Dic 13, 2018 | Comunidad, Novedades
Debora Kozak exponiendo en la audiencia por el cierre de los Institutos Docentes, el 24 de abril del corriente año.
La docente y rectora del Normal 1, Débora Kozak, murió la noche del lunes producto de una repentina encefalitis. Fue una de las máximas referentes de la comunidad educativa porteña en la lucha contra el proyecto UniCABA. Familiares, amigos y compañeros de trabajo la despidieron en un emotivo acto. El discurso de Darío Sztajnszrajber
“Todavía no lo podemos creer, fue todo muy repentino. La última vez que la vi fue el día anterior a que se votara UniCABA, en el acampe. Luchó hasta el final”, cuenta a ANCCOM una compañera de trabajo de Débora Kozak. La docente y rectora del Normal 1 murió la noche del lunes producto de una encefalitis repentina, generando conmoción en toda la comunidad académica. En un emotivo acto, familiares, amigos y colegas despidieron ayer a las 19 a una de las principales referentes de la lucha contra la reforma educativa del PRO en la Ciudad.
“Me dio un beso y un abrazo, me acuerdo. Era muy afectuosa”. Como vicepresidente del Consejo de Educación Superior de Gestión Estatal (CESGE), Kozak estuvo a la cabeza de la lucha contra UniCABA, la punta de lanza del ajuste en materia educativa impulsado por el oficialismo porteño. La iniciativa que procuró el cierre de 29 institutos de formación superior docente se convirtió en ley el pasado 22 de noviembre, luego de ser aprobada en la Legislatura de la Ciudad. Meses antes, en abril, Kozak advertía a ANCCOM las implicancias que este proyecto traería para la educación superior porteña: “Si tenés una sola universidad que promueve el pensamiento único, un sólo enfoque, una sola mirada, claramente hay un empobrecimiento del conocimiento, porque se afecta la diversidad”.
Tras confirmarse su fallecimiento, el CESGE emitió un comunicado donde afirmó comprometerse a “seguir su ejemplo y honrar su legado”. «Debora luchó contra la ignorancia, la hipocresía y la falta de humanidad en la educación», escribieron sus compañeros y agregaron: «Nos comprometemos a seguir su ejemplo y honrar su legado».
Por su parte, desde el gobierno de la Ciudad se decretó el cese de actividades de este miércoles para la totalidad de los 29 institutos de nivel terciario.
Huellas
Ayer por la tarde, familiares, colegas y estudiantes de Kozak colmaron la sala velatoria del barrio de Belgrano donde se le dio el último adiós. En un homenaje sentido, se la recordó como gran docente, madre y militante.
Entre los presentes estuvo el filósofo Darío Sztajnszrajber, quien conoció a la experta en educación en la lucha contra la implementación de la UniCABA. Emocionado, el ensayista brindó un breve discurso donde habló de la vida, la muerte y la “huella” de la docencia. A partir de esa reflexión, Sztajnszrajber subrayó la necesidad de continuar con la lucha por la educación pública.
A continuación, el discurso completo:
“El sinsentido de la muerte de alguna manera parece poder compensarse con el sentido que uno construye en la vida. Como formadora de formadores, Débora construyó la posibilidad de que muchos otros construyan sus propios sentidos, y eso tiene un valor agregado, porque está en otro plano. La vida de Débora fue un acontecimiento político porque apostó a esa construcción del sentido de manera democrática, igualitaria, para que todos, sin ningún tipo de distinción, pudieran acceder a su propia formación. Un docente, una docente deja huellas. Esa es la primera tragedia que tenemos los docentes: nuestra devoción por el otro nos vacía, hay un despojamiento absoluto en la apuesta por ese otro. La muerte siempre llega a destiempo pero hay destiempos que duelen y tal vez la mejor manera de homenajear a Débora es poder culminar con sus pendientes. Por ejemplo, muchos de los que estamos acá como comunidad docente, realizar el pendiente de Débora que es continuar la lucha que la encontró en los últimos tramos de su vida. Acá estamos algunos de los suyos. Hay un filósofo que se llama Jacques Derridá que dice que los ojos, más que un órgano que sirve para mirar, son un órgano que sirve para llorar. Tal vez en este llanto común, Débora, nosotros te sigamos viendo.”
Parte del pensamiento de Kozak puede encontrarse en el blog Pensar la Escuela, donde escribía asiduamente. El último texto que publicó fue para el portal de noticias Infonews y se titula “Lo que oculta la ley de UniCABA”.
En la nota afirmaba que la ley “apunta a la destrucción del sistema de formación docente de la Ciudad de Buenos Aires” y “esconde un feroz ajuste presupuestario y también un negocio inmobiliario que ya ha empezado a manifestarse con la decisión de trasladar el Profesorado de Educación Física “Enrique Romero Brest”, cuyos terrenos en Núñez son muy codiciados”.
En su cuenta de Twitter, Kozak se definía como “educadora y madrex3”. En su biografía de esa red social, un corazón verde abortero acompaña su nombre; debajo se puede leer en forma de hashtag “No a la UniCABA”, la frase que sintetizó la resistencia contra la reforma educativa. Kozak eligió que pese a la sanción del proyecto, se mantuviera en su perfil público. Como si fuese una bandera. Una declaración de principios.
Oct 3, 2018 | Entrevistas
Raquel, mamá de Mariano Witis, junto a su esposo.
La mañana del 21 de septiembre del 2000, Raquel y su hijo Mariano Witis, de 23 años, salieron juntos de su casa, ubicada en la localidad bonaerense de Martínez, para realizar un conteo de viviendas. Estaban haciendo un precenso (el año siguiente se haría el definitivo) y su trabajo era contar las viviendas aledañas. La metodología era sencilla: cada uno se encargaba de una manzana y luego se encontrarían en el punto de inicio, cercano al Hipódromo de San Isidro. Raquel terminó y fue hasta el lugar acordado, pero Mariano no estaba. Tuvo un mal presentimiento cuando vio pasar fugazmente a dos móviles policiales. Minutos más tarde hallarían a Mariano baleado.
Luego de separarse de su madre, Mariano comenzó a caminar y se encontró con una ex compañera de colegio, Julieta Schapiro. La joven se dirigía a su trabajo a bordo de un Volkswagen Gol de dos puertas que le había prestado su hermano. Reconoció a Mariano y frenó para saludarlo. Cruzaron unas palabras y fueron interrumpidos por Darío Riquelme, un adolescente de 16 años que junto a un cómplice los encañonó. Le pidieron a Julieta que manejara hasta el Banco Itaú ubicado en Avenida Bernabé Márquez al 700, a unas cuadras del lugar. El robo fue rápido: se llevaron 5400 pesos y huyeron a toda velocidad con destino a Villa Uruguay, un asentamiento ubicado en la localidad vecina de Beccar, perseguidos por la policía.
Julieta manejaba mientras las balas se estampaban contra el Gol. En la intersección de las calles Udaondo y Luis Flores (Beccar), perdió el control y se detuvo en un descampado. Aún consciente, se refugió debajo del volante. Uno de los asaltantes huyó. Bajo la mira del cabo Rubén Emir Champonois quedaron Riquelme y Witis. Riquelme arrojó el arma (defectuosa), Witis gritó que era rehén. Champonois gatilló igual.
Raquel reconoce que “septiembre siempre es un mes difícil”. Pasaron 18 años y aún recuerda cada momento con la precisión que sellan las tragedias en la mente. “Mariano era un pibe solidario, compañero, si no no me hubiese acompañado a hacer un censo el Día de la Primavera”.
Mucha lucha fue necesaria para que Champonois pudiera ser condenado. Finalmente recibió en 2014 la pena de 15 años de cárcel por el asesinato de Darío y Mariano, tras una lucha incansable de la familia Witis y la mamá de Riquelme, Ana María Liotto, hermanadas en el pedido de justicia. “Cuando nos conocimos, Ana María nos pidió perdón y le dijimos que quien tenía que pedir perdón era el policía que había disparado y matado a nuestros hijos”, subraya Raquel.
Sin embargo quedó un gusto amargo: Champonois estuvo preso 4 años y 9 meses, de los cuales sólo uno lo pasó en una unidad penitenciaria. Y tuvo 7 años años de libertad condicional. “Sólo a un policía le permiten algo así”, se lamenta Raquel.
Aunque le cambia la cara al recordar a su hijo. Con una sonrisa cuenta que era maestro de piano y cantante. Fanático de la banda de metal progresivo Dream Theater, estaba incursionando en el jazz al momento de ser asesinado. “Su sueño era cantar en el (Teatro) Colón”, dice Raquel, que hoy dedica su vida a luchar contra la violencia institucional. En una charla sentida con ANCCOM, cuenta su historia y analiza la política de seguridad del Gobierno de Mauricio Macri, alertando que “ha profundizado la violencia institucional”.
Mariano fue asesinado por la policía que ya se había ganado el mote de “maldita”…
En diciembre de 1999, Carlos Ruckauf ganó la gobernación bonaerense diciendo que había que «meter bala». Mariano (Witis) y Darío (Riquelme) son el resultado de esas políticas de mano dura llevadas a cabo por el Estado, el verdadero responsable. Ruckauf bajó la orden y sabía cuáles iban a ser las consecuencias. Todas las balas que se encontraron en el lugar eran balas policiales. Dispararon a 75 centímetros de distancia, fue una ejecución.
¿Cómo ve la problemática de la violencia institucional hoy, con el gobierno de Cambiemos?
Este Gobierno ha profundizado la violencia institucional. Patricia Bullrich y Mauricio Macri son asesinos en potencia y tienen responsabilidad en muchísimas muertes. Hoy el clima de violencia es muy grande y los mismos funcionarios alientan el costado más violento de la sociedad. No pensé que volvería a vivir épocas que ya vivimos. Retrocedimos en materia de derechos humanos. Esta gestión deterioró y destruyó lo que estaba.
Raquel, dedica su vida a luchar contra la violencia institucional. Cuenta su historia y analiza la política de seguridad del Gobierno actual, que según considera :“ha profundizado la violencia institucional”.
¿En qué sentido se retrocedió? ¿Lo ve como algo intencional?
Sí, es una política de Estado. No hay interés en “Memoria, Verdad y Justicia”, en seguir los juicios de lesa humanidad, en que los casos de violencia institucional sean sancionados como corresponde. No hay interés.
Pero se le da un adicional a la Policía por decreto…
No sólo eso. Le sacaron fondos a Educación y Salud para ponerlo en la Policía, seguramente para reprimir a aquel que se resista a la pérdida de derechos. Los años de este Gobierno fueron una pérdida constante de trabajo, salud y educación. Y los recursos se destinaron para el disciplinamiento y el control social. No quieren que nadie levante la voz, el que la levanta se liga el palazo o un balazo.
En relación a la cuestión del disciplinamiento y control social, ¿qué postura tiene en relación al sistema penal y a las cárceles en particular?
Creo que en las condiciones en que está hoy la cárcel no sirve para que la persona pueda recapacitar, rehabilitarse y salir con otra idea. Porque tampoco tiene oportunidades al salir, el Estado no se las brinda ni cuando está adentro ni cuando está en libertad. Si no tenés los medios y las oportunidades para llevar un proyecto de vida, todo te empuja a cometer delitos. Somos bastante hipócritas como sociedad: condenamos a quien se equivocó a no cambiar nunca, lo tratamos de una manera indigna y de eso no puede salir nada bueno.
¿Por qué somos hipócritas como sociedad?
Tenemos una sociedad violenta, discriminatoria, racista, excluyente. El terrorismo de Estado lo que hizo fue romper la base social de solidaridad que existía en las personas, y potenció el individualismo. En los ‘90 se terminó de destrozar ese entramado social. Durante el kirchnerismo se trató de recomponer, pero no fue suficiente. Si no tuviésemos esta sociedad, las políticas de mano dura no irían y vendrían en tan corto tiempo.
¿Por eso refuerza la idea de que el Gobierno alude constantemente a esa fibra para llevar a cabo su política de Seguridad?
Claro.
¿En las fuerzas represivas sigue habiendo resabios de la dictadura?
Sí, en las prácticas de vulneración de derechos. Es como dice Marcelo Saín, en las instituciones policiales y fuerzas de seguridad quedaron enquistadas tres cuestiones: la liberación de zonas, la participación en redes de delitos y la tortura como disciplinamiento y control social. Todo eso hoy lo ves, sigue estando. Los grupos más vulnerables son perseguidos y hostigados permanentemente por la policía. Con esas prácticas no hemos acabado.
¿Hay sectores de la sociedad que esperan siempre las políticas de “mano dura”?
Sí. Esos sectores que piden mano dura están siempre, pero cuando hay un proyecto de ampliación de derechos, están con la boca callada. Cuando ese tipo de de proyectos políticos cae, sale la jauría.
¿Hoy cree que le soltaron la correa a la jauría?
Sí. Pero creo también que hay muchísimas movilizaciones y hay personas que pelean y no ceden un centímetro. El movimiento está, pero falta un referente que aglutine toda esa resistencia y luche de cara a las elecciones de 2019. Hay muchos jóvenes que militan el tema de violencia institucional, hay que poner fe en ellos.
“La militancia es lo único que me permitió sanar y seguir con vida”. Raquel recuerda su juventud entre la música de Los Beatles y su militancia en la izquierda revolucionaria. Tanto ella como su esposo, Jorge, vivieron la oscuridad de la dictadura militar y hoy tienen familiares y amigos desaparecidos. Años después, volvieron a ser heridos por las fuerzas represivas, en manos de la más oscura Policía Bonaerense de los años democráticos.
Raquel relata que ante el dolor y la injusticia, volvió a encontrar en la militancia un motivo para vivir y luchar por “un futuro donde nunca más haya otros Marianos u otros Daríos”.
¿Cómo se convive con el dolor? ¿Hay alguna forma de retransformarlo?
Muchas veces me lo preguntaron y la verdad no sé. Creo que uno lo hace por amor: al que ya no está y a los que quedan vivos. Cuando pasó lo de Mariano dije que nunca quería estar en la vereda de la policía. No quiero sentir ese odio y ese desprecio por el otro. Creo que a pesar de estos dolores, que son pérdidas irreparables, uno tiene que poder cortar la espiral de violencia. Nunca tuve odio, eso me destruiría a mí y a mi entorno, y no me dejaría ver qué camino tomar. Creo que eso pasó con las Madres y las Abuelas. Cuando uno sufre un dolor tan grande, es incapaz de producirlo en otra persona porque sabe lo que significa. Todos los organismos de Derechos Humanos son un ejemplo de eso.
Hizo mención a la militancia por los derechos humanos y usted, justamente, tiene un rol activo en la Comisión Memoria, Verdad y Justicia.
Cuando a uno le pasan estas cosas se puede quedar en su casa y morirse de a poco (las ganas las tuve) o hacer algo. La militancia es lo único que me permitió sanar y seguir con vida. La única manera que encontré fue comprometerme a cambiar la realidad. No sé si lo voy a lograr pero sí voy a aportar mi granito de arena para que cambie.
Cada 21 de septiembre supongo que confluye esa militancia con el recuerdo de Mariano.
Yo, en general, los 21 estoy triste y es algo que no lo puedo manejar. Pero cuando termino estoy distinta, los chicos me cargan de energía. Uno trata de equilibrar la pérdida con buscar un futuro donde nunca más haya otros Marianos u otros Daríos. Eso es la utopía, pero también es lo que me permite caminar.
Como decía Eduardo Galeano, ¿cómo se fortalece para seguir persiguiendo el horizonte?
Militando. Es la única manera. Tratando de que los jóvenes se apropien de herramientas y aprendan a defender sus derechos. Estos tiempos son tiempos duros donde hay que resistir.
Sep 12, 2018 | Novedades, Trabajo
En primer plano, un cartel escrito sobre una pizarra dice “hasta siempre”. Detrás, un vidrio deja ver una fábrica vacía y máquinas en desuso que resisten al paso del tiempo. Un polvillo muy fino se posó sobre ellas. Hace dos semanas, Extreme Gear cerró la última planta que le quedaba. La empresa que producía calzado para Adidas no pudo hacer frente a la apertura comercial implementada por el gobierno de Cambiemos. Hoy está siendo desarmada. Su ex dueño, Emmanuel Fernández, narra la caída, y entre nostalgia y tristeza advierte que “la situación de las pymes es caótica”. “Extreme Gear surge en el 2006 y fue creciendo por la alta demanda del calzado. En 2008 se pone a trabajar con Adidas por el aumento de la demanda y un plan fuerte de sustitución de importaciones impulsado por el gobierno anterior. De esa manera fuimos creciendo año a año, duplicando producción y gente. En 2015 llegamos a contar con 660 empleados entre las dos fábricas, la de Lanús y la más grande, de Esteban Echeverría, que cerró ahora”, cuenta Fernández.
Sin embargo, ese año la multinacional comenzó a discontinuar los pedidos. “A fines del 2015, Adidas nos bajó la producción con la excusa de la disminución de la demanda. Ese fue el primer golpe: como el trabajo del calzado es muy mano de obra dependiente, tuvimos que comenzar a bajar personal. Los siguientes semestres Adidas siguió bajando la producción, hasta que en junio de 2017 la canceló totalmente y dejó de enviarnos los insumos que venían de Asia. En ese momento tuvimos que dar de baja la mayor cantidad de personal. Casi 500 empleados, contando las dos fábricas, se quedaron sin trabajo entre junio y diciembre de ese año. En la planta de Esteban Echeverría hasta hace dos semanas quedaban 47 empleados que estaban terminando la poca producción que había. Después de eso, cerramos definitivamente”.
Según denuncia Fernández, la empresa alemana prefirió apostar a la importación de pares terminados en Asia, dinamizada por la política económica de la gestión Macri. “Desde el cambio de Gobierno se veía venir que todas las medidas iban a ser contra el consumo y la industria nacional. Y así fue: abrieron las importaciones y no hay ningún tipo de protección para el sector. Siento frustración e impotencia por haber dedicado tanto a la empresa y que por una decisión política y comercial se tenga que cerrar de un día para el otro. Se hizo una inversión muy grande, de más de 15 millones de dólares. Pero se ve que al Gobierno no le interesa las inversiones de los empresarios locales y sólo quieren las divisas extranjeras de modo especulativo, nada de inversión en la economía real”, agrega.
Emmanuel Fernández, su ex dueño, narra la caída entre la nostalgia y la tristeza.
Fernández señala además que el cierre de Extreme Gear es sólo un ejemplo de la situación que viven hoy las pequeñas y medianas empresas. “La actualidad de las pymes es caótica, casi terminal. Están sufriendo mucho la baja de demanda y el freno de la economía. Específicamente, el sector del calzado está en caída y el consumo no levanta. Nos enteramos de un nuevo cierre cada semana”, se lamenta.
A título personal, el empresario dice haberse visto sensiblemente afectado por despedir a sus trabajadores. “Dolió mucho. Por más que teníamos más de 600 empleados, nunca dejamos de ser una pyme. Sabíamos que estábamos dejando en la calle a gente que era el sostén económico de sus familias”.
Gladis Arce se quedó sin trabajo en diciembre del 2017. Hasta ese momento fue delegada de la comisión interna de Extreme Gear. Hoy le cuesta ser optimista y califica la situación económica del país como un “desastre”.
“Esto fue de golpe, en tres meses se fue todo a la mierda. Cuando Adidas decidió que no produzcamos más, la empresa fundió y nos quedamos todos en la calle. Hasta entonces, no sufrimos ni bajas de salarios ”, explica.
En el mismo sentido que Fernández, Arce también se queja de la actitud del Gobierno: “A Adidas le conviene traer las zapatillas ya armadas, le sale mucho mas barato, y el Gobierno no los frena. Nosotros como delegados pensamos que el Ministerio de Trabajo (ahora devenido en Secretaría) y el sindicato iban hacer algo para evitar los despidos, pero lo único que hicieron fue ver cómo se nos iba a indemnizar, nada más”. A su vez, Arce comenta que luego de enterarse de la decisión de Adidas no tuvieron demasiado margen de maniobra. Terminaron agarrando lo que les ofrecían.
“A Adidas le conviene traer las zapatillas ya armadas, le sale mucho mas barato, y el Gobierno no los frena», relata Fernandez.
Los números del cambio de rumbo
La planta de Esteban Echeverría fue inaugurada el 20 de octubre de 2011, en un contexto de protección y desarrollo de la fabricación local. En ese momento, más del 50% de las ventas de Adidas Argentina eran productos nacionales.
Según datos de la Federación Argentina de la Industria del Calzado y Afines (FAICA), entre 2010 y 2011 la producción de calzados aumentó un 8,5%, pasando de 106 a 115 millones de pares. Lo mismo ocurrió con el consumo, que subió un 5,8%, de 126,7 a 134,12 millones de pares.
Los siguientes años siguieron la senda del desarrollo. 2012, 2013 y 2014 coincidieron en una producción de 120 millones de pares de calzados, mientras que 2015 registró un récord de 125 millones de pares.
El consumo tuvo una leve merma, pero se mantuvo siempre en niveles superiores a los de 2011: 138,6 millones de pares en 2012; 137,2 en 2013; 136,6 en 2014; y el récord de 147 millones de pares en 2015.
El 10 de diciembre de ese año asumió como presidente Mauricio Macri. Ni bien pisó Casa Rosada anunció la modificación del sistema de importaciones, dando de baja las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), creadas por el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en 2012, y reemplazándolas por el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones, un régimen que se volvió cada vez más flexible a la llegada de artículos extranjeros con el pasar de los años.
El viraje se registró de manera notable en los datos. De producir 125 millones de pares en 2015, la industria del calzado pasó a 111 millones de pares en 2016, cayendo un 11,2%. La merma se acentuó en 2017, año en el cual se registró una producción de apenas 100 millones de pares, un 9,9% menos en relación al año anterior, y un 20% menos si se lo compara con el 2015.
Las importaciones crecieron de manera considerable. En 2015 fueron de 21,6 millones de pares, mientras que en 2016, llegaron a 27,3 millones. En 2017 la cifra trepó a 33 millones de pares, según datos de FAICA. Entre 2015 y 2017, el incremento fue de un 52,7%.
La receta de la Organización Mundial de Comercio (OMC) derivó en un viraje económico cuyo costo fue alto. Como mínimo, al día de hoy se contabilizan 6.000 despidos en el sector, como así también suspensiones, vacaciones anticipadas y cierres de fábricas.
La política económica del gobierno de Mauricio Macri tampoco tuvo los resultados esperados: las inversiones no llegaron, y no sólo no se generó confianza, sino que hoy el país sufre una crisis cambiaria producto de la inestabilidad económica y financiera.
Emmanuel Fernández reconoce que aún está golpeado por el cierre de su empresa. Lo cuenta mientras intenta salvar de la ruina a un montón de máquinas que ya no usa nadie: “Van a quedar esperando un mejor momento”, afirma. Apagadas, se pueden ver a través de un vidrio que enmarca una fábrica desierta bajo luz tenue. Una verdadera ciudad fantasma.
Ago 22, 2018 | Culturas, Novedades
Marcelo Figueras fue una de las figuras que llegó a la radio en el 2017.
Las paredes verde antiguo están cargadas con fotos en blanco y negro de distintos tamaños. Son muchas y están casi pegadas entre sí. Aparecen el Che Guevara, Fidel Castro, Carlos Mugica, Juan Perón, Héctor Cámpora, Néstor Kirchner, Simón Bolívar. Más grande, ocupando un lugar privilegiado, luce Evita sonriendo. De fondo suena el último disco del Indio Solari, El ruiseñor, el amor y la muerte. El Café de los Patriotas, ubicado en La Paternal, tiene la estética de cualquier bar porteño y además funciona como cooperativa de trabajo desde el 2012. En 2015 comenzó a funcionar allí FM La Patriada (102.1), una radio popular capaz de poner al aire a figuras como el Indio Solari o Andrés Calamaro.
¿Cómo nació la radio popular que atrajo a figuras con una propuesta alternativa que busca “disputarle el sentido común” a los medios masivos?
Nuestro orígen fue el conflicto y la lucha popular – el que contesta es Pablo Velázquez, que se presenta como un militante. “Termino de hablar con vos y me voy a hacer cargo del café, en el mismo lugar donde fui bachero, delivery, mozo. Acá no somos empresarios”, dice el coordinador general de FM La Patriada, un tipo que arrancó su militancia a los 13 años, con el estallido del 2001.
“La radio pertenece a Proyecto Comunidad, una organización social que se forma producto de las asambleas populares en 2001 y decantó en la construcción de una cooperativa de viviendas para las familias que estaban en La Lechería, una fábrica ubicada en La Paternal, a la vera de las vías del Ferrocarril San Martín”, cuenta Velázquez sobre esa primera época.
Ya en 2009, instalados en Villa Lugano, surge la necesidad de contar con un medio de comunicación que fuese propio y representara las voces de esas familias. “Ese año damos un salto a pensar la política como política pública. Por eso entendimos que era vital tener un medio de comunicación propio, porque lo que pesaba permanentemente sobre los habitantes de La Lechería era la estigmatización por ser pobres y, además, fue una forma de meternos en el debate nacional por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Así nació Radio Comunidad, que luego fue FM La Patriada”, cuenta Velázquez.
Pablo Velazquez.
Con la radio se creó también un proyecto formativo donde se buscó incluir en la comunicación a los propios jóvenes del barrio. “Empezamos una radio escuela con jóvenes de Lugano. Se acercaron pibes del barrio que hoy van a la casa del Indio (Solari) todas las semanas a grabar en su estudio. O pibes que arrancaron haciendo operación y que luego terminaron haciéndose cargo de un puesto de responsabilidad importante en una cooperativa económica, por ejemplo. Lo que hace la organización es generar oportunidades donde no las hay y formar en el trabajo y en la conciencia política e histórica. Ese es el formato, porque si no, no hay ni apropiación popular de la tecnología ni apropiación popular de la comunicación”, subraya Velázquez y agrega: “Hay que profesionalizar, hay que aprender para poder decir, discutir y pensar desde nuestro lugar de trabajadores. Hay mucho esfuerzo, mucha dedicación y mucho estudio de parte nuestra. Nos obligamos al estudio porque más allá de que hay compañeros que pasamos por la universidad, todos tenemos que saber todo. Creemos que es importante que los trabajadores tengan sus propias herramientas económicas para subsistir y desde ahí poder salir a declamar”.
En 2012, Proyecto Comunidad adquiere el Café de los Patriotas, lugar que toma un fuerte sesgo cultural como espacio de reunión y expresión artística. Fue en ese marco que en 2015, Radio Comunidad pasa a funcionar en el bar, cambiando su dial del 88.3 al 102.1, y transformándose en La Patriada.
“En Lugano estábamos bajo el nivel del mar y acá estamos buscando meternos en un lugar de fuerte disputa cultural, buscando también hablarle a otro público”, cuenta el coordinador general de la FM.
“Lo que nosotros estamos haciendo es La Patriada como un concepto: es un medio popular, de propiedad popular, que viene a cambiar un poco con su propio ejemplo, las relaciones capitalistas”, explica Velázquez.
FM La Patriada se ubica en Nicasio Oroño 2200, La Paternal.
“Nunca soñamos con esto”
Un gran punto de inflexión para la emisora se dio en el 2017, cuando se decide buscar la masividad. “Nosotros pensamos, desde Radio Comunidad, hacer comunicación popular y comunitaria, y desde La Patriada, que esa comunicación tenga llegada masiva”, comenta Velázquez.
En ese sentido, destaca el reconocimiento: “Para nosotros lo más importante es el ejemplo. Ejemplo militante, de sacrificarse, de andar cada uno de nosotros endeudado, sin llegar a fin de mes para que esto se mantenga. Y lo hacemos porque somos conscientes que hay una lucha en el medio. Es una lucha quirúrgica, que es la lucha por la disputa del sentido común dominante”.
Para el coordinador de La Patriada esa lucha tiene como una de sus aristas pensar un nuevo tipo de comunicación: “Nosotros no estamos en la lógica del periodismo comercial. Damos libertad para que se investigue y para que se haga lo que se tenga que hacer. No somos ni fanáticos ni obsecuentes de ninguna bandería política. La Patriada no es el órgano de difusión de una organización, es una radio donde hay periodismo, donde hay cultura, donde pasan cosas todo el tiempo y tiene una lógica distinta. Por eso termina pasando que el Indio se acercó a la radio. Nosotros ni soñamos que esto iba a pasar”.
Casi como un juego de palabras, Velázquez hace un guiño inconsciente al estribillo de “JiJiJi”, el mítico himno de Los Redonditos de Ricota, para hablar de la llegada del Indio Solari a la radio, quizás la más paradigmática de varias figuras conocidas que se integraron a la emisora.
“Los artistas acá tienen posibilidad de desarrollarse. Seguramente tienen ganas de hacer o decir cosas que de otra manera no las podrían hacer y acá tienen un espacio”, explica al respecto.
El orígen de la radio fue el conflicto y la lucha popular.
Marcelo Figueras fue una de las figuras que llegó a la radio en el 2017. Desde agosto de ese año conduce Big Bang, un programa diario que va de lunes a viernes de 22 a 00 hs. Fue además, quien le ofreció al ex líder de Los Redondos sumarse.
Figueras destaca a La Patriada como “una posibilidad para ejercer un periodismo distinto”, alternativo a los grandes medios masivos de comunicación. “Nosotros tenemos la sensación que nos estamos enfrentando con un poder que es muy monolítico, que tiene todo el dinero, todos los ‘fierros’, pero hay una rajadura inevitable porque no pueden engañar eternamente a la gente. Ahí es cuando comienzan a emerger medios alternativos donde todos laburamos sabiendo que no hay competencia entre nosotros, al contrario, nos alegramos porque sabemos que el adversario verdadero es otro. Sabemos que somos los ‘Davides’ de la historia y nos estamos enfrentando a un Goliat. Por eso hay que relacionarnos y apoyarnos cada vez más: potenciarnos y resonar lo que dice el otro para que trascienda la cadena de desinformación que estos medios tan grandes hacen”.
Figueras es además el biógrafo del Indio Solari, que al igual que él también vio en La Patriada un espacio de expresión. “Cuando apareció la posibilidad del programa, el Indio había empezado a tener páginas en Facebook con alias distintos que se las terminaban cerrando siempre. Entonces le dije que podía usar el programa para lo que quisiera, con el nombre que quisiera, como un medio de expresión, y se enganchó de inmediato. Tanto es así que muy rápidamente dijo que quería programar toda la música, cosa que nunca se me hubiese ocurrido. Mirá si le iba a decir que programara la música de un programa de radio diario de dos horas (risas)”, contó el escritor sobre el cantante.
Figueras consideró que este acercamiento se trató de “un gesto político clarísimo. Un gesto de poner los huevos en el lugar donde uno cacarea: ver dónde está la gente que está tratando de hacer algo parecido a lo que él trató de desarrollar a lo largo de toda su vida. Más allá de nuestras limitaciones técnicas, él sabe que nuestro espíritu está más cerca de eso. Se me hace que para él es como un volver a la fuente, a los principios en los cuales los medios que le daban bola eran todos medios alternativos”.
Pablo Ramos es otro de los nombres conocidos que integran la radio popular. El escritor y guionista forma parte de La Patriada desde el desembarco de la emisora en La Paternal, en 2015. “Al ver lo que era, me quede acá. Era una posibilidad. Confío en mi destino de radiador”, contó Ramos, que en la radio conduce El orígen de la tristeza y participa en Cosa de negros.
Al ser consultado sobre qué significaba estar en La Patriada, Ramos hizo una salvedad: “Nadie está en La Patriada, todos hacemos La Patriada. El que está en La Patriada, sobra. Todos hacemos. Cada uno sabe lo bueno que tiene el compañero, cómo te ayuda, los límites, cómo escuchar. Es hacer la patriada. Cada uno de nosotros somos La Patriada”.
Pablo Ramos.
En este ser La Patriada también se encuentra Andrés Calamaro, quien se sumó a la FM el año pasado por intermedio de Ramos y hoy produce contenido de lunes a lunes.“Calamaro se acercó primero a mí como escritor, para que colabore con una revista. Le dije lo que estaba haciendo, le conté de este proyecto, no le pedí nada, y se sumó, igual que el Indio”. “De repente, te hacen una nota y no pueden creer que no haya plata de por medio”.
“A veces creo que me voy y me termino quedando. Siempre termino abrazando”, dice Pablo Ramos. “¿Por qué me quedo? Me quedo en la radio por amor. Por amor me quedo”.
Jun 2, 2018 | Novedades, Trabajo
Una mujer balancea con sus brazos a una bebé que bosteza con cara de cansada. Un gorrito con orejeras cubre su cara de los soplos de viento de una jornada típica de invierno. Su mamá está al lado. Tiene unos treinta años golpeados por la vida y cuenta que la nena se llama Gema y tiene cuatro meses. “Vine acá por ella, hoy está mucho más difícil comer”, dice Cinthia, una de las miles de personas presentes en el acto cúlmine de la Marcha Federal por Pan y Trabajo, organizada por movimientos sociales, llevada a cabo la tarde de este viernes en la Plaza de Mayo.
“Siempre venimos a la Plaza, acá nos reunimos todos”, dice Cinthia, que tiene pocas palabras y una sonrisa tímida. “Nos vinimos en colectivo desde González Catán, tardamos dos horas y media en llegar”. Cinthia es una de las tantas mamás con niños chiquitos que hay en el acto, a las que minutos después les dedicó unas palabras desde el escenario la representante del Frente de Organizaciones en Lucha, María Elena Navarro.
La postal abajo del escenario es esa: familias de sectores populares que hacen propia la plaza más representativa del país. Humildes organizados.
En la mitad de la plaza hay una columna de Barrios de Pie. Uno al lado del otro, un grupo de varones vestidos con pecheras celestes, separan el piso de cemento del de tierra, hecho barro. No son los únicos que tienen pecheras: la identidad política está inscrita en los cuerpos de los presentes, que lucen orgullosos de dónde provienen. Metros atrás, un vendedor de choris tiene una pechera naranja fluo que dice “Ctep” (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular). La disposición de esos cuerpos es la disposición de sujetos organizados políticamente.
Un hombre escucha atento a Dina Sánchez, del Frente Popular Darío Santillán, cuando grita desde el escenario que “¡el gobierno saquea al pueblo!”. Tiene una boina verde oliva y una barba canosa larga, que le llega hasta el pecho. Claudio tiene habla fácil, como si necesitara contar lo que le pasa. “Vengo acá porque nos están haciendo mierda. Yo soy jubilado y estoy mal, y eso que no tengo la jubilación mínima. Vengo por los docentes, por los trabajadores”. Recuerda: “Yo viví lo que fueron los ‘90 y esto es parecido. A mí me metieron preso porque era sindicalista, y en la época de la dictadura casi me mata la Triple A. Yo pasé muchas cosas”. Tiene unos anteojos de marcos marrones cuadrados, medio empañados por el frío. Habla tranquilo, con tono hasta paternal. En el mismo sentido que la convocatoria, dice que “hay que organizarse, juntarse y hacer un paro. Nosotros somos los que laburamos y estos se la llevan de arriba”, dice por los ministros de Mauricio Macri, de quien dice que “debería renunciar solo, sin que lo echemos”.
Mientras Claudio habla, una chica de unos veintipico con un chaleco que dice “Barrios de Pie” mira para atrás a una señora de unos 50. Le pasa un sanguche de milanesa que está comiendo. La mujer muerde despacio, no tiene dientes. Una mujer que forma parte del mismo grupo dice con una sonrisa: “¿Ven? Eso es ser compañera”.
En el escenario habla Marianela Navarro, del Frente de Organizaciones en Lucha, responde a los polémicos dichos de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal sobre la educación y la pobreza. “Señora gobernadora: nosotros luchamos para que los hijos de los pobres lleguen a la universidad, sean doctores, sean abogados, sean arquitectos, porque seguramente van a volver a las barriadas populares a devolver todo ese apoyo y ese conocimiento al servicio de la lucha social”. Una señora de unos cincuenta y pico se emociona y aplaude.
Una columna de La Garganta Poderosa escucha atenta. Un pibe de veintipico custodia la caña que sostiene uno de los extremos de la bandera. Está hundida en el barro, que cubre la mitad de las zapatillas del pibe barbudo. Junto a él, una chica de pelo corto carga un bombo gigante. Dice que buena parte de sus compañeros están en la marcha por el juicio contra la Prefectura por las denuncias de “torturas psicológicas y físicas” que presentaron contra esa fuerza Ezequiel e Iván, dos pibes de la villa 21-24. La primer oradora, la madre de Plaza Línea Fundadora, Nora Cortiñas, hizo alusión del caso en su discurso de apertura.
Más atrás, un pibe alto, de 1.80 y pico con un pedazo de telgopor escrito de manera improvisada: “Clarín=FMI=Gobierno”. “Vengo acá porque siento angustia”, dice. “Porque veo que están haciendo cosas que perjudican la vida de la gente”. Tiene una barba importante, pero con poco volumen, y el pelo largo, castaño claro, atado con un rodete. Está con un amigo, que también tiene un cartel de telgopor y viste un tapado de paño negro. “Hay grupos fácticos que apoyan a este Gobierno, hay cosas que nadie las habla. Si Clarín se tirara contra este Gobierno, este Gobierno no dura un día. Lo primero que hizo Macri cuando llegó fue derogar la Ley de Medios, y nadie habla de eso”, se queja Ramiro. “A mí varios amigos me dicen en los grupos de WhatsApp que deje de hablar de política, que no me meta, pero si no ¿cuándo va a cambiar algo?”.
En el escenario habla el último orador, Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, una de las organizaciones organizadoras del acto. El dirigente pide “más convicción militante”, al afirmar que “eso es lo que necesitamos para cambiar la argentina”. El acto está llegando a su ocaso y comienzan a sentirse los bombos.
Mientras Ramiro me habla, una señora le toca el brazo a una mujer petisita. Le dice de irse. La otra la frena y se niega. “Pará que está por empezar el Himno”. La melodía introductoria suena en una quena y provoca una fuerte empatía emocional.
Terminado el Himno, que fue en versión mitad folclore mitad chamamé, la Plaza empieza a desconcentrarse de manera ágil: cada columna sabe por dónde y cómo debe irse. Suena “Vencedores vencidos”, de Los Redondos, que se mezcla con el olor de la carne asada y el carbón. Por Hipólito Yrigoyen pasa la seccional Chaco del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que está de rojo por ser una columna específica de trabajadores campesinos. “Me voy corriendo a ver, que escribe en mi pared la tribu de mi calle, la banda de mi calle”, suena de fondo.