Marche un paro para el Gobierno

Marche un paro para el Gobierno

Paro, Microcentro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 30 de abril de 2019. Fotos: Leonardo Rendo / ANCCOM

En la esquina de 9 de Julio y Corrientes, un patrullero estacionado con el baúl abierto. Agrupados a su alrededor, tres agentes de la Policía de la Ciudad charlan tranquilos, echando una mirada fugaz de vez en cuando a su alrededor. Uno de ellos se encarga de cebar el mate que pasa de mano en mano. La escena no representó la típica actitud policial durante el día de paro y marcha contra la política económica del gobierno de Cambiemos convocado por el Frente Sindical para el Modelo Nacional, y al que se plegaron las dos CTA, movimientos sociales y partidos de izquierda. La pasividad policial fue efímera. Al cierre de esta nota, los detenidos eran 39.

Justo enfrente de la escena de los policías tomando mate, debajo del Obelisco, concentraban desde temprano las numerosas columnas de la CTA Autónoma, ATE y otros gremios afines. El golpe acompasado de los bombos repercutía sobre las avenidas, escurriéndose fácilmente por cada calle. Había tránsito y personas caminando, pero en menor cantidad de lo que puede esperarse un día laboral. Desde Once a Congreso y de allí hasta la 9 de Julio los negocios estaban abiertos, pero los transeúntes (imposible saber si estarían trabajando o no) se paseaban con la languidez de un sábado a la mañana.

“Hoy, nuevamente, venimos a marchar en contra de este gobierno y en contra de este plan económico. Porque este plan económico nos está matando a nuestros pibes y a nuestros jubilados” denunció  Alejandra Brillante, secretaria de Previsión Social de CTA-Provincia de Buenos Aires, y una de las dirigentes que encabezaba la cabeza de la columna que avanzaba por Diagonal Norte hacia Plaza de Mayo. “La provincia de Buenos Aires, una de las más ricas, hoy está endeudada por las políticas de María Eugenia Vidal. También quiso intervenir nuestra caja en el Instituto de Previsión Social, que históricamente da superávit. Ahora la está tirando a la baja para tener la excusa de intervenirla para seguirnos robando”, opinó sobre la situación en la provincia. “Nuestro pueblo debe entender que tenemos que ir hacia un gran frente común para derrotar a este gobierno y este modelo económico que viene de la mano del Fondo Monetario Internacional”.

“¿Por qué paramos hoy? En defensa de nuestros derechos. El gobierno nos ha desoído. Ha violado la Constitución en materia de derechos laborales”, se escuchaba por los altoparlantes.

Las columnas avanzaban con cierto apuro: ya eran pasadas las 11.30 y resultaba necesario mantener un estricto orden en la manifestación de cara al acto previsto para las 13. Se podían ver a hombres y mujeres de chaleco (el color dependía de a qué gremio o central pertenecieran) con la inscripción “Organización” en la espalda. Llegado el caso, gritaban “¡avancen!” o “¡hasta acá!” con la pericia propia de la experiencia en la manifestación callejera. Todo debía salir perfecto y no era para menos. El día anterior, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich había ofrecido una conferencia de prensa denunciando la quema de cinco colectivos en varias localidades del conurbano bonaerense. Dijo entonces: “Lo que ya estamos viendo, y que ya lo advertí, son actitudes mafiosas. Esta destrucción de capital por aquellos que llaman al paro por el trabajo, lo que hacen es destruir trabajo. Esto es contra lo que nosotros peleamos”. Si la ciudad parecía sumida en el sopor de un fin de semana otoñal, el centro se acalambraba de tensiones por el temor a una posible represión. Los oficiales de infantería parados en fila e inmutables sobre la vereda, armas largas en mano, eran un mensaje de advertencia muy claro.

Sin embargo, no todas las columnas eran voluminosas y ni se desplegaban con grandilocuencia. También podían verse pequeños contingentes, con una o dos banderas, yendo por las calles laterales. Por Bartolomé Mitre, los representantes de la delegación Lomas de Zamora de Sadop se arrimaban silenciosamente hasta la plaza. Su secretario general, Raúl Barboza, comentaba: “Este es un llamado a la unidad para poder salir de esta situación calamitosa que estamos viviendo. Hoy es un día donde todos los trabajadores tenemos que estar juntos”. Y con respecto a las perspectivas que caben esperarse del futuro cercano, dijo: “Lamentablemente, es un gobierno que no ha solucionado los problemas que ya teníamos. Queremos que termine, como todo argentino, pero también queremos políticas más claras. Queremos un gobierno con justicia social y que se acuerde de los trabajadores”.

Ya por Avenida de Mayo el movimiento era frenético. Entraban las columnas de camioneros, impactantes por su número, que avanzaban ensordecedoras con cantos, trompetas y redoblantes. Ocuparían el lugar central frente al palco que se erigía sobre la Plaza de Mayo, ya que el orador principal sería su secretario adjunto, Pablo Moyano.

Hugo Yasky llamó a la unidad de los sectores populares para derrotar a Cambiemos en las elecciones presidenciales.

Refugiados del sol bajo las columnas del Cabildo se encontraban los militantes del Frente Darío Santillán. Casi al lado, se alzaba la bandera de Udocba. Al frente, en la esquina del Palacio de Gobierno de la Ciudad, se mezclaban las banderas de la CTA con las del Sat-Said y con una infinidad de banderas de todos los colores: pequeñas, tipo estandarte, enormes trapos pintados con aerosol (“No al ajuste – PJ La Plata”) y otras más elaboradas que tapaban cualquier intento de asomarse para ver a los oradores.

Hacia las 12.30 se empezó a escuchar por los altoparlantes repartidos por toda la avenida la voz de la presentadora. Lanzaba frases esporádicas: “¿Por qué paramos hoy? En defensa de nuestros derechos constitucionales. El gobierno nos ha desoído. Ha violado la Constitución en materia de derechos laborales”. Y las columnas respondieron, porque rápidamente se fueron apiñando contra el vallado de contención puesto a unos metros del escenario donde se desarrollaría el acto central.

Horas después el gobierno intentaría minimizar el alcance del paro, alegando que, por ejemplo, la actividad de los bancos no se vio afectada. Sin embargo, por Diagonal Norte se podía ver una verdadera marea humana avanzando, con rapidez algunos y otros a los saltos, perteneciente a La Bancaria. Entre bombos y banderas se encontraba Pablo, delegado de la comisión interna del Banco Credicoop. “Son casi cuatro años de un gobierno neoliberal que nos está matando a todos de a poco –declaró-. La idea es mostrarle a este gobierno la disconformidad del pueblo. Y aunque no quiera verla, también es importante que sea la gente la que vea la movilización en las calles”. Como empleado bancario, también está al tanto de lo que implica el modelo económico tomado por el gobierno: “Los bancos no la están pasando mal. Están teniendo ganancias. Pero no por otorgar créditos a las pymes para adquirir capital de trabajo o créditos hipotecarios para que la gente se compre su casa. La plata de los bancos viene de las Leliq, que pagan un 70 por ciento de tasa de interés. Hoy en día las ganancias son por la timba y no por cobrar intereses genuinos y de financiamiento productivo. Pero esto es una burbuja. Tenemos que abrir los ojos y ver que esto en cualquier momento va a reventar. Y ahí vamos a reventar todos juntos”, enfatizó.

La marcha coincidió con la conmemoración del 42º aniversario de las Madres de Plaza de Mayo.

La voz del escenario volvió a aparecer, esta vez pidiendo no caer “en las provocaciones de Patricia Bullrich y los infiltrados”, que estarían buscando mostrar a los manifestantes como un grupo de violentos. Recordó entonces que, tres días antes, se había cumplido el aniversario número 40 del primer paro que hizo la CGT frente a la última dictadura cívico-militar, en 1979. “Tenemos una historia de paz. Pedimos paz, pan y trabajo”, dijo la voz latosa.

Al frente casi no quedaba espacio para moverse. Pero desde varios metros se podía ver a un hombre que pedía permiso y caminaba a contracorriente, con una caja bajo el brazo. “Este es un fondo de lucha para los compañeros y compañeras de la empresa “PedidosYa”. Es un conflicto testigo de este momento. Uber, PedidosYa, Glovo, las apps que se presentan como el futuro del trabajo, ya dieron cuenta que son la precarización absoluta en las condiciones laborales. No les pagan obra social, no tienen un seguro por accidentes. Y se trata de gente que está laburando todo el día en la calle, expuesta al rigor que eso implica. Por lo que ellos luchan es por el reconocimiento de la relación de dependencia. Acá, en el caso de PedidosYa, que era una de las pocas empresas que blanqueaba la relación de dependencia, se está comenzando a despedir gente para contratar monotributistas. Entonces, esta es una lucha contra el avance de la precarización”. Quien dice esto es Matías, docente del nivel medio, militante de Ademys y de la agrupación Democracia Socialista, que de esta forma iba de persona en persona pidiendo una colaboración para el fondo de lucha. Respecto a su situación particular como docente, comenta: “Yo trabajo en una escuela de la Villa 31 y ahí el ajuste se siente muy fuerte. Los chicos te dicen que no tienen para comprar hojas, lápices, lapiceras…para ir a la escuela. Ellos vienen con hambre y sólo esperan la hora del comedor. Tienen problemas con la policía, que los acosa en los barrios. Las mujeres tienen problemas con sus parejas, que las violentan. Hay como un clima de tensión, de saturación. Y así es realmente difícil trabajar. Toda la mierda sale a flote en este tipo de situaciones. Pero, al mismo tiempo, por suerte también sale la solidaridad. En las crisis se ven los dos extremos. Lo peor de la gente y lo mejor de la gente”. Y en disonancia con uno de los supuestos que parecen sostener quienes convocaron a la marcha y piden por la unidad de la oposición, Matías concluye: “El futuro ya está complicado de por sí, gane quien gane en las elecciones. El nivel de deuda que ha dejado este gobierno no es sólo una entrega hoy, es una miseria planificada a futuro. Creo que si uno quiere que la cosa cambie, el próximo gobierno tiene que desconocer el pacto con el FMI. Tiene que investigar la deuda externa, porque está llena de ilegitimidades. Y estamos siempre pagando la renegociación de la renegociación”.

Hubo grandes críticas a los dirigentes de la CGT que no adhirieron a la medida de fuerza.

Un poco pasadas las 13, dio comienzo al acto. La voz exclamaba que se enunciarán las estrofas del Himno Nacional. El ruido de los bombos bajaba lentamente. Muchos se apoyaban la mano en el pecho. Ya sobre el final, el aire se saturaba con los gritos del “oh, juremos con gloria morir” y muchos dedos en “V” se elevaban con euforia.

Fueron seis los oradores. El primero (presentado como “líder del Frente Sindical”) fue Sergio Palazzo, secretario general de La Bancaria. Su discurso fue en gran medida una respuesta a distintas acusaciones que hicieron medios de comunicación y funcionarios al respecto de la convocatoria. “Algunos hablaron de amenazas, de cortes, de mafias… amenazas son las que hacen ellos con las conciliaciones obligatorias (en referencia a las dictadas por la Secretaría de Trabajo este lunes a los gremios aeronáuticos, cerámicos y de actores, a las que hicieron caso omiso); amenazas son cuando pretenden amedrentar con descuentos al salario por parar; amenazas son cuando meten miedo en la sociedad diciendo que va a haber disturbios; cuando dicen que si no ganan las elecciones, el país va a estallar”. Como la mayor parte de los discursos, llamó a continuar con más movilizaciones y el armado de un plan de lucha. “Si quieren más paro, van a tener más paro. Y si quieren más gente en la calle, la multiplicaremos por miles”, exclamó enérgico. De todas formas, también dedicó unas palabras a los dirigentes de la CGT, a quienes reclamó que recapaciten en su posición. Finalmente, concluyó con una declaración puramente electoral: “No tengamos miedo de que el futuro es el problema. El futuro es hoy y ahora. Es necesario un gobierno nacional y popular en octubre y la unidad es la piedra basal del mejoramiento en la vida de los trabajadores”.

Luego habló Mariano Sánchez, en representación de los movimientos sociales. Las columnas de la CTEP, Barrios de Pie, la CCC y el Frente Darío Santillán se encontraban sobre la Diagonal Sur. Su discurso fue un llamado a la unidad, “un gran frente con todos. Tenemos que derrotar a Macri en las urnas o en la calle. Si no lo derrotamos en la calle, habrá que derrotarlo en las urnas”, fue una de sus frases más contundentes.

“Si quieren más paro, van a tener más paro. Y si quieren más gente en la calle, la multiplicaremos por miles”, exclamó Sergio Palazzo, de La Bancaria.

A su turno, Ricardo Peidró, de la CTA autónoma, destacó la diversidad de corrientes que ese día ocuparon la plaza. “Trabajadores precarios, desocupados, formales, jubilados: la verdadera unidad es esta”. Recordó también que el 30 de abril se conmemora el 42° aniversario de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo (motivo por el cual adelantaron el acto para que no entorpeciera la celebración que harían las Madres en esa misma plaza): “Queremos ser coherentes con los miles que siempre lucharon a lo largo de la historia”. Su cierre fue una declaración alineada a uno de los puntos en común más importantes que tuvieron todos los oradores: “¿Se creen que nos vamos a quedar cruzados de brazos hasta las elecciones? Los pibes se cagan de hambre hoy…Hoy es la lucha”.

Pablo Micheli (CTA) fue más duro con la dirigencia de la CGT. “Estos del binomio no sé si son boludos, están equivocados o son traidores. Hay muchos que intentan romper, como estos dirigentes que llaman a un paro el 1° de mayo cuando tendrían que estar acá”, remató Micheli. También se refirió al advenimiento de las elecciones cuando anunció que “son tiempos de lucha. Queremos que vuelva el peronismo, que vuelva un gobierno nacional y popular. Para eso hay que ganar la calle con más paros y más marchas, porque la victoria está en la unidad. Hay que acompañar el camino a la elección con el movimiento obrero, las organizaciones sociales y el pueblo en la calle”, concluyó.

“Recuerden esta fecha, hoy empieza una nueva historia para la clase trabajadora”, comenzó Hugo Yasky (CTA de los trabajadores y diputado nacional por el FPV-PJ) quien, luego de describir un panorama de crisis en el país, llamó a la unidad y la esperanza: “Este país sólo se puede hacer con la unidad del pueblo”.

Omar Plaini, del gremio de los Canillitas, tuvo la responsabilidad de leer un documento realizado en el Plenario de regionales de la CGT en SMATA. Se trató de un escrito basado en cinco puntos que podrían resumirse de la siguiente forma: 1) Rechazo de todo intento de reforma laboral, paritarias libres y aumento del salario mínimo, vital y móvil; 2) Cambio en la política económica, con protección a la industria nacional, el mercado interno y un repudio total al Fondo Monetario Internacional; 3) Retrotraer las tarifas de los servicios al 1° de diciembre de 2017 (de acuerdo a la ley votada en el Congreso y que luego fue vetada por Presidencia); 4) Derogación de la reforma previsional y aumento de emergencia a los jubilados y pensionados; 5) Defensa de la producción y mano de obra nacional.

La columna más numerosa fue la de Camioneros.

Por último, Pablo Moyano, secretario adjunto de Camioneros. Luego de que la presentadora lo nombrara, se escucharon estruendos de fuegos artificiales y las columnas del gremio se agitaron en algarabía. El comienzo fue un rosario de agradecimientos: a las 70 regionales de la CGT que decidieron unirse al paro, a la confluencia del Frente sindical con las CTA y los movimientos sociales y, en especial, a la agrupación interna de la UTA liderada por Miguel Bustinduy que provocó que no prestaran servicio casi un centenar de líneas de colectivos (en un gesto que muestra la fractura al interior del gremio transportista). Destacó entonces “los huevos” de los dirigentes que se encontraban aquella tarde en la Plaza de Mayo. Respecto a las conciliaciones obligatorias dictadas por la cartera del secretario de Producción Dante Sica, fue elocuente: “Que se metan las multas en el culo, a nosotros no nos aprieta nadie”. Como cierre del acto mismo, enfatizó: “Ellos ratifican el modelo económico, nosotros ratificamos que vamos a seguir peleando”.

Aunque muchos no estaban enterados, sobre la 9 de Julio la infantería había reprimido a  manifestantes que atacaron las sedes del Banco Francés y el Banco Galicia. Terminaron detenidas 39 personas por estos hechos y, según explicó la Policía de la Ciudad, también por haber amedrentado a choferes de colectivos de las líneas que no habían parado.

Por eso, al terminar el acto, la presentadora volvió a llamar a la calma. Insistió en “volver en paz, con las banderas en alto, a nuestros hogares”. En ese intante comenzó a sonar Jijiji, la clásica canción de los Redondos que aparece siempre al finalizar las marchas, mientras las columnas se alejaban tranquilamente por las avenidas entre los puestos de bebidas y comestibles que ya empezaban a levantar sus tiendas.

Una marcha de reclamo por la ciencia

Una marcha de reclamo por la ciencia

Protesta de científicos frente al Polo Científico.

Caminar por la calle Godoy Cruz en la Ciudad de Buenos Aires, hacia el norte, representa la certeza de encontrar en el camino casas bajas, algo antiguas y húmedas, enfrentadas a las obras del ferrocarril San Martín. Son los resabios del viejo barrio de Palermo, que de a poco se van pintando con los colores de la gentrificación. No obstante, cuando se cruza la calle Soler, un edificio imponente rompe la imagen barril con su modernidad: vidrios altos, sostenidos por columnas blancas y grises, que dejan traslucir los amplios espacios de su interior. Pero ahora, algunos vidrios están ploteados con frases conectadas entre sí: “La ciencia es cultura. En la música…hay ciencia. En la tecnología…hay ciencia. En la literatura…hay ciencia. En la innovación…hay ciencia. En el arte…también”. Es el preludio que anuncia la enorme explanada desde donde se accede a los diferentes organismos que funcionan en el Polo Científico y Tecnológico, edificio que alguna vez perteneció a las Bodegas Giol y Santa Ana.

También parece un recordatorio algo burlesco, porque este miércoles, en aquel enorme patio, se reunieron desde temprano los trabajadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de todo el sistema científico en general con motivo del Día del Investigador Científico, conmemorado por el natalicio del premio Nobel Bernardo Houssay. Sin embargo, no se trataba de una celebración.

“Hoy estamos movilizando al Polo Científico. Vamos a hacer una asamblea por la agria novedad del viernes pasado: se publicaron los resultados de la convocatoria a la Carrera de Investigador Científico (CIC) con apenas 450 ingresos, contra una cantidad de 2.145 postulantes que quedaron afuera”, explicó Cecilia Sánchez, de la agrupación Jóvenes Científicxs Precarizadxs (JCP). “En muy buena parte de los casos, son despedidos del organismo. Porque son compañeros que venían realizando sus trabajos de doctorado y/o posdoctorado con becas del CONICET. Y ahora se ven literalmente en la calle y sin posibilidad de continuar sus líneas de investigación”, agregó.

Ya eran las once de la mañana y el ambiente estaba calmo. Una centena de investigadores caminaban por el patio, se reunían en grupos y conversaban. Instantes después, los parlantes se encendieron y comenzaron a sonar canciones de los Redondos. Lentamente, los muros del edificio que contiene tanto al CONICET como al Centro Cultural de la Ciencia, empezaron a ornamentarse con banderas de las diferentes organizaciones, como AGD-UBA o ATE CONICET. Se podían ver también los chalecos amarillos de la JCP o los blancos de Becarios Empoderados.

En esta situación todavía apacible, Pablo Méndez -doctor en Filosofía, licenciado en Ciencia Política y becario posdoctoral del organismo- contó sumariamente la situación que vive la ciencia y tecnología en el país: “Venimos con un atraso salarial muy grande. Hoy una beca doctoral está prácticamente por debajo de la línea de pobreza. Pero también hay cuestiones de fondo. Para investigar, para producir conocimiento, se necesita trabajar en un contexto de certidumbre. Y hoy en día no sabemos cuándo nos quedamos en la calle o hasta cuándo nuestras líneas de investigación seguirán siendo financiadas. En este contexto es muy difícil pensar, aunque sea a mediano plazo, y poder proyectar tanto nuestras vidas como también nuestras investigaciones”.

Silvia Nassif, doctora en Historia y una de las becarias afectadas por el recorte, opinó en la misma línea: “Lo que está pasando es que la mayoría de mis compañeros afectados no encuentran un lugar de trabajo. Están sobrecalificados para algunas tareas y, para otras, se tienen que ir al exterior. Muchos, lamentablemente, aunque no quieren, se tienen que ir de la Argentina. Entonces hay que pararlo ya. Hay que parar a este gobierno.” Sin embargo, su análisis no se redujo únicamente a la situación particular de los científicos: “Al gobierno que viene le va a quedar una gran deuda, una deuda social con nosotros, los  investigadores. Pero también con el pueblo en su conjunto. Nosotros hoy podemos comer, pero hay gente que no puede hacerlo. Hay personas que no pueden comer. Me duele mucho la Argentina que estamos viviendo”.

Hacia el mediodía, el patio empezó a llenarse. Grupos de jóvenes y adultos se sentaron en las muchas y confusas rampas y escalones que surcan el predio y se empezó a elevar el bullicio de las charlas privadas. De repente volaron papeles al aire, pequeños carteles de color verde, azul o rojo con el logo de ATE y diferentes consignas: “El MINCYT (Ministerio de Ciencia y Tecnología) se defiende”, “Por convenio colectivo de trabajo propio del Conicet”, “El MINCYT no se toca”, “El presupuesto CONICET no alcanza”.

Media hora más tarde arrancó la asamblea. El movimiento de gente, en ese momento, fue frenético. Una investigadora, que hacía las veces de conductora, empezó a explicar las reglas de intervención y a pasar el micrófono a los diferentes oradores. Sobre la puerta del CONICET, apiñados, se veían parlantes, investigadores dispuestos a hablar, referentes sindicales y todo el auditorio, que escuchaba atentamente las intervenciones. Pero a varios metros -es un espacio grande- también se empezaron a levantar pequeños revuelos. Se armaron mesitas con venta de libros y películas. Más allá se desplegaron decenas de cartulinas pintadas con los motivos de tapas de grandes libros de la teoría feminista, enmarcados por banderas que anuncian que “la ciencia feminista resiste” o “protesta sexual e investigación”. Entre la gente que pasaba se podían reconocer ciertos rostros. Matías Lammens, presidente de San Lorenzo y figura política del progresismo porteño, conversaba con un reducido grupo de personas.

Al otro lado, se vio a Mario Pecheny -doctor en Ciencia Política, investigador principal del Consejo y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)- y a Alberto Kornblihtt -doctor en Ciencias Químicas, investigador superior del organismo, director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del CONICET-UBA y, además, uno de los referentes que tomó gran relevancia durante el debate por la legalización del aborto el año pasado-.

Mario Pecheny y Alberto Kornblihtt en la protesta en el CONICET.

Ambos contaron otra de las situaciones de gran irregularidad que ocurren en el organismo: “El Directorio del CONICET tiene representantes de los investigadores e investigadoras de las cuatro grandes áreas en las que está organizado el instituto. A mí me eligieron en mayo de 2018 para representar a mis colegas de Ciencias Sociales y Humanidades de todo el país. También se hicieron las elecciones para las Ciencias Biológicas y de la Salud, en las que fue elegido el doctor Kornblihtt”, relató Pecheny. Por su parte, Kornblihtt agregó: “Nosotros fuimos los más votados en dos áreas del conocimiento en las elecciones cuyo escrutinio fue el 31 de mayo del año pasado. Dentro de poco se va a cumplir un año y el presidente de la Nación todavía no nos nombró. Es un deber respetar la democracia y que las personas que están actualmente, que tienen el mandato vencido, dejen sus puestos. Nosotros, en nuestras plataformas, hemos planteado una oposición a las políticas de ajuste y a la reducción de los presupuestos en el CONICET y en ciencia y técnica en general. Por lo tanto, queremos estar sentados en el directorio para llevar adelante nuestra plataforma, que es la que votaron nuestros colegas en alta proporción. Mario sacó un 63 por ciento de los votantes y yo un 66, son miles de votos”. Más tarde, Kornblihtt tomará el micrófono y se dirigirá al auditorio: “Vengo a comprometerme ante esta asamblea. Vengo a comprometerme a llevar a cabo la plataforma por la que me votaron. No pretendo que sea meramente calentar una silla. Si no lo puedo cumplir, será esta asamblea la que me lo demande”.

Mientras tanto, en el centro del patio comenzaron a verse caras de emoción. “Viene Judith Buttler” comentaban, extasiados y extasiadas, varios jóvenes que van de aquí para allá. Dora Barrancos, también presente, fue la primera en recibirla. Pero luego se abalanzaron sobre ella decenas de muchachas para saludarla, intercambiar un par de palabras o, simplemente, agradecerle.

Dora Barranco recibió a Judith Butler en la protesta.

Abriéndose paso con dificultad, llegó hasta donde estaban las cartulinas y las banderas de ciencia feminista. Allí se sentó, en el suelo, y alrededor de ella se fueron sentando todos. Como no dominaba el español, una joven la asistió en calidad de traductora. Era difícil escuchar, de todos modos. La asamblea seguía desarrollándose detrás y el espacio que ofrece el Polo Científico es tan amplio que la voz se pierde con facilidad. De todas formas, enunció frases que, por su contundencia, se oyeron bien claro: “Cuando nos quitan el dinero, nos están desempoderando. Especialmente cuando atacan la tradición de los estudios feministas, de la teoría feminista y lo que significa eso en Argentina. Sabemos que en Argentina el CONICET es uno de los centros más importantes y más famosos para este tipo de investigación. Por supuesto que si nos sacan el apoyo, vamos a seguir investigando. Y al mismo tiempo, nos vamos a seguir movilizando para reclamar todo el apoyo que nos merecemos. El mundo tiene que saber lo que el feminismo en Argentina está pensando. Continúen esta lucha. Tienen todos mis respetos y voy a seguir apoyando en todo lo que pueda y haga falta”. Los aplausos fueron inmediatos.

«Cuando nos quitan el dinero, nos están desempoderando», dijo Butler.

Hubo también otra manifestación simbólica. En uno de los espacios que se abren entre los tres cuerpos que componen el edificio del Polo Científico, ATE CONICET organizó una olla popular. Eran un par de mesas de caballete, repletas de bandejas, cubiertos de plástico y bandejitas con pan. Tres o cuatro personas, con sus pecheras del gremio, alcanzaban rápidamente los platos de comida y los vasos de agua. Una de ellos era María Eugenia, delegada de ATE CONICET y administrativa de la sede. De esta manera explicó la intervención: “La olla popular es porque la ciencia y la tecnología están por debajo de la línea de pobreza. Es una manera de demostrar que la ciencia está en decadencia. Se manifiesta en el bajo presupuesto destinado al organismo, tanto para investigar como para comprar equipamiento”. Al respecto de la situación particular de los administrativos, comentó: “Trabajamos en unas condiciones deplorables. Con mucho control. Con un sueldo miserable. El promedio de sueldo de los compañeros es de 15.000 pesos. Por las condiciones de trabajo, ellos se están yendo. Muchos también porque la plata no les alcanza para llegar a fin de mes. Y entonces el trabajo está cayendo cada vez más en pocos compañeros”.

“La olla popular es porque la ciencia y la tecnología están por debajo de la línea de pobreza», dijeron dese ATE CONICET en la olla popular que organizaron durante la protesta.

La asamblea estaba llegando a su fin y era hora de votar las mociones propuestas. La primera en aprobarse fue una movilización a Plaza de Mayo, en caravana desde el Ministerio -ahora secretaría- de Ciencia y Técnica, con fecha a confirmar. Luego hubo dos mociones contrapuestas, respecto a qué hacer en ese mismo momento. ATE propuso quedarse en el Polo, esperando una respuesta de las autoridades. JCP, por su parte, planteó la voluntad de salir a cortar avenida Santa Fe para visibilizar el reclamo. La mayoría de los brazos se alzaron ante la segunda propuesta.

Todos se pusieron de pie. Aparecieron inmediatamente los bombos y las banderas desplegadas, y comenzaron a caminar por el patio del Polo Científico. Cuando llegaron a la esquina de Paraguay, esperaron pacientemente a que el semáforo se pusiera en rojo para ocupar ya la calle, por Godoy Cruz. Son cuadras largas. A un costado se encuentra el elegante Distrito Arcos, con sus outlets premium y sus tiendas de sabor palermitano. La gente que venía caminando, que paseaba entre los negocios o se tomaba una cerveza artesanal se vió sorprendida por el bullicio inesperado de la movilización. Desde adentro del “distrito”, varias personas encendieron sus celulares para filmar el paso de los científicos.

Otra vez esperaron a que el semáforo diera una luz roja para avanzar. Eran alrededor de 200 personas que ocuparon todo el ancho de la avenida Santa Fe, cortando completamente el tránsito. Algunos colectivos se desviaban por la propia Godoy Cruz, otros terminaron pasando por un carril que fue liberado. Silenciosamente, fueron apareciendo los patrulleros de la Policía de la Ciudad.

Entre los manifestantes con pancartas se encontraba Cristina Ibarra, doctora en Bioquímica, investigadora principal del CONICET y profesora titular del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina (UBA). Su caso es particularmente alarmante. Ella dirige un laboratorio de investigación, encargado de los estudios sobre el tratamiento del síndrome urémico hemolítico, una enfermedad que afecta a chicos menores de 5 años y suele dejar como secuela una insuficiencia renal, que luego se convierte de aguda en crónica. “Nuestro país tiene el mayor índice de síndrome urémico hemolítico del mundo, con alrededor de 500 casos por año. Otros países que han tenido y que tienen un índice mucho menor que eso destinan buenos presupuestos para investigar sobre esta enfermedad, porque no se conoce su tratamiento ni la manera eficaz de prevenirlo en el mundo. Nosotros investigamos con muy poco presupuesto. Pedimos que nuestros becarios ingresen a la carrera para convertirse en investigadores, ya son ellos los que tienen la pujanza de seguir adelante aún en estos contextos”, explicó Ibarra. Y luego continuó: “El Gobierno es profundamente ignorante. Son CEOs no formados en universidades públicas. No saben lo que es la investigación ni les preocupa, porque la investigación es para el conjunto del pueblo. Y ellos no son el pueblo. Si sus hijos se enferman, se van a Estados Unidos para encontrar mejor atención. Y el pueblo no puede hacer eso. El pueblo necesita que acá se les resuelva sus problemas. Y esta enfermedad es un problema serio en Argentina. Es la primera causa de insuficiencia renal crónica en adolescentes y adultos. Y es el 20 por ciento de los transplantes”.

Los científicos del CONICET exigen ser vistos por el Estado ya no de una manera romántica o emprendedora, sino como trabajadores. Como trabajadores con su conjunto de derechos, tal y como lo poseen el resto de las ramas de la actividad económica. Cristina Ibarra lo dijo de forma contundente: “Lo que ha pasado el viernes es que se ha cerrado una fábrica de 2.000 trabajadores, cuyo producto es la creación de conocimiento”. Silvia Nassif afirmó en el mismo sentido: “Los científicos somos trabajadores. Si a nosotros no nos contratan, no podemos vivir. Entonces, en ese sentido, somos parte de la clase trabajadora, y creo que el pueblo en su conjunto siente y le duele lo que nos está pasando”. Era también clara la consigna principal de Jóvenes Científicxs Precarizadxs: “Investigar es trabajar”.

El corte duró alrededor de cuarenta minutos. Lentamente fueron volviendo por Godoy Cruz hasta el Polo Científico, donde estaba esperando un pequeño camión con una plataforma detrás, una bandera de ATE y un par de micrófonos. El cierre de la jornada sería un homenaje a Dante y Héctor Guede, padre e hijo desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. Allí se encontraban autoridades de Derechos Humanos, de ATE y de otras agrupaciones. Pero la presencia destacada fue la de Cármen Ramiro de Guede, esposa y madre de los homenajeados.

Carmen Ramiro de Guede, esposa de Dante Guede, trabajador del CONICET y madre de Héctor Guede, estudiante de ingeniería. Ambos desaparecidos.

Dante Guede fue miembro de la Carrera del Personal de Apoyo del CONICET y técnico soldador en el Instituto Argentino de Radioastronomía de Villa Elisa. “Él hizo esas antenas parabólicas que hay en el Parque Pereyra Iraola, en colaboración con el gobierno de los Estados Unidos, en el año ´62”, cuenta Carmen. Su hijo, Héctor, era estudiante de Ingeniería. Ambos militaban políticamente.

“Ellos desaparecieron en noviembre del ´76. Los dos juntos en la vía pública, en Wilde. Ahí empezó la lucha mía para buscarlos. Y también para criar a mi familia. Porque me había quedado con una nena de 14 y un chiquito de 5 años. Pasaron 43 años de lucha en los que no supimos qué había pasado con ellos”, relató emocionada Carmen. Los restos de Dante fueron hallados por el Equipo Argentino de Antropología Forense hace dos años, pero no los de Héctor. “La pareja de mi hijo también está desaparecida. Se llamaba Viviana de Angeli. Estaba embarazada. Están desaparecidos ella con su bebé, que no sé si habrá nacido”.

Del acto participaron varios oradores, para culminar con el descubrimiento de una baldosa conmemorativa en la vereda. “Una huella de ellos en el barrio”, declaraba uno de los documentos leídos.

“Yo creo que los desaparecidos, mientras los compañeros los recuerden, van a seguir estando vivos. Yo siempre digo que no están muertos, que están vivos en cada uno de los que están luchando. De los maestros que están luchando por las paritarias. En la gente de acá, de ciencia, que está luchando. Para esa gente que está luchando por sus derechos, los desaparecidos están con ellos. Todo el que lucha por sus derechos, trae a la vida a los 30.000 desaparecidos” dijo Carmen cuando ya la tarde iba cayendo y el viento revoloteaba los papeles y las pancartas que quedaron luego de una jornada de lucha.

Marcha y corte de avenida Santa Fe.