Abuelas de Plaza de Mayo pidió prisión perpetua para Eduardo Alfonso

Abuelas de Plaza de Mayo pidió prisión perpetua para Eduardo Alfonso

La querella de Abuelas de Plaza de Mayo presentó su alegato en la cuarta audiencia del juicio contra el ex General de Brigada Eduardo Alfonso por su participación, el 12 de enero de 1977, en el operativo ilegal de la casa de Villa Adelina que ocupaban Antonio Domingo García, Beatriz Recchia embarazada de 5 meses, y su pequeña hija Juliana. Los cargos que se le imputaron a Alfonso fueron: allanamiento ilegal, privación ilegal de la libertad cometida por abusos funcional y agravada por el uso de violencia y amenazas cometidas en perjucio de Juliana Inés García y de Beatriz Recchia y homicidio agravado con el concurso premeditado de dos o más personas en perjuicio de Antonio Domingo García. Con todas esas acusaciones, los abogados Alan Iud y Carolina Villella, pidieron para el imputado la pena de prisión perpetua.

Iud comenzó los alegatos de la querella en representación de Juliana Inés García y Abuelas de Plaza de Mayo recordando cómo fue ligado Alfonso al caso García-Recchia. El abogado dijo que su vinculación se dio a partir del informe elaborado por Stella Segado, ex integrante del Equipo de Investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, a través del cual se lo identificó como uno de los oficiales que participaron del operativo de la casa de Villa Adelina. El informe partió de tres fuentes: el propio legajo de Alfonso, el Boletín Único del Ejército y una serie de notas periodísticas que dan cuenta que, el 12 de enero de 1976, Fuerzas legales llevaron a cabo un procedimiento de control de población en la calle Independencia al 1900 en Villa Adelina. Iud leyó uno de los recortes que describía lo siguiente: «Las fuerzas legales abrieron fuego abatiendo a un delincuente subversivo de sexo masculino. Finalizada la operación se encontró abandonada en el lugar una niña de unos cuatro años de edad cuya madre al parecer se había fugado aprovechando la confusión producida durante el enfrentamiento. Las fuerzas legales tuvieron dos oficiales heridos». Las tres pruebas fueron contrastadas por el equipo de investigación y como resultado se encontró que el acusado fue condecorado por haber sido “herido en batalla en un operativo ocurrido en Villa Adelina”, lo que lo relacionaba al caso García-Recchia por la improbabilidad de que ocurrieran dos operativos a pocas cuadras de diferencia, en el mismo barrio, a la misma hora, la misma noche. Según Iud, el legajo del ex Teniente primero Raúl Fernando Delaico reflejó que cuando Alfonso fue herido no estuvo en un control de tránsito, como consta en la declaración indagatoria de Alfonso. Tampoco hay referencias de que el disparo haya sido desde una moto, como el ex agente describió en su relato. Iud conjeturó que Delaico, siendo un oficial de inteligencia, hubiese sido raro que lo hayan asignado a la simple tarea de un control de tránsito. Para la defensa de Juliana García, este legajo constituye una contundente refutación de la coartada que presenta Alfonso en este proceso y no habría forma de sostener el relato que introduce la defensa con las pruebas acumuladas. Muy por el contrario, todas las pruebas acreditarían la tesis acusatoria.

Juliana Inés García Recchia, hija mayor de Beatriz Recchia y Domingo Antonio García.

Juliana Inés García Recchia, hija mayor de Beatriz Recchia y Domingo Antonio García.

Otro dato a tener en cuenta es que el apropiador de la hija menor de Beatriz Recchia y Antonio Domingo García, el ex suboficial de inteligencia José Ricchiutti, compartió destino con el acusado Alfonso en 1975, en la escuela Sargento Cabral. «Es claro que no estamos acusando a Alfonso de la sustracción de la hija de Beatriz, pero es un dato que debe ponderarse, entendemos tiene relevancia», agregó Iud.

Respecto a algunos descargos de Alfonso, Iud recordó al jurado que el acusado declaró que solo se ocupaba de la instrucción y la educación de aspirantes y que siempre se desempeñó de uniforme y con arma reglamentaria. También recordó que, según los dichos de Alfonso, el 11 de enero de 1976 se le informó que sería parte de una sección de empleo inmediato en la realización de operaciones militares dedicadas a patrullaje, control de tránsito e identificación de personas a cargo de Delaico. Iud, recordó, que en ese caso, Alfonso comenzó sus actividades a la medianoche del 12 de enero, con patrullaje y controles de tránsito en Bella Vista. En ese lugar, según Alfonso, pasó una moto con dos personas que lo atacaron al grito de “alto” y le dispararon, desde allí, aproximadamente a las 4.10 de la madrugada, habría sido conducido al hospital militar de Campo de Mayo. En el relato. Alfonso asegura que fue atendido por el médico militar Agustín Masllorens y permaneció internado casi diez días. «En este relato pueril, señores jueces, está lo que se cae por su propio peso. Es claro que no resiste el confronte con las pruebas de las causas que acabo de mencionar, en particular el legajo de Delaico. Y eso hace pensar el por qué un relato que no se sostiene con las demás evidencias. Hay una razón para ello, Alfonso declaró en indagatoria el 11 de diciembre de 2008 y el legajo de Delaico se obtuvo después de su declaración en 2009. Lo que hizo Alfonso fue tratar de construir una coartada, acomodando detalles. Es realmente difícil creer que el capitán subordinado al Jefe de la División de Inteligencia ordenara un control de tránsito», dijo Iud.

«La defensa pretende que creamos que Alfonso no podría haber participado del operativo porque fue en Villa Adelina, que correspondía a la escuela de Comunicaciones, y paralelamente nos afirma haber estado en un control de tránsito precisamente en Villa Adelina, a pocas cuadras del hecho», agregó el abogado de Abuelas de Plaza de Mayo.

El ex General de Brigada, Eduardo Alfonso, está sentado durante el juicio junto a su abogado.

El ex General de Brigada, Eduardo Alfonso, junto a su abogado en el juicio.


Otro elemento que introdujo Alfonso en su indagatoria es la supuesta discordancia entre la hora de la muerte de García y la hora de la herida que él recibió. Alfonso afirmó que fue herido a las 4.10 y aproximadamente a las 4.30 ingresó al hospital de Campo de Mayo. Alfonso destacó que según el informe de defunción de García, falleció a las 3.45 y así sostiene que García murió 25 minutos antes de que él fuese herido, por lo cual nunca podría haber estado en ese hecho. «Es claro que la hora de la muerte de García fue en base a estimaciones. Quién firmó el acta de defunción dijo que él no hacía autopsias sino reconocimientos y que no lo hacían en el lugar del hecho, sino en la morgue del cementerio. A través de un reconocimiento no se puede establecer con exactitud de minutos la muerte de una persona. Así como tampoco es exacta la hora de la herida de bala de Alfonso. Si bien no se puede establecer la hora de ninguno de los dos hechos, existe una coincidencia temporal notoria en el lugar de la muerte, en la hora de la muerte también. Más que elementos de descargo deberían ser considerados como pruebas de cargo serias», dijo Iud. Según el abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, todos los testigos de Alfonso son de oídas ya que no pueden indicar ni una sola persona que les haya dicho lo que declaran y la defensa no pudo acercar ningún testigo directo del episodio que describió Alfonso en su indagatoria. «Las abundantes pruebas de cargo de ningún modo alcanzan a ser refutadas por dos testimonios incorporados por lectura sin mediación, y que repiten la teoría de la defensa del disparo desde una moto», agregó.

Rafael López Fader junto a su abogado en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de San Martín.

El alegato del letrado finalizó con la lectura de una declaración que hizo Juliana en una audiencia anterior que explicaría por qué se está pidiendo prisión perpetua para Eduardo Alfonso: «Me contaron que yo lloré mucho y no volví a preguntar por mi papá con vida, pero lo difícil era contarme lo de mi mamá. Me contaron que no estaba, me dijeron algo de un viaje y yo preguntaba por un colectivo, qué había pasado. A medida que se iban enterando, me iban contando -los tíos-, nos fuimos enterando juntos. Ya cuando se veía que a los desaparecidos los asesinaban y desaparecían sus cuerpos sin dejar rastros, dejándolos como desaparecidos eternamente, también me lo fueron contando. Yo lo negaba, necesitaba saber que me iba a reencontrar con mi mamá. De repente escuchaba que estaban en España y tenía ganas de viajar y buscarla. Pero mi tío Tito era el encargado de pincharme los globos y bajarme a la realidad de que no la íbamos a encontrar más, que a lo sumo lo que se podía encontrar eran sus restos, pero que los liquidaban. Este es el cimiento de la desaparición, me quedo con todo, con tus bienes, tus hijos, no vas a tener ni una tumba. Esto opera distinto a haber recuperado el cuerpo de mi papá de poder llevarle unas flores y saber que está ahí. Hoy mi papá está en un nicho y voy de vez en cuando. Tengo que abrir el nicho y ver los huesos, suena muy terrible pero yo tengo a mi papá y no a mi mamá. Mi mamá venía en sueños, no hace mucho la soñé viva». Alan dijo que el testimonio era elocuente porque aún después de cuarenta años Juliana pudo transmitir que esa pérdida irreparable sigue presente.

Luego Iud hizo hincapié en cómo afectó a Juliana la fuga de Alfonso durante cuatro años. «Hasta ésta nueva forma de dolor le hizo pasar Alfonso, de tener que pasar nuevamente por otro juicio pues no tuvo el coraje de enfrentar a la Justicia cuando fue llamado por ella. Alfonso tuvo la capacidad de convertir su representación ante la Justicia como un nuevo agravio a las víctimas».

El próximo martes está previsto que a partir de las 9.30 y hasta las 16 continúen los alegatos de las otras querellas.

Tres querellantes, entre ellos Juliana Inés García Recchia, se presentan en el Tribunal Oral Federal N°1 de San Martín.

Querellantes en la causa contra los represores del Ejército Rafael López Fader y Eduardo Alfonso.

 

Los jueces Diego Barroetaveña, Marta Milloc y Marcela Mónica Rodríguez están sentados en sus asientos y escuchan los alegatos de la querella.

Los jueces Diego Barroetaveña, Marta Milloc y Marcela Mónica Rodríguez escuchan los alegatos de la querella.

Actualizado 1/11/2017

Nieta 125, el mejor regalo

Nieta 125, el mejor regalo

“Cada año que pasa, hacer la foto se complejiza más porque cada vez somos más”, declaró Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, mientras cerraba la celebración de los 40 años de vida de la entidad. Estaba rodeada de otras abuelas, de madres, de hijos, nietos y bisnietos de desaparecidos. Tenía una sonrisa grande y cómplice. Eligió ese momento para hacer un anuncio inesperado para la mayoría del público que la acompañaba en el Centro Cultural Kirchner (CCK): “Hoy tenemos una hermosa noticia: podemos confirmar la restitución de la nieta 125”. El estallido de aplausos, exclamaciones, abrazos y lágrimas de alegría duró un par de minutos y luego la propia Estela leyó el comunicado con la historia de la nueva nieta, hija de Lucía Rosalinda Victoria Tartaglia, pampeana, detenida en noviembre de 1977 cuando estudiaba de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata y militaba de la Juventud Universitaria Peronista. Fue el mejor regalo para este nuevo aniversario.

La Ballena Azul, la sala sinfónica del CCK, había abierto sus puertas el pasado jueves a las 19 y poco a poco se fue llenando: organismos de derechos humanos, colaboradores de las filiales de Abuelas de Córdoba, Rosario, Mar del Plata y La Plata, diputados, algún funcionario, familiares de desaparecidos, nietos restituidos, bisnietos, amigos, donantes. Y todos recibieron con un aplauso infinito a las Abuelas de Plaza de Mayo que subieron al escenario.

Los nietos Manuel Goncalves, Leonardo Fossati y Lorena Battistiol hicieron de maestros de ceremonia. A las palabras de presentación y agradecimiento sumaron el reclamo por Santiago Maldonado. “Este y cualquier gobierno siempre tiene que estar del lado de la memoria y la justicia”, dijo Goncalves.

A través de una serie de videos, el público revivió y se conmovió con el largo camino de las Abuelas. Los inicios en plena dictadura, las compañeras de lucha que ya no están, los juicios a los genocidas, las restituciones, imágenes de principios de los 90 donde nietos adolescentes hablan a cámara y expresan su gratitud por conocer su verdad, y cientos de fotos de archivo, incluidos viejos afiches de cuando aún se buscaban niños: “Mi abuela me está buscando, ayúdenla a encontrarme” o “Díganle donde estoy, me está buscando”.

 

Hubo un reconocimiento para el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), para la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CONADI) y para el Banco Nacional de Datos Genéticos a 30 años de su creación. “A partir de un aviso en el diario, nos enteramos que mediante la sangre se podía verificar el vínculo familiar. Eso fue una gran noticia, el tema es que no teníamos la sangre de nuestros hijos y ahí fue donde investigamos si es que la nuestra podía llegar a servir”, se la vio decir a Estela de Carlotto en uno de los videos, en el que además se detallaron las gestiones y visitas a científicos de Estados Unidos y Europa, en los primeros 80, para lograr un método de identificación de sus nietos que hasta entonces no existía.

Durante el acto se destacó el trabajo de Abuelas en las escuelas. La idea de los materiales producidos junto con el Ministerio de Educación es estimular el deseo de los bisnietos, cuyos padres aún no se han animado a conocer su origen, y que así, por medio de sus hijos, puedan hacerlo. “El trabajo de Abuelas no fue solo la restitución de los nietos y el reconocimiento a nivel internacional que han conseguido, sino reconocer la identidad como un derecho”, afirmó Leonardo Fossati.

En medio de un clima familiar y de celebración de la memoria, Goncalves recordó las palabras del ex presidente Néstor Kirchner cuando pidió perdón en nombre del Estado Nacional y desde ese momento convirtió a los Derechos Humanos en una política pública. “Fue muy claro cómo el pueblo salió a las calles contra el ´2×1´. No permitiremos que haya ningún retroceso”, subrayó. “Hay muchas abuelas que no encontraron a sus nietos, pero más allá de haber partido, dejaron acá su semilla de lucha”, afirmó la nieta Lorena Battistiol, quien busca a un hermano nacido durante el cautiverio de su mamá en Campo de Mayo.

Entre recuerdos y emociones, se reconoció la labor del Archivo Biográfico Familiar de Abuelas, creado hace más de 15 años con el objetivo de que cada grupo familiar transmita la historia de sus desaparecidos al nieto encontrado. Mientras seguía el acto, en diálogo con ANCCOM, la histórica referente de la filial de Abuelas de Córdoba, Sonia Torres, expresó: “Hoy estuvo presente una gran parte de nuestro equipo de trabajo. Nosotros también vamos a realizar un festejo por los 40 años allá”. Y añadió: “Mi nieto ya cumplió 41 años y todavía lo sigo buscando”. A pocos metros de ella, el nieto 122, Rodrigo Bustamante García, fruto de la búsqueda de ese equipo, se encontraba con su hija, ambos con sus identidades restituidas.

No faltaron los artistas: Magdalena Fleitas y su grupo de música autóctona para chicos, la actriz Gimena Riestra y su desopilante monólogo sobre la clase media, parte del último ciclo de Teatro por la Identidad, y como cierre Gustavo Santaollalla y su banda. La despedida fue con un invitado especial, Ignacio Montoya Carlotto al piano, y con las Abuelas en el escenario, y toda la sala cantando “Mañanas campestres”. El clima cálido y afectuoso hizo que muchos espectadores rodearan el escenario para estar más cerca, como si se tratara de una reunión familiar, como si intuyeran la buena nueva que en minutos anunciaría Estela.  

Todavía falta restituir la identidad a más de 300 bebés robados por la última dictadura cívico-militar. La bienvenida a la verdad de la nieta 125 no pudo haber tenido un marco mejor. ¡Feliz cumpleaños, Abuelas!

 
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Actualizada 27/10/2017

La CIDH propone crear una Unidad de Memoria, Verdad y Justicia

La CIDH propone crear una Unidad de Memoria, Verdad y Justicia

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en estos días lleva a cabo su 165º período de sesiones extraordinarias en Montevideo, Uruguay, recibió este martes a organismos de Derechos Humanos y asociaciones sindicales de la Argentina para evaluar denuncias sobre violaciones de Derechos Humanos cometidos en el país durante el actual gobierno de Cambiemos. “Vemos con preocupación cómo desde las más altas esferas se promueve desandar el camino recorrido en estos 40 años de lucha, estamos una vez más recurriendo a esta Comisión buscando preservar lo conquistado y avanzar sobre lo pendiente”, manifestó Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, ante la Comisión. El Estado Nacional hizo su descargo representado por el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, y el Director de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa de la Nación, Jorge Szeinfeld. “Rechazamos toda malintencionada imputación de indiferencia, negacionismo y vaciamiento”, dijo el secretario y aseguró que el gobierno es “víctima de una campaña de desprestigio”.

La audiencia pública comenzó a las 9.45 en el Palacio Legislativo de Montevideo. Entre los impulsores de la reunión se encontraban la Asociación de Abogadas y Abogados Laboralistas (AAL), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Asociación Nacional de Jueces y Juezas del Trabajo (ANJUT), las dos Centrales de Trabajadores Argentinos (CTA); los principales organismos de Derechos Humanos y decenas de agrupaciones sindicales. En primer lugar, se trataron cuestiones relacionadas a la situación de los derechos laborales y gremiales, donde representantes de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), Asociación de Trabajadores del Estado-Capital (ATE-Capital), Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), entre otras, denunciaron violaciones a los derechos de los trabajadores y persecuciones hacia los gremios por parte del gobierno de Mauricio Macri. Más tarde, se debatieron problemáticas sobre derecho a la memoria, verdad y justicia por crímenes de lesa humanidad en Argentina. Allí participaron Abuelas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el CELS, H.I.J.O.S.- Capital, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), entre otros. A través de la lectura de un documento a cargo de Luz Palma Zaldúa, coordinadora del Área de Memoria, Verdad y Justicia del CELS; Estela de Carlotto y Alan Iud, coordinador del equipo jurídico de esa Abuelas, los organismos plantearon sus preocupaciones. “El proceso de juzgamiento de los responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico-militar en la Argentina es una referencia a nivel regional”, comenzó Palma Zaldúa. “Sin embargo, este progresivo avance en el proceso de memoria, verdad y justicia se vio fuertemente afectado desde el inicio del gobierno del presidente Mauricio Macri, pues desde entonces distintos funcionarios promovieron un discurso público que relativiza la gravedad del terrorismo de Estado, llegando al negacionismo, y se debilitaron o desmantelaron dependencias del Poder Ejecutivo Nacional que contribuían con las investigaciones judiciales. Este contexto tuvo su correlato en el Poder Judicial, especialmente en la Corte Suprema”, denunció la representante del CELS enumerando distintos casos que evidenciaban una situación de retroceso en materia de Derechos Humanos en los tres poderes del Estado.

Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en la reunión con la CIDH.

La CIDH recibió a organismos de DDHH y asociaciones sindicales de la Argentina para evaluar denuncias sobre violaciones de DDHH cometidos en el país durante el actual gobierno de Cambiemos.

“El nuevo contexto político y los mensajes del Gobierno nacional también tuvieron eco en decisiones de la Corte Suprema y la Cámara Federal de Casación Penal y, en consecuencia, en algunos Tribunales Orales Federales”, continuó Iud. “El dato más relevante en este sentido es el fallo de la Corte, conocido como “Muiña”, que declaró aplicable a estos procesos la llamada “Ley del 2×1”. En ese fallo, la Corte omitió realizar el control de convencionalidad, violando así la prohibición de conmutación de penas para crímenes de lesa humanidad. El extendido repudio social forzó la rápida respuesta del Congreso Nacional y se dictó la Ley 27.362, una norma interpretativa que aclara que la regla del “2×1” no puede beneficiar a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad”, expuso. Luego se refirió a problemáticas como la lentitud del avance de las causas judiciales, la concesión de beneficios a imputados por delitos de lesa humanidad, la absolución de represores y apropiadores, la utilización del procesamiento del ex Jefe del Ejército César Milani como un logro propio del Gobierno, la situación de hostigamiento sufrida por defensores de derechos humanos, el ataque a la independencia de los fiscales –con particular referencia al intento de remoción de la Procuradora General de la Nación Alejandra Gils Carbó-, y la falta de avances en la investigación por la desaparición de Julio López.

“Tal como hemos adelantado, estas regresivas decisiones judiciales o el debilitamiento de áreas clave del Poder Ejecutivo, no constituyen hechos aislados ni pueden comprenderse sin analizar el contexto en el que se producen”, prosiguió Carlotto. Fueron resonantes las declaraciones de dos funcionarios públicos que relativizaron el número de desaparecidos y el alcance de la represión, con un discurso claramente negacionista. Ante el aniversario del golpe de Estado, el bloque de diputados del partido de gobierno asimiló la actividad de los organismos de Derechos Humanos a un “negocio”. Porque vemos con preocupación cómo desde las más altas esferas se promueve desandar el camino recorrido en estos 40 años de lucha, estamos una vez más recurriendo a esta Comisión buscando preservar lo conquistado y avanzar sobre lo pendiente”, concluyó, exigiendo que el gobierno de Mauricio Macri garantice la continuidad del proceso de memoria, verdad y justicia por crímenes de lesa humanidad en Argentina.

Estela de Carlotto en el 165º período de sesiones extraordinarias de la CIDH

«La CIDH acaba de crear una Unidad para la Memoria, la Verdad y la Justicia como respuesta a las denuncias que planteamos», dijo Alan Iud, abogado de Abuelas.

A continuación, hizo su descargo la comitiva del Estado Nacional. “El Presidente de la Nación ha puesto como faro a la verdad, en virtud de que es un valor supremo, y a la justicia como un bien social que debe funcionar de forma independiente, como no ha ocurrido en los 12 años que precedieron a nuestra gestión. La agenda de derechos humanos -que denominamos ampliada- tiene como sostén fundamental a la memoria, el respeto, el encuentro, el diálogo y la inclusión. Memoria, verdad y justicia es política de Estado, a la que honramos con indicadores de eficiencia mayores a los heredados”, comenzó Avruj. “Reconocer el contexto de violencia del que emergió el terrorismo de Estado perpetrado por la última dictadura no significa en ningún sentido avalar la Teoría de los Dos Demonios. Nunca lo hemos hecho ni lo haremos. Los argentinos hemos demostrado en estos años de consolidación democrática, que no queremos volver a vivir el horror de la dictadura. Si se nos llama a responder sobre cifras, debemos reconocerle a la gestión anterior la creación en 2014 del Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado, el cual informa a la fecha 8.571 personas desaparecidas”, ratificó en justificación de la postura oficialista sobre la cantidad de detenidos desaparecidos durante la dictadura.

Por último, Francisco Eguiguren Praeli, Presidente de la Comisión y Relator para Argentina, remarcó la necesidad de unidad y trabajo conjunto entre ambas partes. “Los ministerios públicos tienen el deber de investigar, y el Poder Ejecutivo no puede influir ni cambiar sus conductas. Pero hay temas que son una verdad histórica, como la dictadura, las desapariciones y los crímenes de lesa humanidad. La Comisión está comprometida con eso y siempre lo estará. En ese sentido, es muy importante a partir de esta audiencia la creación de la Unidad de Memoria, Verdad y Justicia.”

Organismos de DDHH y organizaciones sindicales en el 165º período de sesiones extraordinarias de la CIDH.

Representantes de CTERA, ATE-Capital, SIPREBA, entre otras, denunciaron violaciones a los derechos de los trabajadores y persecuciones hacia los gremios por parte del gobierno de Mauricio Macri.

Al finalizar la audiencia, el abogado de Abuelas, Alan Iud, manifestó en diálogo con ANCCOM: “Planteamos en esta audiencia que las decisiones judiciales sobre causas de lesa humanidad son una de nuestras mayores preocupaciones, particularmente la implementación del 2×1 como se dio en el “fallo Muiña”. La CIDH acaba de crear una Unidad para la Memoria, la Verdad y la Justicia como respuesta a las denuncias que planteamos. Esto quiere decir que va a hacer un seguimiento directo sobre estos temas. Esperamos que nos sigan escuchando y que sigan de cerca la situación de los Derechos Humanos en Argentina para que, como dijo el Comisionado Paulo Vannuchi (de la CIDH), no haya regresionismos”, remarcó. Luego, en referencia a las declaraciones de funcionarios gubernamentales sobre la  cifra de los desaparecidos, especialmente los recientes dichos de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, aduciendo que durante la década del setenta “ni los demonios eran tan demonios, ni los ángeles, tan ángeles”, agregó: “No deberíamos estar discutiendo estas cosas sino acelerando los procesos judiciales”. Y ante la creciente incertidumbre sobre el futuro de los derechos humanos en Argentina tras la victoria de Cambiemos en las elecciones legislativas, concluyó: “Las Abuelas y las demás organizaciones nos demostraron que, aun en los momentos más difíciles, se han sobrepuesto y han mantenido su lucha por la memoria, la verdad y la justicia”.

Estela de Carlotto.

«Ante el aniversario del golpe de Estado, el bloque de diputados del partido de gobierno asimiló la actividad de los organismos de Derechos Humanos a un ‘negocio'», dijo Estela de Carlotto.

 

Organismos de DDHH y organizaciones sindicales durante la sesión extraordinaria con la CIDH.

«Los ministerios públicos tienen el deber de investigar, y el Poder Ejecutivo no puede influir ni cambiar sus conductas», dijo Francisco Eguiguren Praeli, Presidente de la Comisión y Relator para Argentina.

 

Actualizado 25/10/2017

Cuando la dictadura plantó un cuerpo en un río

Cuando la dictadura plantó un cuerpo en un río

El juicio a los represores de la dictadura Eduardo Alfonso y Rafael Félix López Fader inició ayer su segunda audiencia con el testimonio de Juana, la hija del diputado nacional, Diego Muniz Barreto. El legislador fue víctima de un operativo de la última dictadura cívico-militar, comandado por Fader, ex Capitán del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares. Luego del secuestro, el 16 de febrero de 1977, el diputado y su secretario Juan José Fernández fueron arrojados al río, simulando un accidente automovilístico, en marzo del mismo año. Juana comenzó su declaración con lo más íntimo de su historia, en la que lleva  40 años pidiendo justicia. «Cuando tenía 8 años entré a la Escuela de Ballet del Teatro Colón. Mi papá me decía que iba a bailar como Margot Fonteyn, ya me veía como primera bailarina del ballet de Londres. Él hacía planes para que yo viajara y pudiera hacer mi carrera allá. Cuando tuve mi primera función, a los 10 años, entró un señor al camarín, que compartía con mis compañeras, con un ramo enorme de claveles rojos con una tarjetita que decía: ´Lo más maravilloso que tengo en este mundo, papá´. Así era mi papá y así fue los 15 años que lo tuve conmigo y tal vez esto explique porque yo estoy acá», contó conmovida.

Como era una figura pública, la desaparición de Diego Muniz Barreto no pasó inadvertida. «El Parlamento europeo, la prensa internacional pero también el diario Buenos Aires Herald y la Agencia de Noticias Clandestina de Rodolfo Walsh pedían por mi papá, además de mi familia. Por lo tanto, mi papá era una carga para ellos porque tenían que devolver su cuerpo, no lo podían dejar desaparecido. Por eso se tomaron ese trabajo, no es tarea sencilla devolver un cuerpo sin marcas después de haber estado semanas en un centro de concentración, después de no haberle dado de comer tantos días que se le caían los pantalones. Se tomaron el trabajo, lo hicieron con mucha precisión y una planificación rigurosa y detallada.  Sin embargo, les falló porque a Fernández, el compañero y amigo de papá, no le hizo efecto la inyección (n. de r.: para sedarlo) y logró escapar», resumió Juana.

Después de que Fernández fuera liberado tras ser apresado como sospechoso del homicidio de Diego Muniz Barreto, fue a pedir auxilio y refugio a su amigo Salvador Viale, un escribano que vivía en Cuba. «A mí me emociona mucho pensar que hubo gente que tuvo el coraje de recibir y dar auxilio a un amigo. Salvador le dio de comer y cuando Fernández se recuperó le contó el horror que había vivido y cómo había vuelto de la muerte», relató Juana.

Según lo que recuerda la hija de Muniz Barreto sobre el testimonio de Fernández –quien falleció años después, exiliado en España-, Salvador le aconsejó que escribiera lo que había sucedido porque lo iban a estar buscando y si le llegase a pasar algo nunca se sabría la verdad. «Escribió a muy pocos días de los hechos un testimonio que tiene un valor extraordinario por lo preciso y detallado, con la memoria completamente fresca. Cuando en los 90 se conoció ese testimonio fue desgarrador, pero al mismo tiempo se transformó en la guía de la investigación», explicó Juana. 

El juicio a los represores de la dictadura Eduardo Alfonso y Rafael Félix López Fader inició su segunda audiencia con el testimonio de Juana, la hija del diputado nacional, Diego Muniz Barreto. Foto registrada el pasado martes.

Luego, la hija del diputado asesinado rememoró el testimonio del ex sargento Víctor Ibáñez, también  clave en el juicio: «Yo estuve presente cuando Ibañez declaró que López Fader pidió por mi papá, por el diputado, para que se lo llevaran al Comando de Institutos Militares el 5 de julio a las 3 de la mañana, allí Fader los recibió. Días después de la transferencia, Ibáñez comprobó que  mi padre era el diputado que mencionaron porque pegaron en la cartelera, próxima a la sala de torturas, recortes de diarios que daban cuenta del fraguado accidente de mi padre». Para Juana, el testimonio de Ibáñez coincide con el de Fernández, quien también escuchó voces que dijeron que la hora del traslado era las 3 de la mañana. Según señaló de Fernández, el día del traslado, a las 11 de la noche, mandaron a buscar a Muniz Barreto y a Fernández y les hicieron cortar la barba igual que como la tenían al llegar al «Campito» (el Centro Clandestino donde los tuvieron cautivos hasta el 6 de marzo de 1977, cuando fueron arrojados al río). Además, llevaron los documentos de ambos hasta Entre Ríos y antes de tirarlos al agua se los colocaron en los bolsillos. «El objetivo era que cuando encontraran el auto, la policía pudiera identificar fácilmente los cuerpos y así poder devolvérselos a la familia», conjeturó Juana. Otros dos datos que dan cuenta de la planificación de los hechos son, por un lado, que taparan la patente del auto del padre de Juana y, por el otro, que les vendaron las muñecas y tobillos para que las cadenas no los lastimaran y así no dejaran marcas. «El que los vendo sabía lo que hacía. Según Fernández, esa persona vendaba caballos. Y López Fader era de caballería», agregó Juana.

El tono de Juana evidenciaba el dolor, la voz se le quebró en cada frase pronunciada, pero aun así continuó con su relato: «Fernández escuchó la voz de mi  papá preguntando: ´¿Nos van a matar?´A lo que alguien le respondió que no. Por un lado se ilusionaban con que los iban a liberar y, por el otro, los amenazaban con que los iban a matar. ´No me cuesta nada pegarte un tiro, no te hagas el loco, no te hagas el héroe´, les decían. Al momento de meter a Fernández en el baúl le dijeron lo mismo: ´Te vamos a encadenar, a meter en un baúl de un auto, no quiero héroes, no te hagas el loco, porque no me cuesta nada pegarte un tiro y tirarte en una zanja´”.  No me voy a meter en el horroroso calvario que le hicieron sufrir a mi papá y a Fernández, con el calor insoportable en un baúl tantas horas sin recibir siquiera agua». Cuando llegaron a Entre Ríos, Fernández identificó tres autos estacionados de culata en un semicírculo, dos Falcón, uno color ladrillo y el otro blanco, y un Fiat. Además vio a los tres sujetos responsables debido a que les sacaron las capuchas, porque los iban a matar y ya no importaba si los reconocían. Uno de ellos era Domínguez, alias «Escorpio», que ya ha sido condenado. Los otros dos eran un señor de remera amarilla y el otro era López Fader, que llevaba el torso desnudo y a quién describió como un hombre de unos 33 años, cabello rubio oscuro, estatura mediana, ojos claros, cutis blanco, contextura normal. El de remera amarilla le sacó las vendas con una hoja de afeitar y luego se las pasó a López Fader, quién las quemó. Ese de torso desnudo es quién los había vendado a la mañana y quién luego Fernández señala como el jefe por la forma de hablar que tenía. «Mi papá le pidió por favor que le dieran agua y López Fader le respondió que se quedara tranquilo que ya iba a tener todo el agua que quisiera. Después mi papá les preguntó què hacían ahí, qué estaban esperando y este mismo sujeto le dijo que estaban esperando el camión que los iba a trasladar a la Penitenciaria y mi papá le preguntó si ahí iba a poder recibir la visita de sus hijos. Y eso es lo más precioso que me llevo de toda la investigación, que él en sus últimos minutos pensaba en sus hijos», dijo Juana sollozando. Inmediatamente después lo vuelven a encerrar en el baúl, el auto se alejó, pusieron la radio a todo volumen y procedieron con el asesinato de Barreto. «A mi papá lo mataron, no le dieron una inyección, murió desnucado. Fernández se dio cuenta que lo estaban matando por eso la música fuerte para que no oyera sus gritos», dijo Juana. Después lo inyectaron a Fernández y lo acomodaron en el asiento del acompañante, mientras que a Barreto, quién ya estaba muerto según la autopsia,  lo tiraron en el asiento de atrás. A Fernández no le hizo efecto la inyección y se escapó por el agujero del parabrisas. 

Cuando Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo y querellante contra Eduardo Alfonso, le preguntó a Juana por las fuentes que consultó además de Fernández e Ibáñez ella respondió que leyó una  infinidad de libros y artículos e hizo mención a uno en particular: «Operación bananas» publicado en la revista El Porteño, escrito por Juan José Salinas en el que se describía un encuentro entre López Fader y el Capitán José Luis D’Andrea Mohr en el regimiento de Neuquén en el año 1978. Allí tuvieron una conversación en la que López Fader se jactaba de tirar muchos subversivos al río y para evitar que los cadáveres flotaran los destripaba para que así se fuesen al fondo.

Foto de la audiencia por el juicio a los represores de la dictadura Eduardo Alfonso y Rafael Félix López Fader, del martes 10 de octubre.

Juana dijo que hay una coincidencia en todo lo que relató Ibáñez y lo que escribió Fernández. Para ella, queda clara la responsabilidad de López Fader, no sólo en el Comando de Institutos Militares, sino en el lugar del hecho como jefe. Además tuvo una activa participación en los actos de represión, en los años de terrorismo de Estado. «En nombre de salvar la civilización occidental y cristiana y a la familias argentinas, destrozaron miles de familias, humillaron a sus Fuerzas. Ellos hablaban de civilización y cometieron el hecho más bárbaro, que es matar a dos personas indefensas. Mi padre fue el más maravilloso que podría haber tenido y que tengo, por eso espero, ni más ni menos, una sentencia justa. Sé que el jurado se guía por pruebas pero no me puedo quitar de la cabeza a esos otros que siguen desaparecidos, que no tienen causa ni querella porque no flotaron, porque los destripó. Espero que puedan hacer justicia también por ellos», dijo Juana entre lágrimas.

Después de la declaración de Juana Barreto se prosiguió con los testimonios que aportan pruebas al juicio contra el ex General de Brigada Eduardo Alfonso, por su participación en el asesinato de Antonio Domingo García y la desaparición de Beatriz Recchia, embarazada de 5 meses, en el marco de un operativo que se llevó a cabo, el 12 de enero de 1977, en la casa del matrimonio, en Villa Adelina. Con ellos estaba su pequeña hija Juliana, quien -ya adulta- declaró la audiencia anterior. El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de San Martín, lleva adelante en este juicio unificado dos causas –que han sido acumuladas, pero no tienen conexión entre sí, salvo la impunidad de ambos imputados durante 40 años.
Eva Gloria García, vivía en frente del departamento de Villa Adelina en donde se llevó a cabo el operativo contra la familia García Recchia. Ella observó por entre medio de las persianas de su casa lo sucedido. «Hubo dos operativos en frente de mi casa en 1976, con seis meses de distancia. En el segundo episodio mataron al padre de Juliana y se llevaron a la mamá, que estaba embarazada. Había personas con uniformes militares, policías y gente particular. No pude ver como fue el enfrentamiento porque era a la madrugada y ellos estaban dentro del departamento, y hay un portón delante. Yo vi que alguien había sido herido porque lo atendieron en la casa que está al lado de la mía, creo que fue en el abdomen. Pascual Florencio lo atendió, un médico vecino. Hubo otro herido, según me enteré después era policía. Recuerdo que había un Falcón fuera de la casa, también. A la mamá de la nena -Juliana- la taparon con una frazada, la envolvieron con una soga como un matambre, la metieron en el Falcón y se la llevaron. Eso lo vi porque dejaron el portón abierto. En el barrio se comentaba que los militares decían que se los llevaron porque eran subversivos», contó Eva Gloria.

Durante el cuarto intermedio, Alfonso que asistió sonriente a la audiencia, charlaba animadamente con sus familiares y amigos, con las manos en los bolsillos. Las personas que presencian el juicio destacan el bronceado del imputado y comentan: “Claro, si están en Campo de Mayo jugando tenis y golf todo el día”, en referencia a la cárcel de privilegio que aloja a genocidas.

Luego fue el turno de tres peritos que examinaron las heridas de Alfonso que lo incriminan en la participación del operativo de Villa Adelina. El primero, Luis Horacio Márquez, perito oficial y médico forense, habló de su participación en el peritaje efectuado en el 2009. Hizo mención a que se encargó de verificar si Alfonso tenía heridas, describió las características de las mismas y estableció el posible orificio de entrada y salida de bala. Luego se limitó a repetir las conclusiones de sus compañeros. El segundo, Walter Jorge García, perito especialista en balística, fue quién realizó las pericias en el 2009, por pedido de la defensa de Eduardo Alfonso. Dijo que se hizo un análisis descriptivo de Alfonso –a quien curiosamente se refirió como la víctima-, donde se reunió junto a otros tres peritos. En ese análisis evaluaron la  cicatriz que tenía Alfonso en la parte superior del glúteo izquierdo. «La cicatriz que presentaba era indicativa de un orificio de entrada circular, es decir, que la trayectoria fue perpendicular al piso. Por lo cual la herida podría haber sido hecha desde una butaca de motocicleta, porque generaría una impronta horizontal. Si una persona hubiera estado acostada no hubiera dado tal impronta y si una persona hubiera estado parada la única posibilidad de que ese orificio fuera circular sería que el disparo se hubiese efectuado desde la cadera lo cual reduce la certeza del tiro». Todo eso para abonar a la teoría de Alfonso, quien dice que en el mismo momento del operativo de Villa Adelina, él estaba en otro contra un motociclista, que le disparó. Curiosamente, el único episodio que registra la prensa de la época, es el de la casa del matrimonio García Recchia.

Juliana Inés García Recchia en la audiencia del 10 de octubre por el juicio a los represores de la dictadura Eduardo Alfonso y Rafael Félix López Fader.

Cuando la querella cuestionó al perito y preguntó si la bala que recibió Alfonso no podría haber provenido de una persona en posición “arrodillada a tierra”, el perito se negó a responder porque no podía precisarlo por falta de datos. Tampoco quiso responder cuando plantearon si Alfonso podría haber sido herido, mientras se descolgaba de una pared, saliendo del patio de la casa en que habría asesinado a Antonio Domingo. Sin embargo, sí aseguró que el disparo efectuado  desde una butaca de una motocicleta era factible, aún sin tener los datos de la altura del vehículo ni del tirador. Por último, la perito Silvia Bufalini  aseguró que el informe se contestó desde la generalidad de los casos en balística y de los datos que se tenían en ese momento –orificio de bala y distancia al suelo-, porque había datos que no tenían como la altura del tirador y de la moto, si el vehículo estaba en movimiento o estático.

La  última en declarar fue Stella Segado ex integrante del Equipo de Investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, quien reafirmó lo que ya había declarado en la etapa de instrucción: el legajo de Alfonso contiene una condecoración por su participación en el operativo  de Villa Adelina, la madrugada del 12 de enero de 1977. La noche que él dice haber perseguido una moto, sus superiores  lo premiaron por su desempeño en la tarea «antisubversiva».

Las audiencias de este juicio por ambas causas acumuladas continuarán el próximo martes a las 9.30 de la mañana en el Tribunal de San Martín. Alfonso pidió que para esa audiencia no se lo trasladase, ya que el juicio girará más en torno al caso López Fader y sus testigos.

Actualizado 18/10/2017

“Los hechos traumáticos no se olvidan”

“Los hechos traumáticos no se olvidan”

Comenzó ayer el juicio contra el ex Secretario General del Ejército, Eduardo Alfonso, acusado por el asesinato de Antonio Domingo García y la desaparición de Beatriz Recchia, embarazada, en 1977, en la localidad bonaerense de Villa Adelina. La pareja militaba en la organización Montoneros. Su hija mayor, Juliana -que tenía tres años en el momento del secuestro- luego del operativo fue privada de su libertad por algunas horas. Al momento de los hechos, Alfonso se desempeñaba como teniente primero de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, ubicada en Campo de Mayo. Este es el primer juicio que enfrenta el ex militar, luego de 40 años de impunidad y cuatro como prófugo. Pudo ser acusado recién en 2008, luego de una lectura minuciosa de su legajo, en el que se lo condecoraba por aquel allanamiento clandestino.

En el mismo juicio, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de San Martín –integrado por los magistrados Marta Milloc, Diego Barroetaveña y Marcela Mónica Rodríguez– juzga a Rafael Félix López Fader, ex capitán del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares, por su participación en la privación ilegal de la libertad y tormentos, homicidio y tentativa de homicidio del ex diputado Diego Muniz Barreto y Juan José Fernández.  

Fader está imputado por haber llevado adelante el secuestro de estos jóvenes, el 16 de febrero de 1977, en el marco de un plan sistemático. El personal policial habría obligado a ambos a salir de la carnicería en la que se encontraban y subir al automóvil de Fernández, marca Fiat 128. Las víctimas permanecieron detenidas en la comisaria cercana hasta el 18 de febrero de 1977, fueron trasladados a otra dependencia, arrojados en un calabozo esposados y desvestidos. Posteriormente fueron encapuchados e introducidos en dos automóviles Ford Falcon, donde se encontraban cinco hombres más. Después se inició la marcha hacia la localidad de Pacheco y los encapucharon hasta llegar al Centro Clandestino de Detención el “Campito”, en Campo de Mayo. Allí fueron golpeados, sometidos a simulacro de fusilamiento y a Barreto le aplicaron corriente eléctrica. El 6 de marzo de 1977, en horas de la madrugada, un militar que se apellida Roldan, apodado “Trapito” y un gendarme conocido como “Puma” trasladaron a los detenidos  hasta el Comando del Instituto militar de la guarnición militar de Campo de Mayo, donde fueron recibidos por Fader apodado “Raúl” y Mario Rubén Rodríguez alias “Escorpio”. Fader integraba una comisión especial encargada de trasladar a los detenidos desde allí hasta a provincia de Entre Ríos. Las víctimas fueron encadenadas, encapuchadas e introducidas en el baúl de dos automóviles para dejarlos a orillas del rio Paraná, en donde permanecieron hasta el anochecer. Luego le suministraron inyecciones para adormecerlos y colocarlos en el Fiat 128 de Fernández y  finalmente lanzarlos al agua. Muniz Barreto falleció, pero Juan José Fernández sobrevivió y pudo escapar del automóvil que había sido sumergido. Los represores intentaron ocultar los homicidios bajo la forma de un accidente automovilístico. Ante la lectura de las acusaciones, Fader decidió hacer uso de la palabra y dijo: “En primer lugar, quiero decirle al tribunal que soy totalmente inocente de los cargos que me han imputado. Yo no participé en el secuestro de Barreto como tampoco en la privación ilegal de su libertad  y mucho menos en su deceso, jamás lo he visto. No he participado en la lucha contra la subversión y según me ha manifestado mi abogado defensor lo único que me imputa en esta prueba de la causa Campo de Mayo,  ha sido prueba que ha traído el testigo protegido Víctor Ibáñez, al cual no conozco. Y yo le pido, excelentísimo Tribunal, tener un careo con esa persona. Esto es todo lo que voy a declarar por hoy, porque salí muy temprano de Campo de Mayo -a las 3 de la mañana- y olvidé una serie de documentos que sería muy importante mostrar”, dijo Fader, sin que le temblara la voz. Por último manifestó que quiere participar de todas las audiencias del caso.

Imagen de Eduardo Alfonso mientras declara en el juicio en su contra.

Eduardo Alfonso, ex Secretario General del Ejército, acusado por el asesinato de Antonio Domingo García y la desaparición de Beatriz Recchia.

Eduardo Alfonso en cambio, prefirió no declarar, por asesoramiento de su letrado y se remitió a su declaración indagatoria, que hizo en sede judicial el 11 de diciembre del 2008. Pidió que se la leyera en voz alta, públicamente, y que luego se incorpore a las actas correspondientes con el croquis de puño y letra que él hizo en esa oportunidad relatando los hechos “tal cual sucedieron”, según su versión. Además expresó que él también quiere presenciar de todas las audiencias. Alfonso niega haber participado en tiempo y lugar del operativo en Villa Adelina, en la calle Independencia al 1940, la noche del 12 de enero de 1977. En aquel escrito, Alfonso dice no conocer el lugar de los hechos que se le imputan, los que “afectan a su persona en lo familiar, personal y profesional”.

Finalmente, tras los inverosímiles relatos de los acusados, fue citada a declarar Juliana Inés García Recchia quien comenzó hablando de sus padres para “bajar a la realidad el caso”, aclaró. “Mi mamá, Beatriz Recchia, se recibió de maestra, ejerció como jardinera y estudió Historia en la Facultad de Filosofía y Letras. Mi papá, Antonio Domingo García, había hecho la primaria como pupilo en el colegio Lasalle de González Catán y fue maestro de grado en el Colegio Pío XII. Los unió la pasión por la historia y la militancia, por el lado de la Iglesia. Se encontraron en un taller de historia en los 70. Convergieron en Montoneros, donde militaron hasta el último momento de sus vidas. Desde jóvenes tuvieron inquietudes sociales y políticas. En 1972 se casaron y cuando mi mamá estaba por rendir uno de sus últimos finales rompió bolsa y nací yo”, relató Juliana. Luego aclaró que a pesar de la corta edad que tenía cuando se produjeron los hechos, tiene recuerdos propios de esa noche porque la marcaron. Con respecto a la memoria de sus padres dijo: “La historia mía con ellos la fui armando con el tiempo. Trato de reconstruirla a través de lo que me contaron y otras que viví. Se han acercado muchas personas que conocían a mis padres, amigos y familia. Los recuerdos que tengo de ellos tengo que cultivarlos día a día. Trato de no perder sus caras, solo viví con ellos tres años y trece días. Los hechos traumáticos no se olvidan y éstos los tengo grabados a fuego junto con sus abrazos que me acompañan, porque es lo que me queda de ellos. Sé que me quisieron mucho y eso fue la base para ser lo que puedo ser hoy”.

Juliana Inés García Recchia, hija de las víctimas de Eduardo Alfonso.

“Los familiares necesitamos darle un cierre a esto. Hace más de 40 años que esperamos justicia», dijo Juliana Inés García Recchia.

Antes de la noche de horror que vivió la familia de Juliana, ellos ya sufrían la persecución a manos de la Junta Militar. La situación se había complicado aún más por las caídas de compañeros de sus padres motivo por el cual se mudaron varias veces hasta llegar al PH de Villa Adelina, ubicado en la calle Independencia al 1940, en diciembre de 1976. “Tengo recuerdos de adrenalina y terror que a veces vuelve en sueños”, contó Juliana.

El año pasado, Juliana volvió al barrio y habló con los vecinos y pudo saber qué pasó durante el operativo: “Muchos de mis recuerdos eran reales. Porque lo que me contaban era tal cual como lo tenía presente”. El operativo, según reconstruyó, fue alrededor de las 4 de la madrugada del 12 de enero de 1977. Lo primero que recuerda son los ruidos estruendosos. Después, que se encontraba con su madre agachada detrás de algo, como una cómoda, su madre la protegía y le hablaba. Beatriz le dijo a su pequeña de tan solo tres años que afuera había hombres malos explotando globos. Cuando los sonidos cesaron, aparecieron en la habitación unas personas que las sacaron a ambas de la casa. En el patio yacía su padre, Antonio Domingo García. “Nos hicieron pasar por el patio y ahí estaba el cuerpo de mi papá. El patio era tan chico que tuvimos que pasar por encima de mi papá”, dijo Juliana con la voz quebrada. Luego procedieron a subir a su madre a un camión que, según rememora Juliana, tenía lonas. Después de eso, solo recuerda que la subieron a la parte de atrás de un auto que tenía los “asientos largos”, típicos de los Falcón. Horas más tarde fue entregada a sus abuelos maternos por el personal de la comisaría de Villa Adelina. García fue inhumado como NN en el cementerio de Boulogne, mientras que Recchia -quien permanece desaparecida- fue confinada en la Guarnición Militar de Campo de Mayo, en el Centro Clandestino de Detención conocido como «El Campito». Allí fue vista con vida al menos por dos sobrevivientes. En ese lugar, dio a luz a una niña que permaneció desaparecida apropiada por Luis José Ricchiuti hasta 2009, cuando recuperó su identidad y se convirtió en la nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo número 97. Además, después de aquel operativo habían saqueado la casa. “Se llevaron todo, hasta mis dos cotorritas. Lo único que quedó fue un rollo de papel higiénico. Es lo único que me quedó como recuerdo de esa casa y de mis viejos”, repuso Juliana conmocionada.

“Lo más difícil era entender lo que pasaba con mi mamá, no estaba la figura del desaparecido en ese entonces. La gente desaparecía pero no se sabía qué iba a pasar con ellos. Hubo un tiempo que se decía que los desaparecidos estaban en España. Y yo quería creerlo, me quería ir a Europa a buscar a mi mamá. Mi tío Tito era el encargado de bajarme a la realidad, de pincharme los globos”, contó. A Juliana no solo le arrebataron a sus padres, sino también la posibilidad de tener un lugar en donde elaborar su duelo, una tumba para visitarlos y llorarlos. Al referirse al plan sistemático que llevó a cabo el Grupo de Tareas durante la última dictadura militar Juliana dijo -mientras sacaba un pañuelo y se secaba las lágrimas de dolor: “El plan era este: me quedo con todo, con tus bienes, tus hijos, tu cuerpo. Ni siquiera vas a tener una tumba”.

Juliana pidió que Alfonso tenga la valentía de contar la verdad y diga qué hicieron con su madre.

“Los familiares necesitamos darle un cierre a esto. Hace más de 40 años que esperamos justicia. El daño y el dolor son permanentes. Yo me despierto y todos los días me siento huérfana y mis hijas se perdieron de tener a sus  abuelos”, manifestó Juliana. Además, pidió que Alfonso tenga la valentía de contar la verdad y diga qué hicieron con su madre y lamentó que por retardos en la justicia muchos represores quedarán impunes. “Sentimos que esto no se acaba nunca”, dijo Juliana para concluir su testimonio. Inmediatamente finalizada la declaración los aplausos no se hicieron esperar para acompañar a la hija de la pareja víctima del genocida Alfonso a quién no sólo no se le movió un solo musculo mientras Juliana relataba lo que le había sucedido a sus padres, sino que provocó a la audiencia al sonreírle a una fotógrafa que lo estaba retratando. Las que sí se mostraron emocionadas por el relato, fueron quienes vienen acompañando cada uno de los juicios de lesa humanidad. En la sala del martes pudo verse a integrantes de la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte, integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo –querellante en esta causa en representación de Juliana-, miembros de la Comisión Campo de Mayo y de Comisión Memoria de San Martín, entre otros. Alfonso y Fader también estuvieron acompañados. Paradójicamente, las hijas de Alfonso no pudieron ocultar la emoción al escuchar el relato de Juliana.

La segunda audiencia se llevará a cabo el próximo martes a las 9.30 de la mañana.  López Fader y Alfonso continuarán detenidos en la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo hasta que se dictamine una sentencia. Está previsto que declare Juana Muñiz Barreto, hija del ex diputado Diego Muñiz Barreto, secuestrado y asesinado el 6 de marzo de 1977.

Actualizado 11/10/2017