Los chicos fuera de juego

Los chicos fuera de juego

Sábado a la tarde en Villa Crespo, cinco categorías infantiles de Atlanta reciben a San Lorenzo por el torneo FEFI. En la canchita, se ve a niños de todas las edades vestidos con los colores amarillo y azul. También están las dos hinchadas, con banderas de por medio; frente a ellas, los dos bancos de suplentes. Las cinco categorías que van a jugar esa tarde son: 2004, 2005, 2006, 2007 y 2008. Los pibes que no juegan se divierten en la cancha de afuera, a la espera que empiecen los partidos.

Antes de salir a la cancha, los técnicos se juntan con sus jugadores en el vestuario y dan la última arenga. Después, posicionado cada uno en su terreno, los equipos arman una ronda: todos dicen que saben que lo más importante es salir a divertirse. Los chicos, los técnicos y los padres dicen saben que, ante todo, el fútbol es un juego. Lo trascendental, señalan, es inculcarles a los chicos la pertenencia a un grupo, saber comportarse dentro de él y aprender a ser buen ganador y, sobre todo, buen perdedor. “A veces se confunde la competencia con la exigencia. La competencia es propia del aprendizaje. El tema es que no es el objetivo. Ahí está el problema. Hay que tener paciencia. Lo estamos formando como jugadores y personas. Es por eso que hay que saber trabajar a través de las emociones, para no sacarles confianza”, cuenta Daniel  Bloch, entrenador en las inferiores de Deportivo Español, a ANCCOM.  Todo eso parece estar claro antes del pitido inicial. Sin embargo, la cosa cambia cuando la pelota se pone a  rodar. Cuando el juez da comienzo al partido, los murmullos aparecen. Las frustraciones de los adultos brotan en insultos hacia los niños. Las presiones, en las caras y los llantos de los chicos. Abran cancha. Cuando el silbato suena, los protagonistas ya no son los jugadores.

«Antes de salir a la cancha, los técnicos se juntan con sus jugadores en el vestuario y dan la última arenga».

Categoría 2008. Chicos de ocho años. Por un lado, los jugadores del Bohemio con su camiseta amarilla y azul. Por el otro, los cuervos vestidos de azulgrana. “La próxima enganchalo y seguí. Bien igual”, le dice el técnico a su jugador mientras lo aplaude. Minutos después, tras recibir un gol en contra, le grita al mismo jugador: “Tocala. No te entretengas con la pelota. Jugá fácil o salís”. Durante el partido, la línea que separa el aliento y los gritos tácticos con los retos es muy confusa. Tanto de parte de los técnicos como por parte de los padres. Los pibes reciben esa presión de diversas formas. Algunos siguen jugando y se divierten, otros putean hacia adentro cuando algo les sale mal y están aquellos que se ponen a llorar cuando su error provoca un gol contrario. Esos son las tres partes del triángulo que conforman el fútbol infantil actual: los chicos, los padres y los técnicos.

El chico

Córner para San Lorenzo. Un despeje deja al once de Atlanta mano a mano con el arquero y tras un puntinazo, el Bohemio se pone arriba. La hinchada grita el gol. El pibe de ocho años se besa el escudo y con las dos manos le dedica el tanto a todos los presentes. Jorge Valdano, jugador y campeón del mundo con Argentina, asegura que los chicos en la actualidad imitan lo secundario de los jugadores: sus festejos, sus vivezas. Sin embargo, lo fundamental queda de lado. “He visto a un muchacho metiendo un gol y besándose luego el anillo, como hace Raúl. Raúl se besa el anillo como homenaje a su mujer; ese muchacho no tiene anillo, ni mujer, pero tiene a Raúl como modelo y empieza por imitar lo secundario. De Raúl hay que imitar su entrega, su profesionalidad, su capacidad de superación. Su ambición. Desde ese punto de vista, es un modelo que para los chicos puede resultar muy inspirador. Pero entiendo que todo tiene que ver con una gran fantasía: todo padre quiere tener en su hijo a una gran figura en ciernes. Creo que eso termina provocando malentendidos de todo tipo”, comenta Valdano en una entrevista en el diario El País, en la que se refiere al crack español, Raúl González Blanco.

“Hoy te voy a dedicar un gol”, dice uno de los jugadores de Atlanta con quien esta cronista habló minutos antes de su partido. “Así que quedate acá así te ubico”, agrega. Al terminar el encuentro, la derrota le cambia la cara. Es cierto que el equipo contrario fue superior, pero por momentos tuvieron buenos pasajes de fútbol. “Buena jugada y mejor habilitación en el 2-3”, comenta la cronista. Su cara no cambia. “Hoy jugué muy mal”, dice. Se va sin saludar.

«Todo padre quiere tener en su hijo a una gran figura en ciernes».

El pibe se va mal porque sabe que jugó mal. Ahí no está lo importante. El pibe no se divirtió. Antes de su partido, el último de la larga jornada, había estado peloteando con sus compañeros. Su cara nada tenía que ver con la que presentaba horas después adentro de la cancha. En el prólogo de La infancia hecha pelota, Roberto Fontanarrosa retoma lo que dijo Alfredo Di Stéfano, “Nadie dice ´voy a correr al fútbol´. ´Voy a jugar al fútbol´ es la frase habitual”. Sin embargo, cuando la pelota gira por los tres puntos, nada queda de juego para algunos chicos.

Cuando se juega, ambas partes quieren ganar. Sin embargo, todos los actores declaman que lo más importante para niños de entre 7 y 11 años debería ser pasar un buen rato. “Tenemos que entender que si bien nuestro objetivo es la formación de la persona, muchas veces la cultura de la inmediatez que existe en el fútbol provoca que los chicos pongan el resultado por encima de la formación. Eso es culpa nuestra, de los adultos, que alentamos muchas veces el resultado porsobre el juego”, expresa Daniel Bloch.

En los cinco partidos de la jornada, dos arqueros diferentes se pusieron a  llorar. Primer partido, córner para los contrarios. El arquero, con el doce en la espalda, queda a mitad de camino. Su técnico le grita desde afuera mientras él, aún, está sacando la pelota de adentro del arco: “No podés dejar que te anticipen así”. La forma en que lo dice, con gestos incluidos, es lo que provoca malestar en el niño. Desde la hinchada, un grupo de chicos de 7 años reconoce que su compañero está llorando. “Mirá, se puso a llorar”, comentan entre ellos. El partido se para. El técnico, ahora sí, se acerca, lo abraza y le dice algunas palabras de aliento. Sus compañeros se acercan para motivarlo. El partido se retoma y, todavía con la cara mojada, el doce despeja un mano a mano.

Segundo partido, pelotazo desde mitad de la cancha. El arquero calcula mal y se le escabulle entre las manos. Un compañero lo mira y le hace un gesto de desapruebo. El arquero se pone a llorar y se queja con el árbitro. Pide que se cobre una falta anterior inexistente. El árbitro lo calma y su técnico entra a la cancha. Lo alienta. Entre los dos tratan de calmarlo. Cuando el juego se reanuda, el técnico le apunta al árbitro: “Era falta”. El juez lo mira incrédulo después de lo que acaba de pasar.

No todos, pero algunos pibes sientes presión cuando los puntos están en juego. “A los chicos les enseñamos a ganar y perder. Tenemos que enseñarles a que aprendan a soportar la derrota. Si el chico viene a jugar y se va llorando o sufre, es un fracaso para la institución. Sin embargo, muchas veces la presión que traen desde afuera es la que canalizan cuando algo les sale mal. A veces hablamos con los padres porque los chicos manifiestan las presiones que traen desde afuera”, sostiene Carlos Di Senzi, Coordinador de Fútbol Infantil de Altanta.

Una vez más la sabiduría de Fontanarrosa en el prólogo del libro de La infancia hecha pelota: “Lo que se busca no es alejar a los pibes de un juego que, como bien calificaron los ingleses, sus inventores, es el más lindo del mundo. Sólo se trata, me figuro, de un intento de recuperar el placer del juego por el juego mismo, el juego como finalidad en sí, sin que el chico tenga que sufrir la crispación que se va cristalizando en torno a él”.

“A los chicos les enseñamos a ganar y perder. Tenemos que enseñarles a que aprendan a soportar la derrota».

El técnico

“Antes existía el entrenador, y nadie le prestaba mayor atención. El entrenador murió, calladito la boca, cuando el juego dejó de ser juego y el fútbol profesional necesitó una tecnocracia del orden. Entonces nació el director técnico, con la misión de evitar la improvisación, controlar la libertad y elevar al máximo el rendimiento de los jugadores, obligados a convertirse en disciplinados atletas”, describe Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra. En el fútbol infantil, tomando los términos del escritor, el director técnico debería abrirle la cancha al entrenador. “El rol del club y del técnico es, en primer lugar, brindarle al chico un lugar de pertenencia dentro de un grupo. Lo segundo, entrenarlo técnica, táctica y físicamente; pero sobre todo psicológicamente”, explica Di Senzi. La presión que reciben los chicos a la hora de competir, no solo afecta su rendimiento deportivo, sino también su vínculo con los compañeros y placer por el juego.

Es el técnico el que debe cumplir el rol de acompañamiento. Sin embargo, muchas veces, cuando el juego está en marcha, la adrenalina le gana a la cordura. Antes y después de terminar el partido, el entrenador se junta con todos sus jugadores en la cancha y, en una ronda, les da unas palabras de aliento. Durante el encuentro, se lo escucha felicitarlos a pesar de que la jugada haya fallado. Sin embargo, por momentos, algo estalla. “Como entrenadores tenemos que saber que el formador está por encima del entrenador. Lo principal es formar personas. Durante los partidos, me gusta alentar a los pibes y dejarles un mensaje claro. Si me voy del partido y le mando mis frustraciones a los nenes estoy dejando un mensaje erróneo. Esa situación se ve muy seguida en los partidos infantiles”, cuenta Bloch.

En el partido de la categoría 2006, el jugador con el 11 en su espalda no puede parar la pelota. Le ocurre lo mismo en dos jugadas sucesivas. En ambas oportunidades, el equipo contrario recupera la pelota. A la tercera, el técnico le grita al 22 que le pase la pelota al 11. Le queda atrás y la vuelve a perder. El entrenador, enojado, se da vuelta hacia el banco mientras larga unos insultos en voz baja. “¿Sabés? No se la pasés más. Está en cualquiera”, le grita al 22. Nuevamente, gira hacia el banco y llama a un nuevo jugador. El 11 sale reemplazado.

“Nuestra política no es ´ganar cueste lo que cueste´, pero es cierto que en varios clubes esto es así. Los técnicos les enseñan a sus jugadores que quienes tienen enfrente no son sus contrincantes, sino sus enemigos. En esos lugares, los partidos son cuestiones de vida. Por ahí pasan las frustraciones muchas veces de los técnicos. Yo me he retirado de clubes donde la hostilidad era tal que preferí regalar los puntos. No venimos a reemplazar nuestras frustraciones por una jornada”, enfatiza Di Sanzi.

“Como entrenadores tenemos que saber que el formador está por encima del entrenador. Lo principal es formar personas».

Los padres

Están los padres que llevan a sus hijos a divertirse, y los que ven en los chicos un plazo fijo, una promesa a futuro para una posible salvación económica. También están aquellos que vuelcan sus frustraciones de jóvenes en los niños. “Hace nueve años que dirijo torneos infantiles. No todos los fines de semana ocurren agresiones entre los padres, pero sí de vez en cuando. Lo más grave que me tocó presenciar fue un padre que entró a pegarle a su hijo por cometer un error en un gol contrario”, cuenta el árbitro de la jornada, Lucas Delgado.

Son pocas las situaciones extremas que se viven dentro de la cancha porque cuando eso ocurre el club es el encargado de hablar con el padre y, en un caso excesivo, echarlo. Es más común escuchar frases del estilo: “Dale, poné más huevo. Metete en el partido”, “Eso te pasa por no estar concentrado. Tenés que concentrarte”.

“Una vez tuvimos que echar a un padre del club porque agredió físicamente a su hijo. Él volcaba sus frustraciones en el chico. El pibe era arquero. Sus padres estaban separados y nos llegó el rumor que un año después se anotó en otro club para jugar de nueve. La madre y el chico lo hacían a escondidas de su padre”, recuerda Di Sanzi. Ahí está, el padre que vuelca su propia frustración en el hijo. Sin embargo, también aparecen aquellos que ven una salvación económica al tener una promesa dentro de su casa. Casi ninguno lo confiesa, pero el tema está latente. “Cinco goles metiste. Pedile lo que quieras hoy a tu papá, en un futuro te va a pedir él a vos”, se escucha al terminar el partido de la categoría 2006. La frase queda en el aire, desdibujada por las risas.

Muchas veces, cuando un padre ve que un técnico maltrata a su hijo porque cometió un error, él no se enoja. Incluso puede llegar a pensar que es buen técnico si el equipo en el que juega su hijo gana. El objetivo es que la promesa se transforme en jugador profesional. Y otra vez Fontanarrosa ayuda a describir esa disyuntiva: “¿Será posible que un chico que no llega a los 10 años pueda soportar la carga de ser sostén económico de su familia jugando al fútbol? ¿Qué diferencia hay entre eso y la explotación de menores o el trabajo infantil?”

En los últimos años, la mercantilización del fútbol dañó mucho este deporte. Algo notable en el fútbol infantil, donde los chicos no deberían ser tratados como jugadores profesionales. Carlos Tévez, a principios de julio, brindó una entrevista a Líbero y contó el panorama del fútbol argentino: “El fútbol argentino está mal en lo que refiere a inferiores, no solo Boca. Eso preocupa porque en unos años ya no van a existir los Banega, los Di María, los Mascherano. Ahora es todo resultadista. El técnico de la novena quiere salir campeón porque si no se va. Por eso, no le enseña al pibe cómo cabecear, ni a manejar la izquierda. Lo más importante hoy es que el chico corra, se lleve todo por delante y gane. Esta dinámica es así hasta llegar a primera. Se perdieron los valores del fútbol. Los chicos tienen que aprender el deporte, el fútbol. Enseñarles que se gana, que se pierde y, lo más importante, que en la mayoría de las veces se pierde. Esa cultura se ha perdido”. Si a eso se le suma la presión de los padres y los técnicos para formar un futuro crack, el pibe queda fuera de juego. “Hoy en el fútbol rige la cultura de la inmediatez, sin entender que hay un camino antes de llegar a la meta”, cuenta Bloch.  Una vez más Fontanarrosa supo ver la realidad: “Nadie tiene derecho, se me ocurre, a frustrar los sueños de un pibe. Pero también deberíamos decirle, procurando aportar una pizca de realismo a su fantasía, que a la mañana siguiente habrá que despertarse para ir a la escuela y que, en una de esas, le tomen prueba de geografía”.

Actualizado 31/08/2016

Resistiré

Resistiré

“Esta marcha es para los compañeros que no tienen trabajo, ustedes hoy no vinieron a acompañar a las Madres”, exclamó con  su eterna voz potente Hebe de Bonafini, al comenzar la Marcha de la Resistencia alrededor de la mítica Plaza de Mayo.

Habían pasado más de diez años de la última. En aquel momento, gobernaba Néstor Kirchner, considerado un “hijo” por las Madres. En enero del 2005, decidieron ponerle fin a una manifestación que tuvo su origen en plena dictadura cívico- militar.

La reinstalación de la marcha tuvo al actual presidente Mauricio Macri como uno de sus ejes. Los más de 500.000 despidos generados por las políticas del gobierno de Cambiemos fueron la alarma y el motor para el retorno de la Marcha de la Resistencia, bajo el lema “por el derecho a trabajar, a resistir sin descansar. Cristina Conducción”.

“Ustedes tienen que ser nuestras piernas”, exaltó Hebe, quien encabezó la manifestación con una fuerza admirable y realizó en pocas palabras un simbólico traspaso a las nuevas generaciones que se sumaron a resistir y que quizás no tengan marca ni registro de esta histórica movilización.

Miles de personas, militantes y referentes de  organizaciones políticas y sindicales, como La Cámpora, Nuevo Encuentro, Kolina, Frente Transversal, la Central de Trabajadores (CTA) y la Asociación de trabajadores del Estado (ATE), entre otros, participaron de “las 24 horas de resistencia ininterrumpidas” que iniciaron su vigilia alrededor de las cinco de la tarde en un cálido último viernes de agosto y finalizó con un acto multitudinario en medio del frio y de la lluvia de este invierno en retroceso.

Un pequeño escenario y una pantalla en donde se proyectaban fragmentos de discursos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, fueron montados a espaldas de la vallada Casa Rosada. Desde allí, los locutores alentaban a que se marche como  “lo hicieron las Madres hace más de 25 años” y reiteraban, al infinito, la frase enunciada hace días atrás por la presidenta de la asociación: “Macri, pará la mano”.

“En este presente, donde hay un gobierno de derecha que viene a atacar los derechos conquistados, por ejemplo el derecho al trabajo, las Madres una vez más llevan bien alto las banderas de sus hijos, convocan a defender los derechos y convocan a proteger el proyecto nacional que lidera Cristina”, dijo a ANCCOM, el referente del Partido Nuevo Encuentro y ex presidente de la AFSCA, Martín Sabbatella.

En esta edición, la Marcha de la Resistencia se resignificó alrededor de la defensa del trabajo pero también se sumaron banderas y pancartas con otros reclamos, como el pedido de libertad de la referente social Milagro Sala, quien lleva más de cien días encarcelada.

En el costado izquierdo del escenario, muralistas pertenecientes a los grupos de artistas callejeros Sudakas y los Fileteadores del Conurbano, realizaron un improvisado mural: un reluciente sol emergía detrás de la figura de los trabajadores con un puño en alto junto al rostro de las Madres de la Plaza.

El ex titular de la AFI, Oscar Parrilli, describió una “doble sensación” frente a la movilización. “Por un lado, uno siente la satisfacción por estar al lado de Hebe y de las Madres, siempre están delante de todos nosotros, viendo las cosas que el pueblo necesita y, por el otro, no es bueno que vuelvan a la Marcha de la Resistencia y que hoy estemos reclamando por trabajo,  porque esto quiere decir que hay muchos argentinos que están sufriendo”, indicó Parrilli.

La impronta kirchnerista tuvo una fuerte presencia, los cánticos como “vamos a volver” al ritmo de los bombos y trompetas, los variopintos colores plasmados en cada una de las insignias de las agrupaciones o los vendedores de remeras con imágenes de Eva Perón, el “Che” Guevara o Cristina no faltaron.

Llegando la noche, varios artistas se subieron al pequeño escenario para interpretar algunas canciones de apoyo. Entre ellos, Víctor Heredia, Ignacio Copani y Horacio “El Negro” Fontova, quien exclamó en breve canto a capella, “como Cristina no hay dos”, antes de empuñar la guitarra que le prestó Copani y cantar “Resistiré”.

“Esta marcha significa que todas las conquistas que tuvimos estos años hay que reivindicarlas, resistirlas, porque creemos que en materia de derechos humanos hoy quieren llevar adelante, en lo discursivo y en los hechos, retrocesos” afirmó el nieto restituido, Horacio Pietragalla.

En tanto, el diputado nacional por el Frente Para la Victoria y referente de la organización política La Campora, Andres “El Cuervo” Larroque sostuvo que “lamentablemente, se tuvo que volver a convocar las marchas de la resistencia”.

“Hace muchos años que no se hacían y el cambio de modelo económico viene generando en tan poco tiempo consecuencias terribles, casi 500.000 despidos y no se avizoran tendencias de que esto cambie”,  señaló el legislador, quien remarcó, además, que esta marcha convocó a “resistir y a construir”.

A partir de la medianoche, el clima comenzó a desmejorar y durante todo el sábado a la resistencia se le sumó un enemigo circunstancial: la lluvia, el frío y los fuertes vientos que no tuvieron piedad en arrancar ramas de las palmeras de la plaza como tampoco romper las cañas de las banderas de los militantes, sin importar a que organización perteneciesen.

Sin embargo, el clima adverso no aplacó el espíritu de las personas que se manifestaron con pilotos, paraguas y sobretodos durante todo el frio sábado, sumándose cada vez más y llegando a no poder discriminar el principio y fin de la marcha.

Tras 24 horas ininterrumpidas, la Marcha de la Resistencia tuvo su epílogo con un acto que contó como principales oradores al intendente de Ensenada, Mario Secco; al parlamentario por el Mercosur, Agustín Rossi; al diputado nacional por el FPV Edgardo Depetri; a la mismísima Hebe de Bonafini y cuyo cierre quedó a cargo del diputado por Santa Cruz y principal referente de La Cámpora, Máximo Kirchner.

“La verdad que siempre van sucediendo cosas que uno no espera y gracias a ustedes y a ellas, estás cosas que suceden suelen ser hermosas, suelen ser lindas y reconfortantes, cuando a veces hay que llevar sobre la espalda todo el día el bombardeo mediático de aquellos que creen que defenestrando y estigmatizando van a poder ocultar que ellos formaron parte de la mentira que llevó al presidente a la Casa Rosada” expresó Máximo en su discurso.

“Esta marcha al igual que la del ‘81, cuando comenzó, empezó también porque los medios  callaban y esta marcha vuelve hoy porque los medios callan lo que está pasando”, sostuvo.

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Hebe adelantó que se vienen varias Marchas de la Resistencia, mientras el gobierno nacional asegura que estas manifestaciones buscan desestabilizarlo. No obstante,  uno de los cantitos que más se reiteró en la marcha decía “Mauricio Macri ya vas ver, con tu decreto no nos vas a detener”.

Actualizado 29/08/2016

Morón quería cazar “Belenes” y se arrepintió

Morón quería cazar “Belenes” y se arrepintió

Colaboró Débora Campos

El cartel pegado en la pared despabiló al personal de la unidad sanitaria Nº 1 Dr. Springolo, de El Palomar, en la mañana del sábado. Con logo del Centro de Atención Primaria de Salud (CAPS) y del municipio de Morón, comunicaba a los médicos que, “de acuerdo a las leyes vigentes deberá efectuar la denuncia policial obligatoria” ante la “sospecha de aborto”. En la comuna que gobierna el ex marido de la gobernadora María Eugenia Vidal, Ramiro Tagliaferro, la directiva oficial despabiló, además, a organizaciones de mujeres, partidos políticos y sindicatos que rápidamente denunciaron la caza de brujas y lograron, tres días después, el apartamiento de dos médicos a los que se responsabilizó por la campaña.

“Prueban con estas acciones. Si pasa, pasa y lo formalizan con una norma. Si no, eluden las responsabilidades y dicen que fue un error”, explica Romina Pereyra, secretaria de Género de la CTA, zona oeste. Pero no fue un error.

“La directiva provino de un funcionario designado por este gobierno y expresa la decisión política de una administración claramente conservadora que busca, por todos los medios, retroceder en los derechos logrados durante los últimos años”, denuncia el concejal por el Frente para la Victoria de Morón Hernán Sabbatella. Además, el referente kirchnerista presentó un pedido de informes y una declaración de repudio que buscará que sean tratadas sobre tablas por el Concejo Deliberante moronense este jueves.

Las primeras reacciones, apenas horas después de la aparición de los carteles con la directiva oficial, fue la de los médicos y la de las organizaciones feministas del Oeste. “No existen leyes ni reglamentos que obliguen a hacer tales denuncias, que violan los derechos humanos de las personas que se atienden en el sistema de salud, garantizados por la Constitución Nacional y Provincial, Tratados Internacionales, las leyes de derechos del paciente, de violencia contra las mujeres, de protección integral de derechos de los/as niño/as, protocolos de atención, entre otras”, denunciaron a través de un comunicado de prensa.

“El movimiento de Mujeres del Oeste y Las Rojas salimos inmediatamente a hacer una campaña informativa”, completa Manuela Castañeira, militante de Nuevo Mas, ex candidata a presidenta en 2015 e impulsora de la lucha por el aborto legal en la Argentina. “Es importante insistir en que es ilegal obligar a los médicos a realizar una denuncia policial. Además, hay sobrada jurisprudencia en el país que protege la intimidad de las pacientes, impide la criminalización y señala que no se puede detener a una mujer que abortó”, agrega.

La referencia al caso Belén, entonces, es inmediata. Sobre todo, porque la directiva apareció pegada en las paredes apenas horas después de que la justicia de Tucumán liberara a la joven de 27 años que estuvo presa durante dos años por un aborto espontáneo. “Es claro que no se puede separar la ilegalidad de la interrupción de un embarazo y la criminalización de las mujeres. Este tipo de directivas cristaliza y evidencia la política del Estado”, remata Castañeira.

Apenas se conoció la comunicación municipal, las organizaciones de mujeres exigieron la inmediata renuncia de Alberto Daniel Araujo y Marco Marine, coordinador administrativo y coordinador médico del centro de salud de El Palomar, entre otros funcionarios provinciales. Tres días después, con una presión creciente y la repercusión en los medios que comenzaba a multiplicarse, Tagliaferro pegó un volantazo, se deshizo de dos funcionarios y le echó la culpa a la gestión anterior.

A través de un comunicado oficial, el Municipio informó que había inciado un sumario administrativo y separado de su cargo al coordinador médico del centro de El Palomar, el médico Mario Marine, sobre el que, aclararon, “se desempeña como profesional en el Municipio hace veinticinco años”. También el coordinador administrativo, Daniel Araujo, corrió la misma suerte.

Además de apartarlos, la administración del ex marido de Vidal se desvinculó de lo sucedido: “Esa política no representa las opiniones ni las políticas sanitarias del Municipio de Morón”, apuntaron y señalaron que el responsable de haberla impulsado no era otro que el coordinador médico Marine y su compañero Araujo.

Pero, además y en el mismo texto, buscaron explicar que los carteles “que instaban a denunciar las sospechas de aborto son parte de una burda operación política por parte de quienes, durante el gobierno anterior, no hicieron más que atentar contra la salud pública”. Es decir: la culpa es de los médicos nombrados por Tagliaferro y, además, de la oposición política. De todos juntos y al mismo tiempo.

Pero Romina Pereyra, de la CTA, amplía la mirada y explica que la política municipal de Morón es clara: ajuste y desguace de áreas y programas sanitarios y de inclusión. “Reduce el presupuesto y con eso achicaron las posibilidades de intervención de las consejerías (creadas en 2014) para reducir riesgos en situación de embarazo no planificado. Por primera vez, encontramos que vecinas de Morón vienen a atenderse a La Matanza cuando, tradicionalmente, el flujo era el inverso”, revela.

“Ya han tenido problemas porque esta es una gestión que no acepta los avances logrados en materia de derechos de las mujeres”, completa Sabbatella. “Despliegan políticas discriminatorias y estigmatizantes. Ante una situación de presunta violencia, en vez de seguir implementando el protocolo de atención a las víctimas se recurre a la denuncia compulsiva sin la intervención profesional pertinente”, cuestionó.

Mario Marine y Daniel Araujo están en sus casas suspendidos de sus cargos. El cartel fue retirado de la unidad sanitaria de El Palomar. Pero la organización Mujeres del Oeste denuncia que faltan anticonceptivos y misoprostol (necesario para garantizar las interrupciones legales del embarazo). Se está desmantelando el servicio de dudas en el Hospital de Morón, y no mandan médicos al consultorio de diversidad. Si pasa, pasa. Y en Morón, parece que son demasiados los derechos que quedan en el camino.
Actualizado 24/08/2016

 

Solicitan perpetua para otro gatillo fácil

Solicitan perpetua para otro gatillo fácil

Antes de las once de la noche del 14 de febrero del 2012, Juan Carlos Abel Guerrero, de 25 años, murió durante una persecución policial. El juicio intenta demostrar que se trató de otro caso de gatillo fácil y no, como intentó justificar el victimario, una muerte en defensa propia. El oficial imputado es el subinspector de la Policía Federal Mario Ariel Maidana quien, durante la persecución, disparó y mató a Guerrero. Pericias posteriores demostraron que el auto de la víctima y su acompañante, Franco Ezequiel Borda, «registraba 15 orificios, aproximadamente, de los cuales siete se encontraban en el lateral izquierdo», del lado en el que se ubicaba la víctima. Maidana declaró que tomó aquella decisión en legítima defensa al ser apuntado con un arma de fuego, algo también en cuestión en este juicio.

En el debate a cargo del Tribunal Oral en lo criminal N° 27 de la Ciudad de Buenos Aires, el lunes último, Gerardo Ercheverry, apoderado de la querella de la Defensoría General de la Nación, presentó su alegato en el que solicitó a los jueces que se condene al oficial Maidana a prisión perpetua por “homicidio agravado, por haber sido cometido por personal policial en abuso de sus funciones, con agravante al haber usado arma de fuego”.  La querella demostró las falsedades de los dichos de Maidana, en relación con los episodios ocurridos la noche del 14 de febrero. No hubo enfrentamiento, y la víctima estaba desarmada. Este miércoles presentarán sus alegatos la fiscalía y la defensa.

Juan Carlos Guerrero, padre de la víctima y querellante en la causa por homicidio.

La historia oficial

Juan Carlos Guerrero y Franco Ezequiel Borda se habrían enfrentado antes de las 22 horas con la policía a causa de un robo en la intersección de las calles Bilbao y La Fuente, del barrio porteño de Lugano. Según el relato policial, en su huida, en un auto Chevrolet Meriva robado, habrían descartado un arma de cebita quedándose en su poder con un revóler. Guerrero y Borda se habrían cruzado con una camioneta IVECO de traslado de personal, en las que se encontraba a bordo a Maidana y su chofer, Ricardo Gonzalo Arias. Según declaró Maidana fue aproximadamente a las 22 horas cuando escuchó por la radio que había un enfrentamiento armado de personal de su sección con una Meriva. “Le digo a mi chofer ´apurate, apurate, vamos a alcanzarlos ahora o no los agarramos más´ -declaró-. Cuando mi chofer los empieza a encerrar, yo me pongo de espalda al tránsito, me cuelgo de la ventana y le hago señas para que frenen”, describió Maidana en su testimonio y aseguró que su primer intento para detenerlos fue sacando el torso por la ventanilla, con señas y desarmado. Según su relato, fue en ese momento que observó que el acompañante de Maidana portaba un arma, lo que lo obligó a sacar la suya y apuntarles. El relato con el que Maidana armó su defensa presentó la justificación para usar su arma de fuego: “El que manejaba al ver que yo le estaba apuntando y que su compañero no hacía nada, le sacó el arma de la falda y la tomó con su mano derecha, mientras que con la izquierda tomaba el volante y seguía conduciendo. Cuando veo que me está apuntando yo repelo la agresión y le disparo”. Y como si se tratara de un hecho excepcional no pudo recordar la balacera que descargó sobre la víctima: “No recuerdo cuántos disparos le efectué. Habrán sido alrededor de ocho disparos. Yo veía que el conductor hacía el movimiento para disparar pero no pude ver si disparó. Yo estaba colgado de la ventanilla y le disparé. Después de eso, la Meriva empezó a zigzaguear y ahí le digo a mi chofer, ´me parece que le di, correte´”, concluyó Maidana en su declaración  indagatoria.

Maidana describió en su declaración que la IVECO habría quedado a 20 metros de la Meriva cuando Maidana bajó a ver a Guerrero. En su última intervención, dijo haber bajado a la víctima del auto por la puerta del acompañante, aunque antes había mencionado  que había sido del “lado del conductor”. El último detalle para que la escena cerrara como  en legítima defensa fue el descubrimiento de un arma, a la altura de la puerta trasera.

Pericias y contradicciones

En su alegato, la querella presentó las contradicciones en los dichos de Maidana y las pericias que refutan su versión y lo señalan como autor de un crimen.

En primer lugar, según el acusado, a las 22 horas escuchó un enfrentamiento armado. “Sabiendo que ese auto había tenido un enfrentamiento es inverosímil creer que se asomó con el torso descubierto sin arma para frenar el auto. No solo hubiera sido imprudente, sino que es inverosímil teniendo en cuenta su experiencia”, sostuvieron los abogados de la querella. En el momento en que vio que estaban armados, algo que supuestamente ya sabía de antemano, disparó. Primera contradicción, señalaron.

Según las pericias, fueron entre nueve y doce tiros del lado izquierdo los que efectuó Maidana. Según su relato, en un comienzo no intervino con arma de fuego, recién lo hizo en el momento en que lo apuntaron. “El tema es que nunca pudo haber visto eso porque los vidrios estaban polarizados”, refutó la querella. Otro eslabón del relato confuso y segunda contradicción.  

El revólver que se encontró del lado izquierdo fue para la querella un punto central. En primer lugar, algunos testigos afirmaron que cerca de Bilbao y La Fuente fue hallada un arma, pero no pudieron asegurar que fuera la de cebita, como sí afirmó la defensa de Maidana. Gendarmería llegó y secuestró el arma alrededor de las cuatro de la mañana. “¿Para qué sirve descartar un arma y quedarse con otra? ¿Por qué el arma de cebita recién fue hallada por Gendarmería a las cuatro de la mañana?”, se preguntó la querella en su alegato.

 

En segundo lugar en lo que refiere al revólver, Maidana dijo haber bajado a Guerrero por la puerta del acompañante. El revólver se encontró del lado izquierdo. Los vidrios de la Meriva estaban levantados, por lo que no podía arrojarse un arma por la ventana. “¿Cómo pudo aparecer luego el arma fuera de la Meriva, a la altura de la puerta trasera, del lado del conductor?”, señaló la querella como tercera contradicción.

Un hecho, varias versiones.

En la noche del 14 de febrero, Juan Carlos Guerrero –padre de la víctima–  y su mujer estaban mirando Crónica TV. La placa informó: “Fuerte tiroteo cerca de Lugano 1 y 2. Un traficante de drogas fue abatido y el otro, detenido”. Primera versión, primer relato. “Cuando uno ve las noticias cree que es cierto lo que están diciendo. Estábamos terminando de cenar cuando vimos la imagen de un chico, tapado con una bolsa negra. Solo se le veían su jean y sus zapatillas blancas. En ese momento, no lo pudimos ver. Era nuestro hijo”, contó Guerrero.  

Durante aquella noche, surgieron varias versiones. La de Maidana; la de los testigos y la de Borda. En su declaración, el acompañante de Guerrero afirmó que ellos nunca dispararon y no tenían un arma encima cuando comenzaron a dispararles en forma abrupta.  

Maidana está acusado por el delito de homicidio agravado por tratarse de personal policial “en abuso de sus funciones”. En su alegato del el lunes, la querella pidió cadena perpetua para el imputado. La familia Guerrero espera la sentencia. Pero no tanto por la pena que le cabría a Maidana, así lo afirmó y enfatizó varias veces el padre de la víctima: “En dos días lo tuve enfrente y lo miré para ver si me quería decir algo. En ningún momento me habló, ni mostró arrepentimiento. Nunca me pidió perdón. Sentir que al menos la persona que se equivocó puede disculparse. Ahora pretende que uno lo perdone. Yo no lo perdoné”.  Juan Carlos Guerrero asegura que no le interesan los años que le pueden dar al asesino de su hijo: “Me interesa que me digan que mi hijo es inocente. Y sentir que mis dos nietas –dos gemelas de once años–  tengan un resarcimiento. No me importa lo que le pase a Maidana. Me interesa saber lo que la justicia va a hacer con mi hijo. Lo importante es saber por qué él determinó ajusticiar a mi hijo”, concluyó Guerrero.

Actualizado 24/08/2016

Una frutería en Plaza de Mayo

Una frutería en Plaza de Mayo

Los extremos de una cadena de comercialización que rara vez se ven la cara se encontraron este martes en el marco de una peculiar protesta. Productores y chacareros viajaron con sus camiones desde distintas regiones de Río Negro y Neuquén y se plantaron frente a la Casa Rosada para regalar fruta a quienes se acercaban a la Plaza de Mayo. El objetivo: que se visibilice el pedido de medidas de protección al sector frutícola y que el presidente Mauricio Macri los reciba en una audiencia.

Vicente Santiago Jara, productor del Alto Valle de Río Negro, estuvo presente en la plaza. “Nos da vergüenza saber lo que está pagando el consumidor final por un producto que hacemos nosotros con nuestra materia prima. Tenemos de costo de producción entre cuatro y cinco pesos y los grandes monopolios de la cadena nos están pagando entre tres y cuatro. Y no nos pagan de una vez sino que lo hacen en diez cuotas, por eso hasta ahora hemos recibido solo un peso por kilo entregado”, indicó Jara y agregó: “Venimos a pelear por un precio justo, queremos que el Estado, por ley, establezca lo que es justo para cada quién. Y nos ayude; no con subsidios sino con préstamos a tasas que nos permitan seguir produciendo”.  

“Nos da vergüenza saber lo que está pagando el consumidor final por un producto que hacemos nosotros con nuestra materia prima», confesó Vicente Jara, productor de manzanas.

El presidente de la Cámara Frutihortícola de Cervantes, Carlos Ilú, es otro de los productores que atendía cada solicitud de la prensa. Cuando se le consultó sobre el estado de los productores de peras y manzanas dijo sin titubeos: “Es desesperante”, y explicó: “Éramos diez mil familias de productores y hoy quedamos 2.500 porque no resisten su posición en el circuito comercial. Por eso, solicitamos una ley que dé un margen de beneficio por encima del costo de producción”.

Para graficar la situación detalló: “Un kilo de fruta se vende en góndola a 30 pesos el kilo. El Estado recauda el 10,5 por ciento en concepto de IVA, que es alrededor de 3,1 pesos, y el productor recibe menos de 3 pesos por kilo de fruta producida. Esto implica que hay un desfasaje de 1,5 pesos por kilo producido. Veníamos de ocho años en que producíamos con un dólar a 15 pesos y vendíamos con un dólar a 7 pesos. Hoy la paridad cambiaria es igualitaria, pero aún no llegan los beneficios al productor primario sino que va directo al sector exportador. Este sector exportador se queda con los beneficios de una paridad cambiaria mejor y con los reembolsos que se sustentan a través de los puertos patagónicos, que rondan el 7 por ciento, más la derogación de las retenciones que suma otro 5 por ciento”.

“Es desesperante. Éramos diez mil familias de productores y hoy quedamos 2.500 porque no resisten su posición en el circuito comercial», explicó el presidente de la Cámara Frutihortícola de Cervantes, Carlos Ilú.

Un productor de uvas de Mendoza, Daniel Domínguez,  se acercó para apoyar la protesta y aprovechó el espacio para describir el mismo problema en su provincia: “El año pasado me pagaban 50 centavos el tacho de uva, que no alcanza ni para pagar el fertilizante. Y hay familias que no tienen ni para renovar el par de zapatillas que se la gastan en el viñedo. Todos los productores tendríamos que apoyarnos entre nosotros mismos, para hacer más fuerte al sector. Todos los productores tendríamos que estar acá. Pero somos muy grandes, somos viejos. Somos productores por vocación, por incidencia de los padres, no por rentabilidad. A las nuevas generaciones no les interesa, se van a la mierda, porque no vale la pena tanto sufrimiento”.    

 Por otra parte, el crecimiento de las importaciones, acelerado a partir de las medidas tomadas por el actual gobierno, también repercute en los productores de frutas. De acuerdo a un informe realizado por la consultora Radar, que conduce la economista Paula Español, advierte que han ingresado fuertes cantidades importadas de naranjas y pomelos de Chile, España es Israel. Por caso,  durante el primer semestre se importaron 181 toneladas de limones del exterior, mientras que en el mismo período del año anterior no había ingresado ninguna.

Peras, manzanas y personas

Cientos de personas formaron hileras que surcaban Plaza de Mayo. Vinieron de González Catán, de Moreno, de Monte Grande, de Villa Madero, y también de Villa Soldati, de Mataderos, de Liniers, entre otros puntos de la Ciudad y del Gran Buenos Aires. Según declaró uno de los chacareros, había personas mayores desde las cuatro de la mañana haciendo cola, a la espera de las manzanas y las peras que trajeron los productores patagónicos desde sus pagos y que regalaron a modo de protesta contra los intermediarios. Había también muchas madres con changuitos, bolsas y mochilas. Mientras todos esperaban al calor de un cielo abierto, alguno se animó a declarar que tenía dificultades para cubrir sus gastos a fin de mes. En menos de dos horas, cerca de 10 toneladas de fruta ya habían sido repartidas.

Nora había llegado a la plaza a las ocho de la mañana, “bien temprano para ayudar en la economía de mi familia, que tengo cuatro nietos que tienen a su mamá desocupada”. Juan Domingo, de unos 70 años, había hecho un viaje de dos horas para llevar fruta a un comedor al que asisten a 60 vecinos de González Catán, en la provincia de Buenos Aires. Mientras que María del Carmen comentaba que tiene la sensación de vivir un contexto parecido al de la crisis del 2001.  

“Cada habitante consumía alrededor de 14 kilos de manzanas y peras per cápita por año; hoy se están consumiendo seis kilos», afirmó Ilú.

Por su parte, Ilú, también miembro de la Federación de Productores de Fruta de Río Negro y Neuquén, mostró el contraste con otros tiempos. Para él, hace unos años, “cada habitante tenía alrededor de 14 kilos de consumo de manzanas y peras per cápita por año; hoy se están consumiendo seis kilos. Nosotros queremos que la gente coma más y para eso hay que cobrar un precio razonable”.   

Todos los productores coinciden, además, en que los intermediarios son los grandes formadores de precios. Ilú es más elocuente: “Los intermediarios son una cadena de parásitos que ganan plata por el solo hecho de intervenir. Son los grandes supermercados que compran en cantidad el Mercado Central y luego lo distribuyen en las verdulerías y en los supermercados más chicos, y lo venden al precio que quieren”.    

También acuerdan en que no hay políticas ni nacionales ni provinciales que regulen con equidad el precio que se tiene que pagar por la materia prima, que, a su vez, afirma Jara, “es lo que genera el motor de cualquier economía regional”, y completa: “Esto no es nuevo, venimos mal hace años”.

Luis Aznar y Damián González, chacareros de la localidad rionegrina de Cervantes, indicaron que otra de las razones de su presencia en Buenos Aires es explicarles cara a cara a los consumidores la realidad de los costos de producción de las frutas y la incidencia negativa del sector intermediario. “Con Cristina Fernández teníamos algunos subsidios, que ayudaban pero tampoco eran la solución. Una solución más de fondo es que se designe un precio básico de cosecha, como se hacía antiguamente en el monte, en la chacra”, explica Aznar.

“Con Cristina Fernández teníamos algunos subsidios, que ayudaban pero tampoco eran la solución», detalla Luis Aznar, chacarero de Cervantes.

 

José Alberto García preside la Cámara de Productores de General Roca. “Hay supermercados que cobran la fruta a 50 pesos, y no quiero ser mal pensado, pero parece que hay una gran amistad entre los supermercados y el Gobierno”. Y especifica: “Eso explicaría que el Gobierno no interceda a favor de los productores que están desapareciendo, que abandonan las chacras, que dejan las cosechas sin podar, que no hacen la tarea de cultura necesaria”.  

“Promediamos los 65 años y si no nos dedicamos a esto ya no tenemos otra cosa para hacer. Somos reacios a desaparecer: solo queremos seguir con la producción y seguir manteniendo los puestos de trabajo que quedan y empezar a generar nuevos empleos a partir de algo tan importante como son los alimentos”, completa García.     

 

Actualizado 24/08/2016