Abr 8, 2021 | Comunidad, Novedades

“Obligar a las familias para que sus hijos concurran de manera presencial es ponerlos en una disyuntiva entre el derecho a la educación y el derecho a la salud y la vida”, resume Carolina Fabrizio. La integrante del colectivo “Familias por la Salud Colectiva” presentó ante la justicia porteña un amparo contra el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que los y las estudiantes no tuvieran la obligación de asistir presencialmente a las aulas y que las instituciones educativas garanticen el acceso a la educación por vía remota.
El reclamo fue presentado por el abogado Hernan Mirasole, integrante de la Asociacion Civil Nace un Derecho, en el juzgado Contencioso Administrativo y Tributario N° 13, Secretaría N° 26, a cargo del juez Guillermo Scheibler. El 5 de abril, el magistrado firmó un acta e intimó al Ministerio de Educación de la Ciudad a presentar, en los próximos 5 días, un informe para saber si tienen un proyecto alternativo en el protocolo para el inicio de las clases presenciales del 2021.
“Así no se puede”
Desde el colectivo explican que es inviable continuar con la presencialidad debido a cuestiones de infraestructura en las instituciones educativas, la poca seguridad de las “burbujas educativas”, la falta de insumos tanto para docentes como para personal de limpieza, la falta de ventilación, las pocas posibilidades de cumplir el protocolo en el caso del transporte público, sanitarios en condiciones precarias, problemas en la aplicación del protocolo en los niñas y niños de jardín de infantes, falta de previsiones para la llegada del invierno, personal docente y de limpieza que no fue vacunado en su totalidad y fallos en los termómetros digitales para tomar la temperatura.
“Esta no es una opinión antojadiza y nos hemos comunicado con expertos en salud, educación, psicología y psicopedagogía” argumenta Patricia Losada, una de las integrantes del colectivo. Este grupo de familiares alega que no están en contra de la presencialidad, siempre y cuando el número de contagios se mantenga en niveles reducidos, y consideran que está en cada padre, madre o tutor o tutora llevar o no a sus hijos o hijas a las aulas, pero piden a las autoridades locales que se abra una vía para que sus niños y niñas puedan cursar de forma remota. “Nos estamos basando en lo que hacen los países limítrofes. En Uruguay y Paraguay se suspendieron y en Chile y Brasil se está pidiendo lo mismo, es decir no es nada extravagante nuestro planteo”, destaca Mirasole.
¿Todos de acuerdo?
A pesar de las diferencias políticas, tanto CABA como Nación acordaron continuar con la presencialidad en las aulas, a las que consideran un espacio de pocos contagios, a pesar de su aumento en el país durante las últimas semanas con un pico que superó los 22.000 contagios diarios. Hace unas semanas, la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, en un programa de televisión planteó la idea de flexibilizar aspectos del protocolo: “Hemos decidido flexibilizar algunos aspectos de los protocolos para que permitan que la organización de la escuela no complique la organización familiar”, señaló la funcionaria. Luego de esa declaración, ANCCOM se comunicó con fuentes del Ministerio de Educación porteño donde desmintieron cualquier iniciativa de flexibilización y aclararon “que el protocolo es bastante claro en los procesos ante un caso sospechoso”. Además, resaltan desde el Ministerio, “la escuela con protocolos no es un lugar donde se reproduzcan los contagios”.
Según datos brindados por el ministerio porteño, durante el primer mes de presencialidad se han reportado más de 1200 casos. Un 60% de los contagiados es personal docente y fueron aisladas más de 400 burbujas escolares. “Hay una idea de que los niños contagian en un porcentaje menor, pero no es así. Se enferman, en menor cuantía pero se enferman. Para las familia no pasa por un número, pasa por personas”, consideró Losada.
Veníamos mal
Una de las críticas que más resalta este colectivo es la deficiencia en materia de infraestructura de las instituciones educativas. Los familiares consideran que esto no es una cuestión que se inició en la pandemia sino que ocurre desde hace años: “Venimos de colegios, que previo a la pandemia, tenían deficiencias. Escuelas donde se cortan la luz, el agua, donde las cooperadoras deben comprar los elementos básicos de higiene. ¿Imaginate en una pandemia? Estos elementos deberían abundar, pero en verdad no están”, explica Fabrizio. También siguiendo esta línea, Losada, que tiene nietos y nietas que concurren a escuelas públicas y privadas, señaló la poca coordinación entre el Ministerio y las instituciones educativas para la aplicación del protocolo: “Se delegó, a los docentes, la implementación y la instrumentación de las medidas y resoluciones”. Según ella, “quienes deberían estar en cabeza de la organización e implementación de los protocolos son las autoridades que han dispuesto este despropósito”. Los padres y madres también destacan que muchas instituciones no cumplen con las distancias entre alumnos y alumnas dentro de las aulas; según el protocolo de la Ciudad entre cada chico y chica debe haber por lo menos un metro y medio de distancia.
Con respecto al transporte, el gobierno de CABA lanzó el programa “Primero la escuela”. Desde el colectivo señalan que esta idea es absurda debido a las condiciones de hacinamiento en las que se viaja en transporte público y el potencial peligro que esto conlleva: “Cabe destacar que esto se realiza en virtud de la preservación de la comunidad, teniendo en cuenta la imposibilidad del cumplimiento de protocolos, en especial en el transporte público, donde se viaja hacinado. Esto es un efecto dominó, que va a terminar perjudicando a la comunidad y es lo que estamos tratando de evitar desde el inicio de esta desgraciada pandemia”, señala Losada.
No comunicación
La ministra de Educación porteña, en la entrevista mencionada, señaló que se comunican con los diferentes grupos de padres y madres a través de encuestas. En este sentido, desde el colectivo Familias por la Salud Colectiva aseguran: “Lamentablemente esto no ha sido así. Lo único que hay son instancias coercitivas para obligar a los padres y madres a llevar a sus hijos e hijas a las aulas. En verdad no estamos en contra de la educación, solo estamos en contra de la presencialidad obligatoria”, indicó Mirasole, para quien debe desterrarse el planteo de que este amparo es de un partido político en especial: “Hay una idea de algunos sectores de llevar esto al terreno partidario, con la idea de un ‘nosotros somos los que bancamos la educación porque bancamos la presencialidad y los que no quieren estudiar son de otros partidos’. Dentro del colectivo hay familiares de todos los partidos políticos. Lo único que pedimos es que haya una opción para cursar de forma remota o que se cumplan de manera efectiva los planteos del protocolo”.
Por último, desde el colectivo advierten que distintos padres y madres han sido hostigados verbalmente con la pérdida de vacantes, la regularidad e incluso con la intervención del Consejo de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescente para que lleven a sus hijos e hijas de manera presencial a las aulas. En este caso, los integrantes apuntan al gobierno porteño de ejercer presión a las instituciones para que se mantenga la obligatoriedad. Uno de los casos estos casos fue el de Lucía, una madre que es paciente de riesgo y que tuvo que enviar a sus hijos a la escuela: “Me advirtieron de que si no enviaba a mis hijos a la escuela después no podría incorporarlos en otro momento del año”. También destacó: “Hay un montón de compañeros y compañeras de mis hijos que tienen problemas respiratorios, pero al no ser un asma severo no los cuentan como pacientes de riesgo. Pero todos sabemos que un pibe o piba que tiene problemas respiratorios, por más que no sean severos, es potencial pacientes de riesgo. Esto para nuestros niños y niñas es enviarlos al matadero”. Mirasole agrega:“Los padres están muy preocupados y angustiados, porque tienen miedo a perder la vacante; por eso están pidiendo que se garantice la virtualidad tanto para los que se encuentran eximidos, según el protocolo, como para aquellos que no aceptan la presencialidad”.
Desde el Ministerio de Educación porteño señalan que las ausencias de alumnos en las aulas por el aumento de contagio “no son significativas” y que las instituciones educativas, por el momento, “no han reportado nada al respecto”.
Durante las últimas semanas, se advirtió un incremento en la tasa de contagiosidad a 1.4 en la escala del índice R, que indica la intensidad de una enfermedad, en niños y niñas de 0 a 18 años. ANCCOM se comunicó con Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, quien explicó: “La tasa de contagiosidad aumentó en todos los rangos etarios que van desde los 0 hasta los 65 años. Eso no ocurrió con los de más de 70 años, producto de la vacunación. El crecimiento se debe al aumento de la circulación y la movilidad. En este contexto, los chicos se mueven más, viajan en transporte público y hacen otras actividades de contacto que los expone más”.
Sued consideró que si los protocolos se respetaran, no debería haber contagio. Para reducir la contagiosidad, los colegios “deben estar ventilados, debe mantenerse la distancia y el barbijo puesto. Si se hace así, no hay por qué preocuparse”. En contraparte, “si no hay ventilación o se amontonan, es claro que va a ver un aumento en la transmisión”.
Mar 2, 2021 | Comunidad, Novedades

Estudiantes, docentes y directivos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires regresaron presencialmente a las aulas después de un año de virtualidad escolar. Según las cifras del gobierno porteño, el miércoles 17 de febrero se abrieron 739 establecimientos de nivel inicial, 886 escuelas primarias y 492 secundarias que suman 370.493 estudiantes sobre un total de la matrícula de 785.152. Sin embargo, al comenzar las clases cientos de imágenes circularon en los medios de comunicación y en las redes sociales mostrando el incumplimiento de medidas básicas de higiene. A esto se le suma los resultados del informe sobre los protocolos escolares realizado en el Observatorio del Derecho a la Ciudad por el Presidente de la organización Jonatan Baldiviezo, en colaboración con la ingeniera María Eva Koutsovitis y el investigador y periodista Alejandro Volkind.
Tras comenzar las clases y durante una conferencia de prensa, Horacio Rodríguez Larreta confirmó la vuelta de la presencialidad escolar como una meta cumplida: “Estábamos convencidos de la necesidad de que los alumnos volvieran a las clases en forma presencial y cuidada. Por eso a principios de noviembre del año pasado asumimos el compromiso y hoy lo cumplimos”. Pero el escenario fue distinto cuando los estudiantes regresaron a las aulas. En conversación con Télam, gremios docentes como UTE y Ademys, así como madres y padres de los alumnos señalaron que la vuelta a las instituciones fue desorganizado y se notó la falta de elementos de higiene y obras de infraestructura sin terminar. La escena contrasta con las millonarias contrataciones que, sin licitación pública, realizó el Ministerio de Educación porteño con cuatro empresas de limpieza, a las que les otorgó casi $1.000 millones de pesos en los últimos seis meses para la vuelta a las clases presenciales.
La coordinadora de la cátedra de Ingeniería Comunitaria de la UBA, María Eva Koutsovitis, diálogo con ANCCOM sobre el retorno de las clases y las contrataciones que hizo el GCBA: “Acá podemos ver la falta de insumos escolares y la precariedad de los colegios, a la par de los negocios que realiza el Jefe de Gobierno”.

El 66% de las aulas no cuenta con ventilación cruzada y sólo el 32% de los bancos son individuales.
Según el informe realizado por el Observatorio del Derecho a la Ciudad, el 5 de septiembre del 2020, el Gobierno porteño realizó contratos con empresas de limpieza por 1.000 millones de pesos y compró insumos por 50 millones para adquirir servicios de provisión e instalación de dispensadores de jabón líquido, papel higiénico y de refuerzo de personal para desinfectar los espacios. “Estas contrataciones fueron prorrogadas en diciembre por dos meses –añade la ingeniea-, lo que implicó un nuevo desembolso de más de 300 millones de pesos, lo que da un total de más de 1.000 millones de pesos otorgados a estas cuatro empresas de limpieza. A esto se le suma las contrataciones directas para adquirir alcohol en gel, máscaras de protección facial, termómetros corporales a distancia, tapetes sanitizantes, guantes y pulverizadores”. Entre las empresas contratadas directamente se destaca Marketing Dimension SA, que ya había sido elegida por el gobierno porteño para brindar el servicio de producción del evento “Buenos Aires Playa 2019”.
Cabe recordar que a fines del 2020 la legislatura porteña sancionó la Ley de Compre Social que beneficia a las organizaciones populares. “Este decreto -explica Koutsovitis- fomenta el trabajo de las cooperativas y de la economía popular a través de las compras que realiza el Estado. Por lo tanto, estos arreglos eran una gran oportunidad”.
La vuelta presencial también dejó en evidencia la falta de inversión en infraestructura escolar: según el análisis presupuestario realizado a principio de año por los equipos de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), el rubro educativo pasó de percibir, en 2015, un 23,1% del total de los gastos proyectados por el Ejecutivo a un 19,4% durante este año. Además, el gremio realizó un relevamiento en más de 600 establecimientos educativos donde evidenció que el 66% de las aulas no cuenta con ventilación cruzada y sólo el 32% de los bancos son individuales. A estos datos, la especialista agrega que “el 60% de los establecimientos tiene un único ingreso y en más del 70% las instalaciones sanitarias son inadecuadas. Hay casos muy emblemáticos, como la escuela N° 19 del barrio Ramón Carrillo, que cuando inició el retorno a la escuela se encontraba sin agua corriente”.

“Vemos falta de insumos escolares y precariedad de los colegios, a la par de los negocios del Gobierno”, dice Koutsovitis.
Como plan de lucha, en las escuelas se conformaron comités de seguimiento integrados por los distintos actores de la comunidad que corroboraron que no estaban dadas las condiciones sanitarias para un retorno seguro. Desde UTE detallaron: «Como lo veníamos sosteniendo, no era posible el eslogan de Larreta: ‘Todos los días, todos los chicos, todas las horas’. Por eso ante el desapego del Gobierno por las normas de cuidado, quienes hacemos posible la educación nos pusimos al hombro en cada escuela esa tarea de protección de estudiantes, docentes y familias. Estuvimos presentes en este inicio de clases garantizando la entrega de alimentos, haciéndonos cargo con nuestros propios ingresos de la conectividad y las clases virtuales. En síntesis: los docentes estábamos listos, los edificios escolares, no».
En las primeras semanas, el último informe difundido por los centros de testeo a docentes de escuelas públicas y privadas da cuenta de 304 casos positivos. En este contexto, Koutsovitis considera fundamental que el gobierno porteño realice un relevamiento detallado de la infraestructura escolar: “Necesitamos que transparente la información y que, de manera consensuada con el conjunto de la comunidad educativa, lleve adelante un programa de adecuación y construcción de nuevos establecimientos garantizando adecuadas instalaciones en los ingresos y egresos con ventilación, bancos individuales en las aulas, señalética adecuada. También se debe asegurar al conjunto de estudiantes y docentes conectividad y equipamiento electrónico adecuados”.
Feb 16, 2021 | Comunidad, Novedades, slider
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires autorizó la vuelta a clases presenciales de la educación inicial, primaria y media para el miércoles 17 de febrero, mientras que el resto del país se sumará entre el 1 y 20 de marzo. Apenas se dio a conocer el protocolo definitivo, surgieron una serie de controversias en relación al tema. Por un lado, quienes quieren una vuelta a la presencialidad urgente. Por el otro, quienes encuentran en la espera una medida responsable. En el medio, una multiplicidad de voces que permiten dialogar y dar un debate más profundo sobre la educación.
Una experiencia de aprendizaje contemporáneo. Así definió Mariana Maggio, Magíster en Didáctica y Doctora en Educación de la UBA, en diálogo con ANCCOM, al ciclo lectivo que está por comenzar. Una experiencia que debe integrar tanto la presencialidad como la virtualidad, que debe -debería- darse en esa doble dimensión. Adriana Puiggrós -política, pedagoga y ex secretaria de Educación- la acompaña en el pensamiento, afirmando que es necesario incorporar la educación digital como un soporte más. Claro, sostuvo, esto implica mucho trabajo: que los docentes estén bien formados, porque si la comunidad de la educación pública no controla la tecnología, la tecnología va a terminar por controlarlos. “Y cuando digo ‘la tecnología’, estoy diciendo ‘las corporaciones productoras de tecnología»’, sentenció Puiggrós.

Maggio insistió en que las propuestas que se lleven a cabo deben poder funcionar tanto en la escuela como en las casas porque este año todavía tiene por delante situaciones complejas. Los escenarios pueden ser cambiantes y la propuesta pedagógica tiene que ajustarse; eso es algo, “que no nos puede tomar por sorpresa”, agregó. Intermitencias por situaciones de contagio; cortes abruptos en caso de nuevos brotes: hay que estar preparados frente a esas circunstancias; “va a ser muy difícil volver atrás”.
Celeste Mac Dougall, profesora, activista y especialista en Educación Sexual, está convencida de que no solo la propuesta educativa incluirá a la virtualidad sino que probablemente, los primeros días, la escuela será exclusivamente un espacio de socialización. Sin embargo, compartió con ANCCOM una preocupación no menor: estar en el aula y en los espacios virtuales simultáneamente implica otro tipo de trabajo. “El tema es que eso no vaya en contra de las condiciones laborales de nosotros como trabajadores”, aclaró. Observó críticamente que “hubo un reconocimiento de la necesidad de la escuela, pero lamentablemente pensada como un espacio de contención de pibes y nada más, no como un lugar de construcción de saberes pedagógicos. Las familias y la sociedad se dieron cuenta del rol clave que tiene la escuela en los chicos, pero eso no se tradujo en un reconocimiento positivo”. Ni reconocimiento salarial, ni reconocimiento de condiciones laborales para los docentes.

En este sentido, Diego Levis -Doctor en Ciencias de la Información y docente- planteó que para poder cumplir con el protocolo y garantizar el distanciamiento en las aulas, habría que dictar más clases. Por lo tanto, implicaría más trabajo para los docentes, sin mejoras en sus condiciones laborales. Al mismo tiempo, Mac Dougall reforzó esa posición: “Nosotros antes de la pandemia ya planteamos que un aula con tantos pibes era un problema y ahora queda más explícito”, sostuvo. Lo que están planteando entonces es que haya reglas claras para sí garantizar una presencialidad donde se asegure la sociabilidad de cada estudiante, sin poner en riesgo la salud de nadie, generando espacios de aprendizajes y al mismo tiempo brindando buenas condiciones laborales para los docentes.
Podemos debatir qué es mejor, qué ventajas o desventajas implica la virtualidad, pero para esas chicas y chicos que perdieron la vinculación con el sistema educativo en 2020, por los lugares en donde viven, las situaciones precarias en las que se encuentran o la falta de acceso a la tecnología, volver al aula implica volver a tener garantizado de un derecho. Maggio planteó que, en este caso, existe una clara urgencia porque nadie se tiene que quedar fuera del sistema educativo. “Me parece que más allá del deseo que tenemos de que los edificios escolares estén abiertos, tenemos que ser cautos respecto de lo que importa”, concluyó.
Respecto a este punto Puiggrós se preguntó cuál sería la diferencia de empezar el 17 de febrero o el 15 de abril. No hay peligro de que se pierda el contenido. En su opinión el problema a resolver sería el llevar a cabo un planeamiento curricular adecuado. “Cualquier sistema educativo que funciona bien, que está actualizado -en cualquier lugar del mundo- está cada vez más abandonando la organización estricta -con contenidos que deben cumplirse bajo cualquier circunstancia en un tiempo predeterminado-. Sino que al contrario, se está avanzando mucho en el sentido de respetar las diferencias de ritmo; diferentes chicos, diferentes comunidades, diferentes necesidades”. Y recalcó que el debate sobre volver a la presencialidad aparece como un tema politizado. “Quiero deponer la discusión sobre si tienen que ir los chicos a la escuela o no tienen que ir los chicos a la escuela. Realmente es una postura acusatoria que me parece que perjudica muchísimo”. Para ella la discusión debería darse en otros términos, como en la posibilidad de cumplir las medidas sanitarias, por ejemplo.
En esta línea, Levis se preguntó con gran incertidumbre: “En las aulas normales, entran unas 30 personas bastante apretadas y tenemos normalmente unos 40 inscriptos (…) Por otro lado, si tenés que desdoblar la población ¿En qué horario? Si no hay aulas ¿Alguien está pensando en eso? Cuando hablan de las burbujas ¿Alguien está pensando en dónde van a poner a los 35 chicos por clase? Implica 17 por curso ¿Dónde pones los otros 17? ¿Hay espacio en las escuelas para eso?”.

Mac Dougall, por su parte, respondió a estas dudas: “No se está pensando nada porque nos están haciendo pensar a los docentes en cosas que no tendríamos que estar pensando, como por ejemplo las condiciones edilicias. Tendríamos que estar pensando cuestiones pedagógicas, sin embargo nos bajan un protocolo en donde nos dicen que nosotros tenemos que garantizar las condiciones sanitarias”.
En lugar de tomar posturas maniqueas como educación presencial sí o no, Levis se preguntó: “¿Qué es ‘esencial’? ¿Por qué los casinos sí y las instituciones educativas no?”.
Lo que podríamos hacer es debatir qué tipo de escuelas queremos, promoviendo un consenso que revalorice lo colectivo, sostuvo Puiggrós. Tanto ella como Maggio insistieron en que es necesario dar este debate. “La pandemia emerge en un mundo que tiene modelos económicos agotados. Tenemos que, no solo discutir lo educativo, sino saber poner en discusión la crisis y los límites a los que se enfrentan distintos modelos y conocimientos disciplinarios”, complementó Maggio. Esto exige que la escuela pueda abordar esas cuestiones, pueda ubicarse como motor de construcción de conocimiento original.

Entonces, ¿A qué nos estamos enfrentando? ¿Qué podemos capitalizar de lo vivido y que nos garantiza volver al aula?
Puiggrós resaltó como positivo el salto y aprendizaje tecnológico por parte de muchos grupos familiares y docentes. Aunque admitió sus limitaciones, y las dificultades como la ruptura de organización horarios, lo que implica docentes que terminan trabajando durante la madrugada y chicos y chicas haciendo la tarea de noche porque durante el día nadie los pudo ayudar.
Por su parte, lo que Mac Dougall pudo comprobar trabajando con adolescentes y la E.S.I. es que en la virtualidad se hizo muy difícil encontrar un espacio para poder hablar: “Hay muchos que quieren hacer consultas respecto de su sexualidad y no se sienten cómodos haciéndolo en su casa”, lo cual sería una desventaja.
Para Puiggrós sería deseable que se capitalizaran todos los aprendizajes de este año. Hay que recuperar el valor del proceso de socialización que hay en la escuela y hay que avanzar desde las ventajas y desventajas que nos plantearon las circunstancias vividas.
Capitalizar lo aprendido y, por qué no, repensar la clase. Si las aulas de los próximos meses van a ser una parte más de la propuesta educativa, deberíamos pensar ese momento ya no como una exposición anclada a un modelo tradicional y memorístico, sino como una instancia para reforzar lo aprendido vía digital. Y buscar la forma, dijo Maggio, de que ese momento de encuentro se convierta en algo que valga la pena vivir.
Ene 18, 2021 | Comunidad, Novedades
Caer en la escuela pública en la Ciudad de Buenos Aires ya era una odisea antes del fallo del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del pasado miércoles 23 de diciembre. Lejos de instruir al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta a cumplir con el artículo 24 de la Constitución porteña –que establece la responsabilidad del Estado de asegurar y financiar la educación pública desde los 45 días de vida–, la máxima instancia judicial consideró que no tiene la obligación de garantizar vacantes antes de los cuatro años, edad de escolarización obligatoria. La decisión del TSJ habilita al Ejecutivo porteño a desentenderse de los 9.120 mil niñas y niños que quedaron fuera de los colegios porteños durante 2019.
Frente a un recurso de inconstitucionalidad de una madre en reclamo de una vacante para su hijo en una escuela pública o la financiación por parte del Estado en una privada, el TSJ desestimó la presentación y dispuso que solo pueden exigir la obligatoriedad de las vacantes quienes no estén en condiciones de hacer frente a la cuota de la educación privada.
Con largas listas de espera, el déficit de vacantes para las escuelas porteñas suma más niñas y niños fuera del sistema público cada año. El nivel inicial, desde los 45 días hasta los 5 años de edad, está en la situación más crítica. Según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), la faltante de vacantes ascendió de 5.629 en 2011 a 9120 en 2019. El Estado se mantiene inmutable ante los miles de chicos que quedan fuera del sistema educativo público. En los sucesivos gobiernos del PRO de Mauricio Macri (2007-2015) y Horacio Rodríguez Larreta (2015-hoy), la situación deficitaria ha persistido.
Desde 2011, ACIJ mantiene un acuerdo con el Gobierno porteño donde el Estado reconoce la problemática de la falta de vacantes y se comprometió a garantizar el acceso a la educación inicial desde los 45 días hasta los 5 años. “Recibimos con mucha sorpresa el fallo no sólo por las interpretaciones jurídicas, que entendemos no son acordes a la normativa vigente, sino porque no reconoce los compromisos y obligaciones que ya había asumido el GCBA”, señala la abogada y co-directora de ACIJ, Constanza Argentieri.
La decisión del máximo órgano trae más elementos que preocupan a la organización civil. El fallo establece un criterio de priorización de vacantes existentes para niños en situación de vulnerabilidad socioeconómica. “Por supuesto que es acorde al enfoque de derechos humanos pero esta decisión viene acompañada de un deslinde de responsabilidad de garantizar la universalidad de vacantes”, expresa Argentieri.
“El fallo le dice al Gobierno de la Ciudad que no necesita seguir avanzando en obras de infraestructura ni que es necesario garantizar vacantes en nivel inicial a todos los niños, sino que simplemente con las vacantes existentes tiene que garantizar este criterio de priorización”, explica la directiva de ACIJ. “Si el Gobierno sigue en esta línea de desfinanciamiento educativo y sin garantizar la totalidad de las obras que tendría que realizar para garantizar las vacantes, podría terminar sucediendo que se establezcan escuelas donde haya solo niños en condiciones de vulnerabilidad y escuelas privadas donde solo vayan quienes pueden pagar la cuota. Esto generaría un sistema educativo absolutamente segregado y discriminatorio”, denuncia.
Con esta decisión, el Poder Judicial porteño no tuerce la dirección de la política educativa de Rodríguez Larreta frente a la faltante de vacantes. Según Argentieri, lo habilita a continuar sin adoptar medidas inmediatas para garantizar la educación del nivel inicial.
Desde la organización esperan que la lista de espera de niños y niñas aumente para este año debido a la pandemia. “Se ha venido pronosticando una migración muy grande de familias de la educación privada a la pública por no tener las condiciones económicas para afrontar las cuotas”, advierte Argentieri. El aumento de la demanda en combinación con la inacción del Gobierno porteño avalada por el TSJ no augura un futuro esperanzador para las familias porteñas que busquen su lugar en la educación pública.
La demanda de vacantes se resuelve con mayor inversión educativa y construcción de más escuelas. Pero los números indican que no hay una voluntad política por resolver la situación de miles de niños y niñas en lista de espera. El presupuesto destinado a Educación en CABA en 2021 es el más bajo de los últimos 9 años. En comparación con el año pasado, la inversión educativa es un 3,9 por ciento menor. Esta cifra resulta peor en comparación con 2019: un recorte del 24,6 por ciento. Y en lo que refiere a infraestructura, el panorama es peor aún. Según el monitoreo que realizan desde ACIJ en el marco del acuerdo con el Gobierno porteño, el Programa de Infraestructura Escolar sufrió un recorte de 71,8% en comparación al anterior.
Fuente: ACIJ (https://acij.org.ar/vacantes–en–la–ciudad–preocupantes–niveles–de–desinversion–educativa–en–el–proyecto–de–presupuesto–para-2021/)
Dic 23, 2020 | Comunidad, Novedades
Matemática es una materia que está en todos los años del secundario de la provincia de Buenos Aires. Con el aislamiento, los docentes bonaerenses tuvieron que adaptarse a la virtualidad, pero ¿cómo hicieron para enseñar esta asignatura?
Algunos profesores no llegaron a conocer a sus estudiantes y así lo describió Marina Coussiur, profesora de matemática en la ciudad de Azul: “No conocer a los chicos es una gran dificultad, lleva mucho más tiempo detectar particularidades a través de la pantalla o leyendo producciones”. Soledad Quiroga, profesora de Matemática en el partido de Moreno, fue contundente al definir su experiencia en el aislamiento: “La enseñanza en la cuarentena fue terrible”.
En un momento en el que se habla tanto de “reinvertarse”, los profesores debieron modificar su forma de dar clases. “Tuvimos que transformarnos en autodidactas por obligación para aprender las herramientas que teníamos y sentirnos cómodos con alguna”, describió Carlos Catalá que es profesor de matemática en Moreno. Por su parte, su colega Patricia Chumbita que trabaja en General Rodríguez, afirmó: “Fue encontrarme con nuevas cosas y con la dificultad de que no sabía manejar mucho internet y tuve que aprender”.
La forma “tradicional” de enseñar Matemática cada vez se utiliza menos en las aulas. Es decir, la manera en que el docente explica, muestra un ejemplo y el estudiante realiza algunos ejercicios similares. Lo que se intenta es que el “hacer matemática” integre el desarrollo de habilidades en los alumnos. Así lo explica Rita Rivas, profesora de matemática en General Rodríguez: “Para comenzar un tema nosotros iniciamos con un problema que incluye o trata de traer los temas que ya hayan visto y hacer algo nuevo con eso”. Este año explicó con videos que graba ella misma filmando la hoja y se lo pasa por whatsapp a los chicos.
Por su parte, Luciana Gómez, que trabaja en la ciudad de General Belgrano, Buenos Aires, también coincide en su forma de enseñar en el aula: “Considero que la Matemática debe ser aprendida por los alumnos en una construcción de sus conocimientos. En la resolución de problemas, ya sea que este venga de la misma matemática o no. Pero para poder hacerlo el alumno tiene que poder interactuar con otros compañeros o bien con el docente para poder discutir, confrontar ideas o pensamientos”. Ahora, durante “la interminable cuarentena”, como ella misma la define, reconoce que “envié un trabajo más bien de actividades a partir de un modelo, de una situación que uno le da y que resulta como un ejemplo a seguir para saber que se espera que hagan en las demás actividades propuestas”.
Marina describe que “en el aula utilicé bastante la deducción para llegar al contenido a partir de una situación problemática” y señaló la nueva manera de hacerlo: “Desde la virtualidad presento el contenido y luego se resuelven actividades y se aplica a algunos problemas”. La profesora de Azul preparó el material teórico con recortes de distintas bibliografías, pero haciendo aclaraciones y explicaciones puntuales. Además acompañó estas producciones con link de videos tutoriales de distintos canales de youtube y semanalmente se encontró a lo largo del año con sus estudiantes a través de classroom o zoom para realizar correcciones.
La posibilidad de tener clases a través de plataformas como zoom o meet no es algo accesible para todos los alumnos. Todos los profesores destacaron como una de las mayores dificultades la falta de conectividad. Ya que algunos estudiantes no poseen internet o computadora por su situación de vulnerabilidad y otros tienen un único dispositivo y tal vez son varios hermanos para compartirlo. Sin embargo, Soledad destaca que “con los grupos de whatsapp, de zoom, de meet o de Messenger empezó a ser un poco más enriquecido”, aunque la plataforma utilizada depende de cada grupo y la conectividad de los estudiantes.
Con el aislamiento se perdió la interacción docente-estudiantes e incluso entre ellos mismos. Así lo destaca Enrique Guirado, profesor en General Rodríguez, Buenos Aires: “Se ha perdido el dinamismo que tiene y necesita una clase de matemática en esa interacción con los chicos que tenemos en el aula”. Carlos también modificó su forma de enseñanza y destacó: “Salimos del docente que toma todas las dudas para ir al docente que va hacia cada punto, hacia cada uno de los chicos”. Y describió: “Los docentes hacíamos de guía, recopilábamos dudas en común para enseñarlas una sola vez en el pizarrón. Salimos de todo eso, a tratar de resolver sus dudas, muchas veces eran las mismas que otros compañeros pero había que explicarlo una y otra vez porque acá está cada uno por separado”.
Coincidiendo con su colega, Soledad señaló: “Los chicos en la presencialidad si no entienden, podés acercarte, te fijás la manera de explicárselo distinto, un montón de veces, hasta que el pibe lo pueda llegar a entender. Pero en esta cuestión virtual, y ellos teniendo este mito de que la Matemática es muy difícil, es complicado”. Mientras que Luciana reflexionó: “Debe haber cierta cuota de autonomía por parte del alumno para que pueda leer o escuchar, analizar y decodificar la situación que se le ha propuesto e iniciar la resolución y los chicos no tienen esa autonomía”. Enseguida, agregó: “Los docentes somos responsables de eso, no hemos sabido enseñarles a resolver las situaciones, o por lo menos iniciar un recorrido para resolverlas sin la necesidad de que los docentes estemos encima diciéndole las cosas”.
Catriel, estudiante de 6° año en General Rodríguez, diferenció la explicación del profesor en la presencialidad y en la virtualidad: “En la presencial la conexión es más directa y rápida. Los primeros dos meses no tuve contacto directo con la profesora más allá de los PDF y algún otro mail. Es distinto aprender con alguien cerca para recibir ayuda en el proceso que tener que esperar semanas o incluso más por una respuesta”. No sólo se tuvieron que adaptar los docentes, sino que “la adaptabilidad de los chicos fue enorme. Fue también difícil para ellos”, señaló Carlos, y reconoció: “Hubo que tratar de encontrar un consenso, un punto en común en el que todos estuvieran cómodos con las herramientas usadas. Fue bastante complicado. De hecho en la mayoría de los casos no se encontró”.
Catriel contó: “Básicamente todo lo hice leyendo en internet y viendo el tema en distintas páginas de Matemática. No tenemos clases por zoom”. En tanto, Lucas, alumno de 4° año de una escuela pública de Moreno, señaló: “La profesora de la escuela manda ejemplos pero hay veces que los entiendo mejor con un video en Youtube”. Soledad, como profesora reconoce que sus videos para explicar “tienen que ser cortos, que no le ocupen a ellos mucho espacio, que les guste y quieran mirarlos”.
Otra de las dificultades fue la corrección. “Los alumnos me mandan un ejercicio hecho y cuando está equivocado no hay posibilidad de tener ninguna didáctica para que se entienda de que se aprende del error. Por lo tanto, puede ser que alguien se enoje al escuchar o algo al recibir una corrección virtual porque no está el trato cara a cara”, aseveró Rita.
Los docentes de Moreno ya tenían una experiencia de suspensión de clases. El 2 de agosto de 2018 tras una explosión por un escape de gas en la escuela N°49, en la que lamentablemente perdieron la vida la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez, los alumnos de las escuelas públicas del distrito no asistieron a las aulas durante ese año. Sin embargo, la situación era diferente. Porque como explica Soledad: “Vos podías ir a la escuela. Se armaban tutorías con horarios y les podías explicar, podías armarte láminas”. Carlos destaca otra gran diferencia con la situación actual: “Los chicos podían juntarse, reunirse para hacer los trabajos. Ahora cada uno tuvo que afrontar su realidad”.
Por último, los profesores hicieron referencia a los contenidos. Luciana contó que “se intentó dar contenidos nuevos pero fue muy difícil y también notamos que resultaba frustrante para los chicos el no entender. El pedir ayuda, el explicarle y seguir sin entender qué hacer con eso”. Por su parte, Enrique reconoció: “Se ha hecho una selección de los temas que necesitamos dar para que los estudiantes estén preparados para el año siguiente”. Carlos también coincide en que “no digo que no hubo conocimientos nuevos. Pero fue tan a cuenta gota lo nuevo con respecto a lo que hubiese sido un año normal o un año con clases presenciales, que no se compara”.
No se compara una clase presencial con las explicaciones por video, audio o texto que puedan dar los profesores a sus estudiantes. Pero ahí está la matemática que sigue siendo la misma pero su enseñanza se trató de adaptar los tiempos que corren y claramente no es nada fácil.