Una bronca federal

Una bronca federal

En una jornada histórica con la presencia de más de 400 mil personas que se movilizaron desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo en defensa de la universidad pública, ANCCOM dialogó con distintos referentes de la lucha docente que marcharon bajo la intensa lluvia.

Mientras se moja y en pleno desarrollo de la quinta reunión de la Mesa Nacional de negociación salarial, Luis Tiscornia, secretario general de la Conadu Histórica, ratifica la continuidad del plan de lucha que ya lleva cuatro semanas de no inicio del segundo cuatrimestre con cese total de actividades. “Es un empecinamiento del Gobierno nacional en querer imponer desde mayo la rebaja salarial, fijando un techo en la paritaria del  15%. Hubo otros que lo firmaron, nosotros no firmamos, luchamos”, aseveró Tiscornia. En cuanto a la expectativa con respecto a la reapertura de la mesa de negociación del viernes por la mañana Tiscornia fue concreto: “Si el Gobierno está mirando la realidad y tiene un poco de sensatez tiene que hacer una propuesta razonable, más aún luego de una movilización masiva en distintos puntos del país”.

Helena González de la Universidad Nacional de la Patagonia, sede Comodoro Rivadavia, alertó sobre la situación de los docentes universitarios del sur de nuestro país. “Las políticas universitarias de este Gobierno nos perjudican. Un ejemplo claro es la intención de sacar los beneficios que tenemos por zona desfavorable que representa el 80% de nuestro salario”. Respecto a las medidas de lucha que se replican a lo largo y ancho del país y que manifiestan la unión de los docentes y el estudiantado, González recordó el abrazo a la universidad donde estuvieron presentes todos los entes representativos de Comodoro Rivadavia. Desde entonces, los estudiantes realizan un acampe y vigilia durmiendo en el hall de la universidad.

ANCCOM tuvo la posibilidad también de dialogar con otra de las delegadas del interior presentes en la marcha. Sandra Mutal, docente universitaria de la Facultad de Artes de Córdoba, quien rememoró la última movilización masiva realizada en su provincia con el acompañamiento de más de cien mil personas. El malestar que generaron las recientes declaraciones del ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, con frases como “no se puede seguir teniendo carreras donde hay más profesores que alumnos”, motivaron a más de una réplica desde los distintos gremios y asociaciones docentes de todo el país. “No nos sobran docentes. Córdoba por ejemplo tiene una población estudiantil muy grande. Trabajamos día a día en condiciones que no son las óptimas para enseñar. El deterioro salarial es cotidiano, lo sentimos en nuestros bolsillos”, resumió Mutal desde su experiencia como docente en su provincia.

Respecto al impacto que tiene la subejecución de partidas del presupuesto votado por el Congreso de la Nación sumado al incremento de los costos por la escalada infrenable del dólar, Antonio Rosello, secretario adjunto de Conadu Histórica, señaló que “como los insumos de investigación, de servicios médicos y de provisión de conocimiento son importados se ha reducido a la mitad la posibilidad de atención al público en centros universitarios que atienden gratuitamente a toda la población”. La falta de fondos se evidencia también en la imposibilidad de hacer frente tanto al pago de servicios por sumas exorbitantes producto de los tarifazos, como a problemáticas de infraestructura. “Se ha cortado el suministro de energía en distintas universidades de todo el país. No hay suministro de gas en Neuquén donde funciona la Universidad Nacional de Comahue (UNC), a pocos kilómetros de Vaca Muerta, porque se suspendieron todas las obras de infraestructura nueva y con cuatro grados bajo cero se ha tenido que reducir la atención al público y el dictado de clases”, advierte Rosello.  Al respecto, la secretaria general de ADUNC, Micaela Gomiz, informó que se enviaron a la universidad 14 millones de pesos desde Nación pero aún se adeudan 50 millones, lo cual conllevó a la suspensión de actividades y a la acumulación de deudas con algunos de los acreedores y proveedores.

En esta misma línea, Jorge Luis Nuñez, secretario adjunto de la Asociación de docentes e investigadores de la Universidad de Quilmes (ADIUNQ), manifestó la gran dificultad que afronta hoy su institución para paliar los gastos de funcionamiento, refacciones y mejoramiento edilicio. “No están aprobando las obras de infraestructura. En la Universidad de Quilmes teníamos proyectado un comedor para 900 estudiantes y también la concreción del aula magna a través de una licitación que ya estaba aprobada para completar las butacas y el sistema de sonido. Está todo paralizado”, explica Núñez.

En una jornada marcada por la suba descontrolada del dólar, a casi 41 pesos, con la consecuente profundización de la crisis económica que ello implica, Federico Montero, secretario general de FEDUBA, rescató el gesto conmovedor de la sociedad argentina en defensa del derecho innegociable al acceso a la universidad y la educación. “La masividad, la capacidad organizativa y el desarrollo de esta actividad en los distintos puntos del país son una fuerte señal para el gobierno de que el pueblo no está dispuesto a retroceder en sus derechos”, subrayó.

Durante el cierre del acto central de la jornada, Carlos De Feo, secretario general de CONADU, dejó en claro que la pelea que se está dando no es solo por el salario de los docentes. “Lo que está en disputa hoy es la educación superior pública, gratuita, laica, inclusiva y con ingreso irrestricto. Una universidad que es ejemplo en América Latina y un modelo en el mundo, por eso miles de estudiantes de otras latitudes vienen a estudiar acá”, manifestó desde el escenario frente a las más de 400 mil personas que pese al frió y la lluvia no titubearon en hacerse presentes en esta jornada de lucha histórica por la defensa de la educación pública.

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Una empresa textil recuperada, contra las cuerdas

Una empresa textil recuperada, contra las cuerdas

Mac Body atraviesa hoy la peor crisis de producción en sus más de treinta años de existencia como marca de indumentaria para chicos. La fábrica textil funciona desde 2007 como cooperativa de trabajo en el barrio porteño de Villa Urquiza. Con sus imponentes tres pisos y los murales que visten sus paredes ocupa un cuarto de manzana y cuenta con un local de venta directa al público en la esquina de Andonaegui y Rivera. En sus inicios, Mac Body supo estar a la par de marcas como Cheeky o Mimo. Con diez años de historia como cooperativa se convirtió en ejemplo para muchas otras textiles recuperadas con las que trabajan en red y a la par.

“Hace semanas la producción está paralizada. Nos bajó un 60 % el trabajo, se redujo muchísimo el consumo. La situación es muy mala, pagamos 30.000 pesos de luz, estamos luchando para no cerrar”, lamenta Ramón Díaz, actual presidente de la cooperativa.  

Díaz, además de presidente, es vendedor, se ocupa de atender el local y de las ventas al por mayor. “Para nuestra marca, antes hacíamos 40 o 50 artículos, ahora hacemos 10 o 12, no se puede más porque los costos no dan. Un cliente importante nos compraba 80.000 prendas por temporada y hoy nos compra 20.000, otros clientes más chicos cerraron sus locales y desaparecieron. Así, se redujo todo el trabajo”, explica.

Gastón Peña es síndico y ex presidente de la cooperativa Mac Body y afirma: “La capacidad productiva de las 10.000 prendas diarias que tiene hoy la planta no llega ni siquiera al 0.1 % por la cuestión de las tarifas de energía y la inversión de capital de la materia prima.” Y agrega con tristeza: “Hoy tener que turnarnos para trabajar es una locura. Yo en los 23 años que hace que trabajo en la planta jamás pensé llegar a este punto. Eso nos hace doler el corazón mucho más que el bolsillo, hoy nosotros somos una familia.”

Todos los trabajadores de Mac Body retiran excedentes en la misma proporción. Cuando los dueños abandonaron el negocio, se hicieron cargo de la planta, que recibieron en comodato, aportando las indemnizaciones que debían cobrar.

Tanto Díaz como Peña forman parte del Sindicato Unión de Cortadores de la Indumentaria, el gremio que pidió en 2007 la quiebra de la empresa  con la condición de la continuidad laboral, figura que le permitió a los trabajadores autogestionar hasta hoy a Mac Body. “Lo que nosotros siempre le agradecemos a la patronal es que nos quisieran cansar por ser parte del gremio y nos hicieran recorrer todos los sectores de la planta, mientras la política de la empresa era dejarte en una máquina y que no aprendieras más nada”, relata Peña. En los diez años de autogestión que llevan recorridos fueron vinculándose con otras cooperativas textiles y trabajando como parte de la Red Textil Cooperativa.

“Nosotros seguimos manteniendo la calidad de lo que era MacBody antes, seguimos manteniendo los mismos proveedores de materia prima, seguimos teniendo el mismo diseñador de siempre”, destaca Díaz. Y sostiene convencido: “En este momento no se vende, no hay poder adquisitivo, con lo que vendemos no alcanzamos a cubrir la producción, es muy poco lo que llevamos a nuestras casas, con lo poco que se vende hay que pagar la luz, el agua, el gas, el teléfono, que ahora lo tenemos cortado porque no pudimos pagarlo.”

“Hoy tenemos compañeros que volvieron a cartonear y eso nos mata, nos anula, es un dolor terrible, porque no se vende, porque está complicado, hoy es muy difícil sostenernos”, afirma Peña. Saben que su presente es difícil pero confían en la experiencia que los une.  “Nuestro camino de diez años como cooperativa es la manera que tenemos de demostrar que estamos vivos y que sabemos luchar“, concluye.

    

Postales celestes

Postales celestes

Sobre el cruce de las calles Alsina y Virrey Ceballos, en la tarde de Microcentro, un joven con megáfono en mano y pañuelo celeste en su cuello grita mientras camina de una esquina hacia la otra: “Sigamos por Yrigoyen en favor de la vida”, grita. El joven está acompañado por otro veinteañero que lo protege de la lluvia con un paraguas, y lo sigue como una sombra, mientras intenta llamar la atención de personas que van y vienen con banderas de Argentina. En una de las esquinas, un bar está cerrado y confunde a transeúntes por tener el cartel de “abierto” en la puerta. Al lado, un hombre de más de cincuenta años, canoso, con boina, vende pines con imágenes de fetos y banderas patrias. “Me robaron las banderas que tenía para hacerme guita, ¿podés creer, y encima acá? Y a mi nieta le encajaron un billete de mil trucho”, le comenta al hombre otra vendedora ambulante sobre la puerta del bar cerrado.

A pesar de las indicaciones sobre el rumbo a tomar, los manifestantes en contra de la legalización del aborto, se concentran multitudinariamente del lado izquierdo frente al Congreso de la Nación. Las vallas delimitan una plaza contrariada por el color verde y celeste. Desde el lado celeste, se ven imágenes de vírgenes y santos pegadas en los edificios aledaños. Y sobre la inmediación al Congreso, un escenario concentra la mayor cantidad de personas que con las manos en el aire, siguen la letra de canciones católicas. “Creo que el aborto nunca puede ser una solución –sostiene Juan Cruz Díaz (27)-. Aunque las marchas no me gusten, vine para apoyar. Y en caso de que se apruebe la ley, no haremos disturbios”.

Sacerdotes, monjas, estudiantes primarios y secundarios de escuelas privadas se repiten a lo largo y ancho de una calle Hipólito Yrigoyen colmada de carteles “a favor de las dos vidas”. Sobre los costados hay carpas blancas en las que se dictan misas en reducidos espacios, con dos hombres vestidos de negro en la entrada de cada una. Una mujer gestiona la entrada y salida de cada persona en la carpa: mira hacia fuera y controla la capacidad sólo con su mirada.

“La ley es pésima, porque está en contra de las instituciones y la postura médica –dice Soledad Fernández (54)-. La moral de esta ley, además, no es adecuada para esta sociedad”. Los silencios son pocos, ya que son interrumpidos por cánticos acompañados de bombos que refieren una y otra vez a “la vida”, mientras las cámaras de un drone filman la representación de un feto de más de tres metros sobre la multitud. Multitud que, llegada la noche, comienza a dispersare paulatinamente debido a la falta de convocatoria y un clima frío y lluvioso.

“A las ocho de la noche es la misa de la Catedral”, se escucha desde los parlantes ubicados en lugares estratégicos. El barro mancha a más de uno, y la marcha ya no tiene una dirección unívoca: los recorridos se pierden entre las calles aledañas al Congreso.

En la entrada de un edificio en donde manifestantes de pañuelos celestes descansan, una mujer golpea sin intención con su paraguas a un joven que fuma y bebe junto a otros cinco, apoyado en la rampa de la fachada. Él le dice algo a ella al pasar; y ella, con la llave ya puesta en la puerta de entrada, le pregunta: “¿Así luchas por la vida vos?” “Yo no lucho, estoy laburando acá”, contesta el joven con un tono de voz hostil, que deja callados y confundidos a otros presentes.

La lluvia se torna más intensa para las altas horas de la noche, y al frío, se suman las ráfagas de viento imposibles de esquivar. Después de la esperada misa de las ocho, aún hay gente del “lado celeste” de la plaza que divide una postura. Son quienes esperan la decisión de la Cámara de Senadores en contra de la legalización del aborto en Argentina.

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Pan, techo, trabajo, gas, remedios…

Pan, techo, trabajo, gas, remedios…

Organizaciones sociales, familias y jubilados marcharon en el Día de San Cayetano – patrono del pan y el trabajo- en repudio al acuerdo con el FMI y al ajuste implementado por el gobierno. Encabezaron la multitudinaria marcha miembros de Barrios de Pie, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y de la Corriente Clasista Combativa (CCC). También participaron UTECTERA y sectores de la CTA Autónoma.

Desde los parlantes se sucedían temas de Callejeros y de Las Pelotas, mientras al lado del escenario y en las avenidas que conectaban con la Plaza de Mayo la gente esperaba, se organizaba bajo la bandera que los agrupaba y aunque vestían distintos colores, los unía la incertidumbre, el desempleo y a veces también el hambre.

Mario Sivila, de Barrios de Pie, trabaja en una cooperativa porque “después de los cincuenta años no te quieren tomar en ningún lado”. Sivila tuvo su último trabajo en 2009 como técnico carrocero de colectivos y no volvió a encontrar estabilidad laboral desde entonces. “Vinimos a pedir por trabajo y porque no nos alcanza la plata para toda la familia”, dice. Por su parte, Leonardo Macil es de La Plata, también miembro de Barrios de Pie, lleva dos años sin trabajar y vive con lo que sus amigos y familia pueden brindarle mientras espera recibir una pensión por discapacidad. “Hoy vine sin comer, por ejemplo, con lo puesto nomás”, cuenta desanimado.

Romina Vargas de la CCC se encuentra desocupada y vive de algún que otro trabajo y de la cooperativa: “Venimos por el lema techo, pan y trabajo. Creemos con nuestros compañeros que un plan no te sirve para nada, queremos un trabajo digno para llevar el pan a nuestros hijos y nietos”, afirma.

Mercedes Villarreal de 69 años, es miembro de la CCC de Pilar, jubilada “y con poco sueldo”, agrega entre risas. Villarreal se acercó a la marcha en representación de los jubilados y cuenta en diálogo con ANCCOM: “Con las enfermedades, el gas, la luz y los impuestos no se puede…pago los impuestos antes que comer”.

María Alegría Guiraldo Ríos de la CCC es de Chacarita, tiene 78 años y no trabaja ni recibe jubilación. Cuenta que vive de lo que comparten en la organización: “Vinimos a marchar para que nuestro presidente cambie, para que ablande su corazón con la gente humilde”, reclama. Por su parte, Cristian Capute del Movimiento Evita, desde el cordón de la vereda dice: “Siempre vengo el 7 de agosto porque San Cayetano para mí es algo importante, vengo para agradecer y para pedir porque la situación está muy difícil en lo laboral”. Aunque trabaja, asegura que su situación cambió y también el país y que las expectativas de la gente han bajado mucho. Además señala: “Con cada elección se cambia de país y hay cosas que hay que mantener, que no se discuten, que no se puede volver para atrás, le falta madurez al país para crecer y para poder programar algo. El Estado tiene que proteger a los que menos tienen”, concluye Capute en desacuerdo con las políticas liberales del gobierno.

Sabrina Rosales es de La Plata y forma parte del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). “Estamos en contra de las políticas de trabajo, vinimos a luchar contra esto que nos perjudica. Aparte de trabajar como promotora ambiental, colaboro en un merendero donde antes teníamos 50 chicos y ahora tenemos más de 100 y se van sumando más. La idea era que tengan apoyo escolar pero cada vez vienen más a comer porque no pueden comer en su casa”, detalla.

La plaza y los alrededores estaban llenos de hombres y mujeres, jóvenes y familias enteras con chicos que jugaban con pelotas o madres con bebés en brazos, como es el caso de Patricia Treisse, de Peronismo Militante, que se encuentra desocupada y es madre de tres hijos: “Vine porque está jodida la situación laboral y también porque los planes han bajado, ya ni los pobres tienen derecho a algo”, dice mientras sostiene a la bebé que la acompañó porque no tenía con quien dejarla.

Epifanía Espíndola es de Paraguay pero vive hace ocho años en Argentina, trabaja en una cooperativa textil del MTE: “Acá se ve la necesidad que la gente está pasando. Hay escasez de trabajo, muchos despidos y no hay sacrificio que alcance, ni siquiera haciendo nuestras cositas en la cooperativa”, dice “Fani” mientras camina con su grupo apurada por encontrar un lugar alrededor del escenario.

El acto de cierre fue contundente con respecto al desacuerdo con el FMI y con la exigencia de la aprobación de distintas leyes, en particular la de Emergencia Alimentaria. Desde arriba y desde debajo del palco se pedía lo mismo: pan, paz, techo, tierra y trabajo.

Hacia la vigilia, sin dictamen

Hacia la vigilia, sin dictamen

Este miércoles, el plenario de comisiones que trata el proyecto de legalización del aborto culminó con discusiones reglamentarias en torno al dictamen que se discutirá el 8 de agosto en el recinto de la Cámara Alta. En los últimos días, algunos senadores y senadoras que apoyan la iniciativa propusieron modificar el proyecto que obtuvo media sanción en Diputados con el fin de elaborar un dictamen de consenso que oriente a los indecisos hacia el voto positivo. Los cambios contemplan la reducción del plazo de 14 a 12 semanas para realizar el aborto, la no penalización de los médicos que se nieguen a hacerlo, la introducción de la objeción de conciencia institucional y la asignación de un plazo de 60 días para que los hospitales se adecuen a la situación.

Durante la reunión el texto modificado obtuvo 26 firmas, sin embargo, no hubo acuerdo respecto a los cálculos: para algunos la mayoría necesaria es la de la totalidad del plenario y para otros corresponde contabilizar la mayoría de cada una de las tres comisiones (Salud, Justicia y Asuntos Constitucionales). Finalmente, el presidente del debate, el radical Mario Fiad, sostuvo que como mínimo se requerían 27 firmas y por lo tanto ratificó que no había dictamen. Por su parte, los antilegalización no presentaron un proyecto propio y la incertidumbre se resolverá en el recinto la semana próxima: o se discute el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo tal como fue sancionado en la Cámara Baja o bien se aplican las modificaciones y de ser sancionado, el texto modificado deberá volver a Diputados para su aprobación definitiva.

El feminismo llegó para quedarse

Las audiencias de especialistas terminaron este martes. Durante la última jornada, médicas, abogados, escritoras y filósofas expusieron a favor y en contra de la legalización. Sin duda uno de los discursos más celebrados fue el de la escritora y guionista Claudia Piñeiro quien exigió a los legisladores que se corran de los extremos y busquen puntos de encuentro: “Mírense y busquen un acuerdo como lo han hecho en otras leyes (…) en un extremo tenemos una ley que se puede mejorar y de otro lado está el rechazo total que nos deja totalmente desamparadas” y enfatizó: “Escuché a senadores decir que si a su hija la violaran y quedara embarazada la ayudarían a abortar, entonces yo le pregunto: y si tu hija conociera a un muchacho que le encantó esa noche y al fallarle el método anticonceptivo queda embarazada, ¿no la ayudarías a abortar si ella no quiere ser madre? Y del otro lado hay silencio o me contestan mi hija jamás haría una cosa así. ¿En qué sociedad vivimos que nos podemos imaginar hijas violadas con derecho a abortar y no nos podemos imaginar hijas que tienen una sexualidad libre a las que les falló el método anticonceptivo?”

Minutos más tarde, siempre con la Constitución de 1853 en mano, disertó el abogado Pablo Garat y la reprobación casi general en la sala se hizo evidente: “voy a ser políticamente incorrecto, yo sé lo que vale una mujer, pero acá tiene que dejar lugar al otro porque también hay niñas por nacer, ya que no quieren hablar del niño (…) y voy a hablar de dos mujeres, la primera es Pandora, que abrió una caja y dejó salir todos los males y la otra es la Madre Teresa de Calcuta que dijo no las aborten, dénmelas a mi”.

“Yo voy a hablar literalmente del valor que se nos da a las mujeres”, así comenzó su exposición Alika Kinan, sobreviviente de la trata de personas con fines de explotación sexual y en lo que duró su relato se diferenció de las incoherencias planteadas por el abogado Garat y mostró una realidad dolorosa y poco conocida sin necesidad de aludir a la caja de Pandora: “La explotación sexual es el privilegio histórico que tienen los hombres de poder darle valor a nuestros cuerpos en una clara relación de desigualdad”. Y ya con lágrimas en los ojos, concluyó: “Cuando una mujer víctima de trata tiene que abortar de manera clandestina está siendo doblemente violada y ultrajada porque no puede hacerlo con las garantías del Estado”.

Cerca de las 18, comenzó a resonar en el salón Arturo Illia del Congreso el eco de los cantos que impregnaron las calles de ruido en el último Martes Verde. Desde temprano, cientos de estudiantes de primaria, secundaria y universidades se congregaron en los alrededores del Senado acompañando al “estudiantazo federal”, que se llevó a cabo en múltiples ciudades del país. Además, a las 13, un numeroso grupo de artistas e intelectuales se tomaron una foto en las escalinatas del Congreso y entregaron a las senadoras presentes una carta en apoyo al proyecto. Pasaron las horas y bajó la temperatura pero el calor humano y el sonido de los bombos no dejaron lugar al cansancio. Por supuesto, Martha Rosenberg no se quiso quedar afuera: a las 20, cuando finalizó la audiencia fue la primera en levantarse de su asiento y le pidió a Mariana Hellin, su compañera en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, salir un rato afuera “para saludar a las chicas”. En ese recorrido, bajando la escalera que conduce del edificio a las calles llenas de verde, Mariana miró a Martha con una sonrisa y le dijo a Anccom: “Terminaron las audiencias, pero el feminismo llegó para quedarse”.