No se olviden de Facundo Astudillo Castro

No se olviden de Facundo Astudillo Castro

Facundo Astudillo Castro tenía 22 años y había nacido en la localidad bonaerense de Pedro Luro. El 30 de abril de 2020 decidió viajar a Bahía Blanca para reencontrarse con su ex novia. En el camino, la policía lo retuvo por no contar con el permiso de circulación en cuarentena y, a partir de ese momento, no se supo más de él. El joven estuvo desaparecido durante 107 días hasta que, finalmente, lo hallaron muerto en un canal de agua en Villarino Viejo. A un año de la desaparición, ANCCOM diálogo con Luciano Peretto -uno de los abogados querellantes- y Mercedes Holzmann -una de las coordinadoras de Semillero Cultural, donde participaba Facundo, quienes ofrecieron detalles del caso y reiteraron el pedido de justicia.

“Mamá, no tenés idea dónde estoy”

Astudillo le había manifestado a sus amigos su deseo de volver a Bahía Blanca para recomponer su relación con Daiana González. Con esa meta, la mañana del 30 de abril de 2020 salió de su domicilio en Pedro Luro y tomó la Ruta 3 para hacer dedo hasta la ciudad donde vivía su ex pareja. “Era la fase más estricta de la cuarentena, los colectivos no funcionaban, los remises no te llevaban si no tenías el permiso para circular. Entre un pueblo y otro, hay 30 kilómetros. Acá es común hacer dedo porque nos conocemos entre todos”, relata Holzmann.

A las 13.33, Cristina Castro -madre de Facundo- se encontraba trabajando, cuando recibió un llamado de su hijo. En ese último contacto, ella le cuestionó su decisión de viajar en ese contexto complicado y, sin poder decir mucho más, se cortó la llamada. Añade Mercedes: “Facundo alcanzó a decirle «mamá, no tenés idea dónde estoy. No me vas a volver a ver más». Cristina, en ese momento, estaba enojada y no volvió a insistir en llamarlo. Igualmente, a ella le pareció extraño que él le dijera «mamá». Siempre le decía «bruja», «loca», pero nunca «mamá» a secas”.

En principio, Cristina pensó que su hijo había llegado a Bahía Blanca y creía que, cuando se le pasara el enojo, volvería a llamarla. Tampoco sus amigos se preocuparon, esperaban que estuviera desconectado por su reciente reconciliación con Daiana González. Continúa: “Pero los días pasaron. Los amigos de Kufa -como le decían a Facundo-, se alarmaron porque él no respondía los mensajes y le avisaron a Cristina”. El 5 de junio Castro radicó la denuncia por «averiguación de paradero» y la investigación quedó a cargo del fiscal provincial Rodolfo de Lucía.

Cristina Castro, la mamá de Facundo, responsabiliza a la Policía Bonaerense.

¿Quiénes vieron por última vez a Facundo?

El 30 de abril, cerca de las 10, en el kilómetro 779 de la Ruta 3, Jana Curruhuinca y Mario Gabriel Sosa -dos policías de la Subestación Comunal de Mayor Buratovich-, detuvieron a Facundo Astudillo por violar la cuarentena. “El protocolo establece que, por incumplimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, se debe elaborar un acta, notificar a la familia y ordenar al demorado regresar a su domicilio. Pero, según dichos oficiales, a Facundo le labraron la contravención y, seguidamente, le permitieron continuar su trayecto hacia Bahía Blanca”, afirma Peretto.

La agente Siomara Flores -pareja de Sosa y hermana de Curruhuinca- declaró que se ofreció a trasladar a Facundo Astudillo desde Mayor Buratovich hasta Teniente Origone en su vehículo particular. Agrega el abogado: “Ella relató que a las 12.30 lo subió a su auto para llevarlo desde la entrada de Buratovich hasta Origone. Sabemos que esto no sucedió así. A las 13.33, Facundo había llamado a Cristina. Posteriormente, gracias a la geolocalización, se demostró que a esa hora seguía en Buratovich. Estos policías nunca mencionaron la vinculación que hay entre ellos”.

Si bien todavía no hay certeza del horario en que llegó y cómo se trasladó hasta allí, lo cierto es que Facundo Astudillo estuvo en Teniente Origone. “Cerca de las 15, dos testigos vieron a un joven tendido en el kilómetro 755 de la Ruta 3. Él estaba tirado con las manos apoyadas sobre el asfalto, en posición hacia atrás. Facundo no podría haber estado tomando sol. Nosotros interpretamos que, en ese momento, se encontraba golpeado. Los testimonios fueron ratificados en el Ministerio Público Fiscal de la provincia de Buenos Aires y en la Fiscalía Federal”, continúa el letrado.

Alrededor de las 15, en el kilómetro 750, Alberto González retuvo a Facundo Astudillo en cercanías de la Subcomisaría de Teniente Origone. El oficial aseguró que, luego de verificar que el joven ya había sido detenido, lo dejó seguir su camino hacia Bahía Blanca. Asevera Peretto: “En su declaración, sostuvo que no presentaba DNI, sólo carnet de conductor. Sobre la manera en que se retiró, dio tres versiones: primero, que lo vio subirse a un Renault Duster Oroch, luego, que el vehículo podría tratarse de un Toyota SRV y, por último, que Facundo se marchó a pie”, dice Peretto.

Por otra parte, hay tres testigos -sin ningún tipo de relación entre sí- que declararon haber visto a Facundo Astudillo en cercanías de Mayor Buratovich. “Entre las 15.30 y las 16, ellos pasaron por Buratovich y alcanzaron a ver a Facundo subiendo a la parte trasera de un patrullero. Sus declaraciones fueron detalladas y totalmente concordantes. Todo lo que dijeron pudo ser ratificado. Mediante la geolocalización de sus teléfonos celulares, se pudo corroborar que estuvieron en el lugar exacto en el que dijeron haberlo visto”, expresa el abogado.

El cuerpo de Facundo apareció el 15 de agosto en un cangrejal, en el kilómetro 714 de la Ruta 3.

Hallazgos

Los peritajes de los celulares de los cuatro policías se realizaron mediante el sistema de análisis Universal Forensic Extraction Device (UDEF) y revelaron que Facundo Astudillo sí presentaba su documento de identidad el día que desapareció. “En el teléfono de Jana Curruhuinca se encontró la difundida foto de Facundo de espaldas, custodiado por Sosa, junto al patrullero N° 23360. Pero, también se hallaron dos fotos del DNI (frente y dorso) apoyado sobre el capot del patrullero. Así, quedó demostrado que él no sólo viajaba con carnet de conductor”, sostiene Peretto.

A su vez, el sistema UDEF permitió observar parte de la comunicación entre los agentes durante la jornada del 30 de abril y los días posteriores. Detalla el letrado: “Extrañamente, ese día el oficial Alberto González mantuvo una hiperactividad comunicacional con altos mandos funcionarios distritales y seccionales, situación que no pudo explicar nunca. Por otro lado, en el teléfono de Jana Curruhuinca el registro de llamadas estaba vacío. En WhatsApp figuraban sólo ciertos mensajes y audios, pero una gran cantidad fueron eliminados y son imposibles de recuperar”.

Por su parte, “Yatel” -perro del perito Marcos Herrero-, detectó rastros de la presencia de Facundo Astudillo en tres vehículos policiales. Señala Peretto: “En el móvil N° 23360 de Mayor Buratovich, marcó la parte izquierda, justamente, donde el joven fue fotografiado. En el patrullero N° 27788 de Teniente Origone, se concentró en la caja trasera, la rueda de auxilio y el asiento trasero, encontrando manchas hemáticas. En el Toyota Etios N° 20610 de Bahía Blanca, encontró un fragmento de piedra turmalina en el baúl, coincidente con un colgante que le habían regalado a Facundo en su trabajo”.

El perro rastreador también halló elementos de Facundo Astudillo en la subcomisaría de Teniente Origone. “En esa dependencia, específicamente en un calabozo, encontró un amuleto que su abuela le había regalado (una sandía con una vaquita de San Antonio en su interior). También descubrió manchas hemáticas, concretamente, en las paredes, en el piso, en un colchón y en un pedazo de caño, que están siendo analizadas con su ADN. Recientemente, en ese mismo lugar, el perro encontró otro trozo de turmalina que podría ser parte de la piedra hallada en el patrullero Etios”, expone el querellante.

El cuerpo

El 15 de agosto por la tarde, un pescador dio aviso a la policía sobre el hallazgo de un cuerpo esqueletizado en un cangrejal de difícil acceso, una zona pantanosa ubicada en el kilómetro 714 de la Ruta 3, entre Cabeza de Buey y General Daniel Cerri, límite entre los partidos de Villarino y Bahía Blanca. “Ese mismo día, con el DNI de Facundo activaron un chip Claro comprado en Mar del Plata”, afirma Peretto.

La mañana del 16 de agosto, a 30 metros del lugar donde encontraron el cuerpo, hallaron una zapatilla que Cristina Castro, rápidamente, reconocería. Así lo expresa su abogado: “Era la zapatilla derecha de Facundo, la misma que se ve en la foto y estaba en condiciones casi intactas, es decir, no coincidentes con el tiempo que llevaba allí. Este calzado fue lo único que apareció cerca del cuerpo ya que éste no presentaba ningún tipo de prendas”.

Según el informe emitido por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), los restos óseos pertenecían a Facundo Astudillo y la causa de muerte fue «asfixia por sumersión». En ese análisis se estableció que no se trató de una muerte natural, sino una muerte violenta pero, por el avanzado estado de descomposición del cuerpo, no se pudo determinar si fue «accidente, suicidio u homicidio».

El 12 de septiembre, a 4 kilómetros del lugar donde hallaron el cuerpo, hacia la zona de Bahía Blanca, apareció la mochila de Facundo Astudillo. “En circunstancias similares, antes de que el pescador la encontrara, esa zona ya había sido rastreada. En la mochila estaban los dos teléfonos de Facundo y la ropa que llevaba puesta el día 30 de abril. Lo que nunca se encontró: el DNI, la tarjeta de débito y la zapatilla izquierda”, revela el letrado.

Desaparición forzada

Tanto la querella particular -Cristina Castro y sus abogados-, como la querella institucional -Comisión Provincial de la Memoria- apuntan contra la policía de la provincia de Buenos Aires y su accionar. “Por ejemplo, el día del primer rastrillaje sobre la Ruta 3, con Cristina llegamos a Buratovich y nos encontramos con cinco patrulleros bloqueando la entrada al pueblo e impidiendo nuestro paso. Justo en ese momento, apareció Siomara Flores con sus declaraciones, lo que provocó que el lugar del operativo cambiara”, recuerda Peretto.

En principio, la causa fue caratulada como «averiguación de paradero», pero la policía bonaerense estaba cada vez más comprometida por sus contradicciones y la carátula cambió a “desaparición forzada”. Sigue el abogado: “Las declaraciones de los policías fueron testimoniales que dieron en la comisaría, ante sus propios jefes. Nosotros tuvimos obstáculos y demoras y ellos tuvieron tiempo suficiente para autoproducir pruebas, incluir datos absolutamente mendaces, enmendar, borrar y armar todo un programa de encubrimiento. Hasta hemos recibido amenazas por parte de ellos”.

Ante el pedido constante de las querellas, el fiscal provincial Rodolfo De Lucía apartó a la policía bonaerense y renunció aduciendo «incompetencia» en el caso, por lo que la investigación pasó a manos del titular de la Fiscalía Federal Nº 1 de Bahía Blanca, Santiago Ulpiano Martínez. Amplía Peretto: “También, al fiscal Martinez lo recusamos dos veces de la investigación. Finalmente, entregó el fuero porque era casi insostenible su inacción y su acción contra los intereses de la víctima”.

La jueza federal María Gabriela Marrón -actualmente de licencia- también fue ampliamente cuestionada. “Al igual que Martínez, ella jugó un rol importante en la dilatación del esclarecimiento de la causa. Nosotros tenemos causas federales y en el Colegio de Abogados, de parte de ella. A un año de la investigación, las denuncias contra la querella son su único mérito”, cierra Peretto.

Semillas que florecen

Facundo Astudillo tenía interés por construir una sociedad más justa a través de la cultura. En palabras de Holzmann, de Semillero Cultural: “Facundo era un chico solidario, inquieto, siempre feliz y con ganas de aprender. Nos conocimos en 2011, durante la jornada «Villarino grita». Él formaba parte de ese grupo de artistas. Con el tiempo, consiguieron un espacio físico al lado de la estación del ferrocarril y ahí nació el Semillero Cultural. Yo me incorporé en 2012 como coordinadora del taller literario y bibliotecaria. Facu iba todos los días, era el primero en llegar y el último en irse. Él estaba en todo y para todos, él era todo en el Semillero”.

Este sábado 1º de mayo, familiares, amigos y artistas del partido de Villarino se reunieron en el Semillero Cultural para realizar el primer aniversario conmemorativo por Facundo Astudillo. Las actividades comenzaron a partir de las 10.30 y se transmitieron en vivo por el canal de YouTube «Mil flores para Facu Castro». “La mejor manera de recordarlo es pacíficamente y compartiendo lo que a él le gustaba. Pintamos un mural, tocamos la guitarra, leímos poesías e interpretamos las canciones que nos enviaron artistas de todo el país. Fue una jornada muy emotiva, para recordar que nos falta Facundo. Seguimos pidiendo verdad y justicia”, cierra Holzmann.

“Magalí Morales no se suicidó”

“Magalí Morales no se suicidó”

Florencia Magalí Morales tenía 39 años, había nacido en  Mendoza y vivía con dos de sus hijos y una nieta. La mañana del 5 de abril de 2020, durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), salió de su casa para comprar alimentos. Horas después, apareció sin vida  en una comisaría de Santa Rosa del Conlara, provincia de San Luis. A un año de su muerte, ANCCOM dialogó con Celeste Morales -hermana de la víctima- y Federico Putelli -uno de los abogados de la familia-, quienes dieron detalles del caso.

El lugar de la detención

La primera versión policial aseguró que Magalí fue detenida  mientras a iba a contramano en bicicleta en la vía pública, por violar la prohibición de circular en un contexto de pandemia. Según estos dichos, por la terminación de su DNI, ese día no le correspondía salir a la calle. Mientras que otros agentes declararon que, en realidad, la detención se produjo en la comisaría.

Sin embargo, esa primera versión oficial no se pudo sostener. La cámara de seguridad de un banco captó el momento exacto en que Morales entraba a la dependencia policial de manera voluntaria. “El día 5 de abril de 2020, entre las 8:50 y las 9:00, Florencia Magalí Morales se retiró de su domicilio y se dirigió a la Comisaría 25 de Santa Rosa del Conlara para pedirle la tarjeta de débito a un amigo que trabajaba allí”, afirma Federico Putelli.

Morales no fue detenida en la calle por violar la cuarentena, sino en la comisaría. Hoy, se desconoce el motivo de dicha detención. Putelli continúa: “Una vez dentro, los oficiales la arrestaron y, luego, la llevaron al Hospital Santa Rosa para un examen médico. Daniela Fogel -doctora que revisó a Morales- declaró que no presentaba lesiones en el cuerpo ni indicios de haber consumido sustancias y que se encontraba psicológicamente estable”.

Todos los presentes

No hubo coincidencia entre los policías y el perito que llegó al lugar, respecto a la cantidad de agentes que estuvieron de turno durante la detención de Morales. “El número que figura en el libro de guardia -cuatro hombres y tres mujeres-, es menor que el declarado por un criminalista que se presentó a ver el cuerpo de mi hermana. Según él, al llegar a la comisaría, había más de diez oficiales”, relata Celeste Morales.

Magalí Morales no era la única detenida en la Comisaría 25, lo que permitió que otras personas pudieran escucharla. Putelli asevera: “El hombre que estuvo en la celda contigua manifestó que ella pidió auxilio. Más aún, cuando éste solicitó ir al baño, los agentes lo obligaron a orinar en el calabozo de Morales. Hubo otro aprehendido que llegó horas después pero que, hasta el momento, no fue llamado a declarar”.

Finalmente, los policías decidieron retirar de las celdas a los otros detenidos y cambiarlos de sector. A partir de ese momento, Morales quedó sola en la zona donde están ubicados los calabozos. “Entre las 17:30 y las 18, los agentes se llevaron a los hombres y los encerraron en otra área de la comisaría, obligándolos a permanecer allí hasta las 23. Luego, fueron trasladados a otra dependencia”, asegura el letrado.

 

Detenida e incomunicada

Magalí Morales no tuvo acceso rápido a un llamado telefónico. Cuando le permitieron hacerlo, se comunicó con una amiga y ésta le llevó una mochila con ropa. Putelli sostiene: “La grabación muestra que las prendas con las que salió de su casa, no eran las mismas que tenía cuando la encontraron muerta. Más aún, éstas tampoco eran las que su amiga le acercó a la comisaría. La ropa y la mochila nunca aparecieron”.

Tampoco hubo voluntad expresa de la policía para notificar la situación a la familia. Más aún, fue la amiga de Magalí quien los llamó. Así lo detalla Celeste Morales: «Nos enteramos horas después y no fue un comunicado oficial de la dependencia. A las 20 sonó el teléfono, era la amiga de mi hermana para avisarnos que Magalí estuvo en la comisaría desde las 9. Los oficiales jamás nos informaron de la detención».

Desde ese momento, la familia de Magalí intentó comunicarse con ella, pero los oficiales no atendieron y, cuando lo hicieron, evitaron dar sus nombres. “En uno de los últimos llamados, logré que una persona se identificara. Le insistí para hablar con mi hermana y me dijo que no era posible porque ella, en ese instante, se encontraba declarando. Pero Magalí llevaba seis horas muerta”, cuenta Celeste Morales.

Hipótesis del suicidio

Pasada la medianoche, la policía llamó a la familia para anunciarles que Magalí Morales se suicidó en su celda, aparentemente, utilizando los cordones de sus zapatillas. No obstante, hubo horas de diferencia entre su muerte y la notificación oficial a sus allegados. Al respecto, Putelli señala: “Entre las 0 horas y las 2 dieron aviso a sus parientes y el deceso de Morales se produjo entre las 17:30 y las 19: 30, es decir, horas antes”.

El primer informe de la autopsia, a cargo de Gustavo Lafourcade, no advirtió la presencia de moretones en el cuerpo de Morales. Por pedido de los abogados, el forense presentó un segundo reporte. “Allí describió múltiples lesiones en los miembros superiores e inferiores y en la zona pélvica, compatibles con la autodefensa. Si bien ella falleció por asfixia, no se pudo determinar si fue ahorcamiento o asfixia mecánica”, añade Putelli.

Frente a estas irregularidades, los abogados de la familia Morales solicitaron a Jorge Pinto -juez de la causa-, una segunda autopsia. Este pedido, que llegó siete meses después, reveló más detalles sobre la muerte de Magalí Morales. Putelli precisa: “Finalmente, el día 4 de noviembre de 2020 se pudo realizar la necropsia y ésta constató la presencia de los moretones y arrojó que el cuello presentaba un faltante de dos músculos y de una arteria”.

«Todas las pruebas demostraron que la muerte de mi hermana se trató de un femicidio”, expresa Celeste Morales.

Sin avances en la causa

La carátula cambió de “suicidio” a “averiguación de muerte” pero, desde entonces, la causa ha tenido escasos avances. La familia de la víctima expresa que la investigación se paralizó, debido a la dilatación o la negativa del juez Pinto ante los pedidos de los abogados. “Magalí Morales no se suicidó. Todas las pruebas demostraron que la muerte de mi hermana se trató de un femicidio”, expresa Celeste Morales.

Uno de los principales obstáculos para la familia Morales fue la falta de recursos económicos para seguir el curso de la investigación. En palabras de Putelli: “El juez de la causa ordenó que ellos debían correr con los gastos de la necropsia, circunstancia que estaba fuera de su alcance. En este sentido, no se aplicó la Ley 27372 de Derechos y Garantías de las Personas Víctimas de Delitos y, por tanto, tuvimos que apelar”.

Aún no hay indagados, ni imputados, ni procesados. “Si bien se requirió la introducción de sumario policial y el llamado a indagatoria, los policías que estuvieron el día que Magalí Morales murió, todavía no fueron llamados a declarar. Recientemente, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación solicitó ser querellante, mientras que la defensa pública pidió que se archive la causa, alegando falta de pruebas.”, cierra el abogado.

Perspectiva de género

Magalí Morales era una madre comprometida con la crianza de sus hijos. Así la recuerda Celeste Morales: “Mi hermana adoraba a sus hijos, amaba hacerles la comida y salir con ellos a la plaza. Era optimista en todas las situaciones, siempre apoyaba y daba ánimos a los demás. Nosotros la conocemos bien, lo que pasó en la comisaría fue un femicidio. Magalí no se suicidó y exigimos que su muerte no quede impune”.

Las leyes existen, falta su implementación efectiva. A saber: Ley 26485 que protege a las mujeres víctimas de todas las formas de violencia, entre ellas, la institucional, Ley 26791 que modificó el artículo 80 del Código Penal, incorporando el femicidio como un tipo de homicidio motivado por el género y Ley 27499 que establece la capacitación obligatoria en temática de género y violencia para todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos los niveles de los tres poderes del Estado.