La obra teatral “Saverio, el cruel”, de Roberto Arlt, inicia su segunda temporada bajo la dirección de Gabriela Villalonga. A casi un siglo de su primera presentación, propone una reflexión sobre la discriminación, la malicia y la farsa sociopolítica argentina con una actualidad ineludible.
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La farsa dramática Saverio, el cruel vuelve a escena los sábados en el teatro Payró. Estrenada por Roberto Arlt en plena Década Infame, esta obra sigue resonando en la actualidad. “Arlt la escribe en una época donde los lazos solidarios estaban desmembrados. Donde la red social se empezaba a disolver”, explica la directora Gabriela Villalonga.
Durante las primeras intervenciones militares en la política argentina, Saverio, un vendedor de manteca —interpretado por Marito Falcón—, es engañado por un grupo de amigos burgueses. Lo convencen de interpretar el papel de un coronel despótico dentro de una fantasía creada para «salvar» a Susana, una supuesta enferma psiquiátrica, interpretada por Ligüen Pires.
En esta puesta en escena, los actores fingen que actúan, en un juego de realidad y ficción. “Cada personaje es varios a la vez, van cambiando a lo largo de las escenas”, cuenta Villalonga. Uno de los personajes de la obra pregunta: “¿Te parece razonable la farsa que estos locos han tramado?”. El artificio no es algo nuevo para los argentinos, tan poco que una escena de ese tipo tenía lugar a escala nacional cuando Santiago Caputo interrumpía la entrevista de Milei en TN para corregir su “verdad” sobre la estafa de criptomonedas para intentar evitar un juicio político.
En Saverio, el cruel el rol de “villano” oscila entre los personajes, como una bomba de tiempo, generando una tensión entre ellos, el público y la oscuridad. “El teatro es una experiencia particular, el puro acontecimiento artístico. Involucra al espectador de manera activa, porque no hay manera de que no te pase algo, que no te emocione”, reflexiona la directora. En este caso, la crueldad y la locura invaden la sala y los cuerpos, a través de un juego de luces y sonidos que balean el aire. El tiempo parece detenerse por momentos, cuando la oscuridad lo impregna todo, generando un ritmo auténtico que muestra lo vulnerable del presente.
Villalonga explica que en 2025 el teatro independiente enfrenta un recorte presupuestario, pero que siempre encuentra la manera de autogestionarse: “Esto es lo que nos da sentido. Y en esta época, más que nunca. Les artistas estamos en plena resistencia”. La directora destaca que la obra fue autoproducida por sus propios actores. Con una escenografía minimalista y vestuarios extravagantes, las impactantes interpretaciones de Roberto Cuñarro, Adriana Echegaray, Marito Falcón, Ariel Guazzone, Roberto Monzo, Ligüen Pires, Lali Rojas y Liliana Simsi, dan vida a esta aguda crítica social a partir del humor.
A través de la exposición del odio racial y clasista, Saverio, el cruel nos lleva a preguntarnos: ¿de dónde viene la crueldad? ¿Hasta qué punto llega la farsa en nuestra realidad? La directora plantea: “Lo más difícil para todos y todas es cambiar. Porque cuando aprendés algo, podés tener una mirada integradora de la realidad. Pero es complicado, porque significa atravesar una crisis. El teatro y el cine tienen esa función y, por eso, siempre son resistencia”.
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Villalonga advierte que vivimos tiempos de distanciamiento, no solo entre las personas, sino también entre las identidades y la cultura. “Las políticas anticulturales instalan un pensamiento que va para atrás sobre nuestros derechos adquiridos, como si nunca hubiera existido la lucha por alcanzarlos. Por eso es importante hacer memoria”, sostiene.
Ver una obra que conmueve, encontrarse en una marcha contra los dichos crueles y fascistas del presidente, defender los hospitales, y las universidades reconectan con un otro, con una identidad de muchos que, en esta contemporaneidad, pareciera querer ser desdibujada. Arlt, desde su obra, nos habla de todo eso.
Saverio, el cruel puede verse los sábados a las 20 en el Teatro Payró (San Martín 766), “al menos hasta abril”, según cuenta su directora, con expectativas de que continúe.