Oct 20, 2016 | inicio
Con las consignas “Nosotras paramos” y “Vivas nos queremos”, el miércoles negro comenzó con un paro nacional de mujeres, que se realizó entre las 13 y las 14 en todos los ámbitos laborales. Hubo cese de tareas con ruidazos y cortes de calle en varios puntos del país. La convocatoria –multitudinaria- fue ideada por el colectivo Ni una menos y por varias organizaciones que luchan contra de la violencia de género. ANCCOM estuvo presente en la Procuraduría General de la Nación, en la Biblioteca Nacional y en la estación de Once.
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Actualizado 20/10/2016
Oct 20, 2016 | inicio
Miles de mujeres marcharon, este miércoles 19, desde el Obelisco hacia Plaza de Mayo bajo la consigna “Ni una menos, vivas nos queremos”. Estaban vestidas de negro. La lluvia no las paró. Entre gritos de Justicia y aplausos se observaban carteles como “De camino a casa quiero ser libre, no valiente” y “Yo elijo cómo me visto y con quién me desvisto”.
La convocatoria tuvo como detonante el crimen de Lucía Pérez, la adolescente de 16 años drogada, violada, torturada y asesinada en Mar del Plata. “Veníamos de un encuentro de mujeres histórico y maravilloso. Volvimos con toda esa fuerza para encontrarnos con la brutalidad de ese femicidio, y no quisimos aguantar más”, explicó Manuela Castañeira, integrante de la agrupación Las Rojas y del Nuevo Más. “Nos llamaron las periodistas de ‘Ni Una Menos’, y allí le pusimos todo el impulso a esta organización”.

Cerca de las cuatro de la tarde, y en su gran mayoría vestidas de negro –como proponía la consigna- algunas mujeres solas, otras de a dos, de a tres, otras en agrupaciones, comenzaron a llegar debajo de sus paraguas a la Plaza de la República. La lluvia caía y el viento soplaba fuerte. Sin embargo, los alrededores del Obelisco pronto se vieron cubiertos por una multitud. Y no sólo las mujeres se presentaron. Ezequiel, del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), expresó el apoyo a sus compañeras: “Hay millones de formas de ejercer violencia contra la mujer, no solo física, sino del accionar de todos los días. Estoy cansado de escuchar en la calle bocinazos a las mujeres, eso es una forma no física porque no la estás tocando, pero irrumpe en su vida cotidiana”. En los últimos días, existió una controversia respecto a la presencia de los hombres en la marcha. En ese sentido, Ezequiel dijo: “No entiendo la limitación de que sólo las mujeres pueden luchar por las mujeres cuando es un problema que ataña a todo el mundo”.
Al ritmo de los bombos, varias mujeres cantaban “Vamos al paro nacional para gritar ‘Ni Una Menos’, con aborto en el hospital”. A la par, las organizaciones se iban acomodando. Más temprano, mujeres de todo el país habían realizado un paro de actividades durante una hora –entre las 13 y las 14- en consonancia con la movilización.

La marcha se realizó en contra de la violencia femicida, y también se sumó la trama económica relacionada a la desigualdad de género: precarización laboral, brecha salarial y desocupación. Vanina Escales (integrante de la organización de Ni Una Menos y del CELS) dijo al respecto: “Tenemos que empezar a unir el tema de explotación capitalista con la violencia de género”. Y agregó: “La violencia física es contundente, es inapelable, pero hay otro tipo de violencia que es la del orden simbólico en donde esos cuerpos se desenvuelven, y me parece que tendríamos que empezar a mirarla y a señalarla”.
Luego de las 5 de la tarde, comenzó la marcha hacia Plaza de Mayo. Saltando charcos, la gente se movilizó lentamente por las arterias que conducen a la emblemática plaza. A pesar de que la lluvia no cesaba, los paraguas se multiplicaban. Quizás, por la incomodidad de esta situación, uno esperaba ver mal humor en las personas. Pero nada de esto sucedió. Miles de mujeres y hombres marcharon con paz, pero sin perder la fuerza de su lucha. Delfina, una niña de 6 años que marchó junto a su madre, pidió: “Que no pase más esto, que no agarren más a las chicas”.
El sistema político y judicial fue criticado por varios sectores durante el encuentro. Así, Vanina Escales planteó: “Creo que el Poder Judicial dicta medidas restrictivas, por ejemplo, que no es capaz de hacerlas cumplir, entonces esto expone realmente a las mujeres. Tenemos que seguir demandando políticas por ese lado”. Por su parte, Manuela Castañeira -luchadora por los derechos de las mujeres, integrante de la agrupación de mujeres «Las Rojas» y del nuevo MAS- también se refirió al tema: “Yo veo cambios en la sociedad, en la conciencia, en prácticas cotidianas pero no veo cambios en las instituciones. Nosotras estamos muchos pasos por delante y el Estado por detrás”.

A la vez, diferentes sindicatos participaron de esta masiva marcha. Ariel Iglesias, secretario de organización de SUTEBA La Matanza, explicó: “Nosotros discutimos y decidimos en asamblea que nuestro sindicato que agrupa a los docentes varones y mujeres de La Matanza tenía que hacerse presente y ser parte de esta convocatoria para decir ‘basta de violencia contra las mujeres’, no solamente porque estamos en contra de todo tipo de violencia, machista y de género, sino también porque en nuestro sindicato el 85% de las trabajadoras son mujeres”. A la vez, compartió su alegría sobre el “aplauso” realizado en San Justo y Laferrere, y agregó: “Solamente la unidad de todos los varones y las mujeres podrá acabar con el femicidio”.
La organización Personas Trans Autoconvocadas también se hizo presente. Geraldine Lescano, en representación de la entidad, contó las razones de su presencia: “Estamos por la lucha de nosotras como mujeres trans, ya que también estamos sometidas al maltrato y a la marginalidad de muchos sectores”.
Así, la marcha estuvo llena de colores políticos e ideológicos pertenecientes a miles de mujeres vestidas de negro en un día gris. Los hombres apoyaron y acompañaron su lucha, dispuestos a defender sus derechos. Fue un miércoles húmedo, frío, ventoso y negro, pero también fue un día en donde reinó la esperanza y, a pesar de la impotencia ante la violencia que nos acecha cada hora, se observaron sonrisas dibujadas en muchos rostros allí presentes, que reflejaron la tranquilidad de saber que no están solas. Están más unidas que nunca. En sororidad. En solidaridad. Porque además en innumerables oportunidades se remarcó que, las que allí estaban son “la voz de las que no tienen voz”. Miles de mujeres y hombres se movilizaron, en Buenos Aires y en diferentes partes del país y del mundo, por una causa en común: la necesidad de decir “basta de femicidios”.
Actualizada 20/10/2016
Oct 13, 2016 | inicio
“La Argentina sangra por las barrancas del Paraná. Por estos puertos de Rosario y su cordón, hoy en manos extranjeras, se llevan el 75% de la producción nacional. Por allí circula libremente el tráfico de armas y drogas y la trata de personas, que se han convertido en los negocios más redituables e impunes de los últimos años, para beneficiar a los ganadores de siempre: los grandes monopolios imperialistas, las patronales y los terratenientes. Mientras […] nuestra ciudad es el reflejo descarnado de un país donde, a la par de la concentración de la riqueza, crecen la desigualdad y el hambre. El Gran Rosario registró, en el segundo trimestre, el nivel más alto de desocupación: el 11,7%”. El documento de balance de la 31º edición del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) celebrado en Rosario toma las demandas por la nueva situación económico-social como un eje rector para advertir sobre las consecuencias del tarifazo, la inflación, la desocupación y el achicamiento de los programas sociales en la vida cotidiana de miles de mujeres.
Sobre ese cuadro, el debate imprimió las discusiones sobre género, participación sindical, trata y legalización del aborto. Debates a los que el Congreso Nacional y las Legislaturas provinciales vienen corriendo bastante más atrás. “Los secuestros de mujeres de diversas edades para trata con fines de explotación sexual crecieron en los últimos años en Santa Fe […] Nuestra región es, desde hace años, no sólo zona de tránsito y operaciones del entramado criminal de la trata, sino también de reclutamiento. Por año, se realizan 300 denuncias de mujeres que faltan de sus casas”, resalta el documento.

Un signo de este tiempo. El debate sobre la legalización de la marihuana, al menos en lo que se refiere al uso de canabbis con fines medicinales, recién se ha instalado este año en las comisiones del Congreso Nacional, y a pesar de la fundamentación por parte de académicos, funcionarios y asociaciones como “Mamá Cultiva” y “Cannabis Medicinal Argentina” (CAMEDA), sigue en discusión en la comisión de Salud de Diputados. En los Encuentros, sin embargo, es un tema recurrente. En talleres de años anteriores el tema aparece. Hasta se han escuchado recetas de lubricantes de canabbis para mujeres. La novedad de este año es la “institucionalización” del debate con la conformación del taller “Mujeres y Cannabis”.
Además de esa innovación, también se incorporaron otros dos talleres: “Mujeres Trabajadores Sexuales”, impulsado por la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), que ya había funcionado en Encuentros previos pero había sido suspendido por seis años. El segundo: “Mujeres afrodescendientes” que apuntó a debatir la “invisibilización y ocultamiento en los registros de la memoria histórica argentina del pasado esclavista y de los aportes de las comunidades afro al país.

Marcha
“Qué momento, qué momento, a pesar de todo, les hicimos el Encuentro”, anuncia el despegue de la marcha. Y continúa: “Alerta, alerta, alerta que caminan, mujeres del Encuentro por las calles rosarinas”. Una de las que camina es Ramona. Va debajo de una bandera blanca, del ancho de la calle, que dice “Chaco” en letras negras. Es morocha de pómulos altos, y si bien no lleva insignias, integra el movimiento Pueblos y Naciones Originarios en Lucha. “Nosotras venimos con más de 16 años de Encuentros. Luchamos por las verdades de las mujeres de nuestra cultura originaria y sabemos que es importante la unidad de aquellas que vienen desde las provincias a contar sus experiencias porque aprendemos de ellas y ellas de nosotras. Eso es lo que sirve cada año. Yo participé del taller Mujeres de los Pueblos Originarios donde propusimos que el próximo Encuentro sea en Chaco porque además de los 500 años de opresión que cargamos, la situación política es muy difícil. Es importante que las mujeres vean esa realidad y no solo que se la contemos nosotras”.
“El ajuste también es violencia”, “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir”, son algunas de las leyendas en las pancartas que se amontonan. Banderas wipala, del Orgullo Gay, partidarias, y otras tantas. Pasacalles acompañan: “Desmantelamiento de las redes de trata”. Graffitti con esténcil: “La solidaridad mata al macho”.
Una estudiante de medicina de Rosario camina con su hijo en una tela portabebés que lo envuelve entre sus pechos y le cruza la espalda. “Creo que es importante estar acá por el futuro de mi hijo, para que sea un buen hombre y tenga mucho respeto por las mujeres”, dice. Y sonríe. La marcha avanza sobre el bulevar Oroño. El cielo apenas asoma entre los árboles y palmeras. Un perro callejero rengo acompaña con un pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Un vecino parado en una esquina comenta a una señora mientras ven pasar la marcha: “A las lesbianas las apoyo totalmente”. Entre tanto, una cuadrilla de mujeres con pasamontañas de colores en la cabeza emulan a las rusas pussy riots, mientras pintan con aerosol la iglesia Virgen del Carmen. El paso de la marcha se aminora, pero no se detiene. El repertorio de canciones apunta directo: “Francisco botón no quiero tu perdón”, “Si el Papa fuera mujer el aborto sería ley”, “Iglesia, basura, vos sos la dictadura”.
Minutos después, el chico que atiende un kiosco de la calle Corrientes ve entrar a mujeres en corpiños, brujas con escobas de paja, chicas con la cara y el cuerpo pintado, otras con peluca. Afuera, la marcha avanza al canto de “vecina, vecina, no sea indiferente a las pibas las matan en la cara de la gente”. Algunos curiosos asoman por los balcones, y otros anónimos reparten botellas de soda.
Promediando el final, se escuchan campanadas de una iglesia. El punto de llegada era el Monumento Histórico Nacional a la Bandera, pero una cuadra antes, en calle Buenos Aires, una parte de la marcha se detiene. Allí, se asientan el Palacio Municipal y la Catedral Basílica Santuario «Nuestra Señora Del Rosario». Un señor en la esquina grita: “Que la calle no calle”, mientras una decena de locales ven pasar a las marchantes.

Represión
Frente a la catedral tapiada, una veintena de varones, jóvenes y mayores, enlazan sus brazos y rezan sin parar un Ave María tras otro. Las cámaras apuntan directo sobre los rostros compungidos porque intuyen que algo va a pasar. Mientras van llegando más mujeres a la Plaza 25 de Mayo, el coro se agiganta “Iglesia, basura, vos sos la dictadura”, “Saquen sus rosarios, de nuestro ovarios”, “Sí señores, sí señores, prohíben el aborto, los curas abusadores de menores”. Otras osan interrumpir el Ave María con gritos cara a cara. Dos mujeres bailan y hacen pogo mientras las cámaras las miran. Al lado dos chicas se besan. El Cuerpo General de Infantería entra en primer plano.
La policía más descabezada de los últimos años desciende sin aura desde el interior de la catedral. Cascos en cabeza, escudos y arma en mano. Un grupo se instala al costado del edificio religioso, en un pasillo que linda con el rosado Palacio Municipal y que conduce al Monumento a la Bandera. Las manifestantes retroceden sobre la plaza, mientras otro grupo sacude las maderas y los andamios que ocultan la Basílica. Una veintena de uniformados se ubican frente a la puerta de la iglesia que, insólitamente, está cubierta de un plástico transparente, como si estuviera embolsada.
Se arma una barricada en medio de la calle. Otra veintena uniformados sale desde dentro de la iglesia. Son mujeres y están con las manos vacías, no tienen escudos ni cascos. Parecen graficar la subordinación de la mujer porque frente a la primera piedra que las roza se cubren detrás de sus compañeros y deben volver al edificio.
Un policía dirige un paso delante de sus subordinados. Apunta al cielo y empieza a tirar. Las hojas de los árboles de la plaza se desprenden. Y tira, y tira, y se responde. Vuelan hierros, piedras y botellas de vidrio. “Somos malas, podemos ser peores”, se escucha. En el medio, la prensa sigue un movimiento pendular. Filman y fotografían la trinchera de un lado y a la policía de otro.
José Granata, reportero gráfico de Telam, llega a la plaza un rato después del arribo de la marcha. Siete impactos de balas de goma sobre la cara y el cuerpo no lo dejan sacar ni una foto. Jhoana, fotógrafa de la Garganta Poderosa, también tiene la huella de una bala de goma en su cara. Alberto Furfari de Canal 5 y LT3 de Rosario, Pedro Levy de Televisión Litoral, Sebastián Pittavino de Revista Panza Verde de Concordia; Laura Sosa de Mucho Palo Noticias, y Gisel, corresponsal de la Agencia de Noticias RedAcción (ANRed). Más tarde, el Sindicato de Prensa Rosario (SPR) repudiará la represión.
Cierre
El acto de cierre se realiza en el Monumento que rememora el primer izamiento de la bandera Argentina. De los dos días de sol intenso sólo quedan las mejillas rojas. La lluvia llega el feriado del lunes. Podría sólo ser parte de una anécdota pero termina definiendo la escena. El sonido falla, no se pueden leer las conclusiones.
Frente al escenario, cientos hacen alarde de la próxima sede: Chaco. Más al fondo, replican, “que se vote”, mientras agitan unos papeles firmados en sus manos. Ese grupo sostiene que en los talleres se votó para que la próxima sede sea la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, históricamente, en los talleres de los Encuentros no se vota, y el mecanismo oficial es el consenso. El argumento abreva la idea de pluralidad, donde ninguna posición está por encima de otra, reconociendo que la opresión de género trasciende otras diferencias políticas. Así ha venido funcionando desde 1985. Por este motivo, las firmas no se tienen en cuenta y se define por la ovación de las presentes. La comisión organizadora consagra a la provincia del Norte, no sin resistencias. En las próximas semanas, quizás el panorama se aclare.

Actualizado 12/10/2016
Oct 12, 2016 | inicio
“Algo cambia en cada mujer que participa”. La frase se repite todos los años en cada Encuentro Nacional de Mujeres (ENM). Y vuelve a repetirse en Rosario, un escenario especial para el debate: la ciudad vio crecer sus niveles de desocupación en el último último trimestre; tiene la cifra más alta de homicidios de todo el país; se ubica entre las primeras en robos; y denuncia el accionar de redes de trata y narcotráfico. Detrás de los grandes números asoman los testimonios que buscan modificar esa realidad.
Las mejillas de más de 70 mil mujeres se sonrojan. No es vergüenza, tampoco timidez. Es el sol rosarino que luce como anfitrión. En el Monumento a la Bandera, parte de las doscientas integrantes de la comisión organizadora del 31 ENM reciben con las cabezas calientes y el ceño fruncido a las delegaciones de todo el país. Después del acto de apertura, se repasa el cronograma: inscripción de las participantes, inicio de los talleres –que estarán dispersos en trece sedes- desde pasado el mediodía hasta las 18:00. Al día siguiente, continúan los talleres desde la mañana, pausa para almorzar, y nueva tanda de discusiones hasta las 19.00, hora estipulada para la marcha. Un día después, acto de cierre y fin. Por momentos, Rosario sólo será un telón de fondo. Los talleres son el corazón del asunto.

Los reclamos entre la multitud , en el 31 Encuentro de Mujeres en Rosario.
En esta edición se definieron 69 temáticas: Movimientos de Mujeres y Activismos; Violencia, Abuso y Acoso Sexual; Feminización de la Pobreza, Mujeres y Trabajo Productivo, entre otras. Cada taller aborda exclusivamente una temática, pero no hay un taller por tema sino varios. El aumento constante de participantes a lo largo de los años hizo que cada tema se replique y divida hasta en una veintena de espacios, superando los cien talleres.
En el patio de la Escuela Normal Superior Nº 2 hay un banco de madera en el que reposan Laudonia y Claudia. Madre e hija se reponen luego de un largo viaje desde San Salvador de Jujuy. La primera es jubilada y asiste a los Encuentros desde 1986: “Al principio no había más de cien mujeres, ahora somos miles. Siempre viajé a todos lados y a Rosario es la tercera vez que vengo”, dice antes de enumerar las ciudades que visitó. La hija es portera en una escuela pública. Dice que nunca pudo viajar porque siempre tuvo que trabajar y cuidar sus hijos: “Conocía sólo lo que ella me contaba, y ahora la acompaño porque ya no puede venir sola. Para mí es una sorpresa enorme”. Las dos quieren entrar a alguno de los talleres sobre trabajo. Apuestan a dar testimonio. “En Jujuy, si no tenés contactos o si no estudiaste y llegaste a un título es difícil conseguir trabajo, por eso la mayoría de las mujeres son vendedoras ambulantes”, explican. Claudia asegura que en los últimos meses las condiciones empeoraron. “En la provincia desguazaron todo, el trabajo de las cooperativas, las piletas para los chicos, todo. Y a Milagro Sala la meten presa y después recién quieren averiguar qué hizo”, dice mientras Laudonia mira de reojo un aula buscando lugar, pero los carteles de “completo” la disuaden.

En esta edición se definieron 69 temáticas: Movimientos de Mujeres y Activismos; Violencia, Abuso y Acoso Sexual; Feminización de la Pobreza, Mujeres y Trabajo Productivo, entre otras.
Cada taller limita el número de participantes a la capacidad del aula o espacio donde funciona, para garantizar de ese modo que todas puedan hablar y escucharse. La dinámica es simple: nadie discursea desde un atril, mesa de especialistas, escenario o elevación similar. Por el contrario, todas cuentan sus experiencias sin que alguna domine la toma de la palabra. Las presentes definen quiénes son las coordinadoras y secretarias, dos papeles que no pueden excederse en sus funciones; la coordinadora debe ordenar el debate y garantizar que todas puedan hablar, y las secretarias tienen que tomar nota de los debates. Luego de dos días de discusión, se elaboran conclusiones por taller, que luego son leídas en el acto de cierre y publicadas una vez finalizado el Encuentro.
Entre los árboles de Plaza San Martín, frente a una sede del gobierno provincial, cuelgan siluetas humanas de color rojo. Los carteles dicen: “Lucrecia Lescano, 30 años. La tierra que él le echó no cubrió sus golpes ni puñaladas. El Chocón, Neuquén”, “los pedazos encontrados de su cuerpo denuncian los golpes que sufren las que siguen vivas. Elizabeth, 2008”, “apenas 14 años baleada por su padrastro. Yasmín no sobrevivió. 2016 Comodoro Rivadavia”. En esa misma vereda, Sara acaba de desplegar una manta con sandalias. Lleva trenzas y pollera bastante por debajo de las rodillas. Como en cada caso, la experiencia personal brota recién después de un rato. “Yo ayudé a una amiga a buscar a su hija, Analía Suarez, que fue víctima de una red de trata. Es terrible porque estamos en una zona de frontera, donde hay muchos casos pero quizás de diez sólo uno se difunde”. Enseguida mana su admiración por Susana Trimarco. “A pesar de que la quisieron ensuciar, ella llamó a los medios nacionales para mostrarles todos los papeles, y demostrarles que mentían”, subraya. Su puesto es parte de los artesanos y puesteros que viajan desde Jujuy a los Encuentros. “Hace más de diez años que vengo, pero en los últimos tres no puedo ir a los talleres por cuestiones económicas, tengo que mantener a mi hijo que fue a estudiar a Córdoba, pero hay otros puestos que reparten la tareas, los hombres venden y las mujeres van a los talleres”, explica.

El Encuentro también organizó más de ochenta actividades culturales, desde obras de teatros, presentaciones de libros, bandas, charlas, peñas, proyecciones, muestras, intervenciones y debates por fuera de los talleres.
Además de las trece sedes donde funcionan los talleres, las plazas y veredas de Rosario son lugares de intercambio de mates y anécdotas. Las plazas están llenas de feriantes como Sara. Ofrecen productos norteños -en cierto modo ajenos al tema que convoca- mientras que otras mantas exhiben libros, afiches, remeras, parches, y más, todo relativo a mujeres y feminismo. Los alojamientos de Rosario están colmados, también las escuelas y universidades hospedan a quienes bajaron de los micros. Los cajeros de la ciudad están vacíos, y cada tanto se escucha entre algún grupo “pagá vos con débito y nosotras te damos efectivo”. En cada bar, heladería o restaurant el procedimiento es el mismo, se compra algo -o no-, se pregunta por el baño, y de paso alguna aprovecha a cargar su celular. Mueven las sillas, juntan mesas, y los locales cambian su fisonomía. Otros grupos más numerosos no compran, llevan sus viandas.
Gabriela vino a su primer Encuentro desde la ciudad de Goya, Corrientes. Es militante de derechos humanos, hija de un ex integrante del PRT, y participa junto a sus amigas que ya habían asistido en otras oportunidades. “Yo vengo de familia del agro y por eso fui al taller de Mujeres en el Ámbito Rural, donde teníamos que hablar del rol de la mujer en ese contexto. Pero a veces se la deja de lado porque hay otras necesidades en el campo, como por ejemplo el tema de la tierra para los pequeños productores. Por eso pedimos un banco de tierras y semillas”, señala. Y explica: “En varias provincias como la mía hay muchos terrenos fiscales, de los que se han apoderado grandes terratenientes -como pasó en el Iberá- o siguen siendo del Estado. Con eso se puede armar un banco de tierras que sean accesibles para el pequeño productor y para la agricultura familiar. Sabemos que una reforma agraria es más difícil, pero estaría bueno pensarlo”.
Gabriela dice que en el taller contó el caso de su amiga que al separarse se hizo cargo de un campo que estaba deteriorado: “Terminamos haciendo los potreros, el alambrado, todo, y sacamos el campo adelante. Algunos hombres se reían porque lo que ellos hacían en unas semanas, a nosotras nos llevó dos meses, pero lo importante es que se pudo”. Y continúa: “En el campo pasas de adolescente a madre, por una cuestión de economía, la mujer muchas veces no decide porque las cuentas las maneja el hombre, pero más allá de todas las experiencias siempre terminamos en el problema de la tierra”.

Más de setenta mil mujeres dijeron presente en las calles de Rosario.
Cerca del mediodía, dos chicas están sentadas en el patio del Normal Nº2 que data de 1910. Miran a un par de niñas y niños que corren de un lado a otro. “Somos de Glew, provincia de Buenos Aires”, comentan a dúo. Las dos son madres, una tiene 20 años y viajó con sus dos hermanas mayores y con su nene que no llega a jardín. “Si no lo podía traer, no venía”, dice. La otra tiene 25 y dejó a sus tres hijos con el padre y la abuela para poder viajar. Es su primer Encuentro y se percibe en sus miradas de extrañeza. Trabajan en cooperativas de la zona sur: “Por eso estuvimos en un taller sobre trabajo pero no entendemos todo lo que dicen y nos da vergüenza hablar, porque no sabemos qué decir”. Explican que no están acostumbradas a ver mujeres con pelos sin depilar, manifiestan estar en contra del aborto, y se preguntan cómo las chicas lesbianas se enfrentan a sus padres. Explican que si bien no es frecuente, las mujeres ahora participan de las cooperativas de construcción: “Nosotras hicimos en nueve días unas veredas que se esperaba que nos llevaran un mes”. También colaboran sirviendo la copa de leche para chicos del barrio. “No es pago, pero te sentís re bien cuando vienen los nenes de la escuela y van corriendo a agarrar la factura”, puntualizan.
Valentina Pereyra nació con otro nombre en Santiago del Estero, pero a los 17 años decidió irse a Buenos Aires para ser quién quería ser. Integra la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (ATTTA) y se define trans. “Planteamos en los talleres de Personas Transgénero, Transexuales y Travestis que si las feministas nos hubiesen apoyado con la ley de cupo trans desde el inicio, eso se podría haber sancionado antes”, sostiene. A su vez, dice que en el taller mencionó como necesidades fundamentales “el acceso a la salud pública, al trabajo y a la vivienda”. Y amplía: “Las oportunidades para nosotras son diferentes porque partimos de una desigualdad. También apoyamos un proyecto de ley de reparación histórica para quienes tienen más de cuarenta años, que como decimos nosotras, son sobrevivientes, porque nuestra expectativa de vida no supera esa edad”. Valentina era trabajadora sexual hasta que logró ingresar a trabajar a la Municipalidad de La Plata. Sin embargo, en enero fue despedida junto a otros trabajadores. Logró ser reincorporada por intermediación del Poder Judicial.

En el Taller sobre Trata todas cuentan sus experiencias sin que alguna domine la toma de la palabra.
El Encuentro también organizó más de ochenta actividades culturales, desde obras de teatros, presentaciones de libros, bandas, charlas, peñas, proyecciones, muestras, intervenciones y debates por fuera de los talleres. En paralelo a los espacios oficiales, las plazas son puntos de pausas para tomar mate o ponerse al sol.
Berenice llegó desde La Plata para ser parte de los talleres y para vender la copa menstrual, elemento siempre presente en los Encuentros. “A los tres meses que empecé a usarla me pareció que lo tenía que difundir y por eso estoy acá, no por rédito económico”, dice.
Casi como una parodia del destino, en la mayoría de las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Rosario (UNR) se ve un cartel que indica “Estrategias para el Acceso al Aborto Legal, Seguro y Gratuito”, junto a otro que también se replica: “Completo”. María sale refunfuñando de un aula, con sombrero negro y bastón. Se define como ex montonera y asegura que perdió a su marido y a su único hijo biológico por la dictadura. “Hay que juntar firmas para exigir que se legalice el aborto. Recién propuse que juntemos firmas y yo misma me ofrecí a llevárselas a (Mauricio) Macri pero no aprendemos más”, dice. Minutos después reconoce que no confía para nada en que el Presidente vaya a dejar que se apruebe. En el patio de la Facultad un grupo de mujeres toma mate dulce. Petronila es la única que se anima a hablar: “Este año no estamos participando de los talleres porque estamos encargadas de atenderlas a ustedes”. Cuenta que están organizadas en Mujeres de ATE y que son las garantes de la limpieza y orden de los baños, permanentemente atestados. “Es cierto que los Encuentros te cambian, que una no es la misma después”, repite. Mientras tanto, las demás acotan, hablan de la importancia del trabajo para valerse por sí mismas y la necesidad de transmitir la experiencia en los talleres: “Yo les digo a mis hijos, y también a las chicas de acá, que no se dejen controlar, que no dejen que les pregunten todo el tiempo a dónde van, o les revisen el celular”, afirma. Rato después deja asomar su experiencia personal: “Yo fui víctima de violencia, porque el padre de mis hijos me pegaba, pero gracias a mi familia y compañeras pude salir, pero no todas tenemos la misma suerte. Yo me vi durmiendo con mis hijos en una plaza. Pero me cansé, agarré un velador de bronce, lo golpee en la boca y le bajé los dientes. Hoy mis hijos me reconocen que yo fui madre y padre. Pero superada esa relación, tuve otra pareja que terminé tirándole toda la ropa a la calle porque volví a sufrir violencia, ya no física sino psicológica”, confiesa.

“Algo cambia en cada mujer que participa”. La frase se repite todos los años en cada Encuentro Nacional de Mujeres.
Actualizado 12/10/2016
Mar 1, 2016 | inicio
De un lado del vidrio hay una mujer: la madre biológica del bebé que está por nacer. Del otro lado del vidrio, hay otra mujer: la que lo tiene en la panza hace nueve meses, la que lo va a parir. Detrás de cada una de ellas hay familias, historias, caminos que las llevaron hasta ahí. Son dos mujeres, haciendo eso posible.
La gestación por sustitución se conoce comúnmente como “alquiler de vientre”. Es un método de reproducción asistida que consiste en que una mujer gesta al bebé de otra persona o pareja que, por alguna razón, no pueden hacerlo por sí mismos.
De un lado del vidrio hay una mujer mirando exactamente eso: a otra mujer pariendo a su hijo.
A nivel mundial no hay consenso sobre el asunto: en Estados Unidos se realiza desde hace décadas; en India, madre siempre es la del óvulo; en Inglaterra la ley es tan rígida que casi no se realiza; y en España está prohibido. En Argentina, el tema quedó fuera del nuevo código civil, rechazado por dos polos antagónicos: la Iglesia católica y grupos de feministas radicales. La gestación por sustitución hizo lo imposible: que estuvieran de acuerdo en algo.
Tanto los que están a favor como los que están en contra tienen argumentos fuertes. Si una mujer tiene un problema irreversible en el útero, pero sigue generando óvulos, la gestación por sustitución es el único camino para ser madre biológica. Es una alternativa relacionada con el avance de las biotecnologías y las familias plurales. ¿Y dónde está lo complejo? La abogada y especialista en derecho de familia Marisa Herrera dice que en este tipo de prácticas “está la complejidad agregada de que el débil no es solamente el chico que puede nacer sino especialmente la mujer. ¿Quién gesta para otro? Hemos tenido casos de amigas, de madres o de hermanas: altruismo. Pero también puede ser que no haya altruismo: nadie deja de ver eso. Y ahí empieza lo complejo”.
¿Es hora de debatir sobre la gestación por sustitución? La respuesta tiene que ver con una práctica que sucede en Argentina. Si la ley no lo regula, el tema se silencia. Y de esa forma hay mujeres que quedan desprotegidas. Mujeres sanas, jóvenes, y fuertes que gestan para otros y quedan a merced de la letra chica de un contrato “privado” redactado por abogados de turno. ¿Es un tema privado que una mujer quede desprotegida mientras gesta para otros? La respuesta es no. ¿Es un tema privado el acceso a las técnicas de reproducción asistida? La respuesta, nuevamente, es no. Una vez más, el centro del debate es ese continente indómito: el cuerpo femenino.
De un lado del vidrio, la que aportó el óvulo. Del otro lado, la que prestó su útero. El tiempo nunca podrá separar esas dos fuerzas. Porque estarán imbricadas en un solo cuerpo: sin dueño, y con historia.
Del lado de los que se oponen, la Iglesia lo rechaza porque va en contra de las formas “tradicionales” de acceder a la maternidad; y las feministas lo impugnan porque es un método que, según sus voces, cosifica el cuerpo de la mujer. Lo transforma en una máquina de gestar. La abogada Marisa Herrera participó de la comisión de reforma del Código Civil. La idea de ella y su equipo era regular la gestación por sustitución, pero finalmente esta práctica no fue incluida. “Es el único artículo que nos sacaron en Senadores por la doble crítica. Las feministas dicen:`El cuerpo otra vez como un objeto y la mujer como un objeto`. Es cierto, pero esto pasa igual, entonces ¿cómo lo protejo? En el artículo se planteaban varias cuestiones. Primero que la gestante nunca sea aportante, porque los casos de arrepentimiento son mujeres que además aportaron su óvulo. Y segundo, se planteaba no poder hacerlo por más de dos veces. Entonces, más allá de que se cobre plata por atrás, nunca vas a poder hacer de esto un comercio. A su vez, debe haber un proceso judicial previo y el médico no puede hacer la gestación si no tiene autorización judicial”.

Alquiler de vientre – Bs As – 20/02/2016/ Florencia Ferioli / ANCCOM
La gestación por sustitución es un fenómeno actual, generado por novedades científicas. La ciencia médica ha avanzado tanto que permite prácticas antes inimaginables. Y la sociedad ha cambiado tanto que utiliza los avances de la ciencia a su favor. La cuestión implica debatir temas muy sensibles: si la mujer que gesta debe recibir compensación o no, cuántas veces lo puede hacer en su vida; y por último, la tarea menos sencilla: cómo aprender a disociar la noción de gestante (la que lleva nueve meses un bebé en su vientre) y la noción de madre. Mejor dicho: cómo aprender que la que lleva un bebé en la panza y la madre biológica de ese bebé no serán, en este caso, la misma persona. El tema tiene puntos en común con la adopción. Quizás se parece más a esa forma de filiación. Puede ser hora de empezar a hacer las comparaciones correctas. El lenguaje y la ley, en este caso, vienen por detrás de una práctica que ya se realiza.
El año pasado hubo un fuerte debate antes de la reforma del Código Civil. La polémica era si había que regular o no la gestación por sustitución. Al final, se votó que no. Pero el debate sigue pendiente. Visibilizar el asunto es una forma de continuarlo, de hacerlo tangible. Porque siempre hay dos opciones: hablar o callar. Y si se trata de políticas públicas, callar nunca es la correcta.
Elsa Saint Girons es argentina y vive en España con su marido. En 2011 tenía 47 años y hacía casi diez que intentaba ser madre. “Luego de siete intentos de quedar embarazada mediante fertilización in vitro, y un aborto espontáneo, tomamos la decisión del vientre de alquiler. Habíamos leído sobre el tema, y empezamos a investigar; decidimos elegir esta vía para ser padres. Sufrí muchísimo con la fertilización in vitro, hice sufrir muchísimo a mi esposo y a mi familia. No podía soportar una vez más la negativa de ser madre. Tengo miomas en el útero que impiden que los embriones se desarrollen, y cada vez que me daba el resultado negativo, sentía que me moría.”
La gestación por sustitución está prohibida en España, entonces Elsa y Juan viajaron a India para realizarla. Nueve meses después, nació Cayetana. Pero no los dejaban llevarla a su casa por problemas burocráticos relacionados con las normas de los tres países implicados (Argentina no lo tenía regulado, India consideraba que la madre era Elsa, pero como en España estaba prohibido, Cayetana quedaba sin derechos reconocidos. El caso de Elsa es un ejemplo de lo que sucede cuando no hay legislación: quedan desprotegidos tanto la mujer con voluntad de ser madre, como la gestante y el bebé. Elsa cuenta que “cuando hicimos el contrato acordamos que iba a aparecer la mamá subrogada en su partida de nacimiento, y luego yo iba a iniciar el trámite de adopción en España. Pero la clínica siguió la ley india, y me puso a mí como mamá de la niña, ya que ella es genéticamente hija mía. El consulado español se negó a darnos la documentación. Argentina nos pidió una sentencia para inscribirla, con lo cual iniciamos una causa en San Lorenzo, y la sentencia del juez Marcelo Scola ordenó la inscripción de la niña teniendo como base los derechos fundamentales que se encontraban avasallados, como su derecho a la identidad”.

La cuestión implica debatir temas muy sensibles: si la mujer que gesta debe recibir compensación o no, cuántas veces lo puede hacer en su vida; y por último, la tarea menos sencilla: cómo aprender a disociar la noción de gestante (la que lleva nueve meses un bebé en su vientre) y la noción de madre.
Con el tiempo cambiaron las opiniones de algunos ciudadanos sobre el tema. Marisa Herrera dice: “Creo que también se dejó afuera porque cuando lo planteamos en 2011, recién teníamos el primer caso en la jurisprudencia, y hoy tenés un montón más. Cuando nosotros lo regulamos, los lectores de La Nación nos decían: “Ay, van a empezar a vender el cuerpo, no les importa nada”. Y hace poco, con el caso del jugador de fútbol Garay, que tuvo a su hijo a través de la gestación por sustitución, la opinión de esos mismos lectores ya era distinta: “¡Qué bueno Garay, vas a ser padre!”.
Elsa creó la página en Facebook “No sin mi hijita” para dar a conocer su caso y mucha gente se solidarizó con ella. “Abrí esa página por la desesperación, no sabía qué hacer, ni dónde ir. Realmente fueron unos días terribles en la India. Aunque algo teníamos en cuenta con mi esposo: o volvíamos los tres o no volvía nadie. Por supuesto que me ayudó muchísimo, la gente masivamente nos apoyó. Era una injusticia que mi hija no fuera reconocida como tal”.
El tema toca fibras sensibles y tiene aristas complejas. Uno de los aspectos más difíciles de abordar desde lo jurídico es el tema de la compensación económica. Con respecto a la polémica sobre si hay que pagarle –o no- a la mujer que gesta para otros, en el anteproyecto figuraba el tema de la gratuidad, pero en el proyecto de ley presentado después en Mendoza, se modificó ese punto: ya no se habla de gratuidad, sino de compensación económica. “En el anteproyecto planteamos la no retribución porque era un tema muy sensible, pero en el proyecto de ley que presentó Montero en Mendoza, donde se dieron varios casos, pusimos la compensación económica, que no es lo mismo que comercialización. Porque no se puede negar que si alguien gesta para otro, no siendo mi mejor amiga o mi hermana, claramente hay que compensarla, si no es una injusticia. La mujer pasa por un parto, un riesgo, después tiene el postparto, necesita contención psicológica. Y todo eso tiene un costo. Bueno, eso tiene que ser compensado, pero eso es diferente a que haya una retribución económica con las reglas del mercado”.
La gestación por sustitución tiene algunos puntos en común con la adopción. Uno de ellos es una diferencia que parece paradójica: entre quien gesta (sin vínculo filial) y quien es la mamá (genética). Herrera habló sobre cómo se modifica el concepto de madre con la gestación por sustitución: “Siempre se suele asociar a quien gesta con quien es madre. Tendremos que empezar a disociar a la mujer que gesta, del concepto de madre jurídico. Que de hecho en la filiación adoptiva también ya está, porque si vos tenés un hijo adoptivo y decís ‘su mamá’, es su mamá adoptiva. Entonces, ya se está disociando.”
El artículo 565 de la constitución dice que ‘madre es la que da a luz’. Si vos gestás un hijo para otros, el centro de salud va a poner que vos sos la gestante y eso te va a generar un vínculo. De la otra parte, tienen que iniciar una acción de impugnación solicitándole al juez que, mediante un análisis de ADN, compruebe que el hijo es por ejemplo de una mujer y su marido, que además son quienes manifestaron el consentimiento y la voluntad de ser padres.
Aquí, como en la adopción, el vínculo filial se construye. Aunque con una vuelta de tuerca más, porque puede ser que una pareja tenga un hijo biológico, pero gestado por otra mujer. Y en esa construcción intervienen dos elementos: la parte jurídica y la voluntad procreacional. La especialista dice que por un lado en el proyecto de ley se estipula que “debe haber un proceso judicial previo y el médico no puede hacer la gestación si no tiene autorización judicial”. “La voluntad también está en la adopción. Si bien la filiación adoptiva se genera por sentencia judicial, la voluntad tiene un peso enorme. Por lo cual no hay que tenerle miedo a la voluntad como generador o causa-fuente de filiación. Ahora, lo que me parece importante es que la voluntad procreacional implica disociar el acto sexual y la genética de quienes quieren ser padres. Si yo no tengo óvulos buenos, voy a una donante, y en ese caso, ¿quién es la madre de este chico? yo: no la donante. No son vínculos filiales, pero sí hay derecho a conocer los orígenes: son dos planos diferentes. Es el origen genético pero no hay un vínculo filial con la mujer que dona el óvulo”.
Madre es quien deseó serlo, quien inició una búsqueda (en este caso con ayuda de la ciencia), y en ese proceso participaron otras mujeres. Voluntad procreacional es un concepto que, si tuviera sinónimos, sería parecido a deseo.
De un lado y del otro del vidrio hay una mujer esperando. La imagen que proyectan tiene mucho en común. Aunque en ese momento ocupen posiciones distintas, lugares no intercambiables. La gestación por sustitución siempre implicará hablar de un deseo y de una mujer. Y eso tiene la fuerza para concebir el mundo.