Vamos vamos, Las Ramonas…

Vamos vamos, Las Ramonas…

Suenan los cascabeles de la pelota, se escucha el grito de “voy” y la indicación de “listo”. Las risas de este grupo de mujeres se oyen con mucha fuerza.  Se llaman  Las Ramonas y conforman uno de los cuatro equipos femeninos de fútbol ciego del país. Cada sábado, a las 10 de la mañana, entrenan en el club Banco Nación de Vicente López. Llegan al club cargadas de una energía y un entusiasmo admirables. “Jugar al fútbol para mí es sentirme libre, es lo que más me gusta, en la cancha corremos de acá para allá todo el tiempo y eso es algo que en lo cotidiano no podemos hacer  y nos hace sentir espectacular”,  expresa Mirna Gamarra, una de las jugadoras del equipo.

El entrenamiento comienza con ejercicios físicos, instrucciones de la entrenadora y ronda de mate. El compañerismo y la alegría son los atributos que destacan al equipo. Evelina Cabrera es la entrenadora de Las Ramonas y presidenta de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino. La idea de formar el equipo surgió hace poco más de un año, cuando Mirna y Evelina se conocieron en un evento. “Siempre dirigí fútbol convencional hasta que una vez se acercó Mirna a decirme que quería entrenar, me decía que no existían equipos en Buenos Aires, y ahí empezamos” cuenta Cabrera. Si bien entrenan en Banco Nación, representan, cuando hay partidos, a una institución de Cañuelas.

El compañerismo y la alegría son los atributos que destacan al equipo.

El equipo se completa con una guía y una arquera, ambas personas con visión, que junto con la entrenadora son quienes orientan en la cancha a las jugadoras. “Estoy sorprendida y cada vez más admirada del manejo de las jugadoras, aprendo todo el tiempo de ellas”, destaca la arquera Carla Calvo. Y agrega: “Ser arquera de Las Ramonas es para mí muy enriquecedor en todo sentido, las chicas están siempre con buena onda, bien predispuestas, con ganas de seguir aprendiendo.”

Laura Lemura es otra de las jugadoras que integran el equipo. Se acercó por primera vez a un entrenamiento de Las Ramonas para acompañar a una amiga y decidió no irse más. “Hacía mucho tiempo que no hacía nada de deporte, cuando estaba en el colegio y todavía veía hice otros deportes, fútbol nunca había probado, pero cuando perdí la vista, en la adolescencia, ya no pude hacer ninguno” explica Laura. Y destaca que “el fútbol nos permite ir ganado confianza, a veces hay miedo de chocarte con la valla, con otra persona,  no solo por lastimarse una misma sino también por poder lastimar a las demás, en el fútbol para ciegos es inexorable tener contacto físico con la otra persona.”

«El fútbol nos permite ir ganado confianza».

Las jugadoras destacan la importancia de seguir las indicaciones de las guías durante los partidos y de comunicarse claramente entre ellas. “Antes de empezar el partido el árbitro divide la cancha en tres partes, cada tercio tiene un guía: el llamador guía al delantero que está en el arco rival; la técnica,  al mediocampo y la arquera a la defensa”, explica Mirna. “Cuando llevamos la pelota en conducción lo que nos guía es el ruido de la pelota. Cuando no tenemos la pelota en los pies tenemos que decir la palabra voy”, detalla Laura. “A mí me motiva el trabajo en equipo -agrega-, hacer deporte es también crear un grupo de pertenencia, con las chicas estrechamos lazos y eso se traslada también al trabajo en la cancha”.

En el país existen solo cuatro equipos de fútbol femenino para personas ciegas. El primero en Córdoba, el segundo en Salta y dos en Buenos Aires. El año anterior se realizaron dos competencias triangulares y  Las Ramonas tuvieron la oportunidad de viajar a tierras cordobesas y salteñas. “Fueron experiencias hermosas, fantásticas e inolvidables, pasé de nunca haber jugado al fútbol a participar de un torneo, viajar, tener un equipo, compañeras y todo lo que eso te da es fabuloso” dice Gamarra.

Las jugadoras destacan la importancia de seguir las indicaciones de las guías durante los partidos y de comunicarse claramente entre ellas.

Tamara es la incorporación más reciente del equipo, empezó a entrenar hace pocas semanas. “Vine porque de la facultad en la que estudio nos mandaron a cubrir deportes, yo soy fanática del fútbol pero nunca lo había jugado, terminé probando y estoy muy contenta de haberme quedado”,  cuenta entusiasmada.

Las Ramonas esperan que la actividad pueda seguir creciendo, apuestan a sumar nuevas jugadoras y a que surjan más equipos.  “La idea es que con el boca en boca se vayan sumando más chicas, más equipos de distintas partes, que de a poco se vaya difundiendo la modalidad así como en un principio se difundió el fútbol femenino”, resalta la arquera Calvo.

Rodrigo Graña es el actual presidente del Club Banco Nación y destaca la importancia de la participación de Las Ramonas en el predio. “Como club consideramos que es muy importante ejercer un rol social, que todas las personas puedan sentirse incluidas en un proyecto como el que encabeza Evelina es genial”.

Las Ramonas demuestran en cada entrenamiento la libertad y el disfrute con el que viven el fútbol.

La directora técnica apuesta con dedicación y entusiasmo al proyecto y resalta: “Para mí dirigir a las chicas es prácticamente igual que dirigir en el fútbol convencional, solo tengo que tener otros cuidados y ser más atenta y específica en lo que digo. Aprendemos mutuamente y me pone muy contenta ser parte del equipo.”

Las Ramonas demuestran en cada entrenamiento la libertad y el disfrute con el que viven el fútbol. “El equipo que hemos podido formar es genial porque compartimos mucho y nos sentimos parte de un mismo proyecto. Más allá de que después tenemos que probarnos en una cancha, la experiencia que vamos viviendo mientras hacemos el camino es espectacular. Creo que a todas nos hace bien porque nos hace sentir felices” concluye Mirna.

 

Actualizado 13/09/2017

“Nosotras nos deslomamos como cualquier chabón”

“Nosotras nos deslomamos como cualquier chabón”

Micaela Turek (28) y Lorna Tavella (26) forman parte del equipo de futsal de Bomberos, de Ramos Mejía. Hace cuatro años que juegan juntas. Al igual que muchas otras chicas, no sólo se enfrentan al rival de cada semana sino también contra una cultura machista que les pone obstáculos. Micaela es arquera y cuenta que de nena ya jugaba con amigos en el complejo Coconor. Lorna, por su parte, conoció el fútbol por su hermano.

Turek se queja de que no les dan nada. “Necesitamos que un club nos reciba para competir y nos permita jugar con su nombre”, explica. Junto con Tavella comenzaron jugando en Fénix, luego pasaron a Nueva Chicago y ahora representan a Bomberos. Los cambios de camiseta fueron debido a que las instituciones optaron por no continuar con la disciplina de fútbol femenino, algo que hasta Boca Juniors hizo para no afrontar los gastos.

Ambas jugadoras coinciden en que “mantener el equipo ya es un logro”. Por más que juegan dentro de AFA y en la categoría superior, ellas mismas solventan sus camisetas, pagan la cancha para entrenar, los traslados y el médico reglamentario que debe estar en cada partido. El ritmo de entrenamiento y el esfuerzo no se condicen con el apoyo que reciben. Tavella cuenta que entrenan tres veces por semana, una hora y media cada vez, además del día de competición. Para prepararse, el club les cede su cancha una vez por semana, el resto de los días corre por cuenta de las jugadoras rebuscárselas cómo y dónde practicar.

Los planteles de futsal femenino debieron esperar hasta el 7 de junio pasado para comenzar el torneo 2016, tres meses después que los varones debido a que “a la AFA no le interesa tenernos organizadas”, afirma Turek. “No  somos prioridad”, subraya.  Según Tavella, “hay dos representantes del futsal femenino en AFA, pero no tiene fuerza, dice.

Lorna Tavella, Ayelen de la Merced y Micaela Turek, integrantes del Club Bomberos de La Matanza.

Lorna Tavella, Ayelen de la Merced y Micaela Turek, integrantes del Club Bomberos de La Matanza.

Pese a que el desinterés institucional por el futsal femenino es generalizado, hay diferencia entre equipos. Hay clubes, por ejemplo, que pagan viáticos, algunos cuentan con gimnasios de entrenamiento propio y otros brindan la indumentaria. “Si bien no viven de este deporte, se les hace más fácil que a nosotras”, puntualiza Turek. El diferente peso de las camisetas en AFA hace que ciertos equipos puedan fichar jugadoras fuera de tiempo o hasta hacer jugar a chicas que no están habilitadas.

Los seleccionados nacionales no escapan a la discriminación. Entre el 15 y el 22 de julio de este año se desarrolla el primer Sudamericano Sub-20 de futsal femenino en Colombia. El único país de la Conmebol que no presentó equipo es la Argentina. La razón esgrimida: falta de recursos. Son 40.000 dólares lo que costaba enviar al plantel. Tavella no cree en las explicaciones de AFA: “Hay desinterés.  Si ellos (los dirigentes de AFA) ya saben que se va a jugar este torneo, deberían tenerlo diagramado. La FIFA le da dinero a la AFA para que dedique directamente al fútbol femenino. Son millones que no vemos”.

Turek integró el seleccionado mayor que en 2015 jugó la Copa América en Uruguay. “Nos convocaron en octubre, entrenamos en noviembre, en diciembre competimos y se terminó la Selección. Se desintegró cuerpo técnico y plantel. No hay entrenamientos ni seguimientos de jugadoras hasta la próxima competencia”. Turek recuerda la comitiva de siete personas, entre administrativos y dirigentes, que asistió al torneo y que ellas no sabían qué rol cumplían. Durante los partidos recibían la “ropita dobladita y la botella de bebida energizante” pero durante la preparación AFA les prestaba el predio de Ezeiza solo de 8 a 18 sabiendo que todas las jugadoras trabajan para sustentarse. Frente al reclamo, la respuesta de AFA fue: “Acá a la noche se come y se duerme”. Los viáticos fueron insuficientes o no se cobraron nunca. Por los días de competición, les dieron el equivalente de 25 dólares (en pesos). Y por los días de entrenamiento, les prometieron 100 pesos por jugadora que todavía les adeudan.

«Nosotras nos deslomamos como cualquier chabón. Entendemos que no generamos la misma guita, pero en parte es porque nadie se pone el deporte al hombro», asegura Turek.

En los selectivos para el representativo argentino de los Juegos Olímpicos de la Juventud (Sub-18) Buenos Aires 2018, que se realizó en San Juan, quedó en evidencia la segregación. Allí participaron chicos y chicas de todas las provincias, de entre 13 y 14 años, de los cuales se eligió a los mejores para conformar los equipos de 2018. Pero mientras los varones se hospedaban en el mismo lugar donde se realizaba el torneo, precisa Tavella, las mujeres debieron alojarse en un hotel lejano. A las 9 de la mañana las buscaban en micro, las llevaban a competir en el turno matutino, pero hasta las 21 no las llevaban de vuelta porque el micro sólo viajaba una vez. “Las chicas tenían que estar todo el día esperando. Los padres terminaban llevándolas en taxis o remises por su cuenta”, describe. “Además, las mujeres tenían problemas con las camisetas y la ropa, algo que a los hombres no les pasaba, y el trofeo de campeón de las chicas era mucho más chico que el del segundo puesto de los varones”. La AFA, en este caso, le pasó la responsabilidad al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, organizador de los Juegos de la Juventud, y el Ejecutivo porteño a la AFA.

Hoy, a pesar de todas las trabas, se proyecta para 2017 una divisional B de futsal femenino de, al menos, ocho equipos, que se sumarán los 14 que ya existen en la Primera A. Y varios de los reclamos de las chicas confluyen en un grupo llamado “Jugadoras organizadas” que tiene una página en Facebook.

“Nosotras  nos deslomamos como cualquier chabón. Entendemos que no generamos la misma guita, pero en parte es porque nadie se pone el deporte al hombro. Hay mucho crecimiento. En cualquier complejo vas a ver que en una de seis canchas hay un equipo de mujeres. Ya nadie se sorprende de ver chicas jugando. Hay minas jugando por todos lados, pero falta predisposición para que crezca en calidad. Entrenamos tres veces por semana, jugamos una o dos, laburamos, ponemos la guita. Nos las bancamos todas y cuando pedimos algo el trato es diferenciado”, concluye Turek.
Actualizada 19/07/2016

Mujeres con pelotas

Mujeres con pelotas

“Andá a lavar los platos”, “no tenés fuerza para patear, sos muy débil”, “que te hacés la cholito, mejor jugá a otra cosa”, son algunas de las frases que alguna vez les han dedicado a todas las mujeres que expresaron su gusto y pasión por el fútbol. Este deporte, siempre se dijo, es una pasión de multitudes y eso trasciende la división de géneros.  Por eso, algunas pioneras en este patriarcal mundo de la pelota no bajaron los brazos ni agacharon la cabeza y crearon Las Aliadas, el equipo de fútbol femenino de la Villa 31.

Una de sus impulsoras es Mónica Santino, ex jugadora de fútbol  en los torneos organizados por la  AFA,  periodista deportiva y actual entrenadora de fútbol femenino, además de una ferviente militante en favor de los derechos de la mujer. La historia comenzó allá por el 2007, cuando un grupo de entrenadoras norteamericanas (donde el fútbol tiene igual o quizás mayor importancia que para los hombres) vino al país a realizar clínicas de fútbol femenino y tareas de ayuda social. Se encontraron con Mónica y su equipo y formaron juntos el programa “Goles y metas”, con el fin de promover el deporte y otras actividades sociales, educativas y culturales dentro de la Villa 31, situada en el barrio porteño de Retiro.

El programa fue creciendo y las chicas de la primera camada decidieron bautizar a su grupo bajo el nombre de “Aliadas de la 31”. Luego, con la ayuda de algunos programas sociales, las chicas dividieron las actividades en dos: la parte de entrenamiento futbolístico por un lado, y la de un espacio grupal por el otro, donde tratan temas internos sobre  prevención en salud, derechos de la mujer, asistencia a víctimas de violencia de género y organización de viajes, entre otros. Así, en 2011, con la idea de que el proyecto siguiera creciendo crearon una asociación civil que fue bautizada con el nombre de “La Nuestra Fútbol Femenino”, desde entonces el sostén legal de “Las Aliadas de la 31”.

“La barrera cultural que existe para la aceptación de que una mujer pueda jugar al fútbol es aún grande, pero siento que hubo avances.», afirma Mónica.

 

“La barrera cultural que existe para la aceptación de que una mujer pueda jugar al fútbol es aún grande, pero siento que hubo avances. No es lo mismo que hace unos años. Hoy, en la ciudad hay muchos grupos de mujeres que salen de laburar y se alquilan una cancha para jugar entre ellas. Otros ejemplos de los avances que veo, ya dentro de la Villa, es que las nenas más chiquitas ya vienen a entrenar con ropa de fútbol; también algunas parejas, o familiares hombres de las chicas más grandes vienen a ver las prácticas mientras cuidan de los hijos más chiquitos al costado de la cancha. Eso es un cambiazo. Es una forma de pasar la barrera cultural de la que estamos hablando”, dice Mónica.

En “La Nuestra” participan grupos de niñas de 6 a 12 años, y también otro grupo de chicas más grandes, sin límites de edad. En total suman 70 mujeres. Todas viven en la Villa 31 y entrenan bajo las órdenes de un equipo de cinco entrenadoras en la hermosa cancha de fútbol 9 del Barrio Güemes, la que a fines de 2010 se le reacondicionó con césped sintético.

Actualmente, las chicas cuentan con el apoyo de un colectivo feminista compuesto por trabajadoras sociales, sociólogas y psicólogas que también las ayudan a registrar la historia de todo lo que viven en el día a día.

La Nuestra, fútbol femenino de la Villa 31, CABA. 20 de Octubre 2015. Foto: Laura Pasotti

» A mí el fútbol siempre me gustó pero mi familia no aceptaba que lo jugara por esas cosas del machismo y del prejuicio. Hasta mis amigos me decían “la cholito”, “la marimacho” y esas cosas», admite Constanza Rojas.

Una de las valientes jugadoras del grupo es Constanza Rojas. “El fútbol fue como una liberación para mí, me abrió la cabeza para muchas cosas -cuenta-. A mí el fútbol siempre me gustó pero mi familia no aceptaba que lo jugara por esas cosas del machismo y del prejuicio. Hasta mis amigos me decían “la cholito”, “la marimacho” y esas cosas. También hubo un tiempo en que me desvié del buen camino y me metí en el mundo de la droga y la delincuencia. Hasta que un día estaba al costado de la cancha y le pedí de jugar a Monica. Y acá estoy, fui saliendo de a poco de ese mundo, me fui enganchando con el grupo, me fue gustando y me quedé. Por suerte pude terminar el secundario, también conseguí trabajo. Tuve mucho apoyo de todas las chicas”.  “Conti”, como le dicen, tiene 24 años y, además de jugar, entrena un grupo de varones desde hace algunos años y está haciendo el curso de entrenadora.

Otra de las chicas del equipo es la simpática y divertida Karen Marín. Tiene 19 años y le dicen con mucho cariño “Pollo”: “El fútbol me ayudó mucho en la vida. Yo era muy tímida, no salía de mi casa. No tenía amigas y ahora tengo un montón. Además, lo mismo que a otras chicas, en mi casa no gustaba mucho que jugara al fútbol, no lo aceptaban. Hasta que un día estaba viendo una práctica porque tenía una amiga ahí  y ‘Conti’ me invitó a jugar. Y de ahí no largué más, nunca falté. Ahora pienso que soy más sociable … hasta tuve la suerte de conocer Alemania gracias a las chicas y eso es algo que voy a estar siempre agradecida”.

A mediados de este año, algunas chicas del grupo fueron a un torneo de fútbol femenino que se hizo en Berlín, Alemania. Además de jugar, las futbolistas participaron de actividades donde se abordaron temas como los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Asistieron chicas de muchos países  y la idea era jugar en equipos que mezclaran diferentes nacionalidades. El encuentro se llamó “Sin fronteras” y se organizó para analizar la problemática actual que vive Europa por la crisis migratoria.

El equipo de «La Nuestra» con Mónica Santino en el centro de la formación.

“Fue muy linda experiencia. Era mi primer viaje al exterior, las chicas eran muy cariñosas. A pesar de no hablar el mismo idioma, te entendías solo con mirarte y por los gestos. Todo era un clima muy amable. En mi equipo había chicas griegas, de Israel, de Egipto, africanas. A mí me decían “Chicken”. Como acá en el barrio me dicen ‘Pollo’, lo tradujeron al inglés, era muy gracioso”, dice Karen.

El viaje duró 10 días, entre junio y julio de este año. “Berlín es otro mundo, la ciudad, la comida, las calles. Había muy pocos policías, no veías robos y eso que la gente de ahí toma cerveza de lunes a lunes, jaja”, agrega Constanza.  Además del fútbol hubo talleres comunitarios, espacios de debate y conciertos musicales. Hasta hicieron un álbum de figuritas con las caras de las jugadoras, como los que suelen coleccionar los chicos con imágenes de futbolistas profesionales. Ahora piensan en replicar ese mismo evento el año que viene aquí en Argentina, pero solo para países de Latinoamérica.

La Nuestra, fútbol femenino de la Villa 31, CABA. 20 de Octubre 2015. Foto: Laura Pasotti

«El fútbol actúa también como una herramienta para combatir la violencia de género. Apropiarte de un juego que históricamente fue de los hombres, que puedas crear un grupo de pertenencia y que puedas entrar a una cancha, parar la pelota, levantar la cabeza y dar un pase hace que tu autoestima crezca», resalta Mónica Santino.

Mónica tiene en claro la importancia del fútbol para generar nuevos vínculos y puentes que puedan ayudar a muchas chicas a tener una vida mejor: “El fútbol actúa también como una herramienta para combatir la violencia de género. Apropiarte de un juego que históricamente fue de los hombres, que puedas crear un grupo de pertenencia y que puedas entrar a una cancha, parar la pelota, levantar la cabeza y dar un pase hace que tu autoestima crezca. Y esto es aún más complicado cuando vivís en una situación de exclusión social, por eso es más meritorio lo de las chicas.  Cuando ellas se dan cuenta  de que jugando al fútbol, rompieron todos los prejuicios; luego es muy difícil que te conviertas en una víctima de la violencia.  Como entrenadoras, y a través de nuestra experiencia, podemos decir que las mujeres que pasan por aquí es muy difícil luego que se conviertan en víctimas de violencia de género”. Y  agrega:  “Cuando están jugando en la cancha, uno de los espacios públicos más importantes del barrio,  se apropian del lugar, es como que están rompiendo un paradigma y eso da mucho orgullo de poderlo contemplar”.

Poder ganarse su espacio en la mejor cancha del barrio no era una tarea sencilla para las mujeres. Tuvieron que pasar algunos momentos feos, pero con perseverancia y firmeza hicieron valer sus derechos y se ganaron el espacio para poder entrenar. “Siento que nos ganamos un reconocimiento y un respeto de los chicos del barrio; ahora nos preguntan cuando entrenamos, cuando jugamos torneos, cómo salimos, algunos hasta nos alientan desde afuera, eso es muy lindo” dice Conti. Y hasta se dieron el lujo de ser unas de las protagonistas de una película que habla del proyecto de las chicas y que fue exhibida en el festival BAFICI 2014: “Mujeres con pelotas

La Nuestra, fútbol femenino de la Villa 31, CABA. 20 de Octubre 2015. Foto: Laura Pasotti

“Tampoco nos gusta que nos utilicen políticamente y hubo algunas situaciones donde percibimos esa intención y nos corrimos a un lado”, afirma Santino.

 

En los últimos años,  la agrupación participó de algunos programas de inclusión social y de becas, algunos otorgados por parte del Gobierno de la Ciudad y otros del Gobierno Nacional. Pero según Mónica, varios de estos programas no cumplieron completamente con sus deseos y expectativas: “Tampoco nos gusta que nos utilicen políticamente y hubo algunas situaciones donde percibimos esa intención y nos corrimos a un lado” . Para ella, si bien se ha crecido bastante en los últimos años respecto al comienzo, hay una falla por parte de los distintos Gobiernos en la concepción de lo que ella llama “Deporte Social”.  “Ojalá las diferentes ayudas que nos dan se puedan mantener en algo estable en el tiempo -dice-, allí es donde digo que quizás al Estado le falta una vuelta de tuerca. Deporte social no es venir un día, hacer un torneo, regalar pelotas, camisetas, te sacas la foto con los pibes alrededor y después te vas.  Pienso que para hacer algo interesante y más organizado tampoco se requiere de mucha inversión”.  Ya pensando en proyectos e ideas a futuro, Conti agrega: “Nos gustaría que nos den la posibilidad de tener una salida laboral y también que nos otorguen un terreno para fundar nuestro propio club, que se llamaría  La Nuestra, claro”.

Las mujeres y el fútbol

Las mujeres y el fútbol

Según una investigación realizada en el marco del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires “desde la década de los veinte, aproximadamente, el fútbol forma parte de la genealogía masculina de nuestro país. Desde entonces un padre tiene para transmitirle y heredarle a su hijo varón tres blasones identificatorios: un nombre, un apellido y una camiseta”. Entonces, ¿Cuál es el lugar que ocupan las mujeres en este deporte?

Si recorremos las canchas de papi fútbol que existen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, vamos a encontrar un espacio cada vez más ocupado por mujeres: “Nosotras jugamos todos los domingos a las 19, y así como nosotras, hay muchos más equipos de chicas que alquilan canchas y juegan de forma regular”, comentan las integrantes de Mami Fútbol, un grupo de más de diez mujeres que se junta una vez por semana para divertirse y transpirar la camiseta. De la misma forma en que vemos las canchas de fútbol 5, antes monopolizadas por los hombres, con presencia femenina, también encontramos mujeres en los clubes grandes de la Ciudad. Éstos incluyen en sus programas la participación del género femenino en este deporte. Allí, las jugadoras arman un equipo que compite en distintos torneos, con la posibilidad de acceder a la selección nacional de fútbol femenino, tanto de cancha de 11 como de fútbol 5. Sin embargo, esta participación intensiva es bastante reciente.

Torneo Amateur en Costa Salguero

Torneo Amateur en Costa Salguero

Mayra Suárez, ex jugadora de futsal -o fútbol de salla- de Racing Club, comenzó en este deporte a los 8 años, en 1994, jugando en un club de barrio. “Concurría dos veces por semana y solo realizábamos algún partido amistoso con otro club de barrio vecino porque no había muchas chicas que practicaran este deporte. Continúe todos los años jugando por diversión. (…) Ahora es más fácil armar un equipo entre amigas porque el futsal femenino está de moda”. Explica que “en general todos los clubes se manejan con una escuela de fútbol femenino donde seleccionan dos niveles, uno para conformar la reserva, en general con chicas más chicas, y otro para conformar el equipo de primera”.

Por su parte, Ginger Gentile entiende que la posibilidad de participación para las mujeres en este deporte es distinta a la de los hombres. La clave está en la infancia: “Las chicas son convocadas de grandes, no hay infantiles. Y es que el fútbol es un negocio (…). Sería bueno quizás que el fútbol masculino, especialmente el fútbol infantil, también mire el fútbol femenino, queremos más recursos para las chicas pero no sé si sería bueno exponerlas, como tampoco es bueno exponer a un chico de cinco años en una situación de jugar profesionalmente”.

El vínculo con las familias

Mayra Suárez cuenta que su familia siempre la apoyó: “Ellos escucharon mis deseos por jugar este deporte. Creo que me ayudó tener una madre sin ningún tipo de prejuicios, con la mente abierta y que observaba mi pasión por este deporte (…) Quizás el prejuicio era más social, cuando le contabas a alguien que practicabas este deporte. Esos prejuicios se disipaban cuando algún conocido me venía a ver y se daba cuenta de la femineidad y el respeto con el cual enfrentábamos a nuestros rivales”.

Torneo Amateur en Costa Salguero

Torneo Amateur en Costa Salguero

Para otros sectores, sin embargo, no es tan simple alejarse de los roles que las familias asignan. En el caso de las chicas de la villa 31, retratado en “Mujeres con pelotas”, estas desigualdades se reproducen en las propias casas de las chicas, en donde el fútbol es visto como un deporte de hombres, y las primeras que levantan la voz en contra de la participación de las chicas, son sus madres. Ginger Gentile cuenta “Las chicas decían que no podían jugar por el machismo, por los hombres, pero cuando preguntábamos quién, con nombre y apellido, las respuestas eran: ‘mi mamá’, ‘mi tía’, ‘mi hermana’”.

Los medios de comunicación también colaboran para que esta visión de la mujer en el hogar no se modifique. Carolina Zanino, Delegada de Géneros de la Junta Interna  de la  Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), del sindicato del Ministerio de Economía de La Nación entiende que “Los medios de comunicación son un espacio clave. Uno ve las publicidades y siguen siendo las mismas que en la década del 60. El rol de la mujer ahí sigue siendo igual, sobre todo las que son de limpieza (…) Entonces, a nivel cultural sigue existiendo una discriminación hacia la mujer. Y después está el tema de que los hombres no se lo tienen que tomar a la defensiva, que el cambio tiene que ser entre todos. Esto implica como un desequilibrio para algunos hombres porque, ¿qué significa ser hombre: mantener, significa ser fuerte, no llorar? Eso también se revoluciona y ellos también tienen que hacer un esfuerzo como para reubicarse en su masculinidad y en su ser hombre. Eso significa para ellos una pérdida de privilegios, por eso es importante la participación tanto de hombres como de mujeres”.

Esta visión sobre los roles que desempeña cada género sigue siendo la predominante. En la actualidad muchos chicos siguen llevando la bandera de la masculinidad futbolística. Laura Elinger, integrante de Mami Fútbol, trabaja en la Casa Popular “Vientos del Pueblo” perteneciente a la agrupación política Patria Grande, ubicada en el barrio de Barvanera. Allí realiza apoyo escolar y recreación para chicos de entre 6 y 9 años. Cuenta que en una de las salidas a la plaza, chicos de seis años no querían pasarle la pelota porque decían que las mujeres no juegan al fútbol. Laura les explicó que ella era mujer y también jugaba al fútbol. Ahora la invitan a ser la arquera del equipo.

Partido amistoso en Villa Crespo

Partido amistoso en Villa Crespo

Panorama social

“Mujeres con pelotas” le da la palabra a varios especialistas en la materia, y una visión que predomina es la de justificar la exclusión de las mujeres en el fútbol por causas “naturales”, ya que es un deporte de fuerza y no es posible igualar las posibilidades de las mujeres con las capacidades de los hombres. Para Ginger Gentile, el problema no es natural, “(…) lo que pasa con las chicas es que faltan años de entrenamiento. Muchas empiezan a jugar a los 16, o un poco antes. Para mí la respuesta sería que todos los clubes que tienen fútbol infantil, hagan todo mixto. Para ya tener un programa de entrenamiento que existe, y no tener que abrir una escuela de fútbol femenino”, que lo único que hace es mantener la diferencia.

De la misma forma lo interpreta Carolina Zanino, quien muestra un panorama más amplio para intentar encontrar el origen de la discriminación de las mujeres en este deporte. Y es que el tiempo que las mujeres pasan fuera del trabajo, es ocupado por otro trabajo, uno no remunerado: “Hace poco el INDEC publicó una encuesta que me parece sumamente importante, que está bueno que se haya hecho la primera acá en Argentina, sobre usos del tiempo. Lo que hace es comparar cuántas horas de trabajo le dedican hombres y mujeres de todas las edades, al trabajo no remunerado que es: cuidado de los chicos, limpieza, hacer las compras, cuidado de ancianos, etc. Los resultados de esa encuesta son que las mujeres dedican el doble de horas que los hombres (6 y media sobre 3 horas diarias) a este trabajo”.

Torneo Amateur en Costa Salguero

Torneo Amateur en Costa Salguero

Falta de tiempo, miedo, negativas en casa, rechazos en los clubes, falta de presupuesto, discriminación, son algunas barreras que debe derribar una mujer para jugar al fútbol. La posibilidad de acceder a este deporte es también la posibilidad de cambiar el rol que debe representar la mujer en la sociedad, en el hogar, en la cultura.

Hoy se pueden encontrar cada vez más mujeres que juegan al fútbol, ocupando estos espacios antes exclusivos de los hombres, usando su tiempo para divertirse. Sin embargo, los datos oficiales indican que aún hay cosas para cambiar.