Feb 10, 2021 | Novedades, Trabajo

“Básicamente funciona como un test de embarazo, pero con una gota de sangre en vez de orina”, resume con orgullo la farmacéutica Florencia Tiseyra el mecanismo detrás del flamante producto de la empresa: FarmaCov, el primer dispositivo para la detección de anticuerpos de Covid-19 de producción enteramente nacional. La profesional es –junto a un centenar de bioquímicos e ingenieros químico- una de las integrantes de Farmacoop, el primer laboratorio recuperado y autogestionado por sus trabajadores del mundo.
Tiseyra ingresó a la cooperativa a fines de 2019 cuando, tras años de lucha, los trabajadores de la fundida Roux Ocefa consiguieron que el Poder Judicial les permitiera mantener la continuidad laboral y constituirse como cooperativa. “A partir de 2016 empieza el conflicto: los despidos, las suspensiones, todo el proceso que conocemos de las empresas cuando quiebran. Pero no terminaba de dar la quiebra. En el concurso lo iban comprando grupos financieros que lo que hacen es adquirir los laboratorios para vender las patentes sin hacerse cargo de los costos, fundamentalmente de las indemnizaciones, que es lo que más plata lleva. Y como parte de la estrategia de lucha, los trabajadores montaron una carpa en la puerta del laboratorio para evitar que lo desmantelaran”, cuenta. Finalmente, la orden judicial que reconoció a los trabajadores estableció también que muchos de los equipos sustraídos por los dueños anteriores fuesen devueltos, puesto que la continuidad de la empresa implicaba la conservación de los medios de producción.
Ocupar, resistir y producir
El relato contrasta con la realidad actual: donde antes había instalaciones vacías, hoy hay una planta que produce; donde había ex empleados atrincherados reclamando por sus derechos, hay trabajadores que transitan de un lado a otro, atraviesan el vestuario para llegar a la línea de producción y vuelven a los pocos minutos, siempre con una tarea por realizar y alguna prisa. La habitación en la que se exhibe el nuevo producto conecta con otras tres, y estas a su vez con otras más, lo que deviene en un laberinto de paredes blancas solo interrumpidas por equipos de medición y pilas de cajas repletas de pipetas y tubos de ensayo.
Farmacoop es el engranaje final de una compleja maquinaria diseñada para dar una respuesta local a la pandemia de Covid-19. El FarmaCov Test fue desarrollado por científicos del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI) de la Universidad Nacional de La Plata. Por su parte, la vinculación con el sector privado refuerza el carácter nacional, ya que las empresas Bamboo Biotech SAS y Alimentos Proteicos SRL, ambas argentinas, contribuyeron a financiar el proyecto. El resultado es un test rápido de detección de anticuerpos que se inserta en una estrategia de sustitución de importaciones, con un 96% de insumos producidos en el país, lo que permite reducir su costo a unos 5 dólares por unidad.

El 96% de los insumos del test son nacionales, lo cual baja su costo y genera ahorro por sustitución de importaciones.
Como explica la trabajadora de la cooperativa, la recuperación de la planta y el ingreso al proyecto fueron procesos casi simultáneos: “Nos vinculamos con CONICET a través de los inversores que estaban buscando también un laboratorio en donde escalar la producción. Empezamos a trabajar en mayo, ellos en el desarrollo, nosotros con el montaje de toda esta planta. Pero en abril todavía estábamos terminando la puesta en marcha de la planta de alcohol en gel, que está en la parte de atrás del edificio. Todo lo que ves acá atrás era algo que estaba totalmente venido abajo, era una línea llenadora de ampollas en un momento y después de los años de la quiebra se había venido abajo”.
Tiseyra señala el cuarto contiguo, visible a través de los vidrios que lucen el nombre de la empresa pintado. Se pueden observar tres balanzas de un lado, otros tres instrumentos de medición del otro; algunos frascos Erlenmeyer recién lavados y un par de planillas con los resultados de alguna prueba reciente.
El desafío, por lo tanto, era doble. Pero allí donde los contratiempos se multiplicaban, fue fundamental la experiencia del plantel que sobrevivió al laboratorio Roux: “Se hizo todo el montaje en aéreas especiales. Por ejemplo, hay un cuarto que tiene una humedad por debajo del 35%, porque las tiras del test son sensibles a la humedad. Y todo el manipuleo de la tira cuando está expuesta tiene que respetar esas condiciones. Eso se logra con un deshumidificador rotatorio desecante que va en la parte del techo. Era una máquina que salía sumamente cara, que tenía que venir de Europa. Y un compañero recordó que ese equipo estaba en otra planta. La mayoría no lo sabíamos porque no estaba declarado en la ANMAT. Lo habían puesto para bajar la humedad en el área donde se hacían las sales de rehidratación oral, un producto bastante conocido del ex laboratorio”, explica Tiseyra. Un conocimiento especifico que representó alrededor de 100 mil dólares de ahorro para la cooperativa, e ilustra el potencial de la sinergia entre trabajadores experimentados y la fábrica.

La recuperación de una máquina abandonada generó un ahorro de cien mil dólares.
Habilitados
A mediados de enero, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizó la producción y comercialización del test. Sin embargo, el camino de las habilitaciones también fue largo. Tiseyra recuerda: “Cuando yo entré, el proyecto tenía que ver con recuperar el laboratorio farmacéutico, ya que la producción de medicamentos había sido la principal actividad de Roux Ocefa. En 2018, cambió la normativa de ANMAT, que se hizo mucho más exigente. Y se hacía más difícil alcanzar los estándares de calidad nuevos con una planta que ya venía deteriorada para la normativa anterior. ANMAT hizo un acompañamiento, se hicieron tres inspecciones y todas rebotaron. Nos preparamos durante todo el verano para la cuarta inspección que iba a ser en marzo, y poco antes de eso comenzó la pandemia”.
Lo que impulsó la habilitación de las instalaciones, continúa Tiseyra, fue la apertura del sector de cosméticos e higiene personal de la fábrica. “Nos contactaron del gobierno de la provincia de Buenos Aires, para sugerirnos si podíamos hacer alcohol en gel. Nosotros hicimos una fórmula que reemplazó el carbopol por otro componente, con propiedades similares. En ese momento el carbopol era noticia porque no se conseguía por ningún lado, era carísimo, los chinos no solamente habían gastado todo lo que producían sino que dejaron de producirlo por la cuarentena. Después empezamos a hacer también alcohol a 70 volúmenes, para desinfectar. Ese fue el primer producto que lanzó la empresa y con el que pudimos habilitar la planta. También el control logístico de barbijos, cuya confección es realizada por distintas Pymes y comenzó a mover la empresa”, cuenta la farmacéutica.
La producción de la cooperativa enlaza con una marcada ética respecto al lugar que ocupan estas empresas en la sociedad. En su página web, al final del listado de productos puede leerse una leyenda en negrita: “Consideramos inmoral la especulación en tiempos de emergencia”. Tanto el alcohol en gel como los barbijos son vendidos “a precios populares” y se asegura una producción diaria para dar respuesta a la demanda constante.

Además de su trabajo específico, la cooperativa realiza actividades sociales con los sectores vulnerados en su barrio.
El FarmaCov Test tiene un uso fundamental para la política sanitaria de empresas y organismos que intentan asegurar el retorno a la presencialidad. Desde Farmacoop señalan que la demanda se satisface a través de convenios con laboratorios de análisis clínicos que ofrecen el servicio: “La restricción que tiene es que son de uso exclusivo profesional. Una persona no puede ir a la farmacia a hacerse el test, sino que se venden mediante laboratorios de análisis clínicos o mediante unidades sanitarias”. Entre los clientes se destacan algunas dependencias públicas, como la Cámara de Diputados de la Nación y el Banco Provincia, y actualmente la empresa participa de una licitación de la Ciudad de Buenos Aires para la provisión de análisis destinados a docentes en el marco de la vuelta a las clases presenciales.
De esta manera, los tests comercializados por Farmacoop constituyen una primera y rápida evaluación de los potenciales casos, lo que representa un complemento a los hisopados: “Los anticuerpos IGG se generan una semana después de que tuviste el primer contacto con el virus. Con lo cual es posible que se solapen dos o tres días que podes dar positivo al PCR y a este test. Luego ya la probabilidad baja y solo das positivo a los tests de anticuerpos”, señala Tiseyra. Por esta razón, explica, es necesario realizar un hisopado ante un resultado positivo del test serológico, para confirmar si se está cursando la enfermedad en ese momento. Además, es un método útil para verificar la presencia de anticuerpos en pacientes asintomáticos, que pudieron haber transitado la enfermedad sin manifestaciones clínicas.
La fábrica
La planta de Farmacoop está situada en el límite de Villa Lugano, al sur de la ciudad. Al frente se observan las primeras casas de la Villa 15; detrás, el Barrio Piedrabuena; y a unas cuadras comienza Ciudad Oculta. La cooperativa forma parte del barrio, no solo geográficamente, sino también en la vinculación con las organizaciones locales que resisten en una de las zonas más carenciadas de la Capital: “Nosotros tenemos un acercamiento con el barrio, pero no a partir de la producción puntualmente, sino con el trabajo comunitario. El 25 de Mayo hicimos un locrazo, una olla popular para unas 700 personas. Para el Día del Niño, también hicimos chocolatada y repartimos alfajores. Hay una muy buena relación con varios comedores de la zona en términos de apoyo social”, señala Tiseyra.
Termina el recorrido. Una parada previa por el vestuario para retirarse el equipo sanitario que exigen las medidas de higiene de la planta y nuevamente el alcohol en las manos. Es la hora del almuerzo y parte del plantel ya está reunido para poner en pausa otro día de producción. Aun quedan obstáculos por superar y la pandemia amenaza con continuar exigiendo al sector, pero la historia del primer laboratorio recuperado del mundo demuestra que la organización colectiva es un remedio eficiente.
Ene 20, 2021 | Novedades, Trabajo

Cuando en marzo un virus desconocido paralizó al mundo, las prioridades comenzaron a cambiar. A medida que la cuarentena se extendía concluimos en que el término normalidad no era algo estanco. Como a casi todos, la situación perjudicó directamente a los actores, que vieron mermada su actividad, cuando apenas cuatro días antes de que el presidente Alberto Fernández decretara el aislamiento preventivo obligatorio, la Asociación Argentina de Actores (AAA) llamó al cese de actividades para toda la rama artística. En esta nota distintos intérpretes nos relatan cómo salieron adelante durante estos meses, hasta que se autorizó la vuelta de la ficción.
A Ana Águila la cuarentena la sorprendió y obligó a repensarse: “Me parece que esta pandemia nos puso a todos en una licuadora y nos removió cosas. No conozco persona que no me haya dicho que en este tiempo no aprendió algo”. La actriz se repartía entre cursos de improvisación y trabajos en televisión que cesaron repentinamente. Su primera reacción fue intentar seguir brindando cursos vía streaming, pero debió suspenderlos. Cuando vio que sus ahorros terminaban, salió a pedir ayuda a los comerciantes de su barrio, con quienes armó una tienda online, (@pandebanana). Entiende que su pasión sigue en lo actoral por lo que con la vuelta de algunas actividades de animación está retomando el oficio.
Nancy Gay se adelantó y comenzó a dar clases virtuales, observando cómo la realidad viraba. Luego le sumó funciones teatrales de la misma manera. Entiende que hay una emergencia cultural latente de la cual se debe encargar el Estado: “Esto es una dicotomía, porque la cultura pareciera ser algo no esencial, pero a la vez hizo que todo el mundo pueda pasar la pandemia de forma más amena”, dice.
Matías Alarcón coincide con Nancy. Es actor, autor, productor, director y comediante. Se encontraba estrenando una obra independiente cuando decretaron el aislamiento. Recibió un IFE por su cancelación y una ayuda por parte de la Asociación Argentina de Actores, por pertenecer a una cooperativa de teatro. Sostiene que el streaming, con sus costos fijos, no es para cualquiera, que está orientado más bien al teatro comercial. “Esta situación visibilizó lo desprotegido que está el teatro independiente. Si bien nos dan un subsidio, lo hacen después de que estrenamos y nos piden, como mínimo, doce funciones.” Explica que el 90% de sus colegas, incluso previo a la cuarentena, se encontraba desocupado. Agrega que las productoras de televisión siempre llaman a los mismos intérpretes y que las ayudas no son para todos. Aún así, es optimista y espera que el público acompañe este movimiento.

“Quizás fuimos algo ingenuos al pensar que esta situación no se extendería por más de dos meses,” considera Rincón.
Marina Lamarca al ser productora y dueña del espacio teatral Border y también actriz. Aporta una mirada híbrida. Allí impartían clases de danza, actuación, comedia musical, y eran anfitriones en eventos corporativos de grandes empresas. Todas estas actividades, salvo las clases de actuación que se realizan virtualmente, se frenaron. Ha recibido subsidios para sus salas (Proteatro, Fondo Desarrollar y el Instituto Nacional del Teatro), y una contribución de la AAA por su rol de actriz y directora a partir de una obra que logró estrenar. Comenta: “Estamos comiéndonos nuestros ahorros para que el impacto sea menor. Hoy no estamos viendo una perspectiva clara. A nivel económico el año que pasó fue desastroso para la industria en general, y para nosotros en particular.” A pesar de esto, siente que su posición es privilegiada. En noviembre pudieron regresar a celebrar pequeños eventos corporativos y prestar sus salas para que elencos externos puedan ensayar.
Federico Tombetti, brinda su mirada como docente, además de actor. Trabaja en la escuela que fundó Agustín Alezzo. Debido a que sus principales ingresos surgen de allí, su economía decayó. Recién están regresando a la actividad, ya que habían decidido no funcionar en la virtualidad y ahora optan por lanzar seminarios online. Además de los costos fijos, se les sumó la muerte de su mentor a causa de COVID y una mudanza. Lograron, a través de un ATP, solventar a sus dos empleados. Además, Alezzo había recibido un subsidio por su trayectoria de parte del Instituto Nacional del Teatro y el Fondo Desarrollar que consistió en un un apoyo económico concursable de hasta doscientos mil pesos que desde el Ministerio de Cultura de Nación busca sustentar espacios culturales a partir del contexto actual de emergencia sanitaria. Frente a la falta de un salario fijo, Tombetti ha subsistido a partir de préstamos familiares y de otras actividades.

«No conozco persona que no me haya dicho que en este tiempo no aprendió algo”, dice Aguilar.
Por su parte, Alejandra Rincón, secretaria adjunta y de organización de la AAA, cuenta que la actuación en el país ya venía en caída debido a las políticas del gobierno anterior y por un creciente déficit de inversión, a lo que se sumó la pandemia. “Quizás fuimos algo ingenuos al pensar que esta situación no se extendería por más de dos meses,” considera, mientras aclara que las medidas se tomaron siempre en pos de proteger la integridad física de sus miembros. El colectivo al que representa, que engloba también a bailarines y asistentes se está reactivando lentamente desde agosto, cuando se instituyó la vuelta a la actividad en teatros vía streaming, sin público. En noviembre pudieron volver a trabajar con público un puñado de teatros.
De todas maneras aún es poco el ingreso generado. Algunos de sus miembros se postularon con éxito para percibir un IFE o créditos a tasa cero. Por otro lado, realizaron una campaña “Actuemos juntos”, en donde actores reconocidos realizan videos que se reproducen en las redes de la Asociación a cambio de alimentos. “Sentimos a un gobierno presente, pero siempre falta”, dice Rincón
Tombetti parece tolerante en cuanto al rol sindical. Le hubiera gustado que mostraran mayor acción, pero acepta que la gravedad de los acontecimientos los excedieron. “Yo entiendo lo que quiso decir Alejandra (Darín, presidenta de la Asociación Argentina de Actores). Sí los actores tenemos que esperar para volver a trabajar, trataremos de articular los mecanismos para poder palear esta situación. Me pareció que era una respuesta de ella a cierto sector que estaba pidiendo volver a toda costa, cuando realmente había otras prioridades y necesitábamos cuidarnos.”

“Estamos comiéndonos nuestros ahorros para que el impacto sea menor», subraya Lamarca.
Aguilar y Alarcón son mucho más críticos. “Siento que nos soltó la mano. Solamente ayudó a ciertos actores. A quien sí aplaudo es a SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes), que llamó a todos los miembros de la asociación, los escuchó y ayudó”, señala Aguilar. Alarcón agrega: “Podrían luchar más por los que no tienen trabajo. Me revienta que no se ayude al actor independiente. Deberían pelear para que se sancione una ley que promueva más ficciones nacionales, de acuerdo a la Ley de Medios.”
Rincón defiende la postura del sindicato: “En realidad, a Darín, quizás al ser una figura pública y con más visibilidad mediática, se le adjudicó la voz, pero eso fue una decisión del Consejo General”. Agrega que se organizan bolsones de comida que se reparten en todo el país, acciones que serían parte del deber de la Asociación en este contexto. En cuanto a la situación de la Obra Social de Actores (OSA), coincide en que es caótica y tiene que ver con la falta de aportes por la inactividad de sus afiliados, culpando a grandes productoras y responsabilizando también al gobierno anterior por su apoyo a empresarios, en detrimento de actores: “A nosotros nos afectó la mala reglamentación de la Ley del Actor, que puso tope de contribuciones del sector empresario, haciendo que a la obra social se le sumara otro déficit por la baja de ingresos. Se corre riesgo de convocatoria de acreedores o quiebra”, explica.

«Me revienta que no se ayude al actor independienteE, se queja Alarcón.
Aguilar cuenta el caos en primera persona. Al verse sin recursos no pudo seguir pagando la OSA. A fines de agosto contrajo COVID y al no poder contar con cobertura debió confinarse en su casa. Respecto a los protocolos, se encuentra enojada con la AAA en cuanto a lo propuesto. Siente que en televisión se priorizan otro tipo de programas por fuera de la ficción.
Rincón ofrece una mirada oficial: “En cuanto a protocolos estamos avanzados. Empezamos trabajando con el propio para audiovisual. Llegamos a un acuerdo con las cámaras empresarias del sector, sindicatos y con el Ministerio de Cultura Nación y de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. Nada va a garantizar la inmunidad, pero sí las medidas para reducir los riesgos. Se hizo con modelos del mundo, pero adaptándolos a la Argentina. Acordamos el mismo para la actividad en publicidad y consensuamos la teatral. Faltaría la rama doblaje.”

«Si tenemos que esperar para volver a trabajar, articularemos los mecanismos para palear esta situación», dice Tombetti.
Dic 23, 2020 | Comunidad, Novedades
Según un informe del Instituto Nacional del Cáncer (INC), el de mama es la principal causa de muerte por cáncer en las mujeres de nuestro país. Distintas instituciones y especialistas coinciden en la importancia de la detección temprana como método más efectivo para prevenir la enfermedad. Sin embargo, en un año dominado por una extensa cuarentena, el saldo fue un descenso en la cantidad de consultas, exámenes e intervenciones, así como también hubo una merma en los tratamientos. Ante este panorama ¿Qué recomiendan los especialistas?
Lo primero a tener en cuenta debe ser que cuando se habla de cáncer de mama se trata de la formación de células ubicadas en la mama que forman un tumor maligno. Por eso, desde el Ministerio de Salud advierten que ante la detección de anomalías es importante la consulta urgente a especialistas. Si bien existen varios factores de riesgo entre los que se encuentran la edad, los antecedentes familiares, la primera menstruación temprana o terapias de reemplazo hormonal entre otras, desde esa cartera informan que un porcentaje ubicado entre el 70 y 80% de los casos “se da en mujeres sin antecedentes familiares ni riesgo aumentado de tener la enfermedad”.
Claro que también existen varias alternativas para combatir y prevenir la enfermedad. Las recomendaciones van desde evitar el sedentarismo, “seguir una dieta rica en frutas y verduras y baja en grasas; realizar ejercicio físico; no fumar y moderar el consumo de alcohol”.
Matilde Yahni nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires, y cuenta que desde chica aprendió a remar antes que andar en bicicleta. Se recibió de médica y se especializó en medicina familiar, nutrición y diabetes. Hoy, con 55 años, relata que hace un lustro le tocó remarla de otra manera: justo el día que cumplió los cincuenta se enteró de que tenía cáncer de mama. “Soy médica, hice los controles siempre a tiempo y a los cincuenta me tocó. Y por qué no me va a tocar a mi si a una de cada ocho mujeres en el mundo le toca tener cáncer de mama. Lo importante es la prevención, lo mío por suerte fue un diagnóstico temprano.” Ahora preside el equipo de “Bote Dragón Rosas del Plata, conformado por treinta y ocho mujeres remeras que pasaron por la enfermedad y encontraron en ese deporte una alternativa para mejorar la calidad de vida. Según cuenta Yahni a un medio local, “el remo puntualmente beneficia la recuperación de la musculatura del tronco y los brazos y ayuda al drenaje linfático afectado por la extirpación de los ganglios axilares.”
En un boletín editado por el Ministerio de Salud en el mes de abril, explican: “Las personas con cáncer son más susceptibles de contraer cualquier infección debido a que la enfermedad y algunos tratamientos (por ejemplo, la quimioterapia, la radioterapia extensa o los trasplantes de médula ósea) debilitan las defensas del organismo”. En tiempos de Covid-19, desde la cartera sanitaria recomiendan que se tomen mayores precauciones a la hora de controlarse aquellas personas que están en grupos de riesgo, pero que no dejen de hacerlo.
Justamente, las primeras recomendaciones de profesionales e instituciones coincidían en la prudencia a la hora de salir del hogar. Sin embargo, a medida que transcurría el tiempo y la cuarentena se extendía, el debate sobre qué hacer fue avanzando y desde distintas organizaciones como la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC) lanzaron la campaña de prevención “Si querés cuidarte, salí de tu casa”. Desde la institución explican que “no está para nada enfrentada con las directivas de las autoridades sanitarias”, sino que “se busca que todas aquellas personas que están en fecha de realizarse un control preventivo de cualquier potencial enfermedad oncológica o que ya habiendo sido diagnosticados de cáncer deben continuar con sus tratamientos, no dejen de acudir a la consulta a causa de la cuarentena.”
Es que la clave de esta enfermedad es la detección temprana. Para esto el Instituto Nacional del Cáncer (INC), en sus campañas de prevención, resalta la importancia de los chequeos anuales, que. consisten en mamografías a partir de los cincuenta años y hasta los setenta para personas sin antecedentes y asintomáticas. Estas deberán repetirse cada uno o dos años, dependiendo cada caso. Aquello no significa que las personas fuera de ese rango etario queden exentas del control. Y tampoco los hombres.
En nuestro país se registran aproximadamente veintiún mil casos anuales de cáncer de mama, sobre todo en mujeres, aunque cerca del 1% son en varones. Desde el INC recomiendan complementar los estudios con el examen clínico. En un dossier publicado en su web, desde la institución resaltan la importancia del auto examen como una forma de conocer el cuerpo propio, como una herramienta de empoderamiento que tienen las mujeres para conocer la fisonomía, densidad y textura de la mama.
Desde la Sociedad Argentina de Mastología (SAM) advierten que si la enfermedad es detectada a tiempo, existe hasta un 95% de posibilidades de cura y se utilizan tratamientos menos agresivos. Sin embargo, desde esa institución denuncian que en el contexto de pandemia “solo un 40% de las mujeres realizó sus controles mamarios, si se toma en cuenta los promedios de años anteriores.” Al mismo tiempo que “se está operando sólo el 35% de los cánceres de mama que habitualmente se operan durante el mismo período.” Juan Luis Uriburu, presidente de la SAM, señala que “seguramente en uno o dos años encontremos las lesiones que hoy no controlamos. Probablemente las veremos en estadíos más avanzados, necesiten tratamientos más intensivos y agresivos que los que indicaríamos ahora y, tal vez, disminuyan las probabilidades de cura».
Desde LALCEC prevén las mismas complicaciones en un futuro cercano y anticipan que “De prolongarse esos números será inevitable que veamos un aumento de diagnósticos tardíos y peores pronósticos de nuestros pacientes lo que redunda en un crecimiento en la mortalidad por cáncer.” Para evitar esta situación es fundamental ver el bosque tras el árbol. Si el coronavirus no posterga el cáncer, la falta de chequeos lo puede complicar. Como dice el dicho, más vale prevenir que lamentar.
Dic 23, 2020 | Comunidad, Novedades
Matemática es una materia que está en todos los años del secundario de la provincia de Buenos Aires. Con el aislamiento, los docentes bonaerenses tuvieron que adaptarse a la virtualidad, pero ¿cómo hicieron para enseñar esta asignatura?
Algunos profesores no llegaron a conocer a sus estudiantes y así lo describió Marina Coussiur, profesora de matemática en la ciudad de Azul: “No conocer a los chicos es una gran dificultad, lleva mucho más tiempo detectar particularidades a través de la pantalla o leyendo producciones”. Soledad Quiroga, profesora de Matemática en el partido de Moreno, fue contundente al definir su experiencia en el aislamiento: “La enseñanza en la cuarentena fue terrible”.
En un momento en el que se habla tanto de “reinvertarse”, los profesores debieron modificar su forma de dar clases. “Tuvimos que transformarnos en autodidactas por obligación para aprender las herramientas que teníamos y sentirnos cómodos con alguna”, describió Carlos Catalá que es profesor de matemática en Moreno. Por su parte, su colega Patricia Chumbita que trabaja en General Rodríguez, afirmó: “Fue encontrarme con nuevas cosas y con la dificultad de que no sabía manejar mucho internet y tuve que aprender”.
La forma “tradicional” de enseñar Matemática cada vez se utiliza menos en las aulas. Es decir, la manera en que el docente explica, muestra un ejemplo y el estudiante realiza algunos ejercicios similares. Lo que se intenta es que el “hacer matemática” integre el desarrollo de habilidades en los alumnos. Así lo explica Rita Rivas, profesora de matemática en General Rodríguez: “Para comenzar un tema nosotros iniciamos con un problema que incluye o trata de traer los temas que ya hayan visto y hacer algo nuevo con eso”. Este año explicó con videos que graba ella misma filmando la hoja y se lo pasa por whatsapp a los chicos.
Por su parte, Luciana Gómez, que trabaja en la ciudad de General Belgrano, Buenos Aires, también coincide en su forma de enseñar en el aula: “Considero que la Matemática debe ser aprendida por los alumnos en una construcción de sus conocimientos. En la resolución de problemas, ya sea que este venga de la misma matemática o no. Pero para poder hacerlo el alumno tiene que poder interactuar con otros compañeros o bien con el docente para poder discutir, confrontar ideas o pensamientos”. Ahora, durante “la interminable cuarentena”, como ella misma la define, reconoce que “envié un trabajo más bien de actividades a partir de un modelo, de una situación que uno le da y que resulta como un ejemplo a seguir para saber que se espera que hagan en las demás actividades propuestas”.
Marina describe que “en el aula utilicé bastante la deducción para llegar al contenido a partir de una situación problemática” y señaló la nueva manera de hacerlo: “Desde la virtualidad presento el contenido y luego se resuelven actividades y se aplica a algunos problemas”. La profesora de Azul preparó el material teórico con recortes de distintas bibliografías, pero haciendo aclaraciones y explicaciones puntuales. Además acompañó estas producciones con link de videos tutoriales de distintos canales de youtube y semanalmente se encontró a lo largo del año con sus estudiantes a través de classroom o zoom para realizar correcciones.
La posibilidad de tener clases a través de plataformas como zoom o meet no es algo accesible para todos los alumnos. Todos los profesores destacaron como una de las mayores dificultades la falta de conectividad. Ya que algunos estudiantes no poseen internet o computadora por su situación de vulnerabilidad y otros tienen un único dispositivo y tal vez son varios hermanos para compartirlo. Sin embargo, Soledad destaca que “con los grupos de whatsapp, de zoom, de meet o de Messenger empezó a ser un poco más enriquecido”, aunque la plataforma utilizada depende de cada grupo y la conectividad de los estudiantes.
Con el aislamiento se perdió la interacción docente-estudiantes e incluso entre ellos mismos. Así lo destaca Enrique Guirado, profesor en General Rodríguez, Buenos Aires: “Se ha perdido el dinamismo que tiene y necesita una clase de matemática en esa interacción con los chicos que tenemos en el aula”. Carlos también modificó su forma de enseñanza y destacó: “Salimos del docente que toma todas las dudas para ir al docente que va hacia cada punto, hacia cada uno de los chicos”. Y describió: “Los docentes hacíamos de guía, recopilábamos dudas en común para enseñarlas una sola vez en el pizarrón. Salimos de todo eso, a tratar de resolver sus dudas, muchas veces eran las mismas que otros compañeros pero había que explicarlo una y otra vez porque acá está cada uno por separado”.
Coincidiendo con su colega, Soledad señaló: “Los chicos en la presencialidad si no entienden, podés acercarte, te fijás la manera de explicárselo distinto, un montón de veces, hasta que el pibe lo pueda llegar a entender. Pero en esta cuestión virtual, y ellos teniendo este mito de que la Matemática es muy difícil, es complicado”. Mientras que Luciana reflexionó: “Debe haber cierta cuota de autonomía por parte del alumno para que pueda leer o escuchar, analizar y decodificar la situación que se le ha propuesto e iniciar la resolución y los chicos no tienen esa autonomía”. Enseguida, agregó: “Los docentes somos responsables de eso, no hemos sabido enseñarles a resolver las situaciones, o por lo menos iniciar un recorrido para resolverlas sin la necesidad de que los docentes estemos encima diciéndole las cosas”.
Catriel, estudiante de 6° año en General Rodríguez, diferenció la explicación del profesor en la presencialidad y en la virtualidad: “En la presencial la conexión es más directa y rápida. Los primeros dos meses no tuve contacto directo con la profesora más allá de los PDF y algún otro mail. Es distinto aprender con alguien cerca para recibir ayuda en el proceso que tener que esperar semanas o incluso más por una respuesta”. No sólo se tuvieron que adaptar los docentes, sino que “la adaptabilidad de los chicos fue enorme. Fue también difícil para ellos”, señaló Carlos, y reconoció: “Hubo que tratar de encontrar un consenso, un punto en común en el que todos estuvieran cómodos con las herramientas usadas. Fue bastante complicado. De hecho en la mayoría de los casos no se encontró”.
Catriel contó: “Básicamente todo lo hice leyendo en internet y viendo el tema en distintas páginas de Matemática. No tenemos clases por zoom”. En tanto, Lucas, alumno de 4° año de una escuela pública de Moreno, señaló: “La profesora de la escuela manda ejemplos pero hay veces que los entiendo mejor con un video en Youtube”. Soledad, como profesora reconoce que sus videos para explicar “tienen que ser cortos, que no le ocupen a ellos mucho espacio, que les guste y quieran mirarlos”.
Otra de las dificultades fue la corrección. “Los alumnos me mandan un ejercicio hecho y cuando está equivocado no hay posibilidad de tener ninguna didáctica para que se entienda de que se aprende del error. Por lo tanto, puede ser que alguien se enoje al escuchar o algo al recibir una corrección virtual porque no está el trato cara a cara”, aseveró Rita.
Los docentes de Moreno ya tenían una experiencia de suspensión de clases. El 2 de agosto de 2018 tras una explosión por un escape de gas en la escuela N°49, en la que lamentablemente perdieron la vida la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez, los alumnos de las escuelas públicas del distrito no asistieron a las aulas durante ese año. Sin embargo, la situación era diferente. Porque como explica Soledad: “Vos podías ir a la escuela. Se armaban tutorías con horarios y les podías explicar, podías armarte láminas”. Carlos destaca otra gran diferencia con la situación actual: “Los chicos podían juntarse, reunirse para hacer los trabajos. Ahora cada uno tuvo que afrontar su realidad”.
Por último, los profesores hicieron referencia a los contenidos. Luciana contó que “se intentó dar contenidos nuevos pero fue muy difícil y también notamos que resultaba frustrante para los chicos el no entender. El pedir ayuda, el explicarle y seguir sin entender qué hacer con eso”. Por su parte, Enrique reconoció: “Se ha hecho una selección de los temas que necesitamos dar para que los estudiantes estén preparados para el año siguiente”. Carlos también coincide en que “no digo que no hubo conocimientos nuevos. Pero fue tan a cuenta gota lo nuevo con respecto a lo que hubiese sido un año normal o un año con clases presenciales, que no se compara”.
No se compara una clase presencial con las explicaciones por video, audio o texto que puedan dar los profesores a sus estudiantes. Pero ahí está la matemática que sigue siendo la misma pero su enseñanza se trató de adaptar los tiempos que corren y claramente no es nada fácil.
Dic 16, 2020 | Comunidad, Novedades

La pandemia y el aislamiento devenido con ella desestabilizaron la rutina diaria de las familias argentinas. Hubo que adaptarse y trasladar todas las actividades al seno del hogar, entre ellas la educación. El aula se transformó en virtual y la mayoría de los padres hicieron las veces de docentes. Si bien no fue fácil, el acceso a un dispositivo y al servicio de internet fue y es fundamental para que la escuela llegue al hogar. Pero, ¿qué sucede en las zonas rurales?
“Acá en la región, el acceso a internet es un problema. No llega a todos lados y además es muy caro”, explica Marina Cáceres, docente de la localidad de El Hoyo en Chubut, y agrega: “Además no todas las familias tienen la posibilidad de comprar una computadora o un teléfono celular”.
Por su parte, también en la Patagonia, Mónica Tubio, docente y supervisora en la ciudad neuquina de Junín de los Andes, cuenta: “En las comunidades que no hay señal se trabaja mucho con la radio. Cada escuela tiene un horario en la radio de la comunidad, y por allí les dan tarea adicional a los chicos”. Otra experiencia, a 60 kilómetros de esa misma ciudad, es la que relata Clara Radeljak, directora de un establecimiento educativo en la comunidad mapuche San Ignacio: “Durante el aislamiento logramos que nos conectaran internet, pero llega solo a la escuela. Les propusimos a los chicos que se acerquen al establecimiento y usen el wifi libre. Así, a través de WhatsApp, podíamos complementar con otros recursos digitales las tareas que ya les mandábamos en papel. Esa estrategia no tuvo mucho éxito, solo algunos chicos hicieron uso de esta posibilidad”
En el centro del país, en el Paraje Los Espinillos, a 20 kilómetros de Mina Clavero, en Córdoba, Zulma Curtet, directora y docente, comenta: “En la cuarentena trabajé con grupo de WhatsApp, aunque tengo tres familias que no tienen luz, y a veces me llegaban los trabajos a las doce de la noche. Esto ocurría cuando tenían la posibilidad de cargar el celular en la casa de algún familiar. Ahora el WhatsApp solo lo usamos para estar comunicados y que los chicos vean los mensajes cuando tengan señal. Tuvimos que empezar a trabajar de manera impresa. Esa metodología fue la que dio resultado”.
Por su parte y desde el norte, Cristian Paz, profesor de Educación Física en un grupo de escuelas de la comunidad ichiI en Salta, cuenta que “los parajes están retirados de los pueblos, a unos 50 o 60 kilómetros. Para llegar, los docentes tenemos que ir en auto o moto y ahí no hay señal, ni de teléfono y menos de internet. Trabajamos todo por medio de cartillas, se las damos a la directora y ella se encarga de entregarlas a los papás casa por casa”.
Con la emergencia sanitaria, los gobiernos debieron implementar medidas para que la escuela llegue a los hogares, pero no en todos los casos fueron efectivas. “Desde un principio nos enviaron cuadernillos y pusieron programas de televisión, no voy a negar que eso es importante, pero la realidad es que yo pude usar solo el primer cuadernillo, los demás no. Cada región tiene una realidad diferente en torno a la educación. No todos los alumnos están parados en los mismos saberes y aprendizajes. Eso es triste, entiendo la urgencia, pero homogenizan y no se detienen en las diferencias.”, reflexiona Cáceres, la docente de Chubut.
“Los cuadernillos con los que trabajé tuve que modificarlos. Había cosas que estaban bien, pero había otras que estaban muy contextualizadas a la zona del AMBA o las ciudades. Lo que me llama la atención es que cuando nos dan capacitaciones docentes, nos dicen que tengamos en cuenta las diferentes realidades, contextos y situaciones de los alumnos. Y cuando hacen una bajada de línea, como en los cuadernillos, eso no se respeta”, agrega Curtet, desde Córdoba.
También se presenta una gran diferencia en relación al periodo lectivo, ya que se define por las condiciones climáticas de la zona en la que se encuentra cada escuela. “En las zonas urbanas las clases son de marzo a diciembre y en las rurales de agosto a mayo, entonces ahí ya tenes una diferenciación obvia en el nivel que tienen los chicos”, explica Tubio.
“Está todo muy centralizado en el periodo marzo-diciembre. Están preocupados por saber si los chicos que terminan ahora van a recibir su certificado y nosotros, en mayo pasado, estuvimos en la misma situación y nadie nos dio una respuesta. Los certificados de séptimo grado de los chicos que egresaron en mayo, se los pude entregar recién este mes ¿Y por qué? Porque ahora están terminando los del periodo marzo-diciembre”, sentencia Radeljak.

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En algunas zonas rurales, las necesidades son múltiples e influyen en el desarrollo educativo. Francisco Vigo, presidente de la Fundación Manos Misioneras, recuerda que “cuando comenzamos a trabajar en 2001, en la zona del monte misionero, había una gran deserción escolar por la falta de calzado. Una familia con cinco hijos mandaba un día a uno, al otro día al otro, es decir, se iban pasando el único par de zapatillas que tenían para poder ir a la escuela. Esto sigue sucediendo pero cada vez son menos los casos”.
Pero subsisten otros problemas: “Muchos papás en la ciudad mandan a los chicos porque ven a la escuela como una guardería, acá principalmente los mandan por hambre. Con el establecimiento cerrado es muy duro, porque los alumnos desayunan, almuerzan y meriendan en la escuela. Hay mucha desnutrición entre los chicos de la comunidad”, se lamenta Paz.
En este sentido, Tubio explica que durante el aislamiento “afloraron cosas que el docente muchas veces suplía y no se visibilizaban. Las falencias del Estado se cubren por la vocación del docente. Si el chico no tiene zapatillas, el docente se las consigue. Si no tiene dinero para cargar crédito, el docente le carga, y esto muchas veces no se tiene en cuenta”.
“En esta pandemia hice trabajo pedagógico y también social. Estuve atenta a que la comuna le entregue a las familias los bolsones de comida, y me mantuve en contacto para asegurarme que estén bien”, afirma Curtet.
En esta misma línea, Vigo asegura que “el rol del docente es importantísimo en estos lugares, no solo para enseñar sino también para contener”, y agrega que durante el aislamiento “armamos bolsones de alimentos y los docentes, una vez por semana, iban casa por casa y los entregaban a las familias junto al cuadernillo con las tareas. Fue una labor en conjunto”
Finalizando el 2020 y haciendo un balance general de lo que significó la pandemia para la educación rural en particular, la ausencia de la escuela como espacio físico de aprendizaje tiene sus consecuencias. “Hay contenidos que requieren la presencialidad. No todo se puede enseñar virtualmente y los docentes tuvimos que hacer una selección muy fina de los contenidos y de nuestras estrategias pedagógicas. La herramienta fundamental en la enseñanza es la observación, es el contacto directo con los alumnos, y analizar el proceso de aprendizaje de cada uno. En este contexto, este proceso lo veo en diferido y a través de la interpretación de las padres”, explica Cáceres.
Para Radeljak “los contenidos no se pudieron enseñar de manera ideal. Nos piden que prioricemos el vínculo con las familias, que por supuesto es importante, pero cuando tengamos que evaluar a los chicos y ver lo que saben o no. Eso es lo que me genera preocupación”.
“Yo creo que con la cuarentena hubo un retroceso grande en la educación de los alumnos de mi comunidad. Además, los padres de estos chicos no tienen el tiempo ni la capacidad para ayudarlos con las tareas, ya que la mayoría son analfabetos”, reflexiona Paz.
Por su parte, Curtet afirma que se está “preparando para el año que viene. Vamos a tener muchísimo trabajo para acompañar a los alumnos. Seguramente se van a ver contenidos de primero en segundo y así en todos los grados. Los chicos que ingresen a primer grado estarán muy poco alfabetizados. En sala de cinco ya se empieza con ese proceso y este año no se pudo llevar adelante correctamente ese aprendizaje”. Y agrega: “Una de las cosas que me pareció injusta es que no se dejó volver a la presencialidad a las escuelas rurales. No se analizó la situación epidemiológica de cada localidad. Acá el primer caso se dio en octubre y no dejaron que los chicos asistan al menos dos veces por semana una hora. Yo creo que se podría haber hecho tranquilamente y no se hizo”.