A simple vista, el público bailaba. No abundaban ni banderas ni remeras con el nombre de la banda, lo que más caracteriza a los seguidores es el balanceo propio del reggae y sus cantos. Las banderas que luego aparecieron fueron entregadas como regalo hacia la banda en el transcurrir de distintas canciones. Néstor Ramljak, mientras cantaba, se las ponía sobre lo hombros en forma de agradecimiento. Así empezó Nonpalidece su gira The Aswad Experience, en la íntima sala de La Trastienda, a la que volverán el 23 de octubre para cerrar la gira que durante estos días está haciendo por Mar del Plata, México, Panamá, Costa Rica y Chile. La están realizando junto al cantante inglés Brinsley Forde, fundador y voz del grupo Aswad, banda que desde 1975 realiza música con raíces reggae . En los shows, Nonpalidece y Brinsley Forde presentan los dos temas nuevos que realizaron juntos: “Keep the fyah burning” y “Total Destruction” y, a su vez, Forde cantará temas propios.
Nonpalidece se encuentra andando desde 1996, cuando decidió darle voz y estilo propio a la música que a le gustaba. Grabó su primer disco en 2000, llamado Dread Al Control. Le siguieron seis discos más. La banda busca que sus canciones comprometan el arte con causas sociales. Esto lo reflejó su último disco Activistas, de 2013, en el que el book de cada una de las doce canciones de la placa está asociada a distintas personalidades de América Latina involucradas en causas vinculadas a luchas por los derechos humanos, como por ejemplo Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y Susana Trimarco. Recientemente participaron con sus voces de la canción «¿Dónde está mi hermano Santi? Digan quién se lo llevó», el video realizado por organismos de Derechos Humanos, artistas y la familia Maldonado para pedir por la aparición de Santiago, el joven desaparecido desde el 1°de agosto, cuando desapareció en medio de una represión de la Gendarmería en el Lof de Cushamen.
La banda conformada por doce integrantes viajó y transmitió los valores de su música por todo el continente latinoamericano, Estados Unidos, y el año pasado, por primera vez, a Europa. La semana que viene vuelven con su música a la ciudad porteña. Bruno Signaroli, guitarrista e integrante de la banda desde sus comienzos dialogó con ANCCOM.
Recital de Nonpalidece en La Trastienda.
¿Cómo transitan estar de gira junto a Brinsley Forde?
Estar de gira de por sí es una montaña rusa, algo muy intenso. Tocar junto a él esta vez nos da mucha alegría, es un honor y un orgullo. También es un gran desafío porque nosotros hacemos de banda suya cuando él canta sus temas, entonces es aprenderse un recorrido de canciones distintas. Estamos al lado de una personalidad célebre, que a su vez, a sus 64 años, está muy compenetrada con el ahora.
¿Cómo se produjo el encuentro para tocar juntos en la gira The Aswad Experience Latinoamérica?
En parte fue de manera fortuita. Fue después de un show que hicimos con la banda Israel Vibration, donde nos encontramos con Flabba Holt, el bajista y fundador de los Roots Radics. Él nos propuso hacer un tema juntos, proyecto al que se sumó Brinsley Forde cuando llegó este año a Argentina. Les mostramos unas bases nuestras, y como le gustaron quiso componer una letra. Una de ellas es “Keep the fire burning”, y la otra es “Total Destruction”, las canciones que están en este nuevo CD. Con “Total Destruction” pasa algo extraño porque la música es un sonido alegre, pero la letra en cambio no lo es. A medida que lo iban haciendo se iban mostrando partes del tema, y así se hizo la composición conjunta.
¿Y en el caso de ustedes? ¿Cómo fue su encuentro en los ’90, que dio origen a Nonpalidece?
Se produjo debido a una búsqueda de querer reproducir la música que nos gustaba. Nosotros nos hicimos amigos en el barrio y hablábamos de música. No existían las redes sociales, esa era la manera que teníamos. Esa búsqueda de sonar como el reggae que nos gustaba nos fue llevando a otras cosas, a ir puliendo lo que era necesario para que se escuchara como queríamos. Entonces íbamos probando, y de a poco fuimos incorporando más integrantes, hasta llegar a los que somos hoy.
En tu caso, ¿cómo fue la transición de tocar un instrumento de viento a uno de cuerdas?
Empecé a tocar la trompeta en la banda como una cuestión de necesidad, porque estaba ese lugar vacante. Era una manera de hacerme lugar. A mí, en realidad, me gusta más la guitarra, y es un instrumento con el que me siento mucho más cómodo. Sentí el cambio porque es totalmente diferente la manera de encarar el instrumento. Lo que pasaba era que no teníamos trompetista, y el ritmo del reggae lleva en las melodías una base muy fuerte de ese instrumento. Era el único viento de la banda en ese momento. Luego vino Agustín (Azubel), y ahí yo pasé a la guitarra. Después se fueron sumando los otros vientos.
En los shows, Nonpalidece y Brinsley Forde presentan los dos temas nuevos que realizaron juntos: “Keep the fyah burning” y “Total Destruction” y, a su vez, Forde cantará temas propios.
¿Te acordás cómo fue el primer ensayo de la banda?
No me acuerdo de uno en particular, pero tengo muy buenos recuerdos de los primeros ensayos. Los hacíamos en la sala La Nave, de Tigre, un lugar con muy buena energía, donde además tocaban otros músicos. Era un ambiente de mucha música y las dueñas del lugar eran muy voladas. La pasábamos muy bien haciendo música ahí.
Hiciste referencia a la falta de redes sociales cuando ustedes se juntaban en el barrio. Hoy esas plataformas se usan mucho para compartir música y mostrarse. ¿Recordás cómo compartían su gusto por el reggae?
Exclusivamente la manera que teníamos era el cassette. Tratábamos de escuchar lo que habíamos logrado grabar. Todavía tengo una caja guardada con los cassettes que escuchaba en ese momento. Hoy hay mucha información. Antes no teníamos acceso fácil, conocíamos a pocas bandas y de a poco nos interiorizamos en más. Cada disco que encontrábamos o artista, era una luz, algo que te había costado mucho conocer. Así nos pasó con Bob Marley, Peter Tosh, Culture, entre otros. Todo pasa muy rápido hoy, a mí por lo menos me gusta más sentarme a escuchar un cassette o un CD entero.
¿Qué fue lo que más les costó en el trayecto?
No sé qué fue lo que más nos costó, quizás haya sido aprender a aceptar al otro y pensar más en colectivo. Somos muchos en la banda y a veces eso puede traer situaciones incómodas, principalmente en una gira, porque dormís mal y estás muchos días fuera. Lo más difícil es aprender a convivir. Otra cosa que cuesta también es producir la gira, porque nosotros desde el principio decidimos ser una banda independiente, entonces producimos todo nosotros y eso lleva a tener que estar en todos los detalles.
¿Alguna vez pensaron cambiar la filosofía de ir contra la corriente, de no tener un sello discográfico?
No, nunca nos pasó de dudar cómo llevábamos el proyecto. Si ocurre que quizás en algún momento te sentís frustrado porque hay cosas que cuestan un poco más. Un sello discográfico te da mucha más visibilidad. Pero nunca lo dudamos.
Nonpalidece se encuentra andando desde 1996, cuando decidió darle voz y estilo propio a la música que a le gustaba.
¿Los condiciona en su música tener que estar pendiente de la parte comercial o de las últimas tendencias?
Tenemos en cuenta algunas cosas en la manera de crear, por ejemplo en el video de “Total destruction” hicimos dos versiones, una normal y una versión 360 grados. No lo hacemos porque haya que hacerlo, pero si nos gusta optimizar y crear con los recursos que tenemos. También es una manera de brindarle nuestra música de otra manera al que no puede ir a un concierto nuestro. Hacer un video no es algo que nos resulte tan divertido como hacer música en vivo, es una manera de llamar la atención de manera visual en el negocio de la música.
¿Cómo ves al reggae en la actualidad? ¿Hay alguna banda que te interese?
El reggae ya tiene un lugar ganado en el país, hay muchas bandas de músicos jóvenes. Una que me gusta se llama C4, es conocida, tiene 25 años de trayectoria. Me parece que tiene personalidad. En general, las bandas buscan ir por el mismo lugar que otros, se intenta más la copia. Por eso es muy bueno cuando una logra un estilo propio.
En sus recitales se pueden ver niños chiquitos que están bailando sus canciones. ¿Qué les provoca ver esto?
Es un cariño muy grande el que nos da el público. Hay gente que nos viene a ver, que fue creciendo con nuestra música, y ahora trae a sus hijos. Es lindo que puedan compartir el reggae en familia, cuando nosotros éramos chicos no podíamos compartir música con nuestros padres, culturalmente estábamos en las antípodas. Eso está bueno porque en parte te hace pensar que lo que nosotros hacemos no tiene que ver con una moda. Es algo maravilloso, incluso tal vez los nietos dentro de unos años puedan escuchar nuestra música.
¿Qué creés que tiene la banda que los hace Nonpalidece?
Siempre tuvimos en claro a qué lugares no queríamos llegar. Queríamos hacer música que nos guste y buscar que los shows sean siempre dinámicos. No presionarnos, sino disfrutar de esto. Si no fuese así ya lo hubiésemos dejado de hacer. Creo que eso es también lo que el público valora, la autenticidad.
Grabó su primer disco en 2000, llamado Dread Al Control. Le siguieron seis discos más. La banda busca que sus canciones comprometan el arte con causas sociales.
Luca Prodan llegó cantando en inglés a una Argentina bajo la última dictadura militar y revolucionó la escena del rock nacional. El 22 de diciembre de 1987, el líder de Sumo se volvió mito y leyenda de nuestra música cuando fue hallado sin vida en su casa de la calle Alsina, en San Telmo, víctima de una cirrosis hepática. Sus restos descansan en el Cementerio de Avellaneda, en el sur del Gran Buenos Aires, donde todos los años sus fanáticos se reúnen en esa fecha para recordar al “pelado”, tocar algunos temas y dejarle un poco de ginebra.
Monumento en homenaje a Luca Prodan en el Cementerio de Avellaneda.
Nació en Italia y fue educado en Escocia en el Gordonstown College, donde fue compañero del Príncipe Carlos de Inglaterra. En 1971 dejó el prestigioso internado, dio vueltas por Europa y terminó viviendo en Londres, donde en pleno auge del punk formó su primera banda que bautizó The New Clear Heads. Luego de la muerte de su hermana Claudia, en 1979, Luca decidió seguir a su ex compañero de instituto Timmy McKern, radicarse en las sierras de Córdoba y así escapar de su adicción a la heroína. En 1981, ya instalado en Hurlingham, junto a Germán Dafuncchio, Diego Arnedo, Ricardo Mollo, Alberto Troglio y Roberto Pettinato formó esa banda de rock a la que llamaron Sumo.
Formado en el oeste del Gran Buenos Aires, Sumo debutó en el Caroline’s Pub de El Palomar, en febrero de 1982, frente a 15 personas. Pasaron 35 años de ese primer recital y Hugo Pasquale, músico y habitué de la movida rockera recuerda: “La primera vez que los vi era época de Malvinas, fue en un bolichito minúsculo en Ciudad Jardín y me rompió la cabeza. Escuchar a un pelado cantando en inglés en un barrio rodeado de milicos y con muchos desaparecidos era sumamente impactante”.
Para la misma época, Gabriel Mattera concurría a su primer recital de Luca Prodan y los suyos para hacerlo ininterrumpidamente hasta la que sería la última presentación del conjunto, en la cancha de Los Andes de Lomas de Zamora, en diciembre de 1987. “Tenía 13 años, Sumo tocó en la inauguración del pub de mi primo que se llamaba Reggae, en Devoto. Después de ese primer show, vi todos hasta el último”.
La misma pasión a primera vista atacó a Fernando Márquez: “Tocaron FuckYou y casi me muero, para mí fue detonador. A partir de ese momento no paré de ir a verlos casi todos los fines de semana”.
Remeras y pañuelos que dejan los fans
Rolo Gutierrez, el fanático de Sumo a quien el director Rodrigo Espina convocó para el documental Luca de 2008, relata una anécdota que deja entrever la pintoresca personalidad de Prodan. En 1984, y con 15 años, fue al primer recital de la ahora mítica banda a un Stud Free Pub al que habían concurrido personas bastante más mayores que él y que eso llamó la atención de Luca. “Me encaró, me preguntó primero qué hacía ahí y después si había leído a Borges, yo le conteste que no y ahí nomás me mandó a estudiar, me dijo ‘¿por qué no te vas a tu casa y te cultivas fuckinman?’, pero nunca se presentó, me enteré de quién era cuando subió a cantar”.
A partir de ese momento siguió a la banda a casi todos lados. Estuvo en el show de la cancha de Los Andes, ese inolvidable 20 de diciembre de 1987 en el que Luca tocaría por última vez, recital al que no iba a asistir porque no tenía plata y porque se venían mejores presentaciones de Sumo: el 24 y 31 de diciembre en Cemento. “No sé por qué, pero al final decidí que tenía que ir”.
Hugo y Rolo coinciden en que la muerte del frontman de Sumo, aquel 22 de diciembre de 1987 y solo dos días después de su último recital, no los tomó por sorpresa. “La última vez que lo vi fue en Obras y ya estaba muy mal, verlo tan deteriorado fue como premonitorio de una muerte anunciada”, reflexiona Hugo. Para Rolo fue algo que siempre estuvo presente, “era como un aura alrededor de él”. Para Fernando Márquez, por el contrario, fue inesperado, se enteró cuando estaba trabajando y a través de un conocido. “Me dijo ‘pelado se murió tu ídolo’, yo lo mande a la mierda, pero después me di cuenta de que hablaba en serio y casi me muero con él. Pasaron varios años hasta que pude ir a ver a Divididos, en ese momento me fui a Los Redondos y sané la herida con otro pelado”, recuerda con emoción quien aún conserva entradas y algunos recortes de aquellas épocas.
«Luca vive en nosotros». La leyenda vive entre velas, objetos y pintadas que dejan los fanáticos.
La última casa en la que vivió Prodan, ubicada en Alsina 451, fue declarada sitio de interés cultural en 2010 y desde ese año funciona como un multiespacio artístico que promete “cultura, delirio y rock” bajo el nombre de “Lo de Luca”. Por las calles del barrio de San Telmo, cuenta Rolo Gutiérrez, era común cruzarse a Luca, porque le gustaba mezclarse entre la gente y ser anónimo. También lo hacía antes de cada show: “Sumo tocaba tipo tres de la mañana y no les daban camarines, entonces se paseaba por el boliche y hablaba con la gente, y en ese momento no era normal porque el músico se mantenía como en una oda de misterio y leyendas”.
Sumo revolucionó y marcó a fuego los años ochenta: impuso una nueva forma de hacer rock. “Esta banda nos mostró otra cara, nos mostró que se puede ser así de crudo y a la vez talentoso. Todo el rock argento creció de la mano de Luca”, reflexiona Hugo Pasquale. La figura mítica de Sumo vive en su música, en sus poesías devenidas en letras de canciones, en las miles de anécdotas que lo incluyen, pero por sobre todas las cosas vive en sus fanáticos.“Luca fue un tornado que arrasó nuestra ciudad y nuestras mentes”, así lo define otro seguidor, al “Pelado de Sumo”, desde hace 30 años inmortal.
En su novena edición, con un prolijo recorrido armado con más de cuarenta y cinco locales abiertos al público, descuentos, ediciones especiales y shows en vivo, se celebró “La Noche De Las Disquerías” en la Ciudad de Buenos Aires con el objetivo de fortalecer la industria discográfica, apoyar la industria musical nacional y, por qué no, incitar a que haya más melómanos en el mundo.
Organizada por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF), la noche de las disquerías se presentó como un evento que permite no sólo facilitar la compra de discos, vinilos y otras delicias de la música, tanto para quienes coleccionan como para quienes no, sino que también funciona como forma de difusión para nuevos artistas. Alejandro Ioras, melómano, coleccionista de vinilos y conductor del programa de radio onlineMiércoles de Película, ganador del Premio Trend Topic 2017, recorrió junto a ANCCOM una noche donde el Centro, Recoleta, Palermo y otras zonas se vistieron de clásicos.
“Todos saben que la industria discográfica argentina tuvo un quiebre. Hoy tenés Spotify —servicio de música en streaming— y está todo ahí. Este tipo de eventos está bueno para que la gente vea, conozca, se embeba en el tema,” explica Alejandro, mientras revisa una pila de clásicos en oferta. Elige Celebration Day de Led Zeppelin, y continúa con la charla. “¿Viste la cantidad de artistas emergentes que están editando vinilos? Eso es bueno. Es muy bueno. Más allá de que la calidad sonora del vinilo es cien veces mejor que escuchar un tema de Spotify, habla de algo más”.
La Feria fue organizada por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas.
Es cierto. Basta una visita por disquerías como Mercurio para descubrir una lista sin fin de vinilos, casetes y discos de artistas independientes, de nombres recurrentes en la escena musical actual, como lo son Nahuel Priones, El Mató Un Policía Motorizado, Ciruelo, entre otros. Gonzalo Martínez, joven coleccionista de vinilos y fiel visitante de la noche, asegura que “está buenísimo que artistas locales editen vinilos. El vinilo es una masa, tener un vinilo es otra cosa”. Gonzalo consume vinilos de artistas independientes nacionales, aunque por una cuestión de presupuesto no puede tener el número que querría, intentan apoyar a los artistas con la compra de, al menos, uno.
La cuestión presupuestaria es otro elemento que le da a la noche de las disquerías una cuota de interés: las ediciones especiales se pueden encontrar más baratas, las ofertas son tentadoras como lo indican los carteles en las vidrieras, que anuncian dos discos al precio de uno. Es cierto que, el vinilo sobre todo, es un formato de alto presupuesto al que no todos acceden, pero eventos así los hacen mucho más accesibles.
Alejandro continúa el recorrido, y se detiene de vez en cuando a mirar, quizá por la vidriera, algún artista que está tocando. “Las disquerías normalmente sobreviven por los melómanos, como yo, o como muchos acá. Tener una noche así es un sacudón para la cultura, porque muchos vienen y no tienen idea, y acá descubren. Para eso, es muy importante el eslabón show en vivo, descuento, evento”.
Artistas consagrados como Richard Coleman fueron parte del evento, pero sonaron también un sinfín de músicos independientes. “Me encanta que esté la movida de los shows en vivo. Yo no colecciono vinilos, ni discos ni nada, pero ponele, ahora que llegué temprano, me doy una vuelta y uno me compré. Está bueno,” opina Juliana Ailín a la salida de Disquería Mercurio.
“La Noche De Las Disquerías”en la Ciudad de Buenos Aires tiene el objetivo de fortalecer la industria discográfica y apoyar la industria musical nacional.
Gonzalo retoma el tema y opina, “el otro día, un compañero se quejaba de que Lali (Espósito) había sacado un vinilo. Sí, qué se yo, no me copa, pero por otro lado ayuda a que se popularice más. Qué sabés si el que miró el vinilo de Lali hoy, no compra un vino de sello independiente nacional mañana. Si difunde, es bueno. Lo demás se aprende”.
Pero la noche no es solamente un gran evento para las disquerías y los consumidores, también lo es para los artistas independientes. Un gran número de ellos se pasea por las disquerías ofreciendo sus discos para venta, ofrecimiento que, muchas veces, llegaba a buen puerto. “La música independiente es así, a pulmón”, explica el cantante Ema Mena. “Venís y dejás el disco, si gusta, se queda”. Si bien hay un gran número de disquerías que trabajan, sobre todo, con clásicos de la música, hay tantas otras destinadas a lo independiente.
“Hay mucho joven dando vuelta,” indica Alejandro, y es cierto. Quizá sean los shows en vivo, o simplemente la curiosidad, lo que hace que un gran público juvenil se acerque a buscar lo que, uno pensaría, es un formato para adultos. “Que las bandas independientes que suenan ahora editen vinilos, en ese sentido, es muy bueno. Le da conocimiento, es un ‘che, mira esto’. Ahora también está volviendo el formato casete, otra joya. Fijate que ya hay muchos”.
La noche de las disquerías es una unión entre un sentimiento melómano, la curiosidad de ir a visitar algo tan clásico como una disquería, presentaciones en vivo y ofertas imperdibles. Pero, por sobre todo, es una noche que mantiene el espíritu cultural vivo y no le cierra las puertas a nadie. Porque mantener la música viva es, y siempre será, tarea de todos.
Desde las 16:30 del sábado, una fogata entre las calles México y Tacuarí reunió a los tambores chicos, pianos y repiques al son del fuego para templarse. Y alrededor, 45 bailarinas y candomberos con la cara pintada de negro y amarillo formando la bandera de La King Kona. “El candombe es lo mejor que hay en Uruguay, estamos encantados de venir desde Carmelo, un pueblo chico”, dijo Pirucho, uno de los que toca el chico en La King Kona mientras esperaba a las 19:20, la hora señalada para empezar su candombeada.
“El Candombe es tradición del Uruguay. Las llamadas se remontan a cuando los negros eran esclavos. En su día libre llamaban, tocando con un tambor, a los otros compañeros” dijo a ANCCOM Silvia, nativa de Salto, Uruguay y desde hace 30 años residente de Buenos Aires
“Esta fiesta nace de los esclavos, cuando se escapaban de sus amos fueron creando un pueblo en medio del monte y de la selva, que era prácticamente inaccesible para los patrones y le pusieron como nombre Quilombo. Y estamos aquí en conmemoración de ellos, que fueron los creadores”, contó Leonel, el gramillero de La Itu-Xangó. El sábado 4 de noviembre, en el barrio Monserrat, se realizó la 9ª llamada de candombe independiente organizada por Lindo Quilombo, un colectivo cultural conformado por candomberas y candomberos de Buenos Aires, La Plata, Bahía Blanca, Carmelo, Salto y el Gran Buenos Aires. Por lo menos mil quinientas personas entre comparsas y espectadores asistieron a la fiesta.
“El candombe es lo mejor que hay en Uruguay, estamos encantados de venir desde Carmelo, un pueblo chico”, dijo Pirucho, uno de los músicos de La King Kona.
Las comparsas de Candombe tienen varios tipos de personajes importantes: el gramillero, contó Leonel, representa “al médico brujo que iba recorriendo las tribus con un maletín lleno de yerbas medicinales, vestido con la ropa que iba descartando su amo” y la mama vieja era la lavandera, explicó Silvia. También danza el escobero -identificado, obviamente, con una escoba-, el cuerpo de baile con trajes de varios colores, el portabanderas, los tamborileros y tamborileras que tocan el chico, el piano y el grande, todos tambores que se diferencian por su tamaño. Además, la estrella, la luna y el estandarte se mezclan entre todos ellos. Las vedettes son personajes que se incorporaron a las agrupaciones hace poco tiempo.
Dentro de este festejo existen personajes irreemplazables: los niños y las niñas que desde que empiezan a caminar ya saben tocar y bailar, y lo disfrutan como si fuera una magia que les hace mover las manos y los pies a un ritmo que contagia.
No hay vallas, ni policía, sólo cuerpo médico, familias, vecinos, amigos, turistas, calles con pocos autos que por equivocación entraron por México y muchas cámaras.
“Estos grupos no tienen límite de personas, pueden ser tanto de 15 como de 50”, contó Cristian Domínguez, tamborilero de Guariló (Lomas de Zamora) que en esta oportunidad vino de espectador pero que en diciembre próximo participará de la Llamada Oficial que convocan las Comparsas de Candombe Organizadas (CCC). Una de las bailarinas de La Itu-Xangó explica que los grupos se autofinancian con rifas. “Con esa plata alquilamos los baños químicos, pagamos el transporte, y compramos la fruta”, señala un arrumbe de canastos de madera en la vereda llenos de comida.
«Esta fiesta es nuestra raíz» aseguró Ale, director de La King Kona.
“Somos tres directores, Manteca (Salvador Biko), mi señora (Elisa Rodríguez) que está en el cuerpo de baile y yo, ahora vinimos 45 pero en realidad somos 90. Algunos no pudieron venir por trabajo. Esta fiesta es nuestra raíz. El candombe para nosotros es la vida, es nuestra cultura, nos acostamos con el candombe y amanecemos con el candombe”, aseguró Ale, director de La King Kona. Respaldándolo, Leonel, el gramillero, agregó que trabaja como encargado de un edificio en Ituzaingó pero esta fiesta es su descarga a tierra.
Según el cronograma de las 35 comparsas de Uruguay, Bahía Blanca, La Plata, Gran Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires, cada una iba a salir 10 minutos después de la otra pero eran las 8 de la noche y La Cumparsa de Munro que arrancó a las 18 horas recién llegaba a México y Balcarce. La noche se alargó y el orden de salida se rompió. El retraso fue de una hora.
La primera comparsa que inauguró la llamada fue El Rejunte, un grupo abierto de tamborileros y bailarinas que se juntan con todo aquel que quiera unirse. Y luego en orden: Raíces del Sur; Candombe Calzada; Color de León; Barakandombé; Idilé; La cuerda; La Cumparsa; La Itu-Xangó; Aguanilé; Kimba; Bantú; Iya-Kereré; La Batea; Lonjas 932; La King Kona; La Minga; Zumbaé; La Caracol; Yumba; Candombe del Parque; La Candela; Oieloó; Lonjas del Sol; Mburucuyá; Walofinná; La Candomgluck; Vamo Arriba; Fantasía Lubola; Duela 16; Cochabamba 3535; Kumbabantú; C. del Cementerio; Tambores del Túnel; y África Ruge.
Esta cultura más que musical es historia de la reivindicación derechos humanos. “Santiago presente, Santiago presente. Por el compañero ahora”… “y siempre”, contesta el público al Negro, Marcos Remolgado, de La Cumparsa. “El candombe -subrayó- es un punto de resistencia, es parte de la identidad popular de este país. Es resistir los atropellos del Estado.”
“El candombe es un punto de resistencia, es parte de la identidad popular de este país. Es resistir los atropellos del Estado” dice Marcos Remolgado de La Cumparsa.
Lindo Quilombo
Lindo Quilombo tiene como objetivo generar espacios de participación, intercambio y difusión del ritmo del candombe a través de las llamadas, encuentros y talleres como Quilombeando en el Merendero: un espacio para niños y niñas a los que les transmiten el candombe y su origen. Está ubicado en el merendero popular Darío Santillán de Asambleas del Pueblo.