“Es un retroceso en materia de derechos humanos»

“Es un retroceso en materia de derechos humanos»

A criterio de la policía. Así quedará el uso de las “armas electrónica de uso no letal”, conocidas como Taser, ante “conductas amenazantes” que no se especifican.  El ministerio de Seguridad, a través de la resolución 395, habilitó esa utilización por parte de las fuerzas policiales y de seguridad y la normativa fue publicada en el Boletín Oficial el pasado martes 7 de mayo, cinco meses después de que se anunciara la compra de unas 300 unidades de ese armamento.

La medida, que lleva la firma de la ministra Patricia Bullrich, permite el uso de las Taser para “abordar situaciones operacionales en las que resulte necesaria la utilización de la fuerza sin el empleo de armas de fuego”. En la resolución se da cuenta de otros países que tienen reglamentado el uso de estas armas; sin embargo, omitieron los numerosos pronunciamientos en los que el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas, luego de analizar distintos casos, recomienda “abandonar el uso de armas eléctricas Taser” ya que “causa un severo dolor que constituye una forma de tortura y, en algunos casos, puede incluso causar la  muerte”, según explica un informe de 2008.

Seguir afirmando que se trata de armas de uso no letal es no querer ver las evidencias que se presentan. En el 2013, Israel Hernández  murió al ser alcanzado por la descarga de una Taser cuando fue sorprendido pintando un graffiti en Miami. El joven, de nacionalidad colombiana, se encontraba totalmente desarmado. Dos años antes de este caso, en el Estado de California, Allen Kephart murió luego de que tres policías le dispararan con sus pistolas paralizantes por el simple hecho de no haberse detenido ante una presunta infracción de tránsito. Según Amnistía Internacional, al menos 500 personas murieron, sólo en Estados Unidos, a causa de una descarga provocada por un arma Taser entre 2001 y 2012. durante su detención o cuando ya estaban en prisión.

El Observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires (ODH) ha denunciado al Estado argentino por las armas Taser ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). “La CIDH actualmente se encuentra estudiando la admisibilidad del caso. Luego de culminar el análisis preliminar, y una vez que reciba la contestación por parte del Estado argentino, cerrará el informe admitiendo o no el caso, para posteriormente analizar el fondo de la cuestión”, expresa Wilma Martínez abogada de ODH.

  “Se debe tener en cuenta que actualmente las fuerzas de seguridad ya se encuentran dotadas con armas no letales, y pueden cumplir sin problemas sus funciones. No podemos naturalizar como sociedad, que ante situaciones que pueden ser resueltas con otras armas no letales, como una cachiporra, se den descargas eléctricas en una persona”, sostiene Martínez y agrega: “Desde el ODH nos interesa dejar en claro que hay una falsa creencia que las armas Taser vienen a reemplazar a las armas de fuego, y no es así, sino que operativamente vienen a reemplazar a las cachiporras. Por lo que además de su uso discrecional por parte de quien la porta en la vía pública, también nos angustia pensar su uso en los ámbitos privados, como comisarías, ya que son verdaderas armas de torturas que no dejan marcas”.

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) alertó en un comunicado que “la reglamentación publicada en el Boletín Oficial es inconstitucional ya que no respeta los principios de proporcionalidad y razonabilidad que limitan el uso de la fuerza estatal”. Asimismo, se advierte el grado de imprecisión de la normativa la cual en el Artículo 2 Inciso C autoriza el uso de las armas Taser para “impedir la comisión de un delito de acción pública”. “O sea siempre, porque ese es el trabajo de la policía”, explica el CELS y continúa: “Así, con la incorporación de las llamadas armas menos letales se intenta esconder el uso de violencia estatal y las afectaciones serias para la vida y la integridad que estas producen. El gobierno nacional promueve y no controla el uso de armas de fuego; en el mismo sentido, este reglamento implica una nueva habilitación para el uso de la fuerza sin límites ni control”.

En la normativa, tampoco se toma noción de los grupos más vulnerables ante los cuales bajo ningún punto de vista se puede utilizar un arma Taser: embarazadas, ancianos, personas con implantes de cualquier tipo, niños, personas epilépticas,  personas con signos de intoxicación por ingesta de alcohol o drogas, como así también personas que hayan estado en contacto con gas lacrimógeno o gas pimienta.

“Es un retroceso en materia de derechos humanos habilitar el uso de las Taser porque desvirtúa la función de la policía y viene a exacerbar prácticas violatorias de los derechos humanos”, analiza Sonia Winer, profesora titular de la cátedra Cultura para la Paz y Derechos Humanos que encabeza Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz. Y agrega: “La medida  implica  una habilitación indirecta sobre tratos crueles y de tortura sobre la población, esto va en contra de las recomendaciones de los instrumentos universales de derechos humanos y también porque apuntala la estigmatización de segmentos poblacionales y su publicitación como no sujetos de derecho. Es un retroceso en cuanto al derecho al trato digno de las personas”, explica Winer, quien encabezó la Secretaría de Investigación de la Escuela de Defensa Nacional del Ministerio de Defensa de la República Argentina.

“En un contexto en el que el Gobierno criminaliza la protesta social, antes que armar a la policía, que ya tienen prácticas muy cuestionadas en materia de derechos humanos, y habilitar la utilización de las Taser para generar daño, lo que habría que hacer es formarlas en mecanismos de resolución y gestión alternativa de los conflictos con una perspectiva de derechos humanos, de cuidar la vida y no de agredirla. Eso habilitaría una sociedad menos violenta y podría bajar los niveles de conflictividad”, concluye Winer. Sin embargo, ahora todo quedará en manos del criterio de cada uniformado.

“Los museos tienen que ser inclusivos y no binarios”

“Los museos tienen que ser inclusivos y no binarios”

Durante siglos, las mujeres fueron excluidas del mundo del arte. Es decir, existieron, pero no eran visibilizadas, estaban ausentes en los museos y en los libros de historia. De esa manera, para ellas el arte se convirtió en un espacio más por el que luchar.

Estrella de Diego, profesora de Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid, expuso sobre la cuestión en el marco de la Semana del Arte, realizada el mes pasado en la ciudad de Buenos Aires. Entre otros espacios ella participó del Programa de Charlas Art Basel Cities, una serie de diálogos con oradores del ámbito académico, artístico e institucional. Allí reflexionó sobre la situación de las mujeres en el arte contemporáneo y describió su mirada sobre lo que acontece en la ciudad: “Es fascinante encontrar en Buenos Aires el interés que el feminismo despierta. Para las personas de nuestra edad que hace muchos años le venimos dando vueltas al tema, es enormemente satisfactorio y muy extraño”, destacó.

De Diego puso la escena en el contexto mundial y aseguró que los museos están cambiando. Sin embargo, cree que se ha replanteado una carrera de “sacar a la luz mujeres” que es un “poco absurda”. Considera que está bien que los museos se replanteen, pero opina que no tiene que salir todo lo que ha estado abajo. “Los museos tienen que ser inclusivos y no binarios. Muchas veces con ese afán de sacar a todas las mujeres de los depósitos se vuelve a repetir el binarismo”.

Para ella, es imprescindible no volver a repetir el modelo de exclusión. Según su visión, la teoría de género ayuda a tener una perspectiva “dúctil y no taxativa” sobre las cosas, que es lo que siempre ha hecho esta sociedad patriarcal. Lo dejó muy claro: no hay que cambiar un poder por otro.  Insistió en que los estudios de género enseñan a estar alerta porque el discurso dominante siempre está mintiendo. “Si tú estás alerta, lo único que no tienes que hacer es caer en el binarismo, porque si estás alerta para una cosa tienes obligación de estar alerta para todas”. Para De Diego, lo que las mujeres quieren es tener una historia, saber de dónde vienen: “El problema fundamental es que las artistas en la historia no sabían de dónde venían, nadie sabía que existía Artemisia Gentileschi, ni Clara Peeters”. Para ellas estamos acostumbrados a un canon y muchas veces las mujeres lo rompen, “se les exige lo canónico y es un error”. Además, lamentó el hecho de que en los museos no se dé la opción de la diversidad.

La profesora también reflexionó sobre la equidad, ya que según advirtió, los porcentajes son muy debatidos en España: “Las niñas hasta hace poco no tenían ejemplos a seguir, no se hablaba de mujeres artistas, mujeres políticas o presentadoras de televisión. Si no has visto a nadie no te lo planteas”. Algo que diferenció de la escena local ya que en Buenos Aires hay muchas mujeres al mando. “En España ninguno de los museos importantes tiene al mando una mujer”. Y agregó que en Brasil muchas mujeres son las que más venden, pero disimulan y ejemplificó: “Durante muchos siglos hemos vivido frente a una cultura del disimulo, hemos estado acostumbradas a mandar sin mandar.”

María Laura Rosa, Doctora en Arte Contemporáneo y alumna de De Diego en la Universidad Complutense de Madrid, en diálogo con ANCCOM sumó su mirada sobre el estado del arte en relación al género. “Estamos mucho mejor que las artistas de los 80, que cuando fueron a pedirle el Centro Cultural Recoleta a Osvaldo Giesso para hacer Mitominas, les dijo que nunca les habían dado el lugar a mujeres, es más, que nunca habían expuesto mujeres artistas ahí, y finalmente se los dio. Entre eso y hoy, 40 años después estamos mejor. Pero sigue habiendo mucho machismo dentro del sistema, básicamente es un sistema desigual”, describe la docente e investigadora adjunta de Conicet por el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Rosa explicó que durante siglos estuvo ausente la figura de la mujer en la escena artística pero que la situación está cambiando: “Hace algunas décadas las mujeres que tenían conciencia eran las feministas y algunas pocas más. Con conciencia me refiero a darse cuenta del lugar opresivo que tienen en el sistema, el lugar que ocupás por tu género. Ahora tengo alumnas que le reclaman a los docentes por qué no están dando mujeres en periodismo, historia”.

María Laura Rosa es, además,  docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y sus investigaciones están relacionadas a cuestiones relativas al arte y la teoría feminista en Argentina y Latinoamérica.En mi generación tranquilamente transitabas por toda la carrera sin preguntarte por qué no te habían dado una sola mujer. Yo fui consciente de eso cuando tuve a De Diego, porque era mi única profesora, de una carrera de 30 materias, que daba material sobre una mujer”, confesó.

Rosa también diagnostica la situación del arte con números y ejemplifica cómo se están pensando las exposiciones en los museos de la ciudad. Comentó que el porcentaje de mujeres en la colección estable del Museo de Arte Latinoamericano (MALBA) bajó en plena ola verde a 12,55%, y  que por otro lado, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) que se resistía al ingreso de mujeres, ahora tiene una gran inclusión en toda su curaduría. Con respecto al Museo Nacional de Bellas Artes, indicó que por un reclamo social están empezando a sacar de las bodegas a grandes artistas argentinas de fines del siglo XIX.

Concluyó diciendo que en el 2016 surgió una organización llamada Nosotras Proponemos que comenzó a vigilar la inequidad en el arte: “Es una cuestión de justicia, hay que nombrar mujeres en un jurado, porque en nuestra carrera el 80% son profesionales mujeres.”