan que extrañan de la feria lo social, el compañerismo. Para ellas es un espacio de trabajo pero también una comunidad, donde uno comparte muchas cosas.  

Los feriantes vienen de una coyuntura muy hostil por la recesión económica de  los últimos años. La caída del consumo cultural fue alta, remarca Martín Acevedo. Y tal como destacan muchos, la artesanía no es un producto esencial y es lo primero que queda afuera de la adquisición de la gente. Mientras que los artesanos, feriantes y emprendedores siguen a la espera de una respuesta, tratan de visibilizar sus trabajos de manera online, para unos cuantos esto los favoreció, a otros no tanto por lo que optaron saliendo a “parchar”, como le dicen ellos, que significa tirar una tela o lona en el piso y tratar de vender lo que producen.