“Un conflicto con muchas aristas pero que sigue siendo territorial”

“Un conflicto con muchas aristas pero que sigue siendo territorial”

El periodista y corresponsal en Medio Oriente, Ezequiel Kopel, analiza el conflicto bélico que involucra a Israel, Irán, Hamas y Hezbolláh. ¿Es posible la paz?

Franja de Gaza tras el bombardeo israelí del 10 de octubre de 2023.

Ezequiel Kopel, periodista y autor de los libros “Medio Oriente, lugar común” y “La disputa por el control de Medio Oriente” (ambos por Capital Intelectual) habló con ANCCOM acerca de su mirada sobre el conflicto que enciende las alertas en todo el mundo.

Definiste al conflicto entre Irán e Israel como una “guerra entre las sombras” que data desde principios de la década de 1980. ¿Cuáles considerás que fueron algunos de los hechos clave en este conflicto para llegar a la situación que se vive hoy en la región?

Creo que son tres o cuatro hechos. En primer lugar la decisión de Irán de crear o potenciar el Hezbolláh en el Líbano; en segundo lugar la acción de Estados Unidos de  terminar con el régimen de Sadam Husein en Irak, lo que le permitió a Irán sacarse de encima a su enemigo más jurado y hacer un sistema territorial de alianzas más contiguo. Ya tenía el Hezbolláh en Beirut y las mejores relaciones con Bashar al Assad en Siria, con la caía de Husein empezó a tener las mejores relaciones con las milicias chiitas en Irak. En tercer lugar, la decisión de Irán de desarrollar armas de destrucción masiva. Israel ya las tiene, tiene armas atómicas, y piensa que si Irán también las tendría, cambiaría el balance del poder en la región.

Irán ha buscado expandirse no sólo a través del poder de fuego y de decisión, sino a través de alianzas con Hamas y Hezbolláh para crear un “anillo de fuego” que le permita rodear a Israel. Luego de los ataques del pasado 1 de octubre en Jerusalén y Tel Aviv, y la temida respuesta de Israel, ¿dónde lo ves parado a Irán hoy?

Lo veo amenazado en su propia estrategia, en ese “anillo de fuego” alrededor de Israel, que desarrollaron tan pacientemente. Se vio que tenía cierto límite de poder ya que si bien Israel fue golpeado por los cohetes y misiles del Hezbolláh, todo ese acoso no lo hizo cambiar su política. Yo creo que Irán en este momento está re-evaluando su estrategia a partir de que Israel le cambió la estructura de la disuasión mutua, con acciones como el ataque al consulado en Siria y matando a los principales líderes de sus grupos, como ocurrió con el líder de Hamas en Irán. Creo que Irán no encontró ninguna manera para contrarrestar ese tipo de ataques o para volver a ganar la disuasión.

“En Israel la guerra une y la paz divide” mencionaste en diversas entrevistas, en relación al hecho de que la supervivencia política del gobierno de Benjamin Netanyahu en Israel está ligada a que siga la guerra. ¿Cómo ves al gobierno de Netanyahu y su relación con Estados Unidos?

Yo hace un año creía que Netanyahu no iba a sobrevivir un año después de lo ocurrido bajo su mando el 7 de octubre, considerando lo importante que es la seguridad para los israelíes. Hoy pienso diferente, creo que su gobierno se volvió fuerte al decidir iniciar el contraataque contra el Hezbolláh, cuando la situación en Gaza ya no presenta una amenaza real para Israel. También, de alguna manera, logró cierto “apoyo silencioso” del espectro de centro y centro-izquierda israelí. En cuanto a lo que es el ala principal que mantiene su gobierno, que es el ala de derecha, Netanyahu no parece decidido a hacer un acuerdo de intercambio de los secuestrados israelíes por los prisioneros palestinos si eso implica el desarme de su gobierno, como ha amenazado el ala de extrema derecha. Entonces, su gobierno en este momento se ve estable y con posibilidad, increíble, de terminar su mandato. A pesar de todo, incluso de ciertos vaivenes que han sido muy pequeños, la alianza de Biden y Netanyahu ha sido una de las más fuertes entre un presidente estadounidense y un primer ministro israelí de toda la historia. A pesar de las declaraciones oficiales y no oficiales de Biden, como se dice, los jugadores se ven en la cancha y el apoyo de Estados Unidos ha sido total e incluso más fuerte de lo esperado en algunos casos. 

¿Creés que esa frase, vinculada a lo político, tiene su eco en lo social, en el pueblo israelí? ¿Existe una brecha en la población en torno a este tema?

Sí, por supuesto. Cuando la pronuncio, la pronuncio para definir a la sociedad israelí y no solamente a la política. Yo creo que existe una brecha en torno al liderazgo de Netanyahu, pero no existe una brecha o una oposición tan grande a las acciones israelíes en Gaza y mucho menos a las acciones israelíes en el Líbano, la mayor parte de la población está articulada en un apoyo.

¿Cómo considerás que evolucionará en el corto plazo la situación, tanto en la franja de Gaza como en el sur del Líbano?

Creo que la situación humanitaria en Gaza puede evolucionar de una forma mucho más terrible de lo terrible que está la situación al día de hoy. En cuanto al Líbano, para mí hay que ver cómo el Hezbolláh se reagrupa luego de la muerte de casi todos sus líderes, y por supuesto ya ha demostrado que tiene esa capacidad. Aunque Israel haya logrado decapitar su liderazgo por miedo a su crecimiento, creo que el Hezbolláh se puede convertir en un actor bastante peligroso para Israel. Si vuelve a su antigua condición de guerrilla, con los israelíes dentro del Líbano, se puede convertir en un enemigo, no digo formidable, pero uno que puede desgarrar o lastimar bastante a Israel.

No hay ninguna posibilidad para un acuerdo de paz mientras Israel ocupe territorio palestino.

Ezequiel Kopel

¿Qué condiciones deberían darse para un acuerdo de paz viable?

No hay ninguna posibilidad para un acuerdo de paz mientras Israel ocupe territorio palestino. Todas las anteriores ofertas de entrega de cierto territorio palestino, fueron menos del mínimo histórico que los palestinos pretenden y lo único que ha logrado eso es perdurar un conflicto que tiene muchas aristas pero sigue siendo mayoritariamente territorial, incluso luego del 7 de octubre.

¿Qué análisis hacés del posicionamiento pro-israelí del gobierno de Milei?

Tiene que ver con la visión geopolítica de Milei, donde Israel es parte de lo que él denomina las “fuerzas del cielo” y todos sus enemigos son “el mal”, donde no hay matices con respecto a la ocupación de Israel sobre otros o sus actos pasados. Me parece que se vincula con el mundo geopolítico que ve entre “buenos y malos”, cree que es una declaración o un alineamiento con ese lado del mundo.

Desde tu trabajo como corresponsal y periodista, ¿cuál es tu mirada acerca del rol de las mujeres en la guerra? ¿Constituyen fuentes valiosas de testimonios en estos contextos?

Son las heroínas silenciosas. Muchas veces sus testimonios son más anónimos porque también en esas sociedades si bien pueden ser el respaldo y las que mantienen la familia y muchas otras estructuras ante la posible desintegración, siempre están amenazadas en cuanto a lo que dicen y hacen, bajo una “mirada reguladora” de lo que podríamos llamar “el hombre en Medio Oriente” y eso limita su voz.

Muchos movimientos de mujeres activistas como “Mujeres activan por la paz” (israelíes) y “Mujeres del sol” (palestinas) trabajan en conjunto para una mayor participación y representación de las mujeres en la prevención, gestión y solución de conflictos. ¿Es una utopía aspirar a ello? ¿Es posible pensar que su participación puede contribuir a generar cambios significativos?

Si bien es conocida la cantidad de mujeres, en su mayoría ancianas, que participan en organizaciones israelíes que buscan controlar que no haya abusos de soldados contra palestinos en los checkpoints israelíes en Cisjordania o las históricas “Women in Black” que se oponían a la presencia israelí en el sur del Líbano, son grupos muy pequeños con una influencia muy acotada. Las colaboraciones de los dos lados entre palestinas e israelíes, por ahora siguen siendo participaciones pequeñas porque muchas veces el tribalismo o las coincidencias nacionales terminan imponiéndose sobre la solidaridad. Hoy se ven grupos, no sólo de mujeres, de israelíes y palestinos que buscan colaborar para una posible solución pero son muy pequeños.

 

Afganistán: el corazón de un mundo en disputa

Afganistán: el corazón de un mundo en disputa

Después de 20 años de ocupación militar, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acordó la retirada de las tropas estadounidenses del territorio afgano, seguido por las de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Ubicado en el corazón de Asia, Afganistán representó históricamente un terreno de disputa entre las distintas potencias, debido, principalmente, a su estratégica posición en el mapa. De este último conflicto entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética, se desprende el origen de la organización talibán, que ahora gobierna por completo el país e impone la ley islámica, a pesar de los intentos occidentales fallidos de instaurar una democracia.

“El problema de este tipo de sociedades es que no están acostumbradas a vivir en democracia o en libertad, porque siempre han estado dominadas o luchando por alguien”, señala Emilio Rufail, docente especialista en Estudios Árabes e Islámicos y director del Observatorio de Medio Oriente de la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Y aclara: “No es que esta gente no tenga una cultura política, sí la tiene y bastante articulada, lo que pasa es que es muy diferente a la nuestra. En Afganistán hay muchos problemas sectarios”. La multiculturalidad –la existencia de distintas etnias– sumada a la religión y las costumbres, hace difícil establecer un acuerdo social que no involucre las armas.

“Gran parte de los afganos van a seguir pidiendo la intervención de Estados Unidos”, sostiene Ezequiel Kopel, periodista experto en Medio Oriente. “La sociedad afgana cambió, como también el mundo, y los talibanes tienen que mostrar otra cara ante sus vecinos”. La pregunta del millón es qué sucederá con las mujeres, al aplicarse una ley islámica fundamentalista y una lectura del Corán que Rufail caracteriza como “antojadiza”. A pesar de la intervención, los talibanes siempre controlaron una parte del territorio en Afganistán y el dominio en esas zonas fue con mano de hierro, pero Kopel subraya que “una cosa es controlar territorios como grupo insurgente y otra es controlar un país”.

Entre 1979 y 1989, los soviéticos ocuparon Afganistán y este hecho trajo aparejado uno de los mayores problemas de refugiados del siglo XX. Kopel cree que volverá a repetirse, estallando probablemente en 2022. “Todos los países intentan que otro sea la contención de la llegada de refugiados afganos, sobre todo si el talibán muestra esa cara violenta que muchos esperan. Estados Unidos, luego de la ocupación, tiene un deber moral. Pero la responsabilidad no es sólo de los estados occidentales, sino de todos”, concluye.

Rufail coincide en el drama humanitario que se avecina, pero afirma que era algo previsible: “Hace una década, en la lista de refugiados, estaban los sirios a la cabeza, pero muy cerca de la cantidad de sirios venían los afganos, porque la mayor parte del país estaba tomada por los talibanes. Ahora le prestamos atención porque sucede de una manera brutal, pero para los que estudiamos estas cuestiones no nos sorprende”.

 

Ruta de la seda

¿Cómo logró financiarse la organización talibán durante los veinte años de intervención estadounidense? Convirtiéndose en uno de los principales productores de adormidera y exportando sus derivados, entre ellos, el opio y la heroína. Antes de la intervención de Estados Unidos, los jefes talibanes prohibieron el narcotráfico, una de las actividades más lucrativas que tenían. Sin embargo, luego de 2001, se reapropiaron de la producción de drogas: “Controlando ese tipo de actividades ilegales han logrado financiar esta guerra”, opina Rufail.

A pesar del negocio del narcotráfico, la potencial fuente de riquezas de Afganistán se encuentra bajo tierra, en forma de importantes reservas mineras y petrolíferas. La República Popular China ya ha puesto el foco en negociar acuerdos con los talibán para invertir en la extracción de estos recursos y además consolidar el vínculo entre países. A cambio, la relación diplomática exige que regulen los niveles de violencia, sobre todo, con su propia sociedad civil. “Asia es hoy el corazón del mundo, la mayor parte del mercado mundial. Entonces, que allí haya conflictos, no es una buena señal para el clima de negocios. Si bien la presencia de Estados Unidos no era simpática para muchos países, traía una especie de status quo. Ahora hay que mirar cómo eso se rediseña, con los rusos y los chinos buscando sacar mayor tajada de esto”, señala Rufail.

“Rusia y China buscan moderar a Afganistán para que no sea un foco de conflicto en el oeste de China –con la que comparte frontera– y en Rusia, donde hay mucha población musulmana. No quieren que los talibanes alimenten el fundamentalismo musulmán”, destaca Gabriel Merino, doctor en Ciencias Sociales e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Tanto Rusia como China buscan mejorar el vínculo euroasiático y avanzar en una suerte de nueva ruta de la seda, integrando a Afganistán. En 2001, un par de meses antes de la ocupación estadounidense, fue creada la Organización de Cooperación de Shangai, que reúne a países de Asia y Europa. Actualmente, la organización ha crecido mucho y es vista por Occidente como una “OTAN paralela”, asegura Merino, provocando la alarma en Occidente.

 

De Kabul a Latinoamérica

Según Merino, nuestra región se encuentra en una tensión dentro del nuevo mundo multipolar, donde potencias contrahegemónicas como China ganan posiciones, mientras que Estados Unidos experimenta un proceso de declive relativo. Con énfasis en este último término, Merino explica que el cambio no es absoluto ni catastrófico, sino que se acomoda a otro mapa de poder: “Es una situación de disputa y de puja, que abre distintas perspectivas y escenarios”.

La nueva política exterior de Estados Unidos con Latinoamérica –Argentina incluida– busca recomponer el diálogo que fue dañado por el ex mandatario Donald Trump, y generar negociaciones a cambio de posiciones: “Van a tratar de retomar una hegemonía en el sentido de la palabra, que no sólo es poder y fuerza, sino también generar consenso. El tema es si lograrán hacerlo, porque hay muchos incentivos en la región para ir hacia otras direcciones”. Rusia y China pugnan por incorporar en la nueva ruta de la seda a países de América Latina. Incluso se prevé el ingreso de Argentina, ya que el país cuenta con una alianza estratégica e integral con el gigante asiático, algo que es visto por Washington como «una amenaza”, en palabras de Merino.

Para el investigador, la retirada de Estados Unidos y el ascenso de los talibán son un síntoma más de la crisis de hegemonía y del deterioro del neoliberalismo financiero. Su impacto en América latina choca con los esfuerzos de la región de avanzar como polos de poder emergentes y autónomos de Estados Unidos, a través del desarrollo de fuerzas productivas propias. “América Latina está en tensión entre una situación que genera más oportunidades para avanzar en este mundo multipolar con un proyecto autónomo de desarrollo, y las condiciones son cada vez más propias en ese sentido, o una subordinación y mayores presiones de Washington para mantener su hegemonía en la región”.

Según Merino, tanto la pandemia como la gran crisis a largo plazo que el mundo atraviesa, agudizó las tendencias de deterioro de Occidente y Estados Unidos. “No hay condiciones para la construcción de una hegemonía estadounidense, en todo caso lo que hay que observar es cómo Estados Unidos se va a plantar en este nuevo escenario o qué estrategia va a trazar para frenar su declive relativo y disputar contra sus adversarios”. En todo caso, faltan años para que se reconstruya una nueva hegemonía mundial. Y aún queda atravesar períodos de crisis, de disputas, de fuertes antagonismos e insubordinación de las periferias, como América latina.