“Toda lucha tiene discurso propio”

“Toda lucha tiene discurso propio”

Santiago Kalinowski mirando de frente a la cámara y detrás de él una gran biblioteca

“Hay que dejar de pedirle permiso al diccionario para hablar”, dice desde su despacho Santiago Kalinowski, doctor en Letras y director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras. En las últimas semanas, los medios visibilizaron un fenómeno que el debate en torno a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) logró sumar a la agenda pública: el lenguaje inclusivo. Para Kalinowski, sin embargo, esa discusión está bastante lejos de ser nueva.

También conocido como “lenguaje de género” o “no sexista”, el lenguaje inclusivo consiste en una serie de modificaciones en la lengua española para introducir un género neutro en los casos en los que se hace referencia a un individuo cuyo género no es marcado (ni femenino ni masculino), o a un grupo de individuos de varios géneros para lo que hoy se utiliza el masculino genérico (como por ejemplo “los estudiantes”, aunque sean varones y mujeres). Esta forma de utilizar las palabras produce conflictos porque sugiere la necesidad de cambios profundos en las composiciones gramaticales. Sin embargo, muchos colectivos que adscriben a ideologías de género las utilizan habitualmente. La discusión llegó a la superficie mediática cuando estudiantes secundarias se refierieron a “les diputades” en varias entrevistas periodísticas durante el crucial debate en la Cámara Baja. Las consultas empezaron a llover y la Academia publicó un pronunciamiento.

¿Cuándo comenzó a trabajar este tema?

Nosotros tenemos el servicio de consultas idiomáticas y somos una institución que entiende en cuestiones de lengua desde siempre, como cualquier academia. Empezamos hace bastante tiempo a recibir una demanda muy fuerte de consultas de los usuarios primero y después de la comunidad de medios. Y eso, cuando salió el video de una chica de un centro de estudiantes hablando con lenguaje inclusivo, de repente invadió la agenda pública. Pero eso fue simplemente el catalizador, esto es un proceso que viene hace como veinte años más o menos.

¿Tan antiguo es el fenómeno?

El estado actual de la cuestión, con el uso de la e, es simplemente el último capítulo de la discusión sobre el masculino no marcado, que viene desde que existió la necesidad de tratar de lograr que la sociedad tome conciencia de la situación de desigualdad que hay entre los géneros, de un género que tiene supremacía y uno subordinado. En el año 1999 salió publicada con desdoblamiento la constitución de Venezuela. Es un caso muy sonado porque es bastante difícil de leer. Todo el documento está escrito con o y con a. No se puede decir gobernador sin decir gobernadora, ministro sin decir ministra, presidente sin decir presidenta. Entonces quedan unas cláusulas totalmente kilométricas. Por ejemplo “si el cargo del presidente o la presidenta o el cargo del vicepresidente o la vicepresidenta o el cargo del gobernador o la gobernadora”… Digamos que, estilísticamente, se vuelve una pesadilla.

Muy difícil de leer…

Como era tan engorroso, se ensayaron opciones que ahorraban el desdoblamiento. Primero apareció la arroba, que a mucha gente le pareció que era binaria también porque es un signo que parece una o adentro de una a o algo así. Ante éste problema se propuso usar la X, que era no binaria, pero no es pronunciable. Entonces apareció la posibilidad de usar una vocal que no sea ni la a ni la o, con tradición de ocupar el lugar de vocal desinencial.

Entonces se incorporó la e…

Claro. En español en el final de las palabras solamente hay tres vocales, la o, la a y la e. Entonces por eso se prefirió la e, aunque trae otros problemas.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo el problema de que “lectores” es masculino, entonces vos podés decir “les lectores”, pero sigue sonando muy masculino porque existe lectoras. Algunos lo que hacen en lugar de decir “les lectores” es decir “les lecteres”: cambian una vocal más para atrás.

Entonces el lenguaje inclusivo genera problemas gramaticales…

Genera un tema que es que no existe morfología en la lengua española. El género gramatical en español está estructurado de esa manera. Tiene una versión no marcada que es masculina, el masculino genérico, y que incluye a personas de todos los géneros. Por otro lado está el masculino marcado y el femenino marcado. No existe femenino genérico. El masculino sirve para dos cosas y el femenino sirve para una sola. Eso se puede remontar a la noche de los tiempos de la codificación gramatical.

¿Es una convención casual?

Es convincente pensar que dinámicas que eran propias de la especie vienen de mucho tiempo antes. Por ejemplo, que es el macho de la especie el que monopolizaba la fuerza física, el que distribuía los recursos valiosos, acaparaba los espacios de poder. Desde el punto de vista de la larga evolución humana no es casual que haya sido el masculino el que haya asumido ese rol. No es una conspiración entre los tipos que dijeron “vamos a hacer así”. Es tan abrumadora la presencia del macho de la especie en todos los lugares de mayor visibilidad que se da solo. Se asume que si hay un espacio, ese espacio es de hombres. Porque las lenguas funcionan en base a generalizaciones. De otra manera no podríamos hablar.

Santiago Kalinowski mirando a la cámara, apoyado sobre la mesa en su despacho.

“Hay que dejar de pedirle permiso al diccionario para hablar”, dice desde su despacho Santiago Kalinowski.

Posiciones y cruces

El debate en la academia ha resultado en posiciones a favor y en contra. En el año 2012, la Real Academia Española (RAE) emitió un informe donde criticaba las intervenciones de este tipo a la lengua española por un grupo de guías “por un lenguaje no sexista”. En un tweet de enero de este año, la Academia reafirmaba su posición frente a estas expresiones definiéndolas como “innecesarias y artificiosas”. Por otro lado, grupos feministas y ciertos académicos consideran que su uso es válido y necesario puesto que, desde su perspectiva, el español está “atrasado” frente a ciertos cambios sociales.

¿Cuál es su posición frente a este tipo de lenguaje?

Nuestra postura es que el lenguaje inclusivo es un recurso de intervención del discurso público que persigue un fin en la sociedad, que es el de echar luz sobre un problema, denunciar una desigualdad y eventualmente crear las condiciones para cambiarla. Es decir, pertenece al ámbito de la retórica, no es un fenómeno lingüístico. No sé si alguna vez lo va a ser, es muy difícil por otras razones. Tiene una extraordinaria potencia y, como se subordina al progreso social, es un recurso fantástico y necesario. Pero si se estudia dónde, cuándo y cómo aparece, se da cuenta de que su ámbito natural de circulación es el discurso público: una entrevista, una pancarta, un tweet.

¿No lo considera un proto-cambio lingüístico?

Me parece que plantearlo en esos términos es ya darle estatuto de cambio. Desde un punto de vista lingüístico, no podemos decirlo. Es una intervención consciente, calculada, planificada y muy potente e interesante porque no tiene precedentes. Se puede decir que es la formulación discursiva que rodea una lucha social y política. Y eso es algo de toda la vida: toda lucha social y política conformó alrededor un tipo de discursividad propia.

Pero podría pasar de lo retórico a lo lingüístico…

Todos los que intervienen en este debate presuponen que a la lengua la cambian cinco ‘changos’. Es tal la vehemencia con la que se lo rechaza como con la que se lo defiende. El valor principal de las lenguas es adaptarse a las novedades manteniéndose fiel a sí mismas. Si uno hablara con una persona del siglo XVIII se entendería perfectamente, dirían: “Uh usted habla raro. Usted también” y ahí se acabó. Para que esto ocurra hay que cambiar todas las vocales desinenciales, todo el sistema de pronombres y toda la estructura morfológica. La dimensión es totalmente desproporcionada: por eso digo que es muy difícil. Es reestructurar algo que en la mente de los hablantes está en un lugar de altísima jerarquía, que es muy abstracto.

Santiago Kalinowski junto a una ventana, mirando a la cámara con los brazos cruzados.

«Nuestra postura es que el lenguaje inclusivo es un recurso de intervención del discurso público que persigue un fin en la sociedad», dice Kalinowski.

¿Es útil entonces hablar en inclusivo?

Cuando uno escucha una fórmula de inclusión, no puede evitar tener conciencia de que hay alguien detrás que se planta frente a un problema, lo que lo lleva a ver ese problema. Con el discurso se lo presenta. Es un problema tan grave que quien use el lenguaje inclusivo necesitó por medio de esa forma denunciarlo. A partir de allí, uno no puede estar al margen, ya se involucra. Porque le molesta o porque le suena raro, pero se involucra. En ese sentido, es muy potente y muy necesario.

Frente a las posturas que no lo rechazan pero lo consideran un cambio generacional ya instalado, ¿considera que el español está atrasado a los cambios culturales?

Creo que es un fenómeno de nicho. Su ámbito de circulación es extraordinariamente restringido, hay grupos localizados con mucha visibilidad porque están a la vanguardia del movimiento: centros de estudiantes, el Congreso, algunos medios. Así como la lengua se configura a lo largo de miles de años y a través de generalizaciones, en esas generalizaciones se actualizan prejuicios de tipo racial, cultural y político. Atrasar, por supuesto que atrasa: es un poco algo que está dado. Y por ejemplo si uno quiere que deje de haber palabras racistas lo que tiene que hacer es terminar con el racismo. Como se trata de un pronunciamiento político, uno no puede coartarle a nadie la voluntad de pronunciarse ante una causa tan importante como esta, que la siente de una manera tan íntima y tan fuerte con argumentos gramaticales. Porque si uno se lo impide con argumentos gramaticales, esos argumentos, como se trata de un fenómeno político, no se leen y no se entienden como otra cosa que una intervención política.

Como lo hizo la RAE y otros grupos opositores…

Hay un problema de apreciación del fenómeno: se está tratando de lingüístico algo que no es lingüístico. Todas las organizaciones militantes escuchan eso como un intento de un organismo (la RAE) que tiene mucho poder de comunicación, de horadar la lucha feminista, no como una declaración clínica de tipo gramatical. La lengua funciona como una manera mediada de discriminar a una persona por distintas razones: su sexo, su origen nacional, su clase social, su raza. Se convierte en un dispositivo para hacer lo que realmente quiero hacer: criticar a la mujer que reclama igualdad. En cambio, si una persona no usa el lenguaje inclusivo, está usando la gramática de su lengua y no lo podés acusar de nada a menos que diga barbaridades. Hay que bajar la ansiedad de que de repente va a haber una “policía del lenguaje inclusivo” y que si vos no lo usas te convertís en un “machirulo”.

Esa palabra estuvo en agenda por el uso que le dio la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner para criticar a Mauricio Macri. ¿Qué piensa al respecto?

Para el discurso feminista fue un golazo. Esta palabra ya está en proceso de ponerse en el diccionario. Las declaraciones de gente de ese nivel le dan mucho ímpetu porque de repente un montón de gente se entera de lo que significa y dicen “ah, me viene bárbaro para decirle a éste que me acaba de rozar el culo en el transporte público, que me dice una guarangada”, porque hay un rol que esa palabra describe muy bien. Los hablantes necesitamos mover el léxico mucho más que todo lo otro.

Maestra del aula, de la vida y de la resistencia

Maestra del aula, de la vida y de la resistencia

Debora Kozak exponiendo en la audiencia por el cierre de los Institutos Docentes, el 24 de abril del corriente año.

La docente y rectora del Normal 1, Débora Kozak, murió la noche del lunes producto de una repentina encefalitis. Fue una de las máximas referentes de la comunidad educativa porteña en la lucha contra el proyecto UniCABA. Familiares, amigos y compañeros de trabajo la despidieron en un emotivo acto. El discurso de Darío Sztajnszrajber

“Todavía no lo podemos creer, fue todo muy repentino. La última vez que la vi fue el día anterior a que se votara UniCABA, en el acampe. Luchó hasta el final”, cuenta a ANCCOM una compañera de trabajo de Débora Kozak. La docente y rectora del Normal 1 murió la noche del lunes producto de una encefalitis repentina, generando conmoción en toda la comunidad académica. En un emotivo acto, familiares, amigos y colegas despidieron ayer a las 19 a una de las principales referentes de la lucha contra la reforma educativa del PRO en la Ciudad.

“Me dio un beso y un abrazo, me acuerdo. Era muy afectuosa”. Como vicepresidente del Consejo de Educación Superior de Gestión Estatal (CESGE), Kozak estuvo a la cabeza de la lucha contra UniCABA, la punta de lanza del ajuste en materia educativa impulsado por el oficialismo porteño. La iniciativa que procuró el cierre de 29 institutos de formación superior docente se convirtió en ley el pasado 22 de noviembre, luego de ser aprobada en la Legislatura de la Ciudad. Meses antes, en abril, Kozak advertía a ANCCOM las implicancias que este proyecto traería para la educación superior porteña: “Si tenés una sola universidad que promueve el pensamiento único, un sólo enfoque, una sola mirada, claramente hay un empobrecimiento del conocimiento, porque se afecta la diversidad”.

Tras confirmarse su fallecimiento, el CESGE emitió un comunicado donde afirmó comprometerse a “seguir su ejemplo y honrar su legado”. «Debora luchó contra la ignorancia, la hipocresía y la falta de humanidad en la educación», escribieron sus compañeros y agregaron: «Nos comprometemos a seguir su ejemplo y honrar su legado».

Por su parte, desde el gobierno de la Ciudad se decretó el cese de actividades de este miércoles para la totalidad de los 29 institutos de nivel terciario.

Huellas

Ayer por la tarde, familiares, colegas y estudiantes de Kozak colmaron la sala velatoria del barrio de Belgrano donde se le dio el último adiós. En un homenaje sentido, se la recordó como gran docente, madre y militante.

Entre los presentes estuvo el filósofo Darío Sztajnszrajber​, quien conoció a la experta en educación en la lucha contra la implementación de la UniCABA. Emocionado, el ensayista brindó un breve discurso donde habló de la vida, la muerte y la “huella” de la docencia. A partir de esa reflexión, Sztajnszrajber​ subrayó la necesidad de continuar con la lucha por la educación pública.

A continuación, el discurso completo:

“El sinsentido de la muerte de alguna manera parece poder compensarse con el sentido que uno construye en la vida. Como formadora de formadores, Débora construyó la posibilidad de que muchos otros construyan sus propios sentidos, y eso tiene un valor agregado, porque está en otro plano. La vida de Débora fue un acontecimiento político porque apostó a esa construcción del sentido de manera democrática, igualitaria, para que todos, sin ningún tipo de distinción, pudieran acceder a su propia formación. Un docente, una docente deja huellas. Esa es la primera tragedia que tenemos los docentes: nuestra devoción por el otro nos vacía, hay un despojamiento absoluto en la apuesta por ese otro. La muerte siempre llega a destiempo pero hay destiempos que duelen y tal vez la mejor manera de homenajear a Débora es poder culminar con sus pendientes. Por ejemplo, muchos de los que estamos acá como comunidad docente, realizar el pendiente de Débora que es continuar la lucha que la encontró en los últimos tramos de su vida. Acá estamos algunos de los suyos. Hay un filósofo que se llama Jacques Derridá que dice que los ojos, más que un órgano que sirve para mirar, son un órgano que sirve para llorar. Tal vez en este llanto común, Débora, nosotros te sigamos viendo.”

Parte del pensamiento de Kozak puede encontrarse en el blog Pensar la Escuela, donde escribía asiduamente. El último texto que publicó fue para el portal de noticias Infonews y se titula “Lo que oculta la ley de UniCABA”.

En la nota afirmaba que la ley “apunta a la destrucción del sistema de formación docente de la Ciudad de Buenos Aires” y “esconde un feroz ajuste presupuestario y también un negocio inmobiliario que ya ha empezado a manifestarse con la decisión de trasladar el Profesorado de Educación Física “Enrique Romero Brest”, cuyos terrenos en Núñez son muy codiciados”.

En su cuenta de Twitter, Kozak se definía como “educadora y madrex3”. En su biografía de esa red social, un corazón verde abortero acompaña su nombre; debajo se puede leer en forma de hashtag “No a la UniCABA”, la frase que sintetizó la resistencia contra la reforma educativa. Kozak eligió que pese a la sanción del proyecto, se mantuviera en su perfil público. Como si fuese una bandera. Una declaración de principios.

La noticia bajo la lupa

La noticia bajo la lupa

Hombre y mujer mirando el noticiero de Nicolás Repetto en Telefé.

La Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual presentó un exhaustivo  informe que ya desde el título plantea un interrogante: “¿Qué es noticia para los noticieros de televisión abierta?” Desde febrero de 2013 hasta diciembre de 2017, el organismo elaboró un abordaje comparativo de lo construido como noticia para los canales de aire de la Ciudad: América, Canal 9, Canal 13, Telefé y Televisión Pública.

En total, se clasificaron y compararon 78.289 noticias que ocuparon 2.800 horas distribuidas en los cinco años de investigación. Entre las conclusiones más importantes, el trabajo señala que el mayor espacio se lo llevan las coberturas policiales y políticas. En contraposición, escasean aquellas destinadas a la salud, la educación, los migrantes, las personas mayores y a las problemáticas vinculadas con los derechos humanos o con las cuestiones de género. Además, quedó en evidencia el pobre trabajo que los periodistas realizan con las fuentes de información: cada año desciende la cantidad que citan. El informe completo se puede encontrar aquí.

Lucía Ariza es Doctora en Sociología (Goldsmiths, Universidad de Londres) y Magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural (UNSAM). Luciano Beccaria es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA) y Magister en Estudios Latinoamericanos (UNSAM). Ambos son integrantes de la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo de la Defensoría y participaron activamente de la confección de todos los monitoreos, desde el primero hasta este último. ANCCOM logró reunirlos para esta entrevista.

Aunque es un organismo que ya tiene sus años, dado que se fundó en 2012 y que fue creado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), sería importante que cuenten cuál es la función principal de la Defensoría del Público.

Luciano Beccaria: (La Defensoría) Es el organismo que representa a las audiencias de radio y televisión en todo el país y, como tal, protege y promueve sus derechos. Su misión principal es recibir y canalizar las demandas y consultas de estas audiencias, las cuales pueden referir a vulneraciones del derecho humano a la comunicación o pueden requerir su presencia en cualquier parte del territorio argentino para desarrollar capacitaciones y otras actividades de promoción.

¿En qué contexto se inscribe la elaboración de este informe?

LB: Bueno, otra de las misiones de la Defensoría es convocar a organizaciones sociales, medios, centros de investigación, a crear un ámbito participativo y de debate permanente. Es en este punto donde se inscribe parte del trabajo que realiza la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo, y en particular el desarrollo del monitoreo de noticieros de TV abierta.

Lucía, ¿de qué manera colaboraste en el proceso?

Lucía Ariza: Formé parte del diseño del estudio, definiendo junto al resto del equipo las variables a tener en cuenta: tópicos, actores, fuentes, sus dimensiones y valores. Ya que no había muchos antecedentes de estudios similares, y los que estaban a disposición no detallaban cuestiones técnicas como la composición de sus instrumentos de recolección de datos, se realizó toda una tarea para construir estos instrumentos.

¿Y vos, Luciano?

LB: Participé en ese trabajo colectivo de diseñar el instrumento de análisis y, particularmente, en el desarrollo del modelo de informes cualitativos, que tiene una fuerte impronta en el relevamiento de la información sobre sectores sociales históricamente vulnerados, y con los que la Defensoría trabaja permanentemente en distintos ámbitos.

LA: Otra tarea que también realizamos, además del mantenimiento y control de bases, procesamiento, análisis y diagramación de datos, es el diseño de los manuales de monitoreo y del documento metodológico, que son herramientas fundamentales para la socialización de lo que hacemos, para poder compartir con otros equipos de investigación, y para la capacitación de nuestro equipo y otros con los que hemos colaborado.

¿Qué resultado extraído del informe es el que más les sorprende? ¿Y cuál les parece más relevante?

LB: El que más me sorprende a mí, es el bajo índice de fuentes de la información explicitadas por cada noticia, número que se reduce año a año. El más relevante puede ser la brecha existente entre los tópicos con mayor presencia y duración, principalmente policiales y política, y aquellos que aportan información socialmente necesaria o refieren a sectores sociales históricamente vulnerados, y que en los noticieros aparecen marginados, como salud, educación, migrantes, pueblos originarios, géneros, niñez y adolescencia, personas mayores y derechos humanos.

LA: El monitoreo produce un gran volumen de datos y todos los datos son importantes porque contribuyen a distintas necesidades y debates. Y todos los datos son relevantes porque depende de en qué diálogo son tenidos en cuenta, pero aquellos datos que hablan de poblaciones vulnerables, y los que proveen información sobre temáticas de incumbencia para el todo social, como la salud, creo que son los más relevantes.

¿Por qué es importante realizar este tipo de monitoreos?

LB: Este tipo de diagnóstico acerca de qué es noticia para los noticieros sirve de insumo tanto para el diseño de políticas públicas como para registrar casos y ejemplos que sirven para el tratamiento responsable de distintas temáticas realizadas por la Defensoría. Pero también sirve para las audiencias que reciben esa información, para los propios medios de comunicación y para los investigadores, en tanto se trata de una masa de información pública a la que se le puede realizar una diversidad de preguntas según los intereses de cada actor.

LA: No existe un trabajo similar en la Argentina sobre las noticias que se emiten en TV, y eso lo hace muy útil no sólo para conocer qué y cómo se convierte en noticia en los noticieros, sino también como insumo en las instancias de diálogo y capacitación con los medios audiovisuales que lleva adelante la Defensoría. El monitoreo es un estudio científico que permite conocer aspectos de la agenda noticiosa de la CABA y, por extensión, de las provincias, porque los canales que monitoreamos tienen impacto nacional.

Por último,  ¿qué considerás que puede aportarle este informe a la televisión abierta y la dinámica de los noticieros?

LB: En parte, para los medios es una suerte de espejo que refleja algunos aspectos de la producción de noticias y su distribución y jerarquización temática en los programas. Eso también habla de aquello que los noticieros presuponen que sus audiencias consumen. Considero que es un diagnóstico que también puede aportar a la hora de pensar en las rutinas productivas, con su dinámica de la inmediatez y sus ataduras al rating, en tanto puede ser un punto de apoyo para revalorizar el papel de las fuentes de la información en la construcción noticiosa y su diversidad.

LA: El monitoreo ofrece una visión del sistema de noticieros de aire. Ese “espejo” del que habla Luciano es central para que en los lugares donde se producen, editan y presentan noticias se reciba una mirada más amplia sobre la tarea cotidiana, que pueda deducir tendencias de corto y largo plazo, identificar permanencias y variaciones en la agenda, y detectar cómo opera lo que podríamos llamar una matriz de la agenda noticiosa.

El foco puesto en ocupar, resistir y producir

El foco puesto en ocupar, resistir y producir

La muestra fue organizada por FOTODOC, un taller especializado en fotografía documental.

“Las cooperativas son espacios de resistencia plena. Le debíamos a las organizaciones mostrar las fotografías. Nos pareció que era algo que no se ve actualmente. Queda mucho camino aún”, confesó Nicolás Falduti, uno de los ocho integrantes del Taller de Fotografía Documental FOTODOC, realizadores de la muestra “Ocupar, Resistir, Producir”, que documenta las historias de siete empresas recuperadas y autogestionadas por sus trabajadores.

La muestra montada en el ECuNHI retrata a los trabajadores de Alcoyana, Chilavert Artes Gráficas, San Carlos, Unión y Fuerza, La Nueva Esperanza, Nuevo Guido Spano y Tiempo Argentino que se inscriben en rubros tan diversos como la educación, el textil, la gráfica, la metalúrgica o la comunicación. Pero que tienen en común que, tras estar a punto de perder sus fuentes de trabajo, los otrora empleados con sacrificio, honestidad y solidaridad lograron reabrir las puertas del espacio que los unía para hacerle frente a empresarios, proveedores, facturas de gas y luz, la modernización tecnológica y la competencia de importaciones que permiten el ingreso de productos y servicios que les compiten a bajo costo.

Mientras recorría y observaba las fotos grupales Sabina Romani, otra de las fotógrafas que participó del proyecto, explicó: “Nuestra idea era representar a estos héroes anónimos. El trabajo es para toda la gente de las cooperativas. Las fotos son historias de vida. Las crisis, caer y recuperarse. Siempre está vigente este tema, por eso le llega a la gente. Nuestro objetivo fue reflejar su espíritu de lucha y resistencia para mantenerse con vida y trabajo”.

La muestra montada en el ECuNHI retrata a los trabajadores de Alcoyana, Chilavert Artes Gráficas, San Carlos, Unión y Fuerza, La Nueva Esperanza, Nuevo Guido Spano y Tiempo Argentino.

Daniel Merle y Pamela Ghisla son los responsables de FOTODOC. Respecto a la tarea que realizan desde este espacio, Merle comentó: “El taller nació en 2003. Elegí fotografía documental para salir de la prensa y dedicarme a lo que no está urgido por la inmediatez de las noticias, para tomar una perspectiva más histórica. El taller lo realizó en conjunto con Pamela Ghisla y siempre está en consonancia con las cosas que pasan en el país. El documentalismo siempre ha sido una disciplina preocupada por los procesos sociales. Este proyecto final, organizado por los participantes, surgió particularmente en el medio de una serie de hechos sociales y políticos a los que no escapa nadie.”

“La elección de la temática fue un arduo camino. Nos costó porque éramos varios. Había muchos temas interesantes. Elegimos éste porque es muy actual, social, transmite y tiene fuerza”, expresó Romani. El público, al momento de producirse el contacto con las fotografías, se muestra sorprendido. Es una oportunidad para descubrir la heterogeneidad de los espacios y lo que se puede lograr con esfuerzo y dedicación en conjunto.

Las fotos no poseen autores, lo cual refleja el espíritu de cooperativismo tanto en la muestra como en las fabricas.

Y es que tanto las cooperativas retratadas como FOTODOC tienen un tipo de lógica de organización del trabajo similar. Romani recorría por primera vez la muestra junto a su padre quien al detenerse frente a los retratos, le consultó a su hija: “¿Cuál es tu foto?” Y ella, sonriendo, le contestó: “Nuestra idea como grupo es que no hay una imagen de cada uno. A veces trabajamos en conjunto, uno disparó y los otros asistieron con las luces y la producción. Hicimos algo entre todos, refleja el espíritu del cooperativismo. Unimos fuerzas de todos lados para llegar a este resultado.” Los demás fotógrafos que completan este grupo son Natalia Calabrese, Nilda Fiorito, Andrea Guedella, Silvia Sánchez Puch, Juan Ignacio Sarrabayrouse y Graciela Zaires.

La producción del proyecto finalizó en noviembre del año pasado. De ahí en adelante comenzó un derrotero de llamados, mensajes, inconvenientes, cuentas, buscar un lugar para la muestra hasta que el ECuNHI abrazó la propuesta y todo comenzó a tomar forma. Zaires relató: “En este espacio la memoria es muy importante. Con las fotografías queremos contar que esto también pasó. Poder mirar a la gente, sus caras retratadas en las imágenes que reflejan memoria de toda la lucha emprendida.”

“Todos nos tenemos que rearmar después de una situación así. Se termina todo y hay que volver a empezar. Ellos tuvieron la voluntad de juntarse”, argumentó Zaires, quién se mostró movilizada al apreciar las fotos grupales. Su marido trabajaba en una fábrica textil y se quedó sin trabajo en 2000 porque la empresa cerró.

El cooperativismo abre espacios donde todos los participantes tienen la misma voluntad de decisión y participación. Una de las historias elegidas para reflejar su espíritu y manera de organizarse fue la cooperativa de trabajo del diario Tiempo Argentino. Cuando los empresarios Sergio Szpolski  y Matías Garfunkel abandonaron la empresa y a sus trabajadores, quienes desde diciembre de 2015 no cobraban su sueldo, se terminó de constituir el vaciamiento del Grupo 23. A pesar de este hecho, en abril del 2016 la asamblea formada por 125 trabajadores de los 170 originales votó constituirse en cooperativa y la nombraron Por Más Tiempo. Así fue como Tiempo volvió a la calle y hoy apuesta por un periodismo libre, sin patrones ni condicionantes.

Otra de las elegidas fue la metalúrgica Cooperativa de Trabajo Unión y Fuerza Ltda. que comenzó en diciembre de 2000 a producir con un sistema de fason: los clientes aportaban la materia prima y la fábrica luego cobraba la mano de obra. De esta manera, podían pagar los insumos de luz, agua y gas, sosteniéndose sin subsidios ni créditos del Estado.

Aunque no todas las historias retratadas comienzan con el abandono de los patrones luego de quebrarlas y fundirlas. Tal es el caso de la Cooperativa de Trabajo San Carlos Ltda. que se constituyó en octubre de 2001. Carlos, su dueño, no resistió la crisis de la década del ’90, que lo empujó a una situación desesperante en la que la única salida era la quiebra y el despido de todos los empleados y tomó la tremenda decisión de suicidarse. Tras este hecho, los dueños de la antigua Mondego SRL cedieron las instalaciones y las máquinas para que los integrantes de la cooperativa tengan un espacio para producir. Una vez recuperada la fábrica, los trabajadores la denominaron “San Carlos” en honor a su dueño. Actualmente se especializan en la fabricación de válvulas.

La muestra estará hasta el 13 de noviembre en el ECuNHI – Av. Del Libertador 8151.

En éstos y en los demás casos, la muestra exhibe fotografías grupales, otros retratos más espontáneos y también se adentran en los distintos espacios de las empresas gestionadas por sus trabajadores.

La muestra estará hasta el 13 de noviembre en el ECuNHI – Av. Del Libertador 8151- una de las 15 instituciones que han transformado a la Ex Escuela de Mecánica de la Armada  en una reivindicación de la memoria, el arte, la cultura y los Derechos Humanos. El espacio se podrá visitar además el sábado 10 de noviembre durante “La noche de los museos” donde a partir de las 20 hs se realizarán talleres, charlas, encuentros musicales y shows de artistas latinoamericanos.

El proyecto fue invitado a mostrarse el año próximo en la Legislatura porteña y en el Congreso de la Nación, donde los fotógrafos prometen crear más material y traer nuevas ideas a la muestra original.

Historias restituidas

Historias restituidas

La última dictadura cívico-militar, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional y llevada a cabo entre 1976 y 1983, se encargó de hacer desaparecer a 30.000 personas. Con secuestros, torturas y asesinatos, marcó un antes y un después en la historia de cada argentino. Dispuso también el robo sistemático de bebés que nacieron durante el cautiverio de sus madres o que habían sido secuestrados junto a ellas, sustituyéndoles la identidad, imponiéndoles una vida de ocultamiento y mentiras, en donde hay más preguntas que respuestas.

En plena dictadura y en absoluta soledad, un grupo de mujeres se instaló alrededor de la Pirámide de Mayo como una forma de presión para conocer el paradero de cada desaparecido. Fueron llamadas Madres de Plaza de Mayo, pero muchas de ellas también estaban buscando a los hijos de sus hijas y comenzaron a reunirse para esa otra búsqueda. Primero fueron doce y se nombraron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos. Luego adoptaron el nombre con que la prensa internacional las empezaría a llamar: Abuelas de Plaza de Mayo.

Con un pañuelo blanco en la cabeza, hecho con tela de pañales, Madres y Abuelas se volvieron soberanas de la memoria, la verdad y la justicia. El 22 de octubre se conmemora el Día Nacional por el Derecho a la Identidad, establecido en 2004, en homenaje a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo por recuperar a sus nietas y nietos apropiados. A la fecha, ya lograron restituir la identidad a 128. Esos hombres y mujeres hoy pueden saber quiénes son y reconocerse en sus historias familiares. Ahora tienen la libertad y la verdad en sus manos.

A 41 años del inicio de esta lucha, ANCCOM se reunió con cinco nietos y nietas que repasan, a través de sus historias, la lucha y logros de una institución que creció a fuerza de amor, creatividad y trabajo colectivo. Cada restitución trajo un aprendizaje, y la experiencia construyó las herramientas para que la identidad sea considerada un derecho inalienable. Todavía son más de 300 los nietos y nietas que se siguen buscando.

Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos, nieta N°4

Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos, nieta recuperada.

El 31 de octubre de 1977, Mirta Britos fue secuestrada en una plaza de Villa Ballester. Sus dos hijas, con quienes se encontraba, quedaron abandonadas en el medio de esa plaza. Tatiana, de 3 años y Laura, de 3 meses, dos NN en la vía pública. “Mi hermana fue llevada al Hospital Pedro de Elizalde (Casa Cuna) y yo a un orfanato en Villa Elisa”, cuenta Tatiana.

A su vez, Carlos e Inés Sfiligoy habían presentado una solicitud de adopción en el Juzgado de San Martín. “Al tiempo les notifican que les habían adjudicado un bebé, que no era ni mi hermana, ni yo. Cuando van al juzgado, curiosamente ese mismo día yo estaba allí, y también mi hermana, luego de haber estado separadas por seis meses, para que nos realizaran exámenes”.

Inés estaba preparada para adoptar ese otro bebé, pero en el juzgado se topó con una enfermera que tenía en brazos a la hermana de Tatiana y le pidió a la secretaria del juzgado adoptarla. Se la niegan tres veces. “Mi mamá empezó a insistir hasta que consiguió el sí”. En ese momento, Tatiana estaba en una oficina, frente a la que estaban Inés y Laura. Ambas eran NN, un universo de desconexión las separaba, no había razones para pensar una relación entre ellas. “Me iban a dar en adopción a otra familia. Empiezo a llamar la atención, hago lío, cosas de una nena de tres años. Inés, al oír, pregunta por mí. Quien estaba con ella le comenta, pidiendo discreción, que se trataba de la hermana de la beba que había elegido adoptar”. La insistencia se duplicó, porque tanto Inés como Carlos también pidieron por Tatiana.

Tatiana Ruarte Britos nació el 11 de julio de 1973 y es fruto de la relación de María con Oscar Ruarte. La unión entre ellos se terminó poco tiempo después de haber nacido Tatiana. María Graciela conoció a Alberto Jotar, con quien tuvo a Laura Malena Jotar Britos, nacida el 13 de agosto de 1977. Hoy Laura es Mara Sfiligoy. Los Sfiligoy sospechaban sobre el origen de sus hijas a pesar del rotundo ‘son dos NN’ que les informaba el juzgado. “A Inés le hacía ruido que hayamos sido abandonadas juntas en una plaza, por lo que recurrió al juez para saber si teníamos familia, y recibió como respuesta un ‘No, señora. No pregunte más’ ”.

En 1980 llegaron las Abuelas, tras una investigación que surgió a partir de una foto con la que contaban como única herramienta. “No había ADN, no había nada“, dice Tatiana. Por la edad de Tatiana debía haber alguna información que fue dada por alguien que se compadeció. “Así detectaron que yo pasé por ese juzgado, que estaba en el período de guarda y camino a la adopción. Se empiezan a conocer mi familia biológica con la adoptiva y el juez dispone un ´arréglense las partes´. Nosotras teníamos tres abuelas (por parte de mi papá, del papá de Mara y nuestra mamá) -describe-. Mis padres adoptivos nunca se opusieron a nuestra familia biológica ni a saber nuestro origen. Se dispusieron regímenes de visita para que estén en contacto ambas partes. Se conformó una familia ensamblada. La adopción tardó en salir ocho años y fue para mí, un alivio. Nunca me ocultaron mi origen, mis padres adoptivos tenían las mismas incertidumbres. Las dos familias se entendieron”.

En años delicados de madurez, Tatiana comenzó a preguntarse por sus padres: “¿Estarán vivos? ¿Los encontraré en algún momento? Eran preguntas constantes, pero a los 12 años me dí cuenta de que no, que seguramente habían muerto”. A los 18 años se anotó en clases de teatro: “Le comenté a mi abuela. Se quedó boquiabierta. Luego me contó que mis padres hacían teatro a la misma edad. Hasta ese momento no sabía, y enterarme fue verme en un espejo”.  Tatiana reflexiona: “La identidad es una construcción. Si no, no se explica. Que la verdad haya salido a la luz implica repensarse todo el tiempo. Hay un antes y un después”.

Claudia Victoria Poblete Hlaczik, nieta N° 64

Claudia Victoria Poblete Hlaczik sosteniendo una foto de sus padres, Marta Gertrudis Hlaczik y José Liborio Poblete Roa, desaparecidos desde el 28/11/1978

El 28 de noviembre de 1978, José Liborio Poblete Roa y Marta Gertrudis Hlaczik fueron secuestrados y llevados al Centro Clandestino de Detención El Olimpo junto con su hija Claudia. La niña fue apropiada e inscripta como hija biológica por Ceferino Landa y su esposa, Mercedes Beatriz Moreira, con el nombre de Mercedes Beatriz Landa. La partida de nacimiento falsa fue firmada por el médico Julio César Cáceres Monié. En 1999, Mercedes fue citada por el juez Gabriel Cavallo para que se realizara los análisis inmunogenéticos que confirmaron su identidad.

“Restituí mi identidad en el 2001. Me llegó una notificación para hacerme el ADN, posiblemente fuera hija de desaparecidos. Si bien en la adolescencia tenía algunas dudas, más que nada por la edad de mis apropiadores que eran personas mayores, no sabía nada de Abuelas, ni que había niños apropiados. Me pasé toda la vida mirando para otro lado. Había indicios claros. Antes de presentarme en el juzgado, hablé con mis apropiadores del tema. Me dijeron que estaba todo armado, que era mentira, que lo hacían para perseguir a los militares. Lo negaron. Sostenían que era su hija biológica. Según ellos no tenían fotos de mi apropiadora embarazada, porque se las habían robado”.

Como sospechaban las Abuelas, el resultado fue positivo. Mercedes era Claudia. “En la carpeta que me dieron había una foto mía de bebé, la vi y me reconocí. Había fotos de mis padres. Eso me sacudió. Empecé a llorar, era mucho para procesar”. El día que recibió el resultado, conoció a su abuela Buscarita, su tía Erika y su tío Fernando. “Yo lloraba, me quería ir, pero me dijeron que hacía mucho me esperaban. Ahí empecé a construir un vínculo”.

Sus apropiadores sostuvieron una mentira durante 22 años. “Siempre muy cuidada, nunca viajaba sola, te llevo y te traigo; a tal casa no vas;  con éste no hablás. Ese cerco era por el miedo de que me llegara la noticia. Toda una vida con esa sensación de que había algo raro, con cosas que no encajaban”.

A pesar de conocer a su familia de origen, Claudia continuó el vínculo con sus apropiadores. “Había algo afectivo y de culpa. Un no querer abandonarlos. Cuando nació mi hija empecé a tomar distancia. Esa culpa prolongaba la apropiación. Entendí lo que ellos habían hecho. Todos los días sostenían una mentira, me miraban a los ojos y no me decían la verdad”. La relación llegó a su fin cuando le dijeron que no se arrepintieron de lo que hicieron. “Mi apropiador no estaba de acuerdo con desaparecer gente. Decía que había que hacer como Pinochet o Franco: paredón y fusilarlos. Ésa era su concepción del mundo. Decía que las Madres de Plaza de Mayo no habían cuidado a sus hijos, que la mayoría había viajado a Europa. Esa era verdad con la que yo crecí y la que defendía”.

Con el tiempo Claudia pudo dejar atrás a Mercedes. “Tenía miedo, estaba conflictuada, pero me cambió la forma de ver el mundo. Vivía en una burbuja, y de golpe andar sola por la calle, salir a cualquier hora o con quien quería fueron cosas que, simbólicamente, tuvieron que ver con la libertad”. Sobre la identidad dice: “Reencontrarte es una transición dolorosa, es no tener a tus padres, no saber qué pasó con ellos. Tenés heridas abiertas. Cuando mi abuela habla del tema se emociona. Nosotras tuvimos la posibilidad de reencontrarnos, encontrar vida para sanar algo”.

Laura Catalina de Sanctis Ovando, nieta N°94

“Cuando ví la propaganda de Abuelas le dije a la mujer que me crió: ‘Soy hija de desaparecidos’, dijo Laura Catalina de Sanctis Ovando

Miryam Ovando fue secuestrada el 1° de abril de 1977, cuando se encontraba embarazada de seis meses. Permaneció detenida en un centro clandestino dependiente de Campo de Mayo. Raúl René de Sanctis también fue secuestrado.

Por una carta que recibieron los padres de Miryam se supo que durante su cautiverio dio a luz una niña, a la cual llamó Laura Catalina.

“Fui restituida en el año 2008. Sabía que no era hija de quienes decían ser mis padres. En la televisión vi una propaganda de Abuelas. Me di cuenta que esa era mi realidad.” Catalina tenía dudas: “Hacía preguntas, pero siempre las respuestas eran esquivas. Ninguna cerraba, pero las tomaba como válidas. Decían que mi familia no me había querido y que ellos me rescataron. También que mis papás murieron en un enfrentamiento.”

Catalina pudo confirmar en primera persona que las mujeres de los oficiales iban a algunos Centros Clandestinos a mirar a las parturientas para ver con qué bebé se quedaban. “En mi casa no había fotos embarazada de la mujer que me crió. Me decía que nací con bajo peso y que estuve en incubadora. Mis papás no podían haber muerto en un enfrentamiento, porque si ella me fue a buscar cuando yo nací, mi mamá no estaba muerta. La tenían cautiva y dio a luz”.  

La trama de ocultamiento fue difícil de desenredar: “Cuando ví la propaganda de Abuelas le dije a la mujer que me crió:  ‘Soy hija de desaparecidos’. Ella lo reconoció. Como era muy comunicativa, los podía exponer. Me dijo que si yo hacía algo para conocer mi identidad, si me acercaba a Abuelas, ellos iban a ir presos. Con mi apropiador nunca hablé del tema. Era perverso. Ella seguro le contó, porque cuando fui creciendo en las discusiones políticas, me insultaba diciéndome «zurda de mierda”.

Catalina decidió continuar con su vida sin hablar del tema. “Lo traté con terapia, aunque después de eso deje de ir. Tenía el terror de que alguien lo supiera por ese fantasma de quiénes eran los montoneros y subversivos, y por pensar que era hija de plantabombas. Por otro lado, estaba la duda sobre si era hija de mi apropiador, que hubiera violado a una militante secuestrada. Decidía no pensar”.

Catalina mantuvo la cabeza ocupada hasta que una persona allegada hizo la denuncia. Ahí llegaron de Abuelas: “El nieto Manuel Gonçalves Granada fue quien se acercó por ellas. Tenían sospechas. Me propuso hacerme un análisis y me dio una carpeta. Ahí empezó mi delirio de escapatoria”. Como una prófuga, Catalina huyó con su marido para evitar que pudieran tomarle muestras de ADN. “Lo que quería era escapar del planeta, de mi vida. Me asustaba el juicio”. Luego llegó el allanamiento. “Mis apropiadores se descompensaron”. El resultado de ADN le confirmó lo que ella presentía: era hija de desaparecidos.

En el 2010 fue a Rosario para conocer a su familia. “Empecé a tener curiosidad sobre quiénes eran mis padres, así me fueron contando. El primo de mi papá me dijo que Abuelas había hecho un archivo para mí. Y del miedo de no querer saber nada con el juicio, pasé a pedir ser querellante en la causa”. Junto con las fotos de sus padres, Catalina recibió una carta. “Había sido presentada por mis abuelos en la causa de búsqueda. La habían recibido después que yo nací. Mi madre la escribió estando en cautiverio”. Ahí fue cuando comenzó a distanciarse de las personas que la criaron. “Me molestaba hablar de madre y padre cuando no lo eran. Mi apropiadora me decía que lo volvería hacer, que fue por amor. La extrañaba, la quería. Me dolió, pero después me hizo daño, reafirmé que viví en un engaño”.

Catalina pudo reconstruir su historia, recuperar su identidad y saberse libre. “La identidad tiene que ver con la elección. Tiene que ver con la construcción de uno mismo. Debe  conocerse la verdad y también la libertad. El que haya mentiras y ocultamiento no permite definir libremente qué quiere ser uno, cómo pararse frente al mundo”.

Guillermo Martín Amarilla Molfino, nieto N°99

Guillermo Martín Amarilla Molfino, hijo de Marcela Esther Molfino y Guillermo Amarilla, desaparecidos desde el 17/10/1979.

Guillermo Amarilla y Marcela Molfino fueron secuestrados el 17 de octubre de 1979, en la vía pública. A Marcela se la llevaron, con sus tres hijos, de su domicilio. Los menores fueron enviados a Chaco, y entregados a su abuela materna. El matrimonio, a Campo de Mayo. Pero nadie sabía que Marcela estaba embarazada de un mes, y que allí, en la maternidad clandestina de Campo de Mayo, nacería Guillermo Martín.

“Fue una infancia construida desde una apropiación. Una mentira. Recuerdo la soledad en la casa de mis padres. Jorge era de Inteligencia. Aída, farmacéutica. Había una ausencia física de ambos durante todo el día. Cuando llegaban de trabajar, todo se convertía en un ambiente bélico entre ellos. Mi rol era poner paños fríos. No podía respirar en ese ambiente. Disfrutaba de estar en el colegio, o jugando con mis amigos en la calle. La felicidad estaba afuera”.

Guillermo da cuenta de cómo el silencio permitió la mentira. “En casa no se hablaba de la dictadura, tampoco de Abuelas. Él, por su trabajo, hablaba poco. Cuando lo hacía, era en desmedro de los movimientos sociales. “Eran terroristas que había que hacerlos mierda”, decía. No había crítica, eran el enemigo. Yo llegaba con mis preguntas a casa, y eran sus silencios y lo que no se decía, lo que abría más dudas”. El apropiador de Guillermo falleció. “Fue un alivio su muerte, no más guerra. Tanto alivio que empezaron a haber miles de preguntas, pero no sabía hacia dónde dirigirlas. No me preguntaba si era un nieto, pero y sí si mis padres eran realmente mis padres. Había culpa en mí por dudar sobre mi origen.”

El proceso de búsqueda interior fue largo. “Seguí con mis dudas en una vida normal. Hasta que a mis veintisiete, en 2007, ví un capítulo de TV por la Identidad y decidí ir a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). Allí tomaron la denuncia, hicieron la prueba de compatibilidad genética y dio negativo. No era hijo de desaparecidos. Se bajó la persiana, tuve una respuesta y abandoné la búsqueda”.

En agosto de 2009, un sobreviviente de Campo de Mayo denunció que el 27 de junio de 1979 Marcela dio a luz a un pequeño. Dio a luz a Guillermo. “A mí no me llegó nada sobre esa denuncia, ni tampoco la confirmación de la filiación que salió el 30 de octubre. Sí a mi familia biológica, quienes viajaron hacia Buenos Aires sin saber si yo quería recibirlos. Yo me entero el 2 de noviembre por parte de CONADI, Abuelas y mi familia. Y obvio que quería recibirlos, se cumplió mi sueño de tener hermanos, tenía tres. Me contaron mi historia, la de mis viejos. Pareció que nos conocíamos de toda la vida”.

A Guillermo le gustó, toda la vida, hacer música. Tal es así que formó una banda de tango (entre otras) y se encargó del acordeón, mismo instrumento que tocaba su madre en su Chaco natal. “La identidad es una construcción diaria. A nosotros, los nietos restituidos, Abuelas nos entregan la verdad. Un nombre, una historia, la de nuestros padres. Pero no se detiene ahí la identidad, porque uno de los ejes de ella es la memoria, y la memoria se va tejiendo, no se crea con un examen de ADN. La memoria es también social, es entender que la dictadura y las desapariciones pasaron y que nosotros somos parte y resultado de eso”.

Ezequiel Rochistein Tauro, nieto N°102

Ezequiel junto a las fotos de sus padres biológicos, María Graciela Tauro y Jorge Rochistein.

María Graciela Tauro y Jorge Rochistein fueron secuestrados el 15 de mayo de 1977 y luego llevados al Centro Clandestino de Detención Mansión Seré. Después, María Graciela fue trasladada a la ESMA. Allí, no se sabe cuándo, nació Ezequiel. “Realmente no sé cuándo nací, tampoco hay testimonios sobre alguna fecha exacta, sino que algo aproximado. Pudo ser entre septiembre y octubre, pero mi partida de nacimiento dice 1 de noviembre”.

Ezequiel reconstruye cómo era la vida con sus apropiadores: “Mi vieja de crianza contó que un día llegó de trabajar y se encontró conmigo en la cama matrimonial. Era un bebé con pocos días de vida”. La relación entre sus apropiadores era de discusiones constantes. “A mis 17 años, se separan y él se va de la casa. En cuanto a mí, cero sospechas. Ni por asomo pensé que era hijo de desaparecidos”.

Ezequiel diferencia entre su apropiadora y su apropiador. “Él sí conocía mi origen. Tuvo responsabilidades legales, de hecho está prófugo. No se hizo cargo de mi apropiación. No diferencio si me cuidaba a mí o se cuidaba él”, confiesa.

Vivió una vida normal hasta diciembre de 2001, cuando una denuncia de un ex represor sugirió que Ezequiel podría ser el hijo de Rochistein y Tauro. Por ello, la jueza María Servini de Cubría le envió una citación judicial. “Fue una paparruchada. Se sentó delante mío, me comentó que podía ser hijo de desaparecidos y preguntó si me quería realizar un ADN. Yo me rehusé, así que se levantó y se fue”. En mayo de 2002, la jueza citó a declarar a su expropiadora. “Me puse los guantes para defenderla. No quería que la molestaran”. Esa fue toda la intervención de Cubría. En 2006 la jueza se declaró incompetente y la causa quedó en manos de Rodolfo Canicoba Corral, quien ordena un ADN. “Me negué, incluso la Corte Suprema me respaldó”. En 2008 el juzgado dictó un allanamiento, para poder tomar muestras de ADN a través de objetos personales. “Ya estaba enterado y entonces dí ropa y un cepillo de dientes que no eran míos, por lo que el análisis dio negativo”.

Sin embargo, la verdad se le presentó: “Junio de 2010. Salgo de trabajar y siento que me llaman por mi nombre. Dos civiles de Interpol tenían una notificación para llevarme al juzgado de manera amable o no amable, daba igual. En el juzgado, el secretario del juez me pide ropa pero me niego. El juez me dice: ‘Ezequiel, de acá no salís sin la muestra’”. En septiembre de 2010 lo llamó Nilda Garré -ministra de Defensa en ese entonces- y le comunicó que era hijo de desaparecidos. “Me hizo hablar con gente de CONADI, y tiempo después conocí a mi abuela, tíos y primos biológicos. Me mostraron fotos de mi mamá biológica y era idéntica a mis hijas”.

Ezequiel estudió Economía en la Universidad del Salvador. Tiempo después se enteró que su padre biológico, Jorge, cursó la misma carrera en la Universidad Nacional del Sur. “Lo tenía en la sangre”, dice. Ezequiel reflexiona: “Mi identidad es algo que estoy construyendo. No me siento diferente con otro apellido, pero tengo otra conciencia. Es una reflexión constante sobre mi historia y mi familia biológica”.