“Las historietas perdieron su encanto cuando se volvieron dibujitos animados, lo lindo era mirarlas en papel e imaginarse”

“Las historietas perdieron su encanto cuando se volvieron dibujitos animados, lo lindo era mirarlas en papel e imaginarse”

Tabaré fue influenciado de pequeño por grandes como Walt Disney, Walter Lantz, creador del Pájaro loco y Dante Quinterno, creador de Patoruzú y Patoruzito, entre otros; e incursionó en el género de la historieta inspirado en las de humor para niños como El gato Félix, La pequeña Lulú y Popeye. “Muchas de esas historietas perdieron su encanto cuando se volvieron dibujitos animados, lo lindo era mirarlas en papel e imaginarse”, afirma con nostalgia el dibujante.

Aunque se nacionalizó argentino, Tabaré nació en el Departamento de Canelones, del otro lado del Río de la Plata. Allí trabajó de mozo, en una agencia de publicidad y en una fábrica de cerámicas pero él realmente quería hacer historietas, así que viajó a la Argentina. “Me vine en 1974, ocho días después de casarme. Aquí había mucho movimiento en diferentes diarios y revistas como por ejemplo Satiricón y Humor”, recuerda.

¿Cómo comenzaste a trabajar en Clarín?

-A través de Hermenegildo Sábat, le mostré mis laburos, los presentó en el diario y a los dos meses salió increíblemente mi primera publicación. Gustó.

-¿Qué sensación sentiste al ver tu trabajo publicado por primera vez en un medio de alcance nacional?

-Recuerdo que vivía en una pensión con mi esposa, un día sonó el teléfono yme dijeron: “¡Salió tu tira en Clarín!”. Después, fui corriendo a comprar el diario.  Fue como ganarse el Quini 6.

-¿Y tu esposa que dijo?

-“¡Al fin largo los trapos, la escoba y el palo de amasar”! (risas) No, mentira, seguimos viviendo en la pensión porque económicamente no estábamos bien, después nos mudamos a Banfield, luego a Turdera y nos quedamos para siempre en zona sur.

Algunos de sus personajes más conocidos son Max Calzone, Aspirante a Padrino, el cacique Paja Brava, el conquistador, Kristón Kolón, Eustaquio y  Diógenes y el Linyera, tira diaria que es publicada en la última página del Diario Clarín desde 1977 de forma ininterrumpida, creada por Tabaré junto a Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya.

-¿De quién fue la idea de Diógenes y el Linyera?

-La revista Humor o Chaupinela, no me acuerdo con exactitud, tenía en el borde superior de las páginas una historietita de un tipo muy roñoso con un perrito que iba corriendo. Lo había hecho sin querer para rellenar. Guinzburg y Abrevaya vieron el dibujo y me pidieron que lo haga para una historieta.

-¿Qué diferencias había entre el Diógenes y el Linyera guionado por Jorge Guinzburg al guionado por Carlos Abrevaya?

-Yo aprendí de ellos. Guinzburg era más de la chispa, del chiste del momento, del remate. El estilo de Abrevaya era más para pensar. Después hubo problemas entre ellos y se separaron.

-¿Si Diógenes hablara sus palabras serían tan punzantes como sus pensamientos?

-Nunca me imagine que Diógenes hablara, siempre lo hicimos ladrando, pobre. No sé, quizás sea un boludo hablando (risas). A veces cuesta transformar a los pensamientos en palabras.

-¿Cómo era el proceso de producción de las tiras, se reunían a tirar ideas para el siguiente número? ¿Cómo se organizaban?

-Había un plantel bárbaro pero nunca tuvimos contacto entre los tres para juntarnos a hacer la tira como la gente cree, jamás. Ellos me daban los guiones, yo los dibujaba y los llevaba al diario. Nunca nos reunimos para ver qué hacíamos para mañana, para pasado o para el mes que viene. Lo que ocurre es que los guionistas saben cómo uno piensa. Hacen el guión adaptado al dibujante, por eso te convocan.

-¿Se vieron afectadas tus tiras durante los gobiernos de facto?

-Te cuidabas, había personajes sobre los cuales no podía hacer referencia, sobre  todo los ídolos deportivos cuya imagen era utilizada por los gobiernos militares, como por ejemplo Guillermo Vilas, Carlos Reutemann, César Luis Menotti. En el diario nos habían dicho “traten de evitarlos”, y ¿para qué los iba a nombrar si sabía que al final los iban a tachar?

Bosquivia, era una parodia de los años del Proceso de Reorganización Nacional que dibujabas con guión de Carlos Trillo y Guillermo Saccomano. ¿Cómo fue realizar este trabajo en un momento tan difícil, tenías miedo o sufriste amenazas?

-No recuerdo amenazas por esa historieta en particular. Pero, por algo los personajes eran caricaturizados como animales en un país que era una selva. No era difícil eludir la censura, porque los tipos que la ejercían no eran para nada lúcidos. Se parecían mucho a los gorilas de Bosquivia.

-¿Alguna vez quisiste decir algo y no pudiste?

-No, pero las veces que lo he dicho he tenido problemas. He recibido amenazas, cartas, llamadas telefónicas, tipos que andaban en el barrio averiguando quién era, cómo vivía. Durante la época de Carlos Menem tuve que dejar de dibujar una tira que guionaba Aquiles Fabregat.

-¿Cómo se llamaba la tira?

-¡Podés creer que no recuerdo el nombre! Era muy parecida a otra tira que se llamaba Bolur el tocur, el turco boludo, trataba sobre un árabe mafioso, rico y muy poderoso que hacía lo que quería con el pueblo. Y bueno, eso pasa cuando tus trabajos tienen repercusión.

Su estudio de dibujo está lleno de ficheros, Tabaré los abre y muestra que en su interior se encuentran todos sus trabajos. Uno está dedicado especialmente a guardar las más de 10 mil tiras de Diógenes y el Linyera.

-¿Cómo ves el futuro del humor gráfico en la Argentina?-No lo veo, porque no hay. Hoy por hoy no hay variedad de medios que publiquen historietas. Sólo los diarios, y el circuito ya está cerrado. Cuando yo empecé era el furor de la historieta, había revistas a patadas. Hacía más de 30 páginas por mes, no me daba el tiempo, me quedaba hasta las tres de la mañana y no paraba de dibujar.

-¿Es diferente el humor de ahora respecto al de antes?

-No creo que haya cambiado el humor, creo que cambió el público de historieta gráfica. Los chicos ahora tienen computadoras, se sienten atraídos por el movimiento, el ruido, el color y acá (pone su mano sobre las tiras) está todo muy quietito. Tenés que imaginártelo. Para que vuelvan a interesarse por la historieta tendríamos que educar a toda una generación que tiene problemas para desarrollar la imaginación porque las nuevas tecnologías les dan todo servido.

Tabaré aclara que si puede seguir dibujando lo hará por que le gusta, pero que ya no pasa 24 horas sin dormir dedicado al trabajo. Afirma que no le interesa transcender porque la vida avanza muy rápido. “Yo pienso mucho en los tipos que me rodeaban: Caloi, Guinzburg, Abrevaya, Fabregas, de aproximadamente 60 años, se fueron todos. Mis gustos son modestos: pasear, ir al club todos los días, disfrutar de los nietos, no quiero nada más”, dice firme Tabaré, dueño de un talento y una creatividad que son marca registrada y una humildad inigualable que ya ha trascendido.

 

 

Políticos 2.0 Entre el cyber espacio y la campaña

Quienes hoy ocupan el poder y los espacios políticos del país han cambiado su forma de comunicación luego de la explosión 2.0 para que fluya e influya con mayor rapidez a través de las redes sociales. El contexto mediático de su niñez y juventud nada tuvo que ver con el universo digital, sin embargo, tuvieron que ponerse los botines y salir a la cancha para intentar pasar la pelota de la información que, a través de Internet, cada vez rueda más rápido.

La primera transmisión de televisión en Argentina fue el 17 de octubre de 1951. Se transmitió desde la Plaza de Mayo mientras Juan Domingo Perón hablaba en el día de la Lealtad Peronista. Solo treinta televisores muy costosos recibieron la señal desde la antena montada en el edificio del Ministerio de Obras Públicas. Cristina Fernández de Kirchner, actual Presidente de la Argentina, nació dos años después y actualmente es uno de los dirigentes políticos más mencionados en el universo digital al cual tienen acceso más de la mitad de los argentinos, según la Fundación Desarrollo de Ciencias y Método de Gobierno (CIGOB), en colaboración con la firma Autoritas Consulting en 2014.
El informe está basado en múltiples canales como Prensa, Redes Sociales, Foros, Blogs, Multimedia, entre otros y en diciembre de 2014 ubican a Cristina Fernández en el primer lugar de los políticos más mencionados con un 25,63 por ciento, seguida por Daniel Scioli a nueve puntos de diferencia. Por otra parte, Mauricio Macri y Sergio Massa se ubicarían en tercer y cuarto lugar con 12,58 y 8,87 por ciento según CIGOB.

En comparación el año anterior, la consultora Tribatics también ubica a la Presidenta Argentina en el primer puesto con 9.771.484 menciones en Twitter en 2013, seguida por Mauricio Macri y Sergio Massa con 2.992.717 y 1.891.059 menciones respectivamente.
La estrategia no solo es estar en el universo 2.0 sino ser 2.0 aumentando la presencia en las redes través de las actividades que acerquen seguidores. Algunos se han adaptado al cambio rápidamente pero aún hay quienes evidencian su inexperiencia respecto a la utilización del cyber espacio. Hermes Binner, uno de los principales referentes del UNEN, se convirtió en tendencia no solo en Argentina sino también en el mundo tras escribir por error un tuit que luego comenzó a viralizarse: “Obvñzfhnhxds”. La publicación, que más tarde fue borrada, es un claro ejemplo de la velocidad y la magnitud de influencia de la red en la sociedad.

Otras veces las redes están en manos de equipos que administran las cuentas con políticas claras de alto impacto para generar visibilidad con el objetivo de empatizar con las necesidades, las percepciones y las opiniones de la ciudadanía.
Martín Becerra, doctor en Ciencias de la Información, periodista e Investigador del CONICET, indica que las decisiones comunicacionales actualmente son decisiones estratégicas en lo que respecta a la planificación de la campaña electoral. La gestión de las cuentas de los candidatos en las redes sociales forma parte de una decisión que efectivamente tiene que ver con la estrategia de posicionamiento del candidato con el estilo de comunicación y con la lógica de la interpelación.

“Creo que todos los espacios de socialización, circulación, información y comunicación, como el caso de Twitter influyen en el estado de ánimo, en las percepciones y en las opiniones que tenemos respecto de una gran cantidad de procesos, inclusive los procesos políticos, pero no creo que determinen el voto, una cosa es influir y otra muy diferente es determinar”, afirma Becerra en referencia a la influencia de los mensajes en opinión pública.

El error más frecuente de algunos políticos es no equilibrar lo profesional y lo personal en las publicaciones, convirtiéndolas en armas de doble filo. El desafío es aplicar una lógica clara y pensar a futuro para que el mensaje no se convierta en un bumerán y así poder ganar el partido.

¿Dónde estaba el 24 de marzo de 1976?

¿Dónde estaba el 24 de marzo de 1976?

Alicia Entel

-¿Cómo fue su 24 de marzo de 1976, qué estaba haciendo ese día?

-Yo vivía en un departamento chiquito en el barrio de Once. Ese mismo 24 a la noche rompieron la puerta de entrada del edificio y se llevaron a un militante político que también vivía ahí. Para mí fue una noche de terror, una noche espantosa. Escuchamos como rompían todo y estábamos aterrados. Fue bronca y parálisis pero por el otro lado fue pensar “rapidito, acá hay que hacer cosas como para que no nos encuentren, que no sepan”. Mi papá se llevó todo lo que consideraba que podía ser jodido. Eso fue muy interesante porque cuando murió -muchos años después- recuperamos libros y revistas.

-¿Cómo fue su experiencia antes del golpe?

-Era una militante política y social. El 24 de marzo no fue una sorpresa para nadie. Ya veníamos sospechando que los militares iban a llevar a cabo una actitud más represora que la que había empezado a existir. Ya habíamos tenido situaciones difíciles.

Alicia Entel

Alicia Entel

-¿Y a partir de ese momento cómo siguió su vida?

-Fue empezar a quemar papeles que teníamos en casa, a pensar si nos íbamos a otro lado. Fue realmente terrible porque no había una comunicación como la que tenemos ahora y de a poco te ibas enterando cómo caían tus compañeros. Nos reunimos con algunos para ver qué rumbo se iba a tomar, ver si se resistía o no. Los días posteriores eran eso, decidir si te quedabas o te ibas a vivir con un familiar a la provincia. Se trataba de no salir a la calle. Yo me fui por un corto periodo de tiempo, cuando volví durante años no fui a la calle Corrientes, no pisé una librería. Era muy duro. Es cambiar la vida. Reinventarse y ser otra persona, un exilio interior. Era pensar que si tenías una biblioteca con libros de (John William) Cooke, Mao (Tse Tung) y (Carlos) Marx te iban a llevar presa o te iban a desaparecer. Vivíamos así. El ruido del ascensor me aterraba. Entonces escribía y estudiaba de noche porque no podía conciliar el sueño. Fue durísimo. Además, no sabíamos si los compañeros estaban, si se habían ido, si se los habían llevado. Yo me considero una sobreviviente de esa masacre. Creo que con todo lo que se ha hecho en derechos humanos -que me parece excelente-, con todo lo que se habla del tema y con los juicios, todavía hay mucho por decir en el sentido de que los militares eran el brazo armado de poderes económicos importantísimos.

 

Eduardo Jozami

-¿Dónde estaba el 24 de marzo de 1976?

-Estaba en la cárcel del Villa Devoto, en la Unidad Número 2 del Servicio Penitenciario Federal.  Ocurrió que militaba en la Juventud Peronista, la situación se fue haciendo más difícil a partir de 1974 y estuve detenido durante ocho años desde 1975. Había sido sometido a juicio por todas las imputaciones y en aquel momento era prácticamente imposible conseguir abogado defensor. Me adjudicaron, además de otras acusaciones, una vinculación con lo que se llamaban “las organizaciones subversivas”, lo cual era cierto.  Antes del golpe no había habido ninguna resolución en mi caso y la verdad es que no tenía muchas expectativas de salir en libertad porque la situación política cada vez empeoraba más.

Eduardo Jozami

Eduardo Jozami

-¿Cómo le llegó la noticia?

-Había podido leer en la cárcel los diarios del 23 de marzo y todas las noticias que allí referían  a que el golpe era inminente. El 24 de marzo, aparentaba ser una jornada normal en la penitenciaria. Luego nos dimos cuenta que nadie se había ocupado demasiado de nosotros debido a que todas las autoridades estaban pendientes del golpe militar, que se estaba consumando. Más tarde, vimos en los patios de la cárcel un movimiento grande de tropas que no era habitual y que tal vez haya tenido algún sentido meramente intimidatorio. Además, rápidamente se supo porque uno de los guardia cárcel nos dijo “ahora sí que ustedes están hasta las bolas”, y supimos que vendrían tiempos difíciles no solo para quienes estábamos presos, sino también para todo el país.

Lo más importante de ese día paso dentro de cada uno de nosotros. Tomamos  rápidamente conciencia de que las cosas iban a cambiar y al día siguiente tuvimos evidencia de estos cambios. Por ejemplo, había muchos detenidos que estaban a disposición del poder ejecutivo y estaban esperando que se les diera la opción de salir del país, que establece la Constitución Nacional, pero ya no pudieron hacerlo y estuvieron presos durante varios años más.

-¿Qué fue lo que te mantuvo con vida, a diferencia de muchos otros?

-Creo que me salvó haber caído en septiembre de 1975 y en esa fecha todos los detenidos en Buenos Aires eran legales.  Es decir fueron detenidos que estuvieron  “reconocidos”. La represión comenzó a aplicarse desde los primeros meses del año 1976. El golpe significó que la represión que hasta entonces tenía algunas limitaciones, comenzó a ser encarada por el Estado con todo su poderío convirtiéndose en lo que llamamos Terrorismo de Estado. Por ejemplo, en el Pabellón 1 de la cárcel de La Plata, donde también estuve, sacaban presos y los fusilaban.

-¿Cómo esquivó la censura en la cárcel y rescató los escritos que, luego, formaron parte de su libro?

-Estando preso pude encontrar el ritmo y la dedicación para leer, escribir y pude sacar algunas cosas por carta, otras cosas que había escrito en cuadernos las perdí en requisas. Luego realicé un trabajo de reelaboración con muchas cosas que he escrito. El primer y segundo año fui un gran jugador de ajedrez, no gran porque fuera muy bueno, sino porque no paraba de jugar. No podía dedicarme solo al ajedrez, así que dediqué tiempo libre a leer y escribir. Como escritor y lector le debo mucho a la cárcel. Me ayudo a sobrellevarlo.

 

Nora Cortiñas

-¿Cómo era su vida antes del golpe del 24 de Marzo de 1976?

-Antes del 1976 nosotros ya teníamos un preso político que era pariente de mi hijo. Porque antes de ese año ya había miles de asesinatos, desaparecidos, y en pleno gobierno democrático. Pero por esa época nos comunicaron a las familias que la situación en las cárceles era muy densa, por los maltratos y los golpes que esos presos estaban sufriendo. Presentíamos que algo iba a pasar por el modo en que los estaban tratando a los presos políticos. Parecía que algo se estaba armando.

Nora Cortiñas

Nora Cortiñas

 -¿Cómo se enteró del golpe?

-Estábamos en casa y sintonizamos la radio; nos enteramos así, escuchamos al vocero que comunicaba la noticia.

-¿Cómo repercutió en su familia?

-Nosotros teníamos miedo por Gustavo, porque él militaba con grupos cercanos a movimientos de la iglesia relacionados con el Padre Mugica a quien ya habían asesinado en mayo de 1974. Entonces le decíamos a Gustavo que le pagábamos el pasaje, que se fuera del país por un tiempo, por él, por la mujer y por el nene que en ese momento tenía 2 años. Pero él no se quería ir; decía: ¿qué tiene de malo lo que estoy haciendo? No tiene nada de malo para que me tenga que ir.

-¿A qué se dedicaba usted en ese momento?

-Vivíamos en Castelar, yo era profesora de costura, tenía algunas alumnas en casa, estaba casada y tenía dos hijos a los que atendía, y me dedicaba a las tareas de un ama de casa. En el barrio la gente era muy discreta, no había alarmas expresas por lo que pasaba, pero era una situación distinta, todo se veía distinto, la gente se miraba…

-Y después llegaron los pañales como símbolo de las Madres, como símbolo de su vida…

-Sí, porque como todas éramos madres, el pañal era algo que teníamos en casa por los bebés. Además no teníamos tiempo ni de comprar un retazo de tela, entonces decidimos ponernos los pañales porque eran cuadrados y si se doblaban formaban un triángulo que era justo para ponerse en la cabeza. Después, les bordamos el nombre del familiar desaparecido, para identificarnos. En todos los años posteriores no tuvimos paz. Sí una paz interior porque somos madres y no nos relacionamos de ninguna manera con la violencia. Como madres jamás nos sentimos cercanas a ningún tipo de violencia, pero exigimos justicia, que se abran los archivos y que nos digan que pasó con cada uno de los desaparecidos.