Protesta de los bachilleratos populares

Protesta de los bachilleratos populares

Docentes y alumnos de distintos bachilleratos populares de la Ciudad de Buenos Aires decidieron movilizarse al Ministerio de Educación porteño, el 28 de junio último, para visibilizar sus reclamos y exigir una solución al Estado, tras la falta de respuestas por parte de la ministra, Soledad Acuña.

A pesar del frío, la convocatoria reunió a más de cien personas al ritmo de bombos y cantos originales. Una de las frases más repetidas durante la jornada fue: “No somos privadas ni estatales, somos populares”. Los reclamos comunes a todos los bachilleratos que se leían tanto en las pancartas como en los volantes que diseñaron para la ocasión son: el reconocimiento de los bachilleratos populares por parte de Ministerio, la planta funcional y la titularización docente para todos los trabajadores, la aceptación de las parejas pedagógicas, los boletos y becas para los estudiantes y el financiamiento integral.

Fernando Lázaro miembro de la Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares (CEIP), organización que creó bachilleratos populares en 2004, dijo: “Venimos trabajando junto a otras organizaciones, abriendo `bachis´ populares,  y exigiendo al Estado el reconocimiento de estas experiencias de educación popular”. Según Lázaro, un bachillerato popular es una escuela media para jóvenes y adultos autogestionada por las organizaciones y movimientos sociales, es gratuita. Estos espacios educativos están insertos barrios carenciados, en fábricas recuperadas.  “Los bachilleratos populares desde que nacieron arrancaron su lucha en base a necesidades de abrir escuelas que tenían los vecinos, mientras que el Estado no garantizaba ese espacio para las personas que habían sido expulsadas del sistema educativo tradicional. A partir del funcionamiento mismo de las escuelas comienzan los pedidos por el reconocimiento”, contó Julián Larrea, docente del bachillerato popular de Parques Patricios. “Pensamos a la escuela como organización social y desde hace años venimos reclamando, porque si bien tenemos el reconocimiento de varias de ellas, hay otras que las autoridades nos lo están negando. Hay una decisión del Estado, cada vez está más dura, de no reconocer nuevas experiencias. Hay seis que están aún sin reconocer”, señaló Lázaro. 

“No somos privadas ni estatales, somos populares”, era uno de las consignas que se escucharon en la movilización.

Como representante del bachillerato popular de Parques Patricios y profesor de tercer año en Ciencias Sociales en el barrio Pompeya, Julián Larrea, denunció: “No tenemos ningún tipo de reconocimiento, por lo cual no podemos emitir títulos, ni becas para los estudiantes, tampoco salarios para los docentes, y mucho menos un financiamiento integral”. Esta situación vuelve problemático el trabajo de muchos profesores y la ausencia de materiales torna dificultoso el aprendizaje por parte de los alumnos. Son cincuenta los estudiantes que asisten al bachillerato de Parque Patricios, jóvenes de 18 años hasta jubilados. “La currícula sigue creciendo año a año en tanto el Estado no dé respuestas a la educación para adultos. Las materias que se cursan no son las convencionales, decidimos de manera autogestiva, entre profesores y estudiantes, qué materias vamos a dictar teniendo en cuenta las necesidades mismas del territorio y de los distintos estudiantes que asisten al bachillerato”, explicó Larrea.

Marta Álvarez, tiene 28 años, es de nacionalidad boliviana y comenzó el bachillerato hace tres años en “Casa Abierta”, en la villa 31. Actualmente cursa el tercer y último año del bachillerato en donde enseña Larrea. “Para mí es una buena experiencia poder estudiar, creo que me están dando no solo la oportunidad de terminar la escuela, sino de ser alguien en la vida, tanto a mí como a mis treinta compañeros. Hoy mi meta es terminar la secundaria para poder estudiar algo más. En el bachillerato todos somos unidos, organizamos entre todos las clases”, contó Álvarez. Ella se lamenta que el bachillerato no esté reconocido por el ministerio de Educación, ya que valora el esfuerzo que hacen sus docentes, quienes no cuentan con la remuneración por su trabajo. Es por ese motivo que junto a sus compañeros asistió al Ministerio en repudio de la situación y en apoyo a sus profesores. “Hacemos muchas actividades para recaudar fondos y así mejorar nuestro espacio de estudio, como kermés y peñas. Así compramos los asientos y mesas que nos hacían falta, porque no contamos todavía con la ayuda del Gobierno”, describió Álvarez.

María Echever trabaja hace tres años en el bachillerato popular  Darío Santillán como docente  del área de Ciencias Sociales dando clases de Historia, Sociología y Filosofía en la sede de Barracas, en la Villa 21-24. También trabaja algunos días realizando tareas en la secretaría popular que es el espacio que tienen para la organización de la escuela. “Vinimos al Ministerio a reclamar por el reconocimiento de los bachilleratos aún no reconocidos; la reapertura de la planta orgánica funcional lo que posibilita que nuestros docentes cobren salarios; por la aceptación de las parejas pedagógicas”, enumeró Echever. En todos los bachilleratos populares los profesores trabajan en parejas pedagógicas, sin embargo solo se reconoce uno por aula. En esta misma línea Lázaro planteó: “Las parejas pedagógicas son parte de la estructura del bachillerato popular. Nosotros consideramos que construimos  a partir de las diferencias, estas no se pueden negar y es a partir de esa concepción que trabajamos con parejas pedagógicas, para dar cuenta de las múltiples realidades. Como hay tantas realidades en el aula creemos que con un docente no es suficiente y por eso trabajamos con dos. También consideramos que es rico que entre los profesores puedan proponer y debatir ideas desde distintas perspectivas pedagógicas y políticas”.  Además, Echever demanda por becas, boleto estudiantil gratuito y el financiamiento integral de las instituciones populares. “El Estado no se hace cargo, hay algunos bachilleratos que tienen reconocimiento de títulos, pero no de salarios, otros tienen ambos, pero no un financiamiento integral. La situación de los distintos bachilleratos populares es diversa, pero estamos la gran mayoría conglomerados bajo la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha, que es una herramienta que nos permite realizar este tipo de acciones colectivas con más fuerza. Es a raíz de la unión de todos los `bachis´ populares que hemos conseguido el reconocimiento de muchos el años pasado, pero aún falta mucho más”, agregó Echever.

Los reclamos comunes a todos los bachilleratos se leían tanto en las pancartas como en los volantes que diseñaron para la ocasión.

Franco Armando, profesor de Historia de la Clase Obrera en el bachillerato popular Salvador Herrera ubicado en la villa 17, barrio de Pirelli, contó: «El bachillerato popular viene a dar una respuesta a la falta de centros de educación de nivel medio en los lugares de menos recursos, como las villas”. Según Armando, su bachillerato tiene el reconocimiento del Estado como institución educativa, pero no de los profesores y es por eso que se congregaron frente al Ministerio.  La escuela popular lleva cinco años de existencia y tan solo dos años de reconocimiento oficial. “Pero no tenemos ningún tipo de sueldo ni tampoco becas para los estudiantes. Hace doce años que el macrismo está en la Ciudad y desde las distintas organizaciones venimos dando lo que el Estado no brinda, ya sea comedores, bachilleratos o centros comunitarios”, añadió Armando.
 
Gisela Cayetá es profesora en el Bachillerato Popular Independencia de la materia Educación Popular y Género desde el 2011, y es egresada de la misma institución. “Nuestro bachillerato está reconocido, venimos a apoyar a los que faltan y no tienen voz. También venimos a reclamar que actualmente nos quedamos sin espacio para enseñar. Hace siete años veníamos funcionando en la Facultad de Psicología de la UBA y nos echaron. Ahora nos encontramos en un local prestado y estamos pidiendo un espacio propio”, manifestó Cayetá. Gabriela Mariel, una de sus alumnas, contó que empezó este año a estudiar. Ella tiene 19 años y una hija de tres años con la que asiste a clases.  “El lugar que actualmente ocupamos a veces lo podemos usar y otras no, y esto nos juega en contra porque perdemos días de estudio”, dijo. Además, manifestó su apoyo a los bachilleratos populares y reconoció que si no fuera por sus docentes, ella no podría terminar la escuela. “Me gustaría terminar el secundario que es lo más importante para poder conseguir un trabajo, pero también quisiera seguir estudiando”, confesó.

Juanjo González coordinador del bachillerato Sol del Sur de Villa Soldati, trabaja como docente de Cooperativismo de primero, segundo y tercer año, desde que comenzó hace 4 años. “Estamos en una situación intermedia, porque el Sol del Sur está reconocido formalmente por el Ministerio, pero los profesores no cobramos un sueldo por nuestra labor, el nivel edilicio es precario y teóricamente íbamos a tener becas este año, pero no se efectivizó para este primer cuatrimestre”, denunció González. Además, planteó que la enseñanza popular es una alternativa a la educación formal, que en estos momentos no estaría conteniendo a los chicos y chicas que no pueden terminar la secundaria. Desde esa perspectiva exigieron el Estado que reconozca  como un derecho la educación  que están supliendo los bachilleratos populares. Pablo Hupert, compañero de Juanjo González, profesor de Historia de primero y tercero en Sol del Sur dijo: “Nos reconocieron como establecimiento privado, cuando no lo somos, y a los privados no les dan becas. Pedimos, además de las becas, el financiamiento de la infraestructura, el mobiliario, computadoras, útiles y materiales como cualquier otro colegio estatal”. Hupert subrayó que los bachilleratos tienen un costado afirmativo, más allá del reclamo al Gobierno, que es la autogestión. “Las autoridades no pueden creer que todos los años se sigan abriendo bachilleres populares. El año pasado abrieron ocho y este año cuatro más”, exclamó Hupert. Hay distintas posiciones dentro del bachillerato popular, algunos piensan que la educación popular es la manera de cambiar al mundo, pero Hupert, tiene una visión distinta, cree que es una manera de cambiar a los que están dentro, tanto alumnos como docentes, y que eso puede ayudar a tejer otro tipo de relaciones, pero que  no sería un reemplazo del viejo partido revolucionario que vendría a aportar a la generación de una vanguardia de clase obrera consciente. “En general el bachillerato al que pertenezco está en una red de `bachis´ que siguen al bachillerato Paulo Freire, cuya línea está marcada por la frase `la educación no va a cambiar al mundo, pero va a educar a los hombres que van a cambiar el mundo´. Para mí, no es una cuestión de conciencia, sino con una nueva forma de relacionarse, de cooperar con los demás. Acá en vez de encontrarse con un colegio que los expulsa porque son de la villa o porque no pueden cursar todos los días, se encuentran con una escuela que los contiene”.

Los reclamos: reconocimiento por parte de Ministerio, la planta funcional y la titularización docente para todos los trabajadores, la aceptación de las parejas pedagógicas, los boletos y becas para los estudiantes y el financiamiento integral.

Mariana Menga es docente de Ciencias Sociales del bachillerato Voces de Latinoamérica del Hormiguero, que funciona en el barrio Rodrigo Bueno, una villa de la Comuna 1  en Costanera Sur. Este bachiller existe desde 2013 y recién en 2015 fue reconocido como escuela de régimen estatal por parte del Ministerio.  “Nos costó dos años el reconocimiento y poder sacar los primeros títulos. Actualmente no contamos con planta orgánica funcional, es decir que como docentes no cobramos salarios, no tenemos  recursos para infraestructura, materiales didácticos, lo que llamamos el financiamiento integral como cualquier otra escuela de régimen estatal”, explicó Menga. También aclaró que definieron, en el marco de la coordinadora de bachilleratos populares, hacer la concentración frente al Ministerio de Educación porque desde hace meses que solicitan reuniones con funcionarios para que den respuestas a sus reclamos, pero el único diálogo que tuvieron es con la directora de adultos de la Ciudad, quien no dio respuesta alguna a las cuestiones que se plantearon. Mauro Paucra, alumno de Mariana Menga, es peruano y dijo haber venido a la Argentina para darle un futuro mejor a sus hijas. “Pasaron por mi casa algunos docentes promocionando la escuela popular para adultos que no habían terminado la secundaria. Me inscribí para ver cómo era la educación acá, no con la idea de terminar la secundaria. Cuando fui a la primera clase no había llevado cuaderno ni nada para escribir, pensaba volver a casa a buscar los útiles, pero los profesores me facilitaron los materiales y comencé de inmediato. Así terminé primero y segundo y ahora estoy en mi último año. En el país en donde estaba no podía estudiar, vine acá y me dieron la oportunidad. Estoy muy contento con el bachillerato popular, porque no es como una escuela tradicional, todo se comparte, nos comunicamos entre todos, tanto docentes como alumnos, es una experiencia muy buena”, expresó Paucra.

Catalina Neira es docente de Comunicación Popular del primer año del bachillerato 20 Flores de la Asamblea de Flores,  que funciona desde el 2010. Trabaja desde el 2012 como educadora y forma parte de la Coordinadora de Bachilleratos en Lucha. “Peleamos por la aceptación de nuestras prácticas docentes como  válidas para el sistema educativo. Hasta el 2015 veníamos teniendo discusiones sobre la oficialización de distintos bachilleratos que se fueron abriendo desde el 2001. A partir del momento que (Mauricio) Macri y (Horacio Rodríguez) Larreta asumieron en la Nación y en la Ciudad, las discusiones cambiaron completamente, siempre fue difícil el diálogo pero se podían generar espacios de negociación. Hace dos años que están muy trabadas y como consecuencia, este año los alumnos no cobraron sus becas. Por lo tanto venimos acá para que el Gobierno reabra las mesas de diálogo que cerró unilateralmente con un manoseo que no corresponde. Hemos  establecido lazos con muchísimas instituciones del ámbito público de la Ciudad, porque trabajamos con la población que el sistema educativo formal expulsa constantemente y por eso mismo pedimos tanto por los derechos de los trabajadores como por los estudiantes”. Lorena Sastre es colega de Catalina y se desempeña en la docencia en el área de Desarrollo de las comunidades desde el 2012. “Intentamos construir una educación popular y alternativa. Nos hacemos presentes para exigir el reconocimiento oficial e íntegro por parte del Estado, nuestro bachillerato fue reconocido por la mitad, es decir que emitimos títulos pero los estudiantes no tienen todos sus derechos, la infraestructura es muy precaria y solo se reconoce un docente por aula”.  Nilton Junior, es un alumno de segundo año del bachiller 20 Flores, tiene 22 años y  empezó a estudiar en 2016. “El bachillerato popular me dio la oportunidad que no me dio ningún otro colegio, yo estoy trabajando y por los horarios no podía cursar en ningún lado”, dijo Nilton. Asistió a la convocatoria para apoyar a sus docentes y exigir que si están reconocidos como escuela pública tengan los mismos derechos que cualquier otra escuela. 

La jornada de reclamo y movilización cerró con una negociación parcial y la promesa de reuniones que dividen el reclamo. Fernando Santana de la Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina (IMPA) y miembro de la CEIP histórica transmitió, asomado desde la puerta del Ministerio, lo que manifestó el empleado del Ministerio de Educación de la Ciudad, Gonzalo Mira Senra: “Nos ofrecieron una reunión para el martes que viene a las 6 de la tarde con la segunda de la ministra, para hablar solo con los bachilleratos no reconocidos. Luego la semana del 10,  todavía no está confirmado, habría una reunión con los otros bachilleratos por tratar las distintas cuestiones”. Fernando Santana valoró positivamente lo que obtuvieron casi como una victoria: “Estuvimos toda la tarde, creo que conseguimos algo, hay que ver qué sale de esas reuniones. Nos van a entregar una hoja con este acuerdo por escrito. Si nos hubiéramos ido una hora antes no hubiésemos logrado nada”. Al finalizar la concentración pidió a los alumnos que se retirarán con calma porque había un camión de la Policía, para evitar cualquier tipo de problema.

Actualizado 29/06/2017

Otra escuela es posible

Otra escuela es posible

En el Oeste del Gran Buenos Aires existe una forma diferente de entender y practicar la educación. Se trata de una escuela que no es estatal ni privada, que pertenece a la comunidad de un barrio de trabajadores en la localidad de Paso del Rey, partido de Moreno. Organizada horizontalmente, las decisiones se toman en forma colectiva entre padres y docentes. Se basa en el ideario del educador Paulo Freire, apela a una mirada crítica y comprende que la institución no se encuentra aislada de lo que ocurre en la comunidad. Forma parte de las escuelas de gestión social, instituciones con una impronta comunitaria cuyo dueño no es el estado ni una sociedad anónima: son los padres y sus docentes. Su nombre: Creciendo Juntos.

La escuela nació en 1982, gracias al trabajo de los vecinos que integraban la sociedad de fomento del barrio. Juan Manuel Giménez, uno de los fundadores y docente de la escuela, recuerda: “No había nada acá cuando vinimos al barrio, era un terreno. Nos hicimos cargo con otros vecinos de la sociedad de fomento”. En esa época, las calles eran de tierra y los vecinos se habían propuesto asfaltar las cuadras, pero debido a lo costoso del proyecto solo pudieron hacer unos tramos de calle y con el excedente de dinero decidieron levantar un jardín, porque el más cercano se encontraba a treinta cuadras. Ese año, se construye el edificio en el terreno de la Sociedad de Fomento. En ese momento la institución decide inscribirse como una asociación civil de gestión privada, dado que no existía la figura de gestión social. A pesar de ello funcionaba con una impronta comunitaria y bajo una pedagogía innovadora para esa época, que se basaba en los preceptos del educador brasileño Paulo Freire. En sus primeros meses, con esfuerzo, tuvieron que sustentarse económicamente con rifas y otras actividades para poder pagar los sueldos de los maestros dado que las subvenciones solicitadas al estado demoraron en llegar.

Los noventa chicos de primero a tercer año se distribuyen por agrupamiento, no por años, y cursan los cuatro talleres dos veces por semana con algunos de los profesores que dan también otras materias.

Con el pasar de los años el jardín tuvo la necesidad de crecer.En el año 1988, los padres y docentes se propusieron crear la escuela primaria. Con ese fin rifaron tres autos cero kilómetros.Hubo un gran involucramiento de las familias que iban a trabajar los fines de semana en la construcción de las aulas, convirtiéndose en albañiles. Así se empezó a construir un aula por año. Juan Giménez, director del nivel secundario, cuenta: “Se trataba de un trabajo comunitario, colectivo y de entender que lo que estabas creando era un lugar para tu hijo”.

Para el director, la primaria surgió de una necesidad: “En nuestro caso existían ganas, había prácticas que se hacían en el jardín de infantes que los padres querían que sus hijos la pudieran hacer en la escuela primaria. Que pudieran continuar esto de una escuela abierta, que el papá no se quede en la reja, que pueda entrar, estar presente, hacerse parte, que pueda ser algo construido entre familias, docentes y estudiantes”. Ana Travero integró la primera promoción de egresados del jardín; hoy elige la escuela para llevar a su niño de 9 años por los valores humanitarios que se enseñan y los espacios que les brindan a las familias: “Mis padres participaron de la fundación, me siento parte de la escuela” cuenta.

En el 2008 empezó a funcionar el nivel polimodal, hoy secundaria. En ese mismo año la nueva Ley de Educación Nacional (26206)  en sus artículos 13 y 14 incorporaba a las escuelas de gestión social y cooperativa que hasta ese momento legalmente no existían.

La escuela nació en 1982, gracias al trabajo de los vecinos que integraban la sociedad de fomento del barrio.

La escuela se mantiene gracias al pago una cuota muy baja;  un 10% de la población estudiantil cuenta con una beca y aquellas familias que no pueden pagar acuerdan con la institución para realizar algún trueque. Los sueldos de los docentes se encuentran subvencionados por el Estado, no así los salarios de los auxiliares ni los gastos de mantenimiento de las instalaciones que se sostienen a través del pago de las cuotas, de las ferias que se realizan todas las semanas y de alguna actividad que organicen para recaudar fondos.

La secundaria se especializa en artes visuales, con talleres de animación y ficción, de documental, teatro y radio. Los noventa chicos de primero a tercer año se distribuyen por agrupamiento, no por años, y cursan los cuatro talleres dos veces por semana con algunos de los profesores que dan también otras materias. Esos docentes de otras áreas se especializaron para los talleres, cuenta Juan. el director: “La que da inglés empezó a estudiar teatro, hizo una carrera durante dos años, el profesor de matemática tomó en su momento animación y se perfeccionó en ello. Nuestro fuerte son los audiovisuales. Esta impronta hace eso, docentes ‘no taxi’ que en la secundaria es difícil conseguir. Lo cual genera una implicancia en el proyecto importante”.

En la escuela estudian alrededor de 180 chicos por nivel, unos treinta niños por curso. Joaquín, un estudiante de sexto grado, cuenta que siente una confianza con las maestras que no se tiene en otras escuelas, su compañera Willen  asiente: “Si, son como nuestras amigas”.

Lorena Coronel, directora de la primaria, empezó como maestra suplente en 1999. Para ella una de las diferencias con otras escuelas es la forma de dirigirse, el valor de la palabra de los chicos. Uno de los aspectos a resaltar en el trato hacia los estudiantes es la forma de pedir silencio: los docentes solo necesitan levantar la mano, no alzan la voz.

 En tanto, Naná Córdoba,  egresada de la escuela  resalta que “muchos profesores y maestros de Creciendo Juntos tienen un compromiso enorme con sus estudiantes y con la escuela en sí. Nos ayudaron a desarrollar un ojo crítico que hasta el día de hoy nos sirve para cuestionar lo que vemos en los medios de comunicación hegemónicos y en los discursos del poder político”.

La escuela que no es estatal ni privada, pertenece a la comunidad de un barrio de trabajadores en la localidad de Paso del Rey, partido de Moreno.

 

La esencia de la escuela se basa en el trabajo comunitario, colectivo.

 

Actualizada 27/06/2017

Secundarios en guardia

Secundarios en guardia

Al grito de “con un pueblo que camina para adelante y un gobierno que camina para atrás”, estudiantes, docentes y familias reclamaron una respuesta institucional ante el acoso policial a jóvenes secundarios y repudiaron la seguidilla de casos que se intensificaron desde abril de este año con hechos de represión y presencia de fuerzas de seguridad en establecimientos educativos.

“Si no querés que te pasen estas cosas no andes con ese pin”, amenazó un policía de civil a un estudiante de primer año de la Escuela Carlos Pellegrini al que había detenido en Callao y Córdoba para pedir documentos. El pin del chico era un escudo del Partido Comunista. El episodio aceleró los tiempos de la protesta que ayer finalmente protagonizaron los centros de estudiantes secundarios con el respaldo de docentes y madres y padres. Todos repitieron la misma consigna: “No al acoso policial”.

A las 14:30 los secundarios empezaron a amontonarse. Córdoba y Callao. Fue el lugar de encuentro donde alumnos de las escuelas Pellegrini, Antonio Mentruy (ENAM), Esnaola, Mariano Acosta, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Normal 1, Liceo 9, entre otros, eligieron para decirle que no a la represión. Ya son 35 los casos registrados de acoso policial hacia menores de edad de escuelas públicas de la Ciudad y el Conurbano, según el relevamiento de padres y estudiantes.

A las 14:30 los secundarios empezaron a amontonarse en Córdoba y Callao para repudiar el acoso policial.

A las 14:30 los secundarios empezaron a amontonarse en Córdoba y Callao para repudiar el acoso policial.

La mayoría de los estudiantes que ayer cortaron una de las esquinas principales de la Ciudad de Buenos Aires para reclamar por sus derechos no llegan a los 18 años. La movilización callejera también tendrá una secuencia en la Justicia: en los próximos días los centros de estudiantes tienen previsto formalizar una denuncia para que se tomen medidas sobre el tema.

Los casos de mayor violencia se registraron en escuelas de la Provincia. Los estudiantes de la Escuela Media número 1 de Berisso se habían movilizado para reclamar mejoras edilicias, y mientras esperaban afuera de la sede municipal un grupo de policías se les tiró encima con violencia. Varios jóvenes resultaron heridos. La semana pasada la fuerza policial ingresó a la ENAM y realizó disparos de balas de goma luego de perseguir a dos alumnos hasta el interior del establecimento con el argumento de que “tenían un arma”.

La fuerzas policiales de la Ciudad no se quedan atrás. Un alumno del  Liceo 9, de la zona de Belgrano, pasó doce horas dentro del Instituto de Menores “donde lo metieron adentro de una celda, lo hicieron bañarse, sacarse la ropa”, según afirmó Nahuel D’Angelo, presidente del centro de estudiantes de esta institución, en diálogo con ANCCOM.

El método de ingreso a las escuelas públicas por parte de las fuerzas policiales es siempre igual: sin orden judicial. Según Carolina, madre de dos estudiantes que ayer se sumó a la marcha, la policía está llevando a cabo “una especie de inteligencia” dado que se han creado sumarios sobre los menores. “Fuimos cinco padres y pedimos los expedientes, algunos chicos estaban marcados con un círculo. Nos preocupamos”, le contó a esta agencia.

“Buscan disciplinar a todo aquel que levanta una voz distinta”, razonó Sebastián, alumno del Pellegrini, en diálogo con ANCCOM. Las columnas de estudiantes comenzaban a dispersarse. Los instructivos contra el abuso policial y con recomendaciones sobre qué hacer en caso de una detención pasaban de mano en mano.

Los estudiantes se proclamaron bajo la consigna "Basta de persecución".

Los estudiantes se proclamaron bajo la consigna «Basta de persecución».

 

Actualizada 25/05/2017

Universitarios en marcha

Universitarios en marcha

El reclamo contra el ajuste en la educación y por la firme defensa de la universidad pública volvió a sonar con fuerza entre el Congreso y el Ministerio de Educación. Docentes, investigadores, científicos y estudiantes protagonizaron una multitudinaria marcha federal que cerró una semana de paro y acciones públicas en todas las Universidades del país. Después de tres meses de negociación paritaria fallida, los docentes universitarios agrupados en Conadu, Conadu Histórica, Fedun y Fagdut marcharon junto a todas las federaciones estudiantiles y con la adhesión de los gremios docentes nacionales Ctera y UDA. Federico Montero, secretario de Organización de Conadu, destacó la adhesión histórica a la movilización. Según los organizadores, más de 30 mil personas reclamaron por un aumento salarial del 35 por ciento y mayor presupuesto para las Universidades bajo la consigna “en defensa de la educación pública, estatal, gratuita, y laica”.

La movilización comenzó frente al Congreso, para luego dirigirse hacia el Ministerio de Educación. Allí se escucharon los primeros discursos. Los docentes rechazaron la “mercantilización” del sector  y reclamaron un freno a la precarización laboral de los profesores universitarios. “La intención del gobierno es entregar los estudios universitarios a la actividad privada”, denunció el secretario general de Conadu, Carlos De Feo.

El reclamo contra el ajuste en la educación y por la firme defensa de la universidad pública volvió a sonar con fuerza entre el Congreso y el Ministerio de Educación.

El titular de Conadu histórica, Luis Tiscornia, apuntó a la “injusticia” de los salarios universitarios. “Mientras haya una injusticia, habrá lucha”, subrayó.  

La exigencia de mayor presupuesto, comedores en las Facultades, mejoras edilicias y el boleto estudiantil y docente gratuitos completaron la lista de reclamos, junto con la inmediata reincorporación de 500 investigadores  despedidos del CONICET.

Los docentes también aprovecharon para manifestar y decir a viva voz “no al 2×1 para los genocidas”, y replicar el reclamo por la renuncia de los jueces de la Corte Suprema de Justicia que firmaron el fallo que beneficia a represores condenados por delitos de lesa humanidad.

Los tambores rimbombantes de los distintos gremios nunca pararon de sonar. “Reafirmamos el reclamo por 35 por ciento de aumento. Y también exigimos los salarios para los ad honorem, y terminar con el ajuste en ciencia y educación”, dijo Ileana Celotto, secretaria general de AGD-UBA en diálogo con ANCCOM.

Ileana Celotto, Secretaria General AGD-UBA.

Ileana Celotto, Secretaria General AGD-UBA.

Milagros, una joven estudiante de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, marchó junto a sus profesores. “La educación está sufriendo un ajuste terrible, sobre todo porque a los docentes no les otorgan el aumento de salario, se está discutiendo  por lo menos un básico de 15.000 para cubrir la canasta básica familiar, y noto que hoy el gobierno no tiene en su agenda ese aumento, de hecho no quiere siquiera discutir el tema de las paritarias”, le explicó a esta agencia. 

Además, trazó un diagnóstico sobre las nuevas dificultades que enfrentan los estudiantes. “También venimos a la marcha para exigir el boleto educativo gratuito, pero parece que el gobierno no tiene en su agenda darnos el boleto, para nosotros es fundamental dado que es una de las primeras herramientas que nos garantiza nuestra cursada, sobre todo porque ahora hay más ajuste. y los jóvenes estamos cada vez más precarizados. El salario no alcanza, muchos trabajamos en negro, ni siquiera tenemos obra social, ni tampoco nos podemos organizar en un sindicato”, razonó.

Milagros, estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras UBA

“También venimos a la marcha para exigir el boleto educativo gratuito, pero parece que el gobierno no lo tiene en su agenda», comentó Milagros, estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras UBA

Los carteles que poblaron la marcha sintetizaron el mensaje:  “Aumento salarial ya, en defensa de la universidad pública”, “la educación pública se defiende entre todos”, “marchamos contra el ajuste”, “sin salarios docentes, no hay educación”, “yo defiendo a la educación pública”, “abajo el ajuste de Macri y los rectores”, “boleto estudiantil para todas las universidades”, entre otros.

Mariano, estudiante de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba, reivindicó el carácter federal de la movilización. “Esta marcha educativa viene a plantearle al gobierno que no puede avanzar más sobre el ajuste, por eso marchamos hacia Plaza de Mayo. Para exigir el aumento de salario para los docentes, pedir mayor presupuesto universitario, y manifestar que estamos  en contra de la política de privatización de todas las universidades públicas en general”, explicó a ANCCOM.

El  Sindicato de Investigadores (SIDUT) y Docentes de la UTN también dijo presente. Horacio, uno de sus representantes, destacó la lucha por los becarios del CONICET y enfatizó que todas las reivindicaciones de la movilización apuntaron a “dejar en claro que hay una comunidad educativa en contra de la pretensión de privatizar a la Universidad pública”.

Por su parte Mariana, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, advirtió que la propuesta salarial del gobierno fue una “vergüenza”. Sucede que después de casi una decena de reuniones, los gremios docentes universitarios rechazaron la semana pasada la propuesta de un aumento del 18 por ciento en tres cuotas, más un 2 por ciento en concepto de jerarquización.

Y razonó: “Como estamos formando a futuros profesionales, consideramos que debemos contar con recursos para investigar y dar clases dignamente, y para ello hay que tener buenos salarios e  infraestructura”.

Un sector de Conadu Histórica y la FUBA llegaron con el reclamo hasta la Plaza de Mayo. “Universidad de los trabajadores, y al que no le guste, se jode, se jode”, cantaron a coro docentes y estudiantes. De fondo se escuchaba, una vez más, “La Marcha de la bronca”.

Lucía , estudiante en la Universidad Nacional de Moreno.

Lucía , estudiante en la Universidad Nacional de Moreno.

 

los docentes junto ala bandera que dice aumento salarial ya, en  defensa de la universidad pública.

Los docentes rechazaron la “mercantilización” del sector y reclamaron un freno a la precarización laboral de los profesores universitarios.

 

Actualizada 17/05/2017

Una semana sin clases por falta de luz

Una semana sin clases por falta de luz

La comunidad educativa de la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia realizó el martes último clases públicas y convocó a los vecinos del barrio a participar de actividades con el propósito de difundir las problemáticas que atraviesa la institución. Hace ya siete días que las autoridades de la escuela de nivel secundario y terciario se ven obligadas a suspender el dictado de clases por falta de energía eléctrica. Y a pesar de la urgencia, por la que alrededor de 500 jóvenes perdieron hasta el momento una semana de clases, la empresa EDESUR informó que no está en condiciones de reparar el desperfecto técnico en el corto plazo, debido a un problema sindical.

Ante la falta de respuestas concretas a su reclamo formal, diferentes sectores de la comunidad escolar decidieron manifestarse en la vía pública a través de clases abiertas para visibilizar el problema y obtener una solución que les permita volver a clases con normalidad. La movilización, que comenzó cerca de la una al mediodía, continúo durante toda la jornada.

Malena Briones, alumna e integrante del Centro de Estudiantes, describe las circunstancias con las que lidian docentes y estudiantes: “Entre alumnos de bachiller, de iniciación y de profesorado, la escuela tiene un total de 500 estudiantes, que se están quedando sin clases. Hoy es el séptimo día que no tenemos por falta de luz. Se supone que tendríamos que haber, porque a principio de año hicieron un cambio en la estructura eléctrica en la que invirtieron tres millones de pesos. Sin embargo, entre todos los arreglos dejaron parte de la escuela afuera porque no estaba en los planos, y gastaron toda esa plata en la mitad de la escuela. Un día se nos corta la luz por la rotura de un cable de EDESUR, y la empresa dice que no sabe cuándo lo van a poder arreglar.” Frente a la ausencia de una solución inmediata y en vista de la cantidad de horas de clase perdidas, Briones manifestó la determinación de los alumnos de participar de clases públicas en la vereda de la institución como una manera de continuar con su aprendizaje, pero también para hacer visible las exigencias de la comunidad educativa. “Realizamos estas actividades abiertas, en principio para no perder la regularidad de la cursada. La idea es que podamos venir y hacer algo, ya sea adelantar los trabajos de escultura, de pintura o de dibujo que tengamos pendientes, pero sobre todo para que no perdamos la regularidad. También para mostrar que, a falta de respuesta del Estado ante la problemática que nos lleva a perder clases, somos nosotros quienes decidimos tenerlas de todas formas”.

Malena Briones del Centro de Estudiantes junto a sus compañeros.

Briones manifestó la determinación de los alumnos de participar de clases públicas como una manera de continuar con su aprendizaje, pero también para hacer visible las exigencias de la comunidad educativa.

En el mismo sentido se manifestó Julián Bouvier, estudiante el Profesorado de Docencia Artística: “Desde el Gobierno y los medios de comunicación hegemónicos se insiste con el tema de que los pibes no tienen clases por el paro docente, y nosotros, que perdimos una semana de clases por un desperfecto técnico, estamos en la puerta de la escuela demostrando que queremos estudiar y que nos interesa la educación pública”. El joven responsabilizó a los gobernantes por la situación: “Queremos cuidar a la educación, pero los gobiernos no hacen nada. Nadie se hace cargo de nuestro problema. Primero le echaron la culpa a EDESUR, después al Ministerio de Educación. EDESUR está desde hace varios días con un reclamo gremial interno, con lo cual no están pudiendo atender las necesidades de la escuela. El Ministerio de Educación no se hace cargo y la Dirección del Área Artística, de la cual depende la Escuela de Bellas Artes, también desoye nuestras protestas.”

Lorenzo Dibiase, otro alumno del nivel terciario, añadió: “Recién hoy, el séptimo día desde el corte de luz, nos trajeron un generador eléctrico. En estos siete días no paramos de mandar cartas y de comunicarnos por redes sociales con EDESUR”. La incertidumbre sobre el futuro es grande, plantean los estudiantes: “No sabemos si va a haber alguna respuesta a las clases abiertas, pero en caso de que para mañana sigamos sin luz, nos vamos a concentrar en la puerta de la Dirección del Área Artística. Y mientras no tengamos respuestas, vamos a seguir con las clases públicas”, adelantó Briones.

Los problemas edilicios son un constante reclamo de la comunidad educativa al Ministerio de Educación.

El derecho y deseo de estudiar

Desde el mediodía hasta altas horas de la noche, decenas de estudiantes se concentraron frente a la entrada del establecimiento en defensa de su derecho a la educación. Acompañados cada tanto por padres, madres y docentes, los jóvenes participaron de cursos y talleres al aire libre, pasando las horas a base de mates, alfajores, proyectos artísticos y alguna que otra guitarra. “Se están haciendo talleres de encuadernación y de esténcil, de dibujo y de pintura. A la noche, una profesora adelantó contenidos de la materia de escultura. Más tarde, docentes del profesorado hablaron sobre la situación actual del país. También vamos a tener una reunión de la Comisión de Género, que se está haciendo dos veces por semana”, explicó la integrante del Centro de Estudiantes, Malena Briones. En este sentido, Lorenzo Dibiase explicó: “A través de estas clases públicas estamos llevando a la calle lo que hacemos dentro del aula: producir material simbólico. Esta es una escuela de arte. Hay compañeros dando talleres. También estudiamos y tocamos la guitarra, que es lo que siempre solemos hacer, porque compartir estas cosas forma parte de la institución. Se trata de llevar hacia afuera la misma lucha que planteamos desde adentro de la escuela.”

Además del problema más inmediato que supone la falta de energía eléctrica, Briones declaró que el establecimiento se encuentra en malas condiciones de infraestructura. “Es un colegio muy viejo, que en principio era una fábrica y después lo fueron adaptando. Cada vez que llueve se inunda, hay goteras y las paredes están destruidas. Además, está la cuestión del predio que nos vienen prometiendo desde hace quince años y nunca terminan de construirlo. Cada vez que se para la construcción, tenemos que hacer alguna medida de fuerza como cortar la calle o tomar la escuela, y recién ahí continúan”, se queja la estudiante. La dificultad, según dice, radica en los cambios de empresas, y la burocracia que eso conlleva: “Cambian la firma, desaparece el presupuesto y se vuelve a parar la obra, es un ciclo que se viene repitiendo hace diez años. Si no hacemos este tipo de medidas de fuerza, no nos dan respuesta. Ya llevamos los informes, hicimos los reclamos como dice la ley, reclamamos a EDESUR y a la Dirección del Área Artística, pero seguimos sin tener solución.”

Padres y docentes en la puerta de la escuela, reclamando por la falta de luz.

Padres y docentes de la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia: «Se trata de llevar hacia afuera la misma lucha que planteamos desde adentro de la escuela”.

A raíz de las dificultades edilicias que sufre la institución, Julián Bouvier afirmó que el problema que actualmente atraviesa la comunidad escolar de la “Rogelio Yrurtia” no se remedia simplemente con la instalación momentánea de un generador eléctrico, sino que la solución definitiva es la construcción de un nuevo edificio. “Lo único que hacemos es tapar baches en vez de solucionar el problema. Hace dos años tuvimos una intoxicación dentro del aula por una pérdida de gas. Dieciocho pibes y un profesor tuvieron que hospitalizarse. Después de eso se cortó el gas y estuvimos un mes con la escuela tomada, esperando que nos devuelvan el gas. Ahora se rompió un cable y estamos hace siete días sin luz. Para el gobierno y el Ministerio de Educación, la respuesta es mandarnos un generador; para nosotros, la respuesta es tener un edificio nuevo.”

El próximo jueves, estudiantes de los niveles secundarios y terciarios, padres y docentes marcharán unidos para difundir su reclamo en los alrededores del barrio. “Estamos intentando reunir a la comunidad educativa”, expuso Bouvier.

Instalaciones del colegio

Bouvier afirma que “lo único que hacemos es tapar baches en vez de solucionar el problema».

 

Delicado estado de las instalaciones de la Escuela

“Es un colegio muy viejo, que en principio era una fábrica y después lo fueron adaptando. Cada vez que llueve se inunda, hay goteras y las paredes están destruidas», comenta Briones.

Mirá el reclamo de la comunidad educativa de la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia:

(Fuente: estudiantes y docentes de la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia). 

Actualizado 17/05/2017