«La risa es un ejercicio fundamental»

«La risa es un ejercicio fundamental»

Damián “Árabe” Ramil nació el 29 de diciembre de 1969 en el Municipio de Morón. Cuenta con una vasta experiencia en medios de comunicación como Pop RadioTyC SportsRock&PopAmérica TVTelevisión Pública y Radio Nacional, entre otros. Actualmente, con 50 años, es líder de la banda de rock Naranjos y pieza fundamental en “La Negra Pop”, programa radial ganador del Martín Fierro de oro 2019y que va por Pop Radio de lunes a viernes de 9 a 13. Recuerda su infancia, su barrio y sus amistades como si las hubiese experimentado ayer: “Yo vengo de un barrio muy marginal y fui perdiendo a mis amigos. Voy a visitar a mi vieja todavía. Ese barrio es repesado. Pero no deja de ser un barrio obrero. El otro día fui a visitar a mi vieja y dije: `Uff, claro. Uno es un sobreviviente”´, cuenta, entre otras cosas, el “Árabe” en esta entrevista.

¿Te propusiste alguna vez ser humorista?

No, se dio. Empecé a estudiar teatro más clásico. Pero se dio, no sé por qué. Debe ser porque me desenvolví muy bien en la disciplina de la improvisación. Me desenvolví mucho con la respuesta veloz y la adaptación permanente. Me gusta la creación repentina y eso tiene mucho que ver con la radio. Soy un pésimo contador de chistes, en realidad soy creador de situaciones humorísticas.

¿Qué valor le asignás a la risa?

La risa es un ejercicio fundamental. Porque con la risa uno puede reflexionar dónde está parado y dónde está parado en la sociedad. El humor en sí es el ejercicio sano que toda sociedad debe desarrollar.

¿Se volvió difícil hacer reír en tiempos de cuarentena?

No, porque el humor también te abre la puerta del alma. En los momentos más crudos siempre hay un espacio, un rincón, para que entre el humor. Lo que hace es iluminarte, te llena de luz.

¿Considerás que la importancia de los humoristas se acrecentó en estos tiempos?

Siempre tuvieron un rol importante. Desde los añares, antes el teatro lo hacían narradores que iban pueblo por pueblo, eran narradores nómades. Siempre el humor fue algo fundamental para burlarse y criticar. El humor es sobre todo crítica.

¿De dónde surgió el apodo de “Árabe”? 

Surgió en el secundario. Me lo puso el violero de una banda que es conocida, se llama “Ella es tan cargosa”. En el Dorrego de Morón, estábamos hablando de nuestros ancestros y bueno, tanto de parte materna como paterna soy descendiente de árabes, de sirios. Estábamos en un picado de fútbol y escucho que en vez de decirme Damián o flaco, me gritan: “Árabe, pasala”. Me quedó “Árabe” para toda la vida.

Vos lo aceptaste…    

Y,  mirá loco…los apodos no se eligen.

Sos un hombre de barrio. Te pido que recuerdes una anécdota de ese lugar.

No puedo olvidar nunca los potreros, las caminatas en barra hacia los partidos. Teníamos un gran instituto de fútbol. Una de las anécdotas que me acuerdo es que nosotros jugábamos contra un equipo que se llamaba “Estación Garza” que era un club de santiagueños. Eran todos Messi, que no llegaron por esos desatinos del laberinto del destino pero eran muy habilidosos. Nosotros íbamos a confrontar en el campeonato contra esos pibes. Teníamos un gran equipo. Lo que me acuerdo, la imagen de mi infancia, es ese recorrido hacia la cancha robando nísperos de los tapiales que quedaban en la ruta. Era llegar a la cancha y jugar. Un caldo, porque estaban todas las familias de todos nosotros y todo el barrio, con una presión… Ese partido lo ganamos. Sentí ahí que realmente habíamos ganado un partido importante ante un equipazo. Yo tendría 10 u 11 años.

¿Seguís manteniendo lazos con tus amigos de la infancia?

Es una pregunta rara porque…han sobrevivido pocos.. Me queda uno que lo veo, mi amigo “Piturro”, compañero de andanzas y de peleas callejeras, que vive en Rafael Castillo. Otro que se mudó, se fue a Mar del Plata. Y el “Negrito” Urquiza que vive a la vuelta de la casa de mi vieja. Los demás los fui perdiendo.

La parte mala de la calle, la que no nos gusta ver, que siempre estuvo y está es el hambre de los pibes que caminan descalzos. ¿Qué opinás al respecto?

Pienso que es el resultado de lo que somos como sociedad. Somos una sociedad miserable. La sociedad que construimos es despareja, desigual y llena de inequidades. Es imperdonable que sigamos en este rumbo, que nenitos se caguen de hambre, que gente viva en la calle. Son postales vivas muy tristes, pero lamentablemente esta sociedad ha hecho que nosotros mismos estemos adormecidos para tomar verdadera consciencia de la tragedia que seguimos construyendo todos.

¿Qué sentís al hacer radio con la “Negra” y Vernaci, Humberto Tortonese?

Primero, es un placer inesperado. Segundo, es la confirmación de que algo hicimos bien porque que te llama la “Negra” Vernaci…La “Negra” Vernaci, es inmensa, ¿sabés por qué?

¿Por qué?  

Es inmensa no sólo por lo que uno escucha en la radio sino por lo que es: una persona generosa, solidaria. A mí me echaron de una radio después de 20 años de trabajo, sin indemnización, de un día para el otro, sin previo aviso, y al otro día, el primer llamado que tuve a las 10 de la mañana, fue de la “Negra” Vernaci. Y yo no era amigo de ella. Nos conocimos y cruzábamos en los pasillos. Yo trabajaba con Juan Di Natale, veinte años en la Rock&Pop .El primer llamado que tuve al otro día cuando me desperté fue de la “Negra” Vernaci ¿Sabés que me dijo?

¿Qué te dijo?

“Que injusticia ‘Árabe’. No te preocupes, vamos a trabajar juntos. Quiero volver a convocar a Humberto y te quiero convocar a vos. Vamos armar un dream team, quiero que vos me traigas todo lo tuyo. Vamos hacer un programa imparable». Boludo…a los meses estoy sentado en esa mesa ¡que es una Ferrari! ¿Me entendes lo que es trabajar ahí? Porque nosotros no tenemos guion.

Y sin embargo sale perfecto…   

Porque son unos genios. Uno aporta lo de uno, la experiencia y el oficio pero…Vos me estás haciendo una nota a mí, pero no tenés dimensión de lo que es trabajar con esos monstruos, ni yo la tengo. A veces me sorprendo viéndome ahí y disfruto como un nene. Porque la “Negra” es un prócer viviente. Y Humberto es tremendo, es el tipo del “Parakultural”, con una cabeza y una gracia única. Tengo la fortuna de estar laburando con ellos.

Sos furor con “Machuca” ¿de dónde salió ese personaje? 

Hay mucha gente que lo conoce ahora a “Machuca”. Fue el primer personaje que hice en la Rock&Pop y la gente pensaba que era un pibe. Existe, es un pibe de mi barrio, lo llené tanto de vida que se separó de mí. Tiene vida propia. En Rock&Pop, “Machuca” llamaba desde un teléfono público a un programa que se llamaba “Ante todo mucha calma”. Vendía tortillas santiagueñas al costado de la ruta. A “Machuca” le pongo todas las aventuras que yo viví en mi infancia. Mucha gente lo conoce ahora en una faceta, pero “Machuca” es más de lo que se escucha en la “Negra”.

Transmite lo que vive gran parte de la sociedad. Cuenta lo que vive la calle

Es que “Machuca” vive. Te lo puedo asegurar. Soy yo en mi infancia. Es la parte viva de mi barrio que todavía no me olvido.

Naranjos

“Naranjos” es una banda que comenzó en el rock under y que cuenta con la voz de Ramil. Tiene varios discos de producción propia: Morirai” (2002), Vivrai (2006), Existe (2009), Todas las horas del tiempo (2013), un CD que se grabó en vivo en el Teatro de Morón (2016), y El misterio y la fe” (2019). Hoy la banda disfruta de la popularidad en los barrios del conurbano y de sonar en los parlantes de las radios más importantes del país. Su formación se completa con Ignacio “Nacho” Rodríguez en guitarra, Bruno Badaracco en bajo y Fernando “Eche” Echeverría en batería.

¿Desde cuándo  te gusta la música?

La música me gustó desde siempre. Tengo de mi infancia recuerdos musicales. Recuerdo los discos que escuchaban mis viejos en un tocadiscos: folklore, música clásica. Todavía aún conservo los discos de vinilo de mi viejo que era una colección de música clásica. Los de Chopin, o los discos de folklore de mi vieja. Pero el bicho de la música me picó en el año 98’. Yo hacía escenografías para bandas, a Los Caballeros de la Quema, les presenté dos discos: Perros perros y perros, en Dr. Jekyll, y La paciencia de la araña, en Parque Sarmiento.

¿Qué canción recordas de tu infancia?

Canciones de mi infancia…es que es muy loco. Me quedaron grabadas canciones que escuchaban  mis viejos, de Troilo y Goyeneche. Me quedó muy grabada “En esta tarde gris”.

Intuyo que el tango está desde tu infancia…         

Sí, lo que me acercó al tango fue la radio. En la adolescencia me quedaba hurgando el dial y ahí me encontraba con las versiones de tango. Me hice fanático del tango “Las cuarenta”.

¿A qué edad empezaste a dedicarte a la música?

En el 1998 le hacía escenografía a Los Caballeros de la Quema. Ellos ensayaban en mi casa, en mi garaje. Tuvieron un show con León Gieco y subí porque Gieco dijo “que suban todos los que trabajaron en la fecha”. Fue en un Buenos Aires Vivo, había como 100.000 personas, era una locura al aire libre, gratis. Cuando subí, vi las energías que tienen y dije “yo tengo que tener una banda”. Me picó el bichito. Y en otra fecha, que estaba haciendo la escenografía en El Purgatorio para los Pérez García, vi un pibe que estaba probando el sonido y le dije que quería tener una banda. Ahí empezamos con “Naranjos”.  

¿Cómo se adaptaron a los tiempos que corren de pandemia para seguir difundiendo sus materiales?

Con aplicaciones. Cada uno tiene un mini estudio en la casa, nos pasamos las bases, las guitarras, las voces. Seguimos permanentemente conectados todos los días. Si tiene una particularidad Naranjos es que nunca paró. Ensayamos desde hace 22 años, tres veces por semana como mínimo. Ahora que no podemos encontrarnos, nos hablamos todos los días. Hasta vamos a estrenar un tema próximamente.

¿Es difícil producir en tiempos de cuarentena?

No. Lo que es difícil es ensayar en vivo. Entonces nos adaptamos a dificultades, siempre fuimos una banda que se adaptó a la dificultad.

¿A quiénes consideras como máximos exponentes del rock nacional?

Es muy difícil. Pero te digo “Pescado Rabioso”, “Pappo Blues” y “Redondos de Ricota”.

Completá la siguiente frase: la música es…

Aay.-. la música es… (piensa) la magia inevitable. El portal…de un viaje existencial.

Siguiente frase: el humor es…    

Ooh.. un arma…eso es el humor

Damián “Árabe” Ramil es…

(Silencio).  Damián “Árabe” Ramil es un pibe que nació en un potrero y no deja de sorprenderse nunca. Eso soy.

«La relación entre el sistema productivo y la pandemia es directa»

 

Autora de los libros Malcomidos: cómo la industria alimentaria argentina nos está matando (2013) y Mala leche (2018), Soledad Barruti dedica su oficio a investigar la industria alimentaria mundial, a denunciar la crueldad animal y la destrucción ilimitada de recursos bajo la actual forma de producción, y alertar sobre los efectos nocivos del consumo de alimentos industrializados en la salud de las personas. Hoy, en medio del aislamiento por el Covid-19, sostiene que el surgimiento de la pandemia es una de las múltiples consecuencias del modelo imperante. “Hay que cambiar el sistema y la manera de pensar”, subraya.

En tus libros denunciás que el sistema de producción alimentaria en Argentina conlleva el maltrato animal, ¿de qué manera?

Está implicado en la forma productiva. El sistema de producción de carne, huevos, leche, se hace pensando en cómo producir la mayor cantidad en el menor tiempo y espacio posible. La misma lógica que maneja una fábrica de cualquier cosa. El tema es que cuando los animales están implicados, terminan diseñándose formas para se comporten como si fueran engranajes de esa fábrica. Se los obliga a vivir en espacios muy pequeños, hacinados, se impide que expresen stress. Eso en muchos casos se transforma en canibalismo en los cerdos, las gallinas, los pollos, y se producen mutilaciones para evitar que eso ocurra. Todos los cerdos de granjas industriales, todos los que se consumen en nuestro país, al nacer se les arrancan los colmillos y se les corta la cola. A las gallinas se les corta la punta del pico. Todas prácticas sumamente dolorosas que, por supuesto, se hacen sin anestesia. Luego se los medica de manera permanente para que no manifiesten enfermedades. Son escenarios de extrema crueldad que son visibles. Cualquier persona que ingresa desde fuera a una granja industrial ve cómo están los animales en jaulas pequeñas, o en corrales unos junto a los otros, o en feedlots (corrales de engorde). Las vacas sobre la bosta, la tierra, el barro, viviendo al rayo del sol, sin un lugar para ir a guarecerse, sin lugar para hacer nada más que comer, tomar agua y engordar, o dar leche. En el caso de las vacas además se producen preñaciones y separaciones permanentes. Todo eso a los animales les acorta la vida, les genera dolor y crueldad que no está siquiera criticado hacia dentro del negocio. Se piensa todo dentro de lo que ellos consideran “estándares de bienestar animal”.

¿Existe relación entre el sistema productivo alimentario y la pandemia actual?

La relación es totalmente directa. Hacinar animales, hacerlos vivir en sus fluidos, en sus deposiciones, vivir nosotros cerca de un montón de ellos, está disparando pandemias de una manera cada vez más acelerada y más brutal, desde hace treinta años. En los últimos tiempos hay informes de la Organización Mundial de la Salud y de un montón de otras agencias de Naciones Unidas alertando a la población sobre esto, que iba a ocurrir en cualquier momento. Ya venía ocurriendo: la pandemia de gripe aviar, la gripe porcina. Nuestra relación con los animales y con la naturaleza se extremó en un nivel mega bizarro, mega cruel. Mega destructivo y suicida. Estamos rompiendo límites que no deberíamos romper. Estamos destruyendo la biodiversidad en pos de seguir produciendo alimento para animales, que ocupa un tercio de la tierra. Hay que sumarle el tráfico de fauna, el entretenimiento con animales. Toda esa idea abusiva de la naturaleza que tenemos es, entre otras muchas cosas, caldo de cultivo para que salgan virus zoonóticos, muten y nos afecten.

¿Cómo podría lograrse un sistema más respetuoso con otras especies?

Es difícil pensar que, dentro del capitalismo, sobre todo en esta era, se podría llegar a una forma más razonable. Trabajar con la naturaleza como si ésta fuera capitalista es una idea que va a llevar a desastres. Si las personas quieren criar animales, tiene que ser pensando en cómo son esos animales y qué necesitan. La agroecología lo hace. Hay sistemas que se basan en la pequeña y mediana escala en donde los animales no son tratados como cosas. De todos modos, somos muchas personas en el mundo y si todas quieren seguir comiendo esta cantidad de carne que comen, no hay manera de que haya ningún otro sistema que no sea éste: explosivo, explotador y cruel. Eso está bueno decirlo y hacernos cargo. Somos una sociedad que debe dejar de consumir esta cantidad demencial de carne, no buscar sistemas mejores. No hay forma de que se alimenten siete mil millones de humanos con estas fiestas de hamburguesas y de asados que hay en el mundo de una manera menos cruel.

Parecería que el acceso a productos de calidad, como los orgánicos, es un privilegio de pocos. ¿Cómo podrían los sectores populares acceder a ellos?

Hay una trampa en la forma que se comunica qué es la comida orgánica. Es un negocio pensado como una especie de estrategia de las industrias alimentarias dentro del sistema económico capitalista que ofrece a quienes reclaman una forma de consumo libre de químicos y con cuidados que tienen que ver con la salud, con la contaminación y con algunos aspectos de bienestar animal. Como se supone que hay una mejora, es más caro, nada más. Sí cambiaría la forma de distribución de la comida y de la producción, y del acceso a la producción, a la tierra y a los medios productivos que reclaman tantos productores. La agroecología es un sistema basado en la producción a mediana y pequeña escala, familiar, humana, libre de agroquímicos, pero también desde otra forma de economía. Cortando los canales de distribución y de comercialización, salir del supermercado, volver a los mercados. Volver a ser los productores los que ponen los precios y distribuyen sus mercaderías, los que se acercan directamente a los consumidores. Que los consumidores sean co-productores y que puedan armar un sistema más justo, más limpio y más saludable para los primeros empobrecidos y las primeras víctimas de este sistema alimentario que son quienes trabajan con esos alimentos. Quienes trabajan en esos campos, son los primeros marginalizados por esta sociedad. Modificar la matriz productiva llevaría a eso. Es lo que está reclamando en nuestro país la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), que son unas quince mil familias productoras en toda la Argentina que tienen un programa muy bien fundamentado para hacer esa transición hacia la agroecología. Ahora con el coronavirus son los únicos que se han dedicado a ofrecer alimentos sanos a la población más vulnerable, repartiendo bolsones en los barrios más difíciles. Por eso digo una y otra vez que lo que hay que cambiar es el sistema y la manera de pensar. Si no, estamos todo el tiempo emparchando malas ideas de base. Y eso tiene un límite. Y el límite es cada vez más evidente.

¿Desde dónde deben gestarse los cambios?

Hace falta un cambio de consciencia colectivo. En cuanto a cómo nos relacionamos con la naturaleza, con los animales, entre nosotros. Eso va más allá. Creo muchísimo en las políticas públicas, pero en este asunto en particular hace falta un cambio de conciencia.

¿Qué tipo de medidas podría tomar el Estado?

Hay países que aplicaron ciertas formas de disminución de la crueldad. En Europa, por ejemplo, en la mayoría están prohibidas las “jaulas baterías” que son donde las gallinas están de a dos todas sus vidas dando un huevo por día, sin poder salir ni hacer nada, atrapadas como máquinas. O pedazos de máquinas que dan huevos. Allá dejaron de utilizarse porque resultan insalubres, muy crueles y también porque los consumidores informados las dejaron de elegir. Y hay prácticas que se denunciaron y fueron prohibidas por otros países. Pero es muy difícil. Está todo tan mal que habría que cambiarlo todo.

¿Considerás que sería aceptable el consumo de productos animales bajo un sistema de producción distinto?

En la medida que hay información, las elecciones que hace cada uno se corresponden con la estructura vital de cada uno. No puedo decirle a nadie lo que tiene que comer y si me parece bien o mal. Lo que sí puedo es plantear. Ahí donde falta información, está bueno reponerla. Muchas personas creen que comen un yogurt y están comiendo un alimento sano. Gastan un montón de plata en dárselo a sus hijos y no tienen idea de qué hay detrás de eso. Si pusieran en Google “campos industriales” y vieran qué hay, capaz no lo elegirían. O capaz sí. Pero bueno, la información es necesaria y hoy no está al alcance de todo el mundo.

¿Los comunicadores podrían contribuir a lograr cambios en el estado de las cosas?

La información es algo que falta en la sociedad y cuantos más comunicadores seamos comunicando libres de conflictos de interés lo que la sociedad necesita saber, más posibilidades de cambio va a haber. Entonces sí, recontra-réquete creo en el periodismo. Lamentablemente los medios de comunicación están atravesados por intereses muy tremendos difíciles de sortear. Pero hay buenos periodistas por fuera de los medios –como Darío Aranda, Marina Aizen, Laura Rocha, Nazaret Castro– haciendo trabajos sumamente interesantes.

Los Kapanga del Streaming

Los Kapanga del Streaming

Miguel de Luna Campos, mejor conocido como Maikel, es el guitarrista de Kapanga, la banda argentina que cumple 25 años de éxitos. Un poco de rock, ska y cuarteto; varios son los géneros que pueden atribuírseles al grupo pero hay una palabra que sin duda los identifica: fiesta. La fusión de géneros, sus letras y la energía de sus shows son características que los distinguen en el gran mundo de la industria musical nacional. Aunque la cuarentena los obligó a ponerle pausa a la producción del nuevo álbum, ya van por su segundo recital por streaming, llamado Kapanga Night Show, una experiencia multiperformática con invitados y sorpresas. Maikel habló con ANCCOM y comentó algunos adelantos sobre la presentación que van a realizar el 24 de octubre junto a Pity Fernandez. Además, reflexiona sobre las nuevas movidas musicales, el feminismo en el rock y la situación económica de los músicos durante el aislamiento.

¿En qué consiste el Kapanga Night Show y cómo se diferencia de otros shows por streaming?

Los diferentes colegas o músiques tratan de aggionarse a la personalidad de cada uno. En nuestros shows participa mucho la gente y hay un feedback muy grande. Entonces, pensamos cómo quebrar la barrera entre la tele, la computadora, la pantalla del celular y la banda. Nosotros le pusimos de nombre Kapanga Night Show por la música que hacemos y por cómo son nuestros shows, que sencillamente un streaming no iba a ser efectivo. Lo que planteamos es como un programa de televisión donde hay un conductor, que es el Pollo Cerviño, un periodista amigo de la casa. Y nosotros somos la banda esclava, que musicaliza los remates, los chistes y todo eso. Después, en un momento nos convertimos en Kapanga y hacemos el show propiamente dicho. Son dos situaciones diferentes: cuando interactúa el periodista con la banda es una iluminación de estudio muy de televisión y cuando tocamos como banda cambia drásticamente a un show de rock.

Ya es la segunda fecha que hacen. ¿Qué la diferencia de la primera?

Lo primero que se renueva es el playlist, la lista de canciones es completamente diferente. En el primer show tuvimos un invitado, que es algo que queremos respetar, porque hay como ciertos bloques y juegos. En el primero fue Walter Meza, de Horcas, que no solamente vino a cantar con nosotros una canción que ya había grabado, sino que también se dedicó a hacer otro tipo de cosas, contar un poco lo que hacía con otras bandas y entonces podemos ver otras facetas artísticas. En este Kapanga Night Show el formato va a ser el mismo. El invitado va a ser Pity Fernández, de Las Pastillas del Abuelo, que va a hacer un par de canciones con nosotros y también se va a someter a ciertas trivias. Son dos puestas completamente diferentes desde la locación, el contenido, el playlist y la iluminación.

Y basándote en esta primera experiencia que tuvieron, ¿qué diferencias encontrás con lo presencial?

En realidad me pasó algo bastante simpático. Primero tuvimos dos meses de ensayo y nos acostumbramos a eso. Veníamos de meses sin ver gente y, cuando se empezaron a  aprobar los protocolos que se podía ir a ensayar, nos encontramos para el primer show que fue en el Estadio Malvinas. Cuando llegamos fue raro ver el estadio vacío pero como nosotros veníamos acostumbrados y veníamos ensayando eso, la verdad que no fue tan significativo. Si fue más raro en el Luna Park cuando hicimos Cosquín Rock. En un par de notas me preguntaron si me resultaba raro tocar en el Luna Park sin gente. La verdad, me hubiera parecido raro si hubiera gente. Hace seis o siete meses que no hay espectáculos. Así que estamos ensayando de esa manera y tratamos de concentrarnos en que el show es eso y el público está en la casa, como un ejercicio mental, porque si no es bastante extraño.

¿Cómo es el protocolo de ensayos?

Hicimos un par de Zooms, definimos las playlists. Tenemos como varios grupos de WhatsApp: en uno está lo que es producción, en otro más que nada la logística respecto a qué equipamiento se iba a utilizar, la iluminación. Y cada uno iba ensayando en su casa. Cuando se aprobaron los protocolos sencillamente fue juntarnos, mirarnos, contar hasta cuatro y empezar a ensayar.

¿Cómo fue ese reencuentro? ¿Cuánto tiempo estuvieron sin verse en persona?

Cuatro meses, o un poco más. Igual nunca perdimos el contacto. Las primeras llamadas ni siquiera tenían que ver con qué íbamos a hacer con la banda, era más que nada porque nos extrañábamos. Somos una banda que estamos cumpliendo 25 años y por suerte recuerdo pocos fines de semana en mi casa. Entonces, esa situación era bastante extraña: estar en tu casa de una manera forzada, no porque estabas de vacaciones con tu familia o porque era tu tiempo libre, sino por una situación externa como es la pandemia. El contacto lo teníamos igual, nos juntábamos virtualmente a tomar algo, como si estuviéramos en un bar pero por teléfono.

 ¿Alguna vez habían estado tanto tiempo sin verse?

No, jamás. De hecho nosotros, las vacaciones siempre paramos rigurosamente del 23 de diciembre, que es la última fecha hábil que puede haber show, hasta el 15 de enero. Ahí tomamos vacaciones y no puede haber contacto entre nosotros, es para dedicarnos a la familia puntualmente y porque es sano después de estar todo el año mucho tiempo juntos. Y aparte también para dar la oportunidad de extrañarnos. Siempre sucede así pero de esta manera no porque además es forzado, es muy extraño.

La banda ya tiene 25 años, ¿cómo es el recorrido? ¿Qué fueron cambiando en cuanto a letras y estética de la banda?

Un montón, porque son más de nueve discos de estudio, tres discos en vivo, filmamos una película. Fuimos cambiando con el tiempo, como cualquier banda que sea inquieta. Empezamos jovencitos y hoy en día todos tenemos hijos, pasaron muchas cosas que te hacen sí o sí cambiar, no es algo que uno se propone. Generalmente trabajamos de a tres discos, buscamos un contenido y una forma, y después de eso hacemos algo drásticamente diferente, dentro de nuestro mundo. Por ejemplo, decimos: “En este disco vamos a cambiar drásticamente la mirada desde las letras, quizás en vez de ser mas irónicas son mas introspectivas”. O la música, apostar en otros estilos o en sonidos más contemporáneos.

¿Y ahora están trabajando en algo nuevo?

Sí, de hecho estábamos por comenzar los ensayos para grabar lo que iba a ser el sucesor de Motor Música. Lo único que pudimos hacer fue un adelanto que se llama “Todavía”, que salió el año pasado con la participación de Nahuel Pennisi. Ahora estamos preparando lo del Night Show y después nos vamos a meter de lleno a ver si podemos aprovechar y empezar a grabar el disco. Si bien seguimos trabajando en eso cada uno desde su casa, mandando material por mail; para grabar discos, para terminar de componer y en especial para pre-producir, tiene que ser presencial.

Desde el 2015 surgió una oleada feminista muy fuerte en el país, ¿creés que eso les repercutió a la hora de componer y crear?

Hasta ahora no me sucedió de tener la necesidad de escribirlo. En el momento que me surja seguramente lo voy a utilizar. Desde hace años, cuando escribo trato que no tenga género, porque me gusta que interpele a cualquiera. Siempre intenté hacerlo. Por ejemplo, a mi me llaman de radios para musicalizar segmentos de programas. Si me piden 14 temas, lo primero que pienso es que tiene que haber contenido de género. La mitad tiene que ser de chicas y la otra mitad de chicos, para hacerme cargo de eso pero también para que culturalmente sea mucho más rico lo que se está mostrando.

¿Creés que el rock en Argentina es un ambiente machista?

Sí, totalmente. El rock, el futbol, la política. El mundo es machista. Lo que pasa es que ahora está más en boga el hablarlo y ponerlo sobre el tapete. Internacionalmente hubo más artistas femeninas y me parece que en el rock argentino eso costó muchísimo porque no había solistas. En el rock nacional al principio estaban Fabiana Cantilo o Hilda Lizarazu, pero siempre eran coristas y recién después podían hacer su carrera solista. Gracias a Dios eso está cambiando pero falta un trecho por caminar. Hay un paradigma que aparentemente se quebró: yo no creo que sea así, me parece que todavía falta muchísimo más para trabajar. Los femicidios siguen existiendo, la violencia de género sigue existiendo. Incluso con la diversidad sexual. Es algo que está muy institucionalizado en la sociedad y va a pasar un tiempo bastante largo hasta que se pueda quebrar ese paradigma. Mientras tanto hay que seguir trabajando y hacerse cargo.

¿Cómo ves el panorama musical en Argentina en los últimos años y las nuevas movidas como el trap?

Lo veo bárbaro. De todas las músicas nuevas y contemporáneas soy celebrador. De hecho, generalmente nos caracterizamos por eso. Siempre tratamos de generar complicidad con las nuevas generaciones. Es súper copada esa fusión de culturas. Después entiendo que hay una parte más dinosaurio de rock que terminan siendo como jueces: dicen qué es y qué no es rock, cuando el rock teóricamente es libertad. Dentro de la nueva movida del trap hay un montón de cosas que me gustan y un montón de cosas que me aburren, pero no por el género sino porque, al estar en boga y muy en los medios, hay una sobreinformación de artistas que están haciendo todos exactamente lo mismo. Entonces comienzan a repetirse las estructuras, las armonías, como le pasó también en su momento al rock and roll y al punk rock. Aparecieron millones de bandas que sonaban como Los Ramones y eso no quiere decir que el punk rock no estaban bueno.

¿Cómo ves la situación económica de los músicos en este periodo de cuarentena?

Es bastante caótica la situación en general, en todo lo que corresponde a nuestra profesión. No solamente los músicos: los managers, los técnicos de sonido, los iluminadores, el staff, los armadores de escenarios. Nosotros trabajamos mucho en fiestas privadas y en eventos: pienso también en mozos, DJ’s, seguridad. Es desalentador el panorama mirando hacia el futuro, porque fuimos los primeros que paramos y somos los últimos que vamos a comenzar a trabajar. Si bien están los streamings y empezaron los auto-conciertos, no dejan de ser paliativos. No podés hacer ni uno por mes porque también es generar contenido constantemente nuevo con tiempo que no hay. Es bastante difícil la situación, tengo un montón de amigos músicos que están haciendo repartos. También están los que tienen suerte, tienen ahorros y pueden vivir esperando a la nueva normalidad. Pero el panorama es bastante desolador. Y también el poder adquisitivo de la gente es mucho menor. Siempre es un problema pero en medio de una pandemia, la economía mundial está deprimida y se resiente mucho más en cosas que no son esenciales como comer o pagar la cuota del colegio.

«La dominación continúa y tenemos que enfrentarla»

«La dominación continúa y tenemos que enfrentarla»

 

Adolfo Pérez Esquivel nació en San Telmo y dedicó casi toda su vida a la defensa de los derechos humanos en toda América Latina. Luego de ser detenido por la última dictadura cívico-militar durante 14 meses, el 13 de octubre de 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su lucha por la no violencia, la denuncia de la violación a los derechos humanos producidas tras el golpe de Estado de 1976  y su rol en el Servicio Paz y Justicia. Hoy rememora su activismo y afirma que “el trabajo continúa”.

Usted fue detenido por la dictadura, ¿cómo fue su rol antes y durante el golpe de Estado en nuestro país?

El trabajo del Servicio Paz y Justicia es a nivel continental, no es solo en Argentina. Veníamos denunciando las violaciones de los derechos humanos, porque prácticamente, en la década del ‘70, todo el continente estaba bajo dictaduras militares, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por los Estados Unidos. Me detuvieron en Brasil y en Ecuador, junto a obispos latinoamericanos. Después fui expulsado de Chile, de Paraguay, de Uruguay. Entonces, me detienen cuando regreso (a la Argentina), después de un encuentro en Ecuador, donde fuimos detenidos con 17 obispos latinoamericanos y 4 norteamericanos. Primero estoy en la Superintendencia de Seguridad Federal; ahí tengo el 5 de mayo del año ‘77 el vuelo de la muerte. No me tiraron por las fuertes protestas internacionales. Y después, la prisión aquí en Argentina, las torturas en la Unidad 9, en La Plata. Dos días antes de la final del fútbol, me dan libertad vigilada. Cuando yo estaba preso, dos mujeres me propusieron como candidato al Premio Nobel. Ellas eran dos mujeres Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte: Mairead Corrigan-Maguire y Betty Williams. Y en el año 80 me anunciaron que me habían otorgado el premio.

¿Cómo fue el camino a la vuelta de la democracia?

Y nosotros seguimos haciendo el mismo trabajo, con Premio Nobel o sin Premio Nobel, pero esto nos abrió las puertas a lugares que antes no teníamos. Pero a los dos días, el 15 de octubre, intentan asesinarme. Grupos armados, cuando llegamos a la sede del SERPAJ, avanzan con las armas, y por suerte se cruza un taxi atrás y entonces no pueden disparar. Pero sino, estábamos destinados a que nos maten. Iba manejando mi hijo, Leonardo. Y seguimos trabajando. Ahí se dio a conocer a nivel mundial lo que pasaba en Argentina. Fue un detonante: la dictadura tardó 36 horas en reaccionar, a pesar de que intentaron asesinarme, no pudieron. Y bueno, seguimos trabajando hasta el día de hoy, 40 años después. Se cumplen 40 años y junto con el SERPAJ hemos entregado a la Universidad de Buenos Aires nuestra antigua sede de la calle México y Bolívar, donde ahí ya está la obra hecha, pero hay que equiparla. Va a estar destinada a ser la casa de los premios Nobel latinoamericanos. Ahí va a ir el premio Nobel, todas las cosas, las condecoraciones. Porque si vos lees mi discurso, cuando asumo el Premio Nobel, lo primero que digo es que lo asumía en nombre de los pueblos de América Latina.

«Los poderes se están volviendo a imponer en el continente: el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, en Brasil, en Bolivia», advierte Pérez Esquivel.

Usted habló mucho de los pueblos latinoamericanos en su discurso de aceptación. ¿Qué ha cambiado desde los años ochenta hasta nuestros días? ¿Cómo ve la situación latinoamericana hoy?

 Las sociedades no son estáticas. Toda sociedad tiene una dinámica de transformación. Hoy no tenemos dictaduras militares, pero sí los poderes se están volviendo a imponer en el continente. Fijate el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, en Paraguay contra Fernando Lugo, en Brasil contra Dilma Rousseff para sacar del medio a Lula, en Bolivia contra Evo Morales. Entonces son dictaduras, algunas militares, y otras aplican el lawfare, la guerra judicial. Aquí quisieron aplicarle eso a Cristina Kirchner. Actualmente veo que los pueblos están un poco más preparados. De ahí que surgieron muchos movimientos de derechos humanos. No solo aquellos con los que comenzamos cuando todavía no había nada. En América Latina hay muchas organizaciones, pero también hay una derecha, la política neoliberal. Estados Unidos no quiere perder la hegemonía continental, cuando está perdiendo la hegemonía mundial frente a los avances de China, Rusia, de Europa. Entonces quiere mantener cerrado, como con las agresiones a Venezuela, el bloqueo a Cuba por más de 50 años. Tenemos democracias débiles, pero la democracia no se regala, hay que construirla. Esto es lo importante. Creo que hoy tenemos más experiencia en el trabajo y hemos extendido redes a nivel internacional de organizaciones de apoyo, de solidaridad, y se ha generado mucha más conciencia de la política de derechos humanos. Sin embargo hay muchas amenazas a las democracias en América Latina. Hay emergentes importantes en este momento: los pueblos originarios, que están recuperando su identidad, sus territorios. Esto es gracias a Evo Morales. Por él, Bolivia es un país plurinacional, cultural, lingüístico. La diversidad en la unidad. Sin embargo, la presión de EEUU —y Evo lo marca— logró su derrocamiento. El otro son los movimientos sociales, sindicatos, organizaciones, movimientos de derechos humanos, que también cumplen un rol social importante. Y el otro que es fundamental es el movimiento de mujeres. Todas las conquistas que tuvieron y tienen las mujeres son luchas de resistencia social, de pensamiento, de filosofía, del rol que las mujeres tienen en la sociedad. Son como los ríos subterráneos que en un momento salen a la superficie y después se van decantando en aquellas cosas que son importantes. Entonces, no hay que desesperar. Hay que encontrar nuevos caminos de convivencia para la humanidad. Hay que despertar la resistencia y la rebelión de los pueblos, la conciencia crítica. La dominación continúa y tenemos que enfrentarla de alguna forma. Y creo que la resistencia cultural es fundamental en esto.

 Hace unas semanas hubo una grave protesta policial en Argentina.  ¿Cuál es su visión  sobre ese conflicto?

 Yo no le llamo protesta, la llamo rebelión. Es una rebelión policial. Tiene antecedentes en el continente. Es un calco al intento de golpe de Estado con el pretexto de que querían mejores salarios en Ecuador, cuando la policía se levantó contra Rafael Correa. Eso no es un reclamo salarial, eso fue un intento de condicionamiento, una posible desestabilización institucional. Es muy grave. Hay que tener mucho cuidado con esto. Y a todo eso se suman las declaraciones de (el ex presidente Eduardo) Duhalde. Gente con experiencia política no puede actuar de esa forma.

¿Cómo ve la situación del país durante la pandemia?

Hay situaciones difíciles en el país, pero esta pandemia afecta a todo el mundo. Aquí  tomaron medidas de prevención sanitaria, y más o menos han logrado reducir muchísimo los efectos del coronavirus. Estados Unidos tiene 200 mil muertos y 40 millones de desocupados. Europa está en una situación sumamente grave con los muertos. Y son países que tienen otras condiciones económicas. Aquí tenemos que enfrentar algo heredado de Macri, la deuda externa que deja condicionado al país por cien años. Entonces, estos son los mecanismos. Se destruyeron muchísimo las conquistas que se habían logrado en el continente como la Unasur, la CELAC, el MERCOSUR. Todo esto Macri lo derribó. Esto tiene que ver con la política de Estados Unidos que no permite ningún tipo de organización regional. No estamos en el mejor momento, pero tenemos que trabajar para cambiar esto, por eso se necesita la resistencia cultural.

«Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri me recibieron. Alberto Fernández, sí lo hizo», dice Pérez Esquivel.

 Volviendo a ese momento, hace cuarenta años, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo tomó la prensa que usted haya recibido este reconocimiento? ¿Recuerda alguna crítica?

Sí. Primero los medios decían que yo era paraguayo. Otros, que era brasilero. Pero ninguno decía que era argentino. El primero que lo dijo fue un periodista uruguayo. El maltrato de los medios de comunicación fue tremendo. No hubo un acompañamiento, al contrario. Estábamos bajo dictadura militar, había mucha censura, muchos periodistas desaparecidos. Fue un detonante muy fuerte donde se ponía en evidencia a escala mundial lo que estaba pasando en Argentina. Y eso ayudó también al fortalecimiento de los organismos de  derechos humanos. En uno de los primeros viajes que hice estaba Chicha Mariani —la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo—, quién me dio un dossier que yo le entregué al Papa Juan Pablo II en el Vaticano, explicándole la grave situación de secuestro y desaparición de niños en Argentina. Nosotros seguimos trabajando en todo momento y tratando de apoyar hasta la vuelta de la democracia, pero después cuando llegó la democracia tampoco me recibían. Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri. Así que todavía soy un marginal en mi país. En otros países puedo ver a los gobernantes, a los dirigentes políticos. Con Alberto Fernández me he encontrado y estamos apoyando la cuestión de la producción de alimentos, la soberanía alimentaria, la reforestación de los bosques nativos. En fin, seguimos trabajando y yo sigo en la Facultad de Ciencias Sociales, enseñando. La educación es importante. Para mi es importante generar conciencia crítica. Yo soy docente desde hace más de cincuenta años. El trabajo continúa y tratamos de que las nuevas generaciones tomen la posta, que son los que van a tener que seguir, porque la política de derechos humanos  desde su integridad va a continuar.

El día en que «Las malas» fueron las mejores

El día en que «Las malas» fueron las mejores

La actriz y escritora cordobesa Camila Sosa villada fue distinguida con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, otorgado por la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en reconocimiento a su novela Las malas (2019), publicada por Tusquets Editores. Esta distinción se suma a la reciente nominación de la obra como finalista del Premio Novela Fundación Medifé Filba. Como afirma Juan Forn en el prólogo, en Las malas “convergen las dos facetas del mundo trans que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti”. La autora cuenta sobre las distinciones recibidas, sus proyectos, la actualidad, la venganza de las travestis y su infancia en clave poética.

 

¿Qué cambios implican en tu carrera y en la novela la nominación como finalista en el Filba y el premio Sor Juana Inés de la Cruz?

 

Supongo que esas cosas se verán luego, que tendrán consecuencias más tarde. Aunque ahorita me escribió Paola Lucantis, de Editorial Planeta], y me decía que estaban como locos con pedidos de traducciones. Esas son cosas que suceden con los premios. A nivel personal, no entiendo muy bien el tema del prestigio y de las cosas que te dan prestigio, como este premio. Siempre, desde que empecé a trabajar como actriz hasta ahorita, he hecho cosas muy chicas, pequeñas, pero siempre han sido muy bien recibidas. Entonces, para mí, el prestigio radica en eso, en que la gente diga “ah, mira, hace una obra Camila, seguro es buena”, o “escribió un libro Camila, a ver, vamos a leerlo, tal vez es bueno”. He recibido algún que otro premio en mi carrera como actriz o como dramaturga y la verdad es que mucha diferencia no encuentro. Ahora sí, hay algo que me excede a mí, que es esto de que empiezan a pedir traducciones y todo eso. Supongo que eso es porque la novela ha ganado el premio Sor Juana Inés de la Cruz y por la nominación al Filba. 

 

Además de destacarse como escritora, Camila Sosa Villada es actriz y dramaturga. En 2009 estrenó su primer espectáculo unipersonal, Carnes Tolendas. En 2011 protagonizó Mía, una película de Javier van de Couter. En 2012 actuó en la miniserie La viuda de Rafael. En 2014 hizo en teatro El bello indiferente, de Jean Cocteau. En 2015 trabajó en Despierta, corazón dormido/Frida. En 2016, en Putx madre y, en 2017, en El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia. Es autora del libro de poemas La novia de Sandro (2015) y del ensayo El viaje inutil (2018). En 2019, además de Las malas, escribió la novela Tesis sobre una domesticación

 

¿Tenés proyectos nuevos desde lo literario o lo teatral?

 

Sigo escribiendo. Tengo pendiente un libro de relatos para editorial Tusquets y otro para 

Ediciones Documenta, que es una especie de ensayo sobre los “buscavidas”, sobre el tipo de trabajo de los vendedores ambulantes. En cuanto a la actuación, supuestamente este año volvíamos a presentar Carnes tolendas, que es la primera obra que hice. La íbamos a hacer para celebrar y, bueno, se vino la pandemia y tuvimos que parar. Luego tenía también otro proyecto que era de danza y tuvimos que parar. Pero ya está, por ahora no puedo pensar en el teatro hasta que no se resuelva este temita del coronavirus. 

 

Desde 2010, cinco de los premios Sor Juana Inés de la Cruz fueron otorgados a autoras argentinas, ¿relacionás esto con un mayor reconocimiento o un auge de las autoras en el país en los últimos años?

 

No me puedo desagregar del fenómeno que está sucediendo en Argentina con las autoras mujeres en este momento, que son las que están, además, moviendo el mercado editorial, las que están vendiendo libros. Las que están llenando las librerías son las escritoras. Yo entiendo que está pasando algo muy interesante con nosotras y me siento orgullosísima de estar al lado de escritoras de la talla de Claudia Piñeiro, Gabriela Cabezón Cámara, Dolores Reyes, Selva Almada, y tantas otras que si me pongo a nombrarlas estaría siendo injusta porque son tantas, tantas, y hay otras tantas que todavía no conocemos, que están ahí esperando para publicar y que son maravillosas, que son talentosísimas, grandes poetas, grandes narradoras. No puedo no relacionarlo con que yo estoy siendo parte de eso también. Y estoy siendo parte, además, de algo superior todavía, que es, como dice Susy Shock, la venganza de las travestis por donde menos se lo esperan, que es haciendo belleza. Es decir, también formo parte de ese grupo de travestis que están escribiendo, haciendo música. Pienso en Susy Shock, en Marlene Wayar, en Claudia Rodríguez, de Chile. Pienso en todas estas travestis que están haciendo belleza con el oprobio recibido.

El premio Sor Juana Inés de la Cruz, vigente desde 1993, reconoce el trabajo literario de autoras que hayan publicado una novela en español en el último año. Camila Sosa Villada se encuentra entre las cinco argentinas que han recibido esta distinción en la última década. En 2010 lo obtuvo Claudia Piñeiro, por su novela Las grietas de Jara (2009); en 2014, Inés Fernández Moreno, por El cielo no existe (2013); en 2015, Perla Suez, por El país del diablo (2015); en 2019, María Gainza, por La luz negra (2018).   

 

En la novela se destaca mucho el cuidado y la contención entre amigas travestis, ¿te parece que actualmente para las personas trans y travestis hay más ampliación y aceptación, desde la sociedad civil y desde el Estado, que hace veinte años?

 

Hay más aceptación porque hay más leyes que hace veinte años, por supuesto. Hace veinte años no existía la Ley de Identidad de Género (2012), no existía el matrimonio igualitario (2010), no estaba en boca de la gente la idea del patriarcado, la idea del machismo, como sí lo está habiendo ahora. De todas maneras, cuando me preguntan esto, yo siempre digo que en realidad el Estado y la sociedad no han mejorado casi nada. Las que hemos mejorado hemos sido las travestis, que nos hemos puesto en contacto con nosotras mismas, que nos hemos contado nuestra historia, que nos hemos puesto a hablar de las cosas que nos suceden. Eso ha hecho que, de alguna manera, nos corriéramos del lugar de una víctima sumisa, de una víctima sin escapatoria, para empezar a ser víctimas que luchamos, que estamos en pie, que resistimos. Las que hemos mejorado hemos sido nosotras y eso hace muy difícil que las cosas vuelvan a un primer estado. Así como los maricones dicen “al closet no volvemos más”, nosotras decimos “al calabozo no volvemos más”. A mí me da mucha alegría saber que está pasando eso con nosotras.

  

El pasado 4 de septiembre, mediante el Decreto 721/2020, se estableció el cupo laboral del uno por ciento para personas travestis, transexuales y transgénero en el Sector Público Nacional, ¿qué opinión tenés de esto?

 

Ese día, cuando me desperté, vi que Vanesa Cufré [Asesora en Género, Diversidad y Política Antidiscriminatoria de la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación] me había escrito a la madrugada para decirme “salió por decreto”. Llorábamos por mensaje con las travas. Estábamos todas emocionadas. Lo cierto también es que mi sensación es que siempre llega tarde, que todo llega tarde, que han muerto innecesariamente tantas, y tantas y tantas que un decreto así no hace más que llegar tarde. Y también estoy esperando que eso se implemente, esa es la verdad, constatar los resultados con mis propios ojos.

 

En 2014, Camila Sosa Villada brindó una charla TEDx, llamada Profunda humanidad, en la Ciudad de Córdoba. En un relato agudo y potente, volvió a recorrer las rondas nocturnas en el Parque Sarmiento, ubicado en la misma ciudad. Interpelando a su público, con la mirada fija en el auditorio, preguntó, “¿Pensaron alguna vez que la poesía podía tener una forma tan concreta?”

 

¿En qué momento empezaste a ver que la poesía podía tener una forma tan concreta?

 

Desde siempre. De verla a mi madre lavando ropa en su galería al sol, porque eran bajísimas las temperaturas en invierno y había que lavar a la siesta  y sin agua caliente. De verlo a mi padre haciendo su pan todas las madrugadas para salir a venderlo. También los muros de piedra que significaban esas montañas de Traslasierra para mí e imaginar todo lo que había detrás y todo lo que se quedaba de ese lado. El hecho de vivir en distintos pueblos y luego en el monte, a mí me puso en contacto con algunas cosas que son un privilegio. Yo tenía de mascota una nutria que había caído por accidente en una trampa que mi padre ponía para que los zorros o los gatos del monte no nos comieran las gallinas, entonces yo estuve en contacto con la poesía desde muy chica.

La autora de Las malas, nacida en La Falda, Córdoba, vivió en distintos lugares de la provincia, entre otros, en Mina Clavero, centro turístico del Valle de Traslasierra. En cada oración hay poesía. Cada recuerdo es un verso. Camila Sosa Villada responde haciendo belleza.