«Neruda me bautizó en vino»

«Neruda me bautizó en vino»

“Fue impactante para mí recordar que Pablo Neruda me había bautizado con vino cuando era niño para que sea poeta”, recuerda Juano cuando se le pregunta sobre su pasado. Proviene de un mundo de artistas: su padre, Javier Villafañe, fue un poeta, escritor y famoso precursor del arte del titiriteo en Argentina, que durante los años treinta recorrió el país, y luego el mundo, con su carreta llamada La Andariega, llevando consigo el teatro de los títeres. Elba Fábregas, su madre, fue una artista multifacética dedicada a la poesía, el dibujo y la actuación. En ese contexto, Juano se crió en un mundo de historias, poesía y teatro, rodeado por personalidades artísticas como María Elena Walsh, Pablo Neruda, Emilio Pettoruti y muchos otros, que solían compartir grandes asados y charlas en el patio de su casa, mientras brotaba la creatividad. Con los años, Juano se dio cuenta de que “ese afecto vivido con ellos, fueron re-significando muchas cosas de lo que fue mi infancia, adolescencia y primera juventud”.

El escenario de su niñez fue una gran naturaleza invadida por el teatro, donde Juano se formó entre el arte y las bambalinas. “Yo nací y viví dentro de un teatro. Mi casa era un gran teatro donde había un taller de pintura, otro de música, grandes bibliotecas, grandes escenografías y títeres expuestos en toda la casa. La casa de infancia fue mágica”. Su libro aborda las cuestiones del hogar, la naturaleza y la nostalgia, junto con las experiencias de la vida artística, en forma de “una conversación infinita”. El poeta invita al ejercicio de ver cómo se conversa en la poesía, lugar donde los versos y las voces se responden y se mezclan, intercambiándose. “Uno con la poesía conversa siempre con uno mismo, con las otras y con los otros. Es un trabajo con la palabra que permite decir lo que no se ha dicho. La conversación poética es infinita”. Juano vive y exhala poesía, para él es la salvación y la forma de volcar su mirada sobre el mundo. “Todos necesitamos la poesía, inclusive los que dicen que no la necesitan y aquellos que no saben que han vivido muchas veces experiencias poéticas. Yo creo que la poesía hay que vivirla, leerla, actuarla. Es para mí como el último refugio. La poesía siempre nos salva, es un ser y un estar pleno del hombre. No se puede vivir sin poesía”.

Varios de los poemas están dedicados a las figuras artísticas de su infancia, con los cuales Juano compartió fiestas y asados. Señala que “en este libro tuve muchos invitados, incluso yo mismo he sido un invitado”. Los invitados fueron algo recurrente en su vida, teniendo en cuenta que además recorrieron parte del continente gracias a los títeres de su padre. En el intercambio con los otros, Juano entendió que la poesía no se agota cuando el escritor termina su obra, sino que “en el compartir se completa el poema, la obra o la pintura. Uno con la poesía conversa siempre con uno mismo, con las otras y con los otros. Es un trabajo con la palabra que permite decir lo que no se ha dicho”. Compartir algo en los tiempos actuales puede ser sencillo: la difusión masiva en Internet facilita los intercambios, pero ¿cuál es el futuro de la poesía en este contexto? Para Juano, en una época de gran “inflación literaria”, no hay que olvidar que la poesía es trabajo: “Trabajo con la palabra y el lenguaje, trabajo humano creado desde el oficio del poeta. En este sentido, el futuro de la poesía está asociado a la transformación del mundo, y por ende, a la vida del hombre en la tierra”.

El miércoles 19 de mayo, a las 19 , se hará la presentación en vivo de los videos poemas del libro El corte argentino. Junto a Juano estarán varios artistas invitados como Leonor Manso, Cristina Banegas, Arturo Bonin, Luisa Kuliok, Pompeyo Audivert, entre otros, de manera gratuita a través de Youtube y Facebook.

Empoderadas por la poesía

Empoderadas por la poesía

Cuatro mujeres en el centro. Escritoras encargadas de presentar las obras de sus amigas, también escritoras. “Las poesías son nuestras, y entre nosotras queremos leerlas para encontrar las pistas a esa corriente de preguntas que se nos tiran encima, así como entre nosotras elaboramos la praxis de la sororidad aun cuando nos cuesta, porque la resistencia es ancestral y espesa, pero la militancia es real”, expresó Florencia Monfort al momento de presentar Ese animal tierno y voraz, el libro de poemas de Ivana Romero. Mercedes Halfon, a su vez, introdujo El cuerpo en la batalla, de Fernanda Nicolini; no se presentó como poeta ni como crítica, sino como amiga y testigo de la autora. “Puedo decir muchas cosas de su vida, de su escritura, y de la relación entre su vida y la escritura ya que este libro, si hay algo que trasunta, es vitalidad- empezó Mercedes-. Una potencia notable para nombrar los ciclos naturales, nacimientos, muertes, de modo en que ambas cuestiones se manifiestan muchas veces violentas, otras suaves y paulatinas”.

Los dos poemarios se presentaron el sábado a la noche en Mandrágora Libros y Cultura, un espacio que potencia la circulación y visibilización de editoriales independientes como Caleta Olivia, la responsable de estos dos libros. “Fer siempre escribió poesía –dijo Mercedes, y evocó los comienzos de una amistad que se cultivó en la escritura-. Cuando la conocí en el año 2004 ya era una conocedora y habitué de tertulias poéticas, fue ella quien me introdujo en estos estilos contemporáneos”. El departamento al que Fernanda se había mudado sola hace una década, fue el refugio donde ambas pasaron tardes y noches leyendo y escribiendo, hasta que en 2012 llegaron a publicar, en autoría compartida, la novela Te pido un taxi.

Fernanda Nicolini.

Nicolini ya había editado Rubia, su primera plaqueta de poesía, y luego el libro Ruta 2. En esos primeros escritos saldó cuestiones vinculadas a sus orígenes marplatenses, su educación sentimental, sus múltiples mudanzas. Mercedes describe a los poemas de Fernanda como “rítmicos, afilados. Los versos se precipitan con gran velocidad hasta que en algún punto inesperado del recorrido se clavan, como quien pone punta para hacer un trayecto largo pero luego se detiene en un lugar con una vista súbita, singular, que hace necesario que esa imagen se instale y quede flotando por un rato”. Los años fueron pasando, y los poemas de Nicolini se fueron acumulando en cuadernos, carpetas en la computadora, y contratapas de libros que leía y la inspiraban. Se fueron acumulando mientras escribía la biografía de la familia de Héctor Oesterheld; mientras entrevistaba gente que le contaba sus historias; y mientras ella vivía su propia historia mudándose y buscando un hijo. “Los personajes de los poemas de Fer resisten -dice Halfon- .Los cuerpos son fuertes. Su cuerpo también es fuerte. Son cuerpos que luchan y no se amedrentan fácilmente. Algunos de esos cuerpos ya no están, pero sus voces siguen sonando en algún lugar. Es ella quien los escucha, registra su sonido, su ritmo acelerado y los escribe en el revés, en la nervadura…un libro escrito en la parte de atrás de otro libro.”

Marcela (perteneciente a la primer parte del libro, “Nombre de guerra”)

Cómo se construye una vida no es una pregunta

es un estado de vigilia

una ansiedad convertida en círculos

aunque ella no piensa en círculos sino en dibujos sin hacer

en números que se unen por líneas que

en este caso

desconocen la ley de la secuencia

el dos no sigue al uno y no hay modo de que lo haga

están los espacios vacíos, la incógnita, el tono de una voz perdida

nadie la grabó y, ¿sabés qué?

las voces no quedan en la memoria como el olor de una tarde de diciembre, el zumbido del tiro que te parte la columna, el grito que congela tu nombre de guerra en un barrio que huele a mierda

¿reconocés su voz? ¿podés escucharla?

ellos también quemaron fotos y guardaron imágenes en calles de tierra para compartir con nadie

y no la oyen

cómo se construye una vida no es una pregunta

es un estado en el que las dimensiones se comprimen

y el tiempo no es más que un modo de ordenar la distorsión.

La poesía en Fernanda nació en su adolescencia, como un modo de escurrir la melancolía, y luego continuó por su amor a la escritura. Mientras trabajaba en la vida de los Oesterheld, que es de un estilo periodístico, la poesía le sirvió como un diario íntimo de escape donde hacer catarsis y volcar todo lo que quisiera sin estar atada a ninguna regla. Ella cree que periodismo y poesía comparten la escritura, que es una sola, pero mientras uno es un espacio atado a un millón de reglas, la otra es lugar de libertad total. “Yo creo que muchas veces uno hace poesía con los restos que le quedan de otras cosas, con esos remanentes; pero no es el descarte, sino como cosas que te quedan flotando en la cabeza, imágenes, frases… y creo que cada uno tiene su modo de escribir –dice Nicolini-. Yo de pronto empiezo a macerar una idea en la cabeza y empiezo a escribir el poema mentalmente y por ahí está ahí semanas. Hasta que un día me siento porque tengo tiempo; son como paréntesis en la vida, en los que te sentás y los escribís”.

Ivana Romero.

Lo que unió a Fernanda con Ivana Romero fue un vínculo feminista. En 2015, cuando el diario Tiempo Argentino fue arrasado, Ivana quedó en la calle de un día para otro. “A una de las primeras personas a las que llamé fue a Fernanda y me dijo ‘bueno sí, armamos algo’-cuenta Romero-. Que me abrieran la puerta fue un modo de decir que se podría volver a empezar a pesar de la crisis, contra la crisis y que eso me generaba una responsabilidad aun mayor, que era reinventar mi discurso, afinarlo y obviamente reseñar un libro no es lo mismo que escribir poesía pero sí hay una mirada cada vez más clara en ese sentido feminista”. Los poemas de Este animal tierno y voraz surgieron de esa época, una época distinta no sólo política sino personalmente para Ivana. “El libro que está acá es un estilo esencialmente amoroso y me parece que la poesía es esencialmente amorosa”, opina ella.

Florencia Monfort tomó la palabra para hablar de su amiga y su obra: “Sus poemas son una ventana a cierto dolor, a cierta nostalgia provocada por un amor que ya fue, que aun cuando está siendo se puede ver que ya no será; o un encuentro que no sucede, y de golpe, se produce una aceleración del pulso”. “Sí la poesía es el nervio de la literatura- continúa Monfort- el animal del que habla Romero, que a primera vista podría decirse que es el amor, es la poesía misma”.

Romero pretende en su libro ir a contrapelo de lo que son las grandes estrellas de rock como Bruce Springsteen, Norah Jones y Amy Winehouse. Habla de un doble movimiento, del heroísmo de las grandes figuras y también del heroísmo de las pequeñas figuras, donde no importa cuán grandes sean sino de lo que tienen para decir. “Ella construye los poemas con paciencia -expresa Monfort- como se observa el agua cuando corre cataratas. Y es una catarata con ritmo, con una música a la que rinde culto a los dueños y dueñas de esas canciones, las estrellas perfectas. Como si todos ellos, incluida la autora, formaran un atlas de poesía-canciones con la que se puede bajar el telón del mundo para ver una versión de la realidad, de la poesía, y también la de las mujeres. ¿Cómo amamos las mujeres? Un animal tierno y voraz habita en nuestros modos de amar, la pregunta es cómo liberarlo”. Romero cree que la poesía no tiene que pedir permiso; “La poesía es puro deseo”, plantea, y así lo exterioriza en uno de sus poemas de amor hacia una mujer.

 

Celina (fragmento)

Usa pestañas postizas y flores de plástico en el pelo

tiene los dedos largos, temblorosos, levemente temblorosos

una espalda tan ancha que podría recostarme en ella

podría descansar en ese continente oscuro

como quien se hunde en el sueño reparador tras un naufragio.

Hace unas noches la vi en las escaleras mecánicas de la estación de subte

ella subía y detrás un hombre le daba charla

el hombre era viejo y quizás triste

Celina lo miraba con ojos cansados que seguían en pie

sostenidos por esas pestañas tupidas y falsas y bellas.

Quizás un cliente de Sainsbury hizo lo que yo no hice

esperarla y dejar que ella me elija mientras sube las escaleras.

“El discurso poético es un discurso que va a contrapelo. No es un discurso útil, no es un discurso que te va a hacer ganar un montón de plata, no es el discurso del periodismo ni la legislación. Es otro discurso, enteramente habitado por el deseo, y está construido en ese presente donde ocurre algo que te conmueve, y ese deseo no tiene por qué ir siempre hacia el mismo lugar”, expresa Ivana.

La Librería Mandrágora y un público atento al escuchar a las autoras y presentadoras.

Florencia e Ivana. Son dos mujeres, periodistas de profesión, y poetas de vocación. “Yo soy periodista, escribo reseñas y a la vez escribo poesía. No hay una zona donde haya un corte”, dice Ivana.  

Por un lado, la escritura periodística las mantiene con un pie en la tierra; y por otro, la poesía las lleva a captar lo fugaz, lo sutil. “Cuando estás leyendo una narración que te cautiva mucho y tiene algún pasaje que te conecta con algo que no es de este mundo, estás leyendo poesía -opina Romero-. La poesía no es nada más que versitos. La poesía tiene que ver cuando estás orando, cuando estás pensando en algo que tiene que ver con este mundo y no; a diferencia de la narrativa que en general siempre tiene un anclaje con algo de este mundo, necesitas describir personajes, crear escenarios, atmósferas, etc…La poesía es muy mínia y muchas veces no sabe bien dónde va. Es mucho más errática. Nuestra vida es errática de manera que lo único que hay que hacer es linkear eso que ya está unido de hecho”. En la misma línea, Nicolini piensa que “hay cosas que podés expresarlas con la poesía y puede ir desde la maternidad hasta unas vacaciones con amigos, lo que sea. Simplemente es como cambiar el punto de vista y el modo de decodificar eso que te pasa. Darle una potencia al lenguaje que no tiene en otros contextos o en otros formatos”.

La poesía puede encontrarse en cualquier lugar, sólo es cuestión de dejarse conmover por los detalles.

 

 

 

 

“Todo acto es político, pero no hay una forma política de cebar mate”

“Todo acto es político, pero no hay una forma política de cebar mate”

Boca de Buzón, el dúo compuesto por Paula Maffía, y Mana Bugallo, combina música y poesía en una performance que rompe con las estructuras de cualquier definición y que se reconstruye dinámicamente sobre el escenario que las tenga de pie mientras esquiva cualquier tipo de etiqueta.  Se presenta una vez por mes en Casa Brandon, una casa cultural “heterofriendly”, y tiene un programa semanal en Radio Colmena producido por el escritor Juan Francisco Moretti.

¿Cómo es que se unieron y dieron vida a Boca de Buzón?

Si hubiese un Dios, diríamos que Dios nos cría y el viento nos amontona. Es un ambiente pequeño, somos cuatro, es todo muy endogámico. A mí (Paula) me invitaron a participar musicalmente de una colectiva interesante de arte y performance, que es el SUCEDE, y ahí nos conocimos. Teníamos muchos músicos amigos en común, y a fines de 2014 fue la presentación del libro de mi primo, Juan Moretti, en donde tocamos las dos. Ahí dijimos:  “Bueno, hagamos algo”. A los dos minutos ya teníamos lugar, fecha y estaba todo organizado. Se armó rápido.

¿Cuándo fue su primera fecha como dúo?

En febrero de 2015 en el Centro Cultural Sábato, que queda en las entrañas de la Facultad de Ciencias Económicas. Paula ya venía tocando ahí seguido, ellos tienen un ciclo de verano, y no quería volver a tocar sola. Es una covacha, divina y suena bárbaro, pero llevar gente en febrero a once, a un sótano sin alcohol, era una propuesta difícil. Se sumó Mana, y la idea era que ella hiciera Stand up y que yo hiciera la música, pero bajo la consigna de que siempre estuviéramos las dos arriba del escenario. Cada una iba haciendo un par de poemas, un par de canciones, pero entrados los primeros 20 minutos del asunto, nos dimos cuenta de que nos integrábamos muy bien.

Es decir, ¿cada una hacía lo suyo en el escenario?

En el momento, entre que un amigo de Mana trajo whisky, que fue un gran lubricante, nos dimos cuenta de que podíamos hacer algo juntas. Íbamos a hacer una especie de picadito, y terminó siendo todo como un gran guiso, y a la gente le re copó. Las personas que me fueron a ver a mí, que no conocían a Paula, quedaron flasheadas con ella, y yo tuve muy buena respuesta de la gente que la había ido a ver a ella. Después de eso, nos juntamos “a ensayar”. El ensayo salió pésimo, y nuestra vida salió genial. Fuimos en bolas al siguiente show, y nuevamente sucedió esa dinámica de que se mezclan las presencias de una y la otra, y respetamos ese formato. El espectáculo es lo que ocurre entre nosotras cuando estamos ahí, entre canción y canción.

«El espectáculo es lo que ocurre entre nosotras cuando estamos ahí, entre canción y canción», dicen Paula Maffía (izq.), y Mana Bugallo.

Empezaron a hacer una fecha por mes en Brandon, ¿están con la idea de que se haga una performance un poco más constante?

Estamos haciendo una franquicia. “La panchería Boca de Buzón” (risas). Nos gusta laburar juntas, las dos estamos medio embarradas de otras cosas, porque en su momento las dos teníamos proyectos que nos exigían muchísimo, y trabajar juntas es como un recreo. No siempre es tan fácil  ni tan cómodo. Hay muchas restricciones, pero entre nosotras dos, hay pocos “no” y le ponemos mucho amor. Hay una confianza de la una en la otra, las dos sabemos de qué va lo que hacemos, y nunca sugerimos algo que pudiera ofender a la otra.

Entonces, ¿van a seguir con más frecuencia?

Es desprolijo. Quedan dos fechas muy juntas, después un mes sin tocar. No tenemos un día fijo. Nos importa muy poco. No es como el ciclo menstrual. Es un beneficio que tenemos nosotras el que nos guste mucho lo que hacemos. Sabemos que funciona. No necesitamos mucho más que eso. Aunque siempre esperamos que venga gente, no creemos, por lo menos para este proyecto, que tengamos que hacer demasiado para que el proyecto funcione. Con juntarnos y llevarnos bien nos alcanza. No especulamos con pensamientos como “bueno, debería ser todos los jueves, sino la gente se confunde”. No subestimamos al público. Si la gente quiere venir, viene. La competencia, en el sentido de la cantidad de cosas que hay para hacer en esta ciudad, es feroz.

Así, desestructurado, sin nada fijo, ¿proyectan hacia el futuro?

MB: Yo estoy esperando que Paula Maffía termine de pegarla y me presente a toda la gente (risas).

PM: Y yo quiero la gloria del viaje de los poetas, fumar opio, alquilar un auto y andar por el desierto. Tocar bongós a la gorra. (Risas). Tenemos pensado, en algún momento, irnos a algún lado, si algún lado está disponible, algún lado, nos puede llamar. Algún lado, allá vamos.  La idea es seguir haciéndolo mientras nos dé el cuerpo, la mente, el material, los horarios y el macrismo.

«Es un beneficio que tenemos nosotras el que nos guste mucho lo que hacemos. Sabemos que funciona. No necesitamos mucho más que eso».

¿Cómo ven la recepción del público?

Da la sensación de que están esperando a ver qué decimos, con qué vamos a salir esta vuelta, y eso nos llena de felicidad. El ojo no está tan puesto en los textos o en las canciones, cosas para las que nosotras trabajamos un montón, y sin embargo, lo que une es lo que no está planificado. Es una buena dinámica. Gran parte del show pasa por los beats entre tema y tema, lectura y lectura, y nunca sabemos lo que va a pasar. A veces nos vamos a la goma, podemos estar hablando 10 minutos enteros, porque no tiene forma. Hay un enfoque en el entretenimiento, a pesar de que el entretenimiento es una palabra bastardeada, como si fuese sólo superficial. Pero Boca de Buzón es ultraentretenido, en el mejor sentido de la palabra.

Ahora también salen los martes por Radio Colmena, ¿hacen lo mismo que en escenario?

PM: Sin música. Laburamos con Juan Francisco Moretti. Es un programa de una hora, entonces no queremos caer en el formato tradicional de “programa de radio invita músicos a tocar y los entrevista con las mismas preguntas de siempre”, porque a nosotras también nos hartó hacer esas entrevistas, así que lo vemos como otra oportunidad para pasar tiempo juntas. La génesis del programa fue medio esa. Ahora a ser un canal de expresión muy interesante, hay columnas fijas y otras móviles, nos cagamos en el formato todas las veces que se nos da la gana. Viene Juan con una grilla, con el horario perfectamente armado, y nos golpea la pecera pidiéndonos que por favor vayamos a la tanda, es como el preceptor, él siendo mucho más joven que nosotros, y nosotras no queremos. Además, Matienzo es un templo muy interesante para la cultura independiente. Tuvimos la suerte de confluir todos en una cumbre en Río de Janeiro el año pasado y ahí colaboramos por primera vez con Radio Colmena, en donde hay muy buenos programas, y nos dan el espacio para tener un programa feminista.

La cuestión de género es algo que se repite en sus proyectos, ¿cómo lo explicarían?

No podríamos hacer un programa juntas que no fuera feminista, como no podríamos hacer un show que no fuera feminista. Nuestro día a día tiene que ver con eso, sin caer en un lugar acartonado del feminismo y tratando de no estancarnos en un encasillamiento. Nuestra concepción del feminismo no carece de sentido del humor, que es una visión del enemigo. Muchos piensan que el feminismo tiene que ser un embole, que tiene que ser aburrido. Pero la realidad es lo suficientemente absurda como para reírse. Sabemos que no vamos a poder cambiar todo de un día para el otro, así que hay que tomarlo con un poco de paciencia.

¿Sienten que la gente espera de ustedes esa conciencia de ser feministas?

A veces sentimos la responsabilidad, sobre todo en la coyuntura, pero no nos parece que seamos el estandarte de nada. No somos representantes de un feminismo fino, educado, intelectual. Posiblemente le ponemos los pelos de punta a más de una feminista. Posiblemente seamos muy políticamente incorrectas. Eso es importantísimo, no replicar otro lugar, permanecer elásticas todo el tiempo. Las dos hablamos desde nuestra experiencia de mujeres comprometidas que le ponen el cuerpo al día a día, y eso es un acto de militancia enorme, el de exponerse como mujeres en la calle y decir: “No, no quiero ésto”. Esa es la praxis más grande que va a superar a cualquier tipo de teoría. No sé si leímos todos los libros que deberíamos, ni si hablamos con todos los términos indicados, tampoco sé si conocemos a todos les autores, y así como cansa hablar con la “e” todo el tiempo, también nos parece terrible dejar gente afuera cuando no usamos la “e”. Hacemos lo que podemos, y no creemos que haya, del otro lado, una exigencia. Las personas a las que les gusta lo que hacemos no necesitan que no cometamos errores. No podemos imaginar un mundo así de inflexible, porque si no, no aprenderíamos nunca, ni deberíamos subirnos a un escenario. La responsabilidad que una persona tiene, la tiene con ella misma.

«No podríamos hacer un programa juntas que no fuera feminista, como no podríamos hacer un show que no fuera feminista. Nuestro día a día tiene que ver con eso».

¿Creen que es posible separar el arte de lo político?

Todo acto es político, pero no hay manera política de cebar un mate, por ejemplo. Si estás metida en el tema y tenés amigues trans, si conocés chicas maltratadas y te das cuenta de que eso es moneda diaria, no remitirte a eso es ser cómplice. Muchas de las cosas que pasan, pasan porque nadie dice que están pasando, por un ocultamiento sistemático de la violencia de género. Nosotras no podemos cambiarlo todo de golpe. Nos pasó tocar uno o dos días después del asesinato de Diana Sacayán – militante trans asesinada en circunstancias todavía no aclaradas – y fue oscurísimo. Estábamos muy tristes, estábamos dolidas, estábamos enojadísimas. No se puede vivir adentro de una burbuja. Las cosas pasan, y nosotras vamos a laburar y tenemos que hablar adelante de gente, y ese nivel de exposición es difícil. Pero hay personas que ni siquiera saben quién era Diana Sacayán. Es político hablar de Diana Sacayán, pero nos parece mucho más político haber sabido quién era. Habernos rodeado de gente que nos pudo contar. Estamos en la era de la replicación. Hoy todo el mundo toma un partido cómodo desde las redes sociales. No nos gusta meternos en esa discusión ridícula del que hizo su acción liviana y política del día cambiando su foto de perfil por la de Charlie Hebdo, ni del que lo único que hizo fue criticar esa acción por redes, porque ninguno de los dos está haciendo nada al respecto.

¿Cómo incluyen adentro de estos temas al componente lúdico?

Como nos sentimos representadas ideológicamente por la otra, no nos medimos en escenario, sino que somos desmesuradas porque hay algo muy lúdico y fresco. El humor nos salva siempre. Si tuviéramos que rendirle tributo a muchos lugares de seriedad y de tragedia de las que habla el feminismo, no estaríamos cumpliendo nuestra función. Hay otras personas que cumplen esa función, y lo hacen súper. Tenemos amigas que ejercen una militancia que les toma todo el cuerpo y todas las horas de su vida, y estamos orgullosas, pero nosotras elegimos otro camino. Le ponemos el cuerpo a las cosas que creemos que son importantes. La militancia es cotidiana y la responsabilidad, repetimos, es con una misma.

¿Por qué Boca de Buzón?

Porque somos una jetonas. Y porque hay un tango de Tita Merello, que no es de ella sino que ella lo interpretó, que es “Se dice de mí”, y hay una historia que dice que es un tango lesbiano, que se cantaba lesbianamente, aunque no por Tita, sino en sus orígenes. Una parte de su letra decía algo como “si yo le gusto a Mimí, y a Fufi, los tipos me envidian, dicen que soy fea”. Onda “se dice de mí todo esto, pero las minas están conmigo” y en un momento dice: “Y mi boca es un buzón”. Es una expresión, boca floja, boca grande, que no puede dejar de hablar, y nos pareció una descripción atinada para nosotras.

 

Actualizada 26/07/2016

Poesía eres tú

Poesía eres tú

Se apagan las luces. Se callan las voces. Sólo un pequeño murmullo transgresor llega desde afuera, pero las puertas se cierran y el silencio envuelve a los espectadores que ahora miran hacia el escenario. Allí, en el centro de las únicas luces que siguen encendidas en el bar, se encuentran Diego Arbit y Sagrado Sebakis. Aún no emiten sonido. Esperan que el silencio se perpetúe un poco más antes de dar inicio a otro Circuito Cerrado de Poesía Estéreo, o como ellos lo llaman, “un espacio pensado para fallar”. Y cuando ese silencio alcanza su punto de máxima tensión, comienzan a recitar al unísono: “¡No sos nadie! / Te quejás por todo / Tu vida es una mierda / Tu novia te odia / Tenés papada / Los mozos no te dan bola / ¡No sos nadie!”. Todo lo que dicen lo acompañan con el cuerpo que rompe la poesía, la saca de su solemnidad y la devuelve a un público que a veces interrumpe con risas de espasmo por la identificación, con aplausos improvisados por el fervor político, o con gritos que se infiltran entre pausas y no pueden esperar por ser protagonistas. Porque ahí, en el circuito cerrado de Poesía Estéreo, todos encuentran un lugar para brillar.

Desde la crisis de 2001 hasta la actualidad, crecieron los movimientos artístico-literarios en donde muchos jóvenes buscaron un lugar para expresarse en medio de un contexto desalentador. Estos circuitos comenzaron a trazarse en diferentes bares culturales de Capital Federal y el Gran Buenos Aires y se construyeron como espacios que prometían pluralidad y diversidad, así como un público atento a nuevas experiencias. Las temáticas que recorrían los versos de los poetas, por entonces, hablaban de una crisis que los había dejado sin voz y de un Estado que los había dejado sin ningún tipo de amparo. Pocos años después, en 2006, surgió Poesía Esteréo, un circuito de poesía organizado por Sagrado Sebakis y al que luego se sumaría Diego Arbit.  Ambos reivindican la oralidad y el slam como modos de poner en escena el cuerpo y la voz. Como Los Verbonautas, que consideraban a su arte como una “acción poética” con Vicente Luy a la cabeza, – entraba en los bares exigiendo que se le concedieran cinco minutos, para que pudiera hacer audible su palabra – los chicos de Poesía Estéreo consideran al suyo un “arte performático” que intenta recuperar la tradición oral de la poesía en una apuesta por su democratización.

Poesía Esteréo es un circuito de poesía organizado por Sagrado Sebakis y Diego Arbit. Ambos reivindican la oralidad y el slam como modos de poner en escena el cuerpo y la voz.

El inicio

Diego Arbit, escritor y performer de la escena under porteña, comenzó a hacer poesía oral en la década de los ‘90: “Yo tenía 18 años y encaré la poesía oral como forma de transmitir mis inconformidades y mis dudas ante la realidad a la que me enfrentaba”. En el escenario, su voz y la de Sebakis cambian de tono y se llenan de potencia cuando hablan de una “Argentina fea, macrista”.

A veces escupen, un poco a propósito y otro poco por el tinte violento que va tomando la poesía. Todos los espectadores se sienten examinados. Todos devuelven la mirada a los ojos. Todos juntos hacen que el espacio funcione y sellan un contrato silencioso del que no quieren dejar de formar parte. Es el pacto de entendimiento de que, en ese mismo momento, todos están tejiendo un entramado cultural entre los márgenes de los límites impuestos por lo oficial.

Entre los integrantes del público de Poesía Estéreo, muchos hablan del segundo Slam Capital, Copa “Pata de Sofovich” 2016, que se realizará el miércoles 13 de abril en el marco del Rockelin Club de Artistas en El Emergente Bar. “Y vos, ¿vas a leer en el próximo Slam?” le pregunta un chico entusiasmado a la chica que tiene al lado, y así comienza una conversación. Esta vez, el torneo de poetas será organizado por Mariana (Mana) Bugallo -actriz, performer y poeta que participó en el 1° Slam de Poesía en la 38° Feria del Libro-, Juan Xiet, cofundador del colectivo Poesía Urbana y campeón del Slam Copa FILBA, y Diego Arbit, Campeón Nacional del Slam de Poesía argentino en 2012. Aunque se define al Slam de Poesía como  un torneo de poetas en donde cada uno posee tres minutos y 20 segundos para recitar sus poemas, Juan Xiet establece que “el formato torneo es como una ironía en sí misma. Si bien hay autores que vienen ‘a ganar’, creo que prevalece la idea de compartir, de decir algo, de entretener. De ahí los nombres que usamos para bautizar las copas, que por lo general son ocurrencias del momento o frases que quedan en el tintero de diálogos místicos”.

“El formato torneo es como una ironía en sí misma. Si bien hay autores que vienen ‘a ganar’, creo que prevalece la idea de compartir, de decir algo, de entretener».

La idea del Slam nació a principios de 2011 cuando Sagrado Sebakis y Sol Fantin, poeta, slammer y escritora, cansados de los eventos de lecturas de poesía locales, organizaron el primer Slam Argentino de Poesía Oral llamado Saca los Parlantes a la Calle. A partir de entonces, este formato creció desde el under hasta alcanzar espacios como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y el Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (FILBA). “Éxito sería que haya muchos poetas argentinos viajando por el mundo leyendo en slams de otras partes, que haya Slam de poesía en escuelas primarias, en las plazas todos los findes, que haya un slam en la Quiaca, eso sería un exitazo”, reflexiona Xiet.

Para Mana Bugallo, por su parte, “los eventos abiertos como el Circuito Cerrado, valga el oxímoron, que lleva a cabo Poesía Estéreo, o el Slam, están para invitar, sin distinción, a todos los que se quieran sumar” y agrega, con algo del humor que tanto la caracteriza, que “son una gran plataforma para que los superhéroes mal pagos se conozcan y se organicen”. En cuanto al rol que ocupa la mujer dentro de estos nuevos espacios emergentes que prometen pluralidad y diversidad, Mana reconoce que el ambiente tiene sus problemas, como todos los otros, y que no carece de machismo o de injusticia “porque no recitamos poesía en marte o en una perfecta fantasía adentro de mi cabeza”.

Todavía hoy este tipo de movimientos culturales de la escena porteña encuentra gran dificultad para superar las trabas burocráticas que no les permiten salir de la situación de clandestinidad. “Muchos de estos movimientos –dice Arbit- siguen en la clandestinidad porque la legalidad no los permite, y en otros casos porque la legalidad hace que lo lindo se vuelva triste, lleno de papeleo”.

A este escenario que pone trabas a cualquier tipo de cultura alternativa, se agregan otras políticas llevadas a cabo por el PRO durante sus años de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, como la represión contra la toma de la Sala Alberdi en 2013. Ahora, estas medidas son trasladadas al plano nacional e incluyen despidos masivos en los sectores de cultura y una campaña de estigmatización de los trabajadores del Estado. “No es alentador que a nivel nacional se replique lo que pasó en la Ciudad de Buenos Aires –sostiene Bugallo-. Es horrible estar con los inspectores en los talones y con el Estado en contra. Es el momento de organizarse y resistir, y entender que no es sólo la poesía oral y los espacios de cultura los que se quieren cerrar, sino que quieren cerrar la posibilidad de una vida mejor para los sectores populares y los cuerpos disidentes”.

A Juan Xiet le ha tocado ser parte de situaciones de agresividad en la calle, en las puertas de bares y centros culturales, en eventos organizados con amigos que se hacen por y para la cultura. “He visto topadoras, golpes, balazos y sangre”, cuenta, y no duda de qué “eso irá incrementándose porque todos sabemos que la alineación con las políticas derechistas trae caos y desolación”. Pero, frente a este escenario “desolador” en el que las políticas neoliberales retornan con fuerza al país y atacan a los sectores de educación, cultural y salud, Xiet recuerda que “somos un montón de humanos involucrados en la cultura y en el arte que vamos a resistir a como dé lugar. Nadie jamás nos quitará la posibilidad de compartir poesía”. Por su parte, Arbit se suma a este pedido de resistencia y sentencia: “Si hay algo que no somos los argentinos es ni muy derechos, ni muy humanos. Somos bestias anárquicas muy difíciles de domar, así que seguramente de su represión vamos a encontrar alguna vuelta para complicarles la vida, y a la larga, la van a tener que chupar”.

Para Mana Bugallo, “los eventos abiertos como el Circuito Cerrado, valga el oxímoron, que lleva a cabo Poesía Estéreo, o el Slam, están para invitar, sin distinción, a todos los que se quieran sumar”

Actualización 12/04/2016

El poeta de los pibes wachos

El poeta de los pibes wachos

La editorial Nulú Bonsai puso en circulación Todas las obras acabadas de Ioshua, la primera antología que reúne diversas publicaciones de este poeta “Queer”, creador del “Cumbia gay”, en cuyos trabajos se reflejan el modo de hablar y la estética de los “pibes wachos”. El libro incluye poemas inéditos compilados en fanzines y plaquetas, dos cómics y bocetos inéditos dibujados por el autor, y seis entrevistas que le habían realizado.

 Ioshua, o Josué Marcos Belmonte —como figuraba en su DNI—, fue más que un poeta del conurbano gay. Fue artista performático, dibujante, deejay, y dejó una obra que visualiza la estética de los pibes “wachos” que florecen en la marginalidad. Murió el 23 de junio del año pasado.

“Hacía performances trasheras –dijo a ANCCOM Sebastián Goyeneche, amigo de Ioshua y editor de Nulú Bonsai-. A veces se maquillaba excesivamente, escupía sangre falsa, o ponía una base de música altísima y leía sin que se pudiera entenderle. Tenía una aceptación intermedia. A algunos les gustaba y a otros les parecía muy extraño”.

El libro incluye poemas inéditos compilados en fanzines y plaquetas, dos cómics y bocetos inéditos dibujados por el autor, y seis entrevistas que le habían realizado.

El libro incluye poemas inéditos compilados en fanzines y plaquetas, dos cómics y bocetos inéditos dibujados por el autor, y seis entrevistas que le habían realizado.

Ioshua pasó su infancia en Libertad, un barrio humilde del partido de Merlo. Solía vestir remeras estampadas por sus propios dibujos, que tenían calaveras mexicanas o dos pibes besándose, y usaba gorras al estilo “cumbierocon la palabra Queer. Se lo suele recordar en distintos lugares, como en fiestas, donde él era el anfitrión de la noche, con una botella de cerveza en la mano, rodeado de personas y tratando muy amable a quienes lo elogiaban. O también solitario, reacio a los halagos y vendiendo sus libros en medio de una multitud, como en la Marcha del Orgullo Gay de Buenos Aires, en el año 2014.

Grau Hertt, otro de los editores, contó que lo vio por primera vez en una noche de lectura de poesía, en un Centro Cultural de Almagro. “Él estaba en un costado con sus libros y se lastimaba la yema de un dedo de la mano para firmarlos con sangre –relató a ANCCOM-. Después subió al escenario para leer, aunque estaba con la presión baja por la pérdida de sangre”. Grau Hertt fue el primero que le propuso publicar: “Lo escuché y me pareció que nos estaba poniendo en un lugar incómodo y poco común al pronunciar abiertamente palabras como ‘pija’, o ‘quiero leche’. Pero el foco no estaba en lo grotesco, sino en exaltar la sensibilidad de sus personajes. Él venía de lugares oscuros, en donde es usual usar ese tono. Él lograba mostrar la belleza de su contexto para sacarla de la marginalidad”.

Mucho del material de Ioshua puede verse en el sitio ioshuahomotrash  Este poeta publicó once libros y una decena de fanzines o plaquetas con sus poemas. También había diseñado comics, que en parte fueron recuperados para Todas las obras acabadas de Ioshua. “Dibujate una pija para la portada”, le pidió Grau Hertt; Ioshua agarró una birome azul y trazó el dibujo sobre una servilleta. Luego la idea mutó a incluir un consolador, y por eso la tapa del libro tiene la foto de uno, dorado y con piedras de colores, bajo un fondo rosa y con su nombre hecho con la tipografía de su firma, como al artista le hubiese gustado. El dibujo original está incluido en el interior del libro.

La primera obra que publicó por Nulú Bonsai en el sello Ataque Emocional al Sistema Capitalista fue Pija, birra y faso: una alusión, claro, al filme Pizza, birra, faso, de Bruno Stagnaro, de 1998. En común, los retratos de marginalidad. “Eligió ese título para molestar -señaló Goyeneche-. Para algunas editoriales la estética de Ioshua era mejor mantenerla ahí, en los márgenes. La literatura suele hablar de muchos temas marginales, pero no desde el propio marginal”.

El libro contiene poemas con temáticas de amor, sexo, vicios y marginalidad. Algunos poemas son escritos desde un narrador taxi boy, como “Tigre”:

Por guita siempre es más fácil

Porque así besás sin saber del horror de amar (…)

Porque así no esperás que dure mucho.

 “Él estaba en un costado con sus libros y se lastimaba la yema de un dedo de la mano para firmarlos con sangre –relató a ANCCOM-. Después subió al escenario para leer, aunque estaba con la presión baja por la pérdida de sangre”. dice el editor Grau Hertt.

“Él estaba en un costado con sus libros y se lastimaba la yema de un dedo de la mano para firmarlos con sangre –relató a ANCCOM-. Después subió al escenario para leer, aunque estaba con la presión baja por la pérdida de sangre”. dice el editor Grau Hertt.

Según Goyeneche, Ioshua escribía con un lenguaje coloquial y accesible, pero con contenido profundo y sensible que acercó a muchos jóvenes a la poesía. En cuanto a sus procesos de escritura, Grau Hertt contó que tras plantearse un campo de trabajo, Ioshua iba a la acción. “Involucraba su mirada y su cuerpo  e iba en búsqueda de situaciones y lugares en los que no era habitué –explicó-. Para escribir Campeón, por ejemplo, fue a varios partidos de fútbol, aunque él no era futbolero. Era un modo de construir su imaginario”.

Otro performer underground, Marcelo Arias, alias La Suiti, que compartió con él varias noches de poesía y fiestas, lo recordó así: “Nos hicimos amigos porque nos odiábamos –dijo a ANCCOM-. Con el tiempo me di cuenta de que tenía una coraza. Tenía tanto miedo al otro que lo primero que hacía era bardear”. Grau Hertt matizó ese talante: “Si bien fue conflictivo con sus amigos, era una persona que amaba y mucho –dijo-. Más allá de sus actitudes, él sabía que su obra y su arte vivía en todos nosotros. Muchos van a descubrirlo ahora desde su obra”.

Quizás ese “tener miedo al otro” provenga de su vida y su infancia. Su padre, que era violento con él y con su madre, se suicidó en 1989. Ioshua tenía once años. Pronto su mamá murió; con el tiempo, sus dos hermanas se distanciaron. “En una madrugada junto con él, después de reunir el material para Todas las obras acabadas de Ioshua, nos quedaba pendiente cruzar un límite que no solemos cruzar con los autores, conocer un poco más allá de lo que nos llega como escritos –evocó Grau Hertt-. ‘Goyo’ le preguntó: ‘¿Por qué en tu literatura, siempre planteás situaciones incómodas?’ Recuerdo el rostro de Ioshua. Sus ojos se quedaron fijos y con una sonrisa muy gigante nos respondió: ‘¿Están seguros de que quieren saber?’ Se hizo un silencio. Lo demás fueron cinco horas de escuchar el libro más triste que por suerte jamás fue escrito”.

Ioshua popularizó el amor entre “wachos” a través de poesías que retratan el imaginario de un pibe gay, sensible y de barrio para así, planteó Goyeneche, dejar de lado el estereotipo de pibe del conurbano “que usa gorrita y que sale a robar”. También fue crítico con la sociedad con textos como Clasismo Homo, que reclaman sobre el “Derecho a techo” o  al aborto, con críticas hacia dentro de la comunidad homosexual y a la identidad de género.

Tenía 37 años cuando murió, tras casi tres años de intensos dolores, internaciones y operaciones por un tumor en la médula. Dos días antes de su muerte escribió en Facebook: «Seis días en cama. Débil. Alucinando de fiebre y dolor. Ver gente, amigos, hablar y todo es mi mente. Parece que ya calmo. Y aquí no hay nada ni nadie». Recibió cuatro “Me gusta” y ningún comentario. Su obra, sin embargo, es vibrante e inspiradora para futuras generaciones. “Me parece que estamos ante una potencia que deja mensajes universales y atemporales, que nos identifica como sociedad y que requiere de toda la visibilidad que le podamos dar”, concluyó Grau Hertt.