Jul 3, 2019 | Novedades, Trabajo

El 20 por ciento de los jóvenes se encuentra desocupado y otro 50 por ciento tiene trabajo precario.
Mientras los colectivos comenzaban a llenarse hasta los estribos, y a pesar de que el cielo aún no clareaba en esa mañana nublada, miles de jóvenes hacían fila sobre la avenida Sarmiento. Esperaban que las puertas de La Rural se abrieran y diera comienzo a una nueva edición de la Expo Empleo Joven. A lo largo de dos jornadas, el flujo no cesó: la esperanza de conseguir un trabajo fue más fuerte que el frío húmedo de Buenos Aires.
Por cuarto año consecutivo, el Gobierno de la Ciudad organizó la Expo Empleo Joven. El evento se realizó el 28 y el 29 de junio y estuvo destinada a jóvenes de entre 15 y 35 años deseosos de una oportunidad laboral o de capacitación profesional. Las jornadas supusieron también ventajas para las 300 empresas nacionales e internacionales que ofrecieron puestos de trabajo: según los encargados de Recursos Humanos, para las compañías es un método efectivo ya que facilita el proceso de selección al tener un contacto directo con personas interesadas y capacitadas para las tareas. Sin embargo, desde la oposición se hizo mención a la Expo Empleo como una acción de marketing, además de facilitar el recorte de gastos para las grandes empresas.
Caían las primeras gotas cuando, a las 8:30, la fila de jóvenes comenzó a avanzar de manera fluida. El proceso de inscripción, a diferencia de años anteriores, fue completamente online y a través de la página web Potenciate. El nuevo mecanisno hizo que la cola fuera menor a las que se habían formado en las ediciones previas, si bien hubo gente desde varias horas antes de la apertura. Tampoco se aceptaron currículums en papel, sino que los aspirantes debieron cargarlos online; luego se les daba un código QR que podía ser escaneado en cada stand. La mejor organización fue un comentario recurrente entre los asistentes, aunque también hubo algunas quejas: “Lo del código QR está bueno, lástima que tenías que ir hasta Parque Patricios hasta retirarlo cuando lo podríamos haber retirado acá tranquilamente”, explicó Joaquín, un joven de 22 años que acudió a la exposición en busca de un mejor trabajo.

Desde la oposición se hizo mención a la Expo Empleo como una mera acción de marketing.
Hacia el final del primer día ya se habían inscripto más de 66 mil personas. Esta situación se dio en un contexto socioeconómico complejo, en el que el desempleo alcanzó el 10,1%, la cifra más alta desde 2006. No solo eso: el 20% de los jóvenes se encuentra desocupado y más del 50% en situación de empleo informal, según dio a conocer Atenea Centro de Estudios para el Desarrollo Nacional. Esta situación quedó en evidencia en las largas filas que se formaron en los stands de cadenas internacionales y algunas empresas que, aparentemente, ofrecían mejores condiciones y salarios.
“La realidad es que es urgente un trabajo, porque no alcanza para vivir. Así que estamos buscando lo que sea”, contaba Rodrigo, de 28 años, estudiante y desempleado reciente. El sistema de organización también resultó conveniente para cubrir mayores ofertas, ya que el escaneo del código QR personalizado acortó los tiempos que los jóvenes destinaban a cada stand y les permitió postularse a más trabajos. Esto fue algo beneficioso para Analía, de 40 años, una de las tantas personas mayores de 35 que acudieron a la exposición en busca de empleo, a pesar de que el evento no estuviera destinado para ellas.
Con predominancia de ofertas laborales relacionadas con lo técnico, la exposición giró en torno a los “empleos del futuro”. Este eje se vio reflejado en las novedades que se ofrecieron, basadas en nuevas tendencias y herramientas: pitch de empleo en los que los aplicantes tenían 60 segundos para explicarle a un empleador el porqué deberían contratarlo; pruebas de habilidades blandas y salas de escape, destinadas a evaluar el trabajo en equipo y las características de liderazgo, entre otras. Estas actividades se sumaron a los espacios de formación y asesoría de las anteriores ediciones. Para Juan Manuel, de 19 años, la incorporación de la tecnología fue un acierto: “Además de buscar una oportunidad laboral, también nos podemos divertir y pasarla bien.” De igual manera, varios coincidieron en la importancia de adecuarse a las nuevas exigencias del mercado laboral.

Según las autoridades porteñas, este año se ofrecieron 5.000 becas y 10.000 puestos de trabajo.
Según las autoridades, este año se ofrecieron 5.000 becas de formación y 10 mil puestos de trabajo. Sin embargo, las posibilidades de contratación no coinciden con las esperanzas de los asistentes: los perfiles buscados por las empresas requerían un rango etario muy acotado y vasta experiencia laboral, además de estar orientados a ámbitos distintos, primando los sectores de programación y gastronomía. “Yo tengo 22 y me preguntan qué experiencia tengo y todavía no la tengo, entonces qué tipo de empleo del futuro querés si yo recién estoy empezando”, decía Marisel quien, como estudiante de diseño de interiores, tampoco encontró demasiadas oportunidades relacionadas con su carrera. En el 2018, de 175 mil asistentes a la exposición, y con 20 mil oportunidades promocionadas, solo 1813 jóvenes consiguieron un empleo. Muchos quedaron fuera, y se espera que los números no varíen en esta ocasión, debido a un mercado laboral que año tras año expulsa a más trabajadores.
Otro punto que llamó la atención en la exposición fue el tipo de empleo ofrecido: abundaban las cadenas de comida rápida, ofertas de empleos administrativos, bancos y hasta se pudieron ver las famosas mochilas de delivery. En las redes sociales rápidamente se hicieron lugar las quejas y críticas a esta modalidad de la “Expochamuyo”, denunciándola como la profundización de la precarización y la flexibilización de los jóvenes. Con el hashtag #DesempleoJoven, incluso Ofelia Fernández, precandidata a legisladora por el Frente de Todos, escribió al respecto en su cuenta de Twitter: “¿Cuál es el flash de hacer un mega evento carísimo que asuma que las tasas de desempleo juvenil son escandalosas y solo proponga un paseo por las grandes empresas? No somos idiotas, un día en La Rural no va a resolver cuatro años de miseria.”
La Expo Empleo Joven terminó a las 20 del sábado, dejando expectativas pero también frustraciones en muchos jóvenes -y otros no tanto- que, como Joaquín, fueron con el objetivo de “crecer y encontrar un trabajo mejor”; o que, como Laura, buscaban su primer empleo. Mientras tanto, las cifras sobre desempleo continúan creciendo. Y Argentina, a pesar de ser sede de una de las exposiciones de mayor empleabilidad del mundo -como la promociona el gobierno-, encabeza el índice de desempleo joven de la región.

May 8, 2019 | Culturas, Novedades, Trabajo

Nicolás, vendedor un, local de música de la calle Talcahuano en la Ciudad de Buenos Aires.
La calle Talcahuano condensa, en apenas cuatro cuadras, el epicentro de la industria de instrumentos musicales en la Ciudad de Buenos Aires. Con más de 30 locales distribuidos entre Rivadavia y Corrientes, las vidrieras que exhiben guitarras, teclados, saxos y violines -entre otros- se siguen casi consecutivamente, interrumpidas, a veces, por persianas bajas que no volverán a abrirse. El sector es otro de los tantos golpeados por una política económica centrada en el libre mercado y las finanzas, las importaciones, la desregulación y el ajuste. En esas pocas calles, la situación complicada también queda en evidencia: escasos clientes, negocios vacíos, y gran disposición a hablar por parte de los empleados, los primeros afectados.
Frente a la pregunta sobre las ventas, las respuestas no varían demasiado. Hay quienes reflejan la situación con gestos preocupados y de resignación; hay quienes responden directamente: “Mal”, “en baja”, “pésimo”. Y hay, incluso, quien lanza un “¡ayuda!” dramático, intentando ocultar tras el humor una preocupación que no deja de ser real. “Siempre las ventas, por meses, son irregulares: hay épocas del año que se vende más y hay épocas en que se vende menos. Pero lo que se mantiene del año pasado, del primer sacudón del dólar, a este, es que va en descenso: no sube ningún mes, siempre se va vendiendo menos que el mes anterior”, explica Marcelo, empleado de Baires Music.

En Antigua Casa Núñez, en tanto, “se vende en pesos lo mismo que se vendía dos años atrás, cuando comenzó a caer el negocio”, cuenta Juan, quien trabaja hace años en la conocida casa de guitarras. El diagnóstico se replica en la mayoría de los negocios de la calle: en promedio, las ventas cayeron entre un 30% y un 50%, según relatan los vendedores. También coinciden en que la demanda de servicios de luthería -arreglo de instrumentos-, si bien acompaña el descenso general de la actividad, es lo que se mantiene más estable: según Marcelo, mucha gente prefiere arreglar los instrumentos antes que comprar uno nuevo, tratando de extender la vida útil de los instrumentos al máximo.
La otra cara del descenso en las ventas es que, en un contexto económico complejo, la gente no sólo deja de comprar instrumentos, un producto que no es de primera necesidad; sino que también comienza a tratar de vender los que ya tiene, en busca de algún ingreso extra. “Hay muchísima oferta de instrumentos usados: de diez personas que vienen al local, cinco están vendiendo”, cuenta Victoria, de Sunset Music. Pero la escena se repite: en los locales tampoco hay dinero para comprar instrumentos, todo lo ganado en las pocas ventas va destinado a pagar los servicios, el alquiler y los sueldos. Y cuando no alcanza, comienzan los despidos.
La situación cambiaria es otra de las circunstancias que afectan a la industria: para un sector en el que el 90% de los productos son importados, la devaluación impacta directamente en los precios de los instrumentos y otros insumos, desde cuerdas y elementos de audio, hasta materiales para fabricación. “Con el incremento del dólar se tuvieron que aumentar las listas. En lo que va del año esta es la tercera vez, y esto afecta en las ventas porque los aumentos son de un 8%, un 13%, y es mucha la diferencia”, dice Victoria, empleada de un local que abrió hace seis meses y que desde un principio sintió la caída del negocio. La mayoría de los trabajadores observan que los clientes priorizan precio sobre otras variables, pero Martín, de Guitar Center, especifica que es el amateur o quien recién se inicia en la música el que tiene esta conducta, mientras que el músico profesional sigue invirtiendo y elige calidad por sobre el precio. “Yo dejaré de pagar algo, puedo dejar de comer, si esa plata es para el instrumento”, agrega, como un músico más.
La inestabilidad de la moneda impacta también en la fabricación nacional debido a que, junto con la apertura de importaciones, imposibilita competir con precios como los de los productos chinos, que tienen un menor coste de producción. “Se necesita cerrar las importaciones para que la industria tenga alguna oportunidad, sacarle el IVA a los insumos necesarios para la fabricación”, sostiene Juan, de Antigua Casa Núñez. Pero desde el gobierno no hay recepción a los pedidos, y tampoco se advierte algún interés por el estado del sector: pareciera que los negocios de música, su situación y sus empleados son invisibles. Tal vez por eso los trabajadores responden de buena gana, expresando la incertidumbre del día a día cuando alguien está dispuesto a escuchar.
“Hace 20 años que trabajo en Talcahuano, y nunca vi algo así. Cada vez cierran más locales. Acá entra una persona cada 15 horas, y a preguntar o a vender, no a comprar instrumentos. Es todo los días lo mismo, un déjà vu.” Las palabras de Juan, empleado de Monk, resumen un panorama que se extiende por aquellas cuadras en las que la industria funciona como la selva: sobrevive el más fuerte. Mientras tanto, y sin indicios de cambio, el futuro parece ser a capella: sin ayuda, sin respuestas y sin instrumentos.

May 1, 2019 | Novedades, Trabajo

Paro, Microcentro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 30 de abril de 2019. Fotos: Leonardo Rendo / ANCCOM
En la esquina de 9 de Julio y Corrientes, un patrullero estacionado con el baúl abierto. Agrupados a su alrededor, tres agentes de la Policía de la Ciudad charlan tranquilos, echando una mirada fugaz de vez en cuando a su alrededor. Uno de ellos se encarga de cebar el mate que pasa de mano en mano. La escena no representó la típica actitud policial durante el día de paro y marcha contra la política económica del gobierno de Cambiemos convocado por el Frente Sindical para el Modelo Nacional, y al que se plegaron las dos CTA, movimientos sociales y partidos de izquierda. La pasividad policial fue efímera. Al cierre de esta nota, los detenidos eran 39.
Justo enfrente de la escena de los policías tomando mate, debajo del Obelisco, concentraban desde temprano las numerosas columnas de la CTA Autónoma, ATE y otros gremios afines. El golpe acompasado de los bombos repercutía sobre las avenidas, escurriéndose fácilmente por cada calle. Había tránsito y personas caminando, pero en menor cantidad de lo que puede esperarse un día laboral. Desde Once a Congreso y de allí hasta la 9 de Julio los negocios estaban abiertos, pero los transeúntes (imposible saber si estarían trabajando o no) se paseaban con la languidez de un sábado a la mañana.
“Hoy, nuevamente, venimos a marchar en contra de este gobierno y en contra de este plan económico. Porque este plan económico nos está matando a nuestros pibes y a nuestros jubilados” denunció Alejandra Brillante, secretaria de Previsión Social de CTA-Provincia de Buenos Aires, y una de las dirigentes que encabezaba la cabeza de la columna que avanzaba por Diagonal Norte hacia Plaza de Mayo. “La provincia de Buenos Aires, una de las más ricas, hoy está endeudada por las políticas de María Eugenia Vidal. También quiso intervenir nuestra caja en el Instituto de Previsión Social, que históricamente da superávit. Ahora la está tirando a la baja para tener la excusa de intervenirla para seguirnos robando”, opinó sobre la situación en la provincia. “Nuestro pueblo debe entender que tenemos que ir hacia un gran frente común para derrotar a este gobierno y este modelo económico que viene de la mano del Fondo Monetario Internacional”.

“¿Por qué paramos hoy? En defensa de nuestros derechos. El gobierno nos ha desoído. Ha violado la Constitución en materia de derechos laborales”, se escuchaba por los altoparlantes.
Las columnas avanzaban con cierto apuro: ya eran pasadas las 11.30 y resultaba necesario mantener un estricto orden en la manifestación de cara al acto previsto para las 13. Se podían ver a hombres y mujeres de chaleco (el color dependía de a qué gremio o central pertenecieran) con la inscripción “Organización” en la espalda. Llegado el caso, gritaban “¡avancen!” o “¡hasta acá!” con la pericia propia de la experiencia en la manifestación callejera. Todo debía salir perfecto y no era para menos. El día anterior, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich había ofrecido una conferencia de prensa denunciando la quema de cinco colectivos en varias localidades del conurbano bonaerense. Dijo entonces: “Lo que ya estamos viendo, y que ya lo advertí, son actitudes mafiosas. Esta destrucción de capital por aquellos que llaman al paro por el trabajo, lo que hacen es destruir trabajo. Esto es contra lo que nosotros peleamos”. Si la ciudad parecía sumida en el sopor de un fin de semana otoñal, el centro se acalambraba de tensiones por el temor a una posible represión. Los oficiales de infantería parados en fila e inmutables sobre la vereda, armas largas en mano, eran un mensaje de advertencia muy claro.
Sin embargo, no todas las columnas eran voluminosas y ni se desplegaban con grandilocuencia. También podían verse pequeños contingentes, con una o dos banderas, yendo por las calles laterales. Por Bartolomé Mitre, los representantes de la delegación Lomas de Zamora de Sadop se arrimaban silenciosamente hasta la plaza. Su secretario general, Raúl Barboza, comentaba: “Este es un llamado a la unidad para poder salir de esta situación calamitosa que estamos viviendo. Hoy es un día donde todos los trabajadores tenemos que estar juntos”. Y con respecto a las perspectivas que caben esperarse del futuro cercano, dijo: “Lamentablemente, es un gobierno que no ha solucionado los problemas que ya teníamos. Queremos que termine, como todo argentino, pero también queremos políticas más claras. Queremos un gobierno con justicia social y que se acuerde de los trabajadores”.
Ya por Avenida de Mayo el movimiento era frenético. Entraban las columnas de camioneros, impactantes por su número, que avanzaban ensordecedoras con cantos, trompetas y redoblantes. Ocuparían el lugar central frente al palco que se erigía sobre la Plaza de Mayo, ya que el orador principal sería su secretario adjunto, Pablo Moyano.

Hugo Yasky llamó a la unidad de los sectores populares para derrotar a Cambiemos en las elecciones presidenciales.
Refugiados del sol bajo las columnas del Cabildo se encontraban los militantes del Frente Darío Santillán. Casi al lado, se alzaba la bandera de Udocba. Al frente, en la esquina del Palacio de Gobierno de la Ciudad, se mezclaban las banderas de la CTA con las del Sat-Said y con una infinidad de banderas de todos los colores: pequeñas, tipo estandarte, enormes trapos pintados con aerosol (“No al ajuste – PJ La Plata”) y otras más elaboradas que tapaban cualquier intento de asomarse para ver a los oradores.
Hacia las 12.30 se empezó a escuchar por los altoparlantes repartidos por toda la avenida la voz de la presentadora. Lanzaba frases esporádicas: “¿Por qué paramos hoy? En defensa de nuestros derechos constitucionales. El gobierno nos ha desoído. Ha violado la Constitución en materia de derechos laborales”. Y las columnas respondieron, porque rápidamente se fueron apiñando contra el vallado de contención puesto a unos metros del escenario donde se desarrollaría el acto central.
Horas después el gobierno intentaría minimizar el alcance del paro, alegando que, por ejemplo, la actividad de los bancos no se vio afectada. Sin embargo, por Diagonal Norte se podía ver una verdadera marea humana avanzando, con rapidez algunos y otros a los saltos, perteneciente a La Bancaria. Entre bombos y banderas se encontraba Pablo, delegado de la comisión interna del Banco Credicoop. “Son casi cuatro años de un gobierno neoliberal que nos está matando a todos de a poco –declaró-. La idea es mostrarle a este gobierno la disconformidad del pueblo. Y aunque no quiera verla, también es importante que sea la gente la que vea la movilización en las calles”. Como empleado bancario, también está al tanto de lo que implica el modelo económico tomado por el gobierno: “Los bancos no la están pasando mal. Están teniendo ganancias. Pero no por otorgar créditos a las pymes para adquirir capital de trabajo o créditos hipotecarios para que la gente se compre su casa. La plata de los bancos viene de las Leliq, que pagan un 70 por ciento de tasa de interés. Hoy en día las ganancias son por la timba y no por cobrar intereses genuinos y de financiamiento productivo. Pero esto es una burbuja. Tenemos que abrir los ojos y ver que esto en cualquier momento va a reventar. Y ahí vamos a reventar todos juntos”, enfatizó.

La marcha coincidió con la conmemoración del 42º aniversario de las Madres de Plaza de Mayo.
La voz del escenario volvió a aparecer, esta vez pidiendo no caer “en las provocaciones de Patricia Bullrich y los infiltrados”, que estarían buscando mostrar a los manifestantes como un grupo de violentos. Recordó entonces que, tres días antes, se había cumplido el aniversario número 40 del primer paro que hizo la CGT frente a la última dictadura cívico-militar, en 1979. “Tenemos una historia de paz. Pedimos paz, pan y trabajo”, dijo la voz latosa.
Al frente casi no quedaba espacio para moverse. Pero desde varios metros se podía ver a un hombre que pedía permiso y caminaba a contracorriente, con una caja bajo el brazo. “Este es un fondo de lucha para los compañeros y compañeras de la empresa “PedidosYa”. Es un conflicto testigo de este momento. Uber, PedidosYa, Glovo, las apps que se presentan como el futuro del trabajo, ya dieron cuenta que son la precarización absoluta en las condiciones laborales. No les pagan obra social, no tienen un seguro por accidentes. Y se trata de gente que está laburando todo el día en la calle, expuesta al rigor que eso implica. Por lo que ellos luchan es por el reconocimiento de la relación de dependencia. Acá, en el caso de PedidosYa, que era una de las pocas empresas que blanqueaba la relación de dependencia, se está comenzando a despedir gente para contratar monotributistas. Entonces, esta es una lucha contra el avance de la precarización”. Quien dice esto es Matías, docente del nivel medio, militante de Ademys y de la agrupación Democracia Socialista, que de esta forma iba de persona en persona pidiendo una colaboración para el fondo de lucha. Respecto a su situación particular como docente, comenta: “Yo trabajo en una escuela de la Villa 31 y ahí el ajuste se siente muy fuerte. Los chicos te dicen que no tienen para comprar hojas, lápices, lapiceras…para ir a la escuela. Ellos vienen con hambre y sólo esperan la hora del comedor. Tienen problemas con la policía, que los acosa en los barrios. Las mujeres tienen problemas con sus parejas, que las violentan. Hay como un clima de tensión, de saturación. Y así es realmente difícil trabajar. Toda la mierda sale a flote en este tipo de situaciones. Pero, al mismo tiempo, por suerte también sale la solidaridad. En las crisis se ven los dos extremos. Lo peor de la gente y lo mejor de la gente”. Y en disonancia con uno de los supuestos que parecen sostener quienes convocaron a la marcha y piden por la unidad de la oposición, Matías concluye: “El futuro ya está complicado de por sí, gane quien gane en las elecciones. El nivel de deuda que ha dejado este gobierno no es sólo una entrega hoy, es una miseria planificada a futuro. Creo que si uno quiere que la cosa cambie, el próximo gobierno tiene que desconocer el pacto con el FMI. Tiene que investigar la deuda externa, porque está llena de ilegitimidades. Y estamos siempre pagando la renegociación de la renegociación”.

Hubo grandes críticas a los dirigentes de la CGT que no adhirieron a la medida de fuerza.
Un poco pasadas las 13, dio comienzo al acto. La voz exclamaba que se enunciarán las estrofas del Himno Nacional. El ruido de los bombos bajaba lentamente. Muchos se apoyaban la mano en el pecho. Ya sobre el final, el aire se saturaba con los gritos del “oh, juremos con gloria morir” y muchos dedos en “V” se elevaban con euforia.
Fueron seis los oradores. El primero (presentado como “líder del Frente Sindical”) fue Sergio Palazzo, secretario general de La Bancaria. Su discurso fue en gran medida una respuesta a distintas acusaciones que hicieron medios de comunicación y funcionarios al respecto de la convocatoria. “Algunos hablaron de amenazas, de cortes, de mafias… amenazas son las que hacen ellos con las conciliaciones obligatorias (en referencia a las dictadas por la Secretaría de Trabajo este lunes a los gremios aeronáuticos, cerámicos y de actores, a las que hicieron caso omiso); amenazas son cuando pretenden amedrentar con descuentos al salario por parar; amenazas son cuando meten miedo en la sociedad diciendo que va a haber disturbios; cuando dicen que si no ganan las elecciones, el país va a estallar”. Como la mayor parte de los discursos, llamó a continuar con más movilizaciones y el armado de un plan de lucha. “Si quieren más paro, van a tener más paro. Y si quieren más gente en la calle, la multiplicaremos por miles”, exclamó enérgico. De todas formas, también dedicó unas palabras a los dirigentes de la CGT, a quienes reclamó que recapaciten en su posición. Finalmente, concluyó con una declaración puramente electoral: “No tengamos miedo de que el futuro es el problema. El futuro es hoy y ahora. Es necesario un gobierno nacional y popular en octubre y la unidad es la piedra basal del mejoramiento en la vida de los trabajadores”.
Luego habló Mariano Sánchez, en representación de los movimientos sociales. Las columnas de la CTEP, Barrios de Pie, la CCC y el Frente Darío Santillán se encontraban sobre la Diagonal Sur. Su discurso fue un llamado a la unidad, “un gran frente con todos. Tenemos que derrotar a Macri en las urnas o en la calle. Si no lo derrotamos en la calle, habrá que derrotarlo en las urnas”, fue una de sus frases más contundentes.

“Si quieren más paro, van a tener más paro. Y si quieren más gente en la calle, la multiplicaremos por miles”, exclamó Sergio Palazzo, de La Bancaria.
A su turno, Ricardo Peidró, de la CTA autónoma, destacó la diversidad de corrientes que ese día ocuparon la plaza. “Trabajadores precarios, desocupados, formales, jubilados: la verdadera unidad es esta”. Recordó también que el 30 de abril se conmemora el 42° aniversario de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo (motivo por el cual adelantaron el acto para que no entorpeciera la celebración que harían las Madres en esa misma plaza): “Queremos ser coherentes con los miles que siempre lucharon a lo largo de la historia”. Su cierre fue una declaración alineada a uno de los puntos en común más importantes que tuvieron todos los oradores: “¿Se creen que nos vamos a quedar cruzados de brazos hasta las elecciones? Los pibes se cagan de hambre hoy…Hoy es la lucha”.
Pablo Micheli (CTA) fue más duro con la dirigencia de la CGT. “Estos del binomio no sé si son boludos, están equivocados o son traidores. Hay muchos que intentan romper, como estos dirigentes que llaman a un paro el 1° de mayo cuando tendrían que estar acá”, remató Micheli. También se refirió al advenimiento de las elecciones cuando anunció que “son tiempos de lucha. Queremos que vuelva el peronismo, que vuelva un gobierno nacional y popular. Para eso hay que ganar la calle con más paros y más marchas, porque la victoria está en la unidad. Hay que acompañar el camino a la elección con el movimiento obrero, las organizaciones sociales y el pueblo en la calle”, concluyó.
“Recuerden esta fecha, hoy empieza una nueva historia para la clase trabajadora”, comenzó Hugo Yasky (CTA de los trabajadores y diputado nacional por el FPV-PJ) quien, luego de describir un panorama de crisis en el país, llamó a la unidad y la esperanza: “Este país sólo se puede hacer con la unidad del pueblo”.
Omar Plaini, del gremio de los Canillitas, tuvo la responsabilidad de leer un documento realizado en el Plenario de regionales de la CGT en SMATA. Se trató de un escrito basado en cinco puntos que podrían resumirse de la siguiente forma: 1) Rechazo de todo intento de reforma laboral, paritarias libres y aumento del salario mínimo, vital y móvil; 2) Cambio en la política económica, con protección a la industria nacional, el mercado interno y un repudio total al Fondo Monetario Internacional; 3) Retrotraer las tarifas de los servicios al 1° de diciembre de 2017 (de acuerdo a la ley votada en el Congreso y que luego fue vetada por Presidencia); 4) Derogación de la reforma previsional y aumento de emergencia a los jubilados y pensionados; 5) Defensa de la producción y mano de obra nacional.

La columna más numerosa fue la de Camioneros.
Por último, Pablo Moyano, secretario adjunto de Camioneros. Luego de que la presentadora lo nombrara, se escucharon estruendos de fuegos artificiales y las columnas del gremio se agitaron en algarabía. El comienzo fue un rosario de agradecimientos: a las 70 regionales de la CGT que decidieron unirse al paro, a la confluencia del Frente sindical con las CTA y los movimientos sociales y, en especial, a la agrupación interna de la UTA liderada por Miguel Bustinduy que provocó que no prestaran servicio casi un centenar de líneas de colectivos (en un gesto que muestra la fractura al interior del gremio transportista). Destacó entonces “los huevos” de los dirigentes que se encontraban aquella tarde en la Plaza de Mayo. Respecto a las conciliaciones obligatorias dictadas por la cartera del secretario de Producción Dante Sica, fue elocuente: “Que se metan las multas en el culo, a nosotros no nos aprieta nadie”. Como cierre del acto mismo, enfatizó: “Ellos ratifican el modelo económico, nosotros ratificamos que vamos a seguir peleando”.
Aunque muchos no estaban enterados, sobre la 9 de Julio la infantería había reprimido a manifestantes que atacaron las sedes del Banco Francés y el Banco Galicia. Terminaron detenidas 39 personas por estos hechos y, según explicó la Policía de la Ciudad, también por haber amedrentado a choferes de colectivos de las líneas que no habían parado.
Por eso, al terminar el acto, la presentadora volvió a llamar a la calma. Insistió en “volver en paz, con las banderas en alto, a nuestros hogares”. En ese intante comenzó a sonar Jijiji, la clásica canción de los Redondos que aparece siempre al finalizar las marchas, mientras las columnas se alejaban tranquilamente por las avenidas entre los puestos de bebidas y comestibles que ya empezaban a levantar sus tiendas.

May 1, 2019 | Novedades, Trabajo

Sillas vacías por los despidos en ANSA.
Sillas vacías, escritorios sin pertenencias, computadoras apagadas. Lo que solía ser una sala de redacción, hoy es un escenario desolador. Figurita repetida para los medios de comunicación argentinos. En la bolsa también cayó ahora la reconocida agencia internacional de noticias, ANSA (Agenzia Nazionale Stampa Associata), donde hoy solo acuden a sus puestos nueve de los 17 empleados que trabajaban hasta que comenzó el último recorte.
Despidos de 74 empleados en la planta gráfica de La Nación y 37 en Editorial Atlántida; el embargo de la cuenta sueldo de los trabajadores de C5N; los salarios impagos de Radio del Plata y los 65 desvinculados en Clarín, la situación más emblemática de los últimos días, con multitudinarias protestas en su puerta. Con mucha menos repercusión, en ANSA también se viven horas de desguace. El 11 de febrero, tras una comunicación telefónica desde Roma, el encargado del sector de Recursos Humanos de la agencia italiana comunicó que debían despedir a la mitad de los trabajadores de la oficina de Buenos Aires, la cual supo ser sede central de las oficinas de Latinoamérica. La decisión se tomó tras la reducción del 20 por ciento del aporte que percibía la agencia del Estado italiano. La propuesta que ofrecieron desde Italia tiró por la borda todos los tableros establecidos en cuanto a leyes laborales: a la decisión de a quién despedir y a quién no, la debían tomar los propios periodistas en el plazo de un mes.
“Nos avisaron que iban a echar a tres trabajadores con nombre y apellido: el telefonista y dos técnicos. Además, debíamos elegir entre nosotros seis redactores de los 12 que éramos en ese entonces. A los técnicos y al telefonista les dieron entre cuatro y cinco días para arreglar sus cosas e irse. Al resto, hasta el 12 de marzo. La decisión del recorte no la tomaron con un sentido periodístico sino, en cambio, con un criterio financiero”, arremete Fernando Lorenzo, periodista y secretario gremial de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA).

ANSA está desdde 1952 en nuestro país y era la agencia de noticias cabecera en latinoamérica.
Tras negociaciones con la empresa y audiencias en el Ministerio de Trabajo, los empleados han logrado que cada uno de los cuatro compañeros que optaron por finalizar su compromiso con la agencia, firmara en el SECLO (Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria) un retiro voluntario donde se acordó una cifra indemnizatoria superior a la establecida por la ley. Lorenzo, quien asistió a cada una de las reuniones, agregó: “Nosotros plantamos bandera pero no le pusimos palos en la rueda a nadie que decidiera irse; en cambio, tratamos de generar una mejor condición para negociar su salida”.
Desde su establecimiento en el país en 1952, la agencia ha vivido cada uno de los conflictos políticos y económicos que sacudieron a la sociedad argentina. Hoy, sumado a la crisis de la industria periodística y la específica de las agencias de noticias, se encuentra en medio de una crisis que ha dado lugar a la precarización. “Estamos preocupados, no solo por nosotros y nuestro gremio, sino a nivel general. Tratamos de dar resistencia, ver caminos para que no se cierre la fuente de trabajo pero el avance es arrollador. La empresa tiene sus razones, nosotros las nuestras, pero ahora, lamentablemente, estamos en inferioridad de fuerza”, comenta Alejandro Curotto, periodista de ANSA, especialista en política internacional.
La agencia de noticias italiana contaba con 81 oficinas distribuidas en 74 países. El objetivo primordial de la localización de ANSA alrededor del globo puede adjudicarse a una presencia política estratégica en dichos países detrás del sentido más superficial, el informativo. Actualmente, las únicas dos sedes que aún siguen ubicadas en el sur del continente americano son las pertenecientes a Buenos Aires y San Pablo, quedando únicamente corresponsables ubicados en México, Caracas, Cuba y Chile. Los trabajadores de la agencia, en su comunicación telefónica, tuvieron que escuchar otra posible decisión que estaba evaluando la empresa: concentrar la sede porteña en San Pablo, donde las condiciones laborales son mucho más flexibles, para bajar los costos.
Curotto, que tiene 60 años y ha dedicado 36 de su vida a la redacción de artículos para ANSA, explica: “Uno quiere y le tiene cariño a su trabajo porque es su obra, lo que hace, lo que estudió y aprendió. La decisión a tomar no abarca solamente irse o quedarse” .

Los trabajadores de ANSA debieron elegir entre ellos qué periodistas debían ser despedidos.
Ante el panorama desalentador, los trabajadores comenzaron a evaluar estrategias para poder generar un frente sólido sumando apoyos internacionales: “A fines de febrero, intentamos hablar con el canciller italiano, Enzo Moavero Milanesi, pero en ningún momento nos ofreció un espacio para contarle nuestra situación. Eso, para nosotros, fue una respuesta, sabemos que por esa vía no tenemos nada”.
En la última audiencia en el Ministerio de Trabajo a la que asistió el equipo de ANSA, con Fernando Lorenzo a la cabeza, los trabajadores recibieron otro golpe: la agencia solicitó que una persona más abandone su puesto. “Los que quedamos, estamos en el Titanic hundiéndonos. Nuestro servicio ya era precario anteriormente y ahora, por supuesto, empeoró. Los que quedamos nos reunimos y acordamos el trabajo que podemos llegar a brindar y garantizar sin que haya conflicto entre nosotros. Hay demanda corta y un problema estructural. No tenemos claro si esto terminó acá. Las personas que eligieron irse, lo hicieron mediante un consenso. Hoy no hay nadie con ganas de aceptar un retiro. De ninguna manera vamos a pelearnos entre nosotros para decidir quién se va, sino que vamos a defender nuestro puesto de trabajo”.
Para ANSA, la crisis del 2000 fue un quiebre y desde entonces la agencia se achicó continuamente hasta llegar al resultado de hoy. Lorenzo cuenta: “Nos quisieron sacar del convenio colectivo, la idea era realizar contratos individuales. Hubo una pelea muy fuerte, tomamos la sede y sufrimos dos despidos. A partir de ese momento, se negociaron mejores condiciones de trabajo. Estuvimos casi 10 años sin aumento de sueldo por la ausencia de paritarias. Gracias a la resistencia pudimos mantener nuestras condiciones de trabajo y crear un precedente. Hoy la situación les pesa por nuestro historial”.
A la espera de la nueva audiencia del 2 de mayo, Fernando Lorenzo, se animó a proyectar la situación de ANSA a futuro: “La propuesta es llegar con esta balsa, aunque sea destruida, hasta la orilla de octubre. Quizás haya una inyección al sistema productivo, al mercado interno. Aunque no sea laburar de periodista pero tener la posibilidad de insertarse desde otro lugar”.
Abr 18, 2019 | Novedades, Trabajo

Asamblea por los despidos a las y los trabajadores de Clarín.
Ante el despido de al menos 65 periodistas con la excusa de la reestructuración, los trabajadores de Clarín decidieron en asamblea un contundente cese de tareas. Tanto las notas del diario en papel como las de los portales hoy fueron escritas por prosecretarios. La base de redactores y la primera línea de editores abandonaron sus computadoras con la consigna “no se escucha una tecla”. Por segundo día consecutivo, la asamblea general de trabajadores de Clarín/AGEA resolvió por unanimidad realizar un cese de 24 horas con presencia en las redacciones, hasta este viernes a las 12 del mediodia. Además se votó la quita de firmas de las publicaciones.
“Estamos conmovidos”, dice la delegada Clara Uranga, con la voz quebrada. “Vivimos un día de mucho estrés, adrenalina y tristeza, pero también de mucho cariño y apoyo entre todos nosotros”.
La empresa AGEA, del Grupo Clarín; que publica los periódicos Clarín y Olé y revistas como Elle, Ñ y Genios; ya despidió cientos de trabajadores en los últimos cuatro años, incluidos los returos voluntarios, pero esta vez decidieron que muchos de ellos se enteraran en la puerta de la empresa frente a un vallado custodiado por personal contratado de seguridad. “Hubo mucho llanto. No se esperaban para nada todo esto”, dice el reportero gráfico Daniel Baca, de Tiempo Argentino, que estuvo en Tacuarí al 1800 junto a varios centenares de colegas y personas que se concentraron a brindar apoyo y visibilizar este destrato.
“Es un ajuste que golpea directamente a la redacción, todos los despedidos son periodistas. No hay despidos en otros sectores, a los que se les pidió que trabajaran desde sus casas ayer y hoy para que no tuvieran siquiera la posibilidad de solidarizarse”, aclara Uranga. Y agrega: “La empresa de medios más grande del país, cuando tiene que reestructurarse, elige despedir periodistas, aunque una semana atrás nos comunicaran que un ‘nuevo desafío’ exigía a los redactores trabajar una hora más cada día. No queda claro si nos necesitan o sobramos, entonces”.
Vale la pena recordar que en 2000, Clarín despidió a 117 empleados, entre los cuales estaba toda la comisión interna. Desde ese momento no hubo representación gremial hasta 2012. “Nos costó mucho construir sobre el miedo, y hoy estamos orgullosos de los compañeros”, concluye Uranga.
El día en que se enteraron de los despidos
“Llegamos aquí con el edifico completamente vallado, militarizado y con policía por todos lados. Estamos empezando una medida de fuerza que consiste en un paro hasta el cierre con asamblea permanente, con los compañeros que siguen adentro trabajando y los que fueron despedidos. Estamos exigiendo una mesa de negociación. Queremos que dejen de tratarnos como si fuésemos barras bravas, somos periodistas, los que ellos contrataron para trabajar”, dijeron Matías Cervilla y Sebastián Díaz sindicalistas representantes del Sindicato de Prensa de Buenos Aires el pasado miércoles 17.
Tras las vallas que cierran la entrada, varios trabajadores se abrazan con fuerza, muchos con lágrimas que no pueden contener. Por la mañana, cuando llegaron a trabajar, no les permitieron el ingreso, las entradas tenían guardias de seguridad y la Policía ya se encontraba afuera. Así, fotógrafos y redactores de Clarín se enteraron que estaban despedidos. Uno de ellos, Pablo, que prefiere mantener en reserva su apellido, dijo: “Me enteré por un mail que me mandó la empresa, en donde me dijeron que prescindían de mi trabajo y que tenía a mi disposición la liquidación de sueldo. No hubo otra notificación. Hoy vine a la puerta y no me dejaron entrar”.
Reunidos en asamblea en horas de la tarde, los trabajadores decidieron unánimemente mantener un cese de actividades del medio hasta ayer a la medianoche y un estado de asamblea permanente para continuar discutiendo las medidas a tomar. El secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y representante de Página/12, Tato Dondero, se acercó a apoyar a sus compañeros despedidos y a organizar comisiones de debate. “Tenemos que defender cada puesto de trabajo porque tiene que ver con la vida de la familia, de los trabajadores y tiene que ver con el contexto difícil que atraviesa el gremio de prensa. Cierre de medios, achicamiento de voces, que genera perjuicio para todos los argentinos”, afirmó.
Se espera que la próxima semana los sindicatos llamen a una movilización para exigir una respuesta de la empresa. Los trabajadores esperan poder reincorporarse a sus puestos y luego sentarse en una mesa de diálogo con los directivos de Clarín.
