Parque Chas tiene memoria

Parque Chas tiene memoria

Nueve desaparecidos que vivieron en el barrio fueron homenajeados por los vecinos de Parque Chas.

Dentro del marco de la conmemoración del Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia, el Colectivo Barrial de Parque Chas llevó a cabo por segunda vez el festival Memoria Viva, para homenajear a vecinos y vecinas desaparecidos en la última dictadura cívico militar. La plaza «Dominguito» Sarmiento –bautizada en el barrio como Plaza de la Memoria– se colmó de familias el sábado 23 de marzo para ser parte de un evento comunitario cuyo ejes centrales fueron el recuerdo, la solidaridad y la expresión artística.

Carteles y cantos que gritan Nunca Más. Nombres y apellidos en banderines que se vuelan con la brisa. Amigos, familiares y vecinos sonrientes, mirándose a los ojos y disfrutando de una tarde distinta. Desde las 16.30, se montó un sector de dibujo y pintura para niños y niñas, seguido de un show musical infantil. A las 17, una de las organizadoras de Memoria Viva, María Luz Montoliu, dio un breve discurso inaugural y luego se presentaron diversos grupos musicales, teatrales y de danza que se llevaron vítores y aplausos. El festival finalizó con una ronda de baile que incluyó a muchos de los espectadores.

La iniciativa se originó en el año 2017, en vísperas del 24 de marzo, cuando el colectivo tuvo una reunión con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en repudio a una tala indiscriminada de árboles realizada en aquella pequeña plaza, situada en las calles Gándara y Gamarra. Por la fuerza de la protesta, se dio una negociación entre las partes y los vecinos lograron conseguir el permiso para plantar árboles nativos que ayudaran a preservar el espacio verde. ‘‘Fue gracias al aporte de la ONG Un Árbol para mi Vereda. Ellos nos donaron los árboles y nos enseñaron a plantarlos’’, indicó María Luz.

Dicha acción ecológica cobró un sentido mucho mayor con la propuesta del colectivo de utilizar los árboles plantados para reivindicar a nueve personas desaparecidas que nacieron o vivieron en Parque Chas: Clara María Rossi, los hermanos Luis Eduardo y Eugenio Osvaldo de Cristofaro, Alfonso Nelson Fontanella, Susana Siver, Juan Carlos Guzmán, Domingo Francisco Cristaldi, Adriana María Luján Poch y Esther Balestrino de Careaga, Madre de Plaza de Mayo. Poco tiempo después, se colocaron placas con sus nombres y así quedó sellado un recuerdo eterno. ‘‘El árbol para muchos familiares y organizaciones de derechos humanos es un símbolo de vida y de memoria, porque es testigo del paso de nuestra historia cotidiana’’, expresó la organizadora.

La mañana del día del festival, la plaza amaneció rodeada por una docena de efectivos de la policía y varios empleados de la Dirección de Espacios Públicos, con el argumento de que habían recibido una denuncia anónima sobre la ocupación de ese espacio. María Luz declaró que, al enterarse ella y otros miembros de la agrupación, ‘‘resolvimos hablar con ellos y explicamos que estamos ejerciendo nuestro derecho a la libre expresión y que nuestra ocupación no viola ninguna ordenanza. Vinimos a conmemorar una fecha fundamental’’. Si bien se autorizó la celebración del evento con normalidad, los miembros de las diferentes fuerzas de seguridad y prevención estuvieron presentes durante toda la jornada.

El Colectivo Barrial de Parque Chas se formó en 2015 como una asamblea abierta y horizontal de vecinos en resistencia, organizados de manera independiente y sin lineamientos partidarios específicos. Sus miembros llevan adelante diferentes actividades solidarias, culturales y sociales para mejorar la vida en el barrio y defender sus derechos. Entre ellas, han instalado tres postas de reciclaje, realizan proyecciones de películas con cine debate en espacios públicos e invitan referentes políticos de corrientes populares a dar charlas en el barrio.     

«No hay terrorismo de Estado sin una sociedad que, de alguna manera, lo acompañe»

«No hay terrorismo de Estado sin una sociedad que, de alguna manera, lo acompañe»

Marina Franco es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA).

La pregunta sobre en qué momento los derechos humanos y el reclamo por los desaparecidos y la represión empezaron a ser nodales en el discurso público y dominante, es la inquietud que guía a Marina Franco en El final del silencio. Dictadura, sociedad, y derechos humanos en la transición (Argentina 1979-1983), editado por el Fondo de Cultura Económica. Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires y por la Université de Paris Denis Diderot, Franco realiza un trabajo de revisión y deconstrucción de la memoria argentina sobre uno de los períodos más traumáticos de la historia del país: “Nuestra cultura de los Derechos Humanos es importante y valiosa, pero hay que reconocer que es limitada y que queda mucho por hacer”, destaca.

Hablás de un «relato memorial» como una selección de hechos cristalizados. ¿Se puede distinguir entre historia y memoria?

Sí, se pueden distinguir. No hay historia sin memoria, pero parte de las tareas de la historia es la revisión crítica de muchas construcciones que son constitutivas de la memoria. No necesariamente corregir la memoria, pero sí entender que está hecha de figuras cristalizadas, cosas que se seleccionan para recordar y otras para olvidar. Traté de mostrar en el libro que nuestra memoria sobre la transición a la democracia está basada en tres cosas: la Guerra de Malvinas, las Madres de Plaza de Mayo junto a los organismos de Derechos Humanos y Alfonsín y que, por lo tanto, nuestra memoria un poco épica de la transición, se construyó en torno a la idea de que fue casi natural que se llevaran adelante los juzgamientos y las investigaciones. A contrapelo de esa memoria selectiva, tranquilizante, pasaron muchas cosas y la tendencia general del proceso no era a investigar y juzgar los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas, sino todo lo contrario. La idea es recuperar una memoria más compleja de ese proceso para entender mejor la relación de la sociedad argentina con el autoritarismo.

¿Podrías explicar la utilización de las comillas en distintas expresiones del libro como «terrorismo de Estado» o «combatir la subversión»?

Tomé varias decisiones importantes en términos metodológicos y una de ellas, que es transversal a lo que el libro cuenta, es mostrar cuánto de lo que nosotros decimos y entendemos hoy sobre lo que llamamos «terrorismo de estado» fue una construcción a través de muchas décadas. Es decir, que el 10 de diciembre de 1983, prácticamente nadie hablaba de «terrorismo de Estado» y que se hable hoy de ello es el resultado de un proceso político, ideológico, social, de los juzgamientos y de construcciones intelectuales sobre lo que sucedió.

¿Cómo funcionó «el problema de la subversión» como mito fundador y socialmente compartido de la época?

Para mí eso es el tema central. Lo que más me interesa de la Dictadura no es entender al poder autoritario, sino cómo buena parte de la sociedad pudo acompañar, consensuar y apoyar ese poder. No hay terrorismo de Estado sin una sociedad que, de alguna manera, lo acompañe. Para una investigación anterior que hice de la represión durante el Peronismo, encontré que estaba completamente instalada la idea de que había un enemigo subversivo que debía ser eliminado. Eso estaba instalado no solo en las Fuerzas Armadas, sino también en el sector de la derecha peronista, en el propio Perón y en gran parte de la sociedad. Trabajé esto a partir de la legislación peronista, de la prensa de la época y de cartas enviadas por ciudadanos comunes al Ministerio del Interior. Mi gran pregunta es, si era tan fuerte la idea de que había un enemigo subversivo que había que eliminar y de que la lucha antisubversiva era legítima antes del golpe de estado, ¿cómo se explica que en el momento de la transición hubiera desaparecido? La respuesta es que no había desaparecido. Por ejemplo, hasta el último día, gran parte del partido radical consideraba que la lucha antisubversiva era el punto en el cual las FFAA habían hecho bien su tarea. Y con ellos, el resto de los partidos políticos, excepto los sectores más de izquierda. El planteo era que las FFAA se habían excedido en la represión.

«Lo que más me interesa de la Dictadura no es entender al poder autoritario, sino cómo buena parte de la sociedad pudo acompañar, consensuar y apoyar ese poder», dice Franco.

Hacés una comparación entre el Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el de la Organización de Estados Americanos (OEA), que se publicaron en 1980. ¿Por qué ambos fueron recibidos de diferente manera?

Yo no pretendía hacer una comparación. Quería mostrar que esos dos informes fueron publicados en la prensa argentina a comienzos de 1980, en Clarín en primera plana, y decían absolutamente todo sobre la represión. Esto primero pone en cuestión la idea de que la sociedad argentina no sabía nada y segundo, evidencia que de todos los poderes instituidos, nadie vio lo que no quería ver. Lo que agranda la responsabilidad de los sectores políticos de la época porque hacen un uso político de esa información, cuando la dictadura ya se estaba cayendo por su propio peso.

¿De qué manera los diarios La Prensa y el Buenos Aires Herald tenían una posición diferente a diarios masivos como Clarín y La Nación respecto de las denuncias?

Efectivamente el Buenos Aires Herald y La Prensa se desmarcan de la media. Lo interesante es que lo hacen desde un lugar clásico liberal, no son diarios de oposición al régimen. El Buenos Aires Herald empieza a denunciar las violaciones a los Derechos Humanos porque es un diario inglés y liberal al que le parece intolerable semejante nivel de autoritarismo, de avasallamiento de las libertades individuales y de violencia de estado, de la misma manera que aprueba las medidas económicas liberales del gobierno. Con La Prensa es distinto: considera que el poder militar no es suficientemente liberal en términos económicos, pero denuncia las violaciones a los Derechos Humanos como algo intolerable. La otra cosa a señalar es que, a diferencia de lo que se piensa, Clarín fue uno de los principales diarios que empezó a darle espacio a los organismos de Derechos Humanos no como sospechosos de subversión. En ningún caso, creo yo, significa que Clarín tenga un lugar épico. Todos los medios de prensa jugaron su propio juego político, al igual que el Poder Judicial y la Iglesia, y a partir de 1981, denunciar a la dictadura y sus delitos entraba en ese juego.

¿Podrías describir cómo fue el viraje de estos actores?

Lo que hay es un lento proceso de defección, es decir, que son todos actores que al comienzo del régimen lo a acompañaron, apoyaron y celebraron. Durante los primeros años, las sanciones del Poder Judicial iban en favor del régimen; en el caso de la Iglesia, acompañó al poder militar incluso ofreciendo consuelo moral a los represores. Sin embargo, hacia el final del proceso dictatorial, retiraron su apoyo porque el régimen se demostró incapaz en términos políticos, porque nunca logró generar su propia sucesión política; y  económicos porque para 1982, la economía estaba en un estado catastrófico; y tampoco fue capaz de ocultar sus propios crímenes. El tema del fracaso económico es un dato muy importante que hemos omitido. La inflación en 1982 era del cien por ciento y luego se duplicó. Para el común de la gente, el problema no eran los desaparecidos, sino la supervivencia material. Estos actores no denunciaron la represión porque les parecía escandaloso, sino porque fue una manera de deslegitimar a quien había hecho el trabajo sucio pero que ahora incomodaba.

¿Cómo se construye la figura del desaparecido durante la transición hacia la democracia?

Clarín publica en una editorial que las Fuerzas Armadas tenían que hacerse cargo del problema de los desaparecidos y dar respuestas a las Madres de Plaza de Mayo «porque sino estas mujeres se van a enquistar en la vida política argentina». Es decir que era un problema del orden de lo personal, que afectaba a ciertas personas a las cuales había que dar una respuesta privada para poder cerrar el pasado. Es importante porque demuestra que no había una preocupación por la violación a  los Derechos Humanos como problema. 

Describís un paradigma de los derechos humanos. ¿Te referís a estas características que estuviste nombrando?

Sí y sería nuestra convicción como sociedad de que en la Argentina los Derechos Humanos y la denuncia ocupan un lugar importante desde que se descubrió la represión. La investigación demuestra que ahora es así, pero que en 1983, los desparecidos le importaban a los organismos de Derechos Humanos, a las clases medias profesionales e intelectuales y a los grandes centros urbanos, como Buenos Aires, Córdoba o Rosario. Esa cultura existe y es mucho más fuerte que en otros países de la región, pero es una construcción de muy largo plazo, que se hizo en los años alfonsinistas, en las luchas contra la impunidad en los años noventa y durante los años kirchneristas. En esa construcción fue decisiva la política escolar y los juicios. Esto muestra lo importantes que son las políticas de Estado en la construcción de conciencia. Las manifestaciones del 2X1 del 2017, son un dato puntual de que las luchas no están saldadas. Agregaría otra cosa, que no está en el libro, y es que el sentido común omite que en la sociedad argentina funcionan los Derechos Humanos vinculados a la dictadura, pero no están vinculados a presos políticos o  menores víctimas de la violencia policial. Nuestra cultura de los Derechos Humanos es importante y valiosa, pero hay que reconocer que es limitada y que queda mucho por hacer.

¿Por qué la Guerra de Malvinas no fue un parteaguas?

La Guerra de Malvinas tuvo un impacto muy fuerte en la memoria social en tanto que fue la experiencia de una guerra y es indiscutible. Pero lo que cuestiono es que haya representado un momento bisagra en relación con la dictadura. Esto porque, si uno mira todo el proceso político y social las variables del derrumbe estaban en marcha desde 1980. La Guerra de Malvinas no modifica la negociación entre los partidos políticos y el Gobierno, pero sí genera un cambio de disponibilidad social donde  hay mayor disposición para escuchar lo que había ocurrido.

“Este viaje es quizás una de las experiencias políticas más conmovedoras de mi vida”

“Este viaje es quizás una de las experiencias políticas más conmovedoras de mi vida”

“Me llevo la imagen de los chicos besando y abrazando a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, le dijo ayer a ANCCOM Pablo Iglesias, en su primera visita al país. El secretario general de Podemos estuvo cuatro días en Buenos Aires, donde además de asistir a la Marcha por la Memoria Verdad y Justicia, también participó del III Encuentro de Círculos en el Exterior de Podemos dirigido a la comunidad española en Argentina y recibió el premio Rodolfo Walsh en la Universidad de La Plata; el Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de Clacso; y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). Su visita al país concluyó en Calafate, donde se reunió con la expresidenta Cristina Fernández.

El secretario general de Podemos tuvo una charla íntima con ANCCOM en su visita a Buenos Aires.

El lunes, unas horas antes de recibir el Honoris Causa, Iglesias participó de un encuentro en la UMET con destacados representantes de la cultura, el sindicalismo y la política argentina, donde pudieron compartir experiencias y perspectivas de cómo afrontar los desafíos de la política actual. Al finalizar la entrega del premio, participó de un panel por la memoria junto a Estela de Carlotto, Sergio Maldonado y Elizabeth Gómez Alcorta. Iglesias, candidato presidencial por Podemos en las últimas elecciones, sostiene  que la construcción de la memoria colectiva es fundamental para la construcción política de cualquier país, y también para pensar la política más allá de las fronteras nacionales. El líder del movimiento de vanguardia que rompió la inercia del sistema político español respondió a ANCCOM una serie de preguntas sobre este tema, sobre la relación de España y Argentina, el surgimiento de Podemos a partir del 15M y la dinámica participativa del partido a través de lo que dieron en llamar “círculos”.

¿Cómo ven desde Podemos la relación entre España y Argentina, y las posibilidades de una articulación en la construcción política?

 Es fundamental romper la dinámica de los discursos coloniales. Todavía en España, por parte de la monarquía y de los sectores políticos del poder, se mira a América Latina tratando de hacer un elogio fundamental de la colonia. Es sumamente necesario reescribir la historia de los de abajo: cómo son precisamente las identidades mestizas de los sectores populares, los que incluso construyen la lengua, cómo El Quijote o Martín Fierro representan el protagonismo de lo popular en la construcción de una identidad cultural. Es interesante reflexionar sobre esto, sobre los vínculos que unen nuestros países: pero los vínculos que se construyen desde lo popular y no desde una relación neocolonial de las élites.

¿Considera que es necesario construir bloques regionales para enfrentar el avance global del neoliberalismo?

 Hay un elemento que es crucial y que muchas veces ha estado ausente en las reflexiones de la izquierda y del campo popular, que es la dimensión geopolítica. Es algo de lo que nosotros aprendimos mucho de América Latina; su noción de Patria Grande. Es verdad que ahora está en crisis por la vuelta de los sectores derechistas con nuevos estilos, pero sigue siendo un elemento crucial en términos estratégicos. Nosotros hemos dicho que somos europeístas, aunque no compartimos el modelo de la Unión Europea, construido en torno al Banco Central Europeo y al poder de las finanzas. Somos conscientes de los límites de los estados nacionales para asumir desafíos en la escala global, que son absolutamente determinantes en las posibilidades de los sectores populares para empoderarse. Esto es enormemente difícil y contradictorio, porque el funcionamiento de la sociedad internacional y de las relaciones internacionales no es democrático por definición, y sin embargo es un espacio que implica afrontar una realidad que es crucial para una reflexión de la izquierda. En ese sentido, lo que hicieron en América Latina en los últimos años es una inspiración interesante.

Iglesias participó del acto del 24 de marzo en Plaza de Mayo.

ARGUMENTOS DE LA MEMORIA

 “Vengo a cuidarlo porque es mi nieto”, dijo Estela de Carlotto en la inauguración de las jornadas “Cultura con memoria”, en la UMET. Iglesias, muy emocionado, recordó una canción de Ismael Serrano que dice “madre tu hijo no ha desaparecido, yo lo encontré marchando conmigo” y reflexionó que “imaginar una sociedad más justa, un futuro mejor, asignarle un contenido al significante patria, un contenido al significado justicia es lo que hace que los luchadores y las luchadoras de todos los países, de todos los tiempos, estén vivos en los jóvenes”. Pero el viaje no solo significó una experiencia emotiva para Iglesias: también sirvió para inspirar a Podemos en relación a la memoria y el rol fundamental que tiene para la construcción del futuro. “Cuando salí con ellas –Madres y Abuelas- y empecé a escuchar el cántico de miles de personas que decían ‘como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar’, tenía un nudo enorme en la garganta y había momentos en los que era difícil contener el llanto, era una emoción política que sin embargo me hizo reflexionar y darle vueltas a cómo responder a dos preguntas que los adversarios de la memoria histórica nos hacen en España”. Según Iglesias, el primer cuestionamiento que les realizan los “enemigos de la memoria histórica” es que lo que pretenden hacer ellos es “ajustar cuentas con el pasado”. “Yo les contestaría: si ustedes fueran a una marcha del 24 de marzo y vieran a cientos de muchachos y muchachas adolescentes comiéndose a besos a las madres y a las abuelas comprenderían que esto no tiene que ver con ajustar cuentas con el pasado, tiene que ver con ajustar cuentas con el futuro”, aseguró. El segundo aspecto que les reclaman es que “las cuestiones de la memoria son solamente un asunto privado de las víctimas y su derecho legítimo a encontrar o restituir”. “Cuando ustedes vean a las madres y a las abuelas verán que no estamos hablando de una suma de desgracias particulares, estamos hablando de la historia política de un pueblo en el que se trató de destruir a aquellos que representaban la máxima generosidad que se puede poner encima de la mesa en política: jugarte la vida y la libertad y perder la vida y la libertad por una sociedad más justa”, señaló.

 Antes del acto y las jornadas Iglesias se reunió con destacados intelectuales de la cultura, el sindicalismo y la política. María Seoane, directora del Centro Cultural Caras y Caretas, le entregó un ejemplar de su libro, La noche de los lápices: “Esta fue la historia que de niño me hizo asistir a la represión”, dijo Iglesias. “Tengo la necesidad de hablarles también de lo que representa Argentina para un español como yo –explicó-. Empecé a militar con hijos de exiliados argentinos, los hijos de Carlos Slepoy y Andrea Benítez; soy hijo y nieto de represaliados, mi abuelo y mi padre conocieron las cárceles de Franco; mi madre militó en la clandestinidad y crecí escuchando a mi abuela hablar de su hermano fusilado, que todavía sigue en una fosa común sin identificar. Y sin embargo la primera película que me hizo, siendo yo niño, asistir a la represión, fue una película argentina y hoy he conocido a la autora de la novela que inspiró aquella película: La noche de los lápices”. Del encuentro también participaron Agustín Rossi, Daniel Filmus, Sonia Alesso, Itaí Hagman, Elizabeth Gómez Alcorta, Mempo Giardinelli, Daniel Santoro, Miguel Rep y Eduardo Aliverti, entre otros.

 De acuerdo con la lógica de participación política que utilizan en Podemos, Iglesias no quiso hacer una gran disertación e invitó a los presentes a que realicen preguntas para poder conversar; así, se refirió al rol de los medios masivos y a la importancia que le da Podemos a la construcción de una comunicación soberana; también expresó su preocupación sobre la censura y persecución crecientes en España, principalmente a los líderes de los movimientos separatistas. “Hay una serie de demandas en Cataluña que no son satisfechas –dijo-. Nosotros no queremos que Cataluña se vaya de España, apostamos por un modelo fraternal que reconozca la plurinacionalidad pero que plantee claramente que Cataluña es una nación que tiene derecho a las propias instituciones”.

 Iglesias sostiene que en España solo será viable una manera de organización que reconozca que hay soberanías compartidas, algo que en la práctica ya existe. A su criterio, “la solución al problema catalán nunca vendrá por la vía de la reacción, por la vía de los encarcelamientos. En estos momentos hay una tensión gravísima en nuestro país que creo que está dejando la imagen de la calidad democrática española por los suelos, es escandaloso que haya dirigentes políticos en prisión”.

Iglesias sostiene que la construcción de la memoria colectiva es fundamental para la construcción política de cualquier país.

¿Cómo lograron impulsar una organización a partir de jóvenes universitarios y que llegue a ser una de las principales fuerzas nacionales en España?

Seguramente la condición de posibilidad en términos de estructura cultural de Podemos es el 15M, un movimiento que supone muchísimos cambios en los sentidos comunes de la sociedad española después de una estabilidad notable del sistema político del ’78, que afecta a sectores medios y sectores populares. Nosotros fuimos una de las traducciones electorales más completas de un estado de ánimo de desafección hacia las fuerzas políticas tradicionales. Así nació Podemos, también utilizando y aprovechando la figura de una persona que salía mucho en la televisión en aquellos tiempos, que era yo, como elemento agregador de un nuevo sentido común. Podemos nació de esa manera, pero luego nos construimos como organización política confluyendo con otros sectores políticos y sociales. Ahora mismo estamos gobernando con otros compañeros en las principales ciudades de España –como Madrid y Barcelona- y el principal objetivo es gobernar en el Estado Español. Entramos en política para ganar, no vinimos a ser una fuerza testimonial. El nuestro es un proyecto de transformación social, un proyecto de país en el que no sobre nadie. 

¿Cómo funciona la forma de participación política que ustedes tienen a través de los “círculos”, que se contraponen a estructuras partidarias más verticalistas?

Tenemos muchísimo que mejorar. Los círculos fueron, sobre todo inicialmente, estructuras de participación muy interesantes, pero nuestra propia construcción como forma de partido ha hecho que siga siendo una tarea pendiente la de la democratización y la participación. Hay una participación muy grande de parte de los distritos y de los militantes a través de consultas internas; todos los cargos políticos y las listas electorales se eligen con primarias abiertas, pero tenemos todavía mucho que mejorar al respecto.

¿De qué manera buscan interpelar a los distintos sectores de la sociedad?

-Estamos hablando de una tarea muy difícil. Nosotros somos una fuerza política cuyos mayores apoyos electorales están entre los jóvenes. Se dice que si en España votaran sólo los menores de 45 años nosotros estaríamos en el gobierno. Pero es muy importante establecer una alianza generacional con los sectores de más edad, que son absolutamente imprescindibles para ganar. Últimamente ha habido en España muchas movilizaciones de los pensionistas que plantean de nuevo esa dinámica de acuerdo generacional que es clave para nosotros.

¿Cómo articulan las diferentes demandas que surgen en los distintos sectores de la sociedad y en los distintos contextos?

Se trata de un desafío político muy difícil, cómo construir significantes que puedan ser agregadores de demandas muchas veces sin una conexión programática precisa; ese vínculo de construcción de lo político en el que Podemos en un momento de desafección fue capaz de construir una gramática que iba más allá de la izquierda. Es verdad que en este momento los campos políticos se están asentando mucho más en España, pero sigue siendo un desafío fundamental agregar las demandas que componen en última instancia lo popular. De eso ustedes los argentinos saben más que nosotros.

¿Cómo sintetizaría esta primer visita al país?

Este viaje es quizás una de las experiencias políticas más conmovedoras de mi vida. Me llevo la imagen de los chicos besando y abrazando a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

¿Piensa volver a Argentina?

-¡Pues claro que sí!.

 

Rosa, la maravillosa

Rosa, la maravillosa

Homenaje a Rosa Schonfeld de Bru. El Directorio de Organismos de Derechos Humanos de la ex ESMA entregará a Rosa Schonfeld de Bru el premio “Hacedores de la Memoria” por su compromiso inclaudicable en la lucha contra la violencia institucional y por los derechos humanos. Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo (Espacio Memoria) – 19-12-2019

“Nunca me hubiera imaginado que me iban a tener en cuenta en semejante lugar, con semejantes personalidades. Cuando descubrí a Estela de Carlotto lo primero que me dijo fue que si mi hijo hubiera hecho algo lo deberían haber detenido. Pensé lo mismo y si eso hubiera pasado habría ido hasta el último día de mi vida a donde él estuviese para apoyarlo”, expresó conmovida Rosa ayer, justo antes de que el auditorio del edificio “Cuatro Columnas” de la ex ESMA estallara en aplausos y ovaciones. No sólo se encargó de agradecer a su familia, sus compañeros y a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora por su inclaudicable apoyo, sino que también recordó que actualmente su asociación casi no tiene soporte por parte del Gobierno: “Tenemos un presidente que recibe y felicita a alguien como Chocobar. También una ministra que ahora está dando vía libre a la policía en el uso de sus armas. Lamentablemente se lo están tomando muy en serio, porque hay montones de asesinatos por violencia de género. Tenemos que unirnos más para que esto no siga pasando”, sentenció.

Esta ya es la tercera entrega del premio “Hacedores de la Memoria” por parte del Directorio de Organismos de Derechos Humanos perteneciente al ente público Espacio Memoria. Aquel se creó en 2015 con el objetivo de reconocer y agradecer las luchas por la memoria y los derechos humanos. Ese mismo año se realizó la primera entrega a Cristina Fernández de Kirchner, pocos días antes de terminar su segundo mandato. La segunda edición se efectuó en 2016, cuando se distinguió a León Gieco, Kevin Johansen, Cristina Banegas, Liliana Herrero, Liliana Felipe, Marcelo Carpita y Andy Riva por su constante colaboración en Espacio Memoria. En esta ocasión se decidió dar el premio a Rosa Schonfeld de Bru no sólo por su extensa labor en mantener viva la memoria de su hijo Miguel Bru, sino también por haber transformado esa lucha familiar en un movimiento colectivo. Miguel era el mayor de los cinco hijos de Rosa y Néstor Bru. Estudiaba periodismo en la Universidad Nacional de La Plata y desapareció en 1993, luego de denunciar a efectivos de la Comisaría Novena de esta ciudad por un allanamiento ilegal en su casa.

Recientemente declarada como Personalidad Destacada de la provincia de Buenos Aires por parte de la Cámara de Diputados, Rosa contó a ANCCOM cómo es el trabajo que brinda con su organización: “La Asociación Miguel Bru nació ofreciendo asesoramiento por casos de violación de derechos humanos, pero principalmente en materia judicial por los casos de violencia institucional en La Plata. Después nació la Casa de Cultura y Oficios Miguel Bru en Parque Patricios, donde se dan distintos talleres de periodismo, fotografía, música y serigrafía, entre otros. Hemos patrocinado y tenido buenas condenas como un caso de asesinato por parte de la policía en 2010 en el que se dictaron cuatro cadenas perpetuas. Ahora estamos en un momento muy difícil, pobres de asistencia jurídica. Pero estamos luchando y siempre esperando que alguien diga dónde está Miguel, que es el principal objetivo. Cada nieto que se recupera y cada desaparecido encontrado por sus familiares para cerrar una etapa me hacen pensar que nosotros también vamos a poder cerrarla”.

En el encuentro estuvieron presentes, entre otros, Vera Jarach, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora; Daniel Tarnopolsky, representante del Directorio de Organismos de Derechos Humanos del Espacio Memoria; Claudia Vásquez Haro, Presidenta de la Confederación Trans de Latinoamérica y el Caribe; María Eugenia Ludueña, escritora y periodista; y Marcos Weinstein, padre de Mauricio Weinstein, secuestrado en 1978 por la última dictadura cívico militar. Este último recordó a Miguel Bru: “Era un estudiante que pensaba y que podía pensar y transmitir a los demás, cuestión que al poder político-social prevalente de esa no democracia, que solemos sufrir en el país, le interesa borrar, de alguna forma, aunque sea individualmente como en este caso”.

Antes de pasar al brindis que cerró el histórico evento, Vera Jarach miró con alegría el trofeo que sostenía Rosa Schonfeld a su lado. Luego observó atentamente a la homenajeada y finalizó: “Somos compañeras y hermanas. Nos unimos en el dolor y en la forma de reaccionar al dolor, que tiene que ver con no tener miedo, saber luchar y buscar que nunca más tengan que pasar estas tragedias para ninguno, ni acá ni en el mundo”.     

42 veces 24

42 veces 24

Con una Plaza de Mayo colmada en su mayor parte por ciudadanos autoconvocados, se celebró ayer el acto central por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.  A las 16.30, con la lectura de un documento que duró aproximadamente una hora, los organismos de derechos humanos recordaron a los 30 mil desaparecidos, volvieron a denunciar el plan sistemático de desaparición de personas y la complicidad civil y subrayaron el “retroceso en las conquistas de los derechos humanos” durante el gobierno de Mauricio Macri. “Cuando hay voluntad política los Derechos Humanos puede ser política de Estado”, enfatizó la presidenta de Abuelas de Mayo, Estela de Carlotto.

Sobre el boulevard de la calle Carlos Pellegrini, Elsa Lombardo va y viene, corretea por ahí con su nieta Micaela bajo una pequeña arboleda que oxigena la avenida 9 de Julio. Juegan. Ríen. Después de un rato se sienta en un banco, con la respiración un poco agitada recuerda: “Yo trato de reírme todo el tiempo, pero estuve en el infierno”.

Elsa fue secuestrada la noche del 28 de julio de 1978 en la casa en que vivía con sus compañeros Enrique Ghezan, Isabel Fernández Blanco y su bebé de 40 días, en Munro. La brigada operativa de El Olimpo, un centro clandestino de detención, la secuestró cuando cocinaba polenta con chorizos. “Una vez que me tuvieron reducida se comieron la comida, se iban turnando”, recuerda.

A casi 40 años de su peor pesadilla, ofrece un taller literario en ese mismo lugar. “A mí me costó mucho volver al Olimpo, empecé a ir de a poco hasta que en un momento se me ocurrió dar un taller literario, y me dijeron: un solo día no, los talleres son de marzo a noviembre. Y así empecé a ir”. Algo emocionada, confiesa estremecerse cada vez que entra, “pero cuando estoy ahí digo: `Acá estoy compañeros, acá estoy´”.

Abrazo, lágrimas, sonrisas, familias y cánticos acompañaron al colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía, integrado por hijos y nietos de represores que condenan los crímenes realizados durante la dictadura por sus propios padres. Fue su primera movilización como colectivo un 24 de marzo. El grupo tiene menos de un año, se fundó después del fallo judicial que habilitó -temporalmente- la aplicación del 2×1 para los crímenes de lesa humanidad.

En la intersección de Lima y Avenida de Mayo, la directora del documental La guardería, Virginia Croatto, toma mate, charla y se ríe como una ciudadana más que va a la Plaza de Mayo a pedir Memoria, Verdad y Justicia. “Lo que más me atrapó era ver cómo nos afectaba a los niños lo que estaba pasando”. El documental muestra el exilio de los hijos de los militantes en Cuba, del cual Croatto fue parte. “Creíamos que teníamos un tío que iba a hacer aparecer a todos nuestros familiares que habían desaparecido”.

Las noticias que llegaban al país caribeño no eran las mejores y tener que contárselas a un niño no era una tarea sencilla. “Cada vez que había que contarle a un chico que un familiar se había muerto, se esperaba a que venga otro familiar a darle la noticia, había mucho respeto en ese sentido”. No obstante, el espíritu de la niñez seguía latente en la guardería: “Nosotros mismos convertimos la información que nos daban los grandes en relatos infantiles. A nuestra manera entendíamos la revolución y los ideales de nuestros padres. Igualmente, sabíamos que estaban desaparecidos, pero creíamos que iba a aparecer, que iban a volver”.

La principal noticia de la mañana del sábado fue la liberación del ex secretario de legal y técnica de Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Zannini y del dirigente Luis D’Elía. ANCCOM habló con él en medio de la marcha: “No pasé por mi casa, del penal me vine directo para acá”, cuenta el dirigente que aún permanece imputado en la causa del memorándum con Irán. Sobre esa causa afirmó: “Está herida de muerte”.

Horacio Pietragalla, hijo de desaparecidos y diputado nacional habló de una mezcla de sensaciones: “Nos levantamos alegres con la libertad de Zannini y D’Elía, pero a la vez te pones triste por tener que festejar la liberación de dos compañeros mientras hoy hay un gobierno que está haciendo pura política de retroceso en Derechos Humanos, discutiendo si los genocidas tienen que estar en cárcel común, en domiciliarias como pretende el ejecutivo”.

Los momentos más eufóricos del discurso de los organismos de Derechos Humanos fueron cuando se repasaron las medidas del gobierno y la justicia. “Le reiteramos al gobierno que no permitiremos ni un retroceso en memoria, verdad y justicia. Ni un paso atrás ni un genocida suelto”, enfatizó Carlotto y Nora Cortiñas, de Madres Línea fundadora, llenó de aplausos la Plaza de Mayo cuando pidió por “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.

Hacé click en la fotogalería y mirá los dípticos de la memoria realizados por ANCCOM: